Cuento de Ponies Cap. 24 - Cumpleaños de Lucinda

El cumpleaños de Lucinda

ADVERTENCIA

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El relato que se ofrece a continuación es un relato para ADULTOS. Incluye descripciones explícitas de actividades relacionadas con el sexo que pueden herir la sensibilidad de algunos lectores. Si no tienes la edad legal en tu país de residencia para tener acceso a este tipo de lecturas o si consideras que puedes sentirte ofendido con alguna descripción de este tipo, por favor no sigas leyendo.

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Original story copyright (c)2000 Pony Girl, UK - translated with kind permission - original at http://www.ranch.demon.co.uk/

Traducido por GGG, noviembre 2000

Un cuento de Ponies - Capítulo 24 - El cumpleaños de Lucinda.


Peter lo arregló.

La mañana del viernes, el día que marcaba el comienzo de su vigesimoctavo año en el planeta, un enorme ramo y una carta llegaron a la agencia a las 10:23,

'Lucinda querida mía, Feliz Cumpleaños.

Estoy verdaderamente arrepentido de haberte puesto las cosas demasiado difíciles. Tendría que haber sido más receptivo con tus sentimientos. La última cosa que desearía es hacerte daño de ninguna forma.

Por favor, acepta estas flores como una pequeña señal de mis disculpas y, si todavía soportas verme de nuevo para recibir tu verdadero regalo, llámame al móvil y déjame un mensaje y te recogeré en tu piso a las 7 de la tarde.

Te quiero,

P'

A las 10:37, después de que hubiera leído tres veces la carta en su despacho y hubiera llorado un buen rato en el baño mientras la leía de nuevo, dejó un mensaje.

'Sí, Amo'

Lucinda estuvo en estado de agitación todo el día. Joan había oído hablar de las flores, casi toda la agencia lo había hecho, y, mientras leía la nota, dijo,

'Bueno, parece realmente arrepentido, quizás estuvieras hipersensible el lunes.'

Lucinda se mostró de acuerdo y sonrió,

'Oh, sí, eso es lo que pasaba, me lo decía mi culo.'

'Me pregunto cuál será tu regalo.'

'¡Te lo diré el lunes!'

Vergonzosamente Joan sacó un pequeño paquete, envuelto para regalo, escondido tras la espalda.

'De parte de Sam y mía, Feliz Cumpleaños Lucinda, iba a dártelo más tarde.'

Era un pequeño peluche que llevaba la banda arcoíris,

'Au Joan, ¡él es...' riéndose se corrigió a sí misma, '...ella es adorable!'

Joan sonrió y le dio un beso en la mejilla.

Lucinda ahora parecía cortada y abrió el cajón de su mesa. Pasó a Joan un regalo en su envoltorio. Joan lo abrió. Era un libro sobre la cocina tailandesa.

'Recuerdo que en una ocasión dijiste que a Sam le gustaba preparar platos tailandeses para ti,' dijo Lucinda.

Joan resplandeció,

'¡Es cierto! Vaya memoria la tuya, ni siquiera recuerdo habértelo mencionado. Es precioso.' Joan leyó la dedicatoria,

'Para dos mujeres adorables de una hermana siempre agradecida, con amor y agradecimiento, Lucinda.'

Joan la abrazó,

'¡Ahora tienes que venir a cenar!'

'De acuerdo niña' se rió Lucinda.

'De acuerdo niña' se rió Joan y se chocaron las manos, luego dijo,

'Se te ve mucho mejor.'

Lucinda meditó un momento y respiró hondo.

'También me siento mucho mejor. Creo que estaba demasiado colgada con el aspecto pony de todo esto, ¡hay tiempo para un trato de cumpleaños para la chica que hay en mí.'

'¡Por supuesto! ¿Quieres que me encargue de todo?'

'Estaría muy bien cariño, ¿en serio?'

'Considéralo hecho.'

