Cuatro Mujeres

Latinoamérica… grandes ríos, selva, montañas. Cuatro mujeres muy diferentes se encontrarán en un lugar infernal. Relato presentado aquí en una sola entrega… Publicado previamente en “dominación” dividido en tres capitulos.

La cooperante europea:

Selva amazónica… calor… humedad…

Me encanta follar con calor… Sensación húmeda, tórrida… ¡¡¡Ahhh!!! Ahí… quédate debajo, yo me pongo encima. Más trabajo, pero tengo el control… Arriba, abajo… arriba, abajo…

Cuerpos sudados… sudando cada vez más.

Trabaja un poco… tócame las tetas… ¡¡¡Ahhh!!! Me encanta… Estoy cabalgando sobre tu polla dura, inmensa…

¡¡¡Ahhh!!! !!!Ahhh!!!.... !!!Ahhh!!!

Un par de cigarrillos… fumar es malo pero, habrá que morir de algo...

  • Me encanta follar contigo, cooperante...

  • A tí te encanta follar, como a todos los tíos.

  • Ya veo que el cariño no es lo tuyo…
  • Tengo cariño a tu pueblo… por eso vine aquí a trabajar gratis.
  • Pero te has llevado a un hombre de primera…
  • No sé...

Tras unos minutos de silencio, le pregunto algo más mundano.

  • Oye, esas cajas de tu amigo…
  • ¿Qué?
  • ¿Las seguimos teniendo en el dispensario?
  • Sí… nadie las vino a buscar.
  • Pues a ver si se las lleva…
  • Le debo muchos favores…
  • Pero éste es un favor peligroso…
  • ¡¡Bah!! Nadie sabe que están ahí...

Sliencio…

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Llega la mañana… luz tenue por la ventana. Seguimos desnudos en la cama. Bostezo… Sé que hay que abrir el dispensario… Pronto vendrán las auxiliares locales.

¡¡¡Ehhh!!! ¿Qué es ese estruendo?

Gritos, golpes, caída de objetos… Bajo como puedo, aterrada, medio desnuda.

El ejército ha entrado en el dispensario… Nos acusan de colaborar con la guerrilla… de ocultar armas. Malditos favores por devolver…

Jorge baja… Lo agarran, lo zarandean… Lo abofetean hasta que confiesa donde están las cajas. Las abren: armas y munición… por un momento, tuve la ilusión de que apareciera otra cosa: semillas, juguetes sexuales, cualquier cosa legal.

Intenta aprovechar un descuido… sale corriendo. Un disparo certero… cae muerto en el umbral de la puerta.

Estoy en shock… Una mujer soldado me mete en el consultorio y me cachea. Me pide que junte ropa en una maleta… Me deja vestir, meto lo que puedo en una bolsa de deporte…

Me detienen… ¡¡¡Ahhh!!! Me aprietan las esposas…

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En este país tienen una costumbre realmente medieval. Hacen fotos a los detenidos, con el escudo de la unidad gubernamental detrás, generalmente con dos hombres armados custodiando de cerca al infeliz…

Esas fotos las publica la prensa local junto a detalles del caso. Yo salí detenida por colaboración con banda armada. Justo antes de que llegara el fotógrafo, pregunté si podía hacer algo para no ser reconocida.

  • Dese la vuelta -dijo uno de los agentes...

Y me lo permitieron…

Los primeros días de encierro los pasé en un campamento militar en plena selva. Me llevaron en la parte de atrás de un jeep. Con las manos sujetas a la espalda no podía agarrarme bien, casi me caigo.

El campamento parecería un camping europeo… Rodeado por una valla, los soldados dormían en casas prefabricadas que habían traído en camiones y descargado sin más, tamaño contenedor (treinta pies: unos diez metros).

En el centro, uno de esos contenedores era la cárcel… mi cárcel. Un contenedor con techo y tres paredes metálicas. La tercera pared era de malla de alambre metálico… como un gallinero. Había cinco celdas separadas por paredes metálicas… No había intimidad. Dormir en un colchón delante de todos, comer la bazofia que te dan delante de todos, al menos hay una cortina que tapa la inmunda letrina.

De ahí, me llevaron a un cuartel militar en la capital del departamento. Encerrada en una celda, casi una mazmorra… Dos por dos metros, en un semisótano. Un ventanuco enrejado que da al patio… Por él entraba un poco de luz y los sonidos de los soldados entrenando. Pasos, gritos, armas montándose, balas de fogueo…

El consejo de guerra no tuvo piedad. Código penal militar, cadena perpetua por delitos relacionados con terrorismo.

Me han hecho la “gracia” de permitirme cumplir la pena en una prisión civil.

El cuatro por cuatro ha tardado en traerme aquí la mañana entera… Según me dicen, es el puesto de vigilancia adelantado del penal de “Selva Esmeralda”. Aquí acaba la carretera asfaltada… Un camino de tierra se pierde en medio de una inmensa masa verde.

Me bajan del vehículo… he hecho todo el viaje con esposas a la espalda. Horrible calor, no he podido ni espantar los mosquitos, me tienen acribillada.

Transfieren la custodia… Los guardias de la cárcel visten de negro. El militar me libera las manos… Pero el guardia me espera con otras esposas. Me las coloca delante, al menos no aprieta mucho.

El puesto es una casucha donde vigilan los accesos cinco guardias aburridos. Me meten dentro… ¿Qué? Nada más entrar, una guardia femenina se agacha y me encadena los tobillos. Esto no lo habían hecho los soldados.

Me encierran en un calabozo oscuro, alargado… sólo hay un banco de madera. A mi lado ponen mi bolsa de deporte con ropa… Agradezco que no me hagan vestir uniforme de presa.

  • Esperamos a dos presas más… entonces os subimos -dice la mujer antes de cerrar la puerta.

La estudiante:

Establecimiento de comida rápida… hay que ingerir algo para aguantar la noche de fiesta. Voy super-sexy… Shorts, escote de escándalo, sandalias transparentes… me encantan.

¡¡¡Ehh!!! Es él… Aquí, en el burger. Pasamos la clase de derecho haciéndonos ojitos. Sé que está por mí…

¿Qué? Me hace una seña… ¿Que vaya con él al baño? ¡¡¡Vaya loco!!!

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¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Ahhh!!! Sigue, sigue…

Estoy en el baño de hombres, puerta del habitáculo cerrada, pantalón corto en los pies, braga en los tobillos, culo en pompa, apoyada sobre la tapa del inodoro.

