Cuatro Mujeres (II): intentando adaptarse

Latinoamérica… grandes ríos, selva, montañas. Cuatro mujeres muy diferentes se encontrarán en un lugar infernal.

Selva Esmeralda:

Selva Esmeralda parece el nombre de una película, de un hotel de lujo, de una agencia de viajes. Aquí no… esto es un penal, un lugar donde se obliga a vivir a perdedores, a desgraciados y desgraciadas que no pudieron evitar terminar allí.

Selva Esmeralda es el peor de los penales del país… Está en medio de la selva, en la cima de una montaña. Donde, a pesar de estar rodeado por selva tropical, se puede tener frío. Esa temperatura inferior a su entorno hace que, donde se construyó la prisión, no haya grandes árboles. Era simplemente una pradera… Ahora la hierba sigue creciendo por todos los rincones, aprovechando la abundante lluvia de la zona.

No es una cárcel normal, con celdas, corredores, estancias comunes… Además de los edificios de administración y vivienda de los guardias hay dos grandes recintos: el masculino y el femenino.

Cada uno está rodeado por una valla alta y fuertemente vigilada. Dentro de cada uno hay una caótica acumulación de casuchas de ladrillo, formando una especie de poblado. Si se parece a algo es a las favelas donde se acumula la población más pobre…

Los guardias no entran en los recintos… Por lo menos, intentan no entrar… Si lo hacen, es fuertemente armados con porras, escudos, cascos… Nunca armas de fuego.

Los guardias de la valla no tienen ningún miramiento. Primero disparan… luego, puede que pregunten.

La mayoría de condenados y condenadas lo son a la pena máxima de la ley: la cadena perpetua o prisión de por vida.

Con estas condiciones, los recintos deberían ser un lugar de continuas peleas y violencia. Lo normal serían motines continuos. Sin embargo, son todo lo contrario… muy tranquilos. Si un preso comete una falta es inmediatamente identificado y entregado a los guardias. ¿Cómo es posible? La táctica es simple… se deja a los presos que definan su propia ley.

Cada recinto es literalmente gobernado por un jefe supremo… Un preso que es capaz de mantener disciplina y organización… Los guardias actúan en connivencia con esa jefatura. Cada día se entregan provisiones: pan, arroz, pasta… poca fruta, poca proteína… El jefe debe hacer que llegue. A cambio es un rey… un rey que ejerce una monarquía absoluta.

Se permite a los presos producir algunos productos artesanos: pequeños muebles, zapatos, ropa… Los guardias los recogen y los cambian por “vicios”: tabaco, alcohol… El jefe siempre es el contacto con los guardias. También dirige a los presos en trabajos de mantenimiento…

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Un cálido día de agosto, tres mujeres ingresan en el penal. Lo hacen como todos… llegan conducidas a la fuerza desde diferentes puntos del país. Las tres fueron condenadas a prisión perpetua por delitos graves.

Tras sufrir calor, sudor y la incomodidad de ir encadenadas durante el ascenso a la cima; recibieron un severo y descorazonador discurso de bienvenida de la oficial al mando.

Allí están… han pasado todas las puertas que conducen al recinto femenino y la última se ha cerrado a su espalda. Frente a ellas les da la bienvenida una viejita pequeña con voz tenue pero desagradable… A las tres les parece un ser siniestro… como la bruja de Hansel y Gretel, como la anciana de Blancanieves o como una asesina que envenena a sus víctimas haciéndoles la cena

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No les hizo la cena… Las llevó a una casucha donde pudieron dormir… Las literas son estrechas, con cuerpo metálico que necesitaría una mano de pintura, lleno de manchas de óxido. Los colchones son estrechos y tienen manchas imposibles de eliminar.

Por la mañana, otra mujer las despierta… les dejan lavarse con agua fría… Pueden beber agua pero no les dan nada de comer.

Hambrientas son llevadas a otra de las construcciones. Tienen que caminar por callejones estrechos hasta una especie de patio o plaza. Allí, en lo que debe ser el centro del poblado las recibe una mujer. Tiene la piel y el pelo oscuros y rasgos indígenas. Está sentada en un sofá individual, parece que está en el trono. Ellas deben escuchar de pie frente a ella. Un corrillo de mujeres las rodea, parecen la corte de la reina. Una reina que se antoja cruel. La jefa las mira fijamente y habla con autoridad.

