Cubriendo las necesidades de una madre 2.
Ahora me salió más trabajo, mi tía se enteró qué mi madre había follado con un joven y ella también quería. Otra vez tenía que engañarlos. ¿Lo conseguiré?
Cubriendo las necesidades de una madre 2.
El día que volvió mi padre, los noté muy divertidos. Incluso aquella noche, a pesar de que mi padre estaba muy cansado, escuché que tuvieron sexo. Sin duda, con lo caliente que era mi madre, le habría contado lo que hizo y acabaron follando. ¡Si él supiera qué el que la había follado era su hijo! Seguro que se hubiera enfadado y sabe dios cómo acabaría yo. Por suerte follé a mi madre con los ojos vendados durante todo el tiempo.
Pasaron dos semanas desde que mi madre se satisfizo con el falso Juan y durante todo ese tiempo nuestras vidas continuaban igual, la monotonía de los días variaba un poco pues mi padre, aun estando algo cansado, algunas noches le daba a mi madre su ración de sexo. Suponía que mi madre le volvería a contar su experiencia y eso lo calentaría.
Pero llegó un día en que mi vida volvía a complicarse. Era por la noche y mi padre estaba de viaje. Tras la cena, mi madre y yo estábamos sentados en el salón. Ella veía la televisión mientras yo miraba los mensajes de los amigos.
- ¡Enrique, cariño! – dijo mi madre apagando la televisión y acercándose a mí – Tendría que pedirte otro favor respecto a tu amigo…
- ¿Otra vez lo necesitas? – la miré y parecía acusarla de ser una madre demasiado caliente con los jóvenes.
- Bueno, si te confieso mis necesidades dejarías de ser mi hijo. – aquellas palabras me asustaron un poco – La verdad es que no soy yo la necesitada. Es tu tía Pili.
- ¿La tita también? – joder, las mujeres de la familia estaban demasiado calientes.
Entonces, mientras escuchaba la petición de mi madre, pensé en mi tía. Pili era cuatro años más joven que mi madre. Su cuerpo no tenía nada que ver con ella, era alta y generosa en curvas. Tenía un culo que me sirvió en más de una paja como inspiración. Se había operado las tetas y eran extremadamente apetitosas, lo sé porque un día las enseño generosamente a toda la familia, como quién enseña un juguete nuevo.
- … y es por eso que tu tía también quiere probar a Juan, pero ella dice que de taparse los ojos nada de nada, qué si no quiere que le vea la cara, que se ponga un pasamontañas. – la veía tan excitada como si la volviera a follar a ella.
- ¡Vale! – le dije. Tendría que volver a hacer el numerito del falso Juan, pero esta vez sería más por el placer de follar a mi tía que por cubrir la necesidad de ella – Tengo que hablar con Juan y ver cómo lo preparamos todo…
- De acuerdo, ese día me iré de casa y os dejaré que hagáis lo que queráis. Sabes que vive con tu abuela y no es posible que la vea allí, así que tendrás que prepararlo todo para hacerlo aquí. Me iré y le traes a Juan.
- Otra cosa igual, pero con pasamontañas… - le dije como si cogiera nota mentar – De acuerdo.
El plan era sencillo, sólo tenía que hacer lo que hice la vez anterior. El problema era buscar un pasamontañas. Me costó pues tenía que tener libre sólo los ojos y la boca. En una tienda perdida de la ciudad encontré uno, me estaba algo ajustado, pero me valdría. Pedía a dios que aquel color rosa no hiciera que mi tía se burlara mucho o me lo quitara cuando menos me lo esperaba. En fin. Lo guardé bien en casa y mi madre me confirmó que mi tía estaba dispuesta para el sábado noche, si Juan quería. Hice como que mandaba unos mensajes y al poco le confirmé que para el sábado por la tarde/noche se lo traería a la habitación como hice con ella la otra vez.