Él arremete con furia… Me ha cogido del pelo y me cabalga como una yegua.

¡¡¡AAAAhhhhh!!!

Termina… termino… breve pero intenso. Me pone mucho tener sexo en lugares públicos… Nos vestimos. Esperamos a que no se oiga a nadie… salgo corriendo… Él se da la vuelta y comienza una gran meada…

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Han pasado horas… Mi amiga y yo vamos por el tercer nightclub… Música alta, alchohol… madrugada, oscuridad, luces de colores.

¡¡¡Ehhh!!! Mi macho otra vez… Está bailando con otra tía… Bueno, eso se lo paso… ¡¡¡Eso no!!! La está besando… ¡¡¡Será puta!!!, ¡¡¡Será cabrón!!!

Me echo a él… lo empujo, lo insulto… Ella chilla, me araña… ¡¡¡Ehhh!!! Le he dado con el botellín de cerveza en la cabeza. Bueno, se lo merece…

  • ¿Qué has hecho, estás loca? -dice él.

Él me intenta agarrrar… No le dejo, me revuelvo… ¡¡¡Toma!!! Le he dado un buen puñetazo… ¡¡¡Toma!!! La rodilla en los huevos… así te los reviente. Está doblado… lo empujo con fuerza… cae de espaldas. Le piso el cuello… ¡¡¡Qué!!! Le he clavado un tacón… comienza a sangrar como una fuente…

Una nube de gente me aparta de él… Viene un guardia de seguridad. Me agarra por las manos, tira por mí… me obliga a rodear con los brazos una estrecha columna de metal. Me esposa alrededor de ella…

Intentan cortar la hemorrragia… en el local sólo hay un pequeño botiquín… Desalojan a la gente. Camareros corriendo, histéricos, gritándo….

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Policía y sanitarios llegaron al mismo tiempo.

Cambio de custodia: acción por la que un prisionero que está al cargo de un agente o autoridad es transferido a otra. Incluye generalmente el cambio de las esposas, grilletes u otros sistemas de retención que los agentes utilicen. He vivido ya varios cambios de custodia, este fue el primero. El guardia de seguridad, me soltó las manos. Los dos agentes, sin darme una oportunidad me sujetaron y esposaron a la espalda inmediatamente.

Cogieron mi bolso y lo registraron… Los zapatos en una bolsa… son la prueba principal. Al menos el derecho… Yo tengo que ir descalza.

Me sacan del local… ¡¡¡Ayyy!!! Ya ha salido el sol… Odio salir de un local nocturno y ver la luz del día. Hay un montón de curiosos… deben ser los clientes desalojados, han esperado para ver el espectáculo.

Descalza… me obligan a caminar pero tengo que hacerlo lentamente. Se me clava el asfalto, las piedritas. Vamos hacia el coche patrulla. Un agente abre el maletero… ¡¡¡Noo!!! En mi país suelen tener un maletero sin bandeja, habilitado para transportar detenidos, lo he visto en televisión.

Me suben… me sientan de lado sobre el suelo del maletero. Extiendo las piernas todo lo que puedo.

Cierra el portón… Esposada, descalza y encerrada en la parte trasera de un coche. Indefensa, humillada… Nunca me había sentido tan humillada.

En la comisaría me hacen la foto del arresto… Al menos, me han puesto las esposas por delante…

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Dormí en el calabozo. Por la mañana me comunican los cargos: un homicidio consumado, tentativa de otro.

Me trasladaron a la cárcel del distrito. Un antiguo convento a las afueras convertido en agujero para perdedores y perdedoras. Mi madre decía que las chicas desobedientes acababan ahí, viviendo con putas y ladronas. La verdad es que yo no conviví ni con unas ni con otras…

Me llevaron a un módulo de delitos graves. Veinticuatro horas en la celda… dos por dos metros, puerta de metal, retrete minúsculo y colchón mugriento.

Me han traído una bolsa con ropa… La registraron delante de mí y me permiten tenerla en la celda. Al menos ya tengo un par de chanclas y otro de zapatillas deportivas. Les paso la ropa sucia y me la devuelven en bolsas de lavandería… Es el único lujo. La comida es vomitiva… Una vez al día entra un celador y me esposa a las rejas de la ventana. Es entonces cuando una mujer entra a fregar… Tengo servicio de habitaciones. Cuando termina, el olor a lejía me pone mala.

Tengo una abogada de oficio… Son los únicos momentos en que me dejan salir de la celda (para entrevistarme con ella). Abren la portezuela de la comida, saco las manos y noto las esposas en las muñecas… Sólo entonces abren la puerta…

A la vuelta, es al revés…

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El juicio fue rápido. La abogada no pudo hacer mucho… Culpable en menos de una hora…

Me han traído de nuevo a la cárcel… espero sentencia…

¿Qué dicen? ¿Perpetua en un penal?

Aun lloro sobre el papel de la sentencia cuando me agarran y me ponen las esposas a la espalda. Me bajan al patio, me suben a un coche… de nuevo, en lo que sería el maletero.

El coche me ha traído aquí… a lo que sería el final del mundo civilizado. Los guardias de esa casucha lo vigilan… Quién sabe a dónde llevará el camino de tierra.

Cambio de custodia… esposas en las muñecas por delante… Al entrar en la casucha, cadenas en los pies. Me encierran en una celda alargada… hay otra mujer… Mayor que yo, pero aún joven, en la treintena… atractiva, pelo castaño claro, alta, piel clara… Parece extranjera. Al hablar me lo confirma…

  • Perdona que no hable mucho, no tengo muchas ganas…
  • Normal, ni yo.

La alta funcionaria:

Estoy en mi oficina… Aquí mando. Reviso sus informes y señalo hasta el mínimo fallo. Se lo hago rehacer hasta la perfección… Sé que me odian… Me encanta.

Llaman… el viceministro. Bueno, a éste le haré caso, porque es el jefe…

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  • ¡¡¡Jefe!!! ¿Qué hace jefe? ¡¡¡Ahhh!!!. Viceministro es usted muy convincente… Sí, sí… más… sí...

¡¡¡Ahhh!!! Me encanta follar en el despacho… Me gusta más follar con los secretarios. Para algo me aseguré de que fueran tíos. Pero así tampoco está mal: al capullo del viceministro se le nota que sabe follar, entrenamiento que debe tener… con las putas más finas y caras de la capital. Es un vicioso, le gusta el alcohol, la coca y follar con mujeres sin respeto ninguno. ¡¡¡Me encantan los hombres así!!!

