Cuatro hombres diferentes me probaron aquel día.
Relato sobre aquel mágico 22 de enero del 2020, donde hasta 4 hombres de distintas edades pasaron mis agujeros, en lugares muy diferentes.
Hola a todos!
Llevo algún tiempo sin escribir, lo cual no quiere decir que mi vida se haya detenido. Aunque sí un poco... porque pasé el coronavirus el pasado mes de diciembre. En esta ocasión no vengo a contaros mis aventuras del instituto y relacionadas con mis tres primeros relatos, sino que os contaré uno de los días que más felizmente recuerdo de mi vida puteril (y de mi vida en general). Cuando vuelva a tener algo de tiempo para escribir continuaré con las historias del instituto y relacionadas con el que era mi director. A modo de resumen previo al relato, decir que en base a una comida con amigas en un campo se desató uno de los días más frenéticos que recuerdo en el apartado sexual, al menos uno de los que más he disfrutado. Llegué por la noche a casa con el coño y otras partes de mi cuerpo completamente agotados, pero mereció la pena, vaya si lo mereció...
Antes de comenzar, y como siempre os digo, el relato es completamente real. Quizás hayáis leído algunas historias que os parezcan falsas en esta web, casi la mayoría me atrevo a decir, pero en mi caso y al dedicarme a la prostitución tengo acceso real a este tipo de experiencias. Cualquier cliente que quiera probarme ya sabe que únicamente tiene que contactarme por el correo y concretar qué servicios quiere (hago todos), lugar, fecha y precio. Es verdad que estoy bastante ocupada normalmente, pero siempre se puede sacar hueco para todo.
Y como último apunte, ya que este relato recoge varias historias de ese día, diferentes entre sí y puede que todo quede un poco largo, voy a omitir los diálogos. Normalmente los diálogos en los relatos que veis por aquí son inventados, para darle más fogosidad a la historia. Mis historias son reales, y aunque en otros relatos he tenido diálogos, estos sí que eran muy muy parecidos a como fueron en su momento(las frases en sí me refiero, al margen de los gemidos y resoplidos que hay que escribir). En cambio, en esta ocasión no escribiré diálogos, y contaré todo el día desde mi punto de vista y como yo lo viví. Muchos de aquellos polvos fueron rápidos o con gente que no conocía, y para que nos vamos a engañar, paso de perder el tiempo inventándome frases y comentarios en vez de contar la historia bien.
Sin más dilación… vamos con el relato.
EL CAMPO
La última semana de enero es el cumpleaños de una de mis mejores amigas, con la cual comparto clases de baile, Sandra. Ella y sus padres tienen una casa de campo en las afueras de Murcia, y otros años ya habíamos celebrado su cumpleaños aquí. Cogíamos las llaves, alcohol, comida, algunas cachimbas para fumar, algo de marihuana, unas cartas... y nos pegábamos un día de puta madre desde la hora de comer hasta bien entrada la noche. Este año iba a ser algo distinto, ya que además de ir mi grupo de amigas (somos unas 6, los nombres no vienen al caso) iban a ir un grupo de chicos amigos del novio de Sandra. Era el primer año que Sandra tenía novio más “formal”, quitando los típicos rollos de la adolescencia. Sandra cumplía 19 años y al igual que las demás ya estaba en la universidad, yo en cambio estaba terminando el último año de instituto que me tocó repetir (curso 2019-2020).
Total.. que nos juntamos en el campo unas 13 personas. Un grupo de 7 chicos que no conocíamos apenas (quitando al novio de Sandra) y nosotras 6. Es normal que a estas edades las feromonas estén a flor de piel, ya empezaban a surgir los primeros comentarios de qué chico les gustaba, miraditas, tonteos… y solo era la hora del aperitivo antes de comer. En mi caso me da bastante igual todo esto, follaba diariamente gracias a los servicios que ofrezco y no tenía esa “necesidad” de buscar rabo todo el tiempo, al contrario que mis amigas, que están muy salidas.
La música estaba a tope, la cerveza empezaba a correr junto a las patatas fritas. Se olía a porro en todo el porche, porque algunos ya estaban fumando, en la que considero una de las mejores horas para fumarse un porro, todo sea dicho, justo antes de comer.
