Cuenta saldada

La relación de un veterano con su joven amante y una amiga de ésta le sale cara.

Esta historia real que les traigo de alguna manera viene a probar algo que por conocido no siempre se admite: los veteranos que tenemos asuntos con chicas jóvenes, siempre pagamos de una forma u otra: perdemos mujer, o familia, o dinero, o todas esas cosas juntas. El sexo para los veteranos nunca es gratis. Creo que conviene no olvidarlo, y lo que sigue no es más que un ejemplo de ello. Menos mal que en este caso solo me costó dinero...

Habiendo superado holgadamente los cuarenta, la relación que tenía con Rita, una ex empleada de 22 años, me tenía a mal traer. No quiero entrar en detalles sobre la cantidad de problemas que me provocaba esta situación, porque en definitiva el estado de excitación con el que viví ese momento borraba cualquier dificultad. Tampoco sería materia de un relato los detalles y circunstancias relacionadas con el tema, sino que lo que intento narrarles comenzó cuando se produjo un acercamiento con su compañera de estudio. Lucy, así la llamaremos, era una morocha algo mayor que Rita, con un físico impactante, muy popular entre sus compañeros. Conocía nuestra relación, y nunca la desaprobó, por lo menos explícitamente.

Les aclaro que no hubo un trío con las chicas, si es que alguno espera algo así del relato, puede abandonar ya.

Hace unos meses ocurrió algo que precipitó los hechos que habré de contarles: el padre de Lucy, que sostenía sus estudios- fue despedido, no cobró indemnización porque la empresa fue declarada en quiebra, y se vió en serias dificultades para girar el dinero a su hija. Después de tres meses de atraso, Lucy recibió una intimación del dueño del departamento, amenazándola con un inminente desalojo, donde debería pagar no solo la deuda por alquileres e impuestos, sino también los honorarios del pleito, comprometiendo no solo a su padre sino también al garante de contrato de locación. Justamente esta persona –amiga de la familia- también fue intimado, creandose una situación muy delicada.

Vinieron juntas a consultarme –olvidé decirle que soy abogado- y les expliqué los inconvenientes del caso, los costos del desalojo, etc.. Lucy Se mostró muy angustiada, diciendo que no tenía forma de arreglar el tema, que le preocupaba más que nada el tema del garante, y que además debería dejar el lugar, y volverse a su pueblo hasta que consiga un trabajo para mantenerse.

-Si no parás esto ahora, se te hará una bola manejable, le dije.

-¿cómo lo voy a parar si no tengo un peso¡¡?

La miré a Rita, de una forma que creo ella me interpretó, y le dije:

-Podría darte una mano, bajo compromiso de reintegrarme de alguna forma lo que gaste en solucionar el problema. Lo hago por tu amiga y con ella de aval, como te imaginarás...

-Le agradezco, pero me tendría que esperar hasta que mi papá pueda hacerse con el dinero, no sé cuando será eso, no puedo comprometerme.

-Si tu padre me firma un pagaré, yo me haría cargo y te prometo aguantar el documento hasta que él pueda pagarlo. Más no puedo hacer, salís del paso ahora, pero en dos o tres meses vas a estar igual, y entonces ya no podré ayudar. Está claro?

-Y, supongo que no tengo otra salida, caso contrario debo dejar el departamento y volverme a mi pueblo.

-Quedate tranquila, de alguna forma me vas a pagar, quizás Rita te ayude a hacerlo, dije,. ¿Vos estarías dispuesta?

-Quizás, me contestó, dándome esperanzas para que no me arrepintiera de la ayuda prometida a su amiga.

Cumplí mi parte, pagué toda la deuda, (más de mil pesos), y le mostró a Lucy una fotocopia del recibo, quedándome con el original, donde constaba el importe abonado. A los dos días el padre de ella viajó, le explicaron el arreglo y él me firmó el documento. Le dijeron que la había ayudado porque era el "tío" de Rita. Un padre confiado cree cualquier cosa...

Pasaron más de cuarenta días, y no tuve noticias del padre de Lucy. Así fue que la llamé y le dije "mirá, necesito el dinero", y cosas por el estilo. Como ella no tenía todavía posibilidades de reintegrarlo, le pedí que nos reuniéramos en su departamento para buscar una solución. Lucy no podía oponerse mucho, de modo que me dijo que sí, y quedamos reunirnos un viernes a la noche, que era el día que podía salir de mi casa sin tener muchas complicaciones.