Se viste a toda prisa…

  • Cojo el vuelo en hora y media… Te traeré algo de Miami…
  • Oye, a la vuelta, tenemos que revisar el asunto de viviendas sociales y ayudas al alquiler.
  • Sí, claro…

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Es por la tarde… sigo en la oficina. Soy la jefa pero es cierto que trabajo mucho… Me permito algún desliz pero trabajo…

¡¡¡Ehhh!!! ¿Qué pasa? ¿Qué es ese jaleo?

Salgo del despacho… ¡¡¡Qué!!! La policía… Varios agentes de paisano, dicen que son de delitos económicos. Los acompañan muchos uniformados… como dos de uniforme por cada uno trajeado.

Registran todo… empaquetan portátiles, discos… Me llevan al despacho. Tienen mucha documentación impresa. Me explican… parece que hay pruebas de fraude en viviendas sociales y ayudas al alquiler.

Claro que lo hay… Yo lo organicé… Últimamente, había crecido demasiado. El puñetero viceministro quería cada vez más. Sé que pagaba favores, que sobornaba a políticos…

Pido que me dejen llamar con el celular. El que parece el jefe asiente… Llamo… Él es un cargo político… le va la piel en ello también… A ver si lo puede arreglar.

Tres intentos y no me coge… Algo me lleva a activar la aplicación de geolocalización… Él la puso para saber siempre dónde estaba yo.

  • ¡¡¡Pendejo!!!, ¡¡¡Chingado!!!, ¡¡¡Pinche baboso!!!… ¡¡¡Cabrón de mierda!!!, ¡¡¡Hijo de la gran puta!!! No está en Miami sino en Bahamas. Ha huído, sabía que esto iba a pasar.

El jefe de los agentes habla pausadamente:

  • Señora, ¿Sabe que está detenida?

Veo como uno de los uniformados saca las esposas.

  • Por favor, podrían no usar eso delante de todos...

El oficial al mando asiente…

  • Pero al llegar al coche policial, seguiremos el procedimiento.

Una mujer uniformada me cachea… Registra mi bolso y lo mete en su mochila. Salgo escoltada por dos guardias que me sacan la cabeza. Todas las miradas se posan en mí...

Bajamos en ascensor… en el garaje hay varios coches policiales.

Al llegar, me inclinan sobre uno de ellos… Noto la mano del agente en mi nuca, como el brazo de un gigante. ¡¡¡Ayyy!!! Noto las esposas de acero en las muñecas, las manos unidas sobre mi región lumbar.

Me obligan a sentar en el maletero vacío del coche… ya está preparado, sin bandeja y con una reja de separación con el resto del auto.

Me siento indefensa, humillada… al llegar a la estación de policía me hacen la foto para la prensa. No me dejan volverme, agacho la cabeza todo lo que puedo...

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De allí a la cárcel del distrito… La directora me dijo que pensaba meterme en el corredor de celdas individuales pero se dio cuenta de que lo iba a pasar peor en el módulo general: compartiendo vida con ladronas y meretrices.

Dos veces me enviaron ropa y dos veces me robaron todo… La tercera vez, mi asistente hizo un esfuerzo: ropa deportiva sin marca, ropa interior de mercadillo… Conservo todo.

Antes del juicio supe que el viceministro tuvo su merecido… Un sicario lo mató a sangre fría en un hotel de lujo. Había políticos y mafiosos beneficiándose de “mi” delito. A mí me tocó pagar los platos rotos, él sabía demasiado… Sabía lo que no me habían dicho a mí.

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Pagué un buen abogado. El juicio fue un gran escándalo… Tuve que asistir esposada todo el tiempo, declarar gesticulando con los grilletes, oyendo el tintineo metálico. Mis fotos salieron en todos los diarios… las grabaciones en noticieros de la televisión.

No me hicieron esperar en una celda por la sentencia. Aprovecharon para dictarla en directo…

Cadena perpetua… Penal de selva esmeralda. Ese penal es un agujero infecto construido en un claro de la selva… En una montaña lo bastante alta para que los grandes árboles no puedan crecer allí… Lo curioso, es que estás en medio de una selva tropical, frondosa y húmeda, con temperaturas medias de más de treinta y cinco grados y en esa maldita montaña siempre tienes frío.

Sé que envían allí a condenados y condenadas de por vida. Es un lugar para hacerlos desaparecer…

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De nuevo, esposada en la parte de atrás de un coche… autopista, carretera, carretera secundaria… Desde la capital pueden ser seis horas de viaje… Con el culo sobre el suelo, noto cada bache…

Por fin… Eso es el “puesto adelantado”... Ahí esperan a todo el que tiene la desgracia de venir aquí.

Me bajan del coche… Una oficial viene hacia mí… me esperaba. Cambian las esposas, me pone otras iguales pero delante y menos apretadas.

Me encadena los pies. ¡¡¡Ehhh!!! Una cadena sin más… rodea cada tobillo y lo sujeta con un candado. Sencillo sí… También efectivo y… aterrador.

Vengo del juzgado… Por eso conservo los zapatos de tacón… En la cárcel me obligarían a llevar deportivas. Aquí seguramente también…


La guardiana:

  • Venga… se hace tarde, queda apenas una hora de luz. Subimos a las tres nuevas.

Los guardias llevan a las tres mujeres al cuatro por cuatro… Suben sus equipajes (sólo un bulto cada una) al maletero.

  • Ustedes al remolque…

Les causa miedo subirse… un remolque pequeño de metal, parece de ganado. Bueno, lo es… Suben amenazadas por las porras de los guardias. Se cierra desde fuera con un gran candado…

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Ascienden… una hora de camino pedregoso, sinuoso, ascendiendo por la ladera de la montaña. Rodean el camino gran cantidad de árboles.

La suspensión brinca alegremente en las piedras de camino. Son casi cincuenta kilómetros cuesta arriba. Según se va ascendiendo la vegetación es menos densa. Al llegar, ya no hay luz del sol… la luna llena gobierna el cielo. Hace fresco… el efecto de la altura es importante.

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Al llegar, se ven varios edificios y dos recintos vallados un poco más arriba en la colina. Entran en uno de los edificios. La guardiana hace formar a las tres infelices…

Han bajado los bultos del coche, ella comienza a hablar.

