Cuatro Días (Capítulo 4)
En este capítulo, finalmente, Izzy da el paso...
Capítulo 4
A la mañana siguiente no quería levantarme de la cama. Nada más despertar, me volvieron claros a mi mente los sucesos e imágenes de ayer. Me tape la cabeza con la almohada, quería dormir y olvidar todo aquello, pero no lo logré. Podía oír todavía perfectamente la voz de Mimi llamándome, y yo estúpidamente encerrado en el baño. Sentía un gran pesar. Ayer había tenido tantas esperanzas de poder confesárselo a Mimi, y todas se habían desecho como nieve en verano. Estuve como una hora tirado en la cama antes de poder levantarme, mirando el blanquecino techo de mi dormitorio. Y pensando en ella. ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría con su amigo?, ¿cómo se llamaba…? Ah, sí, Michael, ¿cómo lo había descrito ella? Americano, rubio, muy guapo y amable. Sí, a Mimi siempre le había atraído mucho todo lo que procedía del extranjero, sobre todo de Estados Unidos, y mucho los chicos estadounidenses. No sé porque pero tenía la seguridad de que ese amigo era algo más que un amigo,…, ¿entonces por qué actuaban los demás como si no lo fuera?, ¿por qué Sora, Tai y todos parecían creer que Mimi y yo sentíamos algo el uno por el otro? Me había fijado, sobre todo en las últimas semanas como, aunque no lo admitían, lo pensaban. Pero yo sabía que no, no sé en que se basaba mi certeza, pero ahí estaba. Y ese conocimiento me estaba triturando lentamente el corazón.
Cuando finalmente me levanté era algo tarde. Pero aún así no tenía ganas de nada y me sentía cansado. Me vestí lentamente, hice la cama y fui al baño para intentar despejarme con un poco de agua fría. Cuando salí del baño me encontré con Tentomon.
-¡Hola, Izzy!, ¡buenos días!-me saludó.
-Hola, Tentomon-me limito a decir.
-¿Estás enfadado por algo?, te noto raro.
-Estoy algo cansado.
-¿Ayer cuanto te fuiste? Me dejaste solo y tuve que irme con ellos cuando salieron de copas, aunque como iban los demás digimon, pase un rato agradable. Es genial reunirnos todos.
-Estaba muy cansado, perdona, Tentomon-fue lo único que se me ocurrió decir. Tampoco quería admitir la verdad.
-Pues Mimi llego al final, quería presentarte a su amigo. Ella te hecho de menos bastante, creo que se puso triste cuando vio que no estabas.
¿Triste?, bueno, el testimonio de Tentomon no era nada seguro. Él no conocía de verdad los sentimientos humanos
-Y yo pensaba que querías decirle eso.
-Cambie de idea.
-Ah. El amigo de Mimi era simpático y agradable, te habría caído bien. Y también le gustan los ordenadores.
-¡No quiero oír nada del amigo de Mimi!-salté enfadado, sin controlarme y sin saber muy bien de dónde salían esas frase-¿También tú le prefieres a él?
Me quede quieto un momento. ¿Cómo había podido estallar así? Me encontraba tenso, y muy mal.
-Perdona, Izzy, no quería molestarte-la voz de Tentomon sonaba bastante triste. Lo cierto es que me había pasado.
-No, soy yo el que debe disculparse. Tú no tienes culpa de nada. Pero no quiero escuchar nada más acerca de lo que pasó anoche, ¿vale?
-Vale, Izzy.
No quería seguir hablando, así que marché por el pasillo hasta la cocina. Mi madre estaba limpiando cuando entre, seguido por Tentomon.
-Buenos días, mamá-la saludo.
-¡Buenos días, cariño!-me responde al tiempo que se me queda mirando con aspecto preocupada-¿Estás bien, cielo?
Sabía que no tenía sentido mentirle, ya que ella lo sabría. Y la verdad es que me encontraba tan mal, necesitaba desahogarme, confiar en alguien, contarlo,…, y un poco de consuelo,…, nadie mejor que mi madre.
