Cuatro Corazones (Capítulo 2)
Creo que éste capítulo me quedó bastante bien, aunque no estaba seguro de que mantuviera una historia coherente. Espero, como siempre y en cualquier caso, que les guste.
Capítulo 2
-Te veo muy delgada-me comentó mi madre sin dejar de pelar patatas-¿Llevas una dieta sana? Desde que te independizaste a veces me parece anoréxica.
-Estoy perfectamente, mamá-le respondí-De hecho he ganado dos kilos desde la última vez que comí aquí.
-Solamente digo lo que parece, aunque supongo que para tu carrera te conviene.
-La verdad es que sí.
Digo encogiéndome de hombros. No era la primera vez que decía algo así, de modo que me hice la sueca y me dediqué a registrar la cocina con la mirada, deslizando la vista por las encimeras, el fregadero, el frigorífico, los armarios, los cajones de la cubertería, etc. Mi madre lo tenía todo perfectamente ordenado. En cuanto a orden y control era una maestra, así como en el gobierno y la economía de una casa. Quizás hubiera deseado que siguiera un camino más semejante al suyo. Pero yo nunca había sentido interés por aquello, yo nunca estuve dispuesta a quedarme en casa, yo siempre quise viajar, sobre todo a lugares exóticos y lejanos, y ser tratada como una reina…
-Y hablando de tu carrera-sus palabra cortaron el hilo de mis idea-Creo que me dijiste que hoy tenías una reunión con un director de cine para un posible papel.
-Sí, fue a las nueve. El director, mi agente y yo nos reunimos y se concertó una prueba para este miércoles a las doce.
-Pensé que eso sería hoy.
-No, hoy sólo ha sido una entrevista, para conocerme y tal, pero la auténtica prueba será el miércoles. Si consigo el papel, y Takeshi cree que lo conseguiré, será un gran salto en mi carrera.
-Me alegro por ti,…, alcánzame la pimienta, por favor.
-Gracias-le digo, pasándosela-¿Y cómo os va a vosotros?
-Bien, tu padre ha estado muy ocupado desde que entró en el consejo de administración de la empresa, y más ahora que pueden hacerle adjunto a la vicepresidencia. Sería un paso decisivo en su ascenso.
-Será algo digno de celebrarse.
-Sí, pero como suele decirse, no vendamos la piel del oso antes de cazarlo.
-Eso siempre. ¿Y a ti qué tal te va?
-Bien, las cosas de la casa van bien, y tengo menos quehaceres con la nueva asistenta que hemos contratado para la limpieza y esas cosas. ¿La conoces? Creo que es coreana.
-Me parece que sí.
-Y hay otra cosa-se quedo un momento en silencio-Ya sabes que la semana que viene…
-¡Ah, sí!-dije-Es vuestro aniversario, el martes, ¿no?
-Sí, son nuestras Bodas de Plata. Llevamos ya veinticinco años casados. Veinticinco años, se dice rápido,…, y ahora me parece como si hubieran sido un suspiro.
-Haréis algo especial entonces, supongo.
-No lo sé, no sé si tu padre podrá hacer algo, pero supongo que me intentará sorprender. Quizás me dé una cena romántica en algún lujoso restaurante, o puede que me regale una joya carísima con algún diamante enorme engarzado, o algo por el estilo.
-No parece hacerte demasiada ilusión nada de eso.
-Ya.
-¿Y qué te gustaría?
-Quizás un viaje, él y yo solos, tal vez por el Caribe o por las islas del Pacífico. Siempre quise conocer Hawai.
-¿Y por qué no se lo dices?
-Es que está muy ocupado ahora, y no quiero que se sienta culpable ni pierda ahora una gran oportunidad por un capricho.
-Entiendo, aunque bueno, siempre podréis ir en sus próximas vacaciones.
-Sí.
Hubo un momento de silencio mientras ella terminaba de disponer el asado en la bandeja e introducía ésta en el horno. En ese momento me sentí un poco incómoda y no sabía exactamente por qué.
-No hay ningún problema que yo no sepa, ¿no?
-No-me miró extrañada-¿Por qué lo preguntas?
-No, por nada,…, es que me había parecido…
-¡Ah, no!-sonríe-No ocurre nada, pero tampoco es que tenga que ocurrir-se vuelve para examinar la bandeja-Esto ya está listo-dijo cerrando el horno y ajustando la temperatura y demás-Por cierto, hay un tema que no sabía del todo como sacar, pero es que no puedo resistir sin preguntar.
