Cuento de Ponies Cap. 9 - Princesa y El

El garañón y la yegua

ADVERTENCIA

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El relato que se ofrece a continuación es un relato para ADULTOS. Incluye descripciones explícitas de actividades relacionadas con el sexo que pueden herir la sensibilidad de algunos lectores. Si no tienes la edad legal en tu país de residencia para tener acceso a este tipo de lecturas o si consideras que puedes sentirte ofendido con alguna descripción de este tipo, por favor no sigas leyendo.

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Original story copyright (c)2000 Pony Girl, UK - translated with kind

permission - original at http://www.ranch.demon.co.uk/

Traducido por GGG, noviembre 2000

Un cuento de Ponies - Capítulo 9 - Princesa y El


Charles salió a explicar cómo funcionaban las exhibiciones previas en una arena más grande y al aire libre. Los mozos, entretanto, limpiaron la arena y volvieron trayendo a Princesa y El.

Lucinda estaba hechizada.

Princesa de la Noche iba a cuatro patas.

Le habían extendido los brazos para formar patas delanteras completas de pony con cascos que hacían juego con sus botas. Estos le permitían andar de una forma sorprendentemente efectiva con su cola y cabeza levantadas orgullosamente, meneaba sus caderas y levantaba airosamente la cabeza mientras trotaba.

Lucinda, como el resto de la audiencia, estaba encantada de ver a El ahora resplandeciente en su glorioso desnudo. Los atributos que le habían hecho ganar el título de semental eran más que adecuados y su gruesa polla colgaba lánguidamente entre sus piernas. De nuevo alguien había sido generoso con el aceite para niños y todo su cuerpo relucía bajo las luces.

Aunque ambos llevaban bridas, no tenían bocado ni riendas.

El mozo los llevó de las bridas para colocarlos en puntos opuestos de la sala y dejarlos allí. Princesa paseaba lenta e indiferente ignorando los procedimientos y El empezó a contonearse y doblarse como un luchador preparándose antes de un ataque.

Charles anunció.

'Gracias por su paciencia esta noche. Espero que les hayamos dado información, entretenimiento y que les hayamos intrigado un poco.'

'La pieza final no es una exhibición sino una recompensa para nuestro semental ganador por la actuación anterior. Su premio, si no lo habían supuesto antes, es cubrir a la deseable Princesa.'

Hizo un gesto hacia ella pero ella se dedicaba a patear un punto del suelo.

'Como pueden ver, no está particularmente interesada. Su cubridor tendrá que excitar su celo previamente y luego reclamar su recompensa.

'Señoras y señores, ¡El Caballo Padre de Castellón (en español en el original) y Princesa de la Noche!'

La concurrencia animó y Charles se retiró para dejar a los dos ponies, de magnífico aspecto, solos y juntos.

Princesa siguió inspeccionando el suelo mientras El trotaba ruidosamente dando vueltas en el otro extremo de la arena pateando de vez en cuando sus cascos contra el suelo y bufando.

La muchacha ondeó la cabeza para ver que era todo ese ruido y levantó su larga crin en total indiferencia, antes de volverle la espalda. Lucinda notó que esta vez, sin embargo, estaba con sus patas traseras más separadas meneando sus cuartos traseros, mientras ondulaba sus caderas sugerentemente.

Su cola se agitaba a través de la parte superior de sus piernas desnudas y le ofrecía visiones fugaces de su sexo. Estaba claramente excitada y los labios interiores y la vulva miraban seductoramente entre los labios externos. Las propias piernas de Lucinda se tensaron y se apretó contra el asiento mientras imaginaba lo que habría sentido con la cola provocando una suave brisa sobre sus partes sensitivas.

Princesa no era la única excitada. El miembro de El se llenaba lentamente de sangre y colgaba grueso y pesado entre sus piernas mientras mantenía su mirada pegada a su trasero. Deambulaba tranquilamente por la arena con su pene y sus testículos balanceándose de lado a lado.

Cuando invadió su espacio, ella bufó y trotó unos cuantos pasos alejándose de él y luego continuó con su exhibición sexual y con la inspección detenida del suelo.

Impávido, El continuó, reduciendo cada vez la distancia entre ellos, mientras ella empezaba a dar sólo un leve salto en cada aproximación y levantaba su trasero ligeramente más en cada pausa. En un momento dado se paró y miró atrás hacia él.

Él pretendió no notar que ella se había parado y en su lugar caminó recto pasándola y topando con su cadera contra su muslo. Ella saltó de nuevo y él repitió la acción unas pocas veces más hasta que ella empezó a toparle primero.