-Estoy mal, mamá-empiezo a decir mientras me siento en la mesa de la cocina. Ella me sirve una taza de café-Ayer quería decirle eso a Mimi, pero,…-me costó hablar, pero le conté todo lo que había pasado la noche anterior, mi larga espera, la llegada de Mimi, y mi encierro en el baño,…, al recordar todo eso casi no pude evitar volver a llorar. Estaba muy mal.
-Tranquilo-ella se sentó a mi lado y me acaricio la el cabello-¿Estás tan seguro de que ese amigo es más que eso?
-Creo que sí.
-¿Crees…?
-Bueno, no lo sé con certeza, pero…
-Mira-me sorprendió de repente con un tono firme de voz-Deberías decirle a esa chica lo que sientes. Sí te dice que no, al menos sabrás con seguridad que no tienes ninguna oportunidad con ella y te será más fácil superarlo. Y si te dijera que sí, pues…ya sabes.
-¿Tú crees? No sé…
-Piénsalo-me dijo levantándose-Bueno, yo voy a seguir con las tareas de la casa, ¡no se van a hacer solas!
Yo me quedé un rato todavía sentado en la mesa de la cocina. Pensando en lo que me había dicho mi madre. ¿Valdría realmente la pena arriesgarse? Ciertamente no perdía nada. ¿Y si Mimi después de rechazarme no puede volver a verme o yo a ella? Bueno, si no se lo digo y ella estuviera con otro algún día creo que tampoco podría soportar estar junto a ella. Lo más sensato parecía arriesgarse, pero aunque lo veía claramente no me sentía con fuerzas.
Volví a mi habitación. En teoría era la hora en que debería ir ya a clase. Pero no me apetecía ir hoy a la universidad, así que decidí tomarme el día libre y salir a dar un paseo. Así que despidiéndome de mi madre salí a la calle y empecé a caminar. Recorrí las calles de Tokio sin rumbo fijo, solo quería despejarme. Por suerte hacía un buen día y la temperatura era agradable. Y no podía dejar de pensar en Mimi…
Recuerdo cuando la conocí. Era una niña mimada que parecía pensar únicamente en moda, ropa, perfumes, viajes y cosas así, una “niña de papá”, consentida e irresponsable. Aunque debo reconocer que ya desde la primera vez que la vi me pareció guapa. Y durante aquella inolvidable aventura la vi con otra luz. Yo era muy joven entonces para pensar en eso, pero ahora lo recordaba y lo veía con una nueva perspectiva. Unos años después ella se había ido a América. Y cuando volvió, después de un período entre los dos lados del Pacífico, empecé a frecuentar su compañía. No fue algo premeditado, al principio al menos. Ella y Sora alquilaron un apartamento y se instalaron a vivir juntas. Recordaba perfectamente mi primera visita. No sé que me movió a ir, pero quería verla. Sora no estaba, pero ella me recibió y acabamos viendo juntos una película. Seguía siendo tan guapa, dulce y tierna como la recordaba en mi mente. Dos días después me llamó por primera vez para que le echara un vistazo a su ordenador. Desde entonces todas las semanas iba al menos tres o cuatro veces a su casa. Incluso más a veces. La sencillez y felicidad de esos días se me aparecían con tanta claridad, ¿por qué no seguir así?... No, yo mismo sabía que había llegado un momento en que quería algo más. ¿Lo quería? No, de hecho lo necesitaba. Deseaba que hubiera entre nosotros la misma relación que Tai mantenía con Sora. Cada vez que veía a estos pensaba en como sería si Mimi y yo tuviéramos una relación así. A veces lo hacía directamente sin tener que verlo…
Intente no pensar en ella un rato. Vaya, me di cuenta entonces de que había llegado en mi paseo muy cerca de dónde Davis tenía su cafetería. Decidí pasarme a saludar y a tomar un café. La verdad es que era un lugar agradable, y tenía puesta siempre alguna pieza de jazz. Me acerqué y entré. A esas horas no había mucha gente, por lo que nada más me senté en una de las mesas, el camarero vino a atenderme. Le pedí un café y unas tostadas, y pregunté por el dueño. Estaba en su oficina, me dijo él que me atendía, le pedí que le dijera que el señor Izumi había ido a verle. Así dijo que lo haría. Tardo un rato en venir, supuse que estaría ocupado, así que mientras me tomé tranquilamente mi café y las tostadas. Finalmente, llegó. Me levanté para saludarle.
