Cuento de Ponies. Cap. 3 - Charles y la tienda

Un contacto más directo con los objetos de la afición de Peter

ADVERTENCIA

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El relato que se ofrece a continuación es un relato para ADULTOS. Incluye descripciones explícitas de actividades relacionadas con el sexo que pueden herir la sensibilidad de algunos lectores. Si no tienes la edad legal en tu país de residencia para tener acceso a este tipo de lecturas o si consideras que puedes sentirte ofendido con alguna descripción de este tipo, por favor no sigas leyendo.

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Original story copyright (c)2000 Pony Girl, UK - translated with kind

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Un cuento de Ponies - Capítulo 3 - Charles y la tienda de claveteados


'Hola de nuevo' dijo un hombre alto de apariencia distinguida mientras extendía su mano a Peter.

Lucinda salió de su ensueño.

El hombre era alto y obviamente muy atlético, parecía estar en la mitad de la cuarentena y tenía un pelo marrón rojizo cuidadosamente acicalado que parecía casi naranja. Un mostacho rubio le hacía parecer un poco como un as de aviación de la primera Guerra Mundial.

Llevaba un traje cheviot completado con un chaleco amarillo mostaza y una cadena de cazador. Lucinda lo imaginaba mejor en casa, en la barbacana de una granja supervisando las labores estacionales, que en una bodega bajo la estación de San Pancras. Se volvió hacia ella y casi hizo chocar sus tacones mientras hacía una ligera reverencia.

'Y una bienvenida especial a usted, querida, Charles Haminton-Pearce. Soy el Presidente del Club. Siempre es gratificante ver una cara nueva, especialmente una tan bella.'

Lucinda estrechó su mano y utilizó de nuevo la sonrisa 'dulce'. No era ciertamente su 'querida' e incrementó su fastidio cuando se sintió valorada de la cabeza a los pies. Limitó su sonrisa ante el temor de que decidiera inspeccionar sus dientes y espolones.

'Hola, y gracias por permitirme visitarles' dijo mientras se preguntaba frívolamente si habría que pagar una tasa o si era uno de esos clubs 'los chicos pagan las chicas no' como las discotecas más cutres. Los arreglos para la noche habían resultado alarmantemente bien considerando que ella sólo se había decidido a visitarla el miércoles.

'Es un poco... esto... inusual' añadió mirando alrededor.

Resplandeció, reteniendo estrechamente todavía su mano.

'Sí, querida. Pensamos que único. En todo caso en Gran Bretaña. Somos un grupo muy selecto y estamos muy orgullosos de la calidad de nuestros acontecimientos. Esta noche vamos a hacer una demostración como preludio a las Pruebas de Berkshire, un festival especialmente importante en el calendario. Creo que no le defraudaremos.'

Retiró su mano.

'Por lo que he oído sospecho que será fascinante.'

Asintió,

'¿Entiendo que es su primera introducción a los Ponies?'

'Sí, en efecto' replicó.

Se volvió y señaló un grupo de mesas al fondo de la habitación.

'Tenemos una pequeña área de exhibición en la parte de atrás que puede ayudar a comprender un poco más de qué va. Desgraciadamente la carencia de espacio significa que nuestros vendedores sólo pueden exhibir una pequeña parte de sus productos, pero siempre puede encargarlos dado que la mayoría de los artículos son... esto... hechos a medida. Le sugiero que vaya y eche un vistazo a alguna de las mercancías.

'Sí, eso nos gustaría ¿verdad, querido?' miró a Peter que frunció levemente el ceño y luego asintió.

Charles sonrió a ambos,

'Siempre puede uno sentir la tentación de comprar algo para probarlo'

Lucinda se ruborizó un poco y, notando que su amante sonreía de oreja a oreja, lanzó su tobillo mientras intentaba darle una patada por debajo de la mesa.

'Bueno, ya veremos' hizo una mueca.

'¡Excelente!' su anfitrión se inclinó y dijo en tono conspirador,

'Les he reservado dos asientos en el apartado de Propietarios'

Lucinda miró a Peter burlonamente. De nuevo esto era demasiado conveniente. Él se limitó a encogerse de hombros.

'Justo a mi lado, así podré contestar a cualquier pregunta que se le plantee' añadió Charles.