  • Por fin… os esperaba. Repasamos nombres e historias….

Continúa…

  • Tú, pelo castaño claro… Eres Cristina Rodríguez González. Extranjera… española. Médico, treinta años. Viniste a cooperar con una ONG en plena selva. Condenada por colaborar con la guerrilla. Prisión de por vida.
  • Sí, soy yo -dice Cristina poco segura de sí misma.
  • Morenita, la más joven y hermosa. Laura Camila Velasco Méndez. Estudiante de administración de empresas. Veinticinco años. Pillaste al chingado de tu novio enrollándose con otra… A él le clavaste un tacón en el cuello, muerto en el acto. A ella le abriste la cabeza con una botella, sobrevivió de milagro. Otra cadena perpetua. ¿Me equivoco?
  • No, no se equivoca.... -responde Camila temblando.
  • Y tú… pareces la directora del banco. María Liliana Castro Montes. La jefa de administración del ministerio de vivienda. Cuarenta años… licenciada. Todos los politicos roban… a tí te pillaron. Seguro que había más culpables pero a ti te ha caído el peso de la ley… Y pesa mucho: cadena perpetua, ¿NO?
  • Sí -responde Liliana… es la única que muestra firmeza en su respuesta.
  • Yo soy Daisy… Daisy Yurena Valdés y Acosta. Me llaman la protectora… Y protejo a quien se comporta según las normas de la comunidad. Si alguien no sigue esas normas, protejo a la comunidad.

Camila:

Hoy se cumplen tres meses… Tres meses de mi entrada aquí… en el culo del infierno. Podría haber sido peor… Daisy nos dice a cada una que trabajo hacer. Aquí si quieres comer, hay que trabajar en lo que dice ella. Yo he entrado en el cuerpo de las guardianas… Le debió impresionar mi historial de agresión a dos personas. Sí, las derribé sin armas, con un botellín de cerveza y un zapato de tacón. Creo que fue la primera vez que me peleé… Primera y definitiva… un muerto, otra persona en coma y yo enviada aquí a morir en vida.

Debemos mantener el orden… el orden de Daisy. Quien no trabaje o no obedezca recibe una visita nuestra… Lo que hace la policía con las esposas, nosotras lo hacemos con bridas de plástico… Realmente, si se aprietan, son mucho peores. Hoy las empleé por primera vez… Una muchachita que entró hace unos días fue encargada de limpiar las arquetas de desagüe. Ese es el trabajo más asqueroso… el que Daisy impone a quien le cae mal.

Ella comenzó pero a mitad de jornada se negó a seguir… Le pedí que siguiera… después le pedí que me acompañara. Después hice mi trabajo… No es muy fuerte… bastó retorcerle un brazo para que cayera de rodillas, chillando de dolor… Le sujeté las dos manos atrás con una brida y la llevé ante Daisy. Va a tener que hacer el mismo trabajo arrastrando cadenas. Le hemos puesto una cadena en los tobillos de la misma forma que nos trajeron a nosotras… Más básico no puede ser, se rodea cada tobillo con la cadena y se sujeta con un candado…

Algo raro había en la forma en que Daisy la miraba… Juraría que le gusta, que la quiere en su cama… Ella es conocida por acostarse con quien quiere aquí dentro. Ella y Liliana han tenido mucho que ver… Liliana es la única que se atreve a contradecirla… Por alguna razón, Daisy no se atreve a castigarla…

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¡¡¡Ahhh!!! Sigue, por favor, doctora, sigue…

¡¡¡Ahhh!!! No aguanto más… me voy… ¡¡¡Ahhh!!! Me retuerzo chillo… mojo las sábanas, ya no estaban muy limpias.

La doctora, Cristina, trabaja en la enfermería… Ahí la puso Daisy. Hay muchas enfermedades… diarreas, fiebres, problemas por la mala alimentación…

No hay muchas medicinas, ella hace todo lo que puede. Todas dicen que esto ha mejorado mucho con Cristina.

