Cuernos mutuos y consentidos
Como una pareja se lo monta cada uno por su lado y con la complacencia de ambos.
CUERNOS MUTUOS Y CONSENTIDOS
Ya he comentado en varias ocasiones que Chelo y yo formamos un matrimonio un tanto particular en lo relacionado con el sexo. Nos gusta todo, absolutamente todo. De vez en cuando, y en los momentos que nos vemos bajos en nuestra apetencia sexual nos inventamos algo, fuera de lo común, para desarrollar nuestra apetencia y que esta vuelva a llenarnos de placer y lujuria.
Hace aproximadamente unos tres meses (era otoño en nuestra ciudad), ocurrió lo que ha continuación expongo.
Son las ocho de la tarde del sábado. Chelo y yo (Juan) estamos sentados en el sofá de nuestro apartamento. Llevamos, desde que terminó el verano, con una apatía grandiosa en nuestras relaciones sexuales. Mi esposa está viendo un programa de televisión y yo ojeando el periódico. Estamos así desde hace mas de una hora, sin hablarnos ni mirarnos. Con expresión lánguida Chelo me pregunta:
Juan, deberíamos hacer algo, pues llevamos mas de dos meses que no salimos ni hacemos nada, solo estar aquí sentados y no debemos dejar que nuestros cuerpos se escuchimicen sin darle alegría ni placer. ¿Qué tal si esta noche buscamos alguna forma de darnos satisfacción?
Yo le respondí:
Llevas razón, cariño, dime si has pensado en algo y lo ponemos en practica.
Chelo, con cara gozosa y ojos chispeantes, me dijo al instante:
He pensado en tener una noche yo sola, sin estar tú a mi lado. Salir y hacer lo que me plazca. Como si fuera una mujer casada y te pusiera los cuernos.
De acuerdo pero con una sola condición, yo también saldré y nos contaremos absolutamente todo lo que hagamos cuando regresemos a casa.
O.K., pues antes de que sea mas tarde me pongo un vestido y me llevas al centro en el coche.
A la media hora se presentó ante mí vestida con una falda de cuero negra que le llegaba a la mitad de sus muslos. En la parte superior llevaba una camisa blanca transparente con cuatro botones desabrochados que dejaban ver sus apetitosos senos. Se cubría exteriormente por un abrigo de cuero negro que le llegaba hasta por encima de las rodillas. Llevaba pintados, deliciosamente, los labios y los ojos.
Al instante cogimos el coche y nos fuimos hacia el centro de la ciudad. Al pasar por la parada del autobús del barrio, vimos a un chico (de unos 17 años) que estaba esperando para trasladarse a algún lugar. Chelo, dando un grito, me dijo: "Juan, para, llevemos al joven si quiere". Así lo hice , preguntándole al chico si deseaba que lo lleváramos hacia el centro. El, muy contento, nos respondió que le acercáramos hasta una parada de metro. Como nuestro coche es de dos puertas Chelo se acomodó en los asientos traseros dejando al joven su asiento .Durante el viaje, mi esposa, se echó sobre los asientos delanteros para charlar con el chico. Para ello se recogió la falda hasta cerca de la cintura, dejando ver el principio de sus braguitas oscuras, así como tuvo que abrirse descaradamente de piernas. La visión fue espeluznante. Y esta se completó con la camisa medio desabrochada enseñando las maravillosas tetas. El joven no daba crédito a lo que veía. Lo mismo miraba las bragas que las piernas que las tetas de Chelo. Ella se dejaba mirar, y al mismo tiempo se excitaba de la expresión que tenia el chico. Al poco tiempo nos balbuceó: "Por favor, si no les molesta pueden dejarme aquí". Cuando abandonó el coche Chelo volvió a tomar el asiento delantero. En su rostro se le adivinaba la excitación. Sonriendo, le pregunté: "¿ Donde quieres que te deje?". Ella me respondió: " Cerca de la discoteca para gente madura que hay en la plaza central". Y así lo hice. Al llegar nos despedimos con un beso y un " hasta mañana".