-¡Buenos días, Izzy!-me saludó-¿Qué tal te encuentras?
-Buenos días, Davis-le respondo, ambos nos sentamos a la mesa, él enfrente mío-Estoy bien. Hoy decidí tomarme un día para relajarme, estaba paseando y cómo pase cerca de aquí, pues pensé en pasarme para saludar.
-¡Ah, vale! Oye, ¿ayer por qué no te quedaste? Fuimos al nuevo club que han abierto en Shibuya, fue bastante divertido,…, tenían un espectáculo con animales flipante.
-Estaba cansado-me limité a decir.
-Mimi preguntó por ti cuando llegó.
-Tentomon me lo ha dicho.
-Le acompañaba un amigo, Michael creo que se llamaba. Era majo. Creo que vendrá también esta noche al concierto de Matt, aunque mañana por la mañana vuelve a su país.
-¿Cómo?-no pude evitar preguntar al oír eso-Así que se va a su país, ¿has dicho eso?
-Sí, mañana. Él mismo nos lo dijo. No habla demasiado japonés, por eso no se despegó de Mimi en toda la noche, la necesita como traductora.
Entonces él empezó a divagar sobre el inglés y lo difícil que era, pero yo no prestaba atención a sus palabras. Solo podía pensar en que aquél al que tomaba como “novio” de Mimi no estaría ni un día más en el país. Eso me animo un poco. La idea de arriesgarme ganaba puntos en mi cabeza.
-¿En qué piensas?-oí que me preguntaba Davis.
-¿Perdona?
-Te veo distraído.
-No, nada-me surgía una pregunta, pero no estaba seguro,…, finalmente me lance, necesitaba saberlo-¿Dirías que el amigo de Mimi es solo eso, un amigo?
-¿Te refieres a si ayer se comportaba solo como un amigo?
-Más o menos.
-Yo diría que sí.
-Vale.
-¿Por qué lo preguntas?
-Curiosidad.
-Al final no se lo dijiste a Mimi, ¿eh?
-¿Perdona?
-Lo sé. Sora se lo dijo a Tai, y él me lo comentó.
-Vaya-me limité a decir mientras me maldecía por mi falta de discreción-Bueno, no,…, no me atreví.
-¿Y piensas decírselo?
-Bueno, creo que sí,…, pero no sé si le intereso. ¿Tú crees que deberías decírselo?
-Pues claro. Aunque no tuvieras ninguna oportunidad y supieras que te va a rechazar, sino se lo dices estarías luego toda tu vida torturándote con que a lo mejor podría haber sido, si a lo mejor se lo hubieras dicho de tal forma o tal y cual,…, todos sabíais, y yo también, que Kari me diría que no cuando le pedí salir, pero si no lo hubiera hecho, aún creería que podría haber habido una posibilidad. Es irracional, pero así es. Bueno, tengo trabajo-dijo levantándose-Me ha alegrado verte.
-A mi también-le digo, me levanto también-Nos vemos.
-Adiós.
Salí de la cafetería y seguí con mi paseo. En realidad no tenía ganas de seguir andando. Solo podía pensar en ella. ¿Y si fuera ahora mismo a su casa? “No”, pensé. Además no estaría seguramente. Pero cada vez estaba más convencido de que tenían razón. Lo mejor era decírselo cuanto antes y que esta torturante situación acabará de una vez. Miré la hora. Un jueves por la mañana hacía las once Mimi estaría…en el plató, rodando. ¿Qué podía hacer? ¿Ir al estudio? No, no podía. Sentía una gran frustración. ¿Por qué el tiempo no pasaba más deprisa? ¿Por qué las cosas no podían ser más fáciles? ¿Por qué no pude confesarle ayer a Mimi lo que sentía? Pero es que no podía dejar el tema. Estaba obsesionado, a punto de perder la cabeza. Esta situación tenía que acabar.