Cristina y yo dormimos juntas… y cómo la chupa la doctora. Nunca había estado con una chica pero aquí no hay ni una sola polla… Después de correrme me entrelazo con ella mientras la masturbo muy lentamente… humedezco mis dedos y la voy acariciando con cuidado…

Ella se corre casi en silencio, casi sin retorcerse. Está cansada, necesita dormir…


Liliana:

Libros de cuentas… Llevo toda la vida con ellos. El día que me trajeron aquí, sí que tenía miedo. Tras la valla se abría un mundo desconocido, salvaje… Finalmente, está más organizado que el de fuera. Y las chicas que me ayudan con las cuentas son más eficientes que mis antiguos subordinados del ministerio…

Al acabar la jornada sí que cambia la cosa… Me gustaría ir a un apartamento a mi bola… Aunque sea a una caseta de chapa. Por contra, tengo que ir a la casa más grande, más limpia y mejor equipada del poblado… La casa de la protectora, de la jefa…

Ella me trata bien. Me ha encargado el mejor trabajo que yo puedo hacer. Y no, no me disgusta cuando me la chupa… Lo hace sistemáticamente todas las noches y eso es lo que no soporto… Todas las noches con ella, sí o sí… A mí me gustaba jugar con todos, darles calabazas para después darles sexo. Follar salvajemente en el baño de la oficina o dormir entrelazados en una cama de hotel. Nunca había estado con una chica y, la verdad, no está mal… Pero siempre ella y siempre por debajo de ella. Ella es la jefa, nadie lo puede discutir. Me deja llevarle la contraria pero todos la obedecen y se hace lo que ella dice.

¡¡¡Ahhh!!! La tengo ahí… en el coño. La verdad es que lo hace bien… Pero cada vez me entusiasma menos. Lo noto como de lejos… como si se la estuvieran chupando a otra… A ella parece no importarle, ni siquiera me reclama que la masturbe o la bese.

¡¡¡Ahhh!!! Casi sin querer me corro una vez más… Sin entusiasmo es como si le pasara a otra, como si estuviera viendo una película porno sin muchas ganas.

  • Lily -dice ella al terminar.
  • Sí…
  • Creo que voy a dejar de torturarte…
  • ¿Qué?
  • Que se ve que no estás a gusto… Buscaré a otra. Seguirás siendo contable, eres muy buena en eso… Pero mañana puedes dormir en otra cama, te buscaré otro alojamiento.

No digo nada… respiro aliviada. Ella sigue…

  • Además, te haré un regalo sorpresa.

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Otra vez todo el día entre cuentas. Bueno, a la hora de comer me enseñaron mi nuevo alojamiento… Un chabolo de ladrillo… limpio pero muy básico. Cerca de Daisy… Ella aún espera algo de mí… La verdad es que es un alivio…

Cierro los libros y me voy… La pena es que aquí no voy a encontrar a ningún machito para que me la clave bien.

  • ¡¡¡Ehhh!!! Camila, ¿Qué haces aquí?
  • Me gustaría estar de visita…
  • ¿Y no lo estás?
  • Me temo que no…

Lo ha dicho mirándome de frente. Lleva el uniforme de las guardianas de Daisy… Realmente es un chándal falso de la selección nacional. Pero también lleva un cinturón con una porra y bridas para atar a quien se resista.

  • ¿Y cuál es el motivo? -digo temblando…
  • Tengo que llevarte al túnel de entrada… te van a interrogar.

No entiendo nada pero es mejor no resistirse. Extiendo las manos hacia ella…

  • Sin bridas, por quién me tomas…

Me lleva al túnel… Una bóveda de hormigón de diez metros de largo que atraviesa la valla… La única vía de comunicación con el resto del mundo.

Hay tres puertas… la primera, automática, se abre cuando llegamos. Camila me invita a entrar, ella queda fuera.

  • Suerte -dice al tiempo que se da la vuelta y se va.