Lucy preparó algo para cener, y aparecí con dos botellas de vino, La cena transcurrió tranquila, aunque noté en el ambiente como una sensación de calma, la que precede a las tormentas, diría, y cuando tomábamos un café decidí que era momento de abrir el fuego.

-¿Qué piensan hacer con el dinero?

Hablé en plural, como si el problema fuera de ambas, lo que extrañó a Rita, ciertamente.

-¿Yo le debo algo, acaso?, dijo de buen tono.

Como estaba sentado a mi lado, su mano posada sobre mi entrepierna me apretaba el miembro en forma no muy disimulada. De hecho, Lucy veía donde estaba situado el brazo de su amiga.

-Creo que sí, yo le presté el dinero porque vos te comprometiste a ayudarla para que lo devuelva, o no te acordás? La deuda es de las dos...

-Yo debo mil pesos?, preguntó alarmada.

En ese momento Lucy había ido a la cocina, y aproveché para hablarle en voz baja:

-No sé cuánto me va a costar, pero quiero que la convenzas de unirse a nosotros...

-Yo no tendría problemas, pero ella no quiere saber nada, ya hablamos algo del tema después que le prestó el dinero, sabíamos como venía la cosa.

-Bueno, dame una mano¡¡ le dije ansioso. Habla con ella, convencela de alguna manera.

-Voy a tratar, pero no creo que tenga suerte.

Se fue para la cocina y según me contó después le dijo a Lucy de mi exigencia, y ella la llevó a un pequeño balcón, donde hay un lavaderito, porque no quería que yo escuchase.

-Mirá –le dijo a Rita- si le doy hoy lo que pide, cuando me apriete con la plata la próxima vez qué le daré? Tenemos que entregar algo, pero dejar un resto para más adelante.

-Yo te entiendo, -respondió Rita- pero no es fácil manejar una cosa así, no veo donde poner el límite. Además le debes mil pesos, no son monedas, pensalo.

Lucy estaba muy nerviosa. Pensó un momento, y me dijo "mirá, andá al living, entretenelo vos de arranque, decile que juntas no, en eso ponete firme, en fin, maneja un poco la situación. Yo entro en un ratito y me voy a mi dormitorio, y después vemos que pasa. Vos tratá de quedarte en el living, sí?

Rita volvió y se sentó a mi lado, en el divan donde miraba televisión. Dijo que le dolían los pies, y se sacó las zapatillas y las medias, quedando con el joggin y la remera. Una estufa de gas había caldeado el ambiente, y las dos botellas de vino pusieron lo suyo.

-¿Qué dijo?, pregunté ansioso.

-Mirá, juntos los tres, no.

Para que no me enojara me besó el cuello, y su mano tomó mi miembro y lo apretó bajo el pantalón, notando que estaba durísimo. Sentí la presión y suspiré hondo, cerrando los ojos. Se inclinó sobre mi, desabrochó mis pantalones, y los sacó, tirándolos lejos, junto con zapatos y calzoncillo, en un amasijo de ropas. Me desnudé, quedando totalmente desnudo y despatarrado en el diván.

Cuando empezó a chuparme la verga mis gemidos se hicieron más hondos, quería que Lucy me oyera, le agarré la cabeza con ambas manos y la subía y la bajaba en mi palo, y le dije algo así como "que bien que chupas la pija, putita", o algo parecido, porque por la calentura del momento no recuerdo ni lo que yo mismo hablaba. Solté su cabeza, estiré la mano, y le fue bajando el joggin, dejándoselo por las rodillas. Acaricié sus nalgas con mi mano derecha, mientras mantenía la otra sobre su cabeza, para que no dejara de chuparla. Despues de meterle dos dedos en la vagina, cuando vi que estaba mojadísima, deslicé sus dedos por la raya y los puse en la puerta del culito. No me costó mucho meter un dedo, el segundo ya lo sentió, y pegó un débil gemido.

-Andá aflojándolo, si?

