Cuatro Corazones (Capítulo 1)
Este relato, como "Cuatro Días", del que es continuación, empezó como un fan fic ("Mi nacimiento como estrella") al que añadí posteriormente escenas eróticas. El cambio acabó influyendo y cambiando las tramas de la historia. Espero, en cualquier caso, que les guste.
CUATRO CORAZONES
Capítulo 1
-¿Es que falta mucho todavía?-pregunté otra vez sin dejar de contemplarme en el espejo. Era la novena vez que me repetía pero es que estaba realmente impaciente.
-No-volvió a sonar, tranquila y seca, la respuesta de Sora mientras seguía cepillándome el pelo-¡Vamos, Mimi! Un poco de paciencia.
-Lleva ya veinte minutos viendo la televisión en el salón. No quiero que tenga que esperar más tiempo-eso dije, aunque realmente la que no podía aguantar más era yo. En el salón me esperaba el chico de mis sueños para una cita que, sin duda, sería maravillosa, y yo permanecía aún en mi habitación arreglándome. Además, lo cierto es que llevaba dos días aguardando para la cita de esa noche.
Aquella semana había sido angustiosa. Y todo empezó con una noticia feliz cuando Takeshi, mi agente desde hace poco tiempo, me vino con una oferta para ser secundaria en una serie americana. Cuando me dio la noticia no lo podía creer. Durante algunas horas, llevada por la euforia, solo podía pensar e imaginar, como en una moderna versión del cuento de la lechera, mi futura carrera a partir de ahí. Todo parecía sonreírme,…, desde que pase las primeras pruebas y empecé a actuar en la serie había ido mejorando y aumentando la importancia de mi personaje, de ser una secundaria con alguna escena a ser de los personajes principales en los últimos capítulos rodados. Y ahora mi agente había ido tanteando para mí otros proyectos de futuro: varías series parecieron interesadas, incluso un director de cine, aunque poco conocido. Pero se trataba ahora de América, era algo que ni siquiera había podido imaginar…
Pero estaba él: Izzy. Y es que estaba loquita por él. Ya me había llamado la atención desde antes, pero fue al volver de Japón cuando, al frecuentar su compañía me enamoré perdidamente. Un chico brillante, muy inteligente, cosa que admiraba mucho, sobre todo porque no era como otros que había conocido, que eran prepotentes hasta la nausea. También era amable y muy agradable en el trato. Y guapo, sí… Era para mí el chico ideal. Pero, ¿yo le gustaría? Al fin y al cabo debía admitir que no era muy inteligente: apenas estudiaba y no con buenas notas, historia del arte, y he de decir que el estudio de asignaturas como el arte chino bajo la dinastía Ming me aburría sobremanera. Cuando hablaba de ello con Sora ella me decía que Izzy sentía algo por mí. Y casi todos parecían estar de acuerdo. Pero él no daba ningún paso para invitarme a salir ni nada. Sin embargo yo quería tener esperanzas.
Y en ese momento llegó la oferta de América. Realmente era una gran oportunidad, sí, pero entonces las posibilidades de una relación con Izzy serían menos que nulas. Tome una decisión: debía dar la respuesta a mi agente el sábado, así que esa, esta semana debía quedar claro si él y yo podíamos estar juntos. El lunes por la mañana el destino me favoreció, pues mi ordenador falló de nuevo y tuve una razón para llamarle y que viniera a mi casa. No estaba segura de que hacer, pero me arreglé un poco y cuando llegó y después de terminar con el portátil, le invité a cenar conmigo el viernes con la voz más sugerente que pude. Él me lo puso en bandeja al decirle yo que quería compensarle por su ayuda a lo que replico que con una invitación le bastaría. Decidí que si durante la semana no se aclaraba el asunto, el viernes yo misma me declararía y así el sábado podría tomar una decisión respecto al trabajo.
