Cuento de Navidad
Nada que ver con Dickens ni con los tradicionales reyes magos.
Cuento de Navidad
Desde que era un niño, Alejandro siempre tuvo dos sueños, dos vocaciones qué sabía, que si era capaz de alcanzar, lograría la felicidad. Siempre deseó ser o jugador de baloncesto o actor porno, pero con los años terminó comprendiendo que, para lo primero no tenía talento y para lo segundo no estaba dotado.
A decir verdad, Alejandro tenía un pene pequeño. Se avergonzaba de él ya que eso en los hombres es algo que marca. Todos creen qué la hombría y su capacidad para complacer a una mujer depende de eso. Son formas de verlo. Siempre vivió con esa obsesión, ese complejo, era incapaz de pensar que tanto en las relaciones humanas como en el sexo, había otras cosas que también importaban.
Aquello limito mucho sus relaciones con el sexo opuesto. Alejandro era bien parecido, atractivo, tenía una mirada profunda, penetrante. Era alto y tenía un bonito cuerpo, además de una larga melena que le daba un mayor atractivo a ojos de las mujeres. Pero a causa del tamaño de su miembro no había tenido muchas relaciones hasta la fecha. Sólo se había acostado con dos compañeras de clase, dos muchachas muy raras, tímidas y sin demasiada gracia. Alejandro pensaba que para aquellas chicas, estar con un tipo como él era un sueño hecho realidad y, por lo tanto, no pondrían objeciones ante su polla. Alejandro no aspiraba a ser un modelo de conducta ni de pensamiento ante nadie, simplemente, hacía su vida con lo que la naturaleza le había otorgado.
Alejandro estaba interesado en una compañera de curso llamada Ana. Ana era a la jerarquía establecida entre las mujeres del instituto, lo que Alejandro (es decir, alguien atractivo, interesante para las chicas de su edad), pero con la salvedad de que ella no tenía ningún íntimo complejo. Huelga describir a Ana, simplemente basta con decir que para Alejandro tenía todo lo que tiene que tener una mujer. También corría el rumor en el instituto de que Ana era muy guarra y se tiraba a cualquier tío que se le pusiera cerca. Ana y Alejandro son dos personas muy corrientes en los tiempos que corren, pero es que resulta que el mundo esta hecho a base de gente qué responde a ciertos estereotipos y, lo atípico, seria lo contrario.
Una noche de diciembre ambos coincidieron en una discoteca y, naturalmente, se saludaron y entablaron una conversación, al principio, acerca de las clases, luego de los locales donde solían parar, para más tarde, con la bebida y el ambiente facilitando las cosas, terminar en el coche de él.
Al principio se fueron quitando la ropa el uno al otro mientras se besaban y pasaban las manos por encima de sus cuerpos, se tocaban con pasión y, prácticamente arrancaban la ropa, ambos estaban muy a tono, fue cuestión de un minuto el que ambos terminasen desnudos en el coche, fue en ese momento cuando todo terminó. Ana, al ver la polla de Alejandro, empezó a reírse del muchacho y terminó diciendo que nunca tendría relaciones con alguien con una pija así, que no sabía si chupársela o sorberla como una espagueti. El muchacho solo acertó a llamarla zorra y ella finiquitó el tema diciendo que solo tendría algo con él cuando tuviera la polla de un hombre.
A nuestro protagonista sólo le quedaron ganas de volver a casa, no quería contar lo ocurrido a sus amigos, no quería pensar en ello. Había sido rechazado por algo que él no podía cambiar. A pocas manzanas de su casa se quedo sin gasolina en el coche y no le quedó otra alternativa que realizar los últimos 200 metros a pie. Fue entonces cuando ante sus ojos se aparecieron los tres reyes magos, pero no eran ni Melchor, ni Gaspar ni, por supuesto, Baltasar. En esta historia los reyes magos no eran otros que Nacho Vidal, Peter North y T.T. Boy. Alejandro los reconoció por las películas porno que había visto a lo largo de su vida pero al principio se negó a creer lo que veía. Penso que era producto de la bebida o, en todo caso visiones. Nunca creyó posible tener a gente así ante sus ojos.
Alejandro - ¿Quiénes sois? ¿Que queréis de mí?