  • Déjenme adivinar…
  • Una bolsa de deportes común. Para tí… Cristina Rodríguez González. Extranjera… española. Médico, treinta años. Viniste a cooperar con una ONG en plena selva… Lo malo es que acabaste por colaborar con la guerrilla. Prisión de por vida, la condena más común aquí.
  • Un trolley rosa… Parece la maleta de Barbie. Bonita pero sin mucha clase. Es tu definición… Laura Camila Velasco Méndez. Ciudadana de la república. Estudiante de administración de empresas. Tercer año… Veinticinco años… Te retrasaste un poco con la carrera, cielo… La chica popular, todos los chicos quieren hablar contigo, bailar contigo, pagarte las copas… y follarte a la mínima de cambio. Pillaste a tu novio enrollándose con otra… La cosa fue mal, los atacaste… él murió en el acto, ella estuvo un mes en coma. Tú a prisión de por vida.
  • Maleta de piel… discreta, no se adivina su precio. Claro… tú… María Liliana Castro Montes. La jefa de administración del ministerio de vivienda. Cuarenta años… licenciada, mujer poderosa, te gusta mandar, mandar y manipular a hombres. Esta vez te manipularon… Corrupción… millones en corrupción. Aquí, tendrás todo el tiempo del mundo para pensar por qué lo hiciste...

Después de ese recibimiento, las guardianas registran otra vez todos los equipajes. Siempre se registra todo varias veces.. Un policía no se suele fiar de lo que ha registrado el anterior… y menos si son de cuerpos policiales diferentes. Los guardias de prisiones son un cuerpo aparte de todos los demás. La oficial obliga a Liliana a cambiar los zapatos de tacón por las zapatillas deportivas que hay en su maleta. Confisca el calzado… ese tipo no está permitido en el penal.

La oficial ordena que las registren a ellas… Una a una entran en una habitación… Salen al rato con cara enfadada pero resignada…

  • Es lo que tiene el registro de cavidades corporales, le dice a Cristina al salir.

Las llevan a la entrada de uno de los recintos vallados. Siguen encadenadas. Hay un túnel con tres puertas cerradas, cada una se cierra antes de abrir la anterior. Al cerrarse la primera puerta, las liberan de cadenas y esposas. Se abre la segunda, los guardias no la atraviesan. La tercera puerta se abre gracias a un sistema motorizado.

  • Chicas, pasad hacia adentro… Una mujer estará esperándoos.

Cristina se vuelve y se acerca a la puerta anterior cerrada…

  • Pero dónde están nuestras celdas…
  • ¿Celdas? Esto no es una cárcel-hotel… Miradlo bien… un poblado de casuchas rodeado por la valla. Nunca entramos ahí… Desead que no entremos porque lo haríamos con material antidisturbios.

La oficial continúa…

  • Hacedle caso a la señora que os reciba… Os dirá quién manda y qué tenéis que hacer para sobrevivir.

Y continúa...

  • La valla mide seis metros… En cada torre de diez metros hay francotiradores… gatillo fácil y buena puntería. Fijaos en ese alambre que rodea la valla por dentro, sujeto por soportes, a veinte centímetros del suelo… Es la señal de aviso. Si lo cruzáis, pueden disparar.

El cable delimita una franja de unos cinco metros por dentro de la valla y en todo su perímetro. Aun siendo de noche, ese trozo de tierra está muy bien iluminado y se distingue todo.

Efectivamente, hay una mujer esperando a las tres condenadas.

A su espalda, se adivina una caótica acumulación de casuchas de ladrillo. Algunas, no todas, con luz. Más que un pueblo o ciudad parece una favela o villa miseria.

Las tres mujeres cogieron su equipaje y salieron al encuentro de la desconocida.

  • Buenas noches señoras…
  • Buenas noches, ¿Quién es usted? -Liliana se erige en portavoz del trío.
  • Yo no soy importante… Solo les facilitaré cama para esta noche. Mañana la conocerán.
  • A quién…
  • A la “protectora”… La gran Daisy… Daisy Yurena Valdés….

Selva Esmeralda:

Selva Esmeralda parece el nombre de una película, de un hotel de lujo, de una agencia de viajes. Aquí no… esto es un penal, un lugar donde se obliga a vivir a perdedores, a desgraciados y desgraciadas que no pudieron evitar terminar allí.

Selva Esmeralda es el peor de los penales del país… Está en medio de la selva, en la cima de una montaña. Donde, a pesar de estar rodeado por selva tropical, se puede tener frío. Esa temperatura inferior a su entorno hace que, donde se construyó la prisión, no haya grandes árboles. Era simplemente una pradera… Ahora la hierba sigue creciendo por todos los rincones, aprovechando la abundante lluvia de la zona.

No es una cárcel normal, con celdas, corredores, estancias comunes… Además de los edificios de administración y vivienda de los guardias hay dos grandes recintos: el masculino y el femenino.

Cada uno está rodeado por una valla alta y fuertemente vigilada. Dentro de cada uno hay una caótica acumulación de casuchas de ladrillo, formando una especie de poblado. Si se parece a algo es a las favelas donde se acumula la población más pobre…

Los guardias no entran en los recintos… Por lo menos, intentan no entrar… Si lo hacen, es fuertemente armados con porras, escudos, cascos… Nunca armas de fuego.

Los guardias de la valla no tienen ningún miramiento. Primero disparan… luego, puede que pregunten.

La mayoría de condenados y condenadas lo son a la pena máxima de la ley: la cadena perpetua o prisión de por vida.

Con estas condiciones, los recintos deberían ser un lugar de continuas peleas y violencia. Lo normal serían motines continuos. Sin embargo, son todo lo contrario… muy tranquilos. Si un preso comete una falta es inmediatamente identificado y entregado a los guardias. ¿Cómo es posible? La táctica es simple… se deja a los presos que definan su propia ley.

Cada recinto es literalmente gobernado por un jefe supremo… Un preso que es capaz de mantener disciplina y organización… Los guardias actúan en connivencia con esa jefatura. Cada día se entregan provisiones: pan, arroz, pasta… poca fruta, poca proteína… El jefe debe hacer que llegue. A cambio es un rey… un rey que ejerce una monarquía absoluta.

Se permite a los presos producir algunos productos artesanos: pequeños muebles, zapatos, ropa… Los guardias los recogen y los cambian por “vicios”: tabaco, alcohol… El jefe siempre es el contacto con los guardias. También dirige a los presos en trabajos de mantenimiento…

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Un cálido día de agosto, tres mujeres ingresan en el penal. Lo hacen como todos… llegan conducidas a la fuerza desde diferentes puntos del país. Las tres fueron condenadas a prisión perpetua por delitos graves.