Durante la semana intente incitarle, e incluso directamente excitarle de la manera más morbosa que pude encontrar. En una cita que tuve el martes me encontré felizmente que íbamos solo Tai, Sora, T.K., Kari, Izzy y yo. Así que cuando las parejitas se juntaron yo pude centrar su atención en mí. Pero mis intentos, incluido el atrevimiento que a mí misma me sorprendió de masturbarme ante él, parecieron fracasar en un primer momento, aún que hubo alguna señal positiva. El miércoles fue por el contrario un día nefasto. Esperaba lograr algo en la fiesta del cumpleaños de T.K., pero allí ni siquiera logré verle. Finalmente el jueves, cuando ya estaba sin saber que hacer, me llamó, quedamos y me dijo lo que tanto había querido oír, tras lo cuál hicimos por primera vez el amor. Y aunque una profunda y secreta reacción luego me hizo dudar, gracias al apoyo de Sora todo se resolvió. Al día siguiente se consagraba nuestra relación en la cita de la noche. Esa cena ya ha quedado como uno de los días más memorables de mi vida. Rememorando ahora estos hechos me parece que fueron rápidos en su paso y breves. Pero lo cierto es que viví momentos de verdadera angustia, momentos en que cada seguro parecía alargarse hasta parecer horas enteras…
Y finalmente todo había concluido bien. ¿Todo? Me pregunté contemplando a Sora en el espejo, mientras ella se concentraba en su tarea. Aquella semana lo había estado menos, pero siempre era una presencia constante en mi corazón. Desde hacia mucho tiempo era mi mejor amiga y la persona de mayor confianza para mí. En algunos momentos, en ciertas ocasiones había sido algo más… Me quité esas ideas de la cabeza, ahora tenía una cita con Izzy, ahora estaba con Izzy. Pero sabía que no podía engañarme a mí misma. Ignorar la realidad no iba a hacer que ésta cambiara. Izzy no había sido el único motivo por el que dudé de la oferta y mis dudas respecto a los sentimientos de él por mí y la oferta americana no habían sido los únicos obstáculos a la hora de declararle mi afecto. Sora también había contado… Ese era nuestro secreto. Nunca lo compartimos con nadie. Las dos siempre nos habíamos querido, y ahora no sabía como iba a ser eso compatible con mi nueva relación con Izzy y con el hecho de que estaba enamorada de él. Por otro lado, me resultaba egoísta. Yo no me había preocupado de las dudas similares que tendría Sora al poner en la balanza nuestra particular amistad y su relación con Tai.
-¿En qué piensas?-me preguntó ella de repente.
-¿La verdad? En ti y en mí.
-Deberías pensar en Izzy y en ti, al menos está noche. Es para que la disfrutes, no te comas la cabeza con vanas preocupaciones.
-Tenemos, o teníamos algo lindo. Y la idea de perderlo…
-Tú eres mi mejor amiga, eso nada lo perderá. Todo lo demás no es importante.
-Supongo que tienes razón,
-Sabes que la tengo. Otro día hablaremos con calma y pondremos las cosas en su sitio. Ahora no muevas la cabeza y déjame trabajar. Tú piensa en pasarlo lo mejor posible.
Sonreía. Lo cierto es que ella hablaba con sensatez, y yo tenía razones para celebrarlo y a ello me iba a disponer aquella noche.
-¿Falta mucho?-volví a preguntar en un tono burlonamente cansino para relajar el ambiente.
-Vamos, ¿crees que se va a ir por un poco de espera?-me dijo riendo entonces Sora-Ni aunque tuviera que aguardar una hora o dos. Que sería, por cierto, culpa tuya por dejarte tan largo el cabello, ya que luego para desenredarlo y peinarlo bien hace falta una eternidad-siguió hablando sin dejar la tarea-Además no es malo hacerles esperar un poco, eso siempre me aconsejo mi madre. Me decía que hacía que te valoraran más.
-¿Tú crees?-le pregunté.
-Desde luego. Y por cierto, ¿a dónde iréis?
-Bueno, primero vamos a ir a cenar al “The Pink Cow” . Dicen que es muy bueno y algunos compañeros de la serie me lo han recomendado.