En uno de esos momentos en los que estaba mirando el Instagram fumando, sentada en una silla, un chico se acercó a mi y empezó a preguntarme cosas relacionadas con el instituto, con que mi cara le sonaba de verme una vez en nosequé sitio, que si era amiga de tal tío… y eso. Pues en mitad de la conversación y aprovechando que estábamos un poco apartados de los grupos centrales, el chaval se puso de espaldas a los grupos y susurrándome me dijo que si aún ofrecía mis servicios. Aquello me dejó de piedra porque, realmente, a esas alturas (llevaba unos 4-5 meses en el tema) todavía naaaadie de mi círculo cercano sabía realmente que yo hacía aquello. Una cosa es que se corra la voz, y otra que esté completamente demostrado. El caso es que me dejó muy descolocada y pensé que tampoco podía indignarme y enfadarme porque se me iba a notar, y quedaría raro delante de todos.
Hablé con el chico y le comenté como estaban las cosas, los precios y eso, pero que ni de coña podía hacer nada aquí. Le di mi número y le dije que otro día hablaríamos. Todo guay. El aperitivo siguió y la gente se puso pronto a preparar la carne en la barbacoa de fuera, hacía frío pero las hamburguesas y la salsa barbacoa lo arreglan todo, ¿no?
Al entrar a coger unas cosas a la cocina de la casa, el mismo chico pasó por al lado mío y me giró hacia él, no había nadie dentro de la casa al estar todos fuera, así que no quedó tan “violento” como podéis pensar. El cabrón me enseñó un billete de 50€ y me dijo que me lo daba por chuparle la polla en el baño. En un principio pensé en mandarlo a la mierda, pero era mucho dinero por una simple mamada… ¿El problema? Pues joder, que hay un grupo de personas fuera, sabiendo que estamos dentro de la casa, y que no podemos tardar 10 minutos dentro por “arte de magia”. Acepté, pero le dije que iba a ser una mamada rápida, y que me iba a asegurar que se corriera lo antes posible. Le dió igual, se ve que iba muy muy cachondo de verme y saber las historias que se contaban sobre mí. Además, ese día iba con unas mallas muy apretadas y unos bambos Fila grandes, y la parte divertida es que las mallas eran grises pero la ropa interior era de encaje negro, así que si me agachaba o apretaba el culo al pantalón… se transparentaba lo de debajo. Vamos, que más de uno se iba a ir loco ese día.
Entramos en el baño y se bajó el pantalón deprisa, me saqué las tetas para que las viera/tocara y ayudara a que la mamada terminara lo antes posible. Recuerdo usar todas mis habilidades bucales con aquella polla, que tenía un tamaño decente (sobre los 18 centímetros y algo gordita) para exprimirla al máximo y en un tiempo récord. Me centraba sobre todo en, además de darle unas buenas subidas y bajadas con la mano y mucha saliva, alternar el simplemente chuparle el capullo con mucha succión, con bajar a lo largo de toooooda la polla con la boca y aguantar con ella tocando la garganta. Es decir, le succionaba la cabeza durante unos segundos, y después me la metía hasta el final.
Recuerdo que el chaval estaba agarrándose al lavabo para no desmayarse del gusto, y yo solo me concentraba en mi tarea. En una de esas veces, y habiendo pasado (gracias a dios) solo un par de minutos, agarró mi cabeza con fuerza y empezó a descargar chorros y chorros de lefa en mi boca, los cuales gustosamente tragué, y me centré en dejar la polla bien reluciente a lametazos, por los lados y cerca de los huevos.
Tras esta mamada de cine, me dió los 50 euros y me volvió a tocar las tetas a modo de despedida. Le dije que ni se le ocurriera comentar nada con los demás, y que si lo cumplía podríamos tener más encuentros a lo largo del día y otros días diferentes. Aceptó. Otra boca cerrada a cambio de favores. Salí del baño y fui a coger lo que había entrado a buscar… En fin, no llevaba ni una hora en el campo y ya había vaciado mis primeros huevos. Por poco se me escapa una carcajada cuando una de mis amigas dijo que el chico que más le gustaba era justo al que yo acababa de comerle la polla, y que tenía cara de bueno. Sí, vaya cara de bueno tenía… que se llevaba 50 euros al campo sabiendo que yo iba a estar, para que le hiciera una limpieza de sable.