Joan salió, agarrando el libro, mientras Lucinda colocaba su pequeña amiga peluda en lo alto de su monitor.

Lucinda masticaba ruidosamente una manzana mientras caminaba hacia un club de recreo exclusivo para mujeres al lado de Regent Street. La agencia a menudo reclutaba modelos internamente para que aparecieran como extras en los anuncios y uno de los beneficios indirectos era tener acceso rápido a muchos de los servicios que usaban las modelos. Uno de ellos era ser mimada profesionalmente. Les había pedido que le hicieran la cera en su irregular línea del bikini pero habían ido más allá de sus instrucciones y terminó solo con un mechón triangular y los labios sedosos y suaves. La apariencia nostálgica de placer que se le puso cuando la cera solidificada se llevó su vello hizo que la terapeuta le lanzara miradas de comprensión unas cuantas veces.

Tras una sauna, natación y masaje se hizo arreglar el pelo y las uñas. Luego se agasajó en Bond Street y se compró un corpiño incitante y un liguero a juego y unas medias, rechazó las bragas con una sonrisa. Finalmente se compró un vestido suelto sencillo, azul humo, a juego con sus ojos y unos zapatos nuevos y perfume.

A las 6:30 estaba bañada, empolvada, arreglada, perfumada y preparada para su Peter y su regalo.

También estaba aterrada.

Él llegó a la hora exacta, una señal muy buena de arrepentimiento, pensó ella. Tener en cuenta las horas no parecía ser una habilidad que aplicara en sus citas previas. Se presentó con una sencilla rosa roja y un beso apasionado, de los que quiebran las costillas, espachurran las tetas, hacen hormiguear el coño, que pareció durar tanto como el tiempo que llevaban separados.

'¡Uau!' respiró con dificultad cuando se separaron y sonrió, 'Entonces ¿has tenido un buen día en la oficina, querido?'

Peter se rió.

'No, un día asqueroso, o mejor unos días. No puedo creer lo gilipollas que he sido. Realmente lo siento, cielo.'

Ella se limitó a sonreír y le puso los dedos en los labios,

'Todo olvidado, te lo prometo.'

Dio un paso atrás para mirarla y olfateó,

'Tienes un aspecto, y un olor, adorables. ¿Qué es?'

'Gucci, Junco. Lo encontré hoy, una cajita roja de unos 10 cm de larga, unas cuatro pulgadas para ti.' Lucinda siempre creyó en soltar a los tíos indirectas sencillas, '¿Te gusta?'

'Me gusta mucho, pero ¡a quién quiero es a ti!' dijo y la besó de nuevo.

Se fundió en sus brazos y le miró.

'Yo también te quiero, Amo, no sé por qué dudé de ti.'

Le tomó las manos y dijo seriamente,

'Mira cielo, podemos dejar la cosa esa de Amo y demás, si quieres, no quiero asustarte nunca más.'

Lucinda sonrió y, tomando su mano, la deslizó bajo su vestido y la colocó sobre sus labios rapados. Le entusiasmó el roce y su reacción.

'No voy a asustarme nunca más, no puedes decir eso.'

Sintió que un dedo se deslizaba con facilidad en su interior y gimió suavemente mientras la besaba de nuevo.

Finalmente se separó y saboreó el aroma de su dedo,

'¡Este es el olor que adoro realmente!' se rió.

'Bueno cariño, invita a esta chica de cumpleaños y tendrás mucho, mucho más de donde viene eso. ¿Dónde vamos?'

'A Cambridge.'

'¿A Cambridge?'

'Bueno, cerca de allí, me han recomendado un hotel maravilloso hace unas semanas, está bastante cerca de la ciudad para que podamos, además, hacer turismo.'

'¿Además?' sonrió satisfecha, encantada de que lo hubiera planeado con semanas de antelación.

Él sonrió,

'Bueno, ¡tenemos todo un fin de semana!'