Tras sufrir calor, sudor y la incomodidad de ir encadenadas durante el ascenso a la cima; recibieron un severo y descorazonador discurso de bienvenida de la oficial al mando.

Allí están… han pasado todas las puertas que conducen al recinto femenino y la última se ha cerrado a su espalda. Frente a ellas les da la bienvenida una viejita pequeña con voz tenue pero desagradable… A las tres les parece un ser siniestro… como la bruja de Hansel y Gretel, como la anciana de Blancanieves o como una asesina que envenena a sus víctimas haciéndoles la cena

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No les hizo la cena… Las llevó a una casucha donde pudieron dormir… Las literas son estrechas, con cuerpo metálico que necesitaría una mano de pintura, lleno de manchas de óxido. Los colchones son estrechos y tienen manchas imposibles de eliminar.

Por la mañana, otra mujer las despierta… les dejan lavarse con agua fría… Pueden beber agua pero no les dan nada de comer.

Hambrientas son llevadas a otra de las construcciones. Tienen que caminar por callejones estrechos hasta una especie de patio o plaza. Allí, en lo que debe ser el centro del poblado las recibe una mujer. Tiene la piel y el pelo oscuros y rasgos indígenas. Está sentada en un sofá individual, parece que está en el trono. Ellas deben escuchar de pie frente a ella. Un corrillo de mujeres las rodea, parecen la corte de la reina. Una reina que se antoja cruel. La jefa las mira fijamente y habla con autoridad.

  • Por fin… os esperaba. Repasamos nombres e historias….

Continúa…

  • Tú, pelo castaño claro… Eres Cristina Rodríguez González. Extranjera… española. Médico, treinta años. Viniste a cooperar con una ONG en plena selva. Condenada por colaborar con la guerrilla. Prisión de por vida.
  • Sí, soy yo -dice Cristina poco segura de sí misma.
  • Morenita, la más joven y hermosa. Laura Camila Velasco Méndez. Estudiante de administración de empresas. Veinticinco años. Pillaste al chingado de tu novio enrollándose con otra… A él le clavaste un tacón en el cuello, muerto en el acto. A ella le abriste la cabeza con una botella, sobrevivió de milagro. Otra cadena perpetua. ¿Me equivoco?
  • No, no se equivoca.... -responde Camila temblando.
  • Y tú… pareces la directora del banco. María Liliana Castro Montes. La jefa de administración del ministerio de vivienda. Cuarenta años… licenciada. Todos los politicos roban… a tí te pillaron. Seguro que había más culpables pero a ti te ha caído el peso de la ley… Y pesa mucho: cadena perpetua, ¿NO?
  • Sí -responde Liliana… es la única que muestra firmeza en su respuesta.
  • Yo soy Daisy… Daisy Yurena Valdés y Acosta. Me llaman la protectora… Y protejo a quien se comporta según las normas de la comunidad. Si alguien no sigue esas normas, protejo a la comunidad.

Camila:

Hoy se cumplen tres meses… Tres meses de mi entrada aquí… en el culo del infierno. Podría haber sido peor… Daisy nos dice a cada una que trabajo hacer. Aquí si quieres comer, hay que trabajar en lo que dice ella. Yo he entrado en el cuerpo de las guardianas… Le debió impresionar mi historial de agresión a dos personas. Sí, las derribé sin armas, con un botellín de cerveza y un zapato de tacón. Creo que fue la primera vez que me peleé… Primera y definitiva… un muerto, otra persona en coma y yo enviada aquí a morir en vida.

Debemos mantener el orden… el orden de Daisy. Quien no trabaje o no obedezca recibe una visita nuestra… Lo que hace la policía con las esposas, nosotras lo hacemos con bridas de plástico… Realmente, si se aprietan, son mucho peores. Hoy las empleé por primera vez… Una muchachita que entró hace unos días fue encargada de limpiar las arquetas de desagüe. Ese es el trabajo más asqueroso… el que Daisy impone a quien le cae mal.

Ella comenzó pero a mitad de jornada se negó a seguir… Le pedí que siguiera… después le pedí que me acompañara. Después hice mi trabajo… No es muy fuerte… bastó retorcerle un brazo para que cayera de rodillas, chillando de dolor… Le sujeté las dos manos atrás con una brida y la llevé ante Daisy. Va a tener que hacer el mismo trabajo arrastrando cadenas. Le hemos puesto una cadena en los tobillos de la misma forma que nos trajeron a nosotras… Más básico no puede ser, se rodea cada tobillo con la cadena y se sujeta con un candado…

Algo raro había en la forma en que Daisy la miraba… Juraría que le gusta, que la quiere en su cama… Ella es conocida por acostarse con quien quiere aquí dentro. Ella y Liliana han tenido mucho que ver… Liliana es la única que se atreve a contradecirla… Por alguna razón, Daisy no se atreve a castigarla…

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¡¡¡Ahhh!!! Sigue, por favor, doctora, sigue…

¡¡¡Ahhh!!! No aguanto más… me voy… ¡¡¡Ahhh!!! Me retuerzo chillo… mojo las sábanas, ya no estaban muy limpias.

La doctora, Cristina, trabaja en la enfermería… Ahí la puso Daisy. Hay muchas enfermedades… diarreas, fiebres, problemas por la mala alimentación…

No hay muchas medicinas, ella hace todo lo que puede. Todas dicen que esto ha mejorado mucho con Cristina.

Cristina y yo dormimos juntas… y cómo la chupa la doctora. Nunca había estado con una chica pero aquí no hay ni una sola polla… Después de correrme me entrelazo con ella mientras la masturbo muy lentamente… humedezco mis dedos y la voy acariciando con cuidado…

Ella se corre casi en silencio, casi sin retorcerse. Está cansada, necesita dormir…


Liliana:

Libros de cuentas… Llevo toda la vida con ellos. El día que me trajeron aquí, sí que tenía miedo. Tras la valla se abría un mundo desconocido, salvaje… Finalmente, está más organizado que el de fuera. Y las chicas que me ayudan con las cuentas son más eficientes que mis antiguos subordinados del ministerio…

Al acabar la jornada sí que cambia la cosa… Me gustaría ir a un apartamento a mi bola… Aunque sea a una caseta de chapa. Por contra, tengo que ir a la casa más grande, más limpia y mejor equipada del poblado… La casa de la protectora, de la jefa…

Ella me trata bien. Me ha encargado el mejor trabajo que yo puedo hacer. Y no, no me disgusta cuando me la chupa… Lo hace sistemáticamente todas las noches y eso es lo que no soporto… Todas las noches con ella, sí o sí… A mí me gustaba jugar con todos, darles calabazas para después darles sexo. Follar salvajemente en el baño de la oficina o dormir entrelazados en una cama de hotel. Nunca había estado con una chica y, la verdad, no está mal… Pero siempre ella y siempre por debajo de ella. Ella es la jefa, nadie lo puede discutir. Me deja llevarle la contraria pero todos la obedecen y se hace lo que ella dice.

