Cuatro Mujeres (I): descenso al infierno

Latinoamérica… grandes ríos, selva, montañas. Cuatro mujeres muy diferentes se encontrarán en un lugar infernal.

La cooperante europea:

Selva amazónica… calor… humedad…

Me encanta follar con calor… Sensación húmeda, tórrida… ¡¡¡Ahhh!!! Ahí… quédate debajo, yo me pongo encima. Más trabajo, pero tengo el control… Arriba, abajo… arriba, abajo…

Cuerpos sudados… sudando cada vez más.

Trabaja un poco… tócame las tetas… ¡¡¡Ahhh!!! Me encanta… Estoy cabalgando sobre tu polla dura, inmensa…

¡¡¡Ahhh!!! !!!Ahhh!!!.... !!!Ahhh!!!

Un par de cigarrillos… fumar es malo pero, habrá que morir de algo...

  • Me encanta follar contigo, cooperante...

  • A tí te encanta follar, como a todos los tíos.

  • Ya veo que el cariño no es lo tuyo…
  • Tengo cariño a tu pueblo… por eso vine aquí a trabajar gratis.
  • Pero te has llevado a un hombre de primera…
  • No sé...

Tras unos minutos de silencio, le pregunto algo más mundano.

  • Oye, esas cajas de tu amigo…
  • ¿Qué?
  • ¿Las seguimos teniendo en el dispensario?
  • Sí… nadie las vino a buscar.
  • Pues a ver si se las lleva…
  • Le debo muchos favores…
  • Pero éste es un favor peligroso…
  • ¡¡Bah!! Nadie sabe que están ahí...

Sliencio…

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Llega la mañana… luz tenue por la ventana. Seguimos desnudos en la cama. Bostezo… Sé que hay que abrir el dispensario… Pronto vendrán las auxiliares locales.

¡¡¡Ehhh!!! ¿Qué es ese estruendo?

Gritos, golpes, caída de objetos… Bajo como puedo, aterrada, medio desnuda.

El ejército ha entrado en el dispensario… Nos acusan de colaborar con la guerrilla… de ocultar armas. Malditos favores por devolver…

Jorge baja… Lo agarran, lo zarandean… Lo abofetean hasta que confiesa donde están las cajas. Las abren: armas y munición… por un momento, tuve la ilusión de que apareciera otra cosa: semillas, juguetes sexuales, cualquier cosa legal.

Intenta aprovechar un descuido… sale corriendo. Un disparo certero… cae muerto en el umbral de la puerta.

Estoy en shock… Una mujer soldado me mete en el consultorio y me cachea. Me pide que junte ropa en una maleta… Me deja vestir, meto lo que puedo en una bolsa de deporte…

Me detienen… ¡¡¡Ahhh!!! Me aprietan las esposas…

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En este país tienen una costumbre realmente medieval. Hacen fotos a los detenidos, con el escudo de la unidad gubernamental detrás, generalmente con dos hombres armados custodiando de cerca al infeliz…

Esas fotos las publica la prensa local junto a detalles del caso. Yo salí detenida por colaboración con banda armada. Justo antes de que llegara el fotógrafo, pregunté si podía hacer algo para no ser reconocida.

  • Dese la vuelta -dijo uno de los agentes...

Y me lo permitieron…

Los primeros días de encierro los pasé en un campamento militar en plena selva. Me llevaron en la parte de atrás de un jeep. Con las manos sujetas a la espalda no podía agarrarme bien, casi me caigo.

El campamento parecería un camping europeo… Rodeado por una valla, los soldados dormían en casas prefabricadas que habían traído en camiones y descargado sin más, tamaño contenedor (treinta pies: unos diez metros).

En el centro, uno de esos contenedores era la cárcel… mi cárcel. Un contenedor con techo y tres paredes metálicas. La tercera pared era de malla de alambre metálico… como un gallinero. Había cinco celdas separadas por paredes metálicas… No había intimidad. Dormir en un colchón delante de todos, comer la bazofia que te dan delante de todos, al menos hay una cortina que tapa la inmunda letrina.

