Cuatro Corazones (Capítulo 7)

Un capítulo que se mueve un poco fuera de la tónica general de esta saga.

Capítulo 7

Sora, estando esperándome para recibirme en el aeropuerto, fue la única alegría que recibí tras horas de depresión… Después de mi confesión, Izzy se había marchado y no nos habíamos vuelto a ver. No me llamó ni vino a verme antes de coger un avión de vuelta a la capital. Y a la mañana siguiente, sin tener noticias de la mejoría de mi abuela, yo también debí volver a Tokio en un viaje que me pareció desesperadamente largo… ¿Qué estaría pensando ahora Izzy? ¿Qué decidiría, cuánto tardaría?... No podía dejar de intentar comprenderle,…, pero ahora mismo solamente podía sufrir por lo que estaba haciendo. ¿Es que ya no me amaba?

Las imágenes y palabras de nuestro último encuentro se repetían una y otra vez en mi mente. Habíamos hecho excitantemente el amor en un lugar recogido del jardín que había frente al hotel… El riesgo a ser vistos no nos había importado… Me sentía húmeda al recordarlo… Pero cuando le conté mi secreto… Él no había reaccionado bien. Yo durante un momento había temido que podía pasar algo así,…, pero nunca tan grave. Me sentía mal… Y todavía no se lo había dicho a ella. No quería contárselo por teléfono.

Sin embargo, cuando nos encontramos en la terminal ella, quizá por mi expresión, debió intuir algo. Vino hacia mí y me abrazó todo lo tiernamente que pudo dentro del decoro. En público sabíamos las dos que debíamos ir con cuidado.

Empezamos a andar, ella ayudándome con el equipaje.

-¿Qué ha pasado, Mimi?-me preguntó.

-Ayer se lo conté.

Eso fue todo lo que en un principio le pude decir, pero le basto para entender lo que había pasado.

-Él no reaccionó bien-dijo ella. No era una pregunta.

-No, no lo hizo-asentí-Creo que en parte es que le ha desconcertado que…-buscaba las palabras más apropiadas-… Que “el otro” fuera “la otra”.

-Entiendo…

-Después de eso, se fue y no lo he vuelto a ver. Tampoco me ha llamado por teléfono.

-¿Ninguna palabra?

-¿Crees que es mala señal?-le pregunté, preocupada.

-No tiene por qué serlo. No intentes ir por delante de los acontecimientos, Mimi, o tropezarás.

-Sí, supongo que tienes razón.

-Si él necesita algo de tiempo para pensar, dáselo, unos días por lo menos. Él lo hubiera hecho cuando fuiste tú la que se marchó y le dejó sin decirle una sola palabra. Y en este caso, la razón no deja de ser seria.

-¿Qué crees que decidirá?

-Confío en que vuelva contigo-eso dijo ella, en ese tono de seguridad que siempre usaba, pero en aquella ocasión, a mí no pudo inspirarme ninguna.

En este momento y desde el día de ayer casi sólo podía pensar en él… Me sentía tan desesperada e impotente. Yo, que siempre había estado rodeada de admiradores, de todo tipo de hombres a los que casi podría haber pedido cualquier cosa, me veía repentinamente rechaza por el único al que había correspondido…

Los temores que la semana anterior había tenido de que Izzy me rechazara y que los demás, sobre todo Sora, habían desechado, finalmente y tras unos días de un breve noviazgo, se habían materializado… Quizá tendría que haberle dicho antes lo de Sora y yo… Quizá incluso deberían saberlo todos nuestros amigos… Bueno, esto puede que no fuera del todo aconsejable, pero en el caso de Izzy…

¿Y cuándo podría habérselo dicho?... Estaba claro. El jueves. El jueves, cuando me sinceré con él y le exprese todas mis dudas… Entonces debería habérselo contado todo. Al fin y al cabo, mi principal preocupación a la hora de salir con él no fue realmente la oferta de Estados Unidos sino Sora. Quizá esperé demasiado a que llegará un momento oportuno, quizá dudé demasiado a la hora de buscar las palabras… ¿Cuánta parte de culpa tendría mi retraso a la hora de decírselo en su reacción?

