Cuento ruso (1)

¿Que les ocurre a los protagonistas de los cuentos después de comer las perdices? Si tienes un poco de paciencia descubrirás que a algunos les suceden cosas inesperadas.

Cuento ruso (1).

Hace algún tiempo, en una pequeña ciudad rusa vivía Anuska, una joven increíblemente hermosa cuyos ojos oscuros cautivaban a todo aquel que los miraba, los labios siempre mostraba una dulce sonrisa y el pelo, sedoso y negro cual ala de cuervo, caía en suaves ondas enmarcándole su perfecto rostro. Aunque tenía muchos pretendientes, sólo dos se mostraban lo suficientemente osados como para atreverse a cortejar a la excepcional criatura. Uno era Iván, el joven cantero, guapo y fuerte aunque algo simplón. El otro Sergei, un joven de aspecto corriente, aunque inteligente y bueno para los negocios.

Anuska estaba prendada de Iván y suspiraba por fundirse en un abrazo con él para sentir toda la potencia de sus músculos, así que cuando Sergei se armó de valor y le declaró su amor, ella le rechazó cortésmente aunque sin poder evitar que asomara a su cara una expresión de horror. Sergei con lágrimas en los ojos y el corazón hecho añicos, se convirtió a partir de ese momento en un ser huraño y cruel.

Pocos días después era Iván el que se declaraba, y al recibir una respuesta afirmativa, fue a hablar con Pedro, el padre de Anuska. Éste, tras escuchar su torpe petición de mano, soltó una estruendosa carcajada.

-¡¡Jajajaja!! pobre infeliz, mi hija es tan preciosa y la adornan tales virtudes, que no voy a permitir que se case con un vulgar cantero. Tengo intención de que lo haga con alguien realmente poderoso.

Unos meses después, cuando la joven estaba a punto de cumplir los 17 el padre le dijo:

-Vístete con tus mejores ropas pues vamos a ver al Rey.

Anuska se puso un liviano y ceñido vestido rojo sangre que dejaba sus hombros al aire y resaltaba sus pronunciadas curvas. Estaba adorable.

Llegaron a palacio y siguiendo las indicaciones de un amable sirviente, encontraron a su majestad en el jardín, sentado en un banco a la sombra de un frondoso árbol dándose aire con un gran abanico.

-Mi Rey, vengo a ofreceros a mi hija en matrimonio, pues no hay en este país nadie tan poderoso que vos.

-¿Poderoso yo? Poderoso es el sol, que me obliga a refugiarme aquí para escapar de este sofocante calor.

El padre meditó un instante y se dirigió con su hija a la torre más alta, desde allí gritó con todas sus fuerzas.

-Poderoso Sol, sólo vos sois dignos de casaros con mi hija, por eso os ofrecerzco su mano.

Pero en ese instante, antes de que pudiera responder, un gran nubarrón se plantó delante del sol ocultándolo.

-Jajajaja. Yo soy más fuerte que esa pequeña bola de fuego, así que tu hija será mía.

-¡Vanidoso mequetrefe! ¡Tu poder no es nada comparado con el mío! -rugió el viento, y soltando una poderosa ráfaga deshizo el nubarrón en un segundo.

Pedro cogió de la mano a su hija y tirando de ella corrió en pos del viento. Sólo pudieron alcanzarle cuando éste se vio detenido por una enorme montaña que le impedía el paso.

-No hay duda de que es usted el ser más poderoso de todos cuantos existen, por eso sería un honor para mí que aceptara casarse con mi hija.

-Parezco poderoso -dijo la montaña con tristeza -sin embargo a mis espaldas hay una insignificante criatura que está acabando conmigo sin que pueda hacer nada por evitarlo.

Pedro y Anuska intrigados rodearon la montaña, y allí encontraron a Ivan que con el torso desnudo picaba sin descanso la dura roca.

-¡¡¡Mmmmmmm!!! ¡Qué bueno está! -pensó Anuska mordiéndose el labio.

Así que el padre consintió que el joven cantero se casara con su hija, celebrándose la boda pocas semanas después.