Volví a casa y me encerré en mi cuarto. Pero no pude quedarme tranquilo. No paraba de dar vueltas. Esperaba que Mimi saliera del rodaje, cosa que debía pasar al mediodía, para llamarla y quedar. El tiempo pasaba lento, angustiosamente lento. Estaba frenético, me sentía como una fiera encerrada en una jaula de la cual no podía escapar. Intente leer, pero no podía concentrarme. Mucho menos estudiar. Finalmente llegaron las doce. Cogí lentamente el móvil, ahora que había llegado el momento me temblaban las manos mientras no podía evitar una risilla nerviosa. Busque su número en mi agenda y llamé. Tardo en contestar menos de lo que hubiera deseado.
-¡Ey!, Izzy, ¿dónde te metiste ayer?-dijo con su habitual tono jovial-Cuando llegue a la fiesta ya no estabas.
-Sí, perdona,…, tuve que irme-no sé me ocurrió otra cosa, estaba pensando cómo pedirle que nos viéramos-Oye, Mimi, ¿estás ocupada en la próxima hora?
-La verdad es que no, acabo de salir del plató y me la suelo tomar para descansar y luego un poco de footing, ¿por qué?
-Necesito que nos veamos, tengo que,…, que decirte algo- ¿Se imaginará lo que quiero decirle?
-¡Claro!, nos vemos en el parque de siempre… ¿dentro de quince minutos?
-Vale.
-De acuerdo entonces, ¡nos vemos, cielo!-dijo colgando.
“Cielo”
¿De verdad había dicho eso?, ¿era una insinuación?, ¿sabía lo que le quería decir y era una forma de animarme?, ¿o simplemente estaba haciendo una montaña de un grano de arena y simplemente había pretendido ser amable o lo había dicho incluso sin pensar?
En cualquier caso, estaba hecho. El tiempo había empezado a correr. En un cuarto de hora estaría frente a ella y tendría que decírselo. Solo me arreglé un poco y salí en dirección al parque. Estaba algo lejos, así que cuando llegue ella ya estaba sentada en uno de los bancos. Al llegar yo se levantó y se acerco para saludarme.
-¡Buenos días, Izzy!-se acerca a mi y me da un beso en la mejilla-¿Qué tal estás?
-Bien, gracias, ¿y tú?
-Bien, preguntándome que puedes querer decirme.
-¿Nos sentamos?
-Sí, pero mejor vamos a mi casa.
-Vale.
Caminamos en dirección a su casa, que no queda lejos. Ella me pregunta, pero a mi me da cosa decírselo ahí en la calle. Finalmente llegamos a su apartamento. Entramos y vamos hacia el salón, sentándonos. En ese momento no había nadie. Se quedo en silencio, claramente esperando a que yo dijera aquello. Había llegado el momento, finalmente, estaba con ella y debía decírselo. Sentía los nervios a flor de piel y apenas podía camuflar una sonrisa nerviosa. Ella me miraba, completamente atenta de mis palabras, con esos ojos tan,…, me sumergía en sus preciosas pupilas como en un estanque y en sus aguas perdía la noción del tiempo…
-Izzy, ¿no tenías algo que decirme?-me dijo al final.
-Sí, perdona-me disculpo. Estoy haciendo el ridículo . Venga, hay que soltarlo y nos quedaremos tranquilos de una vez-Es una cosa complicada de decir… Mimi, te tengo que confesar una cosa…,…
-¿Sí?
Nuevo silencio. Sus manos cogieron las mías.
-Vamos, no puede ser tan malo.
-No, si no es nada malo…
-Entonces dímelo.
