Cuatro exposiciones

¿Qué hay mejor al exhibirse que estar acompañado? El trabajo en equipo siempre da mejores resultados. Si no estás de acuerdo, esta pareja y su cámara fotográfica tal vez te convenzan.

Cuatro exposiciones

original en inglés por Rachel Taylor

Gracias por todos los correos que he recibido. Son ustedes mi amables. Por favor sigan escribiéndome. Cuéntenme qué han hecho con los relatos que traduzco, y como siempre si quieren leer el relato en su idioma original, quieren que traduzca alguno para ustedes o quieren leer los que yo he escrito por favor no dejen de hablarme. Este relato puede ser inspirador....

La oferta de él:

Tengo cuatro fotos por tomar en mi vieja cámara Olympus manual. Cada vez que me veas con esta cámara puedes asentir con la cabeza o pedirme que no la tome. Si asientes, avanzaré la película una foto. No puedes levantar ninguna protesta una vez se haya liberado el disparador. Yo escojo el sitio, el trasfondo, la ropa, la acción y la pose. Cada foto será más interesante progresivamente. ¿Trato hecho?

Lo pensé un rato antes de responder. Me encanta la forma en que la mente inventiva de mi esposo mantiene fresco el sexo para nosotros y podría decir por la manera en que enfatizó la palabra "interesante" que él tenía en mente una fotografía especial. De igual forma, conoce la importancia que tiene la exhibición en mi vida de fantasías. Pensar en las cuatro "exposiciones" ciertamente oprimió uno de mis botones calientes. Saber que tenía una medida de control en el proseguir o detenerlo todo me convenció, y le respondí con una sonrisa seductora y un adicional gesto de cabeza.

Esperaba que se colocara el cordel de la cámara alrededor del cuello y empezara en ese mismo instante, pero él sólo me sonrió y puso su cámara en el armario con las otras.

"Necesito luz diferente", fue su única explicación. Hicimos el amor esa noche (¡en la cama todo el tiempo!). Los pensamientos de lo que podría esperarme constituyeron un encuentro muy placentero. La mañana siguiente, jueves, era una mañana de verano con neblina y los dos continuamos con la rutina matutina y luego fuimos a nuestros respectivos trabajos sin mencionar nada de la fotografía. El clima mejoró mucho el viernes. Nuestra habitación está al lado oeste de la casa y al levantarse el sol, este calienta nuestro cuarto y lo llena de brillante luz amarilla. Uno podía quejarse de que la luz entraba demasiado temprano, pero este día abrimos las cortinas, empujamos las cobijas y nos empapamos de luz solar y caricias. Me encanta estirarme a su lado y perezosamente enredar mis dedos en el vello de su pecho, por su abdomen y luego trazar surcos a través de su vello púbico antes de rodear su polla con mi mano. Nunca ha dejado de sorprenderme un pene. Tan suave, pequeño y vulnerable un momento. Tan poderoso y viril momentos después. Agradezco poder producir y atestiguar esta mágica transformación.

Observar su polla endureciéndose despertaba de mi parte una fuerte intención de experimentar algún deleite mañanero pero él tenía otros planes. Saltó de la cama y mencionó que volvería en un momento. Volvió con su cámara y una expresión interrogativa en su rostro. Asentí con la cabeza y observé sus dedos avanzando la película para la foto uno.

  1. La Luz del Sol

Explicó que planeaba ir a trabajar más tarde que lo normal hoy y que conduciría conmigo a la universidad. Me pidió adelantarme con mi desayuno y ducha, ya que él quería trotar un par de kilómetros mientras yo me alistaba. Me pregunté qué estaba planeado para la mañana pero seguí adelante, y preparé el desayuno y tomé mi ducha. Cuando volví al cuarto noté que mi ropa ya había sido elegida. Tuve un momentáneo terror al preguntarme si tenía que encontrarme con mis compañeros de trabajo con ropa de puta pero, al inspeccionarla de más cerca, vi que eran prendas que yo misma podía haber escogido. Brassier, bragas, zapatos y un vestido veraniego. No me había dispuesto panty–medias pero mis piernas estaban lo suficientemente bronceadas como para preocuparme.

Me vestí y terminé mi maquillaje. Esperé un rato mientras Brian se duchaba. Se afeitó y vistió y partimos a los 15 minutos al volante hasta el trabajo – Brian al volante, la cámara a su lado. No nos dirigimos directamente a mi edificio. En cambio conducimos a la avenida Birch, una de las calles más concurridas en la parte comercial de la ciudad. Eran apenas las 7:45 pero ya había una buena cantidad de actividad con gente que caminaba al trabajo y camiones de reparto descargando antes que el tráfico dificultara las cosas.