Y había otra cosa. Él había preguntado cuántas veces lo había hecho con Sora. Bueno, quizá no era extraño que eso fuera lo que más le escamase… Al fin y al cabo, sino fuera por esos momentos en que ella y yo hacemos el amor nuestra relación sería la de dos buenas amigas, quizá mucho más “que buenas amigas”, pero nada que pudiera molestar a Izzy de esa manera… Al fin y al cabo, yo misma entendía que, lo llamara como lo llamara, le había puesto los cuernos, le había sido infiel, le había engañado y mentido. No podía dejar de sentirme mal cuando lo pensaba.

Pero, por otro lado, pensé mirando a Sora, que estaba buscando un taxi que nos acercará al centro de la ciudad,…, nunca podría dejarla. Era tan dulce, tan buena conmigo… Y tan atractiva… Aunque, quizá debería ponerme en el lugar de Izzy… ¿Cómo habría reaccionado yo si Izzy me hubiera dicho que, a parte de mí, tenía una relación especial con,…, Tai, por ejemplo? Quería pensar que lo hubiera aceptado pero, claro, eso lo decía sin poder abandonar la perspectiva de quién ha sido “abandonada” por ello. No era imparcial… Lo cierto es que, cuánto menos, yo también habría necesitado algo de tiempo para pensar bien que hubiera significado lo de esa “relación especial” y como la podría asumir para seguir adelante con él… Sí, debía darle tiempo. Al menos unos días, como Sora había dicho. Valía la pena.

-¿Y qué tal está tu abuela?-me preguntó de repente Sora cuando ya estábamos en el taxi y de camino a nuestro apartamento.

-El miércoles la operaron. Los médicos dijeron que todo había salido como mejor podía esperarse pero… Seguía inconsciente cuando la vi por última vez.

-¿Ningún signo de mejoría?

-No, ninguno-le dije… Lo cierto es que prefería no pensar mucho en ello. No había mucho optimismo en la evolución del estado de salud de mi abuela… Decidí cambiar de tema antes de que preguntara algo más pero, como si me leyera la mente, ella lo hizo antes.

-¿Has hablado ya con Takeshi?

-Sí-le contesté-Ayer por la tarde finalmente lo hice…-Era verdad, quizá tras la marcha de Izzy me sentía tan mal que me daban igual las malas noticias que tuviera mi agente-Le expliqué que estaba en Nagasaki y porque estaba aquí… Él fue bastante comprensivo, aunque estaba molesto porque no lo hubiera llamado antes. Dice que intentará hablar con el director y le presentará mis excusas… No sabe si podrá conseguir algo, pero bueno. Ya se verá.

-Lo dices muy tranquila-observó.

-Creo que ahora no puedo sentir todo lo que lamento la perdida de esta posibilidad-asentí-¿Y qué pasa con lo del mundo digimon?-le pregunté, bajando un tanto la voz para que no nos escuchará el conductor.

-Bueno… Tai no ha tomado una decisión firme y Gennai no ha dado más señales de vida desde que nos dijo que iría a investigar un asunto… Creo que Tai está pensando en volver este domingo, ya que mañana tiene un partido. Y me parece que le pedirá a Izzy que le acompañe.

-Sí-pude apenas musitar.

-¿Estás bien, Mimi?-me preguntó, cogiéndome la mano-Te noto muy mal.

-Tendría ganas de ir a casa de Izzy-le dije de repente-Agarrarle por los hombros, agitarle y gritarle que reaccionara, que le amo, que se deje de tontas dudas y me haga ahí mismo, sobre el suelo del recibidor, el amor con más pasión que nunca.

A pesar de todo, Sora no pudo o no quiso contener una breve y cristalina risa…

-Estaba pensando que podría hacer para ayudaros-empezó a decir-Y ya sé que necesitas para animarte un poco, Mimi.

-¿Qué?-le pregunté.

-No te lo diré. Será una sorpresa-afirmó.

Iba a replicarle algo cuando, de repente, mi móvil comenzó a sonar. Pensando que sería Izzy rápidamente abría mi bolso para cogerlo. Pero no era él. Era Takeshi.

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-Ya puede pasar, señorita Tashikawa-me dio finalmente pasó la secretaria.