Estoy sola y encerrada entre dos puertas. Siento frío… Aquí en la cima de la montaña hace frío por las noches. Está muy oscuro, ya no es verano, anochece pronto.

  • Aquí, ven… -una firme voz de hombre me llama desde la segunda puerta… La abre.

Me veo frente a él… Uniforme negro de la guardia de prisiones. Poco más de metro setenta… Para casi todos, un taco. Para mis cinco pies (metro cincuenta), casi es alto. Debe ser de mi edad… cuarenta años o más, pero bien llevados. Le delata el pelo canoso, cortado al estilo militar, debe ser al uno o al dos. No me parece feo… Sin ser un cachas, adivino un cuerpo robusto bajo el uniforme, en forma, acostumbrado al deporte.

Debo de estar muy mal pero querría follar con él aquí mismo. Es el primer hombre que veo en meses. No sé si me parece atractivo porque lo es o porque ando muy necesitada.

  • Las manos en la nuca, desde la vuelta…

¡¡¡Ayyy!!! Siento el primer grillete en mi muñeca izquierda… Odio las esposas. Me las pone a la espalda… No me llegan a doler pero las ha apretado hasta el límite, no puedo girar las muñecas…

Sin pronunciar palabra me lleva a través de las dos puertas restantes. Me conduce a uno de los edificios exteriores. Entramos en una sala pequeña de paredes blancas… Conozco la decoración… sala de interrogatorio: la puerta no tiene manilla por dentro, sólo abre con la llave. La mesa en el centro, con un par de argollas sobre ella para sujetar las esposas de uno o dos prisioneros. Muy iluminada, una ventana llenando una de las paredes laterales. La luz se refleja en ella como en un espejo, no se puede ver qué hay detrás…

Sé que desde el otro lado de esa ventana se ve todo lo que ocurre aquí… ¿Hay alguien viendo?, ¿Por qué me van a interrogar? Las cámaras de vigilancia tienen los LED’s apagados… ¿No van a grabar?

Lo más raro es que hay tres bandejas con comida sobre la mesa… fruta, bollos y embutido. ¿Esto qué es? Parece el desayuno de un hotel de clase media. Hay limonada, agua con hielo… ¡¡¡Ehhh!!! En un interrogatorio si quieren te dan agua… A veces, te presionan con la sed, otras con las ganas de orinar tras haberte dejado beber mucho. Me interrogaron varias veces antes del juicio y lo conté todo… No servía negarlo. Pero ¿Qué quieren ahora?

  • ¿Para qué me habéis traído aquí? -pregunto intentando aparentar firmeza.
  • Es el regalo de Daisy pero si lo rechazas te llevo de vuelta al poblado.
  • ¿Regalo, qué regalo?
  • Sexo...

¡¡¡Qué!!! ¿Me ha arreglado una cita con un hombre, es eso? La verdad es que no me disgustaría un polvo ahora… Me atrevo a hablar:

  • Elije tú… ¿A tí te apetece o es que Daisy también manda en vosotros?

No responde… no, con palabras. ¡¡¡Ahhh!!! Me está chupando una teta, sí… Llevo una camiseta de tirantes, sin sujetador, no lo he usado desde que entré aquí. Aun con las manos sujetas atrás, ha podido sacar fuera mis senos…

¡¡¡Ahhh!!! los chupa, los lame, los muerde suavemente, los estruja… ¡¡¡Me encanta!!!

Me baja el legging, me baja las bragas. Se atasca todo en las zapatillas deportivas.

  • No los puedo quitar así… no puedo dar un paso.
  • Así está bien… dice mientras comienza a masturbarme.
  • ¿No me vas a quitar las esposas?
  • Después…

¡¡¡Ahhh!!! Me masturba lentamente, apoyada en el borde de la mesa. Cabrón suéltame las manos, déjame quitar las zapatillas. ¡¡¡Ahhh!!! Sigue, sigue… no pares…

Me tumba en el suelo, me pone de lado… Me penetra desde atrás. Los dos tumbados de lado en el suelo… Comienza lento pero va a más… Sí… a más… a más…

¡¡¡Ahhh!!! Ahí… Siento la eyaculación… siento mis fluidos desbordando sin control.

