Cuatro pollas y la de mi marido (2)

"Como queria demostrarles lo puta que soy, les dije:Por favor,apuntad bien y llenarme la boca con vuestra leche calentita.Que quiero saborearla."

Hola, soy Elena de nuevo. ¿Os acordáis?

Mujer casada con Marck, que fantaseaba con ofrecerse a varios chicos que le hiciesen una "Proposición indecente".

Debido a la cantidad de e-mails que he recibido, pidiéndome que continuase con mi fin de semana en Málaga.

Aquí me tenéis de nuevo, recordando mi primera y maravillosa experiencia, de este tipo.

¿Qué os parezco?

En la noche del viernes, no ocurrió nada más. Después de dejarles las pelotas vacías por dos veces y de perder la cuenta de mis corridas. Nos fuimos a la cama.

A la mañana siguiente, no nos levantamos muy tarde, pues quería ir a Benalmadena, de compras.

Me puse una minifalda blanca muy cortita, que casi dejaba ver mi culo, una camiseta ajustada y con buen escote, para realzar mis buenas tetas, y unas sandalias de tacón de aguja. Vamos, que por donde pasase, me mirarían.

Cuando nos disponíamos a salir, dos de los chicos, que habían madrugado también, se ofrecieron a acompañarnos.

Mientras nos dirigíamos al puerto deportivo de Benalmadena, que es la zona donde están las tiendas de moda. Hacían comentarios, de lo acontecido la noche anterior.

Que lo habían pasado de maravilla, que no imaginaban que fuese una chica tan caliente y dispuesta. Que la chupaba de maravilla ,que vaya suerte tenia Marck, de tener una mujer tan golfa, etc.

Al llegar a la zona de tiendas, aparcamos el coche y fuimos primero a desayunar. Los tíos, no me quitaban ojo. Y algunos, pese a ir tan bien acompañada, hacían algún comentario, al cruzarse con nosotros.

Esto me pone a cien, pues me encanta excitar a los hombres. Que me deseen. Sentir como me miran .Y si encima, es en una ciudad, donde no me conocen, mejor que mejor.

Después de desayunar, entramos en la primera tienda. Una tienda de bikinis, pareos, tanguitas de playa, etc.

La dependiente, que era una señora de unos Cincuenta años, pero muy bien puestos. Fue encantadora, enseñándome todo tipo de tanguitas de baño y bikinis pequeñísimos, que era lo que yo buscaba.

Al ver como iva yo vestida, y la confianza que tenia con los chicos, note como un poco de envidia en su mirada. Seguro que a ella le hubiese gustado estar tan bien acompañada.

Seleccione varias prendas y me dispuse a probármelas.

Mi primer negro.

Como soy un poco mala. Salía del probador para que los chicos me diesen su opinión.

Y ellos encantados, pues sus paquetes empezaban a estar abultados.

Me decidí por un par de tanguitas y un bañador brasileño, espectacular. La parte de abajo era un minúsculo tanguita, del que salían dos tiras, muy estrechas, que subían hacia mis tetas, para cubrir mis pezones y poco más. Para rodear mis hombros, y bajar por mi espalda, uniéndose en una sola tira, metida por mis nalgas.

Al probarme esta prenda, y salir para que los chicos me diesen su opinión, se le debieron despejar todas las dudas a la dependiente. Yo era un zorrón.

Después de esta tienda, entramos en varias de lencería y complementos. Sin encontrar nada que me atrajese mucho. Como era cerca de la una nos dispusimos a tomar unas cervezas y a dar por terminadas las compras. Pero pasamos por delante de una zapatería que tenia unos modelos chulísimos. Vi, la cara que ponían los chicos, que ya pensaban que habíamos terminado y les dije:

-Esperadme, tomando una cerveza. En la terraza de al lado. Que no tardo.

Entre en la zapatería y me puse a ojear varios modelos, que me habían gustado.

Al instante, se me acerco el dependiente. Un señor, de unos cincuenta y cinco años, con muy buena planta. De una apariencia similar, a Sean conery. Y con su acento extranjero, me pregunto, si me podía ayudar.