Brian se dirigió a un sitio de parqueo junto a la acera y me empujó a salir. Me pasó un dólar y me pidió recoger el periódico matutino en un puesto de periódicos como a una cuadra de distancia. Descendí por la calle y saludé a un par de miembros del personal de la universidad que conocía. El sol aún estaba bajo en el cielo y me daba directo al rostro. La tibieza que sentía era maravillosa y lamenté tener que entrar por el periódico. Compré un ejemplar del periódico matutino y volví hacia mi esposo. Estaba en mitad de la acera, con la cámara en la mano, preparando una toma mientras caminaba hacia él.

Me impactó el darme cuenta de tres cosas en ese momento. El sol estaba directamente detrás mío; mi vestido era muy delgado; Brian no había incluido una enagua entre las prendas que me preparó. No podía dudarse mucho de que mi esposo estuviera enfocando el borde de mis piernas y entrepierna tan claramente como si yo tuviera solamente puesta mi ropa interior. Me pregunté cuánto de mi misma se había expuesto en la breve caminata de ida y vuelta. Había un hombre tras Brian. Lo miró con interés por un momento al tomar la foto pero su atención se puso entonces en mí. No le reconocí, de forma que le coqueteé con una breve sonrisa al pasar. La cámara estaba aún en el rostro de Brian y supe que aún no se había tomado la fotografía. Me detuve a unos seis metros de él, coloqué el diario en el piso y posé, los hombros ligeramente atrás, los pechos apretados contra mi vestido. Coloqué las manos en las caderas y separé ligeramente los pies.

¡CLICK!

El disparador se liberó y Brian me mostró la inmensa sonrisa que la cámara estaba ocultando. "Muy bien", dijo. "Ten un buen día en el trabajo".

Me acercó al trabajo y se dirigió al suyo. Me concentré en el trabajo lo mejor que pude, tal vez con un poco más de fantaseo que lo usual.

  1. El Espejo

La siguiente vez que vi la cámara era tarde una noche mientras me dirigía por las escaleras para acostarme. La cámara estaba montada sobre un trípode y se le había puesto un gran lente telescópico. Estaba cansada por el duro día y con más humor para dormir que para la fotografía. Brian sintió mi temperamento y rápidamente explicó que todo lo que se requería era esperar diez minutos y alistarme para acostarme – él haría el resto. Con esto establecido, di mi "adelante" y observé, perpleja, que abandonaba la casa.

Cuando llegué al cuarto vi que estaban listas dos preparaciones. Las cortinas de la ventana del cuarto habían sido removidas y no estaban a mano. Las luces del cuarto estaban prendidas y el interruptor de la luz había sido sellado con cinta adhesiva en la posición de prendido. Me senté al borde de la cama para darle al fotógrafo el tiempo que necesitaba y para considerar la situación. Nuestra cabaña estaba en una ligera cima y nuestro cuarto daba a la calle. Normalmente no tenía mucho que verse de mí dado el ángulo de visión a través de la ventana, pero en un cuarto iluminado en una noche oscura, con un espectador situado propiamente en la calle, no podía estar segura de qué sería revelado y qué no.

Me desvestí hasta quedar en brassier y bragas y caminé por el cuarto como buscando algo. Encontré un cepillo, fui al espejo y empecé a cepillarme el cabello con largos movimientos lentos. Estaba bien consciente de que probablemente me estaban enfocando y ampliando con el lente de zoom pero me pregunté si alguien más podría estar observando. ¿Tal vez un vecino con su perro? ¿Un adolescente cachondo experimentando una fantasía líquida? Terminé con mi cabello, me quité el sostén y empecé a hacerme un autoexamen de pecho. No había mucho de naturaleza clínica en mi examen. Coloqué la mano izquierda tras mi cabeza, haciendo que mi seno izquierdo se elevara en mi pecho. Lo alcancé con la mano derecha y tomé la curva inferior de mi seno. Esto dejó a mi dedo pulgar en posición para pasar lentamente por encima del pezón, un movimiento que repetí muchas veces hasta que el pezón se puso duro y sobresalió. Me llevé la mano a la boca y brevemente chupe los dedos de la mitad y luego devolví mis dedos húmedos al pezón erecto. Moví mis dedos en círculos perezosos alrededor del pezón. Repetí este "examen" en el pecho derecho y luego sopesé y levanté los dos pechos uniéndolos para producir un impresionante surco entre ellos. Debido al calmo silencio de la noche logré escuchar un distante

¡CLICK!