¡¡¡Ahhh!!! La tengo ahí… en el coño. La verdad es que lo hace bien… Pero cada vez me entusiasma menos. Lo noto como de lejos… como si se la estuvieran chupando a otra… A ella parece no importarle, ni siquiera me reclama que la masturbe o la bese.

¡¡¡Ahhh!!! Casi sin querer me corro una vez más… Sin entusiasmo es como si le pasara a otra, como si estuviera viendo una película porno sin muchas ganas.

  • Lily -dice ella al terminar.
  • Sí…
  • Creo que voy a dejar de torturarte…
  • ¿Qué?
  • Que se ve que no estás a gusto… Buscaré a otra. Seguirás siendo contable, eres muy buena en eso… Pero mañana puedes dormir en otra cama, te buscaré otro alojamiento.

No digo nada… respiro aliviada. Ella sigue…

  • Además, te haré un regalo sorpresa.

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Otra vez todo el día entre cuentas. Bueno, a la hora de comer me enseñaron mi nuevo alojamiento… Un chabolo de ladrillo… limpio pero muy básico. Cerca de Daisy… Ella aún espera algo de mí… La verdad es que es un alivio…

Cierro los libros y me voy… La pena es que aquí no voy a encontrar a ningún machito para que me la clave bien.

  • ¡¡¡Ehhh!!! Camila, ¿Qué haces aquí?
  • Me gustaría estar de visita…
  • ¿Y no lo estás?
  • Me temo que no…

Lo ha dicho mirándome de frente. Lleva el uniforme de las guardianas de Daisy… Realmente es un chándal falso de la selección nacional. Pero también lleva un cinturón con una porra y bridas para atar a quien se resista.

  • ¿Y cuál es el motivo? -digo temblando…
  • Tengo que llevarte al túnel de entrada… te van a interrogar.

No entiendo nada pero es mejor no resistirse. Extiendo las manos hacia ella…

  • Sin bridas, por quién me tomas…

Me lleva al túnel… Una bóveda de hormigón de diez metros de largo que atraviesa la valla… La única vía de comunicación con el resto del mundo.

Hay tres puertas… la primera, automática, se abre cuando llegamos. Camila me invita a entrar, ella queda fuera.

  • Suerte -dice al tiempo que se da la vuelta y se va.

Estoy sola y encerrada entre dos puertas. Siento frío… Aquí en la cima de la montaña hace frío por las noches. Está muy oscuro, ya no es verano, anochece pronto.

  • Aquí, ven… -una firme voz de hombre me llama desde la segunda puerta… La abre.

Me veo frente a él… Uniforme negro de la guardia de prisiones. Poco más de metro setenta… Para casi todos, un taco. Para mis cinco pies (metro cincuenta), casi es alto. Debe ser de mi edad… cuarenta años o más, pero bien llevados. Le delata el pelo canoso, cortado al estilo militar, debe ser al uno o al dos. No me parece feo… Sin ser un cachas, adivino un cuerpo robusto bajo el uniforme, en forma, acostumbrado al deporte.

Debo de estar muy mal pero querría follar con él aquí mismo. Es el primer hombre que veo en meses. No sé si me parece atractivo porque lo es o porque ando muy necesitada.

  • Las manos en la nuca, desde la vuelta…

¡¡¡Ayyy!!! Siento el primer grillete en mi muñeca izquierda… Odio las esposas. Me las pone a la espalda… No me llegan a doler pero las ha apretado hasta el límite, no puedo girar las muñecas…

Sin pronunciar palabra me lleva a través de las dos puertas restantes. Me conduce a uno de los edificios exteriores. Entramos en una sala pequeña de paredes blancas… Conozco la decoración… sala de interrogatorio: la puerta no tiene manilla por dentro, sólo abre con la llave. La mesa en el centro, con un par de argollas sobre ella para sujetar las esposas de uno o dos prisioneros. Muy iluminada, una ventana llenando una de las paredes laterales. La luz se refleja en ella como en un espejo, no se puede ver qué hay detrás…

Sé que desde el otro lado de esa ventana se ve todo lo que ocurre aquí… ¿Hay alguien viendo?, ¿Por qué me van a interrogar? Las cámaras de vigilancia tienen los LED’s apagados… ¿No van a grabar?

Lo más raro es que hay tres bandejas con comida sobre la mesa… fruta, bollos y embutido. ¿Esto qué es? Parece el desayuno de un hotel de clase media. Hay limonada, agua con hielo… ¡¡¡Ehhh!!! En un interrogatorio si quieren te dan agua… A veces, te presionan con la sed, otras con las ganas de orinar tras haberte dejado beber mucho. Me interrogaron varias veces antes del juicio y lo conté todo… No servía negarlo. Pero ¿Qué quieren ahora?

  • ¿Para qué me habéis traído aquí? -pregunto intentando aparentar firmeza.
  • Es el regalo de Daisy pero si lo rechazas te llevo de vuelta al poblado.
  • ¿Regalo, qué regalo?
  • Sexo...

¡¡¡Qué!!! ¿Me ha arreglado una cita con un hombre, es eso? La verdad es que no me disgustaría un polvo ahora… Me atrevo a hablar:

  • Elije tú… ¿A tí te apetece o es que Daisy también manda en vosotros?

No responde… no, con palabras. ¡¡¡Ahhh!!! Me está chupando una teta, sí… Llevo una camiseta de tirantes, sin sujetador, no lo he usado desde que entré aquí. Aun con las manos sujetas atrás, ha podido sacar fuera mis senos…

¡¡¡Ahhh!!! los chupa, los lame, los muerde suavemente, los estruja… ¡¡¡Me encanta!!!

Me baja el legging, me baja las bragas. Se atasca todo en las zapatillas deportivas.