-Mimi,…, me gustas-solté finalmente. No era la gran declaración romántica, no había quedado como un Romeo precisamente, pero es que no lo era. Yo no entendía de romanticismos ni de esas cosas. Claro, ¿y así como voy a conseguir que me corresponda? , me pregunté mientras soltaba esas simples dos palabras. Ojala las chicas fueran tan sencillas como los ordenadores. Entonces no habría tenido nada que padecer.
Yo me quede callado, esperando su reacción, pero esta no se produjo.
-¿Mimi?
Ella seguía igual, pero tenía la mirada como perdida.
-Eso es lo que debía decirte,…, Mimi, quiero que seamos más que amigos-una vez que empecé las palabras salían más fácilmente, sobre todo si no las pensaba demasiado-Me gustas y quiero que salgamos juntos-termine. No me creía que me hubiera atrevido a decírselo, pero lo había hecho.
Pero ella siguió callada. ¿Qué pasaba? Me estaba preocupando seriamente, ¿estaría pensando que palabras emplear para rechazarme de la manera más suave posible?, ¿no se había imaginado lo que sentía por ella y era tal la sorpresa? Necesitaba que dijera algo, que se moviera, parecía casi una estatua.
Finalmente reaccionó, pero de una manera que no me esperaba.
Se acercó lentamente y me besó. Suavemente al principio, pero luego me devoraba la boca. Su lengua recorría entero mi paladar y en un primer momento no atine a responder, pero poco a poco empecé a devolverle su juego.
Ella está prácticamente sobre mí, sus manos en mis mejillas, nuestras bocas se juntan y las lenguas juegan, luchan entre ellas. Llevé mis manos a sus caderas y empecé a acariciar su bello cuerpo de sílfide. Sin dejar de comerme la boca, noto sus manos desabrocharme la camisa y recorrer mi pecho descubierto. Mis manos ya entran por debajo de su blusa, palpando su suave piel.
Ella se inclina y, poniéndose entre mis piernas, recorre mi pecho lamiéndolo, poco a poco, entreteniéndose al final en mi ombligo. Su lengua me hace cosquillas. Acarició su precioso pelo mientras ella abre mi bragueta y saca sin pudor y con rapidez mi miembro, todavía blando por lo inesperado.
Empezó a besarlo y a recorrerlo con su lengua al tiempo que me acariciaba los testículos. La verdad es que todavía no podía creerlo. La chica de mis sueños estaba arrodillada ante mí e iba a hacerme una mamada. Mí pene fue poco a poco endureciéndose en sus manos y en su boca. Ah… el tacto de su boca caliente, de su húmeda lengua, el rastro de su saliva en torno a mi miembro,…, era una sensación embriagadora. Era la primera vez que una chica me hacía algo así… No podía creerlo del todo, pero sí, estaba a punto de perder la virginidad con mí amada Mimi… Me la recorría al completo con su lengua, desde los testículos hasta la punta, rodeaba ésta con aquella y se la introducía por completo, tragándola hasta la garganta para luego sacarla poco a poco, presionando sus labios entorno a mi duro miembro, como si no quisiera dejarla salir. No tarde en notar la llegada del orgasmo.
-¡Ah!, Mimi,…-intento avisarla entre suaves gemidos de placer-Voy a acabar-le anuncio.
Ella, lejos de apartarse, aumenta la velocidad de su boca, me masturba rápidamente mientras su lengua juega con mi glande… Así no puedo resistir mucho y al poco, temblando ligeramente, llegó a la eyaculación. Notó como mí leche sale en gruesas y espesas gotas que poco a poco se acumulan en su boquita. Es extraordinariamente morboso ver sus bellos ojos clavados en los míos mientras la punta de mi polla, entre sus labios, le da a beber mi semen.
Caigo hacia atrás, como sin fuerzas tras ese gran orgasmo. Noto todavía mi poya, cada vez más flácida, en su boca. La sigue lamiendo. Finalmente, cuando la saca, la veo totalmente limpia. Se lo ha tomado todo.