-Siii, dijo como pudo ya que seguía con la pija en la boca.

Sabía mi afición por la cola, y a ella también le gustaba. Mi verga inflamada, dura y grande, le acalambraba la boca, así que finalmente dejó de mamarla.

-Me estaba ahogando¡¡, me dijo.

Le hablé al oído, "disculpá, sos divina, divina, ahora alcanzame el pantalón, por favor".

Lo trajo, y de un bolsillo saqué un pote pequeño, era vaselina con la que cubrí todo el miembro, desde la cabeza hasta los pelos, dejándola brillosa y resbaladiza.

La hice poner en cuatro sobre el sillón, me arrodillé detrás de ella, y le meti la lengua primero en la conchita y luego me detuve en el agujerito del culo, poniéndole loca y putísima, les puedo jurar que allí Rita tuve el primer orgasmo. Finalmente me paré y le apoyé la verga en el trasero.

Las luces estaban casi todas apagadas, pero aún así cuando Lucy ingresó al living para pasar al dormitorio vió a su amiga en cuatro patas sobre el diván, conmigo atrás a punto de cogerla por el culo. No dijo nada, y se introdujo rápido en su dormitorio.

Arrimó la puerta, pero no la cerró del todo, así que debe haber escuchado el primer gemido cuando la pija empezó a entrarle por atrás. La vaselina cumplió su papel, ciertamente. Sentí la presión del miembro contra el pequeño agujerito, que aflojó pronto, colándose de a poco en el culito de Ruita, quien gimió quedamente. Parecía que no quería ser oída por su compañera, el pudor jugaba su papel, ciertamente.

En cambio yo pretendía que el rumor llegara al dormitorio donde estaba Lucy, por lo que alcé un poco la voz:

-Si, cosita, abrite ya, mmmm que bien te entró, la sentís toda?. En realidad hablaba para Lucy.

Me seguí moviendo, sabía cuanto le gustaba a Rita coger por el culo, empezó a suspirar y decir cosas por lo bajo, que no lograba oir bien.

"Dale, si, dale más, dale, uuhhh, aaahhh,", se agarraba al respaldo del diván, y mordía su gruesa tela. La enterré toda, y después de escuchar un "ahhhhh" ronco y sostenido, la saqué despacio, tomé su joggin que había quedado en el divan, limpié la verga lo mejor que pude, y me fui para el dormitorio.. Dejé la puerta más abierta, para que Rita pudiera ver qué pasaba adentro, pero desde donde estaba su visión era muy limitada.

Entre a la habitación sin estar totalmente seguro sobre cómo sería recibido. La luz estaba apagada, y llegaba un poco de claridad del living y de una ventana lateral, con la persiana casi totalmente baja. Lucy estaba apoyada sobre el respaldo de la cama. Llevaba puestas una calza, y una camisa con los botones superiores desprendidos. Noté que estaba sin corpiño.

Me sentí un poco ridículo por hallarme desnudo, de modo que me apresuré a cubrir mi entrepierna con la almohada.

Ella rompió el fuego, menos mal, porque yo no sabía cómo empezar.

-¿la pasaron bien?, preguntó.

-mmm, que pregunta...

-¿por qué se quejaba tanto?

-después ella te cuenta, no?

Mientra decía esto, me acerqué a su oreja, bajando mi mano hacia su entrepierna. Me dejó hacer. Introduje la mano bajo la calza, la muy putita se había sacado la bombacha, de modo que mis dedos entraron pronto en contacto con su conchita. Al sentir el contacto, se tensó un poco, y abrió la boca. Mi lengua en su oreja se movía sin parar, y eso creo la hizo entrar pronto en calor. Le saqué la calza a los tirones, me acosté boca arriba y le pedí que me chupara la verga.

Estuvimos un rato en esa posición, hasta que le dijo a Lucy que se pusiera en cuatro, en el borde de la cama. Volví a untarme la pija con vaselina, y le puse un poco a ella en la puerta y los bordes de los cachetes.

Me incliné un poquito y le apoyó la cabeza de la verga en el culito, que desde donde yo estaba se veía espectacular, brillando sus nalgas por la vaselina desparramada en sus cachetes. La sujeté por la cintura, y traté de meterla, pero fue allí donde ella se resistió, no había pensado que pretendía sodomizarla.

