Cuento de Ponies Cap. 11 - Pasando la semana

Semana de espera

ADVERTENCIA

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El relato que se ofrece a continuación es un relato para ADULTOS. Incluye descripciones explícitas de actividades relacionadas con el sexo que pueden herir la sensibilidad de algunos lectores. Si no tienes la edad legal en tu país de residencia para tener acceso a este tipo de lecturas o si consideras que puedes sentirte ofendido con alguna descripción de este tipo, por favor no sigas leyendo.

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Original story copyright (c)2000 Pony Girl, UK - translated with kind

permission - original at http://www.ranch.demon.co.uk/

Traducido por GGG, noviembre 2000

Un cuento de Ponies - Capítulo 11 - Pasando la semana


¿Sábado por la mañana?

'¡Mierda!' gritó, arrastrándose sobre Peter para ver el despertador.

Eran las 11:30.

'¡Mierda y doble mierda!' chilló y saltó de la cama.

Tenía que estar en Paddington esa tarde para viajar a casa de su hermana y familia en Worcestershire.

Tras una ducha acelerada y aún poniéndose la ropa que había traído en su bolsa de noche, se reunió con Peter en la cocina donde él había preparado deliberadamente un poco de zumo de naranja y hecho su tostada con Marmite favorita. Gesticuló y meneó la cabeza mientras ella le hincaba el diente.

'Cantidad de vitaminas' masculló mientras masticaba, 'Después de la última noche probablemente deberías procurarte algunas también.'

Él se relamió salazmente y sonrió,

'Tomaré las mías de segunda mano, gracias.'

Lucinda le tiró un trozo de papel de cocina que había usado como pañuelo.

'¡Chico malo!'

Cambiando de tema, pero muy consciente de la hora preguntó,

'¿Qué compraste en el Club ayer por la noche?'

Peter pareció desinteresado,

'Oh, encargué algunas cosas.'

'¿Algunas cosas? ¿Por ejemplo?'

'Tendrás que esperar para verlas.'

'Pero no te volveré a ver hasta el próximo fin de semana' lloriqueó.

Peter asintió,

'Cierto. Y tienes algunos deberes para hacer en casa mientras yo esté en Amsterdam. Te mandaré por correo electrónico las direcciones de algunos web que me gustaría que vieses.'

'¿Sitios de ponies? ¿Cómo el Club?' preguntó.

Él miró al reloj.

'Creía que tenías que coger un tren.'

Frunciendo el ceño Lucinda se llenó los labios de Marmite y los apretó contra él.

'Podría torturarte para sacarte la respuesta,' se rió ella.

Agarrándola por las muñecas, la volvió de lado y le proporcionó una seca palmada en su grupa.

'¡Lo pagarás!' rió él.

'¡Eso espero!' soltó una risilla mientras luchaba con él y le lanzó un beso desde la puerta, '¿Me llamarás?, añadió luego, 'Por favor, Amo'

Se incorporó y la acompañó a la puerta principal.

'¡Muy bien!' resplandecía él, 'Desde luego que lo haré.'

La semana pasaba lentamente y Lucinda echaba de menos a Peter. El personal de la agencia de alquiler utilizaba la Red para una variedad de actividades puesto que los mercados de clientes abarcaban grupos diversos. Las únicas restricciones reales eran los juegos en-línea, los sitios de vídeos o los de porno duro. A Lucinda le preocupaba al principio que alguno de los sitios que le había listado Peter pertenecieran a la última categoría, sobre todo por su apariencia, pero eran bastante inocentes y reforzaban lo que había visto en el Club. Las listas a las que le recomendó que se apuntara le permitieron hacerse una idea completa de la 'escena' de los ponies, pero, más que contestar a sus preguntas le provocaban ansiedad por aprender más... mucho más.

Lucinda no tenía duda de que esa era la intención de Peter y contaba los días y luego las horas hasta la noche del viernes.

Como acordaron había ido directamente del trabajo al piso de Peter. Había salido a recibirla al ascensor y, después de un largo abrazo, había tomado su equipaje antes de conducirla a la puerta del gran recibidor.

'Debería darme una ducha en primer lugar' sugirió y luego siguió, 'La paliza que le diste a mi coño el viernes pasado debió ser buena, ¡me ha venido el periodo en el maldito tren! Con dos días de antelación.'

Él apretó su mano contra la delantera de su falda y lamió la línea del músculo de su hombro mientras la olía,

'Hmmm, adoro el olor de una mujer y, considerando todo lo que pienso hacerte sudar esta noche, me parece que una ducha no viene a cuento, puesto que no necesitarás ropa.'

Lucinda se estremeció y, mirando a la puerta cerrada, dijo,

"Huelo más bien como un redomado matarife mi amor, pero tu comprensión me conmueve. ¿Cuál es el gran secreto?'

Con una sonrisa descarada como un niño revelando su guarida secreta, Peter abrió la puerta con una reverencia. Lucinda entró y sus ojos vagaron por la habitación readaptada. El mobiliario había sido retirado contra las paredes dejando una mini 'arena' en el centro de la habitación con seis brillantes células luminosas de bajo voltaje, vueltas hacia dentro para suministrar iluminación al área. El área de 'arena' estaba cubierta con una gruesa cubierta plástica como la que se utiliza para proteger las alfombras del tráfico pesado.

Lucinda notó que el sistema de cine doméstico que Peter adoraba seguía intacto, con su enorme pantalla recogida al fondo de la habitación. Aunque lo que se había añadido eran dos trípodes, cada uno con una cámara pequeña, y una barra horizontal con luces en cada extremo como pequeños faroles. Una estaba situada un poco por debajo de la altura de la cintura al lado izquierdo de la pantalla, la otra en el lado opuesto de la habitación a la altura del hombro. Ambas apuntaban al centro de la 'arena'.

'Uau, sí que has estado ocupado,' dijo ella, notando que se había olvidado de recoger su banco de trabajo plegable que estaba detrás de la puerta.

'Bueno, tienes mucho que aprender' añadió, sonriendo, '¡querida mía!'

Ella le sacó la lengua y caminó hacia la mesita baja de café que estaba junto a la ventana. Allí se exhibían una serie de arneses y otros arreos de pony en un extremo, seguidos de un surtido de dispositivos fálicos e incluían dos de las colas de inserción anal con las que Peter había fantaseado, finalmente una bandeja que contenía algunas botellas y varias piezas de aspecto horrible, que parecían pinzas quirúrgicas, y cadenas delgadas.

'¿Cuándo conseguiste todo esto, pensaba que habías estado en Amsterdam toda la semana?

'Compré bastante allí, pero volé a la vuelta vía Cambridge el jueves y así pude devolver la visita a algunos amigos de la zona,' replicó.

Ella miró toda aquella parafernalia y sintió que el miedo hacía su aparición junto con la curiosidad pero estaba deliciosamente excitada por la paradójica combinación, incluso aunque las cosas se estuvieran desarrollando más rápido de lo que hubiera querido para su comodidad.

'¿Para qué demonios sería todo eso?' pensó, y empezó a acercarse a la mesa.

Peter pareció notar su indecisión y la sujetó del brazo.

'¿Aún quieres seguir con esto?' preguntó, ahora serio.

'Amor mío, después de experimentar lo que el pasado fin de semana supuso para ambos, seguido de una semana muy frustrante, quiero muchísimo esto.'

Se cogió los pechos con las manos y se los ofreció,

'¡Y lo mismo piensan tus amiguitos!'

'Bien, quítate la ropa,' dijo Peter con calma mientras cerraba la puerta detrás de ella.