Pasó la comida, pasó la hora del café y las cachimbas… Ya eran las 5 de la tarde y la gente estaba jugando a las cartas. Fue un momento perfecto para avisar a mi amiguito de que me siguiera (sin que fuera muy obvio) hacia el baño de nuevo. Estaba muy cachonda y esta vez que la cosa estaba más tranquila, y la gente iba más a lo suyo, quería sentarme encima de esa polla a ver si podía correrme y saciarme.
El chaval estaba super emocionado, y cuando tocó la puerta del baño supe que era él. Quité el pestillo, abrí y se lanzó a agarrar mis tetas y mi culo por encima de las mallas. Para no perder mucho el tiempo, liberé su paquete del pantalón y le dije que se sentara en el váter. Me puse de rodillas y empecé a comerle de nuevo la polla, aunque sólo medio minuto o así. Tras ello, me levanté, me bajé mis mallas y el tanga y me puse de espaldas a él. Me eché hacia adelante y me apoyé en la pared, abrí con las manos mis cachetes del culo y le pedí que me lo comiera absolutamente todo. Se lanzó encima de mi coño y mi ojete como si fuera un perro. Mi chochete, del gusto que estaba recibiendo, empezó a soltar flujo y mi ojete se abría y cerraba boqueante, pensando que dentro de poco habría fiesta. La verdad que la maestría bucal de aquel niñato estaba bastante bien, hasta tuve que taparme la boca de vez en cuando para no soltar un gemido de zorrón.
Una vez que mis agujeros estuvieron bien lubricados, me senté encima de él de golpe, llevando su polla hasta mi chocho y dejándome caer. El chico no daba a basto, me agarraba el culo, las tetas, la cintura… y yo me centraba en botar encima de su rabo lo más duro que podía. Nuestros muslos chocaban y eso me daba algo de mal rollo, que se pudiera oír, pero cuando llevó su mano hasta mi coño por delante mío y empezó a hacerme un dedo me dió todo igual. Solo quise acelerar el ritmo mientras su polla se abría paso en mi interior. Aparté su mano y puse la mía, con saliva, en mi clítoris. Nada mejor que una misma. Tras darme unos segundos exáctamente como a mí me gusta, me corrí con varios espasmos por todo mi cuerpo. Solté muchísimo jugo, que escurría por las piernas del chico.
Yo iba a lo mío, la verdad, ya tenía el dinero del chico, así que tras correrme como una cerda me levanté y me saqué la polla del coño. Él quería seguir, hasta me pidió darme por el culo, pero le dije que no. Me dió algo de pena, así que mientras él se pajeaba a toda velocidad para intentar terminar, y yo estaba vestida ya de pie, me volví a bajar las mallas y el tanga para que tocara mi culo y se corriera antes. En cuanto metió un dedo en mi ojete y vió la cara de putón que puse, empezó a soltar gotas de lefa por todo el baño, algunas llegando incluso a la puta pared de enfrente. De locos.
Por tanto, como el trabajito ya estaba terminado, y yo misma había querido darme el gusto, no le cobré nada más al chaval. Salimos del baño y ya estaba exprimido el primero de los hombres del día, aunque yo todavía no sabía que había más. La tarde apenas acababa de comenzar, y salí a fumarme un porro con mis amigas, las cuales estaban con sus cosas y para nada se imaginaron lo que venía de hacer. En ocasiones miré la cara del muchacho y tenía una sonrisa de oreja a oreja, y yo bien orgullosa de que así fuera.
EL VECINO
El siguiente hombre de la tarde resultó ser un vecino del campo de mi amiga, un señor que calculo tendría unos 50 años. A eso de las 6 mi amiga me pidió pasear a Luna, su perrita, por algunas laderas y montañitas que había alrededor de la casa. Me encantan los perros y ella lo sabía, así que imagino que por eso me lo pidió a mi, ya que ella estaba ocupada “ligando” con uno de los chicos, y no quería cortar el rollo para tener que pasear a la perra. Total, que como quería hacer unas llamadas, y no me apetecía que nadie las escuchara (os podéis imaginar) cogí a Luna y me fui del campo. Tendría que volver en unos veinte minutos, y el sol ya estaba prácticamente escondiéndose, dado que era enero. Algunas farolas comenzaron a iluminarse por la carretera que unía las casas, pero otras zonas empezaban a estar oscuras, así que decidí pasear a Luna por la carretera en lugar de alguna montaña cercana.
