Cuba (3)

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La mañana siguiente nos despertamos tarde. Los tres amigos se habían ido ya a una excursión organizada que ellos habían contratado y nosotros no, así que ese día estaríamos solas las dos parejas. Me despierto con el ruido de la ducha. Mi novia se está adecentando, después de cómo acabó la noche anterior. Me levanto y voy al baño. Tras el cristal veo el perfecto cuerpo de María, empapado. Me mira y me guiña un ojo, haciendo un gesto para que me siente donde estoy. Se ve preciosa, enjabonada. Comienza a acariciarse, pero no con intención de excitarse ella, sino de hacérmelo a mí. Se agarra las tetas, ofreciéndomelas. Se lame los pezones, mirándome. Me da la espalda pero gira la cabeza, mirándome a los ojos, mientras se abre el culo, tentando a mi ya enhiesta polla.

Sale de la ducha, gateando sobre el suelo, hacia mí. Sin usar las manos me la lame, como una dócil gatita. Su lengua recorre suavemente el tronco, los huevos, la punta... hasta metérsela en la boca. Veo que mueve el culo, se está masturbando mientras me lo hace. La agarro sus bamboleantes tetas, y la acaricio los pezones. No aguanto nada, me corro en su boca a la vez que ella tiene que contener sus gemidos por mi polla, por la acción de sus dedos. Se levanta, parte de mi leche cae sobre sus tetas. Nos besamos.

Me vas a hacer una adicta a la leche estas vacaciones.

Tras desayunar nos vamos a la playa con la otra pareja, Elena y Carlos. Elena es una chica muy simpática, muy amiga de la fiesta, al menos hasta que conoció al tranquilo de Carlos. Es muy atractiva: rubia, alta, con unos pechos interesantes y firmes, y un buen trasero. Él tampoco le va a la zaga.

¿Le has contado a Elena lo de anoche? - le pregunto a mi novia.

No, no creo que los chicos les hayan dicho nada tampoco. ¿Se lo decimos?

No sé, igual nos dejan de hablar – reímos.

¡Qué va! ¿Qué te apuestas a que acabas follándote a Elena hoy? - alucinante, mi novia hablando de follarme a otra.

¿Qué pasa, quieres montártelo con Carlos, cacho puta? - bromeo.

Sólo si me follas el culo como ayer, cariño – y me besa.

Cuando extendemos las toallas y nos quitamos las camisetas, veo que Carlos no puede evitar mirar las tetas de María. Lleva un minúsculo bikini de triángulos, y los pezones erectos. Ya está cachonda. Elena va algo más tapada, pero tampoco nada mal.

María se sienta frente a Carlos, y se pone a darse crema. Se detiene especialmente en sus tetas, pese a estar tapadas por el biquini, y mientras lo hace le mira a los ojos. Elena está tan concentrada en darse la suya que no nota nada. Él se tiene que acomodar para disimular una incipiente erección, ella le sonríe al notarlo.

¿Qué tal anoche? - pregunta Elena.

Pues estuvimos de fiesta con los chicos hasta bien tarde, hoy estoy molida – contesta mi novia. - Luego os enseño las fotos – y me guiña un ojo. No creo que se vaya a atrever.

Frente a nosotros, cuatro chicas hacen topless. Si no me hubiesen dejado seco hace un momento estaría empalmado, menuda escena. Se dan crema unas a otras sin dejar de lucirse, está claro que vienen a lo que vienen.

Yo creo que nosotras también podemos lucir como las mulatas, ¿verdad, Elena?

Ni corta ni perezosa, mi novia se quita la parte de arriba del bikini, dejando a la vista sus endurecidos pezones.

¿Qué, Elena, me acompañas?

No, deja, que a mí me da corte – dice, poco convencida, bajo la mirada reprobatoria de Carlos. Parece claro a quién de los dos no le gusta la idea.

¡Que te has creído tú eso! - de un salto María se lanza sobre Elena a intentar quitarla el biquini. Yo me río mientras Carlos pone cara de pocos amigos. Pese a eso, la escena le tiene que estar gustando. Dos chicas buenísimas, una de ellas con las tetas al aire, retozan en la arena para intentar desnudarse. Tras dar un par de vueltas, María queda encima de su rival, y le sujeta las manos con fuerza. Sus pezones rozan los de Elena, que también se han endurecido, todavía a través del bañador. Se miran y se ríen, sus caras separadas a menos de un palmo, recuperando el aliento. Inesperadamente María besa a Elena en la boca, quedándola desconcertada, como a nosotros, lo que aprovecha para tirar del nudo del bañador y quedar sus tetas al aire.