Le pedí, varios modelos, para probarme.

Inmediatamente, por un interfono, comunico las referencias a alguien que debía haber en la trastienda.

Mientras esperaba, noté como el dependiente me repasaba con la mirada, mientras mostraba la mejor de sus sonrisas.

Yo, seguía mirando mas modelos. Cuando apareció de la trastienda, un mulato, con un montón de cajas de zapatos. Era impresionante, mediría, unos dos metros. Pero a pesar de ser tan grande, tenia una musculatura espectacular.

Dejo el montón de cajas, ordenadas en el suelo. Y espero que me sentase, para ayudarme a probármelos.

El estaba agachado. Y al sentarme en el sillón donde me indicaba, debió ver por mi pequeña minifalda, todo mi culete.

La situación me estaba gustando mucho.

Yo solita en una tienda, con dos tipos de muy buena planta, que no me quitaban ojo de encima. Y fuera, sentados en una terraza, desde donde me podían ver por la cristalera.

Mi marido, con dos de nuestros amigos.

El mulato cogió, con sus enormes manos, uno de mis pies, para desabrochar la sandalia que traía puesta . Pero descaradamente, miraba mi entrepierna. Su compañero estaba detrás de una especie de mostrador, donde tenían la caja, pero tampoco me quitaba ojo.

Cuando la desabrocho y me la quitó. Apoyo mi pie sobre su pierna y cogió uno de los modelos que me iva a probar. Era un modelo, de los que llevan unas tiras largas, que van enrolladas desde el tobillo, hasta casi la rodilla.

Menudo sobeteo de pierna me dio el mulato, mientras me enrollaba las tiras. Me estaba poniendo cachonda, notaba como mi coñito se mojaba.

Me levante para ver como andaba con ellos y comprobar como me quedaban.

Ellos elogiaban mi gusto al escoger esos modelos .Y me decían lo bien que me quedaban.

Me senté para probarme otro modelo y el mulato volvió a deleitarse en el sobeteo de mis piernas, desatándome las tiras. Además no apartaba su vista de mi entrepierna.

Yo miré al más mayor, y tampoco perdía detalle de mi escote y piernas.

En esas estábamos, cuando entro en la tienda Marck, para decirme que habían terminado de tomar la cerveza y que me esperaban en la tienda de al lado, que era de artículos de buceo.

Al ver la escenita, se me acerco, me dio un piquito, y me dijo:

-No seas mala.

El dependiente, al entrar mi marido se corto un poco, y no fue tan descarado. Y al escuchar que estaban en la tienda de al lado, cambio su actitud. Cosa que me molesto.

De ahí, que cuando me quito el modelo que me había probado, la que puso mi desnudo pie en su pierna, fui yo.

El se sorprendió, y me sonrió. Y de nuevo volvió a ser descarado, mirando mi entrepierna.

Ahora, era yo la que quería jugar y separe mis piernas, bastante, para que pudiese ver bien mi coñito. El mulato se sorprendió, y casi se le cae la sandalia de la mano.

De repente, empecé a notar como su paquete se hinchaba y se le formaba un buen bulto.

Eso, me gusta. Tener el poder, de poner una polla en erección , me pone a mil.

El me abrocho el otro par de sandalias, y me levante para verme en el espejo y comprobar como eran de cómodas.

Al estar de pie. El mulato no podía disimular el paqueton. Y ahora era yo, la que miraba sin disimulo.

Me contoneé por toda la tienda, exhibiéndome ante ellos. Para volver al silloncito, a probarme otro par.

Los dos estaban pendientes, de cómo colocaría esta vez mis piernas.

El mulato, parecía que ya me acariciaba los pies, al descalzarme. Y yo abrí aun mas mis piernas , de forma descarada, sacando un poquito mi culo del asiento, para que viesen bien mi coñito. Que solo estaba cubierto, por un minúsculo tanguita , que llevaba metido entre mis labios.

El mulato, ponía una cara, como de querer lanzarse a comérmelo, pero no se atrevía. Y el otro dependiente, por su movimiento de brazo, detrás del mostrador, se estaba tocando la polla por encima del pantalón.