-Dime.
-¿Estás saliendo con un chico?-me había preguntado con un tono realmente serio que realmente me despertó preocupación.
-¿Por qué lo preguntas?
-Palmon nos lo ha comentado. Bueno, miento, realmente sólo le escapo un comentario y yo le sonsaqué.
-Ah…
-¿No nos lo ibas a decir?
-Sí, pero quería decíroslo al mismo tiempo que os lo presentaba, como muy tarde este domingo. Iba a invitarlo y así le podrías conocer.
-¿Y no crees que si invitarás a un chico a comer con nosotros el domingo no íbamos a sospechar qué es más un amigo?
-Bueno, eso no lo había pensado, pero supongo que sí.
-¿Cómo es?
-Esto,…-busque las mejores palabras para describirlo-Simpático, amable, muy inteligente, guapo,…, de hecho, ya la conociste, se llama Izzy.
-¿Izzy? Sí, me suena ese nombre. También tenía un compañero de esto,…, ¿cómo era la palabra?,…, ¿digimon?
-Sí, su compañero es Tentomon.
-¿Y este domingo lo traerás para que lo conozcamos?
-Puede ser antes, ¿qué tal la cena del viernes?
-No, no es una buena fecha. Tu padre tiene cena de empresa y yo voy a ir con él, de acompañante, mejor la comida del sábado.
-Vale, la comida del sábado.
-Y, dime, ¿hace mucho tiempo que estáis juntos?
-Desde el jueves.
-¿Este jueves?
-Sí.
-Por lo que me dijo Palmon pensé que llevabais más tiempo, que era una pareja ya,…, digamos, consolidada.
-¿Consolidada?-repetí, no terminaba de ver si estaba insinuando algo.
-Es poco tiempo.
-Ah, entiendo, ¿crees que puede ser algo de una noche o algo así?
-Bueno, entre los famosos no es tampoco nada raro.
-Tampoco es que sea tan famosa, y voy en serio con Izzy, por eso quiero que lo conozcáis.
-Claro. De todas formas no es que lo vea mal, ¿sabes? No estoy chapada a la antigua, y sé que los jóvenes de ahora van un poco de flor en flor. Si fuera ahora una veinteañera creo que también lo haría, pero en mi juventud la sociedad era mucho más conservadora-ríe.
En ese momento sonó el móvil de mi madre.
-Ah, es tu padre-dice echándole un vistazo-A ver cuánto le falta. Mientras pon la mesa.
-Sí, mamá-dije poniéndome manos a la obra. Cogí los platos, cubiertos y servilletas del armario del servicio y me dirige al comedor. Por el pasillo me encontré con Palmon-Pronto vamos a comer-le dije.
-Que bien, porque tengo mucha hambre.
-Oye, por cierto-le comenté mientras colocaba las cosas encima de la mesa-¿Te acuerdas de qué te pedí que no le comentaras nada a mis padres de mi nueva relación con Izzy?-usé un tono como si estuviera enfadada, pero para gastarle una broma. Lo cierto es que, sopesándolo bien, me había hecho un favor. Se lo había dicho sin más, ya no tenía que pasarme una semana calentándome la cabeza sobre cómo se lo diría ni nada por el estilo, así que me había quitado un peso de encima.
-Sí…
-¿Y tienes algo que decirme?
-Bueno,…, es que,…, quizás se me escapara algún comentario en cierto sentido sobre ello.
-¿Un comentario en cierto sentido sobre ello?
-Bueno,…
-No pasa nada-reí-La verdad es que te doy las gracias, ahora ya se lo he podido decir y me he quitado ese peso de encima.
-¡¿De verdad?!
-Sí.
-Oye, Mimi-mi madre me miraba desde la puerta con expresión seria-Hay malas noticias.
-¿Malas noticias?
-La abuela ha sido ingresa en el hospital.
-¿Y es grave?-me preguntó Sora, levantando la vista del libro que estaba leyendo.
-Eso parece. Mi padre ha ido a verla y pasará unos días fuera.
-¿No vive tu abuela en Tokio?
-No, ella vive en Nagasaki desde hace algunos años.
-¿Y tú qué tal estás?
-¿Yo?…-la pregunta me sorprendió-No sé.