  • No los puedo quitar así… no puedo dar un paso.
  • Así está bien… dice mientras comienza a masturbarme.
  • ¿No me vas a quitar las esposas?
  • Después…

¡¡¡Ahhh!!! Me masturba lentamente, apoyada en el borde de la mesa. Cabrón suéltame las manos, déjame quitar las zapatillas. ¡¡¡Ahhh!!! Sigue, sigue… no pares…

Me tumba en el suelo, me pone de lado… Me penetra desde atrás. Los dos tumbados de lado en el suelo… Comienza lento pero va a más… Sí… a más… a más…

¡¡¡Ahhh!!! Ahí… Siento la eyaculación… siento mis fluidos desbordando sin control.

Me quita las zapatillas, los leggings, las bragas… ¡¡¡Ahhh!!! Me quita las esposas. Ya era hora… Vistiendo sólo la camiseta, ceno con lo que hay en la mesa. Él me acompaña desnudo… su miembro sigue pareciendo erecto...

  • Tu uniforme lleva estrellas de oficial.
  • Capitán… jefe de la guardia.
  • ¿Qué honor?
  • Honor el que me has concedido tú… Tu caso fue famoso. Y confieso que al ver tu foto en la prensa pensé que esa señora me ponía mucho.
  • ¿Pensaste en follarme?
  • Sólo si te podía esposar y follarte con los grilletes puestos.
  • Pues ya lo has hecho…

Al terminar de comer, le pido dormir allí con él. Asiente, trae un colchón… Desnudos sobre él, sin sábanas… Nos entrelazamos, enseguida noto su miembro duro ahí, muy cerca…

Dormimos un poco… Pero despierto al rato y comienzo a jugar con su pene todavía duro. Continúo hasta situarme sobre él… Guío el miembro hasta mi vagina mientras él no ha despertado del todo… Cuando abre los ojos yo ya estoy cabalgando y marcando el ritmo. Sonríe… entiende que ahora voy a mandar yo… Me sigue el rollo, me toquetea las tetas. Continúo hasta su eyaculación… ¡¡¡Ahhh!!! Y la mía…

Dormimos el resto de la noche… ¡¡Agghh!!! Habrá que vestirse. Aún queda un poco de fruta. Aprovecho…

Él se ha vestido, saca las esposas.

  • Te las tengo que poner para llevarte adentro.
  • Sí, claro -al tiempo que contesto me doy la vuelta y pongo las manos en la nuca.
  • No, delante… es menos incómodo -dice.

Me doy la vuelta y extiendo las manos… Me pone los grilletes cuidadosamente, con cuidado de no apretar. Veo su cara de excitación…

  • ¿Te apetece un úlitmo polvo? -me atrevo a preguntar.

Sin dudar tira por las esposas… me lleva hacia la mesa. Las engancha a una de las argollas que hay en sobre la mesa. Así sientan a los interrogados, indefensos ante un interrogador frente a ellos. Él separa las sillas… estoy doblada hacia abajo, manos sobre la mesa. De nuevo, me baja los leggings y las bragas.

¡¡¡Ahh!!! Me penetra desde atrás… me coge de la melena… Me monta como a un caballo en el rodeo. Tira del pelo al tiempo que empuja con el miembro…

¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Me encanta!!! Me retuerzo, tiemblo, chillo… ¡¡¡Ahhh!!!

……………………………………………………………………………………………………….

Me he limpiado un poco y me he subido la ropa… siempre esposada. Me lleva de nuevo adentro, por el túnel, no tira de las esposas. Llama con un walkie… Sé que una de las guardianas de Daisy vendrá a recogerme.

  • Espero que no haya sido nuestro último polvo… -me dice.
  • Yo también...

Ya está ahí la guardiana… No es Camila, es una veterana del penal. Él me quita las esposas y me indica que pase la penúltima puerta.

La última se abre, avanzo hasta la mujer…

  • ¿No ha venido Camila? -le pregunto.
  • Camila ya no es guardiana… Hoy empieza otro trabajo.

Vaya… Le gustaba ser guardiana…

……………………………………………………………………………………………………….

¡¡¡Ehhh!!! Hemos entrado en el caótico poblado, ya no estamos a la vista del túnel. La mujer me ha cogido fuerte por un brazo, me pega contra la pared. No entiendo nada..

Me ata las manos delante con una brida.. aprieta fuerte, me corta la piel… es mucho peor que las esposas.

Empujándome porra en mano me lleva ante Daisy. En poco tiempo se me han amoratado las manos… La guardiana se va y me deja con la jefa, su expresión es iracunda, fuera de sí...

  • ¿Lo has pasado bien esta noche? -me dice ella.

No contesto pero ella sigue….

  • No pensarías que aceptaría tu traición sin más. Tuviste un regalito pero ahora vas a pagar... sufriendo.

Liliana:

Llevo una semana aquí… en un calabozo minúsculo construido en el sótano de la casa grande de Daisy… ¡¡¡Maldita Daisy!!! Sus arrebatos son así… Primero, entendió que nuestra relación no daba más de sí… Tal vez, esperaba que rechazara al guardia. Tal vez, esperó toda la noche que yo volviera habiendo rechazado al hombre… Al volver por la mañana, montó en cólera. La guardiana que envió me dijo algo de mi cara feliz por haber follado… Mientras me ataba las manos me dijo que se me iba a borrar la sonrisa.

Estoy desnuda, con los pies encadenados… Mucho peor que en la cárcel…


Cristina:

Para variar hoy hace calor de noche… no puedo dormir…

  • Camila, ¿Tú tampoco duermes?
  • No puedo, hace calor… estoy reventada, todo el día poniendo ladrillos. Me gustaba más ser guardiana...

La abrazo y la acaricio…

  • Es una putada… lo que le han hecho a Liliana es una putada. A tí te echaron de la guardia para que no la puedas ayudar… Esa Daisy es una tirana, por algo la llaman la diablesa.
  • Me gustaría poder hacer algo… pero no sé por dónde empezar.
  • Cuando la llevaste con el guardia, ¿Qué pasó?
  • Cuando Daisy quiere premiar a una mujer, habla con la oficial del recinto de mujeres. Le da el nombre y una foto. Ella se lo pasa a sus compañeros… si alguno está de acuerdo en hacerle el “favor”, la llaman a “interrogatorio”. El hombre la espera en la valla, le pone las esposas para hacer el paripé… El acuerdo es que si la mujer quiere volver, debe traerla de inmediato.
  • Ella estuvo fuera toda la noche…
  • Sí… eso enfureció a la diablesa. Ahora que lo dices, recuerdo algo…
  • ¿Qué…? Sigue, por favor…
  • El hombre que la vino a buscar… Me fijé cuando la estaba esposando. Llevaba estrellas de oficial… Si él lo sabe, tal vez haría algo…
  • Pero no sabemos quién es…
  • Aun tengo un walkie de los que usan las guardianas… Al hablar en un equipo se oye en todos…
  • Luego, las guardianas de Daisy oirán lo que digas.
  • No, si aprovecho mañana por la noche… estarán todas borrachas en la plaza.