Cuando dejo mi pie desnudo en su muslo, para ponerme otro modelo. Estire mi pierna para apoyar mi pie en su bulto. Y empecé a moverlo suavemente, para notar su dureza.

El dio un respingo de sorpresa, pero inmediatamente, subió el brazo por mi pierna, hasta llegar con sus gordos dedos a mi coñito. Separo mi tanguita, y como estaba encharcado, no tubo ningún problema en meter una par de ellos.

El otro dependiente, tenia los ojos como platos y no daba crédito a lo que estaba viendo.

El mulato movía lentamente sus dedos, en forma de espiral, sacaba uno y me rozaba el clítoris, me los metía a fondo, para sacarlos lentamente, etc.

Mi pie desnudo, notaba la dureza ,de la polla del mulato, su calor. Parecía quererle reventar el pantalón.

Así estuvimos unos cinco minutos. Con la intranquilidad de que alguien entrase en la tienda.

Aunque ellos veían mi entrega total, no se atrevían a más, por estar mi marido en la tienda de al lado.

Pero como yo, quería saborear la tranca que estaba palpando con mi pie. Saque mi teléfono móvil y llame a Marck.

-Hola cariño, ¿Sabes lo que me están haciendo?

-Me están metiendo dos dedos en mi coñito, y estoy palpando un buen pollón.

-Voy a jugar un ratito con ellos y luego podéis venir a buscarme.

Al oír esto, el dependiente mas mayor, que resulto ser el jefe. Cogió un cartel, cerro la puerta principal y se acercó a nosotros diciendo:

-Vamos dentro, que estaremos mas cómodos.

Seguí al jefe, mientras el mulato, ya me había levantado la mini, para sobarme bien el culo.

Pasamos por un pasillo, lleno de estanterías de cajas de zapatos. Hasta que llegamos a un despacho pequeño donde habia tres sillones y una mesa grande.

Al entrar, el jefe se transformo y cogiéndome del pelo con una mano y dándome a chupar dos dedos me dijo:

-Vamos a ver zorra, como te portas. Que nos has puesto cachondos perdidos.

El mulato seguía a mi espalda, entreteniéndose en quitarme el tanguita. Cuando lo consiguió, desde atrás, puso la palma de su mano en mi coñito. Y empezó a frotarlo, haciendo pequeños círculos.

Yo seguía chupando los dedos, que el jefe tenia metidos en mi boca. Pero además, les desabroche los pantalones a los dos. Pues necesitaba ver esos bultos, sin tela de por medio.

Cuando conseguí que sus pantalones cayesen por sus piernas, e hizo lo propio con sus calzoncillos. Pude comprobar, que como sospechaba, eran una buenas pollas.

Como con el tacto, no me bastaba, le dije al jefe:

-Por favor, dejadme que os las chupe.

Sin soltarme del pelo, me sentó en uno de los sillones, para que sus vergas quedasen a la altura de mi boca.

Y ahora si que pude disfrutar de una buena vista.

La del mulato, aunque no era muy larga , no la podía abarcar con mi mano. Sin nada de piel que cubriese su rosado capullo.

Y la del jefe, no era tan gorda, pero cogiéndola con las dos manos, me sobraba el capullo. Además era muy venosa y con unos huevos, como los de un toro. Cada vez que yo meneaba esa polla, se le balanceaban como un péndulo.

Primero roce sus pollas con mi cara, mientras las meneaba suavemente, deleitándome con su dureza, con su olor a macho salido. Sopesé sus pelotas, lengüeteé, con la puntita, toda su extensión, sin llegar al capullo. Descapulle la verga del jefe. Metí sus huevos, uno a uno en mi boca. Y todo esto, para que viesen cuanto me gusta saborear unas buenas pollas.

Aquí mamando dos buenas vergas.

Mientras yo empezaba a lamer, sus hinchados capullos. Ellos me sobaban mis gordas tetas, me acariciaban el coñito, hacían circulitos con la yema de sus dedos sobre mi clítoris.