-He oído hablar de ese local aunque no he estado nunca: en una revista leí algo sobre todo que tenían una excelente comida vegetariana y una afamada carta de vinos californianos. Creo que es un lugar tranquilo, así que será ideal para una cita.
-Eso espero.
-¿Y después?
-Tenemos entradas para el teatro
-¿Teatro?-parecía sorprendida por su tono de voz.
-Sí, en el Teatro Nacional No-aclaré.
-¿Teatro No?
-Sí.
-Ignoraba que te gustase, ¿qué obra es?
-La verdad es que no tengo mucha idea-admití-Mi agente me regaló las entradas y pensé que sería algo bonito y especial que fuéramos juntos.
-Y este fin de semana que habéis pasado juntos ha estado bien, ¿no?
-Ha sido fantástico-le respondí sin poder dejar de rememorar en mi mente cada uno de los fantásticos momentos que acababa de vivir-Desde la cena del viernes hasta hoy todo ha sido un gran momento mágico.
-Me alegro por ti. Entonces la cena del viernes sí que debió ir realmente bien.
-Desde luego. Me puse la gargantilla de plata, como me recomendaste. Y él me trajo flores, fue tan encantador. Estuvimos hablando, de sus estudios, mi trabajo,…, también le mencione ese proyecto que tú y yo tanto habíamos pensado.
-¿Lo de hacer un viaje todos juntos?
-Claro. Y además sé que me imaginó en bikini. Normalmente no me gusta que me imaginen así pero en él me encantó. Además se quedo obnubilado-sonreí-Y después de la cena, pues le di esa sorpresa… Fue una fantástica y excitante sesión de pasión y lujuria. Una noche redonda. Y por la mañana desayunando en la cama. Me sentí como una reina.
Ella se acercó a mí para susurrarme con voz pícara en la oreja:
-¿Y aquella mañana volvisteis a hacerlo, eh?
No pude evitar sonrojarme, pero le respondí sinceramente.
-Varías veces-sonreí al recordarlas.
-La pasión de los primeros días es así, insaciable-comentó irguiéndose de nuevo-Y luego el sábado todo el día juntos.
-Desde luego-le respondí-Teníamos que aprovechar a fondo el fin de semana para compensar todos los días que perdimos por nuestra indecisión.
-No será porque no os lo dijimos repetidamente.
-Ya lo sé…-suspire-Pero es como yo me insinué y no pareció reaccionar, pues no estaba segura-no le mencioné las otras razones, unas le parecerían intrascendentes y la más importante ya había dicho que hoy no debía recordarla.
-Cuando el martes te acompañó a casa tendrías que haberle invitado a subir, aunque hubieras tenido que inventarte alguna excusa. Seguro que estando tan caliente como debía ir después del espectáculo que le dimos-me guiñó un ojo-Hubiera estado más que dispuesto.
-Quizás…
-Bueno, eso ahora no importa, lo único que debes tener en mente es disfrutar de ahora en adelante.
-Eso desde luego-aseguré con la voz más firme que pude.
-Y dime, ¿qué tal resultó la comida de hoy con sus padres? Yo no tuve problemas en eso, como vivía en el mismo edifico que Tai sus padres ya me conocían perfectamente, y los míos a él. Eso facilitó las cosas. ¿Qué tal con “los suegros”?
-Muy bien-respondí-Sus padres fueron muy amables conmigo, y sobre todo su madre. Al principio estaba muy nerviosa cuando llegué, e Izzy también. Cuando me presentó casi parecía un tomate y no podía subir la mirada. Imagínatelo: estábamos en el salón, él a mi lado pero algo alejado, y sus padres en frente: él me presentó diciendo: “Bueno, papá, mamá, ella es Mimi”, yo pensando en ser formal y lo más correcta posible hice una pequeña reverencia y dice que estaba encantado de conocerles, que era un honor y todo eso. Pero entonces su madre se río, y su padre no podía ocultar su sonrisa. “Qué chicos más educados tenemos”, comentó su madre, y le dijo a Izzy: “Anda, dale un beso que todavía no se lo has dado desde que ha llegado y vamos a comer”.