-Pará, que estás haciendo¡¡?

Con mi boca pegada a su oído, le dije en voz baja "te hago la cola, si?"

-No¡¡, ni loca, dejate de joder...

-Dale, no seas así, a Rita le encantó...

-Con razón gemía de esa forma. Pero a mi no me gusta¡¡

Me desesperé, la tenía ahí, en mis manos, abierta de piernas con el culito para arriba y no se dejaba penetrar la muy hija de puta.

-Dale mamita, decime que querés por el culito.

-.......

-¡pedime lo que quieras, ya decíme que querés...¡¡

Supongo que esperaba oir algo así. Ese es el momento en que empezó la "inversión" y a esfumarse mi dinero.

-vos sabés...

-qué?

-no te hagás el tonto, una cosa por la otra.

Entendí. Me iba a salir caro ese culito, que hija de puta... Pero en ese momento qué podía negociar? Loco y recaliente, no dudé un segundo en decir que si.

-Lo que vos digas, como quieras, contesté. Abrite, putita, separate los cachetes con las dos manos.

Entonces pareció relajarse, apoyó la cabeza contra la cama, tiró sus brazos hacia atrás, tomó los cachetes y como si abriera un durazno, separó las mitades. Yo no veía bien por la oscuridad, tantee el culo con los dedos, y cuando ubique la puerta, fui levando despacio la pija hasta el lugar justo.

-Tené cuidado, no quiero que me duela...

-descuidá..

Quise hacer durar ese momento de gloria. Pasé la cabeza de la pija una y otra vez por la raya, de arriba abajo, acariciando las nalgas, abriéndolas un poco, y cuando no pude esperar más, apoyé la cabeza en el agujero y empujé, haciendo presión, mientras la tenía tomada por las caderas.

-haaa¡¡, despacio¡¡.

Sentí como entraba la pija en el estrecho canal, que me ajustaba como un guante. Eso es lo que me vuelve loco del sexo anal, la forma como el culo te devora la pija y la aprieta de una forma inigualable, y escuchar los gemidos de la mujer que se siente penetrada.

Lucy se puso loca, no podía gritar por miedo a que la escuche algún vecino, y por el pudor que le daba la presencia de Rita en la otra habitación, así que manoteó una almohada y hundió su boca en ella, mordiéndola y ahogando los gemidos.

-Te dije despacio¡¡¡ hijo de tu madre.

-Aguantá un poquito más, cosita, yegua, que orto divino que tenés....

La escena estaba cada vez más caliente. No podía creer cómo le estaba rompiendo el culo a Lucy, como le entraba toda esa verga hasta los huevos y cómo ella podía gozarla de esa forma, ya que por los gritos y gemidos incoherentes que expresaba me pareció que había acabado más de una vez.

-hay papi, ya casi estoy, tratá que acabemos juntos, sí?

Hubiera querido que durase más, pero no podía aguantar más. Una cosquilla electrica empezaba a subir por la pija.

-si, mamita, sí, creo que me viene, abríte bien, si, ahh, si, si, mové el culito, no parés, seguí, así, bien, ya me viene, ya, no aguanto más, vos acabas, Lucy, sí, sí, siiiiiiii.

La aferré por los hombros y la meti totalmente hasta los huevos, la dejé un momento, y luego cuando la sacaba le pedí a Lucy, "apretala con el anillo, por favor, dale", ella me hizo caso, "así, así", me estaba exprimiendo la pija hasta la última gota, y cuando finalmente la saqué, unas gruesas gotas quedaron en la puerta del culo, abierto y brilloso.

Despues de unos minutos donde recuperamos el aliento, pasó la factura.

-Estamos a mano..., supongo

Resignado, le dije:

-Y bueno, como decía mi abuela, lo que no se va en lágrimas, se va en suspiros... Pero supongo que me queda algún crédito para algún día de estos, no?

-Lo tengo que pensar, supongo que sí.

Como pueden imaginar, no era la única cuenta que habría de pagar, porque como también decía la nona, "tira más un pelo de concha que una yunta de bueyes..."

Al rato nos juntamos los tres en el living, como si nada hubiera pasado. Pero esa es otra historia.