Para no aburriros con pormenores y algunas dudas sobre si me saldría bien eso de follar a mi tía, llegó el sábado que tanto esperaba mi tía. Mi padre descansaba ese día y se marchó con mi madre después de comer para tener una tarde noche romántica y dejarnos la casa para nosotros.
- ¡Vale papá! – le dije dándole un beso a él y a mi madre - ¡Pasadlo bien!
Los dos se marcharon y quedé sólo en la casa. Sobre las nueve de la tarde apareció mi tía. Nada más verla y pensar que en un rato la estaría follando, mi polla empezó a ponerse dura, muy dura bajo el pantalón. Le ofrecí una bebida y la dejé en la habitación de mi madre para que se fuera cambiando de ropa. Deseé pedirle que me dejara allí para ver como se desnudaba y después se ponía las ropas que había pensado en ponerse. El aviso de que un mensaje había llegado, me dio la oportunidad de fingir que Juan me esperaba en la calle. Así, mi tía quedó en la habitación y volví a fingir que salía y al rato entraba con mi amigo. Golpeé en la puerta para entrar y ver si mi tía estaba preparada.
- ¿Estás lista? – pregunté y ella estaba de rodillas en la cama, desnuda y con algo de la ropa de la cama intentaba ocultarse a mi vista - ¡Oh, perdona! – miré atrás y hablé a mi amigo imaginario mientras cerraba la puerta – Cuando ella te llame entra… Como hiciste con mi madre…
Cerré la puerta y empecé a desnudarme rápidamente. Un “¡Pasa ya!” de la dulce voz de mi tía me invitó a pasar, puse la mano en la puerta para abrir y “¡Mierda, no me he puesto el maldito pasamontañas!” Volví al pantalón y cogí al maldito, me lo puse y la verdad que ahora en el momento me sentía incómodo con él. Abrí la puerta y entre desnudo y bastante erecto.
- ¡Joder chico, sí que vienes preparado! – me dijo al contemplar mi exagerada erección, follar a mi tía Pili era un sueño que se iba a hacer realidad - ¡Ven y toma todo lo qué quieras!
Estaba desnuda, de rodillas en la cama. Se había maquillado tan preciosa que sentí ganas de amarla más que de follarla. Echó su espalda atrás y abrió ligeramente sus muslos. Me ofreció la hermosa visión de su coño, lo tenía totalmente depilado y sólo había dejado un triángulo no muy grande de pelos en lo alto de la raja que formaban sus labios vaginales que tenían el brillo que producía los flujos que empezaba a lanzar. Mi madre tuvo que contar maravillas de Juan cuando Pili estaba tan caliente sólo con la expectativa de echar un buen polvo. Me acerqué, la rodeé con un brazo y la besé en la boca, hundiendo mi lengua en su boca.
- ¡Joder hijo, se ve que tienes ganas de follar! – y no lo sabía bien mi tía, mucho tiempo pasé soñando que la tenía en la cama como aquel día. Su mano se aferró a mi endurecida polla – ¡Qué bien lo vamos a pasar! ¿Por qué no te quitas esa tontería de la cabeza?
No dije nada, me subí a la cama y me puse tras ella, abrí mis piernas y pegué todo lo que pude mi cuerpo al suyo. Mi polla daba en su espalda y pasé mis manos bajo sus brazos para acariciar sus tetas. Cogí sus pezones endurecidos con mis dedos y besé su cuello, se agitaba y su cuerpo se rozaba contra mi polla.
- ¡Quiero comértela! – me dijo.
Se deshizo de mí y se giró para buscar mi polla. La aparté y me tumbé en la cama boca arriba. Ella agarró mi polla y pasaba su lengua desde los huevos hasta llegar a mi glande. Agarré su culo y lo manoseé. Ella también quería que yo comiera. Se movió hasta que su rasurado coño estuvo a la altura de mi boca, se acomodó y mi polla quedó al alcance de su lengua. Sentí como bajaba la piel que cubría mi glande y el calor de su boca lo envolvió, alcé un poco mi cabeza y mi lengua empezó a buscar entre sus labios vaginales su clítoris.