Él sonrió y restregó su cadera contra el lateral de su cuerpo haciéndole tambalearse un poco.

Esta danza de cortejo se repitió un par de veces y ella empujó con sus patas delanteras para mantenerse firme y volvió su cabeza hacia él. Él se paró a mitad de su costado, dobló la cabeza hacia su cuello y empezó a acariciarla con el hocico.

Ella dejó caer la cabeza y onduló los hombros de placer y correspondió a sus caricias con caricias suyas con el hocico. Sus caricias se convirtieron en besos y lamidas en la cara del otro, en el cuello y en las orejas hasta que él estuvo casi echado sobre su espalda y se trabaron en un largo y apasionado beso.

Todavía lamiendo y mordisqueando suavemente su cuello y espalda, él acercó sus caderas a su parte delantera hasta que estuvo alineado con sus hombros.

Ahora estaba completa, y muy impresionantemente, erecto en el espacio entre ellos. Su glande brillaba a la luz como un pequeño puño en un guante de seda púrpura y con su prepucio venoso retirado sobre su grueso dardo. Princesa no podía evitar ver su excitación y pateó el suelo unas cuantas veces mientras balanceaba sus caderas con más fuerza. Deslizó sus pies separándolos más y dio pequeños empujones con su trasero.

La audiencia podía ver claramente cada detalle de sus labios hinchados y la entrada oscura entre ellos. El olor de su almizcle llegó a su pretendiente y, con las ventanas de la nariz extendidas, empezó también a patear el suelo y movió su cabeza hacia sus caderas.

Súbitamente ella saltó y se rió mientras el mordisqueaba una zona cosquillosa de su cintura, adoptando luego de nuevo su pose incitadora. Él se había vuelto por completo y ahora estaban lado contra lado mirando en direcciones opuestas. Deslizó su lengua por el exterior de su muslo hasta que pudo poner su palma izquierda en el suelo para prepararse. Apartó con la otra mano el rabo de ella dejándolo sobre sus caderas antes de dejarla en el suelo. Ella giró su trasero, completamente expuesto con la pequeña base de su rabo asomando orgullosamente de su ano, hacia él y restregó su melena a lo largo de la parte final de la espalda y las caderas de él.

Lucinda sonrió mientras contaba nueve patas.

Ahora Princesa había detenido su balanceo. Deslizó sus patas delanteras hacia fuera y arqueó la espalda como un gato estirándose. Mantuvo esta posición y El restregó su cara a lo largo de su muslo y arriba, hacia su recompensa. Besó y mordisqueó el interior sensitivo de sus muslos. Ella cerró los ojos y gimió, con su sexo tembloroso sólo unas pulgadas por encima de él.

Lucinda estaba casi gimiendo también mientras sentía una necesidad similar de tener esa guapa cara enterrada en su propio coño.

Irritantemente, él se limitó a situarse tras ella y colocar las palmas sobre sus nalgas y empezó a golpear su trasero y muslos con la cabeza de su pene mientras buscaba penetrarla.

Ella dio un pequeño chillido de disgusto y saltó hacia delante unos cuantos pasos, luego se volvió de cara hacia él.

Ahora era el turno de él para actuar con recato.

Separó sus pies, se quedó en pie con la espalda medio vuelta hacia Lucinda, mantuvo sus manos tras él y miró a la lejanía como un actor en un anuncio de prendas macarras para hombres.

La visión de los hoyuelos de sus nalgas hizo a Lucinda deslizar su mano bajo la falda y procurarse el alivio que le había sido negado a Princesa. Sus ojos volaban entre aquellos músculos tensos y su pene atracado, que sobresalía orgullosamente en el espacio delante de él. Lucinda colocó la punta de un dedo justamente sobre su pequeño botón.

De repente sintió que cogían su muñeca y Peter tiró hacia fuera de su mano.

'Más tarde' le recordó con una sonrisa y ella puso mala cara.

'¡Aguafiestas!'

'Pon atención sinvergonzona,' susurró.

Princesa miró a El por debajo de su flequillo. Frunció el ceño y meneó su trasero con impaciencia.

La audiencia rió nerviosamente cuando ella miró a su enorme erección y ladeó la cabeza. Dio un paso sonoro acercándose, se paró y miró de nuevo, esta vez agitando su rabo salvajemente. Como le gustó lo que vio, se paseó frente a él, luego restregó su cabeza y su cuerpo a lo largo de su lomo dando a su polla una palmadita juguetona con su cadera mientras pasaba.

Lucinda notó que él endurecía su mandíbula, y también su erección, y seguía mirando al vacío.

