¿Cuernos?

Tardé mucho tiempo y gasté mucho dinero en teléfono hasta que conseguí que Alicia mantuviera una conversación telefónica conmigo. Después de muchas llamadas gané su confianza hasta el punto de llegar hablar de sexo.

Tardé mucho tiempo y gasté mucho dinero en teléfono hasta que conseguí que Alicia mantuviera una conversación telefónica conmigo. Después de muchas llamadas gané su confianza hasta el punto de llegar hablar de sexo. Un día la interrogué de cómo era su relación en la cama. Me dijo lo que yo ya sabía. Era monótona, como las de todos los matrimonios cuando ha pasado la pasión de la luna de miel. -¿Te gustaría probar cosas nuevas? -Pues si, pero no me atrevo vaya que mi marido piense que soy una puta o ando con otros. -¿Y andas? -Tú estas loco, ni de coña. Yo solo he sido de mi marido. -Pues no sabes lo que te pierdes. ¿Qué te apetecería probar? -No sé. Cambiar algo, las posturas, el lugar. No sé, me pillas en blanco. -De pareja por ejemplo. Mira Alicia, voy a ser sincero contigo. Me gustas mucho, quizás sea algo más lo que siento por ti. Dame una oportunidad de conocerme y demostrar como soy. Se que solo me conoces a través del teléfono. Dame una oportunidad, te lo pido por favor. -Paco, no me puedes hacer esto. Sabes de sobra que soy una mujer casada. Te estimo mucho como amigo por el teléfono y me haces mucha compañía, pero esto que me pides no te lo puedo dar. -Voy a volverme loco, sueño con hacerte mía y sé de sobra que eres una mujer casada, pero el amor y el deseo no sabe de estas barreras. -Si sigues por ese camino tendré que colgar y romper nuestra amistad. -Lo siento pero hoy voy a por todas. Te hago una última proposición. Quedamos una sola vez. Tú, cumples tu deseo de probar algo nuevo y yo el mío de estar con la mujer de mis sueños. Te prometo que no será como con tu marido. Buscaré algo que marque nuestro primer encuentro y si tú, quieres el último para el resto de nuestros días. -Desconozco como eres. Tu físico, tu rostro. Es más, si decido que sea la primera y la última vez y algún día te veo por ahí, yo en compañía de mi marido y mi hija, se me caería la cara de vergüenza. -(Las cosas se ponían a mi favor). Mejor me lo pones. Yo te conozco de vista y como eres la mujer que más quiero nunca jamás te haría daño, así que para darle más morbo al encuentro, te recibo con el rostro cubierto con un pasamontañas. Y si al final quieres, me descubro. Tras varias horas de charla, logré convencerla. Le di las señas de una casa de campo de un amigo mío y le dije que en unos días la llamaría. A los dos días la llamé por teléfono para quedar con ella. - ¿Ya tienes algo preparado? Me preguntó. - Si. - ¿Se puede saber lo que es? - Si - Pues dímelo. - ¿Has oído hablar de la sumisión? - Algo. - Pues eso es lo que hay. - Dame más detalles. - Cuando vengas. Te espero a las siete en mi casa del campo. - Vale, pero no puedo perderme más de dos horas. - Pues ya sabes, se puntual. Sobre las seis de la tarde, me encontraba ya en la casa del campo preparándolo todo. Cosas que ya iréis descubriendo más tarde. A las siete menos cinco llegaba ella a la casa. La recibí con el rostro cubierto como acordamos. Nada más entrar la hice sentar en una silla y le pregunté por su DNI., lo anoté en un papel. La puse de pie en un punto especial (ya sabréis porqué), y le di el papel para que lo leyera en voz alta y clara. Tal papel era un documento en el que Alicia en plena facultades mentales y sin presiones algunas, declaraba que me autorizaba a ser su amo, que su cuerpo y su alma me pertenecen. Que se dirigirá a mi como amo, siempre tendrá la cabeza baja sin mirarme a los ojos y aceptará el castigo que le imponga si desobedece alguna orden. Se la notaba nerviosa y a la vez excitada. - ¿No te parece exagerado esto? - Si quieres, firma abajo si no, lo rompes y te vas. - Tan solo era una pregunta. - Eres tú quien tienes prisa. (firmó el papel y me lo dio) - Aquí tienes. (una vez que sostuve el papel se giró media vuelta para soltar el bolso y con la mano bien abierta, le solté una cachetada en la nalga que hasta a mi me picó en la mano. - Se dice