¿Cómo estaba yo?...Realmente no sabía como definir lo que sentía. Pero una cosa sí estaba clara: muy mal. Cuando era una niña había pasado mucho tiempo con mi abuela, muchas semanas de verano en su casa junto a la costa…Recordaba perfectamente aquellas vacaciones,…, los cuentos antes de dormir, los dulces que preparaba casi todas las llamadas, ella esperándome a la salida de las clases de natación; acompañándome a la juguetería, de tiendas, al médico, al dentista, a aquellas lecciones de ballet que insistí en tomar, a todas partes…Desde los quince años y desde que viaje y viví un tiempo en Estados Unidos habíamos tenido un menor contacto, pero había sido y seguía siendo importante en mi vida. Quizás no me había dado cuenta o tal vez es que lo he olvidado, pero ahora estaba ingresada en el hospital. Es cierto que me habían dicho que en los últimos meses iba cada vez con más frecuencia al médico, pero nunca le di realmente importancia. ¿Qué la ingresaran de forma permanente? Ni se me hubiera ocurrido,…, y no quería pensar nada malo, pero, ¿y si era tan grave como parecía?, ¿y si tenía algo incurable?, ¿y si…y si no volvía a verla más? Todos y cada uno de los dulces recuerdos se me clavaban ahora como terribles aguijones de avispa cargados de inagotable veneno. Y cuando más pensaba en ello, peor se volvía.
-¿Y tú no vas a ir a verla?
-Iré el jueves por la mañana-respondí con voz apagada.
-Ya sabes que si quieres hablar…
-Sí, gracias,…, pero no sé que ni que pensar, me siento tan,…, impotente,…, ella esta allí, y yo aquí,…, y no puedo hacer nada.
El silencio reinó entonces en la habitación. Ninguna de las dos dijo nada durante un largo rato. Primero pensé que ella estaba estudiando, quizás para un examen, pero cuando me fije que en los siguientes diez minutos no había pasado de página, me di cuenta de que no era así. Pero ni siquiera con ella quería hablar en ese momento de eso. Prefería pensar en otras cosas… Mi abuela se pondría bien, me dije, y esto acabaría en un mero susto.
-¿Tai volvía hoy, no?-pregunté por cambiar de tema.
-Sí-dijo sin poder evitar sonreír-Debe faltarle poco, esta noche, de hecho, hemos quedado en que después de nuestra reunión, iremos a su casa y pasaremos la noche juntos.
-Bien, por un momento ayer me pareció que podía haber algún,…, digamos,…, algo raro entre vosotros…-admití claramente.
-¿Algo raro?-preguntó extrañada-¡No! Un poco decaída porque en las últimas semanas ha estado muy ausente, pero no tenemos ningún problema. Te lo aseguro. Además, me ha dicho que me prepara una sorpresa para muy pronto, y la última vez que me lo dijo con ese tono, fue nuestro viaje al Caribe, estoy muy ilusionada…
-¡Qué suerte! Quizás sea otro viaje exótico a alguna isla tropical o algo así.
-No estaría mal-asiente-¿Y tú, les dijiste al final a tu madre lo de Izzy?
-Sí. Bueno, realmente no se lo dije yo, por lo visto a Palmon se le escapó que tenía novio el fin de semana, así que…
-Ah, así que ya lo sabía.
-Sí,…, bueno, al menos me ha ahorrado trabajo. Se lo ha tomado bien, pero hasta que lo conozcan no me quedaré del todo tranquila.
-Claro.
-Aunque oye, Sora, ¿tú no creerás que este es muy precipitado, no?
-Bueno, ahora que lo dices, lo cierto es que lleváis menos de cinco días, pero yo os veo futuro. Y por otro lado no hay una guía que te diga como llevar una relación. Id de manera que os sintáis cómodos y punto.
-Vale.
-¿Lo preguntabas por algo en especial?
-Mi madre parecía creer que podía ser sólo un “rollo”, de unos pocos días y tal.
-Bueno, tu madre no te ha visto día tras día con él.
-Cierto-dije animándome.
-Por cierto, supongo que dejarás la serie si te dan el papel en la película.
-Sí, he llegado a un acuerdo con el director, como somos amigos no nos fue difícil llegar a un acuerdo. Volveré cuando termine, y en ocasiones haré apariciones esporádicas, mi personaje era popular y los guionistas no querían eliminarlo del todo. Takeshi se encargó de negociarlo.