Yo me limité a asentir, levantándome y dirigiéndome a la puerta del despacho. Estaba nerviosa, pero intente controlar mis nervios. Y muy emocionada, dentro de lo que podía… Todavía no podía creérmelo del todo, pero Takeshi lo había conseguido. Me había conseguido una entrevista con el director, con Ishikawa Ôshima… Takeshi me había preguntado cuando tendría un momento y yo, sin nada que hacer, le dije que “Ahora”… Y me había conseguido una cita al instante… Por lo visto, Ôshima accedió a hacerme un hueco en su agenda. Mi agente quería ver en eso una buena señal, yo también…

Ishikawa Ôshima, al que ya había conocido el lunes, me esperaba sentado al otro lado del pequeño pero bien decorado despacho. Yo me acerqué, sin intentar mirar con demasiada curiosidad o interés los objetos de los estantes, hasta quedar frente a su mesa. Él me observaba acercarme desde detrás de sus gafas de sol.

-Me alegra volver a verla, señorita-dijo a modo de saludo.

-Señor Ishikawa-saludé yo a mi vez con una pequeña reverencia.

Él, para mi disgusto, me observó entonces de una forma que no había notado cuando nos reunimos el lunes, cuando estaba con mi agente y había otras personas de la película presentes… Yo reconocí ese “tono” de su oculta mirada apenas la noté… Me miraba con lujuria. A pesar de los opacos cristales de sus gafas sentí sus ojos recorrer mi figura de la cabeza hasta los muslos, todo lo que la presencia de la mesa entre los dos le permitía ver…

-Puede sentarse-dijo finalmente.

-Gracias, señor-asentí, intentando ser lo más educada posible.

-Recibí ayer la llamada de su agente, Nobuyoshi Takeshi. Y he estado reflexionando sobre nuestro anterior encuentro y sobre lo que había visto de su trabajo…

Yo espere, en silencio, mientras él hizo una pausa y se encendió un cigarrillo, que comenzó a fumar en breves caladas.

-Después de ver de nuevo varías escenas seleccionadas por su propio agente como, según él, lo mejor de su trabajo, y de pensar largo y tendido sobre lo que podría proporcionar al film que tengo en mente… Hace unas horas que tomé una decisión. Por fortuna, recibí la llamada de Nobuyoshi y, afortunadamente, pude hacerle a usted un hueco. Creo que hoy podemos salir los dos muy satisfechos de esta reunión si ambos sabemos hacer lo que conviene. ¿Está de acuerdo?

-Desde luego, señor Ishikawa-asentí.

-Tengo una oferta para usted, pero claro, debe ganársela-siguió hablando.

-Estoy dispuesta a hacer cualquier prueba, con cualquier escena o cualquier cosa que usted me diga, señor-afirmé entonces.

-No estaba pensando en eso, la verdad-me replicó. Yo quedé desconcertada-Pero antes de decirle… “el precio”, creo que es mejor que sepa que le voy a poner a su alcance.

Volvió a producirse un silencio mientras él le dio varias caladas más a su cigarrillo. Yo me quede quieta, expectante ante lo que fuera a decir, pero sin saber muy bien del todo de que iba aquello.

-He considerado que usted podría ser una buena opción para interpretar el papel de la Emperatriz Kôken.

-Pero…-no podía creer lo que acababa de oír…-¿Ese no es el papel protagonista?

-Así es. Creo que podría ser usted una elección perfecta para protagonizar mi primera película de importancia. Tiene bastante talento y encaja en mi visión del personaje… De hecho, me parece perfecta. Y desde luego, usted no recibe menos. Sería un gran salto en su carrera.

Decía la verdad. Era algo que nunca habría podido esperar. Sentí la alegría rebosando por completo, tenía ganas de ir a casa para contárselo a Sora, contárselo a mis padres, a todo el mundo… Me sentía volar… Pero me controlé. Realmente, me recordé, todavía no me lo había ganado.

-Sería un honor para mí-afirmé.

-Me agrada que sepa valorar lo que le ofrezco. No es poco, desde luego.

-Y…-me atreví a empezar a hablar después de un prolongado silencio en el cuál él siguió fumando tranquilamente-¿Qué podría hacer para “ganármelo”?

-Sí, esa es la verdadera cuestión, supongo-afirmó él, terminándose su cigarrillo y aplastándolo contra un cercano cenicero de cristal-¿Qué puede hacer la señorita Tashikawa para merecer tal oportunidad?-preguntó con pesada retórica mientras se levantaba-Pues creo que tengo una respuesta.