aquí tienes amo. - Perdona. No sabía que habíamos empezado. - Habla cuando yo te lo diga y no olvides mi nombre, amo. (le dije mientras la sujetaba con fuerza por el pelo cerca de la nuca y tirando de su cabeza para atrás). ¿Entendido? - Si amo. - Desnúdate entera y sin decir nada. Por un momento pensé que iba a abandonar, pero siguió con su orden. Una vez se hubo desnudado, le até las manos a la espalda y le vendé los ojos. Seguía callada sin decir nada. La puse de rodillas para que su boca quedara a la altura de mi polla. Cogí la cámara de video y situé de manera que grabara bien como me comía la polla. La tenía escondida y grabándolo todo desde que entró, por eso era ponerla en un punto exacto, para tener un primer plano de su conformidad con el papel. Solamente al oír como bajaba la cremallera de mi pantalón, abrió su boca para recibir mi polla. Con mi mano derecha en su cabeza, marcaba el ritmo de la comida y con la izquierda ajustaba el zoom de la cámara. - Cuando me corra, quiero que te tragues hasta la última gota. Tardé poco en llegar al orgasmo, pues ya estaba caliente todo el día de pensar en este momento. Tragó el primer chorro, los siguientes los guardó en la boca engañándome. Así que cuando retiré mi polla pensando que se lo había tragado, lo escupió todo al suelo. - lo siento amo, me daba asco - ¿Asco?, ¿te da asco la leche de tu amo? Le pregunté mientras la agarraba fuertemente por el cabello. - Perdona amo, no volverá a suceder. - Eso dalo por hecho. Después del castigo aprenderás a obedecer a pies juntillas mis deseos. La senté en sillón de tres plazas, amarrándole las manos a los brazos del sillón como si estuviera crucificada. Tiré de sus piernas hasta dejar el culo casi en el aire. Después cogí un cepillo de barrer y amarré una pierna a un extremo y la otra al otro para evitar que las pudiera cerrar. Puse el centro del cepillo encima de una silla con lo cual casi tenía medio cuerpo en el aire. - Amo, esta postura es muy incómoda. - Que no vuelva a repetirte que no hables nada mientras yo te lo diga. Mientras le tiraba de los pelos del coño. Que jodía, estás cachonda. Te tratan como a una puta y te pones cachonda. Cuantas sorpresas más me tendrás preparada. Volví a esconder la cámara para seguir grabando sin que ella lo supiera y le quité la venda de los ojos. Saqué dos pinzas de la ropa de una bolsa que tenía preparada y se las enseñé. - ¿Quieres saber para que son? - Si amo. - Son tu castigo. Le puse una en un pezón de un pecho y la otra en el otro. Noté como todo su cuerpo se tensaba aguantando el dolor, apretaba los dientes y de sus ojos brotaban lágrimas. ¿Duelen? - Si amo. - De ti depende que te trate como una reina o como una esclava. Le dije a la par que le quitaba las pinzas. - Gracias amo. Volví de nuevo a la bolsa y saqué una crema depilatoria. Empecé a untarla por todo su velludo coño cuidando de no echarle dentro. - ¿Qué coño haces ahora? - Depilarte el coño enterito zorra. De aquí en adelante quiero que lo tengas siempre depilado. - De eso nada. ¿Cómo voy a explicarle esto a mi marido? - Lo mismo que le explicas que llegas a casa recién follada por otro hombre. Mientras le volvía a colocar las pinzas en los pezones. - No, otra vez no por favor. - Así aprenderás a hablar solo cuando yo te lo diga y me trates como tu amo que soy. Terminé de embadurnarle con la crema a pesar de sus intentos en vano. Esperé el tiempo de rigor y con una toalla húmeda le retiré la crema dejando su chochete limpio de pelos. Ya no luchaba por zafarse de las ataduras, pues a cada intento brusco que hacía le apretaba las pinzas sobre los pezones. Le apliqué una crema hidratante generosamente en la zona depilada, pero antes pude comprobar que seguía cachonda, pues su coño estaba empapado. - Sigues cachonda zorra. Dices que no con la boca y con el cuerpo que estás loca porque te folle. - Si amo. Es verdad, no sé lo que me pasa pero estoy loca por que me folles. - Lamento decirte que hoy no es tu día y no te correrás. Me he tomado muchas molestias en prepararlo todo para hoy. Y es mucho para solo un día, así que hoy es tu debut como esclava