Me quita las zapatillas, los leggings, las bragas… ¡¡¡Ahhh!!! Me quita las esposas. Ya era hora… Vistiendo sólo la camiseta, ceno con lo que hay en la mesa. Él me acompaña desnudo… su miembro sigue pareciendo erecto...

  • Tu uniforme lleva estrellas de oficial.
  • Capitán… jefe de la guardia.
  • ¿Qué honor?
  • Honor el que me has concedido tú… Tu caso fue famoso. Y confieso que al ver tu foto en la prensa pensé que esa señora me ponía mucho.
  • ¿Pensaste en follarme?
  • Sólo si te podía esposar y follarte con los grilletes puestos.
  • Pues ya lo has hecho…

Al terminar de comer, le pido dormir allí con él. Asiente, trae un colchón… Desnudos sobre él, sin sábanas… Nos entrelazamos, enseguida noto su miembro duro ahí, muy cerca…

Dormimos un poco… Pero despierto al rato y comienzo a jugar con su pene todavía duro. Continúo hasta situarme sobre él… Guío el miembro hasta mi vagina mientras él no ha despertado del todo… Cuando abre los ojos yo ya estoy cabalgando y marcando el ritmo. Sonríe… entiende que ahora voy a mandar yo… Me sigue el rollo, me toquetea las tetas. Continúo hasta su eyaculación… ¡¡¡Ahhh!!! Y la mía…

Dormimos el resto de la noche… ¡¡Agghh!!! Habrá que vestirse. Aún queda un poco de fruta. Aprovecho…

Él se ha vestido, saca las esposas.

  • Te las tengo que poner para llevarte adentro.
  • Sí, claro -al tiempo que contesto me doy la vuelta y pongo las manos en la nuca.
  • No, delante… es menos incómodo -dice.

Me doy la vuelta y extiendo las manos… Me pone los grilletes cuidadosamente, con cuidado de no apretar. Veo su cara de excitación…

  • ¿Te apetece un úlitmo polvo? -me atrevo a preguntar.

Sin dudar tira por las esposas… me lleva hacia la mesa. Las engancha a una de las argollas que hay en sobre la mesa. Así sientan a los interrogados, indefensos ante un interrogador frente a ellos. Él separa las sillas… estoy doblada hacia abajo, manos sobre la mesa. De nuevo, me baja los leggings y las bragas.

¡¡¡Ahh!!! Me penetra desde atrás… me coge de la melena… Me monta como a un caballo en el rodeo. Tira del pelo al tiempo que empuja con el miembro…

¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Me encanta!!! Me retuerzo, tiemblo, chillo… ¡¡¡Ahhh!!!

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Me he limpiado un poco y me he subido la ropa… siempre esposada. Me lleva de nuevo adentro, por el túnel, no tira de las esposas. Llama con un walkie… Sé que una de las guardianas de Daisy vendrá a recogerme.

  • Espero que no haya sido nuestro último polvo… -me dice.
  • Yo también...

Ya está ahí la guardiana… No es Camila, es una veterana del penal. Él me quita las esposas y me indica que pase la penúltima puerta.

La última se abre, avanzo hasta la mujer…

  • ¿No ha venido Camila? -le pregunto.
  • Camila ya no es guardiana… Hoy empieza otro trabajo.

Vaya… Le gustaba ser guardiana…

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¡¡¡Ehhh!!! Hemos entrado en el caótico poblado, ya no estamos a la vista del túnel. La mujer me ha cogido fuerte por un brazo, me pega contra la pared. No entiendo nada..

Me ata las manos delante con una brida.. aprieta fuerte, me corta la piel… es mucho peor que las esposas.

Empujándome porra en mano me lleva ante Daisy. En poco tiempo se me han amoratado las manos… La guardiana se va y me deja con la jefa, su expresión es iracunda, fuera de sí...

  • ¿Lo has pasado bien esta noche? -me dice ella.

No contesto pero ella sigue….

  • No pensarías que aceptaría tu traición sin más. Tuviste un regalito pero ahora vas a pagar, sufriendo.

CONTINUARÁ