  1. La Playa

Pasaron unos días antes de ver la cámara de nuevo. Brian me llamó por teléfono al trabajo a media mañana para preguntarme si podría lograr que dieran la tarde. Tenía algo de tiempo flexible al cual recurrir y mencioné que no habría problema. Dijo que pasaría a recogerme hacia el medio día. Alrededor de las 12:15, entró a mi oficina, cámara en mano. Sin ningún preludio adicional le indique que estaba lista y dispuesta. Dejamos mi auto en el parqueadero y nos dirigimos a la autopista en su vehículo. Bello día para un bronceado fue el único consejo que me dio.

Conducimos por una hora y se hizo evidente cuál era la ruta que tomaba, íbamos en camino a la única playa nudista de nuestra área. Llegamos al parqueadero y dejamos el auto sobre el camino – un paseo de diez minutos hasta la costa favorecida por los adoradores del sol locales. Mi curiosidad se activó. ¡Me pregunté qué posibles oportunidades de exhibirse podían ocurrir en un playa nudista! Ya habíamos ido antes y nunca asocié el sitio con la sexualidad. Lo único que se sentía extraño era ir vestida como iba. No puedo recordar la última vez que hice una caminata en traje de oficina – una ligera falda oscura y chaqueta. Me quité los zapatos por mucho del paseo.

Había el conjunto usual de 40 a 50 personas en la playa, probablemente entre diez y quince mujeres, el resto hombres. Todos estaban desnudos, excepto una mujer joven que aún usaba la parte inferior de su bikini. Brian escogió un punto, no lejos del grupo más grande, y tendió nuestra manta. Me senté y empecé a quitarme la ropa cuando Brian me pidió que esperara. Rápidamente se deshizo de sus prendas y se inclinó para decirme en un susurro lo que quería que hiciera. Los sentimientos extraños que había tenido antes se magnificaron de repente. Déjenme relatarles lo que me pidió explicando cómo le hice caso.

Me puse de pie, caminé hasta el borde del agua y la sentí con los dedos de la mano. Como si no pudiera decidirme, me quite las panty–medias, las tomé con la mano y me adentré tentativamente en el oleaje. Me moví lentamente un poco más en lo profundo hasta que las olas daban justo por encima de mis rodillas. Levanté el borde de mi falda, lo suficiente para mantenerla seca, tal vez un poco más de lo necesario pero también lo suficientemente abajo como para cubrir mis pantaletas. Disfruté el agua unos momentos más antes de volver rápidamente y regresar a nuestra manta. Como sospeché, noté varios hombres alejar su mirada de mí con rapidez. Tenían una idea de que yo estaba a punto de desnudarme y esto había atraído su atención mucho más que los cuerpos femeninos ya desnudos que tenían cerca.

Volví hacia mi esposo y le mencioné en una voz bastante alta que el agua estaba deliciosa. Mientras estaba allí, y todavía observada por la mayoría de la gente en la playa arrojé mis panty–medias y luego me quité lentamente los aretes. Los puse en el bolsillo de la chaqueta que me quité entonces y coloqué sobre la manta. Con una duda deliberada, me quité el cinturón y luego halé mi blusa sacándola de la falda y empecé a desabotonarla lentamente de abajo a arriba. Cuando solté el último botón, la deje abrirse para revelar mi brassier y luego inclinándome dejé resbalar el forro de mi falda hasta mis pies y lo alejé con los pies. Puse mis manos atrás para descorrer la cremallera de mi falda. La dejé caer y la levanté con los dedos del pie hasta mi mano. Me tomé mi tiempo, doblando con cuidado la falda antes de arrojarla sobre mi chaqueta.

A menudo uso panties tipo bikini y hoy era uno de esos días. Eran de algodón blanco con caderas de corte alto y un frente en forma de V. El vértice de la V no alcanzaba a cubrir todo mi vello púbico. La forma de mi coño se definía claramente ante lo tenso de las bragas. Me tomé un momento para deshacer los botones de los puños de mi blusa y luego me la quité del todo. Sentí una fuente del poder que siempre he obtenido del exhibicionismo. Muchos hombres estaban observando abiertamente ahora el lento espectáculo que se les ofrecía. Esto era tan distinto al tímido y afanoso desvestirse que ocurre normalmente en una playa nudista. Al menos un par de hombres habían puesto sus cuerpos boca abajo para ocultar su vergüenza, pero un tipo calvo encontró mi mirada y luego bajó la suya hacia su polla endurecida. Seguí su mirada y cuando de nuevo alzó la vista hacia mí le hice un breve guiño.