Se arrodilla sobre mí, sus piernas alrededor de las mías. Y me vuelve a besar. Aún notó en su boca restos de mí corrida, pero no me importa. Yo acarició su cuerpo, y con su ayuda desprendo su blusa y su falda, que caen al suelo. Finalmente tengo ante mí esos seductores pechos que tantas veces me había imaginado y empiezo a lamerlos, rodeando los rosados pezones con la lengua. Ella gemía de placer ante mis caricias y me apretaba contra sus pechos.
-¡Oh, sí, Izzy, cielo!
Entonces ella me empuja contra el sofá suavemente. Yo me dejo y me encuentro tumbado boca arriba. Ella me saca el pantalón y el calzoncillo. También se quita sus bragas. Luego se mueve sobre mí hasta que queda arrodillada casi sobre mi cuello. Me mira desde lo alto y sus manos me acarician el cabello. Una de sus manos se dirige hacia su vagina, que ya se percibe húmeda, y la recorre con sus dedos, abriéndosela, mientras sus ojos me lo dicen todo. Yo levanto suavemente la cabeza, ella me ayuda, y pronto tengo su suave concha al alcance de mi boca.
Empiezo a recorrer su franja con mi lengua. Tiene un sabor extraño, pero me resulta agradable y es realmente excitante. Me concentró en su clítoris y la notó gemir de placer cuando la penetró con la lengua. Traigo mis dedos en ayuda de mi boca, para recorrer su suave franja. Lo voy haciendo cada vez más rápido. Recorro, lamiendo, succionando, los labios mayores y menores… Ensalivó mis dedos e introduzco varios en su interior. Primero uno, y luego hasta tres. Me aprieta contra su entrada. Yo saco los dedos para poder volver a jugar bien con la lengua. Y se me ocurre…
Vuelvo a ensalivar mis dedos pero esta vez los encaminé a su entrada trasera. Mientras seguía devorando su conejito, mis manos empezaron acariciando sus bellas nalgas y luego mis dedos se aproximaron a su oculto orificio. Pensé que a lo mejor se sorprendería, no sabía como reaccionaría, pero decidí arriesgar. Sin embargo, ella no hizo nada anormal cuando mi primer dedo empezó a entrar por su ano. Seguí haciéndole un cunnilingus mientras mis dedos exploraron su culito como antes su entrada principal, entrando de uno en uno. Ya sus jugos empezaban a emanar rápidamente, cayendo en mi boca, sediento de ellos. Y ella ya gritaba del placer. Finalmente, casi cayó rendida, se apoyó contra uno de los brazos del asiento mientras mi rostro estaba ya totalmente bañado por su néctar.
En esos momentos yo estaba ya de nuevo preparado y mi miembro se erguía erecto otra vez. Ella, sonriéndome pícaramente fue hacia atrás, bajando hasta que quedo casi sobre mi mástil. Se alzó sobre él, poniéndolo a la entrada de su umbral. Sentía el calor de interior envolviendo mi glande. ¡Oh, como deseaba entrar! Ella mueve mi miembro, acariciando su raja con mi punta… ¡Oh, estaba por estallar, pero ella no parecía ir a metérsela! Me miró sonriéndome misteriosamente.
-¡Oh Mimi!-dije finalmente-Necesitó entrar,… ¡Ya!
-Te estaba esperando, cariño-dice sentándose sobre mí, ensartándose en mi lanza.
¡Oh!... Notar su caluroso, suave, estrecho y húmedo interior envolviendo y apretando mí miembro. Quedamos un momento en silencio, quietos. Disfrutó del momento. Definitivamente nos siento unidos de una forma casi mística…Siento que la poseo totalmente, que se ha entregado totalmente, es algo que va más allá de lo meramente físico,…, y al tiempo me está montando, es ella quién me maneja, quién ha decidido cuando, me va a cabalgar,…, es mi jinete, mi dueña y yo su sumiso semental.