De ahí, me llevaron a un cuartel militar en la capital del departamento. Encerrada en una celda, casi una mazmorra… Dos por dos metros, en un semisótano. Un ventanuco enrejado que da al patio… Por él entraba un poco de luz y los sonidos de los soldados entrenando. Pasos, gritos, armas montándose, balas de fogueo…

El consejo de guerra no tuvo piedad. Código penal militar, cadena perpetua por delitos relacionados con terrorismo.

Me han hecho la “gracia” de permitirme cumplir la pena en una prisión civil.

El cuatro por cuatro ha tardado en traerme aquí la mañana entera… Según me dicen, es el puesto de vigilancia adelantado del penal de “Selva Esmeralda”. Aquí acaba la carretera asfaltada… Un camino de tierra se pierde en medio de una inmensa masa verde.

Me bajan del vehículo… he hecho todo el viaje con esposas a la espalda. Horrible calor, no he podido ni espantar los mosquitos, me tienen acribillada.

Transfieren la custodia… Los guardias de la cárcel visten de negro. El militar me libera las manos… Pero el guardia me espera con otras esposas. Me las coloca delante, al menos no aprieta mucho.

El puesto es una casucha donde vigilan los accesos cinco guardias aburridos. Me meten dentro… ¿Qué? Nada más entrar, una guardia femenina se agacha y me encadena los tobillos. Esto no lo habían hecho los soldados.

Me encierran en un calabozo oscuro, alargado… sólo hay un banco de madera. A mi lado ponen mi bolsa de deporte con ropa… Agradezco que no me hagan vestir uniforme de presa.

  • Esperamos a dos presas más… entonces os subimos -dice la mujer antes de cerrar la puerta.

La estudiante:

Establecimiento de comida rápida… hay que ingerir algo para aguantar la noche de fiesta. Voy super-sexy… Shorts, escote de escándalo, sandalias transparentes… me encantan.

¡¡¡Ehh!!! Es él… Aquí, en el burger. Pasamos la clase de derecho haciéndonos ojitos. Sé que está por mí…

¿Qué? Me hace una seña… ¿Que vaya con él al baño? ¡¡¡Vaya loco!!!

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¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Ahhh!!! Sigue, sigue…

Estoy en el baño de hombres, puerta del habitáculo cerrada, pantalón corto en los pies, braga en los tobillos, culo en pompa, apoyada sobre la tapa del inodoro.

Él arremete con furia… Me ha cogido del pelo y me cabalga como una yegua.

¡¡¡AAAAhhhhh!!!

Termina… termino… breve pero intenso. Me pone mucho tener sexo en lugares públicos… Nos vestimos. Esperamos a que no se oiga a nadie… salgo corriendo… Él se da la vuelta y comienza una gran meada…

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Han pasado horas… Mi amiga y yo vamos por el tercer nightclub… Música alta, alchohol… madrugada, oscuridad, luces de colores.

¡¡¡Ehhh!!! Mi macho otra vez… Está bailando con otra tía… Bueno, eso se lo paso… ¡¡¡Eso no!!! La está besando… ¡¡¡Será puta!!!, ¡¡¡Será cabrón!!!

Me echo a él… lo empujo, lo insulto… Ella chilla, me araña… ¡¡¡Ehhh!!! Le he dado con el botellín de cerveza en la cabeza. Bueno, se lo merece…

  • ¿Qué has hecho, estás loca? -dice él.