Junte sus capullos, para demostrarles, que aunque el capullo del mulato, fuese enorme. Me entraban los dos a la vez, en mi boquita de glotona. Yo movía mi ágil lengua por sus capullos. Y empezaba a pasar algo que he aprendido con el tiempo y que a los chicos les encanta. Y es que mi saliva, empezase a caer por mi barbilla.

Introducía una hasta el fondo de mi garganta, para sacarla suavemente, saboreando su dureza. Metía la otra, abriendo todo lo que podía mi boca, y con la lengua fuera, hasta intentar tocar con mi nariz, su pubis. Ellos alucinaban, viendo mi interés en intentar metérmelas hasta el fondo. Al tragarme sus pollones hasta el fondo con la lengua fuera, mi saliva chorreaba por mi barbilla, cayendo hacia mis piernas y tetas.

El jefe, ya no podía más, y levantándome del sillón, me tumbo en la mesa, tirando al suelo unos papeles. Me levanto las piernas, cogiéndomelas por los tobillos. Y quedando mi coñito abierto a su antojo. Acerco la punta de su capullo a mi rajita y empezó a frotarlo por mi clítoris.

A su vez, el mulato se habia puesto al lado de la mesa, a la altura de mi cabeza, para que siguiese chupándosela. Aunque por estar tumbada, no podía mover mi cabeza muy bien, y fue el, quien empezó a follarme mi boquita.

El cabrón del jefe, seguía restregando su polla por mi coño, pero no me la metía.

Yo estaba encharcada como una yegua en celo y sacándome el pollón del mulato, le dije:

-Metémela, cabron,¿ no ves como estoy?

-¿Y como estas? Me dijo él.

-Salida como una perra, deseando que me la claves.

-No nos convences, tienes que ser mas guarra, para que te demos tu merecido.

-Joder, no veis lo puta que soy, no veis como me gustan las pollas.

-Usadme a vuestro antojo, me podéis hacer lo que queráis, pero metedme una polla ya.

El muy cabrón, metió su capullo lentamente, para que yo notase como se iva abriendo paso dentro de mi. Yo notaba como sus venas hinchadas, palpitaban dentro de mi coño.

Cuando toco fondo y sus pelotas rozaban los labios de mi coño, el mulato le ayudo cogiéndome el por los tobillos. Y facilitándole a su jefe, mi follada.

De vez en cuando, me sacaba la tranca del mulato de la boca y le jaleaba.

-Eso es, clavámela. Que gustazo, como la noto.

No podía seguir hablando, porque el mulato me llenaba la boca con su pollón.

Mientras el jefe le decía:

-Taponale la boca a esta zorra, que se de cuenta de quien manda aquí.

No recuerdo, cuantas veces me corrí con su lento mete y saca. Pero si recuerdo que el jefe le dijo al mulato:

-Venga, metésela tu un rato, que a mi me va a limpiar sus jugos con la lengua.

Al cambiarse, note como el grosor del mulato, me abría los labios de mi coño al máximo.

-Vaya pollón que tienes, quiero que me la metas en el culo, para tenerlo abierto como una guarra.

A la vez que decía esto, lengueteaba la polla del jefe, limpiándole todo rastro de mis jugos.

Se turnaron por mi coño, un par de veces cada uno. Haciendo que perdiese la cuenta de mis corridas.

Cuando creyeron que ya me habían follado suficiente, me levantaron y poniéndome de pie, me inclinaron sobre la mesa.

En esta postura mis tetas quedaban apoyadas contra la mesa y mi culo y coño quedaba ofrecido.

Pero no les basto con esto, ya que el jefe me cogió los brazos, que yo tenia apoyados sobre la mesa. Y me los llevo hacia atrás diciéndome:

-Ábrete el culo para nosotros, pedazo de puta.

-Que ahora te vamos a trabajar este agujero.

Yo obedecí, y separe mis glúteos, para que mi culo quedase bien dispuesto.

El jefe me escupió en mi agujero y cogiéndose la polla con una mano, utilizo su capullo para lubricarme el culito con su saliva.