La pareja fue muy feliz durante los primeros días mientras la emoción de la novedad aún les envolvía, pero Anuska no tardó en descubrir lo mortalmente aburrido que podía ser Iván, así que se pasaban el día haciendo el amor para intentar escapar del hastío. Al regresar del trabajo y tras una buen baño y una buena cena, se amaban hasta que agotados, quedaban dormidos. Sin embargo, incluso el sexo puede llegar a cansar si la falta de imaginación de uno y la vergüenza de otra lo convierten en un acto repetitivo, y eso fue lo que pasó. Anuska a veces sentía unos deseos casi irrefrenables de tomar a su marido nada mas llegar a casa, cuando su cuerpo aún estaba sudado y desprendía un fuerte olor, y ser ella la que tomara la iniciativa. A veces por la mañana cuando él ya había marchado cogía una de sus camisas, y antes de lavarla, se la llevaba a la nariz con una mano mientras se masturbaba con la otra. Nunca se atrevió a confesarle sus más íntimos deseos pues temía que pensara mal de ella.

Pasaron unos cuantos meses, y debido a los esfuerzos realizados por Ivan en casa, (cuatro o cinco polvos diarios, aunque siempre en la cama y en la misma postura) dejó de rendir en el trabajo. El capataz, harto de que sus advertencias cayeran en saco roto, acabó despidiéndole. Iván intentó buscar otro trabajo, pero era tan simple que no servía para ninguno. No podían pedir dinero a Pedro, pues su orgullo se lo impedía, y además, la pensión del jubilado era tan paupérrima, que apenas le permitía vivir a él. Anuska tuvo que buscar trabajo, pero cuando se presentaba donde ofrecían alguno, al saber quien era ella, se lo negaban con alguna tonta disculpa. Al final, cuando los escasos ahorros se esfumaron, comenzaron a endeudarse fuertemente. Llegó un momento en el que ya no les fiaban más y la mafia, que se había hecho cargo de sus deudas, les amenazó de muerte, así que a Anuska no le quedó más remedio que prostituirse. Como su belleza era cada día mayor y su cuerpo debido a las privaciones se había quedado sin un gramo de grasa, no tuvo ningún problema en ser admitida en la más distinguida casa de alterne de la ciudad.

El día de su estreno estaba aterrada, pero al reconocer a su primer cliente se quedó asombrada.

-Sergei???!!!

-Sí -contesto con una amable sonrisa mientras avanzaba a su encuentro.

Anuska se sintió aliviada, "seguro que Sergei se había enterado de su penosa situación y había acudido a socorrerla".

Las manos que parecían prestas a consolarla, le desgarraron la blusa dejando sus hermosos y colmados senos al aire…, la sonrisa amable se convirtió en una sádica mueca.

-¡¿Qué has hecho animal?! -exclamó al ver como su mejor prenda quedaba destrozada.

Sergei descargó una sonora bofetada en el rostro de Anuska.

-¡¡No me levantes la voz, zorra!!, te he comprado y puedo hacer contigo lo que me venga en gana -dijo abalanzándose sobre los senos.

-¡¡¡Llevo tantos años deseando hacer esto!!!.

Los sobó, los estrujó con fuerza y los lamió llenándolos de saliva, a continuación chupó y succionó los duros pezones hasta quedar satisfecho. La empujó sobre la cama, se bajó los pantalones y se puso de rodillas encima de ella. Colocó su endurecida verga entre los magníficos pechos de la indefensa joven y, apretándolos sin ninguna consideración, empezó a mover sus caderas adelante y atrás hasta que una serie de ráfagas de espeso semen se estrellaron contra la garganta de Anuska.

-Quiero que sepas que yo he sido el culpable del despido de Iván y de que que ninguno de los dos pudiera conseguir trabajo. Ahora que soy un hombre inmensamente rico puedo cobrarme todo el dolor que me causaste, ¡y con intereses!. Toma puta, para una blusa nueva -dijo lanzándole una moneda con desprecio.

Cuando salió de la habitación, Anuska permaneció tumbada, totalmente desconcertada por la manera en que habían reaccionado cuerpo y mente ante el abuso perpetrado por Sergei. Estaba encantada, nunca había sentido nada igual. Al recibir la bofetada, uffffff!!, casi se corre de gusto. Se bajó las braguitas y se masturbó con violencia, ahhhhh......!!!! Ahhhhhhhh.......!!! Ahhhhhhhhhhhhhhh................!!!!!!!

Al día siguiente Sergei apareció con una enorme verga de plástico. Anuska al verla exclamó asustada:

-¡¿No se te ocurrirá…?!

Dos tremendas bofetadas le cruzaron la cara.

-No quiero que me repliques…, ahora desnúdate, túmbate en la cama y ábrete bien de piernas, zorra.

Mientras lo hacía, la mirada lujuriosa de Sergei no dejaba de recorrer su soberbio cuerpo. Estaba encantado con su nueva adquisición.

-¡¡Vaya!! Parece que te has puesto húmeda -dijo tras introducirle un par de dedos en su cueva-. Mejor, así no será tan doloroso para ti.