Cuando llevaba un par de minutos andando, un hombre salió de una casa y estaba tratando de sacar unos troncos de madera de un remolque, imagino que para encender una chimenea o algo. Al ver el esfuerzo que hacía, tiré el cigarro al suelo y me acerqué con Luna. Le pregunté si necesitaba ayuda y me dijo que sí, que muchas gracias. Sacamos los troncos juntos y, por lo visto, el hombre se había fijado en mí, porque me comía de arriba a abajo con la vista. Yo no entendía bien por qué, hasta que imaginé que al haberme agachado a por algunos troncos, mi tanga se habría mostrado por encima de mis mallas.
Jose, que resultó llamarse el hombre, estaba nervioso y comenzó a preguntarme cosas. Yo le contesté a todas, y al ver que estaba solo en la casa… pensé en jugar un poco con él e irme rápidamente. Me encanta ser mala. Así que, tras preguntarle yo a él si efectivamente estaba solo, y si le apetecía que le enseñara un par de trucos… os podéis imaginar lo que pasó. Até a Luna de la correa a la entrada de la casa y pasamos. Él ya sabía que no teníamos mucho tiempo, así que se lanzó sobre mi y empezó a tocarme toda. Yo lo aparté y le dije que las reglas las marcaba yo, y acto seguido bajé mis mallas y mi tanga, me abrí de piernas sentada en un sillón que había en la entrada, y le invité a darse un festín.
Jose se arrodilló delante y empezó a chuparme con devoción mi raja, dando grandes lametazos a lo largo de todo el coño, los cuales me hacían respirar y bufar como una cerda. Me giré un poco colocándome de lado y con mis manos abrí mis cachetes, ofreciéndole ahora mi agujero trasero, el cual también se lanzó a chupar rápidamente. El beso negro que me estaba haciendo me estaba poniendo cachonda perdida, pero tampoco quería estar mucho tiempo fuera y que la gente empezara a llamarme o sospechar, así que le pregunté a Jose que cómo quería correrse y qué quería hacer, que me tendría que ir en cinco minutos.
Él, que no tenía pinta de ser tonto, me pidió que le dejara darme por el culo. Me encanta que me den por detrás, pero quizás en aquel momento no sería la mejor idea, ya que requiere de una preparación y no estaba segura de poder correrme con tan poco tiempo (y me apetecía). Se lo expliqué pero me lo volvió a pedir, mientras que su lengua y dedos jugaban con mi ojete en aquel sillón. Así que… dicho y hecho. Cogí a Jose y lo senté en el sillón sin decirle nada, bajé rápido sus pantalones y salió ante mí una polla muy normalita, aunque gorda. Estaba completamente dura y soltando mucho líquido preseminal, así que la lubriqué con mi lengua con un par de lamidas y me la incrusté hasta la garganta, manteniéndola así durante unos 10 segundos para que estuviera bien húmeda y preparada.
Una vez el rabo estuvo listo, la cogí y me puse de espaldas a él. La llevé hacia mi agujero y fui dejándome caer lentamente, llevando yo el ritmo de la penetración. Tras unos instantes, y ayudada por la comida de culo que me acababa de dar, su polla estaba totalmente dentro de mí. Empecé a saltar lentamente mientras que Jose se agarraba a mis caderitas, para ayudarme en la follada. Sus gemidos no tardaron en aparecer, ya que mi apretado agujero le propinaba un placer indescriptible, o eso decía él mientras echaba la cabeza hacia atrás como un cerdo. Yo, aunque comenzaba a disfrutar, sabía que sería muy difícil correrme y no había demasiado tiempo, así que me centré en saltar con más ritmo para conseguir que Jose soltara su leche lo antes posible. La enculada duró un par de minutos más, hasta que noté como mi compañero de sillón, tras agarrarme fuerte del culo, comenzó a vaciarse dentro de mí gritando como un poseso. No quería joderle la corrida, así que me dejé caer hasta el fondo e hice movimientos circulares con el culete, para dejarlo bien vacío.