Dio la vuelta y se fue acercando a mí, que también me levante. Él volvía a mirarme con descarada lascivia y eso me empezó a hacer sentir incómoda. Estaba tan cerca que casi podía notar su calor de su cuerpo, ese grueso cuerpo que tapaba con unos pantalones oscuros y un feísimo jersey a cuadros azules y verdes. Me llegaba el mal olor de su sudor y del tabaco… No quise mirarle la cara, de rasgos gruesos, con esa calva que en vano intentaba ocultar con un peinado del estilo “cortinilla”. Lo cierto es que, al tenerlo por primera vez tan cerca, me dio un poco de asco.

-Eres una chica muy mona-soltó de repente. Y yo ya estaba del todo preocupada. Me dije que debía levantarme e irme, que ese tipo no era alguien en el que pudiera confiar. Vi claramente lo que iba a pedirme a cambio del papel… Y no. No estaba dispuesta a eso… Sin embargo, no pude moverme-Dime, por curiosidad, ¿tienes novio?

Yo no sabía que responder a esa pregunta. Después de la reacción de Izzy… Realmente en este momento no estaba segura de que fuéramos novios.

-Tengo pareja, aunque estamos en un momento… complicado-respondí finalmente.

-Entiendo-asintió él. Pero si pensaba que diciéndole que tenía él se iba a cortar, me equivoqué. Alzó la mano y la sentí en breve en mi cabello, acariciándomelo. No me atreví a quitarla, aunque debería haberlo hecho-Sin necesidad de conocerlo me atrevería a afirmar que ese chico es algo tonto… Seguro que hay muchos que suspirarían por estar con una belleza como tú.

-No lo sé-me limité a asentir. Su mano seguía acariciando mi cabello y, en ese momento, posó su dorso en mi mejilla-¿Señor Ishikawa?-pregunté, como ignorando lo que pretendía.

-Yo creo que sí sabes, Mimi… ¿No te importa que te llame Mimi, verdad?

-No, señor-respondí… Me sentía algo intimidada al tenerle tan cerca. Él era fuerte, yo no. Si quería hacer algo… Yo no podría resistirme. Pero por otro lado… No podía negar que dentro de todo eso estaba también algo excitada.

-Bien, Mimi, tú puedes llamarme Ôshima a su vez. Es lo justo, ¿no?

-Sí,…, Ôshima.

-¿Y nuestro acuerdo,…, nuestro acuerdo también es justo, no?-siguió diciendo al tiempo que su mano me alzaba la vista al ponerse en mi barbilla y su dedo gordo recorría en un rápido gesto mis labios.

-No sé, Ôshima-apenas pude musitar… Pero no opuse resistencia cuando me metió su dedo en la boca, aunque tampoco hice nada, simplemente, le deje hacer.

-Yo creo que sí sabes, Mimi-repitió-Un papel decisivo para tu carrera a cambio de un poco de placer-no vi, pero si escuché a su otra mano bajándose su cremallera.

Yo no sabía qué pensar… La excitación y la promesa del papel me impulsaban a aceptar… Pero, ¿qué pensarían Sora e Izzy? No podía dejar que no estaba bien del todo… Aquí no tenía escusa alguna., si que le era por completo infiel a Izzy… Incluso a Sora, aunque sabía que a ella no le importaría, siempre respaldaría mi decisión. Ella no me juzgaba. Finalmente, retiró su dedo de mi boca.

-Es que… Tengo novio, Ôshima-le dije, como si eso debiera hacer imposible su oferta.

-No tiene porque enterarse. Es una oportunidad única y lo sabes, y, ¿a cambio de qué? De casi nada. Es solo un polvito rápido, preciosa,…, nadie tiene porque saberlo. Asúmelo como una prueba muy particular. ¿Quién sabe cuándo volverás a tener ante ti una oportunidad así?

-Yo,…, yo-no sabía que pensar. Todo aquello me estaba cogiendo por sorpresa… Lo último que había esperado es que el precio por el papel fuera ese… No, no podía asumirlo, me dije. Pero, al mirarle… Lo cierto es que la idea era excitante… Y desde ayer no había hecho nada… Mucho tiempo para mí. Y con él me daba tan asco sólo de pensarlo que era muy morboso…

Estaba pensando en eso cuando, inesperadamente, su mano izquierda se introdujo debajo de mi falda. No reaccioné tan rápidamente como debería y, antes de que cerrara mis piernas ésta ya había alcanzado mi zona escondida… Y sus dedos habían palpado y sentido la humedad de mi secreto.