El falo le parecía tan grueso que pensó que no entraría, sin embargo estaba tan encharcada que su redondeada punta la penetró sin dificultad. Ummmmmmmm!!!! El temor fue sustituido por una gran excitación, el deseo de sentirse completamente llena, se apoderó de ella. Lentamente, Sergei la empalaba cada vez más profundo mediente un constante movimiento de avance, retroceso y giro.

-Nooo....!! Por favor, Sergeiiii!!! No sigas!! -lloraba disimulando el gran placer que sentía.

Cuando llegó hasta el fondo comenzó a moverla, fuera, dentro, fuera, dentro, fuera dentro, fuera dentro, cada vez más rápido.

-Ahhhh…!!! Ahhhh!!! Ahhh!!!!! Ahhhhh!!!! Me estás destrozando!!!! -se relamía ella de gusto.

-AAAAAAAAAAAAaaahhhhhhhhhhhhh!!!!! -gritó al alcanzar un orgasmo más mental que físico.

Sergei se pajeó furiosamente y después de corrrese, exprimió las últimas gotas y se limpió en la mejilla de su juguete, luego se largó sin dirigirle la palabra. Entonces Anuska se saco lentamente la poderosa verga que había quedado completamente cubierta con sus fluidos, y comenzó a lamerla de abajo a arriba y a metérsela en la boca con desesperación al tiempo que se acariciaba el clítoris con un par de dedos.

Unos días después Sergei se bajó los pantalones y le ordenó:

-Chúpamela

-¡¡¡¿Qué?!!!

PLAS!!!!

-No preguntes, HAZLO!!!

-¡¡¡¡No pienso meterme eso en la boca!!!! -protestó Anuska aunque estaba deseando hacerlo.

PLAS, PLAS, PLAS, tres rápidos bofetones estallaron en su mejilla…., luego con rudeza la obligó a arrodillarse.

-No.. no sé como hacerlo -lloró

-¡¡¡Qué clase de furcia eres tú!!!, ¿no me digas que a Iván nunca se la has chupado?

-No -confesó Anuska antes de metérsela en la boca.

-No te preocupes, ya aprenderás, mmmmmmnnnn!!!

Rápidamente el sexo de Sergei creció y se endureció, entonces, sujetándola de la cabeza, comenzó a mover las caderas vigorosamente sin preocuparle que la pobre Anuska estuviera a punto de ahogarse.

-Usa la lengua pequeña zorra -dijo Sergei dándole su primera lección.

Para cuando el semen inundó su boca, ya tenía las braguitas completamente mojadas. Él abandonó la habitación y ella aprovechó para masturbarse mientras paladeaba con gusto ese nuevo sabor.

Durante los días siguientes recibió nuevas bofetadas pero aprendió a chuparla como la más experta de las hetairas. Cada día disfrutaba más pero se guardaba muy mucho de demostrarlo.

Cuando llegaba a casa, Iván le juraba que encontraría un trabajo y que pronto podría dejar aquel espantoso lugar. Anuska ya no sentía nada por él, salvo desprecio, así que empezó a inventarse excusas para no follar. Ivan se lamentaba y protestaba, pero era tan patético que ni siquiera la forzaba a hacerlo como ella hubiera deseado.

Un día Sergei le ató las manos en la espalda, aunque ella intentó resistirse, esta vez no recibió golpes. Luego la obligó a arrodillarse apoyando su cuerpo en la cama, entonces le bajo falda y bragas, sacó una fusta, y comenzó a azotarle el trasero. Ella gritaba y lloraba de dolor mientras sus blancas nalgas se iban tornando rojas, pero el no tenía piedad de sus súplicas y continuó fustigándola durante un buen rato. Luego, cuando se cansó, sacó una botella de vodka y lo derramó por las heridas provocando nuevos gritos. Se puso de rodillas y comenzó a lamerlas mientras Anuska gimoteaba. Desde los primeros azotes su sexo había reaccionado endureciéndose contra los pantalones, cuando por fin lo dejo en libertad, palpitaba con la punta goteante de líquido lubricante. La penetró de golpe, y cuando su cuerpo chocó contra las nalgas ella dejó escapar un grito mezcla de dolor y placer. AAAaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh………!!!!! Sus gritos, que se repetían con cada embestida, se hicieron cada vez más seguidos, y sólo cesaron cuando Sergei se corrió en sus entrañas. Se largó sin molestarse en desatarla dejándola dolorida, pero disfrutando secretamente de sus heridas.

Continuará....