Esa montura no tarda en llevarse a cabo. Sus piernas se mueven en torno a mí y ella comienza a balancearse sobre mí cuerpo. Como en mi sueño, me cabalga cada vez con más rapidez. Nuestros gemidos, cada vez más intensos se entremezclan en el aire. Yo aprovecho para recorrer y acariciar su bello cuerpo, sus caderas, su vientre, sus pechos exquisitos,…, humedezco nuevamente la punta de mi índice y juego en su ombligo. Ella me imita, recorriendo mi pecho con sus manos, coge mi dedo y se lo lleva a la boca, chupándolo como antes mi verga.
Se tumbó sobre mí, sus brazos alrededor de mi cuerpo. Ahora era yo quién marca el movimiento. Su rostro esta sobre el mío. Nos besamos apasionadamente mientras la sigo penetrando cada vez más rápido, hasta el fondo.
-Izzy…-me llamó de repente.
-¿Qué, Mimi?-respondí entre los jadeos.
-Debo confesarte una cosa, pero no quiero molestarte.
-Dime.
-No soy virgen.
Su confesión me pilló desprevenido. Realmente no había esperado que lo fuera. Bueno, ni siquiera lo había pensado. Aunque lo encontraba normal. No sabía qué debía pensar al respecto ni por qué me lo decía.
-Lo entiendo-dije.
-Pero hay algo que sí que tengo intacto y que quiero darte a ti por primera vez.
-¿El qué?
En respuesta, ella se levantó y rompió nuestra unión. Yo me alcé. Ella se digirió al sillón de al lado y se inclino sobre él, dándome la espalda. Una de sus manos se dirigió a sus nalgas.
-Aquí nunca ha entrado nadie.
Lo entendí. Me levante, con la verga dura, pensando en lo que estaba a punto de realizar. Pero antes me arrodille ante su culito y empecé a lamer y besar su puerta oculta. Quería lubricarla todo lo que fuera posible. Volví a usar los dedos para abrir un poco más la abertura. Iba a seguir cuando ella me dijo:
-Izzy, no puedo esperar más, ¡entra ya!
Ahora era ella la que no aguantaba los preámbulos, y no la hice esperar. Me levanté y me alce sobre ella. Mi verga quedó apuntando a su pequeño orificio. Note mi glande apoyándose contra su agujerito. Y empujé…
Entró poco a poco, mientras ella gemía por el dolor.
-No te detengas, pasé lo que pasé-me dijo. Me extrañó, pero le obedecí.
Miembro avanzó lentamente, taladrando sus entrañas. Ella temblaba pero yo no me detuve. Su culito era estrecho, más que su vagina. Menos suave pero más caluroso. Ella se alzo, girando su cuello para que nos besáramos. Así estaba, casi de pie, su espalda contra mi pecho, nuestras bocas juntas, sus bellos ojos cerrados cuando de una embestida enterré del todo mi mástil en su culo. Ahogó ella un grito de dolor, mientras nos quedamos quietos un momento. Yo estaba preocupado:
-¿Te duele mucho, Mimi?
-No la saques, Izzy.
Estamos un rato así hasta que ella empezó a moverse. Entonces empiezo la penetración, sacándola y metiéndola. Ella ya gemía de placer, además llevé mis manos a su vagina, para masturbarla mientras la sodomizaba. Sus manos están en mis nalgas al tiempo que la penetró por detrás y acarició su concha.
-Mimi, ¡oh Mimi!-exclamó-Creo que voy a acabar...-te aviso ante la llegada de mi orgasmo.
-¡Dentro!-es su respuesta. A mi me deja perplejo. No llevo protección ni nada-¡Yo también llego, amor!
Aceleró los movimientos de mi cadera, para penetrarla más rápido, y los de mis dedos en la masturbación. Finalmente, con un gran orgasmo, me noto descargar dentro de su culito al tiempo que mi mano queda totalmente envuelta por el orgasmo de ella.
Me siento repentinamente cansado. Mimi se vuelve hacia mí. También la veo sudorosa y agotada. Se acerca y nos volvemos a besar, juntos nuestros cuerpos húmedos del esfuerzo. Nos tumbamos tranquilamente en el sofá… y allí nos quedamos, juntos, dormidos.