¡Gané! - dice mi novia, feliz. - ¿Nos vamos al agua a quitarnos la arena?

Las chicas se van al agua. Me reafirmo en mi valoración de las tetas de Elena, firmes como una roca a pesar de su tamaño, con los pezones mirando al cielo. Incluso las mulatas se la quedan mirando cuando se mete en el mar.

La mañana y la tarde pasan sin más sobresaltos, entre siestas y paseos. Por la noche la fiesta empieza pronto, los otros chicos no han llegado todavía. Los cubatas corren, y el ron, que dicen que en el Caribe no pega, nos empieza a engañar. Las chicas, en bañador, salen a bailar. Se mueven sensualmente, muy pegadas la una a la otra. Nosotros preferimos disfrutar del espectáculo. Se abrazan y se restriegan mutuamente. La pista está bastante llena, pero aún así destacan.

¡Cómo están las tías! - le digo a Carlos.

Ya te digo. - Está bastante borracho ya, no es capaz de articular mucho más. - Parece que se van a comer los morros una a la otra.

Seguro que lo acaban haciendo – replico - ¿qué te apuestas?

Jajajaja. No creo.

Venga, si en media hora no se han besado, te pones a bailar en medio de ellas, que seguro que algo cae. Si no, yo.

Según van, quien se ponga en medio recibe de las dos, seguro.

Las dos están recalientes, pero no quiero correr riesgos, el plan tiene que salir bien. María está haciendo esto para acabar como anoche, seguro, empalada por dos pollas, y a mí también me parece buena idea.

Voy a por otra ronda. - le digo a Carlos.

Me acerco a la barra del camarero de ayer, casi dando tumbos. Le pido algo sin alcohol para mí y algo con para mi amigo, pero le pido un favor especial.

Oye, lleva a esas dos chicas de ahí otra ronda, y baila algo con ellas.

¿Son vuestras novias?

Sí, pero a ver cómo acaba la noche, ya me entiendes. Tienes que conseguir que se den un morreo entre ellas.

Eso está hecho, brothe', pero luego no te arrepientas de mis técnicas.

No, puedes hacer lo que quieras.

Vuelvo con Carlos y reparto la bebida adecuadamente.

¿Para ellas no has cogido nada? - me dice.

El camarero me ha dicho que ahora mismo se lo lleva, que no le quedaban hielos.

El mulato se mete un momento al almacén y vuelve sin camiseta, con un bañador sólo. El cabrón está cuadrado, menuda 'tableta'. Prepara dos copas y se acerca a las chicas, que en ese momento se abrazan sin pudor. Era cosa de cinco minutos, ni habría necesitado la intervención del cubano.

Se acerca por detrás de mi novia y se pone a bailar pegado a ella. Es bastante más alto que ella, y se agacha con la clara intención de poner su paquete a la altura de su culo. Ella se sobresalta, pero él le dice algo al oído y les da las copas, que se beben casi de un trago.

Ese camarero se va a follar a tu novia como siga así – dice Carlos.

Déjala que disfrute.

Y vaya si lo hace. La muy guarra se frota más y más contra él. Éste, que tiene claro que lo primero es hacerme el favor, coge las manos de mi novia y las pone en las tetas de Elena. Con sus brazos rodea a las dos, pegando sus cuerpos, así que casi no se ve cómo María desliza los dedos por debajo de la tela para encontrarse con los pezones de su amiga. Ella la agarra del culo, también por debajo del biquini.

El mulato le dice algo al oído a mi novia, y ésta, finalmente, le come la boca a Elena. Ella, lejos de resistirse, se entrega al beso. Carlos y yo nos quedamos de piedra, menudo morreo que se dan.

María gira la cabeza y mira viciosa al mulato. Retoma el morreo a Elena, que le magrea el culo, pero las manos de mi novia dejan de atender a su amiga y pasan a la entrepierna del cubano, tocándole por encima del bañador.

Bueno, he ganado mi apuesta, me voy con ellas. - Carlos no puede ni articular palabra cuando me acerco y me pongo entre ellas, que me aceptan separándose de su beso.

Me pongo entre las dos, de cara a María. Elena baila contra mi espalda, no mucho más recatada que como lo hacía antes. Beso a mi novia, notando la respiración del camarero en su cuello.