- ¡Anda, ya habéis empezado! – escuché la voz de mi madre después de escuchar la puerta, no era posible que hubiera venido para unirse a mi tía y mi amigo.
- ¿Pili, no te importará que miremos? – ese era mi padre. No lo podía creer, por qué estaban allí – Hemos follado muchas veces juntos y no nos podíamos resistir a verte con un joven amante.
- ¡Claro que no me importa! – dijo mi tía. Lo que dijo mi padre me asustó y me dejó más confundido…
- Mira hermana, te pondré la grabación del otro día, mientras ese semental me dio todo lo que necesitaba… - el corazón se me iba a salir del pecho. Mi madre había grabado cómo Juan la había follado el otro día, pero él no fue, fui yo. Si mi padre lo veía montaría en cólera. Intenté deshacerme de mi tía pero me tenía los brazos cogidos con sus piernas, no podía hacer nada. – Mira, aquí se marcha Enrique y ahora en unos segundos entra nuestro Juan. – me iba a desmayar por el terror.
- ¡Ese es tu hijo otra vez! – dijo mi padre - ¡Y desnudo!
- ¡Dios mío! – dijo mi madre – No puede ser que nuestro hijo me haya engañado y me haya follado sin yo saberlo.
- ¡Sí, ese es tu hijo! – dijo mi tía – Entonces ¿quién tengo bajo mi cuerpo?
- ¡Espera! – dijo mi madre y la vi aparecer tras el redondo culo de mi tía - ¡Tú eres… tú eres…! – agarró con una mano mi pasamontañas y me lo quitó de un buen tirón - ¡Enrique, eres tú!
No sabía qué hacer ni qué decir. Me sentía atrapado en mis mentiras. Había conseguido follar a mi madre, pero ahora que hacía realidad mi sueño con mi tía, todo había sido descubierto y me esperaba un buen castigo por tener sexo con mentiras.
- ¡Oye Marta! – dijo mi padre – No me contaste que tu hijo te había chupado el culo.
- ¡Bueno, sí! – parecía que los tres se olvidaban de mí. Mi tía seguía inmovilizándome mientras veían el vídeo – La verdad es que tu hijo me dio lo que necesitaba.
- ¡¿Por qué lo hiciste?! – me preguntó mi padre mientras con la mano le indicó a Pili que me liberara. Me senté en la cama y me puse una almohada para taparme un poco.
- Bueno, creí que era lo mejor para mamá. Era imposible que mis amigos le dieran lo que ella necesitaba… No porque no quisieran, sino porque después hablarían tarde o temprano y todo se descontrolaría.
- ¡Mi niño piensa en lo mejor para nosotros! – mi madre se sentó junto a mí y me abrazó acariciándome maternalmente - ¡¿No crees que ha tenido buenas intensiones?!
- ¡Tendría buenas intenciones, pero la realidad es que te ha follado y bien! – miró y señaló al televisor – ¡Mira, ahí está disfrutando mientras clava su polla en tu coño! ¡Es un pervertido!
- ¡¿Verdad qué no estabas disfrutando al hacerme esas cosas tan horribles?! – me dijo ella cogiéndome del mentón - ¡Tú sólo quería lo mejor para mamá!
Tenía la mente embriagada por aquella situación. Allí estaba yo, desnudo, atónito, mientras mi tía Pili desnuda, mostraba una sonrisa por lo divertido que se lo estaba pasando. Mi padre mostraba su cara de enfado y mi madre, aun habiéndola follado sin su consentimiento, me daba cariño y se mostraba comprensiva. Algo iba mal.
- Marta, pero me dijiste que habías disfrutado con lo que te hizo. – dijo mi padre.