y es para toda tu vida. Hasta que yo te dé la libertad serás mi esclava. - No amo. Dijimos que era un juego para hoy solo. - Nada de eso. Me dijiste que te sorprendiera y eso he hecho. Además, ya hablaremos cuando te vayas a ir. Escucha que queda poco tiempo. El plan para hoy es el siguiente. Te voy a romper el culo y cuando lo haga me vas a limpiar la polla con tu boca. Sin engañarme, pues si lo haces, además del coño depilado tendrás que explicarle al cornudo de tu maridito los chupetones en varias partes del cuerpo. Le desaté las manos y la puse de pie sin quitarle el cepillo de los pies ni las pinzas de los pezones. La puse en una mesa estrecha de bricolaje, apoyando sus doloridos pechos en la mesa y volviendo a atar las manos por debajo de la mesa, quedando abierta de pies y con su culo en pompa. Volví a la bolsa por un lubricante que compré en un sex-shop. Le eché un poco en el ano del culo y con la ayuda de un par de mis dedos empecé a extenderlo por toda la raja, haciendo hincapié en el ojete del culo. Cogí de nuevo la cámara para grabar como le iba follar el culo, primero con los dedos, y después con la polla. - Por favor amo, por el culo no. - Lo siento. ¿No querías probar cosas nuevas? Vete acostumbrando pues este va a ser tu segundo plato cada vez que nos veamos. El primero será tragarte toda mi leche, el segundo tu culo con una limpieza a fondo de mi polla y en el tercero si te portas bien, te follaré por el coño para que sientas placer. Hoy por ser el primer día lo harás amarrada, pero a partir de mañana lo harás solita y sin decirte nada. A través de la cámara pude observar como ya le había entrado un dedo e intentaba introducirle otro. Una vez dentro los dos, comprobando que entraban y salían con un poco de esfuerzo (no quería que dilatara mucho), apoyé la punta de mi polla en el agujero del culo. Tras un primer empujón y con algo de esfuerzo entró todo el capullo. Escuché su quejido de dolor, pero como buen amo, pasé olímpicamente y seguí empujando hasta que mis huevos golpearon en su coño. Le pregunté si le dolía y me contestó que un poco. Con una mano agarrada a su cadera y la otra en la cámara me dispuse a romper tan bello culo. Entraba y salía siete u ocho veces y sacaba la polla para grabar como quedaba en culo abierto y después como volvía a entrar mi polla en ese bello culo. Estuve como unos veinte minutos follandola por el culo hasta que se lo llené de leche. Saqué lentamente la polla, a la par que grababa como salía poco a poco y detrás la leche con la que le había llenado el culo. Acto seguido enfilé mi polla a su boca y le di la orden de que me la limpiara como le había ordenado y esta vez lo hizo de verdad. Lo limpió a conciencia, evitando así el posible castigo. La solté de sus ataduras y le dije que se podía ir vistiendo. Una vez lo hubo hecho, me dijo si me apetecía algo más. - No. Te puedes marchar, ya te llamaré cuando te necesite. - Eres un cabrón. Puedes jurar que será la primera y la última vez. - No hables tanto, que se te va la fuerza por la boca. Vete a tu casa a desfogarte con tu marido mientras yo te lo permita. Seguro que todavía sigues tan cachonda como antes o más. Dio un portazo y se fue. Miré el reloj. Las nueve menos veinte, todavía me habían sobrado veinte minutos. Lo recogí todo y me marché a mi casa. Llegué a casa y estaba vacía. No estaba mi mujer ni el bebé. Fui al despacho, conecté la cámara al ordenador y descargué toda la cinta en el ordenador. Al poco tiempo llegó mi mujer con un humor de perro, por lo que decidí esa noche pasar de cumplir en la cama, cosa que no me molestó como en otras ocasiones ya que estaba servido gracias a mi esclava. En una semana, no contacté con Alicia. Y mi mujer seguía malhumorada, dándome calabazas todas las noches, por lo que decidí hacer uso de mi esclava. - ¿Alicia? - ¿Si?, ¿quién es? - Soy tu amo. - Mira Paco, ya te dejé bien claro el otro día que no quería volver a saber nada más de ti. - Creo que te equivocas. Acaso no te acuerdas que firmaste un documento donde dejabas bien claro que eras mi esclava. - Eso son chorradas. Tengo muchas cosas que hacer