-Vaya, así que te dieron el visto bueno.
-Sí.
-La verdad es que creía que los padres de Izzy eran bastante conservadores, ¿no te han dicho nada por tu carrera de actriz?
-No, al contrario, se interesaron mucho por mi futuro, sobre todo cuando les dije que mi agente estaba a punto de conseguirme un papel en una película. No será un papel protagonista, pero por algo se empieza.
-¿Es ya algo seguro?
-No del todo, tendrá que pasar una prueba, pero Takeshi es optimista.
-Me alegró de que todo te vaya tan bien-dijo, y antes de que pudiera responder-Bueno, Mimi, esto ya esta.
Yo me centré entonces en el reflejo que me devolvía el espejo frente a mí. Me levante para verme de cuerpo entero. Sonreí, me encontraba perfecta. Había decidido llevar un vestido de sede negra que dejaba ver mi delicada figura y que contrastaba perfectamente con mi cabello. También aproveche para revisarme el maquillaje.
-Estás perfecta, Mimi-comentó entonces Sora-Anda, ve rápida, que te estará esperando.
-Gracias de nuevo, Sora, por tu ayuda.
-Bueno, ¿para que si no está una amiga? Oye, ¿dormiréis aquí?
-Sí-le respondí-Claro. Yo quiero que pasemos juntos la noche, y en su casa, con sus padres, pues no podría ser-le explique-¿Tú no tienes planes?-solamente entonces me di cuenta que Tai todavía no había vuelto-¿Tai tenía un partido hoy, no?
-Sí, en Sapporo.
-¿Qué tal?
-Ganaron dos a uno, y creo que él metió uno de los goles. Supongo que estará contento.
-¿Supones? ¿No te ha llamado?
-No.
-Yo pensé que volvería inmediatamente tras el partido.
-No ha podido. Volverá mañana.
Note un tono raro en su voz, así que, aunque no estaba segura de querer oír la respuesta, tuve que preguntar:
-Pero, ¿vosotros estáis bien, no?
-¡Claro!, ¿por qué lo dices?-su voz volvía a sonar animada, pero una mala sensación me recorría la espalda-Anda y veté ya.
-Sí, ¡nos vemos!
-¡Hasta pronto!
Izzy me esperaba en el salón viendo una película. Cuando entré pudo disfrutar del efecto de mi aparición: al verme se quedo sin respiración. La verdad es que yo sabía bien causar ese efecto, desde siempre y sobre todo desde la adolescencia había sido atractiva y conocía el efecto de mis encantos entre los chicos. Siempre me había divertido aunque sin darle realmente importancia. Pero ahora, el ser capaz de atraer de igual manera a ese chico de mis sueños me parecía realmente importante. Y antes de que pudiera reaccionar y decir algo fui hacia él y le di un apasionado beso a modo de saludo. Al principio todavía le costo reaccionar bien, pero después tomo la iniciativa y note sus manos en mis caderas, abrazándome. La noche empezaba como mejor podía desear.
-¡Hola, cielo!-dije cuando pudimos respirar.
-Te he traídos unos bombones-me dijo-Esas trufas de la confitería que tanto te gustan.
-¡¿De verdad?!-le dije relamiéndome mentalmente. Desde luego todo iba perfectamente, yo quise tomar esos bombones como una señal de buen agüero-¿Y cómo sabías que me gustaban tanto?
-Bueno, Sora me lo comentó-respondió antes de besarme de nuevo-¿Sabes?, estás preciosa.
-¿Tú crees?-le dije en tono insinuante. Me había gustado oírle halagarme y quería repetir.
-Para mí eres como una diosa-al escucharle me sentía elevada a las alturas-Eres como esas princesas de los cuentos: la más bella del reino. Y también la más buena.