Me limpié y me vestía mientras contestaba a algunas de las preguntas de Jose. Estaba todavía sin poder creerse lo que había ocurrido. Le conté mientras salía de la casa mis movidas con la prostitución y demás, y terminó dándome su número de teléfono. Lo curioso a día de hoy es que he vuelto a follar con Jose muchas veces, y es uno de mis clientes habituales. El pobre está casado y tiene dos hijos, pero cuando tiene un hueco se escapa para llenarme el coño o el culo y quedarse bien satisfecho.
Total. Que acababa de ganar un nuevo cliente. Cogí a Luna y volví para el campo de mi amiga, la pobre se había hecho pipí y caca estando atada a la puerta, así que ya había hecho sus cosas. Al llegar, la gente seguía a su bola, fumando, riendo, jugando a algún juego y demás. Yo la verdad que tenía ya ganas de irme a casa y ducharme, estaba algo cansada y sudada, además de tener el coño y el culo quemándome. Aproveché que algunos chicos y chicas se iban pronto y me fui con ellos en un coche.
Nada que destacar del trayecto, hablamos de cosas del instituto, cosas que habían ocurrido en el campo y tal. Al llegar a casa, me duché y tras ponerme el albornoz me senté a ver la tele un rato. Estaba sola en casa, mi padre no volvía hasta dos días después por temas de trabajo. Mis padres están divorciados y yo vivo con mi padre normalmente, creo que esto lo he contado alguna vez, ¿no? Pues eso, él trabaja en Cartagena y normalmente tiene que quedarse allí algunos días por temas de negocios.
SORPRESA EN CASA
No tenía ningún cliente para esa noche, mis amigas tampoco iban a salir porque lógicamente algunas seguían en el campo y otras estarían cansadas. Así que me puse a encenderme un porro mientras veía una película. La verdad que me apetecía correrme, pensaba en coger un consolador grande que tengo, en plan de ventosa y eso, y metérmelo durante un rato para poder correrme al fin. Pero si el día hubiera acabado así, no estaríamos hablando de un día que todavía recuerdo, ¿verdad?
Cuál fue mi sorpresa que la oportunidad de darme una buena follada se presentó ante mis ojos. Y no me entendáis mal, una tía si quiere follar folla, yo podría haber llamado a quien yo quisiera y en diez minutos estaría en mi casa. Pero por simple pereza pues... no siempre se hace. En cualquier caso, no hizo falta pensar en nada, ya que llamaron a la puerta y fui a abrir. Aparecieron dos hombres con ropa de pintor o algo así. Uno era joven de unos treinta, y otro más mayor, quizás de cuarenta y muchos. Estaba un poco descolocada porque eran las 8 de la tarde. Los hombres dijeron que venían a arreglar la ducha de uno de los baños, que mi padre los había avisado hace más de una semana pero que habían tenido muchas cosas por medio. Les pedí que esperaran y llamé a mi padre. Me dijo que sí, que iban a tardar muy poco tiempo, que tenía un problema en su ducha de filtración de agua o nosequé.
Total, que les pedí que pasaran e hicieran lo que tuvieran que hacer. Os prometo que en ningún momento pensé en follármelos, quizás pudieran conocer a mi padre (posiblemente), y simplemente estaba pensando en mis cosas. Pero fueron ellos los que sacaron el tema. La gente es más lanzada en el día a día de lo que os podáis imaginar, sobre todo con las mujeres, no sabéis la de cosas que tenemos que aguantar (a mi me da igual, pero a otras os aseguro que no).
Resulta que yo iba en albornoz, el pelo todavía algo húmedo, y llevaba un porro en la mano. Vamos, que parece que venía de un vídeo porno. Me senté en el sofá a seguir viendo la tele y por mi cabeza empezaron a pasarme muchas cosas, y ninguna buena… Estaba nerviosa, no sabía si hacerlo o no, pero la calentura terminó pudiendo a la razón, como suele pasarme, así que me acerqué a ver cómo estaba el terreno.