y no estoy para tonterías. - Dentro de media hora, un mensajero te llevará un paquete que solo te será entregado a ti, si no quieres que lo reciba nadie más, dependerá de ti. A la hora y medía sonaba mi móvil. - ¿Si? - Perdón amo, dime lo que deseas. - Has visto el DVD y la fotocopia del documento. - Si amo. - ¿Qué te parece?, sales favorecida ¿verdad? - Si amo. - Te espero a las seis en lugar que conoces y no olvides ir rasurada. Por cierto, ¿Qué opina tu marido de tu coño afeitadito? - No lo ha visto todavía amo. Llegó puntual. Se desnudó y me preguntó si comenzaba con el menú que le ordené la vez anterior. Se lo confirmé y lo cumplió al dedillo. No hizo falta indicarle nada y lo más curioso, estaba muy cachonda. Se corrió tres veces, dos cuando le comía el coño, pues después de llegar al orgasmo dos veces, una en su boca y otra en su culo, tenía que hacer tiempo para poder follarla por el coño. La tercera vez que se corrió fue con mi polla en su coño. Cuando terminé yo, se salió rápidamente y se introdujo toda mi polla en su boca haciéndole una limpieza a fondo. - Has cambiado mucho desde que hablé esta mañana contigo. ¿A qué se debe? - Además de la copia de DVD y la fotocopia del papel, hay algo en esta relación que me gusta y mucho amo. No se explicarlo, pero que seas mi amo y yo tu esclava y me obligues a hacer las cosas que no haría ni con mi esposo me pone a cien, amo. Es más, hablando esta mañana contigo y diciéndote que quería saber nada de ti, estaba mojando las bragas acordándome del otro día y deseando que volviera a suceder. - ¿quieres que me quite la máscara? - No amo, prefiero seguir así. Se vistió y se marchó a su casa. Al rato me fui yo también. Me detuve en un bar a tomar un par de cervezas para celebrar mi éxito como amo y tener una buena esclava. Al llegar a casa mi mujer me esperaba con la mesa puesta y con mejor humor que días anteriores. Se ve que después de una semana y pico sin sexo, tenía ganas de follar, solo que hoy después de tres corridas no estaba para más asaltos. Para mi sorpresa esa noche no hubo intentos de sexo, ni por su parte ni por la mía. En dos o tres días no hubo sexo ni con mi mujer ni con mi esclava. Una tarde llegó Alicia a su casa y pudo observar como su marido veía con mucho entusiasmo le televisión. Conforme se acercaba al él, oyó el sonido procedente de la tele y reconoció su voz, bueno más que su voz, sus gemidos. Su cara cambió de color y notó un pellizco en el estómago, por un momento creyó que eso no iba con ella. - Te lo puedo explicar todo. - No hace falta, lo dejas bien claro en el DVD. - Ha sido un momento de debilidad. Sabes que nuestro matrimonio últimamente no va todo lo bien que debiera. - Ya. Y por eso decides ponerme los cuernos y hacerte la esclava de un desconocido. - ¿Ha sido la primer y la última vez? O ¿ha habido más veces? - Han sido solo dos veces. Te lo juro. - ¿Y en la segunda vez, hiciste el menú completo? - Si. (contestó mirando al suelo) - A ver si me entero. Se la chupas, te tragas todo el semen, te folla por el culo, se la limpias, te humilla, te hace perrerías y todavía sigue vivo. Por cosas menores, te has enfadado conmigo hasta el punto de casi separarnos y a él, vas una segunda vez y hace lo que quiere contigo. ¿Tú estás bien de la cabeza o qué? Una última pregunta. ¿Te gusta lo que te hace? ¿lo pasas bien? - Si y aunque te duela y sea el fin de nuestro matrimonio, estoy deseando que me llame para estar con él. - ¿Lo conoces? - No - ¿Si lo conocieras y supieras su identidad seguirías siendo su esclava? - Si. - Si, amo - ¿Cómo dices? - Que tienes que decir. Si, amo. (a la par que le enseñaba la máscara que usaba). Yo soy quien te ha esclavizado. Yo soy quien tiene el documento que me otorga el poder sobre tu cuerpo y mente. A mí eres a quien tienes que rendir culto. - ¿Tú? ¿Por qué? - Pues como tú has dicho antes, nuestro matrimonio no va todo lo bien que debiera. Hace tiempo que tengo estas fantasías sexuales y no me atrevía a exponértela, por lo mismo que tú a mi. Pero desde hoy todo va ser diferente, porque vas a seguir siendo mi esclava ¿verdad? - Si, amo.