-Y tú eres mi noble caballero entonces-le dije-Mi apuesto y noble caballero-repetí mientras le examinaba de pies a cabeza. Estaba muy elegante aunque no iba del todo formal. Teniéndole ahí, ante mí, no podía dejar de pensar en lo mucho que me gustaba y en lo guapo que le veía. Me costaba mucho contener el deseo de saltar encima de él ahí mismo. Era verdad que no era realmente el chico más guapo de los que había conocido, pero él tenía algo especial, no solo me parecía el más atractivo, inteligente y bueno de todos mis amigos, él tenía ese “algo” especial que me había conquistado. ¿Qué era exactamente? No lo sabía y no necesitaba saberlo. Solo le necesitaba a él.
-Mimi, si no nos vamos ya perderemos la reserva. La verdad es que no me importaría dejar el plan de salida y cambiarlo por la puerta del final del pasillo, pero lo que tú quieras.
-Sí, tienes razón. ¡Vámonos! Las dos cosas me interesan, así que lo mejor es hacerlas las dos-dije sonriendo.
-Cierto.
Poco después empezaba lo que iba a ser una de las noches más felices de mi vida.
Aquella fue una gran velada. Ya lo sabía antes de que acabara, cuando todavía quedaba lo mejor. La cena en el restaurante, deliciosa, y muy morboso el juego de toqueteos que libramos bajo la mesa. El teatro también, aunque alguna vez me costó seguirlo. Luego, el paseo por nuestro parque, bajo la luz dorada de las farolas y el brillo de las estrellas. Su brazo rodeando mi cintura y su mano acariciando mi cuerpo, metiéndose bajo mi vestido, sus dedos recorriendo mi piel. Su cercanía y el vino habían poco a poco despertado mis ganas.
-Vamos a casa-le dije, besándolo y tocándole abiertamente el culito con las dos manos.
-Vale-respondió él. El deseo se veía en sus ojos, y yo estaba decidida a que su fuego buscase alivio en mi torrente.
El breve camino hasta mi apartamento me pareció más largo que nunca mientras debíamos mantener la compostura ante los ojos de los demás peatones y transeúntes con los que nos cruzamos por la calle. Incluso en mi edificio tuvimos la mala fortuna de toparnos con mi vecino, que también volvía a casa, y que nos acompaño en el rellano, en el ascensor y en el pasillo, hasta que pudimos cerrar la puerta y él se quedó en el estrecho pasillo. Pero ya estábamos en casa y podíamos desatar nuestra pasión.
Nada más entrar, sin pensar en otra cosa ni preocuparnos, empezamos a besarnos. Le comía la boca recorriendo toda su boquita con la lengua mientras mis manos empezaban a soltar los botone de su camisa. Las suyas acariciaban mi culito y notaba sus dedos evitar mis braguitas para recorrer, con las yemas, mi calentita y húmeda piel.
Llegamos al salón. No había nadie. No se veía a Sora. Si no había salido, estaría seguramente durmiendo en su cama. De todas formas, no tenía tiempo para pensar en eso.
Izzy tomó las riendas. Eso me sorprendió, pero me gustó y me deje hacer. Me puso contra la pared del salón y, después de un intenso beso francés, pasó a lamerme las mejillas y el cuello, dándome en este pequeños mordisquillos mientras sus manos, por debajo de mi vestido y subiéndolo se extendía por mis caderas, mi vientre, mi pecho…
Entonces se arrodilló y, con un rápido gesto, me bajo las bragas y me las quitó. Sin perder el tiempo me abrió las piernas y se introdujo entre ellas.
Noté sus labios posarse primero delicadamente en mi mojadita vulva y luego la punta de su lengua empezar a recorrer mi rajita, en un primer momento lenta y superficialmente, luego cada vez más rápido y profundizando en la abertura de mis pliegues.