-Es bueno, al menos así no pasará nada si no consigues el papel en la película.
-Sí, pero prefiero no pensar en esa posibilidad.
-Yo estoy segura que te lo darán, pero es bueno ser prudente y no tentar al destino, ya sabes.
-Sí.
-Entonces vas a tener un poco de tiempo totalmente libre, supongo que lo aprovecharas,…, el rodaje de una película debe ser estresante.
-Cuando ruedas la presión siempre está ahí, y no termina cuando se termina de grabar, sino cuando la escena ha pasado a la pantalla, solamente entonces puedes estar tranquila, cuando el público, los fans dan su aprobación. Nunca antes. Por eso frecuento foros de internet en que se hable de la serie, para ver opiniones. Pero esta tarde pensaba pasarla totalmente tranquila. Llamé a Izzy y vendrá a las,…-miré mi reloj, eran casi las siete de la tarde-Le debe quedar poco para llegar.
-Eso está bien,…, ¿Vas a necesitar intimidad? Puedo irme a la biblioteca a estudiar.
-¿Intimidad?,…, ¡Ah, no! No, tranquila,…, no me encuentro hoy con ganas-le dije. Y era cierto, no me encontraba con ganas de nada.
-Entiendo.
-Y, Sora, al final todavía tenemos pendiente aquella conversación-solté de repente.
-Sí, Mimi, es verdad. Ayer aquella llamada nos interrumpió. Tu agente fue muy inoportuno, como si pudieras olvidarte de una reunión tan importante.
Yo estaba decida a poner fin al dilema que desde la semana pasada me iba atormentando, sobre todo desde el mismo momento en que Izzy entró en mi vida como mi pareja. Miré a Sora… Desde hacía tiempo era la presencia más constante en mi vida, y mi mayor apoyo… Habíamos sido siempre amigas y, sobre todo en los últimos años, era un apoyo fundamental para mí. Teníamos un vínculo especial y habíamos jurado que nunca, ningún chico acabaría con él. Decidimos una noche muy especial que, aunque nos enamoráramos de alguien, siempre estaríamos unidas. Aquella noche había sido la primera en que… Me estremecía a veces al recodarlo. A mí siempre me habían llamado los chicos, no me interesaban para nada las chicas…Pero aquella noche Sora y yo habíamos hecho el amor. Por aquel entonces las dos estábamos solteras, y solicitadas… A veces pensé que podríamos haber sido pareja, o qué deberíamos serlo… Pero hablamos del tema en su momento y juzgamos que el afecto que sentíamos era especial pero distinto del de una pareja. Y luego ella un día me dijo que era ya novia “oficial” de Tai. Ellos también habían estado muy unidos. Sin embargo, me explicó, ella seguiría manteniendo el acuerdo pactado. Yo le pregunté que pensaría Tai de eso, Sora se limitó a decirme que ella se encargaría de ese asunto. Alguna vez le pregunté, pero ella entonces siempre se había limitado a sellarme los labios con un beso. Pero ahora era yo la que sufría el dilema. Amaba a Izzy, pero no quería perder mi especial relación con Sora… y no sabía si podía de verdad tener las dos cosas.
-¿Qué te preocupa, Mimi? Hace unos días que te he percibido distante.
-Tú y yo-le dije-Eso es lo que me preocupa. Ya antes a veces lo hacía, pero ahora esta también Izzy.
-Entiendo-ella se acercó a mí-Ya te lo dije ayer. Nuestra amistad nunca se perderá. Si quieres que seamos de nuevo como éramos antes, como buenas amigas “normales”, lo seremos. A mí no me parece mal.
-La cosa es que estoy muy bien contigo, cuando… Cuando eso, pero estoy enamorada de Izzy.
-Como yo estoy enamorada de Tai. Mi amor por él no me impide sentir lo que siento por ti.
-Todo se me ha estado viniendo encima… la oferta americana, el acercamiento con Izzy, la ayuda que nos distéis tú y Tai, la película, ahora la enfermedad de mi abuela… Hace pocos días vivía bien. Trabajaba en una serie estupenda, tenía amigos queridos y una muy especial relación con la chica más dulce del mundo-al decir esto ella se sonrojó levemente-Y de repente… Ahora tengo más, debería ser feliz pesé a los problemas pero… No sé.
