Cuernos La noche del desmadre
Mientras enterraba su polla en mi húmedo coñito, le expliqué mis fantasías, mis deseos, le confesé cómo quería que me tratasen en caso de que me follaran entre
La noche del desmadre
Un día, después de una relación muy estable de unos 4 años, mi novio me preguntó si me gustaría follarme a alguno de sus amigos. Debo decir que después de tanto tiempo juntos nadie me conoce mejor que él, no puedo mentirle. Efectivamente mi respuesta fue sí.
Mientras enterraba su polla en mi húmedo coñito, le expliqué mis fantasías, mis deseos, le confesé cómo quería que me tratasen en caso de que me follaran entre los dos. Fantaseamos uno o dos días con el tema. Yo le contaba cómo sucedería todo, sin querer, sin darnos cuenta. Para ello sería necesario calentar el ambiente. Alcohol y entretenimiento eran la clave de mi fantasía. Le narré cómo su amigo me tocaba lentamente al principio para luego sujetarme y rellenarme con su dura verga. Le pregunté si en su opinión le gustarían mis tetitas a su amigo y mientras las sobaba y se las metía en la boca dijo que sí. Describí de qué manera le comería la polla a su amiguito mientras él miraba…
Nunca hubiese imaginado que mi novio fuera capaz de prestarme a nadie y pensaba que mucho menos si se trataba de un amigo.
A los dos días aproximadamente de “la pregunta” mi novio me preguntó si me apetecía salir de fiesta con unos amigos. Como me conoce tan bien sabe que tengo rachas en las que me altero y necesito fiesta, marcha. Así que le respondí con un rotundo sí.
Pero lo que aún no sabéis es que esos amigos con los que quedamos eran el famoso “amigo” de mi novio y su novia.
Sinceramente os diré que aunque suelo ser muy mal pensada cuando lo correcto sería pensar mal soy bastante ingenua o inocente.
Llegó la noche y fui a casa de mi novio porque allí nos recogía su amigo con el coche. Decidimos empezar a calentar motores y mi novio y yo nos servimos un par de cubatas. Supongo que debo añadir que soy morena bajita (1´50) y ojos marrones, a pesar de esto la gente suele decir que estoy buena .:P Mi novio mide aproximadamente 1.70 o 1.75. Es moreno y muy guapo, además de sexy. Todas las mujeres que lo ven se le quedan mirando. Pues que miren porque su miembro duro sólo se incrusta en mi coño.
Yo llevaba una camisa que apretaba mis pechos que, gracias al sujetador, daban ganas de lamer. Me enfundé unas medias del color de la piel con un pantaloncito corto encima, un short vaquero. Para acabar, unos botines no demasiado altos que levantaban mi culito y lo hacían muy apetecible.
Mi novio no paraba de tocarme y yo le esquivaba aunque a veces también le seguía el juego. De pronto tocaron al timbre.
-¡Quién es!- Le pregunté a mi novio.
- Es Adrián que sube un momento.
Adrián, el “amigo” parecía que debía quedarse un rato para hacer tiempo mientras su novia se preparaba para salir. Para romper un poco el hielo (yo no conocía a penas a Adrián) mi novio me dijo:
-¡¡Laura, ponnos unas copas, andaa!! Por favor.
Y me levanté para dirigirme a la cocina y servir las copas. Llegué a la habitación en la que estaban Adrián y mi novio y les repartí los vasos. En el ambiente se mascaban las ganas de fiesta, de desmadre y un nivel muy alto de calor.
Tomé asiento y entonces propuse, para no variar en mi conducta, jugar al poker. Mi novio hizo otra proposición: jugar al strip póker.
Todos aceptamos y a la par que bebíamos nos desnudábamos. Como yo llevaba tan poquita ropa encima, enseguida quedé borracha y tan sólo con el sujetador, las medias y el tanga cubriendo mi cuerpo.
Adrián, sentado a mi lado izquierdo comenzó a rozar con su mano mis piernas y en ese momento me sentí completamente entregada. Estábamos tan cachondos y tan borrachos que con cada mirada, cada gesto nos excitábamos más y más.