Me debatí entre cuál de las dos prendas restantes debería ser la última en caer. Tomé una decisión y me quité las bragas primero, deshaciéndome de ellas con un movimiento de piernas que expuso mi conejo de la manera más dramática. Me quité entonces el sostén sin soltar los pasadores. Crucé los brazos, tomé los bordes opuestos de mi brassier y lo levanté lentamente por encima de mi cabeza como si me quitara un suéter. Este momento levantó mis pechos y los lanzó hacia adelante. Me detuve brevemente con el sostén en la mano sobre mi cabeza.

¡CLICK!

  1. Dieciocho Ruedas

Nuestro día en la playa debió haber inspirado a Brian porque la cámara reapareció al día siguiente. Era sábado y un día caliente y húmedo. Normalmente no necesitamos aire acondicionado donde vivimos, pero hoy demostraba ser una excepción. Yo estaba caliente y pegachenta desde las labores regulares de la mañana del sábado cuando Brian entró a la cocina, con la Olympus en la mano.

"¿Qué te parece un relajante paseo en nuestro auto con aire acondicionado?", preguntó.

Yo sabía que al haber expuesto total y públicamente mi cuerpo para la sesión previa, la última foto incluiría arriesgarse más. Por otra parte, las fotos hasta ahora habían sido inofensivas experiencias divertidas o placenteras para mí. Estuve de acuerdo pero sugerí que una ducha antes estaría bien para los dos. Nos bañamos juntos, insinuándonos con las manos enjabonadas. Mi esposo se aseguró de que estuviera completamente limpia y yo le regresé el favor. No deseaba disminuir la diversión que podría aguardarme de manera que me detuve en cuanto al clímax y me aseguré de que Brian hiciera lo mismo. Su polla aún estaba dura cuando terminó de secarse. Yo sequé todas las partes de mi cuerpo menos una (para qué molestarse) y luego elegí algunas prendas ligeras – bragas, sostén, un vestido corto que tenía botones hasta abajo al frente y un par de sandalias.

Brian empezó a conducir y no pasó mucho antes de que estuviéramos en la autopista. No era una interestatal sino una autopista de dos carriles que cruzaba ocasionalmente por altas colinas. A pesar del peligro para la vida y los miembros, pasamos el tiempo coqueteándonos y acariciándonos. Mantuvo sus manos deslizantes entre mis piernas y tanteaba ligeramente mi chochito a través de mis panties mojados. Yo pasaba el tiempo con los dedos danzando sobre su enhiesta polla que se destacaba fácilmente bajo los pantalones cortos que vestía. Esto siguió así por casi cuarenta minutos, y combinado con la ducha interrumpida temprano estaba empezando a ponerme a punto. Escapé de alguna forma al coqueteo y deslicé mi mano bajo la pierna de su pantalón, bajo el elástico de sus interiores y rodeé su larga verga con un estremecimiento apretado. Me encantó cómo se veía su rostro y yo apenas tenía que hacerlo sufrir más.

Por favor – nada de mensajes sobre la seguridad de carreteras. Confié en que mantendría sus ojos en el camino atentamente. Lo quería dentro de mí pero sabía que mi conejo estaba fuera de discusión. Me solté el cinturón de seguridad, bajé sus pantalones y saqué su órgano rígido y lo tomé tan rápido con tanto de él en la boca como podía manejar confortablemente. Su polla recién bañada sabía delicioso. Enrollé mi mano derecha sobre la base de su verga y empecé a bombear con la misma presión en la mano y el mismo ritmo rápido que le he visto aplicarse a sí mismo. Dejé que la saliva se almacenara al frente mi boca y esparcí su caliente humedad sobre la cabeza de su polla con la lengua. Llevé mi cabeza arriba y abajo rápidamente, haciendo succión con mis mejillas para mantener contacto firme con los lados de su vara.

Su cuerpo se puso rígido y supe que podía hacerlo venirse en poco. Afortunadamente su sentido de seguridad personal prevaleció y me alejó. Me llamó demonio y me dijo que nunca se había detenido ante un orgasmo tan inminente.

"Pagarás por eso", dijo. "¡Desabotónate el vestido!" Hice lo que pedía. Sentí que aún estaba decente dado que los vehículos que pasaban no podían lograr una buena vista hacia dentro de nuestro auto. De hecho había desabotonado mi vestido en muchos viajes anteriores a este. Usualmente lo cerraba si adelantábamos o nos adelantaba otro vehículo – especialmente si estaba involucrado un camión de transporte. Hoy era diferente. Me pidió que le pasara la cámara de la silla de atrás y entonces me dijo que me quitara el vestido completamente. Así lo hice, colocándolo en el espacio entre nuestras sillas. Antes que pudiera protestar, cogió el vestido con su mano derecha y lo arrojó a la parte trasera del auto donde aterrizó bajo la ventana. Doblé mis brazos frente a mí para darme algo de modestia y conducimos así por un tiempo.