-Vaya, vaya, Mimi-comentó-Tú dices que no sabes… Pero tú cuerpo, que debe ser muy sabio, creo que ya ha tomado una decisión.

Yo cerré todo lo que pude las piernas, pero él no sacó su mano de mi entrepierna. De hecho, sus dedos intentaron palpar mi conchita, ya sentía la presión de sus dedos por encima de mis braguitas.

-¿Y cómo sabría que usted cumpliría con su parte del acuerdo?-pregunté, más para que apartara la mano o meterle en un lío que por estar pensando en serio en su oferta.

-Sabía que, como una chica lista, me preguntarías eso-contestó él-Por eso tengo tu contrato preparado, ¿quieres verlo?

Yo me quede sorprendida.

-Sí-dije.

Para mi satisfacción, entonces retiro su mano y volvió al otro lado de la mesa, de dónde saco dos puñados de folios, unidos en dos grupos por grapas. Él me tendió una.

-Esa es tu copia del contrato-me dijo-Como puedes ver, a parte del papel protagonista y un buen salario, me comprometo a que las cláusulas del mismo son negociables hasta el mismo día en que empecemos a rodar. Así podrás pedirle a tu agente luego que lo revisé y pida los cambios que parezcan oportunos. ¿Qué te parece? ¿Está todo a tu gusto?

Pero yo no estaba del todo convencida de su sinceridad.

-¿Y si usted usa esa como justificación para cesar el contrato?

-Eres muy suspicaz, Mimi-me replicó riendo-Y astuta. Otra cláusula garantiza mi compromiso a contratarte para interpretar el papel protagonista en mi futuro proyecto. Es el punto séptimo si no me acuerdo mal.

En efecto. Todo parecía sencillo y tal y como él decía… Un poco de… Y el papel sería mío. Sólo tenía que firmar pero…

-Pero eso sí-dijo-Si lo firmáis, tendréis que complacerme en mi deseo. La cláusula especial dos específica que puedo anular el contrato unilateralmente en los siguientes cinco minutos a su firma. Ya sabéis.

-¿Y como sabré que no lo hacéis de todas formas una vez os haya dado lo que queréis? No vamos a firmar precisamente ante notario.

-Son cinco minutos, y en el momento de firmar haremos constar la hora. Mi secretaria hará de testigo si os parece bien. Todo será legal y justo. No os he mentido cuando os he dicho que os quiero para el papel.

-¿Y por qué no me lo dais sin más, entonces?-pregunté.

-Eres muy graciosa, Mimi-dijo-Pero no puedo dejar pasar la oportunidad de catar ese cuerpo tan bien hecho-dijo, relamiéndose los labios después.

Yo casi no pude evitar sonrojarme ante sus palabras. Él avanzó nuevamente hacía mí.

-¿Qué decís, firmamos u os vais?

En ese momento tuve que tomar una decisión. No sé si lo que hice estuvo bien o debí hacer lo contrario. Pero sí. Le dije que firmaría. El sonrío y, dirigiéndose a la puerta la abrió, llamando a su secretaria… La firma fue rápida. Primero él, luego yo y luego ella como testigo, estampamos nuestras firmas en las dos copias del contrato y yo guardé de inmediato mi copia en mi bolso. Para cuando cerré éste, la asistente ya se había ido, cerrando la puerta tras ella. Yo sabía que acaba de comprometerme… Ya no había marcha atrás… Quizá debería haberlo pensando más, haberle pedido tiempo para meditarlo… Para presentarle una copia del contrato a Takeshi, consultarlo con Sora… Pero finalmente no hice nada eso.

Él estaba de nuevo sentado, repantigado, en su sillón tras la mesa y me hizo señas de que me acercara. Cuando lo hice, rodeando la amplia mesa pude ver que estaba ya desnudo de cintura para abajo… Sus pies reposaba sobre el suelo, sus piernas peludas se extendían abiertas ante él y, al final, su parcialmente erecto pene me espera.