- ¡Claro! – mi madre se puso en pie desafiante – Yo no sabía que era mi hijo, pero de saberlo, seguro que hubiera disfrutado más. – cada palabra que se decía, cada situación me hacía perderme en un torbellino de confusión.
- ¡Y ahora que hago yo! – dijo mi tía Pili - ¡Aquí estoy, desnuda y sin aliviarme!
- ¡No te preocupes, cuñada! – mi padre se acercó a ella e iba sacando su sexo del pantalón - ¡Sé que te gusta chupar mi polla!
Cuando mi tía agarró la polla de mi padre y empezó a lamerla suavemente, todo me pareció un ensueño, creí que no me había despertado. Era excitante y extraño. Muchas veces habíamos estado en reuniones familiares y nunca pude imaginar a mi tía Pili mamando a mi padre. Mi madre también se subió a la cama y las dos jugaban con sus bocas y la polla de mi padre que las acariciaba y las miraba.
- Enrique. – dijo mi padre – le pedí a tu madre que se grabara mientras follaba con tu amigo Juan pues hay una cosa que me excita, verla follar con otros hombres. – las dos hermanas seguían lamiendo y acariciando su polla – Nunca se lo pedí pues sé que a ella eso de follar con cualquiera no le gusta. – podía ver como mi tía movía la cabeza, haciendo que la polla de mi padre le entrara y saliera de la boca, mientras mi madre lamía sus huevos – El día que me propuso follar con un amigo tuyo, casi me corrí de gusto, pero necesitaba verla mientras lo hacían. Así que se lo pedí y ella accedió. – las dos mujeres cambiaron, ahora mi madre se tragaba la polla hasta el fondo de su garganta mientras mi tía desabrochaba la camisa para lamer los pezones de mi padre – Cuando volví del viaje y vimos que en realidad tú eras quién la había follado, los dos tuvimos una noche loca de sexo. Cada vez que te veía meter tu polla dentro de ella, mis huevos lanzaban el semen. – las dos se afanaban por darle todo el sexo oral que él necesitaba - ¡Vamos hijo, abandónate al sexo! ¡Ahí tienes esos dos hermosos culos!
Miré a mi padre, después el desnudo culo de mi tía… el culo de mi madre. Mi padre alargó la mano y subió la falda que cubría el culo de mi madre. Volví a mirar a mi padre que mostraba un gran placer con aquella situación. Con su cabeza me indicó que me atreviera a hacerles lo que me diera la gana, lo que me apeteciera.
- ¡Vamos hijo! – me dijo - ¡Nunca tendrás dos culos tan buenos y dispuestos para ti!
Los volví a mirar. El de mi madre era redondo y algo más pequeño que el de mi tía. Los dos iguales de apetecibles. Podía ver los labios vaginales del coño de mi tía. Mi madre tenía unas bragas rojas que ocultaban su coño, pero se metían entre los cachetes de su culo y deseaba morderlos. Volví a mirar a mi padre que con sus manos me ofrecía los dos culos.
Me quité la almohada que tenía encima y me dirigí gateando hasta las dos hembras que le comían la polla a mi padre. Tenía aquellas redondeces delante de mí y me llegaban los aromas de sus sexos. Mi polla empezaba a despertar después del susto que me habían dado. Metí mi boca en el culo de mi tía que empezó a gimotear, mientras mi mano izquierda comenzó a tocar el coño de mi madre por encima de sus bragas.
- Me gustó ver cómo le comías el culo a tu madre. ¡Prueba este! – las manos de mi padre separaron los cachetes de mi tía y delante de mi cara apareció el redondo y oscuro ano.
- ¡Sí Enrique! – dijo mi tía cuando mi lengua jugaba con su esfínter – ¡Nunca me habían hecho esto!