'Estupendo.' Sonrió, 'Es muy generoso por su parte'

'En absoluto, querida mía', estaba segura de que esta vez había recalcado lo de 'querida', 'Estoy seguro de que los Ponies actuarán aún mejor delante de una invitada tan encantadora'

Sintió náuseas y se puso de pie antes de soltar la pasta de la cena en la taza de café vacía.

'Creo que deberíamos ver las tiendas, amor' dijo y estrechó de nuevo la mano de Charles. 'Encantada de conocerle, nos veremos luego'

Peter también estrechó su mano y, mientras cogía su bolso y echaba a andar, sintió un grado de comprensión entre ellos que no conocía.

'¡Bah! Hombres' pensó. Se acordó de los festivales Punto a Punto a los que había sido arrastrada en su juventud, donde se esperaba que las 'chicas' fuesen guapas y capaces de mantener conversaciones amables mientras los hombres meaban en la tienda de la cerveza y se gastaban todo el dinero. Se prometió sacarle el tema a su amante más adelante y sonrió, todavía podría comprarle un horrible chaleco amarillo que pegara con sus vaqueros.

Cuando dejaron el área de bebidas, Lucinda miró hacia atrás a la intrigante camarera y solo alcanzó a ver someramente su gorra de volantes mientras su cabeza se meneaba delante de un maître que estaba detrás del contador de servicio. Lucinda experimentó un leve ataque de ansiedad al recordar la espuma de los capuchinos que acababan de tomarse. Luego, con un movimiento de cabeza, desechó ese pensamiento y se reunió con Peter.

Las 'tiendas' resultaron ser tres mesas sobre caballetes, separadas por un pequeño vano y alineadas a lo largo de la pared.

Pese al tamaño, la forma en que la serie de productos fabricados por los propietarios de los puestos estaban colocados en las mesas y colgados de la pared parecía como un cruce entre una feria artesana de pueblo y las páginas traseras de los tabloides dominicales.

'La Antigua Tienda del Sexo' pensó Lucinda mientras se acercaba, medio esperando encontrar algún tendero local genial que también se ocupara de los ultramarinos del pueblo. 'Puede ser que sea de donde les viene el nombre de Mr. Whippy' se rió para sí.

Recuperó la compostura.

'Me da la impresión de que no te gustó Charlie' preguntó Peter mientras se ponía a su altura.

'¡Puaf! Es tan baboso' dijo, 'Como si me echaran jarabe caliente por la espalda'

'Oh. Puede ser que dé esa impresión cuando se le conoce, pero está considerado como el mejor Entrenador y también posee muchos Ponies.'

'¿Posee?' preguntó.

Peter asintió.

'Sí, muchos. Tiene una gran granja de sementales en Suffolk, también es rico creo, es Baron...et algo de eso o parecido, ¿es eso como un reyezuelo?'

Lucinda se rió de su compañero americano.

'Los baronets no tienen nada que ver con la "realeza", todo lo que se necesitaba hacer era una matanza de unos pocos nativos pre-coloniales de la Reina Victoria, violar las mujeres y mandar unos misioneros a su país y eras recompensado con una Baronetía. Tus descendientes heredaban el título.'

Peter parecía sombrío, ella le besó.

'Yo más bien hubiera enredado mis piernas alrededor de un excolonial para obtener mi recompensa' sonrió ella.

Él se rió.

'Lo sé... en su lugar de esa forma capturas sus corazones'

'Au' dijo mientras le abrazaba estrechamente.

'En todo caso. Me consta que tiene muchos Ponies, chicos y chicas pony y caballerizos que viven actualmente en establos en la granja. Se les hace trabajar como animales reales, empujando carros, etc. Creo que nuestra camarera es una de las chicas del establo.'

Lucinda se sintió recorrida por un pequeño estremecimiento al pensar en una comunidad entera actuando según esta fantasía, luego le horrorizó pensar en Charlie el Baboso poniendo sus manos en ella.

'Aún no me lo imagino' dijo yendo hacia la primera mesa.