Princesa frunció el ceño de nuevo, dio un golpecito en su glande con su frente y se retiró a esperar su reacción. Esto provocó otras pequeñas risas, luego ella repitió la acción - su expresión mostraba indiferencia continuada, aunque los estremecimientos de su magnífico pene sugirieran otra cosa.

Princesa trotó a su alrededor en círculo, manteniéndose todo el tiempo en contacto con su cuerpo hasta que se paró y le acarició las nalgas y caderas con su cabeza y mejillas. Su lengua dio un golpecito en su ano donde el rabo le penetraba y él dio un grito. Ella sonrió y se pasó a sus huevos, dejando que su pelo le rozara y acariciara mientras ella lamía la base de su dardo.

Sus acciones la estaban estimulando a ella tanto como a él. Trabó sus patas y empujó su trasero hacia atrás con su rabo estremeciéndose tanto como la erección de él. Los dos estaban a sólo unos pasos de la mesa principal y Lucinda podía ver claramente que los labios internos del pony estaban tan húmedos e hinchados como sentía los suyos propios.

Princesa balanceó sus caderas alrededor hasta que presentó su trasero al resto de la audiencia. Mientras hacía esto, su atención se trasladó hacia la parte superior del dardo hasta que pudo pasar la punta de su lengua alrededor del borde de su glande. Tuvo el detalle de gemir pero todavía permaneció impasible. Ella se encogió de hombros, levantó la cabeza, respiró hondo, abrió ampliamente la boca y se tragó un buen cincuenta por ciento de su dardo.

Lucinda estaba sorprendida de que pudiera hacerlo sin ahogarse. Desde su posición privilegiada Lucinda podía ver que la garganta de Princesa estaba rellena con su pene y aún se metió un poco más.

Le miró con adoración y pestañeó.

Él miró hacia abajo y luego al vacío de nuevo, pero tenía una ligera sonrisa.

Ella movió hacia atrás la cabeza y permitió a sus labios arrastrar saliva a lo largo de la longitud expuesta, en una desbordante y sensual chupada.

Princesa se detuvo dando con los labios un pequeño beso en la misma punta, le miró y ladeó la cabeza, él tropezó con su mirada, puso las manos tras su cabeza como un bailaor de Flamenco y empujó ligeramente. Los ojos de ella se encendieron y se balanceó hacia delante y se tragó de nuevo su dardo, esta vez tomando aún una mayor parte de él en su garganta.

'¡Oh, dios mío!' murmuró Lucinda.

Lucinda apartó los ojos. Podría haberse oído caer un alfiler. Todo el mundo estaba clavado en el cuadro que tenían delante y Lucinda notó algunas manos jugando con los genitales propios o de sus parejas, a veces con ambos. Castigada recientemente Lucinda se tuvo que contentar con restregarse los muslos uno contra el otro.

Aún con la boca y la garganta rellenas, Princesa ladeó de nuevo la cabeza y miró burlonamente a su garañón. El pensamiento, 'Hola Sr. Presidente' relampagueó en la mente de Lucinda y tuvo que reprimir una risita. El sonrió a su yegua y asintió antes de dar un paso atrás.

Princesa saltó y se volvió al mismo tiempo, apoyando simultáneamente en tierra las cuatro patas. Maniobró hacia una posición cómoda, luego se enderezó y trabó sus manos y piernas. Se volvió y encaró hacia él en una estocada final su sexo invitador.

Él movió sus caderas y se colocó entre sus patas, las manos aún trabadas tras su cuello. Flexionó sus rodillas y golpeó su vientre y su clítoris de nuevo con su pene.

Era el turno de Princesa en los gemidos. Dejó caer la cabeza e intentó acompasar sus temblores con los suyos propios, hasta que la polla entera estuvo cubierta con sus jugos y el ritmo se hizo más frenético.

Lucinda estaba atónita cuando la pareja se acopló delante de ella. Los pechos de Princesa colgaban al aire bajo ella y botaban y bailaban con cada movimiento, los anillos de sus pezones reflejaban la luz.

Entonces él empezó a golpear alternativamente sus nalgas a cada oscilación, esto los excitaba más a ambos y la audiencia empezó a aplaudir al ritmo de los golpes.

De repente él no pudo aguantar más. Sacudió hacia atrás sus caderas, colocó la punta de su polla, llena a tope, entre su labios empapados y hundió toda su longitud hasta la empuñadura mientras ella arqueaba la espalda y empujaba hacia arriba.

La multitud animaba y Lucinda estaba convencida de que los pies traseros de Princesa se separaban del suelo mientras ella dejaba escapar un alarido de placer.