Una mano me despierta con suavidad. Cuando puedo enfocar la vista y recordar lo que había pasado,…, ¡casi me muero del susto! Era Sora la que me había despertado y yo seguía desnudo en el sofá de su casa. Lo más rápido que puedo cojo lo más que tengo más cerca, que resulta ser un cojín, para taparme. Ella se ríe alegremente.
-Ya te he visto bastante como para que haga falta que te tapes-yo estoy totalmente ruborizado-Tranquilo, no pasa nada.
-Ah, bueno-le respondo, pero de todas formas no aparto la improvisada cubierta-Perdona, Sora, es que nos quedamos dormidos y…-En ese instante, me doy cuenta de qué Mimi no esta en la habitación. ¡Se había ido!
-¿Y Mimi?
-No lo sé-me respondió ella-Así que se lo has dicho-se sienta a mi lado.
-Sí, bueno…
-Y por lo que veo, ella respondió bien, ¿no?-dice cogiendo del suelo mi calzoncillo.
-Eso creía, pero, ¿dónde esta ahora?
-La verdad es que la he buscado en la casa, pero he llegado hace una hora y no ha aparecido.
-¿Una hora? ¿Por qué no me despertaste antes?-la verdad es que me moría de vergüenza pensando en que había podido estar una hora viéndome dormir desnudo ahí, en su casa. Y al verla ahora con la prenda en la mano…
-Estabas muy mono durmiendo… Y ha debido ser agotador para ti. ¿Tu primera vez, no?
-Sí-admití-Pero, ¿por qué se ha ido?
-No lo sé. Y la verdad es que me preocupa… Y me extraña que se haya dejado atrás tan brioso semental-me dijo pícaramente. Yo me sonrojé todavía más.
-Vamos, no es nada malo… ¿No te dará vergüenza que te diga estás cosas?
-La verdad es que sí.
-No tienes porque, el cuerpo y el sexo son cosas naturales de las que la gente se avergüenza sin motivo. Al menos cuando estamos entre amigos de confianza. ¿O no soy para ti una amiga?
-Claro que sí.
-Además, ¿qué vergüenza debería tener yo más que tú después de que el martes me viste, no ya simplemente desnuda sino en plena acción con Tai?
-¿Qué?-pregunté, con aparente inocencia.
-No hace falta que lo ocultes. Lo cierto es que me dio morbo. Ya a veces sé que Mimi nos ha espiado. Saber que ahora erais dos los mirones fue excitante.
-Ah. Bueno, pues entonces estamos en paz-dije, lo cierto es que estaba excitado.
-No del todo, pero te perdono la diferencia.
-Gracias.
-Estás excitado por lo que veo.
-¿Qué? ¡No, que va!-respondí, intentando ocultar mi erección, pero ella me quitó el cojín y quedó patente.
-Yo veo que sí.
Yo, esto, Sora…-no sabía que pensar de la situación.
-Tranquilo, no te voy a hacer nada. Además, estoy con Tai y muy bien. No voy a serle infiel, pero te aconsejo que te alivies cuanto antes…-se levantó y se dirigió al baño-Voy a cambiarme, cuando te vayas, apaga la luz del recibidor.
Yo hice como me aconsejo. Me “alivie” pensando en Mimi y en su extraña marcha. Pero, ¿por qué se había ido? Y no había vuelto… ¿Tan mal lo había hecho? ¿Por qué reaccionaba así?
Sentí el mundo desplomarse a mi alrededor. No solo parecía que finalmente me rechazado sino que incluso parecía que de algún modo la había molestado, y mucho. Ahora me sentía fatal… A pesar del optimismo que había querido tener siempre había tenido presenta la idea del rechazo,…, ¿pero esto?
¿Qué había pasado?
Seguí en aquel salón todavía un rato. El tiempo parecía haberse detenido. Aún podía notar su cuerpo junto al mío, el calor de sus entrañas, sus orgasmos…
Solo media hora después pude levantarme y volver a casa.