RELATO CONTADO A CHELO, AL DIA SIGUIENTE
Seguidamente me trasladé a un pub conocido pero donde hacia tiempo no iba por ese lugar. Estaba repleto y me acomodé en la barra pidiendo una copa. Al instante oigo una voz que me llamaba :" Juan aquí ¿que tal te encuentras?" Eran Lorena y Javier (matrimonio conocido en nuestras correrías sw N.A.). Nos saludamos efusivamente pues hacia tiempo que no nos veíamos. Me preguntaron por ti y les dije lo que habíamos planeado. Me indicaron un asiento en su mesa para que les acompañara y así lo hice. Nos pusimos a charlar de cosas intrandescentes y después de otras dos o tres copas mas Lorena propuso ir a su apartamento para ver una película y poder estar mas tranquilos charlando. Les indiqué que me encontraba solo y no era plan de estropearles la noche, si tenían algo planeado. Javier dijo que no tenían nada pensado y que podía acompañarles. Cuando estabamos abonando las consumiciones Lorena se acercó a una joven rubia, guapisima, saludándola con un beso en los labios. Estuvieron hablando durante unos minutos y observé como de vez en cuando miraban hacia mí. Vinieron las dos hacia nosotros y Lorena nos presentó : " Rebeca es una compañera de trabajo y conoce todas mis aficiones ya que se las he contado, este es mi marido Javier y Juan es un amigo con el que hemos estado en varias orgías, le he dicho que si nos acompañaba a casa y me ha contestado afirmativamente, así que podemos irnos cuando os apetezca".
Durante el viaje Rebeca me contó que tenia 22 años y a los 14 ya la habían desvirgado. Había realizado el acto sexual con hombres y mujeres, en solitario, en orgías, y todas le habían gustado. Yo la contemplaba extasiado por su exposición y su extraordinaria belleza. Parecía incluso mas joven . Era rubia platino, con ojos verdes, labios carnosos, delgada pero no excesivamente, con senos no muy pronunciados, parecía totalmente una modelo de fotos. Llegamos pronto a la vivienda de Javier y Lorena. Nos acomodamos en el tresillo del salón, mientras la anfitriona nos preparaba una bebida y Javier ponía una película porno en el vídeo. Lorena se sentó a nuestro lado mientras Javier, por detrás del sofá, abrazaba con dejadez a su esposa. Tanto Rebeca como yo nos fuimos calentando, mas que por la película que se estaba viendo, por la actuación de nuestra pareja amiga, ya que Javier empezó a tocar y masajear los pechos y pezones de Lorena sacándolos al descubierto.
Esta, tenia los ojos semicerrados y su respiración se acrecentaba paulatinamente, que se había recostado sobre el respaldo del sofá se había subido totalmente la falda de su vestido dejando ver sus bragas rosa pálido semitransparentes. Con su mano derecha se tocaba su sexo por encima de la tela, mientras que con su mano izquierda sentía la calidez de la piel de Rebeca pasándole la mano por su rostro y por sus brazos. Rebeca, siguiendo el ejemplo de Lorena, se había desabrochado los botones de su pantalón vaquero, y se estaba realizando una masturbación mientras me miraba lascivamente. Mientras tanto Javier había aprovechado para arrodillarse frente a su esposa y desplazando sus bragas hacia un lado le estaba haciendo una mamada extraordinaria. Con pasión besé los labios carnosos de Rebeca, los mordí, los chupé, los lamí, les pasé la lengua por todo su alrededor e incluso la hundí en toda la profundidad de su garganta. Rebeca que no paraba de pajearse, con su mano izquierda me frotaba por encima del pantalón mi excitado miembro. Como el ambiente se había caldeado tanto, cogiendo de una mano a Rebeca, me levanté de mi asiento y exclamé:
Nos vamos al cuarto de los invitados.
Nadie me respondió, pues estando en plena faena era casi imposible de decir algo. Creo que ni siquiera me oyeron. Al verme Rebeca puesto de pié y con su mano tendida hacia mí, me siguió sin decir nada.
Ya en la habitación nos fundimos en un apretado y apasionado beso. Con lentitud fui bajando sus ajustados pantalones y cual fue mi sorpresa al comprobar que no llevaba bragas. Al ver mi rostro Rebeca me explicó:
Si es cierto, no uso bragas, me encanta que mi coño roce con los tejidos ásperos de los vaqueros para ir todo el día excitadisima. De esta manera siempre estoy dispuesta a recibir una buena verga.
Como ya se había desvestido la tumbé en la cama contemplándola en todo su esplendor. Mientras, yo me fui quitando toda mis vestimentas y me eché a su lado. Con la mano extendida fui palpando todo su cuerpo, pasándosela por los pechos erguidos, duros, desafiantes. La aureola era pequeña, obscura y de su centro resaltaban unos pezones tiesos, no muy grandes, pero terriblemente duros. La besaba los labios, el cuello, las orejas, los hombros. Mi mano se desplazó hasta su estomago y su vientre plano. Su piel era deliciosa, atrayente, cálida. Bajé despacio hasta tocar sus primeros rizos rubios, ensortijados. Solo con la palma de la mano fui desplazándola por encima de la raja que se veía entre su vellosidad. Notaba el calor que desprendía aquel lugar de su cuerpo. Con los dedos abrí sus labios vaginales, estaban totalmente húmedos, tenia mojadas las ingles por el desprendimiento de sus flujos.