La chica pony recuperó el control y se sentaba a cada uno de sus empujones de choque. El sonido húmedo de su acoplamiento y las palmadas de sus huevos llenaron la sala. La multitud aplaudió más fuerte con cada empellón y algunos de los espectadores se pusieron en pie soltando palabras de aliento, ¡como si ellos las necesitaran realmente!

Lucinda no hubiera podido ponerse en pie aunque hubiera querido. Se sentía como de gelatina y se hundió aún más en un charco de hiperexcitación mientras apreciaba por completo por qué los garañones eran valorados por su vigor.

El tío era imparable. Entraba en la chica una vez tras otra, y realmente levantaba sus piernas del suelo, de forma que sólo su vagina y sus manos la sostenían en muchas ocasiones. Por los sonidos de placer que emitía en oleadas de subida y bajada, Lucinda concluyó que probablemente alcanzó el clímax en la primera penetración y que estaba siendo mantenida en un estado de orgasmo casi continuo.

Lucinda estaba muy, pero muy envidiosa.

'¡Oh dios mío! murmuró de nuevo, '¡Esto es follar asombrando!'

Peter se rió, divertido por la observación descaradamente obvia que acababa de hacer.

'Asombrar follando también, querida.'

Lucinda se encontró uniéndose al coro y se mordió los nudillos mientras se ponía en pie con inseguridad.

De repente El lanzó hacia atrás su cabeza y su espléndida melena, rechinó los dientes y presentó un perfil de mandíbula apretada y éxtasis supremo. Con la espalda arqueada, agarrado fuertemente a sus caderas levantándolas hacia él,  con las rodillas dobladas y los pies de ella colgando temblorosos en el aire mientras le inyectó su semen profundamente en su interior. La multitud dejó escapar un tremendo rugido y aplaudió.

Algún tipo listo gritó '¡Más!' y todos rieron cuando Princesa le lanzó una mirada exasperada y aturdida desde una maraña de pelo empapado en sudor.

La pareja mantuvo su posición hasta que todos se tranquilizaron y ellos recuperaron el aliento, luego Princesa se agachó sobre sus codos y rodillas y dejó escapar el dardo gradualmente desinflado.

Unos pocos suspiros de placer se escaparon de la audiencia y otras risas y andanadas de aplausos siguieron cuando un enorme grumo de semen gastado goteó de ella y se estrelló en el suelo entre sus tobillos.

'Eso necesitará alguna explicación para el conserje' pensó Lucinda y le vino a la mente absurdamente el chiste sobre "Venir (correrse) Bailando".

El sonrió e hizo una reverencia y echó una mano a Princesa para ayudarla a ponerse en pie, a la manera humana sólo por esta vez, ella descansó un casco delantero sobre el hombro de El para prepararse. Luego sonrió alegremente a la audiencia, cruzó uno de sus cascos traseros sobre el otro tobillo e hizo una pequeña reverencia que provocó que otra gotita lechosa se estrellara contra el suelo. La multitud aplaudió salvajemente otra vez con muchos más gritos de '¡Más!' y '¡Bis!'

Lucinda casi esperaba que apareciera una chiquita vestida con tutú llevando un gran ramo de flores en cualquier momento. En su lugar apareció Charles como director de un Cuerpo de Ballet y dio las gracias a la pareja, que se inclinó para saludar una vez más y salió trotando mano en casco.

'Esto es todo amigos. Gracias de nuevo. Les deseo un buen retorno a casa y que preparen el futuro para volverles a ver en las Pruebas de Berkshire dentro de tres semanas. Buenas Noches.'

Lucinda aplaudió y se volvió a Peter mientras se encendían las luces.

'No te atrevas a decir '¿Bien?'' advirtió.

Mientras él abría la boca sin decir nada añadió.

'Me tienes. Totalmente empapada. ¡Quiero eso!' apuntó al sitio donde habían actuado los dos, '¡Ahora!'

Él sonrió alegremente y la abrazó.

'Tus deseos son órdenes mi pequeña Princesa.'

Ella sonrió nerviosamente,

'Oh, sí. Incluso he pensado un nombre. Lucky Lady (Señora Afortunada). Porque lo soy. Te tengo a ti.'

'Ah' dijo y arrastró los pies.

Ella sonrió, enganchó su brazo en el de él y se apretó contra él.

Notó que aún tenía las bragas en la mano y las había enrollado formando un cuerda delgada.

Esto le recordó su vulnerabilidad y estado de excitación,

'Ahora' dijo, 'con respecto a esos días de vida que exigen una atención seria...'