Mientras lamía a mi tía, mi madre se tragaba la polla de mi padre por completo. Mi mano izquierda agarró la tela que se ocultaba entre sus nalgas y las apartó a un lado. Su coño quedó al descubierto. Mis dedos acariciaron sus labios vaginales y busqué la entrada a su vagina. No fue difícil, estaba mojada y uno de mis dedos entró para explorar su entrada.
- ¡Ahora el de tu madre! – sus manos dejaron a mi tía y agarraron el culo de su mujer, separó los cachetes y me hundí en el placentero culo de mi madre - ¡¿Te gusta cariño?!
- ¡Sí, tu hijo come mi culo y me vuelve loca! – mi madre agitaba su culo y gemía - ¡Tienes que enseñar a tu padre!
Agarré sus bragas y se las bajé hasta quitárselas por completo. Mi tía ahora se tragaba la polla de mi padre mientras yo me dedicaba a lamer el culo y el coño de mi madre. Mi padre le quitó la camisa a mi madre y después el sujetador, sus tetas colgaban y mi padre le tocaba un pecho mientras la otra mano amasaba otra teta de mi tía. Todos gemíamos y disfrutábamos.
- ¡Venga, ahora tú! – mi madre se levantó de la cama y le habló a mi padre, se desnudó por completo y me hizo tumbarme en medio de la cama - ¡Vamos cariño, cómenos el culo mientras mamamos a tu hijo!
Cada una se colocó a un lado de mí y empezaron a jugar con sus manos y bocas con mi polla, la acariciaban, me lamían, me mamaban juntas, en una coreografía perfecta que me daba tanto placer que creía que me iba a correr al momento. Mi padre se colocó tras mi tía y con sus manos separó las nalgas, hundió su boca y mi tía me pareció excitante cuando su cara cambió por el placer que sentía. Mi padre no tardó mucho en hundirse en el culo de mi madre. Aquellas mujeres gozaban de aquella incestuosa reunión. En el televisor sonaban los gemidos de mi madre mientras la follaba el otro día, mientras que en la habitación se podía escuchar los gemidos mi madre y los chasquidos que daba mi tía al mamar mi polla.
- ¡No puedo más! – dijo mi madre y se incorporó, caminando de rodillas colocó su coño a la altura de mi boca. Yo sabía bien lo qué tenía que hacer - ¡Vamos mi niño, cómete a mamá!
Mi lengua separó los labios vaginales y busqué su clítoris para castigarlo. Sentí la boca de mi tía que se tragaba por completo mi polla. Mi padre se afanaba en lamer su culo y su coño. Todos gozábamos y gemíamos. En un momento mi boca se inundó con los flujos de mi madre, se estaba corriendo y todo su cuerpo se agitaba.
- ¡Dios, el primero, el primero! – agarró mi cabeza por los pelos y empujaba mi boca contra su coño - ¡Necesito más, necesito tu polla en mi coño!
Mi madre se levantó y me hizo levantar. Se colocó en el filo de la cama con el culo en pompa, justo al lado de su marido. Mi padre tocó su coño con la mano.
- ¡Estás totalmente empapada! – dijo mi padre.
Mi tía lo cogió de la mano y lo hizo tumbarse en la cama. Se colocó de pie en la cama y, abriendo sus piernas, se puso sobre su hermana. Me coloqué tras mi madre para penetrarla, Pili me ayudó inclinándose y dirigiendo con su mano mi polla hasta la mojada vagina de su hermana. Empujé un poco y mi polla entraba sin dificultad.
- ¡Siiiií, métela entera! – me dijo mi madre mientras mi tía cogía mi mentón y me besaba en la boca - ¡Más, quiero más!
Mi padre se masturbaba mientras nos veía follar, le gustaba ver cómo se follaban a su mujer y qué fuer su hijo le volvía loco. Pili se puso completamente erguida y acercó su coño a mi boca. Lo besé y ella separó sus labios vaginales con las manos. Allí delante de mis ojos aparecía el abultado clítoris, esperando que lo lamiera.