Lentamente me eché sobre ella y con parsimonia apoyé mi miembro en la entrada de su cueva. Rebeca levantando las piernas me rodeo el cuerpo para que la penetración fuera mas deprisa. Pero yo quería que ese momento se alargara en el tiempo. Ella balbuceaba: " Penétrame, follame, por favor, no aguanto mas sin tenerte dentro de mí, necesito que me calmes este coño tan caliente que tengo" . Nunca había sentido unos labios vaginales tan apretados en mi polla. Conforme iba penetrándola su piel se ajustaba extraordinariamente a mi miembro, se notaba que, a pesar de sus correrías sexuales, su sexo no se había dilatado totalmente por el paso de miembros de distinto tamaño. Cuando llegué a tener totalmente introducido mi mástil en su interior quedé petrificado, quieto, sin hacer movimiento alguno. Ella empezó a moverse, a coger ritmo, a realizar el mete-saca. Yo le acompañaba en sus movimientos; estos empezaron a ser mas rápidos, mas frenéticos, y Rebeca empezó primero a jadear y después a dar gritos de placer. Quise aguantar mas tiempo sin correrme, pero fue imposible. Tuve una descarga descomunal al mismo tiempo que ella, dando un alarido de placer, se corría. Estuvimos abrazados durante un buen rato y al retirarme de encima de ella me percaté que se había dormido. Sigilosamente me vestí y vine hacia nuestra casa. Me he acostado y cuando desperté te he encontrado aquí a mi lado. Espero impaciente que ahora me cuentes lo que has echo.
RELATO CONTADO POR CHELO AL DIA SIGUIENTE
Pues cuando me dejaste en la puerta de la discoteca, entré en ella decidida a todo. Llevaba la intención de pasar una noche lujuriosa, loca de sexo. En el interior, aprecié que estaba llena, no había ninguna mesa libre y la pista de baile estaba hasta los topes. Dejé el abrigo en el guardarropa y me fui directa a la pista de baile; allí estuve bailando varias piezas moviéndome, en algunos momentos, de forma escandalosa, hasta que me percaté de que dos hombres estaban cerca de mí intentando ligar conmigo. Al principio no les hice caso, pero al momento pensé que no debía perder el tiempo si quería tener una noche loca de sexo. Sonriéndoles fui realizando unos movimientos mas voluptuosos y me puse entre ambos. Al rato uno de ellos me propuso ir a la barra para tomar una copa y descansar del baile. Yo asentí y nos fuimos hacia un lugar despejado donde nos asentamos para poder tomar dicho refresco. La conversación entre los tres se fue haciendo cada vez mas picante, llegando a ser, en algunos momentos, excitante por su contenido. Yo, pensando que se pasaba el tiempo, tomé la iniciativa y les dije: " Una de las cosas que mas me gusta realizar y mas me excita es poder mamar una buena polla". Uno de ellos me contestó: "Y si son dos te volverás loca de contenta". (Como no me acuerdo de sus nombres ni de sus rostros no puedo decírtelos). A lo que le respondí: "Si estáis dispuestos yo estoy preparada" Al instante, pasamos por el guardarropa a recoger el abrigo y salimos a la calle. Me llevaban cogida de la cintura y de vez en cuando me besaban en el cuello o me pellizcaban las nalgas. Así fuimos hasta llegar al coche de uno de ellos que lo tenia aparcado en un lugar donde transitaban bastante gente.