-Tranquila. Aborda cada cosa de una vez.
-Sí.
-En tu carrera estás subiendo. Harás la película, tienes el colchón de la serie y buenas expectativas. Lo de América es una pena, pero nada de lo que debas arrepentirte.
-Tienes razón.
-Tu abuela se recuperará.
-Sí.
-Y el afecto que nos tenemos no es nada malo, no hace falta perderlo. Nadie nos lo puede reprochar.
-Es verdad. Pero las formas de expresar ese afecto… Quizás…
-¿Molesten a Izzy?-dijo, terminando con unas palabras que yo no me atrevía ni quería pensar.
-Sí.
-Lo entiendo.
-Nunca me has contestado a esto, pero ahora lo necesito saber… Tú, ¿qué hiciste respecto a Tai y lo nuestro?
-Hice lo que considere más correcto para los tres.
-¿Qué es?
-Le dije la verdad, que aunque estaba enamorada de él también tenía una amistad especial por ti, por eso no me pidió nunca que me mudará cuando se fue a vivir a su propio apartamento. Él lo aceptó, aunque es verdad que no le di detalles pero sé que, por lo menos, intuye algo. Yo le deje claro que no iba a elegir.
-¿Debería actuar yo así con Izzy?
-Eso solamente tú puedes saberlo y decidirlo. Tai y yo nos conocíamos desde pequeños. Fuimos los mejores amigos en el colegio, en el institutito y hasta ahora. Siempre nos hemos comprendido y aceptado plenamente, por eso supe que volvería a hacerlo incluso con esto. Tú debes evaluar así que confianza tienes con Izzy y como lo va a recibir.
-Entiendo.
-Pero no te preocupes ni te agobies con ello, ¿de acuerdo? Lo que haya de ser, eso será. Lo importante es esforzarse por ser felices, es lo único que merece la pena.
-Sí, Sora.
Su mano me acarició la barbilla, haciéndome mirarla a los ojos. Esos ojos tan dulces, tan tranquilos como estanques en cuya superficie perderse contemplando las estrellas…
Y entonces sus labios se acercaron a mí rostro. Y no encontré fuerzas para hacer otra cosa que recibirlos en los míos. Se posaron suavemente y su lengua pronto se abrió camino hasta mi boca, yo la dejé pasar y al poco estaba recorriendo la superficie de mis dientes y jugaba con la mía un amistoso duelo, bañándose cada una en la saliva de la otra.
Mis manos acariciaron sus mejillas. No quería que se apartara por nada del mundo. Las suyas ya estaban en mis caderas, rozándolas suavemente por encima del pijama. Me lo había puesto al volver a casa para estar más cómoda antes de que tuviera que arreglarme para salir, y ahora me alegraba de llevar algo tan ligero… y fácil de quitar…
Cuando finalmente nuestras bocas se distanciaron ella me dijo, sonriendo:
-Pensaba que está noche no tenías ganas.
-De ti, siempre-contesté sin molestarme en pensarlo.
Mis manos fueron al borde de su camiseta y, sin dudarlo, se la subí todo lo que pude. Ella me ayudó y al segundo se la quitó y la arrojó al suelo. Mis manos mientras desabrochaban su sujetador con habilidad, dejando sus senos a mi alcance…
Empecé a lamerlos. Me gustaba saborear la superficie de esos carnosos globos antes de ir al centro. Mi lengua recorría en espiral su pecho, que en esos momentos me parecía más inmenso que nunca, hasta el pezón, que ya aparecía duro entre mis labios. Hacía lo mismo con esas dos magníficas tetas.
Y entonces me arrodille y seguí lamiendo, pero cada vez más hacia abajo. Recorrí desde el canalillo hasta el ombligo, que exploré con mi lengua, recorriendo su suave vientre de arriba hacia abajo.
Ella se alzó ligeramente y yo bajé su pantalón, llevándome sus braguitas al mismo tiempo. Tuve que descalzarla, quitándole los bambos, para sacárselos. Ahora solamente le quedaban los calcetines y su oculto tesoro estaba ante mí… Recordé la última vez que lo había visto… Hacia una semana casi, cuando el martes por la noche, bueno, realmente era el miércoles ya… Izzy y yo habíamos sorprendido a Sora y a Tai en un callejón. Pero en esta ocasión, lo tenía mucho más cerca e iba a aprovecharme.
