Cuernos Por Halloween
Ana se enfada por que otra vez su novio rechaza hacer planes de pareja en la noche de Halloween, aun así quiere pasarlo bien en esa fecha.
Cerca de las 10 de la noche Ana cerró violentamente la puerta de su casa, estaba enfadada, por vigésima vez su novio se negaba a ultima hora a salir con ella. Otra vez, Carlos le decía que fuera sola, que lo pasará bien en la fiesta de Halloween a la que les habían invitado, que el pasaría la noche en casa. Por desgracia ya se lo había imaginado al ver que cuando ella se ponía el disfraz, él seguía tirado en el sofá mirando la tele, pero eso no evitaba su cabreo.
Mientras caminaba hacia la zona de fiesta donde había quedado con sus amigas podía notar el viento a través de sus muslos, la falda que llevaba era bastante corta, no llegaba a minifalda pero poco le faltaba. Acompañando a la falda iban unas medias grises semitransparentes, un tanga verde comprado a propósito, pues lo necesitaba verde para el disfraz ya que iba vestida como una alumna de Slytherin, con una camiseta gris escotada con el símbolo de la escuela mágica Hogwarts que dejaba una gran vista de sus tetas mientras entre ellas se colocaba una corbata de color verde y plata. La idea era dar envidia a los chicos de la fiesta con su novio al ir él disfrazado de Voldemort, cosa que no pasó.
Llegó a la zona de fiesta y buscó a sus amigas, ninguna estaba sorprendida de verla llegar sola, así que la escucharon desahogarse y la invitaron a 2 o 3 copas para que se animará a la hora de festejar. Funcionó, en la última copa Ana ya tenía las mejillas ligeramente coloradas y únicamente tenía en mente pasarlo bien, cosa que se dispuso a hacer saliendo a la pista de baile.
Las amigas se turnaron para bailar entre ellas y con Ana, quién era la que más atraía los ojos hacia el grupo al ser la que iba enseñando más carne. Ana sabía que atraía a los hombres, era capaz de ver como algunos la observaban como si quisieran devorarla con la mirada, miradas que en algunos casos, ella devolvía.
El "observador" que más le llamó la atención era un hombre disfrazado de espartano, únicamente llevaba un casco, una capa, una falda y botas mientras en una mano llevaba el escudo y en otra la espada.
Sin remilgos, Ana se separó de la amiga con la que bailaba y se acercó al espartano, colocándose enfrente suya seductoramente, su cadera ligeramente movida a un lado buscando que destacara, una mano un poco encima de esta y con el extremo de la corbata metiéndose entre sus tetas. La vista era más que esplendida, o al menos eso pensaba sin duda el espartano.
-"Hola soldadito, ¿tienes compañía esta noche?"- fueron las primeras palabras de la chica que salieron de sus labios, ya sea movida por la furia de sentirse solitaria por culpa de su novio o por la cero vergüenza que le provocaba el alcohol.
-"Por desgracia no, aunque tu no puedas decir lo mismo, pareces bien acompañada por tus amigas.- la respuesta del joven fue acompañada por una mirada hacia las amigas de Ana.
-"Ya bueno, quizás esta joven estudiante busque algo de compañía masculina. Ya sabes, he suspendido biología y necesito ayuda con eso." - Ana hablaba con un tono seductor mientras con un dedo hacía hondas en su pelo y miraba directamente a los ojos al chico.
Pasaron casi una hora juntos, tiempo en el que ella no tardó en descubrir que el chico se llamaba Marc y era universitario, algo más joven que ella. A lo largo de esa hora se fueron envalentonando a medida que pasaba el tiempo y toqueteandose uno al otro sin importarle a ninguno de ellos quienes podían verles, en ningún momento mencionaron el tema de parejas, daban igual, lo importante era que en ese momento se tenia el uno al otro.
Las amigas de Ana preferían mantenerse alejadas del tema, aunque la habían invitado a beber alcohol no era suficiente como para que ella no fuera consciente de lo que hacía, así que si quería ponerle los cuernos a Carlos y pasar una buena noche, esperaban que el espartano cargara un buen arma capaz de contentar a su amiga.
Bendita amistad.
Cuando el ambiente se estaba aligerando Marc ofreció la idea de ir a su casa, quedaba bastante más cerca que la de Ana y podrían tener un ambiente más privado.
Al abrir la puerta de su casa, Marc rápidamente se deshizo de la espada y el escudo y puso sus manos sobre Ana, casi empotrandola contra la misma puerta de entrada pocos instantes despues de que estuvieran dentro.
Las manos de él fueron desde los muslos hasta arriba disfrutando del tacto de la femenina piel mientras sus labios se encontraban en un beso fogoso.
Las manos de ella fueron a quitarle la falda del disfraz, dejando al joven son una capa, unas botas y unos calzoncillos grises que dejaban marcar una más que visible erección. Erección que no quedó desatendida por la mano experta de Ana, mimándola sobre la ropa interior tocando la punta con la propia punta de sus dedos mientras la palma de la mano pasaba por el grosor de la polla.