Al ser un monovolumen nos acoplamos en los asientos posteriores pues había mas amplitud. Sin perdida de tiempo, y al estar en medio de los dos, empezaron a meterme mano mientras me besaban o me toqueteaban por todas las partes de mi cuerpo. Notaba una mano que poco a poco se iba introduciendo entre mis piernas hasta llegar a mi conejo, mientras otra de las manos me estrujaba con delicia las tetas que ya estaban al aire. Una boca me besaba los labios mientras que la otra me chupaba uno de mis pezones terriblemente endurecido. Yo les había sacado sus respectivos penes y se los masturbaba para que llegaran a ponerse tiesos. Durante un segundo miré hacia la ventanilla del vehículo y observé como la gente que pasaba miraba el espectáculo que teníamos dentro. Esto me excitó una barbaridad, tanto que me recliné sobre mi asiento y metí la polla de mi derecha en mi boca. Se la chupé con ansia, con deleite, le chupaba los huevos, el glande, me la metía hasta mi garganta, mientras con la otra mano seguía pajeando al de la izquierda. Este ya había metido dos dedos en mi coño, siguiendo un movimiento de entrada y salida que me estaba haciendo ver las estrellas. Al cabo de un rato el de mi derecha se corrió echándome toda su leche en mi cara y aproveché que me limpiaba el rostro para inclinarme sobre el de la izquierda y tragarme su magnifico chupa-chups que ya estaba a reventar. Seguí haciéndole la mamada mientras que su compañero metía la mano en mi culo, en mi sexo, en mis tetas, no me dejaba ni un centímetro de mi cuerpo sin tocarlo o estrujarlo. A los pocos minutos, el que faltaba, se corrió en mi boca tragándome toda su leche. Yo no sé si me había corrido una o mil veces, pero si sé que estaba ardiendo, tenia mi sexo echo agua, necesitaba algo mas, pero no deseaba que fuera en ese mismo instante. Así que después de unos minutos y de recomponerme mi vestimenta me despedí de los dos y salí del coche.
Anduve durante unos 200 mts. por la acera y mi cabeza iba pensando lo que podía hacer. Como iba tan extremadamente caliente pensé: "Que puta tan grande soy...... y ¿porqué no hacerme pasar por una verdadera puta?" Y según lo pensé lo llevé a la practica. Conforme iba andando, me había echado hacia un lado el abrigo y la minifalda la había recogido un poco mas en mi cintura, enseñando totalmente mis piernas. De pensar en esta situación suplementado con la calentura que llevaba, mis flujos vaginales iban saliendo torrencialmente llenando mis bragas y bajando a todo lo largo de mis piernas. Creía que me había meado. Al instante un vehículo se paró cerca de mí y por la ventanilla bajada me reclamó el conductor: "Oye guapa, cuanto cobras por un polvo bien echado". Inclinándome para contemplarlo observé que era un hombre grande, moreno, corpulento, mas bien gordo, de unos 45 años y no mal parecido ni en su físico ni en su vestimenta. Pensé: "Si este tío tiene todo tan enorme me lo voy a pasar en grande", así que le contesté: "Pues para ti por ser tan galante solo 60 euros", no sé si será mucho o poco pero fue la primera cifra que se me vino a la cabeza.
El hombre me abrió la puerta para que entrara. Ya sentada en el coche puso este en marcha y lo dirigió hacia una calle mas oscura y sin transito. Aparcó y nos fuimos a los asientos traseros. Entonces sacó una herramienta enorme, grande tanto en grosor como en largura, en mi vida había visto una polla tan grande. Pensé en salir corriendo pues me podría abrir en canal si esa verga me atravesaba. Pero el individuo ya la tenia tiesa y dispuesta a penetrarme. Me cogió con ambas manos, me arrancó las bragas y sin pensárselo me puso encima suyo dándole la espalda. Con mis manos me agarré a los asientos delanteros y cerré los ojos apretando los labios mientras que aquella bestialidad se iba metiendo en mi coño. Al desaparecer el pollon dentro de mí notaba su extremada calentura y con movimientos lentos, al principio, y después con vaivenes mas deprisa empezamos a follar desesperadamente. La tranca salía y entraba de mi raja estupendamente por lo lubricado que tenia mi almeja. " Joder, que bien follas so puta", exclamaba el individuo, yo le contestaba :"Tienes la polla mas buena, mas caliente, mas grande, de las que han follado" mientras brincaba sobre ella y me la metía hasta lo mas profundo de mi ser. Así estabamos cuando sentí dentro de mi una inundación de leche. Entonces tuve una corrida bestial y me quedé sentada en aquel mástil todavía tieso. Poco a poco se fue bajando hasta que me lo despegué de mi caverna por la cual se empezaron a caer regueros de leche. Al instante me comento el individuo: "Cuando tu quieras ponte en el mismo lugar y volvemos a echarnos un polvo" Sonriéndole, asentí a tal proposición, y me baje del coche.
Caminé durante un buen rato con las piernas semiabiertas por el escozor de la penetración y por tener mi sexo inundado de semen y de mis propios flujos. Al no llevar bragas estos se iban deslizando por el interior de mis piernas. Llevaba una sensación de malestar al ir caminando. Entonces decidí tomar un taxi y regresar a casa para darme un buen baño pues lo necesitaba.
Y aquí me tienes dispuesta para repetir la experiencia.
Riéndonos nos abrazamos y nos quedamos dormidos .