Él me intenta agarrrar… No le dejo, me revuelvo… ¡¡¡Toma!!! Le he dado un buen puñetazo… ¡¡¡Toma!!! La rodilla en los huevos… así te los reviente. Está doblado… lo empujo con fuerza… cae de espaldas. Le piso el cuello… ¡¡¡Qué!!! Le he clavado un tacón… comienza a sangrar como una fuente…

Una nube de gente me aparta de él… Viene un guardia de seguridad. Me agarra por las manos, tira por mí… me obliga a rodear con los brazos una estrecha columna de metal. Me esposa alrededor de ella…

Intentan cortar la hemorrragia… en el local sólo hay un pequeño botiquín… Desalojan a la gente. Camareros corriendo, histéricos, gritándo….

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Policía y sanitarios llegaron al mismo tiempo.

Cambio de custodia: acción por la que un prisionero que está al cargo de un agente o autoridad es transferido a otra. Incluye generalmente el cambio de las esposas, grilletes u otros sistemas de retención que los agentes utilicen. He vivido ya varios cambios de custodia, este fue el primero. El guardia de seguridad, me soltó las manos. Los dos agentes, sin darme una oportunidad me sujetaron y esposaron a la espalda inmediatamente.

Cogieron mi bolso y lo registraron… Los zapatos en una bolsa… son la prueba principal. Al menos el derecho… Yo tengo que ir descalza.

Me sacan del local… ¡¡¡Ayyy!!! Ya ha salido el sol… Odio salir de un local nocturno y ver la luz del día. Hay un montón de curiosos… deben ser los clientes desalojados, han esperado para ver el espectáculo.

Descalza… me obligan a caminar pero tengo que hacerlo lentamente. Se me clava el asfalto, las piedritas. Vamos hacia el coche patrulla. Un agente abre el maletero… ¡¡¡Noo!!! En mi país suelen tener un maletero sin bandeja, habilitado para transportar detenidos, lo he visto en televisión.

Me suben… me sientan de lado sobre el suelo del maletero. Extiendo las piernas todo lo que puedo.

Cierra el portón… Esposada, descalza y encerrada en la parte trasera de un coche. Indefensa, humillada… Nunca me había sentido tan humillada.

En la comisaría me hacen la foto del arresto… Al menos, me han puesto las esposas por delante…

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Dormí en el calabozo. Por la mañana me comunican los cargos: un homicidio consumado, tentativa de otro.

Me trasladaron a la cárcel del distrito. Un antiguo convento a las afueras convertido en agujero para perdedores y perdedoras. Mi madre decía que las chicas desobedientes acababan ahí, viviendo con putas y ladronas. La verdad es que yo no conviví ni con unas ni con otras…

Me llevaron a un módulo de delitos graves. Veinticuatro horas en la celda… dos por dos metros, puerta de metal, retrete minúsculo y colchón mugriento.

Me han traído una bolsa con ropa… La registraron delante de mí y me permiten tenerla en la celda. Al menos ya tengo un par de chanclas y otro de zapatillas deportivas. Les paso la ropa sucia y me la devuelven en bolsas de lavandería… Es el único lujo. La comida es vomitiva… Una vez al día entra un celador y me esposa a las rejas de la ventana. Es entonces cuando una mujer entra a fregar… Tengo servicio de habitaciones. Cuando termina, el olor a lejía me pone mala.

Tengo una abogada de oficio… Son los únicos momentos en que me dejan salir de la celda (para entrevistarme con ella). Abren la portezuela de la comida, saco las manos y noto las esposas en las muñecas… Sólo entonces abren la puerta…

A la vuelta, es al revés…

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El juicio fue rápido. La abogada no pudo hacer mucho… Culpable en menos de una hora…

Me han traído de nuevo a la cárcel… espero sentencia…

¿Qué dicen? ¿Perpetua en un penal?

Aun lloro sobre el papel de la sentencia cuando me agarran y me ponen las esposas a la espalda. Me bajan al patio, me suben a un coche… de nuevo, en lo que sería el maletero.

El coche me ha traído aquí… a lo que sería el final del mundo civilizado. Los guardias de esa casucha lo vigilan… Quién sabe a dónde llevará el camino de tierra.