Agarré las caderas de mi madre y empujé mi polla para clavarla en lo más profundo de su vagina. Estaba más caliente que el otro día y su interior hacía movimientos que me producían placer. Saqué la lengua y lamí la punta del clítoris de mi tía, sus piernas se agitaban con el contacto de mi lengua. Agitaba las caderas de mi madre y mi polla la follaba con intensidad. Las dos gemían de placer y mi madre se calló cuando mi padre le puso la polla delante de la cara y se hundió en su boca.
Mi lengua recorría la mojada raja del coño de mi tía. Pili me acariciaba la cabeza y la empujaba contra ella. Recorría su abultado clítoris hasta que se perdía dentro de su vagina. Saboreaba los flujos que generosamente mi tía me regalaba.
- ¡Uf, sobrino, me voy a correr! – dijo mi tía mientras mi lengua recorría su coño - ¡Sí, no puedo más, no puedo más!
Sentí mi boca inundarse con los líquidos que la vagina de mi tía me daba. Clavé mi polla con más fuerza en mi madre que daba gemidos apagados por tener la boca llena con la polla de su marido, mi padre. Las piernas de Pili temblaban por el orgasmo que estaba sintiendo y en un momento se separó de nosotros y se puso a cuatro patas junto a su hermana.
- ¡Vamos, folla a tu tía, no la hagas esperar!
La saqué de mi madre que intentó detenerme, pero no pudo. Me coloqué tras el hermoso y redondo culo de Pili. Puse una mano en cada nalga y las separé. Podía ver sus dilatados labios vaginales que se agitaban esperando que la penetrara. Aproximé mi polla a su vagina y mi glande tocó la húmeda entrada.
- ¡Sí, clávamela, folla a tu tía!
Empujé mi polla y la clavé por completo, hasta que mis huevos chocaron con su culo. Dio un gran gemido y después pequeños gemidos cada vez que le metía mi polla. Mi madre abandonó la polla de mi padre y mi tía se hizo cargo de mamarla mientras la follaba. Mi madre abrió las piernas y le puso el coño en la boca a mi padre que de inmediato comenzó a comérselo. Podía ver como mi madre gemía y agitaba sus caderas mientras mi padre le comía el coño.
- ¡Sí, siiií, dame fuerte, me corro! – dijo mi tía dejando de mamar a mi padre y agitando su polla con la mano - ¡Me corrooooo, me corrooo!
Aceleré las penetraciones hasta que los gemidos de mi tía se convirtieron en gritos. Cuando vi que ella ya no podía más, clavé mi polla todo lo posible en su coño y su cuerpo cayó hasta quedar boca abajo en la cama conmigo encima. Miré a mi madre que empezaba a tener un orgasmo y lanzaba un chorro de flujos sobre la cara de mi padre.
Cogí a mi madre y la separé de mi padre, la llevé a un lado y me tumbé boca arriba. Ella abrió sus piernas y me montó. Rápidamente se hundió mi polla y me cabalgaba. Podía ver como mi polla salía y se perdía en el interior de su vagina. Junto a nosotros, Pili descansaba boca abajo. Mi padre se colocó sobre ella con la polla bien dura y la puso sobre su culo. No sabía qué quería hasta que no habló mi tía.
- ¡Sí cuñado, clávala en mi culo, cómo a ti te gusta! – miré a mi tía y vi cómo su cara cambiaba cuando la polla de su cuñado empezó a forzar el esfínter de su ano.
Primero poco a poco, mi padre la follaba al principio despacio, hasta que la tuvo totalmente metida en su culo. Ahora él se convirtió en una bestia y la follaba agresivamente. Aquello le gustaba a mi tía que gemía y se retorcía enloquecida por el placer. Mientras, mi madre se agitaba y gemía sobre mí. Me agarré a su redondo culo y lo agité para follarla con más fuerza. Parecía que se iba a correr, pero no lo conseguía por completo. La atraje hacia mí y mamé sus pezones. Aquello la volvía más loca.