De pronto sin darme cuenta había vuelto a perder una partida y me tocaba deshacerme de las medias. Les pedí a ambos que me impusieran otro castigo, pero apelaron a la famosa frase “las reglas son las reglas”, así que me dispuse a desprenderme de mis medias que, a decir verdad, poco dejaban a la imaginación. Me puse de pie y entre tambaleos por culpa del alcohol ingerido empecé a quitarme las medias. Les mostré mi culo mientras ellos, atentos no perdían detalle. Terminé y, en tanga y sujetador, volví a su lado, entre los dos me senté. Entonces ambos empezaron a tocarme descaradamente y, envuelta en una espiral de excitación me rendí a los labios y la lengua de Adrián. Después besé a mi novio que parecía muy cachondo, y lo estaba, su bulto en la entrepierna lo expresaba todo.
En aquel momento, sin apenas darme cuenta me encontré frente al paquete de Adrián, que con la excitación en su rostro me dio vía libre para empezar la fiesta.
Se sacó la polla, un pene que a mí, que estoy acostumbrada a un falo de 20 centímetros, no me pareció grande. Empecé a comérsela, primero lamiéndola suavemente desde sus huevos hasta el glande para, después de unos segundos hundir su polla en mi garganta. Entonces, noté que mi novio, aprovechando mi postura (a cuatro patas), me tocaba mi húmedo coño. De pronto, mi novio empezó a meterme los dedos y sacarlos. Los introducía hasta el fondo para sacarlos bruscamente y volver a meterlos. Mientras yo no paraba de meterme la polla de Adrián en la boca, hasta la garganta, para después de un par de veces metiéndola y sacándola, chuparle la puntita para beberme su líquido pre seminal.
Después de jugar con mi coño, mi novio se dispuso a follarme. A la par que yo le comía el rabo a su amigo, él me metió su verga por mi húmedo agujerito y, tras un par de movimientos suaves en mi interior, comenzó a embestirme bruscamente, obligándome, a su vez, a introducirme hasta el fondo de mi garganta la polla de Adrián, que parecía gozar bastante con la situación.
Después de un rato siendo follada por mi coño y por la boca, mi novio le ofreció a su amigo mi coño. Así que Adrián, desde su lado de la cama, tiró de mí y me dio la vuelta para tener mi rajita a plena vista y a pleno alcance. Mientras mi novio me exigía que le comiera el falo y, muy obediente, hice lo que me pedía. Repetí los mismos pasos para mamársela a mi novio que seguí momentos antes cuando le comí la polla a su amigo. Comencé lamiendo sus huevos para llegar hasta su glande, pasando por una verga dura y grande. Luego, comencé a meterme su polla en mi boca, hasta la garganta, provocándome, en ocasiones, pequeños tosidos a causa de la falta de aire. Continúe comiéndole la verga a mi novio sabiendo que pronto Adrián empezaría a follarme.
Adrián empezó a tocarme el coño, provocando que, debido a la excitación, mis flujos se resbalaran por sus dedos, deseando lubricar la penetración. Entonces, me sujetó por la cintura y se colocó cómodamente para follarme. Noté su polla a la entrada de mi coño deseoso de sexo, deseoso de sentir otra polla que no fuera la de mi novio en su interior. De repente, sentí cómo su pene entraba en mi coño, despacio, para luego comenzar a embestirme al igual que había hecho mi novio.
Cuando Adrián estaba a punto de correrse le preguntó a mi novio si podía correrse dentro, a lo que mi novio respondió que sí. Así, el ritmo de la follada aumentó y mi coño cada vez estaba más caliente deseando que nuestros flujos se mezclaran, deseando que me rellenara como a una puta. Tras un par de minutos más metiéndome y sacándome la polla noté que se iba a correr y aceleré el ritmo. Entonces, sentí algo caliente en mi interior.
Adrián se levantó y fue al baño para limpiarse mientras mi novio y yo seguíamos follando, cachondos como pocas veces hemos estado.
Después de unos segundos Adrián apareció en la puerta de la habitación y, estando yo tirada en la cama, desnuda y con mi novio sentado a mi lado, se despidió con un “tengo que irme” y se marchó a ver a su novia, que le estaba esperando.
Esa noche me sentí utilizada, sucia, como un objeto y eso me encantó. Aquella noche sentí que sólo importaba complacer a mi novio y a su amigo.
Fue una noche increíble y poco después tuvimos la ocasión de repetir. Pero esa es otra historia.