Daisy:

¿Qué pendejada es esta? ¡¡¡Que me van a interrogar!!! A mí… Que me presente yo sola en el túnel… ¿Están de broma?, ¿Quieren un motín?

Aquí estoy… primera puerta. He venido con cuatro guardianas.

La puerta se abre lentamente, chirriando… Sólo hay un hombre tras la segunda puerta… Lo conozco, el capitán. ÉL manda sobre los dos recintos… La puerta está abierta. Ninguna traspasamos el umbral…

  • Yurena, entra...

No me gusta mi segundo nombre… Soy Daisy, carajo…

  • Ven tú a buscarme.
  • Entra tú o entrará el grupo especial… Quieren probar las porras eléctricas y los gases lacrimógenos.

Con un gesto, detengo a las chicas… Entro lentamente… La puerta se cierra tras de mí… Cuando está cerrada, el oficial abre la siguiente. Viene hacia mí…

  • Diles que se vayan.

Me basta con mirarlas… se van. Me toca ir esposada… extiendo las manos…

  • No… de momento.

Me lleva a la sala de interrogatorios. Cierra la puerta. Me invita a sentarme.

  • ¿Ahora me interrogarás?
  • Sí…
  • ¿Y qué me quieres preguntar?
  • ¿Dónde está Liliana?, ¿Qué le has hecho?

¿Qué? ¿Qué le importa a él, esa desgraciada? He castigado a presas muchas veces y nunca les importó…

  • ¿Por qué ella?, ¿Qué te importa?
  • El día que la enviaste a disfrutar del amor…
  • Estuvo toda la noche con algún jovencito bajo tu mando.
  • Estuvo conmigo…

Nunca sabía quién era el guardia que iba a estar con una presa. ¿Fue el capitán en persona? A los guardias jóvenes les encanta una cuarentona si está buena como Liliana, pero el jefe es el jefe…

No pude evitar ponerme a temblar….

Él me grita:

  • ¿Dónde está Liliana?, ¿Qué le has hecho?
  • No hablaré…
  • Tendré que volver más duro el interrogatorio…
  • Hazlo…

¡¡¡Ayyy!!! Me ha engrilletado una mano… ¡¡¡Ahhh!!! Me retuerce el brazo… Lo junta con el otro a la espalda… ¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Cómo aprietan!!!

¡¡¡Qué!!! Algo frío, metálico en mi hombro…

  • Quieta, si no quieres que te haga daño…

Es una navaja… corta los tirantes de mi camiseta… Me la quita. Desabrocha el sujetador, corta los tirantes… Esposada y desnuda de cintura para arriba.

Me quita el pantalón… me resisto un poco, es inútil. Me gustan los vaqueros ajustados… Me descalza, sin las sandalias de plataforma este pendejo me saca la cabeza. Me quita pantalón y tanga… Estoy a su merced, completamente desnuda, manos sujetas a la espalda.

Me coge en brazos… Soy pequeña… menos de metro y medio. Menos de cincuenta kilos… Me cuesta, pero controlo el peso.

Me deposita con cierto cuidado sobre la mesa… Me coge un tobillo, lo rodea con su mano.

  • Tienes los tobillos pequeños…
  • ¿Y qué? -pienso, no me atrevo a hablar.
  • Tan pequeños que caben en el grillete de unas esposas normales.

Usa otro par de esposas… las coloca en mis tobillos. Esto va a peor… No puedo dar un paso. Si me moviera, podría caerme de la mesa… me haría daño…

  • ¿Vas a hablar ahora?
  • No…
  • Pues te dejaré ahí hasta que hables.

Lo oigo moverse alrededor de la mesa… ¿Qué? Tira de las esposas de mis pies… ¡¡¡Ay!!! Que eso duele, cabrón… Oigo como un candado… Las ha sujetado a una de las argollas de la mesa. Las que usan para sujetar las esposas del interrogado…

  • Ahora medita, medita un poco, en silencio…

Oigo como se va, apaga la luz.


El capitán:

Han pasado tres horas… ¿Suficiente? Vamos allá…

Entro, cierro la puerta de un portazo… Oigo como se revuelve… Está despierta, nadie duerme en una situación así…

Enciendo la luz… Cierra los ojos por la impresión… La toco suavemente, le acaricio la espalda. Está caliente, sudorosa… tiembla como un junco al tocarla.

  • ¿Vas a confesar?
  • Sí… sí… pero no recuerdo nada, ahora no sé ni mi nombre.

Veo su cuerpo, desnudo, moreno… noto su calor… no debo, no es correcto… ¡¡¡Ahhh!!!

La estoy besando… Ella lo permite, entrega su boca, su lengua húmeda…

Le beso los pezones… Está tumbada mirando hacia arriba, tumbada sobre sus manos sujetas atrás. Comba el cuerpo para no sentir las duras esposas en la espalda.

La toco… le toco el sexo… abre las piernas lo que puede… está húmeda. Empiezo lentamente… voy a más… introduzco los dedos hasta el fondo… Ella emite grititos, tiembla, se retuerce, enloquece…

Voy a rematar con la boca… con la lengua… le como el coño lentamente, lo más lentamente que puedo. Noto como se retuerce en un orgasmo…

  • ¿Ahora estás más tranquila?

Sí… estaba más tranquila. Lo cuenta todo. Le quito los dos pares de esposas. Confiesa…

Acordamos el futuro… Dejará de ser la protectora… Habrá una nueva jefa en el penal femenino.


Liliana:

Me liberaron… Camila volvió a las guardianas. Es su jefa, y lo hace muy bien.

Cristina sigue en la clínica…

Daisy estuvo un tiempo limpiando letrinas… Pero estaba desaprovechada. Ahora es jefa de administración y ha sido un acierto ponerla ahí…

Frecuentemente, nos vemos con los guardias… Al capitán lo compartimos. A los otros, también.

La nueva jefa… Nadie pensó en otra. Me encanta mandar, como siempre. Nunca antes funcionó tan bien este poblado.

FIN