- ¡Sí cabrón, me estoy corriendo! – gritó mi tía mientras mi padre seguía castigando su culo con su polla - ¡Otra vez has conseguido qué me corra mientras follas mi culo! – gemía, se retorcía y pataleaba por el placer - ¡Vamos, córrete, acaba en mi culo!
- ¡No, hoy es para mi mujer! – mi padre abandonó a mi tía, boca abajo en la cama y retorciéndose de placer. Se colocó tras mi madre y comprendí lo que quería - ¡Ayúdame hijo! – me dijo.
Agarré las nalgas de mi madre y las separé. Ella botaba sintiendo mi polla llenarla por dentro. Estaba a punto de correrse, ya le quedaba poco y me besaba apasionadamente.
- ¡Sí hijo, sí! – me cabalgaba mientras mis manos separaban y amasaban sus nalgas - ¡Sí, has que se corra tu madre! – entonces la forcé a que parara de mover sus caderas y clavé mi polla por completo - ¡No, eso no, por favor no hacerme esto!
Mi madre había sentido el glande de mi padre que empujaba en su ano. A ella nunca le había gustado el sexo anal, pero mi padre aprovechó que su hijo la dominaba para forzarla.
- ¡Nooooo, carbrooooón! – mi madre intentaba zafarse de nosotros, pero no podía - ¡Eres un hijo de puta! – le dijo a mi padre. Me agité para follarla un poco mientras su ano era dilatado.
- ¡Gracias! – dijo mi padre cuando Pili echó un poco de saliva sobre su polla para que actuara de lubricante.
- ¡Vamos cuñado, sé que llevas mucho tiempo queriendo el culo de mi hermana! – lo animó y mi padre empujó hasta que el glande entró dentro de su culo.
Mi madre daba gritos de placer y de dolor. Los dos la fuimos penetrando poco a poco hasta que su culo estuvo bien dilatado. Unos minutos después, mi padre follaba bestialmente el culo de mi madre que gemía y se retorcía, ya no de dolor, sino del placer que su marido y su hijo le daban.
Cayó rendida sobre mi pecho y las dos pollas le entraban a la vez. Gemía y sus piernas se convulsionaban por el placer. Se estaba corriendo con dos pollas dentro de ella y no podía evitarle, nunca quiso probar la polla de su marido en el culo y hoy tenía dos clavadas en ella.
- ¡No puedo más! – nos dijo destrozada por el placer - ¡Correros ya de una vez!
Mi padre la folló todo lo fuerte que pudo, dando gruñidos de placer mientras yo bajo el cuerpo de mi madre hundía mi polla todo lo que podía. Un gran gruñido y mi padre clavó su polla por completo en el culo de mi madre, empezó a lanzar semen. Yo empujé mi polla, mirando la cara destrozada de mi madre por el placer que sentía. Empecé a soltar mi semen también y la llenamos por completo. Mi padre se retiró del cuerpo de mi madre y su ano quedó muy abierto cuando le sacó la polla, de allí empezó a salir el semen.
Mi polla menguaba dentro de la vagina y poco a poco iba saliendo. Sobre mi polla sentía caer el semen que brotaba de su coño y de su ano. Nos quedamos un rato abrazados, mientras a nuestro lado, mi tía Pili y mi padre se abrazaban y se besaban. No sé cuanto tiempo estuvimos allí parados y acariciándonos, pero pasó un buen tiempo hasta que mi madre y yo nos fuimos a un baño a ducharnos mientras mi padre y su cuñada fueron a otro. Después volvimos a encontrarnos en el salón y hubo más sexo. Durante mucho tiempo hemos mantenido relaciones sexuales los cuatro y a veces, debido a los viajes de mi padre, yo tenía que hacerme cargo de satisfacer a las mujeres, pero eso ya quedará para otro día.