Besé suavemente su clítoris y repartí el cariño de mis labios por su cálida vulva, que se notaba húmeda al contacto. Ella tenía los ojos cerrados y sus manos acariciaban mi cabello, animándome a continuar, a ir más allá. Yo tuve dudas en ese momento… Lo cierto es que lo deseaba pero,… ¿e Izzy? Fuera de todo juego de palabras, incluso fuera de todo sentimiento, lo que iba a hacer era serle infiel. Ni siquiera había pensado eso nunca de Sora en las pocas pero terribles veces que me preocupé de ello. Si Tai aceptaba que había algo especial entre nosotras, aunque no tuviera idea del todo lo que implicaba eso, Sora realmente no me parecía infiel, pero yo si lo iba a ser a Izzy… Pero por otra parte, no podía resistirme a la llamada de la tentación, del deseo. Quería a Sora y hacerlo nuevamente con ella. Y no podía esperar a ver como resolvía las cosas con Izzy…
Pensaba que iba a estar atormentada durante todo aquel acto por las dudas, pero me equivoqué…
Las dudas se desvanecieron en cuanto mi lengua comenzó a recorrer su rajita, fluyendo entonces su néctar a mi boca. En ese momento lo único que pasó a importarme fue calmar la sed que me surgió de ellos.
Ella se levanto entonces, para mi desesperación, pero en seguida me tomó de la mano y me condujo. Yo la seguí, sumisa y caliente, todavía vestida y esperando sumergirme en su interior. Llegamos a su cuarto y me arrojó contra la cama. En ese momento sus manos retiraron mi pantalón del pijama y luego, muy lentamente, mis braguitas. Su mano se posó en mi conchita, que también estaba ya emanando sus propios fluidos.
Se coloco sobre mí, en posición inversa a la mía: un sesenta y nueve.
Sentí su boquita empezar a besar mi conchita, a su lengua recorrer mi rajita, a sus labios succionar mi clítoris… Empecé a gemir, pero no me podía quedar quieta. Yo también debía darle placer, debía continuar con lo que había empezado.
Alcé la cabeza y su coñito quedó al alcance de mi boquita. Le hice lo que ella me hacía, jugando con la lengua por su caluroso conejito. Ya lo había probado muchas veces y me había acostumbrado, casi enganchado a su sabor único. Mi lengua, experta en sus caminos, los recorría con agilidad, saboreando la carnosa piel, el suave interior cuando la penetraba, abriéndola con la ayuda de mis dedos, su clítoris en mi boca…
Mis dedos también se la acariciaban, yo sabía que los míos eran más largos que los suyos y me permitía explorarla en su interior, acariciando ese estrecho canal que Tai debía conocer tan bien…
Ella me correspondía con lo mismo y ya sus dedos y su lengua jugaban a compás. Estábamos tan entregadas que apenas podíamos gemir por el placer tan intenso que nos estábamos dando. Fue en ese momento cuando llegamos a nuestro primer orgasmo y obtuvimos cada una el premio de los jugos de la otra. Yo tomé los de Sora con avidez y, por lo que sentí perfectamente en mi entrepierna, ella no fue menos con los míos.
Entonces ella se levantó y se giró para quedar de mi lado. Sus manos fueron, igual que antes las mías, al borde de la camisa de mi pijama. Sus dedos eran ágiles y desabrochó los botones con rapidez. Aquella mañana no me había puesto sujetador y mis pechos quedaron a su alcance una vez abrió el último y mi camisa se extendió para dejar mi cuerpo a su vista.
Todavía se deleito un momento con la vista antes de lanzarse a devorar mis pechos. Ella succionaba directamente mis pezones. Yo me derretía de todo el placer que sabía causarme sólo con la lengua. Chupaba mis tetas como si no hubiera mañana, con gran intensidad… A veces sentía la presión de sus dientes en mis pechos y otras miraba a ver cuanto le cabía en la boca, abriéndola al máximo como si me quisiera tragar entera.