-Acércate, guapa-me dijo, y siguió hablando con un tono lascivo-Hoy a tener a una joven en la cual sin duda piensan muchos jóvenes al pajearse.

Yo me fui colocando entre sus piernas, arrodillándome delante de él… También estaba cada vez más excitada… Me acerqué, sintiendo ya el calor de su cuerpo rodeándome…

Y entonces cogí su polla con mi mano… Estaba todavía algo flácida, pero se fue endureciendo al poco, cuando comencé a masturbarle. Su pene era pequeño en comparación con los otros que conocía, pero muy gordo… Eso me gustó…Su glande sobresalía apenas poco más de dónde mis dedos rodeaban su falo, pero apenas podía rodearla bien de lo gruesa que era… Lo cierto es que al verla se me hizo la boca agua y todo lo demás se fue de mi mente.

No pude aguantar mucho limitándome a masturbar aquella trompa. En seguida quise engullirla. Mis labios fueron a posarse, abriéndose todo lo posible para dejar que pasase su verga a mi boquita… Sentí mis mandíbulas ir abriéndose tremendamente cuando aquella gruesa polla entró, hasta que mi barbilla casi podía rozar sus testículos… Sentí y saboree aquella gruesa herramienta, aunque poco tiempo. Tuve que salir porque no podía respirar con semejante mástil en mi boca.

-Venga, Mimi. Otra vez-dijo él.

Yo acaté su deseo y volví a introducirme aquella gran herramienta en mi deseosa boquita, intentando darle toda la saliva que podía al tiempo que degustaba el rico sabor de su gran barra de carne... Me la saqué una segunda vez para empezar a lamerla y a recorrer la brillante y venosa piel del tronco, sin dejar de masturbarle en ningún momento, y acabando por lamer sus huevos, buscando metérmelos también en la boca y jugar con mi lengua con ellos.

-¡Oh! Mimi… Ya veo que eres muy profesional-dijo entre gemidos-Una auténtica putita.

Me excitó oírle llamarme putita. Y seguí lamiendo aquella gruesa polla, concentrándome en la rosada cabecita mientras mis manos agitaban su piel y masajeaban sus testículos. Fui acelerando y hubiera acercado mis deditos a su culito si su posición, parcialmente sentado, no me lo hubiera impedido.

En ese momento, mientras él gemía ante mis juegos de lengua, pensé nuevamente en Izzy… Si con todas las dudas que tenía se enterase de lo que ahora estaba haciendo, pensé, si que no volvería conmigo. Pero en ese momento, con mi deseo encendido, dominada por mi yo más primitivo, más ansioso de sentirse hembra, y tras lo mal que me lo había hecho pasar… Solamente pude dejar de lado. No se lo diría…Lo cierto es que necesitaba una alegría… Un polvo y el trabajo de mi vida eran lo que necesitaba. Era un cambio radical de actitud,…, quizás me convenía, pensé…

Pero no estaba para nada de eso ni para planteamientos morales. Ahora sólo quería follar. Seguí chupando aquella rica verga un buen rato más, hasta que él, alzándome repentinamente, me comenzó a besar el cuello mientras sus manos manoseaban mi cuerpo por encima del vestido.

Pensé en que quería quitármelo, pero antes de que pudiera ayudarle a ello, él me obligó a darme la vuelta y a quedar apoyada contra su mesa. Note su cuerpo sobre el mío y su aliento en mi nuca…

-Me gustaría gozarte mejor y más tranquilamente, Mimi-me susurró-Pero tengo trabajo, de manera que seré rapidito…

Note sus manos subiéndome el vestido y masajeando mis nalgas, abriéndome las piernas, bajándome las braguitas… Me sentía caliente, sobre todo cuando sus dedos aparecieron acariciando mi conchita… Estaba húmeda y éstos no tardaron en entrar… ¡Oh, sí!... Estaba caliente, plenamente caliente…

Entonces, finalmente, note la punta de su pene apoyándose con mi vagina… Le note presionar duramente mientras me empujaba para que quedara contra la mesa y mi entrepierna más expuesta a su avance… Note su gruesa polla avanzando, abriéndome al máximo los labios de mi almejita… ¡Oh! Me sentí estallar cuando de un solo golpe terminó de clavármela… Era pequeña pero tan gorda que me sentía llena, con mis carnes abiertas al máximo por aquella cosa… Contuve a duras penas un gemido de dolor… Aunque pensé que la secretaria posiblemente sabía lo que aquí estaba pasando… La idea me dio cierto morbo. ¿Se habría abierto ella de piernas alguna vez para su jefe? Seguro que sí, pensé.