N.Vidal - ¿No nos reconoces? Nos has visto en cientos de películas a lo largo de tu vida.
P. North - Hemos sido testigos de cómo aquella mujer te despreciaba.
T.T. Boy - Eso es para todo hombre una humillación, claro que ninguno de nosotros tres eso sufrido eso jamas.
Alejandro no era capaz de descifrar como entendía lo que le decían estas gentes nacidas en otros países y, por lo tanto, hablantes de otro idioma. Les oía reír ante la ocurrencia de T.T. Boy y también le extrañaba que supiesen lo ocurrido con Ana minutos antes.
P. North - No te vamos a decir qué somos los espíritus de las Navidades pasadas, presentes o futuras ni ninguna pamplina relacionada con la Navidad. Somos, algo así, como los ángeles de la guardia de todo hombre con micropene. Comprendemos tu dolor y haremos para ti de esta una noche mágica. ¿Recuerdas las palabras de Ana antes de salir de tu coche?
Alejandro - Sí, dijo algo acerca de que no volviese a molestarla hasta que no me creciera la polla o algo así.
N. Vidal - Bueno, en resumidas cuentas, no somos gente dada a la palabra, lo nuestro, como has visto una y otra vez es la acción. Te vamos a conceder tener una polla como la nuestra, de nuestro calibre, te vamos a indicar donde esta Ana, le vas a recordar sus palabras y vas a poder hacer con ella todo lo que te plaza, y no te cortes, ante todo ten en cuenta que esa tía se acaba de reír de ti y de todos los que no tenéis lo que nosotros tenemos. Usa lo que te vamos a dar esta noche con sabiduría y sobretodo con pasión y esmero.
P. North - Sabemos que lo más deseas en la vida es darle a Ana su merecido, y te vamos a ayudar, hazlo por todos los hombres acomplejados, que sois muchos, de esta sociedad.
Así que los tres actores juntaron sus manos, emitieron unas palabras en un idioma ininteligible y un haz de luz rodeó el cuerpo de Alejandro que cayo fulminado a escasos metros del portal de su casa.
A los cinco minutos nuestro protagonista despertó de su breve letargo. Estaba ligeramente conmocionado, no sabia si esto había ocurrido en realidad o si era una alucinación. Ya tenia una edad para saber que los reyes magos no existen y, en caso de existir, resultaba imposible pensar que fueran tres actores porno de fama mundial. Cuando se levanto pudo notar un enorme bulto en su pantalón, bajó la cremallera y al sacar su verga del pantalón comprobó que esta había aumentado considerablemente su tamaño. Había pasado de unos cuatro cm en reposo a cerca de dieciséis. Pero no todo termino allí, en ese mismo momento recibió un sms, proveniente de un numero desconocido, en el cual le indicaban el lugar donde se encontraba Ana. Así que nuestro héroe recobro la compostura, volvió a su coche que, milagrosamente, tenía el deposito lleno y se puso en rumbo para encontrarse con Ana.
Llego a la entrada del local, aparco su coche y enfilo la entrada para encontrarse con la mujer que esa misma noche le había despojado de su, ya de por sí, escaso amor propio.
Ella estaba bailando, muy pegada, con otro chico, un tipo enjuto, moreno y con cara de pocos amigos. Alejandro lo aparto de un golpe, y cuando el agredido quiso devolverle la jugada a Alejandro se vio rodeado de tres tipos que le hicieron desaparecer entre el gentío.
Alejandro tomó las manos de la chica y las coloco en su polla, la chica, al notar la diferencia con el antes se sorprendió. Él la dijo qué había llegado el momento de cumplir con su palabra y la arrastro (es un decir ya que a ella le excitaba la idea de ver otra vez a su compañero) hasta el coche.
Allí la tiro en el asiento trasero y él se arrancó los pantalones. Ella no daba crédito y le pregunto sobre el que era aquello que tenia entre las piernas, Alejandro dijo, sarcásticamente, que era cuestión de las luces, que antes las farolas no iluminaban igual y por lo tanto ella no pudo ver su verga en su autentica extensión. La conversación fue, más o menos, la siguiente.
Ana - ¿Qué es eso?
Alejandro- Soy yo, ¿no te gusta? Yo creo que antes no la viste bien, seria la luz...jajajaja
Ana - Espera un momento, eso no estaba ahí antes así que aléjate de mí.