Entonces pasó a otra cosa. Se tumbó sobre mí, su pierna izquierda quedo a mi derecha y su izquierda entre las dos mías. Se coloco lentamente, con cuidado. Sentía su cuerpo, caluroso, suave, húmedo del sudor, ir poniéndose sobre mí. En ese momento respirábamos con leves suspiros…
Y su conchita quedó sobre la mía. Entraron en contacto estrecho. Me encantaba esa sensación. Y empezó a moverse…
Nuestros coñitos se frotaron mutuamente, como si se masturbaran entre ellos. Sentía una corriente eléctrica que me llenaba por completo. Ya gemía abiertamente del placer, y ella también aunque apenas podía oírla, apenas podía ser consciente de otra cosa que de lo mucho que estaba disfrutando.
Ella fue acelerando cada vez más, hasta que por sus movimientos casi parecía una penetración… Habíamos cogido ya mucha experiencia entre nosotras y Sora era una maestra en hacernos experimentar el séptimo cielo con aquel suave, duro, rápido frotamiento… Nuestras dos conchitas se restregaban una contra la otra, apretando, como deseando realmente penetrar a su compañera de juego. Los jugos, aumentando, facilitaban la tarea.
Aquel segundo orgasmo fue todavía mejor que el primero y, en el momento culmen, no pude contener un claro grito de placer… Sora siempre era una apuesta segura y una gran amante.
Nos quedamos tumbadas un momento en su cama, mirándonos. Ella me besó en los labios, jugando mientras con mis rizos. Su mirada me miraba con esa ternura especial que siempre tenía después de hacer el amor.
-¿Te sientes mal, Mimi?-me preguntó entonces.
-No-respondí. Y era verdad. En ese momento, con ella delante, tras aquella divina experiencia, nada me afectaba.
Y en ese momento llamaron a la puerta.
-Debe ser Izzy-pensé en voz alta más que dije al tiempo que me levantaba como un resorte.
-Tranquila, Mimi. Vístete antes de abrirle-me recordó.
Yo lo hice lo más rápido que pude y me dirigí hacia la puerta. De camino me miré en un espejo… No estaba muy presentable… ¿Qué le podría decir? Bueno, ya pensaría algo si me preguntaba. Una segunda llamada me hizo recordar que no tenía mucho tiempo.
En efecto, era él, pero nada más abrir ya pude notar en la expresión de su cara que algo no iba bien, por lo que me desentendí de mis problemas, incluyendo de tener que pensar en el hecho de que, en la práctica y en la teoría, me gustase o no, había engañado al hombre que amaba, con una mujer a la que también quería de forma muy singular. Si Izzy se fijo en mi aspecto desaliñado no dijo nada, tal vez por lo absorto que estaba en sus cosas. Seguramente ni se imaginaba que su nueva novia acababa de follar con una de sus mejores amigas, con la novia de unos de sus mejores amigos…
-Perdona, Mimi, pero esta noche no voy a poder salir,…, ha surgido,…, algo.
-¿Algo?-pregunté, olvidando esas cosas.
-Sí, voy a estar toda la noche ocupado, me temo. Es algo urgente.
-¿Qué?, cuéntamelo-me estaba preocupando, no sé si porque yo ya lo estaba o por su expresión. Él miro a ambos lados del pasillo antes de decir, susurrando:
-Sí, voy a confiarte una cosa, se lo puedes contar a Sora, pero a nadie más, ¿de acuerdo?
-Claro-asentí.
-Esta tarde, hace apenas una hora, Gennai se puso en contacto conmigo.
-¿Gennai?-repetí un poco nerviosa. Hacía un año que no recibíamos noticias de él y que de repente llegará no parecía anunciar precisamente buenas nuevas.
-No ha pasado nada, de momento,…-me dijo al ver que me empezaba a poner nerviosa-Así que no sueltes demasiado tu imaginación. Sencillamente hay una,…, sospecha, y por decirlo en forma resumida, me ha pedido que haga una,…, una comprobación,…, con un sistema que me ha pasado puedo analizar los movimientos en las fronteras digitales del mundo digimon y ver si hay algo sospechoso.
-Ah-realmente no sabía si había entendido lo que me había dicho.
-También informé a Tai, no pude hablar mucho con él porque estaba a punto de embarcar en el aeropuerto, pero consideró que era mejor que no se difundiera la noticia de momento. Gennai dice que es altamente probable que no sea nada, así que es preferible no alertar para que luego no haya motivo. Así que esta noche voy a ponerme a ello, cuanto antes pueda hacer lo que me ha pedido, antes podré saber que no hay nada y estaremos tranquilos.
-Bien-dije-Yo te disculparé diciendo que tienes un examen sorpresa o algo así-le dije.