Pero no estaba en ese momento para pensar en ello. Mi conchita ya se había adaptado a su intrusión cuando comenzó a moverse, sacándola y metiéndomela. Notaba ese grueso miembro desplazándose cada vez más rápido entre mis carnes, en cortas pero duras embestidas mientras él gemía suavemente de placer…

Y yo también, a pesar de que me mordía los labios en un intento de acallarme a mí misma… Pero no podía aguantar mucho más ante sus incursiones… ¡Dios! Estaba gozando como una auténtica putita, como él me había llamado…

Notaba a la perfección su gruesa verga entrando y saliendo, cada centímetro de esa barra de carne presionaba contra mí interior, gozándose en presionarme por completo… El morbo era total y sólo deseaba que fuera más y más rápido…

Entonces, de repente la sacó. Y no tuve que esperar mucho ni imaginar nada para saber por qué. Lo supe enseguida, cuando note su gruesa verga, húmeda de mis propios fluidos, presionar en mi entrada trasera…

-Ahora, Mimi, quiero ese culito en el que tantas veces me he fijado-dijo, echándome el aliento sobre la nuca.

-Es tuyo, Ôshima-le dije.

-Eso es lo que quería oír-asintió éste.

Y de repente lo noté. Ôshima no se molesto en lubricar más su polla ni en dilatar algo mi culito. Sencillamente la puso sobre mi orificio y apretó.

Entonces sí que tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no chillar de dolor cuando su grueso tronco entró. Me sentí partirme en dos cuando su falo se fue abriendo paso en mi recto, separando mis carnes, taladrando mis entrañas… Por suerte era corto, pero al meterlo de un golpe demasiado rápido… Durante un momento incluso se me nubló la vista y mis piernas temblaron, amenazando con hacerme perder pie… Él me agarró por las caderas y, ajustando mi cuerpo a su posición, me colocó para penetrarme mejor, con el culo lo más sobresaliente que pudo…

-¡Oh! ¡Qué gozada de culito tienes, Mimi, putita!-le oí decir.

Y comenzó con las embestidas, metiéndola siempre de golpe pero sacándola con exquisita lentitud… ¡Oh, sí, que delicia!

-Lo estás gozando, ¿eh?-me dijo.

-Sí, Ôshima, sí… Dame duro… Más, más…-le pedía, gimiendo, deseando seguir siendo follada.

-Claro que sí, putita-me contestó.

Y de repente la sacó de mi culito y la metió en mi coñito, y luego cambio, y a la siguiente… Y así fue alternando rápidas embestidas entre mis dos orificios, que tenían sus puertas totalmente abiertas y sus fronteras desaparecidas ante los envites de su gruesa polla.

Mis gemidos… Cada vez más intensos, era más difícil contenerlos en mi garganta… El placer estaba aumentando, me sentía cada vez más embargada por el placer… ¡Sí! Mi cuerpo empezó a temblar, me estremecía… Y así llegué al poco tiempo a un tremendo orgasmo…

-¡Oh, Ôshima!-no pude evitar un mal contenido grito al llegar al momento culminante del orgasmo.

Él entonces se concentró en mi culito, apretando y acelerando todo lo que podía… Hasta que de repente… Estalló. Sentí mi dilatado culito llenarse de un gran torrente de se su leche cuando él llegó a su orgasmo y me llenó mi recto con su semilla… Sentí su liquido caliente esparcirse por mis entrañas y empezar a descender, hasta caer hacia abajo…

Él cayó sobre mi espalda y, durante un momento, quedamos así, los dos de píe pero casi acostados sobre la mesa, él detrás y encima de mí… Jadeábamos suavemente y yo notaba su aliento en mi nuca… Sentía su miembro, aunque más flácido, todavía dentro de mi culito…

Y entonces él se inclinó un poco más sobre él y me dijo al oído…

-Mimi. Hoy tu verdadera carrera hacia las estrellas acaba de comenzar.