Cambio de custodia… esposas en las muñecas por delante… Al entrar en la casucha, cadenas en los pies. Me encierran en una celda alargada… hay otra mujer… Mayor que yo, pero aún joven, en la treintena… atractiva, pelo castaño claro, alta, piel clara… Parece extranjera. Al hablar me lo confirma…

  • Perdona que no hable mucho, no tengo muchas ganas…
  • Normal, ni yo.

La alta funcionaria:

Estoy en mi oficina… Aquí mando. Reviso sus informes y señalo hasta el mínimo fallo. Se lo hago rehacer hasta la perfección… Sé que me odian… Me encanta.

Llaman… el viceministro. Bueno, a éste le haré caso, porque es el jefe…

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  • ¡¡¡Jefe!!! ¿Qué hace jefe? ¡¡¡Ahhh!!!. Viceministro es usted muy convincente… Sí, sí… más… sí...

¡¡¡Ahhh!!! Me encanta follar en el despacho… Me gusta más follar con los secretarios. Para algo me aseguré de que fueran tíos. Pero así tampoco está mal: al capullo del viceministro se le nota que sabe follar, entrenamiento que debe tener… con las putas más finas y caras de la capital. Es un vicioso, le gusta el alcohol, la coca y follar con mujeres sin respeto ninguno. ¡¡¡Me encantan los hombres así!!!

Se viste a toda prisa…

  • Cojo el vuelo en hora y media… Te traeré algo de Miami…
  • Oye, a la vuelta, tenemos que revisar el asunto de viviendas sociales y ayudas al alquiler.
  • Sí, claro…

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Es por la tarde… sigo en la oficina. Soy la jefa pero es cierto que trabajo mucho… Me permito algún desliz pero trabajo…

¡¡¡Ehhh!!! ¿Qué pasa? ¿Qué es ese jaleo?

Salgo del despacho… ¡¡¡Qué!!! La policía… Varios agentes de paisano, dicen que son de delitos económicos. Los acompañan muchos uniformados… como dos de uniforme por cada uno trajeado.

Registran todo… empaquetan portátiles, discos… Me llevan al despacho. Tienen mucha documentación impresa. Me explican… parece que hay pruebas de fraude en viviendas sociales y ayudas al alquiler.

Claro que lo hay… Yo lo organicé… Últimamente, había crecido demasiado. El puñetero viceministro quería cada vez más. Sé que pagaba favores, que sobornaba a políticos…

Pido que me dejen llamar con el celular. El que parece el jefe asiente… Llamo… Él es un cargo político… le va la piel en ello también… A ver si lo puede arreglar.

Tres intentos y no me coge… Algo me lleva a activar la aplicación de geolocalización… Él la puso para saber siempre dónde estaba yo.

  • ¡¡¡Pendejo!!!, ¡¡¡Chingado!!!, ¡¡¡Pinche baboso!!!… ¡¡¡Cabrón de mierda!!!, ¡¡¡Hijo de la gran puta!!! No está en Miami sino en Bahamas. Ha huído, sabía que esto iba a pasar.

El jefe de los agentes habla pausadamente:

  • Señora, ¿Sabe que está detenida?

Veo como uno de los uniformados saca las esposas.

  • Por favor, podrían no usar eso delante de todos...

El oficial al mando asiente…

  • Pero al llegar al coche policial, seguiremos el procedimiento.

Una mujer uniformada me cachea… Registra mi bolso y lo mete en su mochila. Salgo escoltada por dos guardias que me sacan la cabeza. Todas las miradas se posan en mí...

Bajamos en ascensor… en el garaje hay varios coches policiales.

Al llegar, me inclinan sobre uno de ellos… Noto la mano del agente en mi nuca, como el brazo de un gigante. ¡¡¡Ayyy!!! Noto las esposas de acero en las muñecas, las manos unidas sobre mi región lumbar.

Me obligan a sentar en el maletero vacío del coche… ya está preparado, sin bandeja y con una reja de separación con el resto del auto.