-Gracias, aunque a mi sólo me importaba que tú sepas que no dejo plantada.
-Claro que lo sé, pero,…, tendrás que compensarme por esto, ¿sabes?-dije en el tono más jovial que pude.
Él sonrió.
-Lo sé, princesa-me respondió de igual manera-Tendré que pensar algo,…, oye, por cierto, ¿qué tal tu reunión de esta mañana?
-Bien, el miércoles tengo la prueba definitiva.
-¡Qué bien!, Entonces, el día lo has pasado bien, ¿no?
-Bueno,…, sí-contesté,…, pensando en que no era un buen momento para distraerle con mis preocupaciones.
-¿Mañana tienes algo que hacer?
-No, ¿por qué?
-Podemos pasar la mañana juntos.
-No tienes clase.
-Por diversas razones sólo tengo una clase mañana, y después de la noche de trabajo que me espera, no tengo ganas de ir, prefiero pasar el día contigo. Si quieres, claro.
-Pues claro que quiero.
-Entonces hemos quedado. Bueno, me voy, cuanto antes me ponga a lo que tengo que hacer, antes acabaré.
-Sí, espero que me puedas confirmar que no era nada pronto.
-Espero.
-Hasta luego, cielo.
-Oye.
-¿Qué?
-¿No me vas a dar un beso antes de irme?
-Pues no sé,…-me moría de ganas, en realidad, pero decidí jugar un poco con él-No sé si te lo mereces ya que me dejas plantada…
-No seas mala, venga…
-Bueno-dije finalmente acercando mi rostro al suyo hasta que entramos en contacto. No era ya la primera vez, pero siempre sentía algo como,…, electrificante. Y como siempre, duró menos de lo que hubiera deseado. Lo cierto es que también me sentí algo mal en esa ocasión. Le besaba con los mismos labios que hace pocos momentos habían descubierto los secretos de Sora… Pensarlo me hizo estar excitada y se me ocurrió en mi mente que debía compensar a mi novio por los cuernos que él ignoraba.
Tiré de él hacia dentro y cerré la puerta del apartamento. Él se sorprendió, pero me dejo hacer. Y yo me arrodillé y, abriéndole la cremallera, no tardé en tener su pene en mis manos. Estaba apagado, pequeño, arrugado… Pero yo cambiaré eso, pensé.
-Te daré algo especial antes de que te “vayas”-le dije.
No le di tiempo a replicar antes de meterme aquella morcillita por completo en mi boca y empezar a chupar.
Su pollita se fue endureciendo en mi boca al compás del juego de mi lengua, hasta que ya no me cabía entera, estando totalmente dura y rígida. Yo lamía todo el tronco, desde los huevos, centrándome después en aquel brillante y delicioso glande, recorriéndolo con la lengua… Él se había entregado totalmente y gemía de placer. Yo masajeaba sus testículos con una mano mientras la otra le masturbaba suave pero rápidamente.
Mi lengua recorría en movimientos circulares su cabecita, hundía la puntita en el agujerito, le daba abundante saliva… Y luego entraba en mi boquita, entera, hasta notar sus huevos casi en mis labios y su punta entrando en mi garganta.
Haciéndolo así él no pudo aguantar mucho. Estaba muy caliente y pronto me anunció que terminaba. Entonces, puse su cabecita entre mis labios y jugué con mi lengua con ella, bañándola en mi caluroso aliento, sin dejar de masturbarle cuando su semen empezó a brotar. Era espeso y calentito y me fui llenando la boca. Yo tuve cuidado y, cuando dejo de salir, me tragué toda aquella leche deliciosa con un sonoro movimiento de mi garganta. Todavía me aseguré de dejársela limpia antes de volver a metérsela en los pantalones.
-Así podrás trabajar mejor, totalmente relajado-le expliqué.
-Sí, muchas gracias Mimi-me besó en los labios, aún húmedos de chupar-Bueno, ahora sí que me voy, no me podré quedar en calma hasta que compruebe eso, pero mañana por la mañana vendré con algo especial.
-¿Algo especial?, ¿el qué?
-No te lo digo para que tú también tengas esta noche algo en lo que pensar-dijo sonriendo con aire pícaro antes de marcharse. Me gustó la idea aunque lo cierto, pensé, es que ya tenía muchas cosas en que pensar.