Alejandro - Antes me humillaste, te reíste de mi y prometiste que harías cualquier cosa si conseguía tener la polla de un hombre, ¿no lo recuerdas? Además, no vayas ahora de retraída que en el instituto todos hablan de lo zorra que eres y las cosas que haces.
Ana - Sí, pero eso fue antes, además, soy virgen. No te rías, lo otro es un rumor, un cliché que me han puesto y me gusta y me hace ser popular y todo eso. Pero soy virgen, nunca me han metido nada, ni tan siquiera me he masturbado, ni me han visto desnuda ni nada. Sólo tú antes y fue porque había bebido. Me gusta calentar a los chicos pero es un juego. Yo me voy de aquí.
Ana trato de huir pero algo se lo impedía. No fue Alejandro. Ella deseaba abandona aquel coche y salir de aquella situación tan violenta, pero su cuerpo no podía obedecerla. Ana comenzó a desnudarse muy sensualmente, tanto que sorprendió a Alejandro pero sabia a quien agradecer todo aquello.
Alejandro - ¿Sabes que va a pasar? Te has reído de mi y vas a pagarlo y tranquila, que a partir de hoy tu fama en el instituto será merecida.
Los ojos de Ana se fijaban en la inmensa polla de Alejandro y la veía crecer y apuntar a ella, sus ojos fueron los únicos miembros de su cuerpo que aún dominaba, ya que al ver aquella verga ella abría más la boca pensando en chupar aquel miembro. Alejandro estaba fuera de sí, sentía que aquella era su noche, y de un golpe metió su polla, que ya superaba los veinticinco centímetros, en la boca de ella. Ella apretó sus labios contra la verga del muchacho y la chupaba, intentaba succionar pero no podía debido al tamaño, amasaba los huevos de él y se humedecía viendo lo que su cuerpo en rebelión hacia.
Uno de los motivos por los que Ana no se había masturbado en su vida es por que ella sola no conseguía excitarse, no lubricaba ya que no entraba en materia, por así decirlo, eso, en esta ocasión no estaba siendo problema.
Alejandro descorchó una botella que tenia en su coche y derramo en líquido sobre su cuerpo y, especialmente, sobre su pene. Ana no se controlaba y comenzó a beber, a pasar la lengua por su torso, su abdomen y su verga para beber de él. Ël la golpeo, le dijo que iba a aprender una valiosa lección y la coloco a cuatro patas, siguió vaciando la botella, pero esta vez sobre el Ano de Ana, el cual penetró de una fuerte embestida ante el grito de dolor de ella. Alejandro se escupió los dedos y, también de un fuerte golpe, los introdujo en el sexo de Ana, que dolía y sangraba por sus dos orificios. Todo aquello animaba más a Alejandro que había perdido la noción de lo que era excesivo, en su cabeza sólo estaba la idea de desvirgar y de disfrutar de Ana. Pero todavía no había tenido suficiente, no le bastaba con follarselas por dos sitios, ya que, con la mano que le quedaba libre, se dedico a pellizcar los pezones de la chica, la idea era traspasar la débil frontera que hay entre el dolor y el placer, y provocar su placer gracias al dolor de ella. Y en esa postura estaba, penetrado a Ana por el culo, un culo que había lubricado a base de alcohol, follando su virgen concha con tres dedos y apretándole los pechos. Ana no disfrutaba de aquello, solo era una chica virgen a la que le gustaba "jugar" con los chicos, y a pesar de no poder negarse a aquello haciendo uso de su cuerpo, se negaba con la mente a aquella aberración. Mientras tanto Alejandro disfrutaba de aquello.
A los diez minutos de esta iniciarse esta doble penetración, Alejandro la dijo que estaba a punto de correrse, la puso boca arriba y de un golpe la penetro para terminar corriéndose dentro de ella. Ana lloraba mientras que Alejandro la dijo que esto le enseñaría a no ir de falsa putita, a no reírse de los hombres y a alguna cosa más.
La echó del coche y arranco. A la mañana siguiente Alejandro volvió a tener el mismo pene de siempre. Tardo días en volver a ver a Ana y ella jamas menciono lo ocurrido, termino por abandonar las clases y la ciudad al inicio del verano.