Empecé a notar que los conductores que pasaban, muchos de ellos hombres, se asomaban hacia nuestro vehículo al alejarse – sin duda habían visto el vestido en la ventana de atrás. Un vehículo en particular pareció adelantarnos muy lentamente y cuando miré hacia él noté que dos hombres me observaban. Brian me dijo que colocara los brazos a los costados lo que hice con algo de vergüenza. La parte de encima de mis tetas estaba expuesta. Los pezones estaban cubiertos pero dos semicírculos oscuros estaban a la vista. Estaba avergonzada pera también excitada.

Mis pezones estaban erectos contra el material de mi sostén. Mis bragas empezaban a dejar humedad sobre la silla del auto. El carril de adelanto terminó y el carro del lado acabó de sobrepasarnos. Brian desaceleró nuestro vehículo de alguna manera para dejar que los dos viajeros nos tomaran una distancia segura.

"Quítate las bragas", dijo, "y pásamelas". Las deslicé por mis caderas, las halé hacia abajo por mis piernas y cuidadosamente me las quité de forma que no quedaran enredadas entre las cintas de mis sandalias. Me las llevé a las manos y se las pasé. Hizo un puño con ellas y las apretó un momento, sonriendo al sentir lo húmedas que se habían puesto.

"Vaya, vaya", fue todo lo que dijo.

Las agitó, se las llevó a la cara e inhaló profundamente. Repitió esto, me dijo que olían delicioso y luego las arrojó atrás junto al vestido. "Ahora el brassier" ordenó. Me lo quité y en un momento de insensatez las lancé yo misma hacia la ventana trasera.

"¡Excelente!", continuó, "Quiero que abras tus piernas y cierres los ojos. No cierres las piernas o abras los ojos a menos que te dé mi permiso".

Conducimos así por al menos quince minutos. Era una tortura mantener los ojos cerrados. Podía escuchar otros autos pasarnos y que ocasionalmente pasaríamos otro vehículo. Al debido tiempo, Brian me pidió jugar conmigo misma. Llevé mi mano izquierda a mis pechos y mi mano derecha a mi coño mojado. Estaba desesperada por encontrar descanso de le tensión sexual y empecé a masajear mi clítoris de una manera seria. Sentí que nuestro auto empezaba a ascender a un grado inclinado y pude oír el ruidoso motor trabajando de un camión de transporte adelante nuestro. Sentí que nuestro vehículo se movía a la izquierda a el carril de adelantar pero más que acelerar, Brian adoptó un paso cercano al del camión justo a nuestro lado. Supe que el camionero debía estar logrando una vista de mi cuerpo desnudo y mis dedos empezaron a moverse más rápido.

"¡Abre los ojos!", dijo. Lo hice y alcé los ojos para ver que ahora íbamos paralelos al camión. Miré hacia arriba y vi al camionero observándome con una mirada de necesidad no oculta en su rostro. Sus ojos saltaban de mis tetas a mi raja. Abrí más las piernas, halé el capuchón de mi clítoris, lo cubrí de nuevo con los dedos, volteé a mirar su rostro y luego ¡exploté!

¡CLICK!

A los dos minutos, Brian se arrastró hacia un camino anexo y empujó hacia atrás su silla lo más que pudo. Se bajó los pantalones y me haló encima suyo. Puse los pechos en su rostro y deslicé mi raja en la extensión completa de su verga, agitando mi coño tan apretadamente como pude. Antes de que llegara mi orgasmo, empezó el suyo. Gimió largo tiempo y ruidosamente al bombear el semen de sus bolas y regarlo dentro de mí.

Froté su cara contra mis senos y esperé lánguidamente que la vida volviera a su normalidad. Al tiempo debido, pude escuchar de nuevo los sonidos del tráfico cercano. Le di a mi esposo un beso largo, profundo, con la lengua. "¿Podemos empezar con un rollo completo la próxima vez?", le pregunté.


P. D., de El traductor x: Me han preguntado mucho de dónde soy, y si soy hombre de verdad o mujer, y mis preferencias sexuales, así que, impúdicas señoras y lujuriosos señores, deseo estimular mi morbo y dejar que uds. lo adivinen. Para la persona que escribiendo a mi correo lo adivine, prometo hacerle una traducción exclusiva con todo y dedicatoria.