Cuernos a Domicilio
Si estaban preocupados por los cuernos fuera de casa, miren esta breve historia.
Tendida sobre la cama miro con impaciencia al cielo raso, mi mano se desliza debajo de mis panties y comienzo a mover los dedos de arriba hacia abajo; haciendo que un delicioso cosquilleo invada mi cuerpo de pies a cabeza… A mi lado yace el hombre con el cual he pasado casi la mitad de mi vida. Duerme profundamente. Con el cansancio que le produjo, horas antes, la rutina de moverse dentro de mí y la explosión exigua de semen en mi vagina.
Duerme profundamente. Ebrio. Hace mucho tiempo que aborrezco la monotonía de sus besos agrios, comienzo a detestar su fofo cuerpo, sus torpes manos y las mismas caricias de siempre: su dedo índice masajeando mi clítoris para suplir el orgasmo inalcanzable que su miembro no puede ofrecerme.
Cuando toma mi cuerpo, imagino que es otro hombre de verdad el que lo hace, el que me penetra con poder, otro hombre hormonal el que besa mi cuello e inunda con su saliva caliente los senos. Un varón de verdad alcanzado mis entrañas, produciendo infinitos orgasmos deliciosos. Si. Mi marido duerme y con el duerme también su chica formita, opuesta por completo a aquel falo grueso y fuerte de mis sueños…El movimiento de mis dedos da fruto y estremece mis músculos, mi sexo; todo mi cuerpo.
.Esta noche quiero emociones. Por eso he llamado a mi amante a la casa. Apenas abro la puerta, nos empezamos a comer a besos: su lengua invade mi boca mientras me aferro a su cuerpo.
Subimos a la habitación en un continuo frenesí de besos profundos y caricias audaces. Entramos tratando de no hacer ruido y Rick me aprisiona contra la pared mientras sus manos comprimen mis nalgas. No resisto más: me libero, llegando a desabrochar sus pantalones; los bajo hasta el piso, subo en un delicioso recorrido de besos y lengüeteo sobre sus muslos.
El objeto de mil deseos aún esta cubierto por sus calzoncillos. Cuando los bajo, aparece como un delicioso botín su gran miembro. Mi ansiedad me empuja a chuparlo con ansias; lo succiono, lo muerdo levemente y lo recorro con mi lengua. Siento el sabor salado de su orina. Me excita esa mezcla de lubricación y sexo.
Su magnifico pene ha comenzado a crecer dentro de mi boca, ya no alcanzo a mantener dentro toda esa carne. Comienzo a moverme hacia delante y atrás, mientras me cuelgo de sus testículos. Quiero su leche pero el me señala una pausa. Mi bulba esta húmeda y caliente.
Entonces me acuesta boca abajo, en el filo de la cama. Comienza a bajar mis mojado panties al tiempo que mordisquea las nalgas. Termina por darme un beso profundo en mi ano y enfila su monumental aparato hacia el orificio.
Es la primera vez que me va a follar por allí. Mis lágrimas se confunden con el placer y sólo siento el ritmo de sus bolas golpeando una y otra vez, raspando mi culo con sus vellos. Su mano derecha me masajea el clítoris. Se que no voy a resistir mucho tiempo así.
Con el galope salvaje caen las sabanas al suelo y descubro el cuerpo de mi marido. Allí está, ebrio, dormido. Descansa después de haber copulado de afán conmigo. Pienso, con burla, en su cuerpo soso, en sus cuernos, en sus bolitas y en su pobreza viril. Hasta que un orgasmo electrifica mi bulba y se extiende por mis piernas, mi ano y mi vientre. Rick extrae el pene, lo pasa hasta mi boca y lo introduce. Siento el sabor de mis entrañas y mi amante en el fondo de esa imagen masturbándose hasta que, en medio de espasmos, inunda mi rostro con su semen hirviente. Esparce las últimas gotas del abundante líquido sobre mis senos.
Culminamos el acto con un beso largo y recóndito al compás de los ronquidos sonoros de mi esposo.