Una serie de arneses, bocados, anteojeras y otra parafernalia de cuero se exhibía pulcramente sobre un tapete verde. Al final, justo delante de algunas palmetas y fustas de aspecto vicioso, había un conjunto de largos rabos con mangos protuberantes y resplandecientes. Cogió uno y chasqueó el pelo de caballo, auténtico según pudo notar, contra Peter.

'Hmmm, debe doler mucho'

Él se rió.

'¡Si son rabos de inserción anal! Tonta'

Lucinda lo tiró en la mesa con estrépito.

'¡Ugh! Espero que no utilicen la política de pruébelo antes de comprar' dijo mientras restregaba las palmas de sus manos sobre el pecho de Peter.

'Oh, muchas gracias' dijo, 'No lo creo, de ningún modo'

Lucinda los inspeccionó más detenidamente. Tenían entre cuatro y siete pulgadas  (10 y 18 cm) de largo y tendían a abrirse a alrededor de un cuarto en diámetro antes de ahusarse en un delgado cilindro que formaba la flecha de una barra en forma de T. Ahora estaba claro su funcionamiento y sintió que su esfínter se cerraba cuando inspeccionaba los tamaños más grandes.

'Parecen muy dolorosos' comentó.

'No si te los metes lentamente y utilizas mucho lubrificante' dijo mirándola de una forma extraña.

'¿Qué?' preguntó mirando hacia arriba, 'Oh, Oh! ¡No, de ninguna manera!'

Peter le tomó las muñecas y se las retuvo. Continuó mirándola de aquella manera extraña, casi feroz pero amorosa.

'Querida mía, no sabes cuanto placer me proporcionaría verte llevar uno. Es algo con lo que he soñado desde el día en que te vi por primera vez.'

Parecía sobrecogida.

'¿De verdad? Hmmm, no es la primera cosa que hubiera esperado que pensaras de mí... Caray, es adorable, me pregunto ¿qué tal se la vería con una protuberancia de plástico en el culo?'

Peter suspiró y luego sonrió mientras ella se daba la media vuelta y meneaba su trasero delante de él.

'Eres tonta, cariño' rió, 'No, sabes que no pensé eso. Es que es una de mis fantasías más intensas, tomarte desde atrás con un consolador anal dentro de ti'

No había hecho el amor con él detrás de ella y se sintió estremecer de pensarlo. Sus pechos le daban el clímax más largo y excitante cuando los acariciaban, un par de veces sin necesidad de que la estimularan por abajo. Sintió que sus pezones se endurecían de pensar cuanta atención podía recibir de esas manos poderosas en esa posición. Sin embargo no estaba demasiado segura con respecto al rabo.

Le miró a los ojos, llenos de amor y lujuria, y, tras unos momentos de consideración dijo,

'Vale, muchacho querido, tendrás lo que deseas'

Los ojos se le abrieron como platos.

'¿Qué?' resplandecía, '¿En serio?'

Ella se rió, era obvio que esto le haría la semana,

'Sí desde luego. Me gustaría intentarlo. Honestamente'

Se rió, se dobló hacia la mesa y miró a su alrededor mientras le daba a la parte trasera de su falda un ligero tirón.

'¿Tenemos tiempo?' preguntó con voz ronca.

Sus ojos relampaguearon literalmente, desgraciadamente sus disquisiciones fueron interrumpidas por la aparición de Charles Hamilton-Pearce que extendió sus brazos posesores sobre sus hombros.

'Queridos, el festival va a comenzar, deben sentarse'

Peter frunció el ceño.

'Mierda, ahora que nos habíamos decidido a... esto, comprar algo' guiñó un ojo a Lucinda.

Charles le miró y dijo,

'Excelente. No hay problema. Acompañaré a su adorable pareja a su mesa si se me permite, mientras usted termina los tratos. Ya conoce lo fundamental. Puede unírsenos cuando haya terminado aquí.'

Añadió, sonriendo a Lucinda,

'Además eso me dará una oportunidad de conocer mejor a su adorable compañera, ¿verdad querido?'

Peter asintió e hizo una seña al propietario del puesto que había permanecido discretamente alejado.

Charles ofreció su brazo a Lucinda que miró a Peter antes de introducir su brazo en el de él.

'No tardes, cariño. ¡Por favor!' imploró mientras era conducida a la puerta encortinada de la pared lateral.