Me siento indefensa, humillada… al llegar a la estación de policía me hacen la foto para la prensa. No me dejan volverme, agacho la cabeza todo lo que puedo...

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De allí a la cárcel del distrito… La directora me dijo que pensaba meterme en el corredor de celdas individuales pero se dio cuenta de que lo iba a pasar peor en el módulo general: compartiendo vida con ladronas y meretrices.

Dos veces me enviaron ropa y dos veces me robaron todo… La tercera vez, mi asistente hizo un esfuerzo: ropa deportiva sin marca, ropa interior de mercadillo… Conservo todo.

Antes del juicio supe que el viceministro tuvo su merecido… Un sicario lo mató a sangre fría en un hotel de lujo. Había políticos y mafiosos beneficiándose de “mi” delito. A mí me tocó pagar los platos rotos, él sabía demasiado… Sabía lo que no me habían dicho a mí.

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Pagué un buen abogado. El juicio fue un gran escándalo… Tuve que asistir esposada todo el tiempo, declarar gesticulando con los grilletes, oyendo el tintineo metálico. Mis fotos salieron en todos los diarios… las grabaciones en noticieros de la televisión.

No me hicieron esperar en una celda por la sentencia. Aprovecharon para dictarla en directo…

Cadena perpetua… Penal de selva esmeralda. Ese penal es un agujero infecto construido en un claro de la selva… En una montaña lo bastante alta para que los grandes árboles no puedan crecer allí… Lo curioso, es que estás en medio de una selva tropical, frondosa y húmeda, con temperaturas medias de más de treinta y cinco grados y en esa maldita montaña siempre tienes frío.

Sé que envían allí a condenados y condenadas de por vida. Es un lugar para hacerlos desaparecer…

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De nuevo, esposada en la parte de atrás de un coche… autopista, carretera, carretera secundaria… Desde la capital pueden ser seis horas de viaje… Con el culo sobre el suelo, noto cada bache…

Por fin… Eso es el “puesto adelantado”... Ahí esperan a todo el que tiene la desgracia de venir aquí.

Me bajan del coche… Una oficial viene hacia mí… me esperaba. Cambian las esposas, me pone otras iguales pero delante y menos apretadas.

Me encadena los pies. ¡¡¡Ehhh!!! Una cadena sin más… rodea cada tobillo y lo sujeta con un candado. Sencillo sí… También efectivo y… aterrador.

Vengo del juzgado… Por eso conservo los zapatos de tacón… En la cárcel me obligarían a llevar deportivas. Aquí seguramente también…


La guardiana:

  • Venga… se hace tarde, queda apenas una hora de luz. Subimos a las tres nuevas.

Los guardias llevan a las tres mujeres al cuatro por cuatro… Suben sus equipajes (sólo un bulto cada una) al maletero.

  • Ustedes al remolque…

Les causa miedo subirse… un remolque pequeño de metal, parece de ganado. Bueno, lo es… Suben amenazadas por las porras de los guardias. Se cierra desde fuera con un gran candado…

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Ascienden… una hora de camino pedregoso, sinuoso, ascendiendo por la ladera de la montaña. Rodean el camino gran cantidad de árboles.

La suspensión brinca alegremente en las piedras de camino. Son casi cincuenta kilómetros cuesta arriba. Según se va ascendiendo la vegetación es menos densa. Al llegar, ya no hay luz del sol… la luna llena gobierna el cielo. Hace fresco… el efecto de la altura es importante.

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Al llegar, se ven varios edificios y dos recintos vallados un poco más arriba en la colina. Entran en uno de los edificios. La guardiana hace formar a las tres infelices…

Han bajado los bultos del coche, ella comienza a hablar.