Menos mal, que la noche anterior, mi culito habia recibido un buen tratamiento, porque el jefe no se lo pensó dos veces y empezó a meterme el capullo de una vez.

Al darse cuenta, de la facilidad con que me enculaba, empujo fuerte y de dos veces, me la metió entera.

-Eres mas guarra de lo que pensaba. Como se nota que te trabajan bien, el culo.

Yo no paraba de correrme y les decía:

-Que puta me siento, me encanta que me encules. Sigue, sigue, clavámela bien, que note tus pelotas chocar.

En ese momento, sonó mi móvil, dentro de mi bolso.

Ellos se quedaron paralizados y tuve que decirle al mulato que me lo acercase.

Era mi marido, que estaba en la puerta de la zapatería con nuestros amigos y me preguntaba, donde estaba.

No me corte y le dije:

-Estoy dentro, y me están enculando ahora mismo.¿ No te has creído lo que te dije antes?

-No te creo.

-Espera, le dije yo.

-Por favor, sigue clavándomela, que mi marido no me cree.

El jefe no se corto, y quitándome el teléfono de la mano, le dijo mientras volvía a pasearse por mi culito:

-Que mujer tan golfa tienes, es la tía mas puta que conocemos. Necesita un cuartel para quedarse satisfecha.

Yo no oí, lo que le respondió Marck. Ni me di cuenta, de que el mulato se marchaba.

Yo solo estaba ocupada en abrirme bien el culo, para que el jefe me lo siguiese trabajando.

El cabrón, me tenia agarrada del pelo, con una mano, y con la otra me daba cachetes. Mientras me la clavaba a fondo.

-Sigue, sigue, rompeme el culo, cabrón.

Sin sacármela del culo, se sentó en un sillón. Dejándome ahora a mi el trabajo de encularme ,mientras el me agarraba por las caderas, y hacia que bajase más, para que me la metiese toda.

Yo galopaba, con su polla bien metida en mis entrañas. Dándole la espalda al jefe y de cara a la puerta del despacho. Cuando vi aparecer al mulato, seguido de Marck y nuestros amigos.

En un instante, los tenia a todos, con sus pollas a mi alcance. Era increíble, en menos de veinticuatro horas, volvía a tener cinco pollas, para mi solita.

Seguí un ratito mas, clavándome la tranca del jefe, en mi culo, mientras meneaba y chupaba las pollas de los otros. Hasta que el propio jefe dijo:

-Sácatela y ponte de rodillas, a chuparme los huevos.

El no se levanto del sillón , y yo me arrodille como una perrita, y empecé a lamerle sus gordos huevos, mientras él se la meneaba.

Como quede, a cuatro patas. El mulato, de pie como estaba, me puso la punta de su capullo en la entrada de mi culo. Y empezó a bajar su cuerpo para írmela metiendo.

Me dolía mucho y tubo que sacarla un par de veces y escupirme en el agujero, para lubricarlo bien. Pero al final, lo consiguió y me sentí rellena de polla.

El jefe no paraba de meneársela y de repente empezó a soltar leche, encima de su tripa.

Como yo estaba lamiéndole los huevos, y no me aviso. No tuve tiempo, de poner mi boquita, para recibir su leche. Pero claro, no iva a desperdiciar, semejante manjar.

Cuando termino de correrse, metí su polla chorreante, en mi boquita y no deje rastro alguno de leche. Para terminar lamiendo, todos los chorros que habían caído sobre su tripa.

El mulato, al ver lo tragoncilla que soy, no pudo resistir más y empezó a correrse en mi culito. Joder como notaba los chorros de leche caliente, en mis entrañas. Parecía que me iban a salir por la boca. Cuando termino de correrse, me la saco del culo, produciéndose un sonido como el de descorchar una botella. Y me la acerco a mi boca, para que se la rebañase con la lengua. Cosa que hice, gustosamente.

No habia terminado de rebañar la polla del mulato, cuando ya tenia la polla de Marck, en mi culo. Que cabrones. No me iban a dar respiro.

El jefe se levanto del sillón, y cedió su sitio a uno de los chicos. Este levanto sus piernas y me hizo lamerle el culo, mientras se la meneaba.