Me apoyé en la puerta del baño mientras ellos arreglaban la ducha y les hice algunas preguntas. Cada vez me miraban más, sé que soy una tía que está buena e impone, sobre todo como iba vestida, quizá hasta podían ver mis pezones duros tocando el albornoz. No os voy a mentir, no recuerdo cómo empezamos a darnos el lote. Recuerdo que mientras hablábamos, en un momento abrí mi albornoz sin que se notara mucho y ellos automáticamente se volvieron locos. Se podían ver casi con totalidad mis tetas, y mi coño sí que se podía ver perfectamente. Pero no recuerdo a raíz de eso cómo terminamos en la cama los tres en apenas unos minutos.
Quería pegarme un buen festín, así que puse al más joven sobre la cama y le coloqué mi coño sobre su cara. Cuando estaba comiéndomelo, y estando en postura de 69, me acerqué a su polla para llevármela a la boca y empezar una buena mamada. El hombre más mayor se puso también con su polla cerca de mi cara, así que fui alternando una y otra, para ir preparando las dos. La succión del chico era impresionante, y también había descubierto que no me molestaba cuando lamía mi agujero trasero, así que se centró en alternar de agujero de vez en cuando. Yo gemía como una puta cerda, me estaba poniendo a mil ese tío, así que cuando no aguanté más me coloqué a cuatro patas, levanté bien el culo y le pedí que me la enchufara de una vez.
Comenzó entonces una follada durísima y deliciosa, el más joven me embestía con mucha rabia, como si fuera la última vez que fuera a follar en su vida. Me vuelve loca que me follen duro, así que no me contuve y chillé como una zorra. Mi boca seguía chupando la polla del hombre mayor, y yo sabía al ver su cara que no iba a aguantar mucho más. Así que, tras agarrar sus pelotas con mi mano y hacerle un poco de garganta profunda, comenzó a soltar su leche en mi boca, la cual gustosamente tragué. No dejé de chupársela hasta que pasó medio minuto o así, quería que quedase bien satisfecho.
No tardé en correrme fruto de las embestidas que el chico me propinaba desde detrás, así que me retorcí en la cama gimiendo mientras él sujetaba con fuerza mi culo. Podíamos haber terminado aquí, pero gracias a que él todavía no se había corrido, seguimos follando y el hombre mayor se llevó otra corrida de regalo. Me coloqué ahora encima del chaval, y llevé su polla a mi chumino, que estaba totalmente empapado de flujos. Tras saltar un poco sobre él y volver a acomodarme a su rabo, eché el cuerpo hacia delante y abrí mi culo con las manos. El otro hombre rápidamente entendió lo que quería, y su polla que estaba algo flácida se puso dura de repente.
Empezó así una doble penetración de locura. Los movimientos al unísono de los dos fontaneros estaban dejando mis agujeros llenos de placer. Me gustaba más abrazar al chico joven y dejarme caer hacia delante, para que fuese el de detrás el que embestía con fuerza, por mi culo. Esa tarde ya me habían dado por el culo pero había sido muy poco tiempo, y ahora estaba segura que sí me iba a correr por ahí. El pobre hombre no aguantó más y comenzó a vaciar su lefa en mi ojete mientras se retorcía de gusto, agarrando mis caderas con mucha fuerza. También se corrió dentro de mí el más jóven, él estaba prácticamente quieto sin penetrarme, pero los movimientos del otro y el calor de mi chochete terminaron por vaciar sus huevos.
Me quedé en la cama, satisfecha y con una sonrisa de oreja a oreja. La lefa salía de mis agujeros y los hombres tuvieron que irse, no sin antes comerme la boca un rato y pedirme el teléfono. Ni siquiera los acompañé a la puerta, estaba completamente agotada pero muy feliz. Deseaba terminar ese día bien llena y lo conseguí, y de la forma más inesperada. Nunca he vuelto a tener ningún polvo con nadie que viniera a casa por temas de trabajo, pero aquella vez fue maravillosa.
Terminaba así uno de los días que con más cariño recuerdo, donde cuatro hombres de ámbitos totalmente diferentes disfrutaron de todos mis agujeros, y yo más de sus pollas. Fue, además, uno de los días donde menos me ha importado el dinero, solo conseguí cincuenta euros durante todo el día, pero viéndolo ahora con un año de distancia, habría firmado 0€ con tal de disfrutar como lo hice.
Espero que os haya gustado la historia y que podáis seguir escribiéndome al correo, para quedar, para mandarme fotos de vuestras pollas o lo que queráis!
Un besote. Marina.