¿Qué haces con las manos, cariño? - pregunto.

Recorro la verga del cubano. ¡La tiene más grande y gorda que José, el cabrón!

Él la oye y se ríe.

Me tengo que ir, pareja. Pasadlo bien. Nos vemos luego – dice el cubano.

Espera un momento. - mi novia se da la vuelta y le mete la mano en el bañador. Por fin le deja irse.

Te juro que no la abarco.

En esto, Carlos se ha levantado y besa a Elena.

Cariño, coge un par de botellas, te esperamos en la habitación.

Mi novia les coge de la mano y sube con ellos. Yo me voy a la barra, y me atiende el mismo camarero.

Esta noche te vas a follar a tu novia y a la de tu amigo, ¿eh?

Y tú también, cabrón, y lo sabes.

Ambos reímos y me da las botellas.

Cuando subo a la habitación me han dejado la puerta abierta. Desde dentro se oye música. Cuando entro las chicas están bailando, con Carlos en medio. Sólo tiene puesto un bañador. Se besa con Elena mientras María le acaricia el torso. Él tiene una mano en el culo de cada una.

Me acerco por detrás de mi novia y la desabrocho el bikini. Sus durísimos pezones se clavan en la espalda del novio de su amiga. Cuando se lo quito, la propia Elena da la vuelta a Carlos para que se bese con María. Le quita el bañador, dejando a la vista una polla empalmada y unos huevos rasurados. Mi novia le agarra la polla mientras se besan. Yo me limito a mirar cómo Elena se desnuda totalmente. Tiene un culo realmente apetecible. Las dos se arrodillan ante él, y se besan, para justo después comérsela entre las dos. Yo cojo la cámara y se la doy, para que grabe en primera persona cómo su novia le come los huevos mientras la mía se mete entera su polla en la boca. Tras el ejercicio de ayer con la de José, ésta no le supone ningún esfuerzo. Yo me pongo detrás de las chicas, arrodillado tras sus culos, y comienzo a masturbarlas. Están empapadas.

A Carlos le queda poco para correrse, y mi novia le acapara. Le agarra del culo para follarle con la boca. Elena, detrás de ella, la abraza y la besa el cuello. No aguanta más, y anuncia su corrida. Mi novia se quita, haciendo que la leche se desparrame por la cara y el cuerpo de su novia.

Las cojo de la mano y las llevo al dormitorio. Tumbo a Elena en la cama, y María no duda en recorrerla lamiendo la corrida. Comienza en la cara, limpiando lo que ha caído por sus mejillas y labios, y se besan apasionadamente. Sus lenguas se entrelazan fuera de sus bocas. Sigue bajando y se detienen en sus pezones y en sus tetas, acariciándolas, amasándolas. No creo que haya nada más excitante que los labios de una chica chupando los pezones de otra. Baja hasta su depilado coño, quedando en un perfecto 69 lésbico, y se comen mutuamente entre gemidos. Yo no aguanto más y voy hacia mi novia, para ponerle mi polla en la boca. Me la chupa alternando mi sexo con el de su amiga, pero pronto la coge y la pone en la entrada del coño de Elena. Le meto sólo la punta, pero ella misma es la que pide más.

¡Métemela entera, joder, me quiero correr ya!

Se la meto de golpe, y grita. María le sigue comiendo el crítoris mientras me la follo. Se mueve y gime como una perra en celo.

Mientras, Carlos, recuperado, se pone detrás del culo de mi novia y se lo come. Sólo veo sus ojos y sus manos por encima de su culo. Ella cierra los ojos y gime.

Fóllame el culo ya, que tu novia me está comiendo el coño como una auténtica puta.

No tarda en hacerla caso, y se la mete entera. Es la gota que la colma, María se corre entre gritos, mientras su amiga le chupa el coño y el novio de ésta la sodomiza brutalmente. Me clava las uñas en el culo hasta hacerme sangre, provocando que me folle a Elena aún más fuerte. Mi novia le mete dos dedos en el culo, la succiona una última vez mientras se corre, como ella, gritando como una perra.

Carlos y yo sacamos las pollas de los intercambiados cuerpos de nuestras novias, y María nos pide que nos corramos en su boca. Con un último gruñido, tras un par de sacudidas la obedecemos. Esta vez se lo traga todo, y queda recostada en la cama, abrazada a su amiga, mientras se acarician el pelo.

Alguien llama a la puerta.