Marck me estaba enculando de pie, igual que el mulato. Como yo estaba de rodillas, su polla me entraba desde arriba. Y cual no seria mi sorpresa cuando note como el otro chico, se habia puesto de rodillas detrás mía y me la estaba metiendo en el coño. Como recordareis, ya me habían metido otras veces, dos pollas, pero en esta postura no.

Que placer. Notaba como las dos pollas, casi se rozaban, por dentro de mi.

Los tres, fueron rotando, por mis agujeros y el sillón. Y el jefe y el mulato se la meneaban viendo el trato que me estaban dando.

Aquí estoy siendo taponada por mis tres agujeritos.

También me hicieron lamerles el rabo y el culo por detrás, mientras ellos no dejaban de encularme y follarme.

Yo no podía más. Estaba como en una nube, mis agujeros palpitaban. Pero a ellos les daba lo mismo. Seguían usándome a su antojo. Mientras me decían de todo:

-Toma guarra, ¿no querías pollas?

-Ah, si no puede contestar la muy zorra, por tener la boca llena.

-Eso es, clavásela hasta los huevos, que a estas golfas, es lo que les gusta.

-Toma, toma, toma , que vea tu marido que clase de guarra, estas echa.

-Venga, dejame ahora su culo, que me toca.

Cuando Marck vio, que varios de ellos, no aguantarían mucho más, sin correrse.

Me hizo incorporarme, y seguir de rodillas con mi culete apoyado sobre mis talones.

Para que mi cara, quedase a la altura de sus pollas. Instintivamente fui a coger sus pollas con mis manos, pero Marck me dijo:

-Las manos a la espalda, solo puedes utilizar la boca.

Ellos en vez de ponerse a mi alrededor, se pusieron en fila, frente a mi cara.

Como vieron, que Marck, me cogió la cabeza con ambas manos y metió su polla, para follarme la boca. Todos hicieron lo mismo. Utilizaban mi boca, como si fuese un coño.

Y así estuvieron rotando, hasta que ya no aguantaban más.

Entonces si me rodearon, y empezaron a meneárselas.

Como quería demostrarles, una vez más, lo puta que soy. Les dije:

-Por favor, apuntad bien a mi boquita. Que no quiero que se desperdicie ninguna gotita de leche .Por favor.

No habia terminado la frase, cuando recibí los primeros chorros, en el fondo de mi garganta. Yo no trague, sino que la mantuve en mi boca, para que los otros lo viesen.

Lo hizo muy bien, pues apunto de maravilla y no se desperdicio ni una gota. Inclusive, se apretó el capullo para exprimirse toda la leche. El siguiente fue Marck, que también me echo unos buenos chorros. Que también mantuve en la boca. Y el jefe y otro de los chicos, lo hicieron a la vez, haciendo que casi se me derramase la leche por mis comisuras, de tanta que habían echado. Como el que faltaba por correrse, era el mulato.

Y además era la única leche que no había saboreado. Me tragué la crema de los cuatro.

Así probaría la del mulato sola.

Le costó, y tuve que lamerle los huevos, mientras se la meneaba. Pero la recompensa fue genial.

Me soltó unos chorros de leche espesa, que tenían un sabor dulzón, como nunca había probado. Que rica.

Esta ultima polla, si que la agarre y me entretuve en dejarla reluciente. Al ser tan gorda, inclusive podía meter la puntita de mi lengua por el agujero de su capullo, para rebañar la lechecita que hubiese.

Cuando salíamos de la zapatería , eran las cuatro de la tarde. Iva cansadísima, pero muy satisfecha.

Con mis agujeritos bien trabajados, mi estomago, lleno de leche de macho y con dos modelos de zapatos regalados.

Espero continuar con lo que me paso, el resto del fin de semana. Y como la otra vez, olvide incluir las fotos , en esta ocasión, os pongo alguna más.

Espero que os gusten y sigáis enviándome e-mails, con vuestras propuestas.

BESITOS HUMEDOS

zorritaelena@yahoo.es