  • Déjenme adivinar…
  • Una bolsa de deportes común. Para tí… Cristina Rodríguez González. Extranjera… española. Médico, treinta años. Viniste a cooperar con una ONG en plena selva… Lo malo es que acabaste por colaborar con la guerrilla. Prisión de por vida, la condena más común aquí.
  • Un trolley rosa… Parece la maleta de Barbie. Bonita pero sin mucha clase. Es tu definición… Laura Camila Velasco Méndez. Ciudadana de la república. Estudiante de administración de empresas. Tercer año… Veinticinco años… Te retrasaste un poco con la carrera, cielo… La chica popular, todos los chicos quieren hablar contigo, bailar contigo, pagarte las copas… y follarte a la mínima de cambio. Pillaste a tu novio enrollándose con otra… La cosa fue mal, los atacaste… él murió en el acto, ella estuvo un mes en coma. Tú a prisión de por vida.
  • Maleta de piel… discreta, no se adivina su precio. Claro… tú… María Liliana Castro Montes. La jefa de administración del ministerio de vivienda. Cuarenta años… licenciada, mujer poderosa, te gusta mandar, mandar y manipular a hombres. Esta vez te manipularon… Corrupción… millones en corrupción. Aquí, tendrás todo el tiempo del mundo para pensar por qué lo hiciste...

Después de ese recibimiento, las guardianas registran otra vez todos los equipajes. Siempre se registra todo varias veces.. Un policía no se suele fiar de lo que ha registrado el anterior… y menos si son de cuerpos policiales diferentes. Los guardias de prisiones son un cuerpo aparte de todos los demás. La oficial obliga a Liliana a cambiar los zapatos de tacón por las zapatillas deportivas que hay en su maleta. Confisca el calzado… ese tipo no está permitido en el penal.

La oficial ordena que las registren a ellas… Una a una entran en una habitación… Salen al rato con cara enfadada pero resignada…

  • Es lo que tiene el registro de cavidades corporales, le dice a Cristina al salir.

Las llevan a la entrada de uno de los recintos vallados. Siguen encadenadas. Hay un túnel con tres puertas cerradas, cada una se cierra antes de abrir la anterior. Al cerrarse la primera puerta, las liberan de cadenas y esposas. Se abre la segunda, los guardias no la atraviesan. La tercera puerta se abre gracias a un sistema motorizado.

  • Chicas, pasad hacia adentro… Una mujer estará esperándoos.

Cristina se vuelve y se acerca a la puerta anterior cerrada…

  • Pero dónde están nuestras celdas…
  • ¿Celdas? Esto no es una cárcel-hotel… Miradlo bien… un poblado de casuchas rodeado por la valla. Nunca entramos ahí… Desead que no entremos porque lo haríamos con material antidisturbios.

La oficial continúa…

  • Hacedle caso a la señora que os reciba… Os dirá quién manda y qué tenéis que hacer para sobrevivir.

Y continúa...

  • La valla mide seis metros… En cada torre de diez metros hay francotiradores… gatillo fácil y buena puntería. Fijaos en ese alambre que rodea la valla por dentro, sujeto por soportes, a veinte centímetros del suelo… Es la señal de aviso. Si lo cruzáis, pueden disparar.

El cable delimita una franja de unos cinco metros por dentro de la valla y en todo su perímetro. Aun siendo de noche, ese trozo de tierra está muy bien iluminado y se distingue todo.

Efectivamente, hay una mujer esperando a las tres condenadas.

A su espalda, se adivina una caótica acumulación de casuchas de ladrillo. Algunas, no todas, con luz. Más que un pueblo o ciudad parece una favela o villa miseria.

Las tres mujeres cogieron su equipaje y salieron al encuentro de la desconocida.

  • Buenas noches señoras…
  • Buenas noches, ¿Quién es usted? -Liliana se erige en portavoz del trío.
  • Yo no soy importante… Solo les facilitaré cama para esta noche. Mañana la conocerán.
  • A quién…
  • A la “protectora”… La gran Daisy… Daisy Yurena Valdés….

CONTINUARÁ