Poco a poco sus cuerpos fueron quedando más pegados no solo contra la puerta sino también entre ellos, llegando un punto en que si Ana quitaba su mano su tanga verde sería el único impedimento para poder tocar directamente su coño.
Casi ocurre, casi, ya que el la cogió en brazos y la llevo hasta su cama, aunque ciertamente las cosas no fueron como él pensaba, pues allí ella lo empujó contra la cama y empezó a darle un pequeño show erótico.
No había palabras, solo acciones. Por un lado se observaba y por el otro las manos provocaban a través de una lenta y seductora danza sin música la desaparición de una camiseta gris, dando lugar a la vista completa de unos pechos naturales que no eran apresados por un sujetador, la caída de un tanga verde bañado en fluidos al suelo y una falda corta acompañando a ese mismo tanga. Las medias seguían puestas, siendo la única pieza de ropa que cubría el cuerpo de Ana.
Por su parte Marc se libró de toda la ropa que le quedaba, que debido al disfraz no se puede decir que fuera mucha, pero se negaba a perder vista del show que le estaban dando. Completamente desnudo su polla apuntaba al techo.
Entre los tocamientos en la fiesta y mientras era empotrada en esa misma casa, Ana había tenido más que suficientes preliminares, tocaba el momento de la acción.
Acción de verdad.
Cuando acabo el pequeño striptease Ana se tiró y acomodó sobre Marc. Su polla ya no apuntaba al techo, apuntaba directamente a la entrada en el coño de la joven que había conocido esa misma noche, cuyas manos estaban tomando su pene y frotandolo contra ella, dándole caricias tanto al clítoris como a la entrada. Ella se mordió el labio inferior y se sentó, notando como era penetrada como hierro al vivo.
Casi no hacía falta interacción por parte de Marc mas allá de ser guiado de como lamer y acariciarle los pezones. Las tetas se balanceaban mientras la boca del hombre lamía en círculos y mordisqueaba ligeramente a la vez que el otro pezón era apretado por dos dedos, tal como se le había guiado.
Ana sabía lo que quería, quería disfrutar locamente de una noche igual de loca, no es como si cada vez que se enfadara con su novio fuera a montar una polla... Pero si podía hacerlo al menos una vez como compensación por todos los planes en pareja que se le negaron. No merecía la pena correr el riesgo de que Marc no supiera como hacerla disfrutar, era mejor tomar ella el control. Control que ejercía sobre la polla que tenía dentro mientras movía sus caderas o saltaba sobre ella.
Cuando Ana sintió llegar el primer orgasmo sabía que había sido buena opción moverse ella y llevar el ritmo. Aceleró el ritmo de sus caderas al correrse para no perder la excitación de ese preciso momento, sabía que era capaz de "encadenar" otro orgasmo a este si lo hacia bien aunque le estuvieran temblando las piernas de puro placer. Y así lo hizo. Fue capaz de moverse sobre la polla de forma que cuando estaba por terminar su orgasmo, vino otro... Y otro, aunque este último no era de ella sino de Marc, quién viendo lo placentero que estaba siendo para su nocturna compañera, apuró al máximo que pudo el momento de salir de ella para disparar su corrida sobre el coño que tanto placer había dado esa noche a ambos.
El segundo orgasmo de Ana fue más intenso que el primero, las piernas le temblaron más y tuvo que usar sus manos para agarrarse a Marc mientras él sacaba su polla de dentro y usaba su coño como diana, dando los tres primeros potentes disparos justo en el objetivo, mientras el resto iban perdiendo fuerza y caían sobre él mismo.
Los dos estaban cansados, ambos respiraban agitadamente. Mientras ella se levantaba y se volvía a vestir él estaba aún tirado en cama. La última prenda que Ana se iba a colocar iba a ser su tanga, pero finalmente decidió otra cosa. Marc tenía los ojos cerrados y un brazo encima de ellos, así que no veía lo que Ana hacía, pero si pudo sentir como la tela del tanga le limpiaba los disparos de su propio semen, momento en el que se incorporó y pudo ver como Ana no solo usó su propia prenda para limpiarle, sino que también lo usó para limpiarse su coño y acto seguido se la arrojó a él.
"Toma cariño, para que tengas un recuerdo de esta noche."- fue lo que le dijo Ana mientras le guiñaba un ojo y él sonreía viendo como ella se movía hacia la puerta y salía de su piso.
Sin duda para el había sido una divertida noche de Halloween.
Ana llegó a su casa sobre las 4 de la madrugada y al entrar pudo ver como su novio Carlos estaba tirado en el sofá durmiendo. Se limitó a apagarle la tele y subió a la habitación que en teoría tenían en común. Durmió sola y desnuda en esa cama.
Al día siguiente su novio ni se dio cuenta de que faltaba un tanga verde recién comprado.
Sin duda para ella había sido una divertida noche de Halloween.