Se centró en mi monte de Venus mientras sentí un primer dedo acariciando mi entrada. No tardó en ir más allá y pronto se estaba sumergiendo en ella, cruzándola hasta introducirse por completo. Se movía en mi interior, la notaba como explorando mis oscuras cavidades. Un segundo dedo entró entonces, acompañando a su amigo en sus labores, cada vez más rápido. Mientras su lengua proseguía, ahora recubriendo toda mi conchita y su alrededor, al tiempo que su otra mano mantenía apretado mi clítoris. Un tercer dedo y luego un cuarto entraron en mí… Empecé a gemir de placer ante sus avances. Notaba perfectamente como sus dedos se humedecían en mi interior.
Intente contener mis gemidos, no quería hacer ruido por si molestaba a Sora, pero me costó cuando empezó a dar pequeños mordisquitos. Sus dientes presionaban con suavidad sobre mis labios y mi clítoris, enviándome corrientes de placer. Vi entonces como su mano parecía buscar algo en un mueble cercano. No sabía lo que hacía. Pero entonces la acercó de nuevo, llevando algo en ella. Lo reconocí, era un ambientador que compramos hace tiempo, con forma oval y alargada, de un suave tono gris. Él lo colocó en mi entrada. Yo no me sentía segura, pero por el morbo no dije nada. Aquel improvisado consolador entró duramente en mi coñito, abriéndomelo de golpe. Era duro y se notaba frío. Lo introdujo todo de una sola vez y comenzó a sacarlo y meterlo con rapidez. Yo ya quería sentir su verga dentro de mí nuevamente. Y así, siendo penetrada por aquel ambientador llegué al orgasmo. Sentí la boquita de Izzy en mi coñito, lamiendo los líquidos expulsados, bebiéndolo sediento.
Todavía estaba relamiendo por el placer recibido cuando se puso en píe y, presionándome los hombros, me hizo arrodillarme ante él. Su mano en mi barbilla me hizo mirarle y me besó nuevamente mientras pude sentir como la otra desabrochaba su pantalón y descorría la cremallera del mismo. Para cuando miré, su erecto miembro apuntaba directo a mi cara.
Antes de que pudiera hacer nada, sus manos presionaron mi cabeza contra la pared y al segundo noté la cabecita de su polla presionando mis labios. No me resistí y abrí la boca y él me introdujo su duro y caliente mástil sin dudarlo. La sentía, gorda, llenándome toda la boquita, rozándome la garganta. Durante unos segundos la dejó quieta, sin moverme, yo casi no podía respirar.
Y entonces empezó a moverse, sacándola y metiéndomela a voluntad. Me estaba follando la boquita mientras sus manos, sujetando mi cabecita, me impedían moverme. Pero me encantaba.
Sin embargo no estuvo mucho tiempo así. Al poco tiempo me la sacó y me hizo levantarme. Yo estuve a punto de quejarme, querría haber podido chupar a mi gusto esa rica verga, pero un beso ahogó esas palabras en mi boca mientras sus manos, cogiéndome por el culito, me alzaron del suelo.
Yo me sorprendí, agarrándome a sus hombros y rodeándole la cintura con mis piernas. Y entonces, sentí su miembro penetrándome. ¡Oh! Esa postura la había visto en películas, pero era la primera vez que la experimentaba por mí misma. Sus manos me impulsaban para que mi cuerpo, movido a su antojo, subiera y bajara mientras sentía su polla saliendo y entrando de mí. El morbo que tenía me hacía estar muy húmeda, me estaba follando contra una pared del salón y yo todavía llevaba el vestido puesto. Me encantaba.
Entonces se movió y fue andando, sin dejar de follarme, hasta la cocina. Allí me colocó y me hizo tumbarme sobre la mesa y me empezó a penetrar con unas fuertes y secas embestidas que me arrancaban pequeños grititos de placer que ya no podía contener. La mesa temblaba y en otra ocasión hubiera temido que se rompiera bajo mi peso, pero en ese momento sólo tenía pensamientos para canalizar el placer que estaba sintiendo.
Sus embestidas eran cada vez más duras y rápidas. Notaba mi coñito totalmente abierto. De repente la sacó y pude notarla enterrándose entre mis nalgas hasta alcanzar mi culito. Temblé. Lo tenía cerrado, si pretendía entrar directamente, me dolería.
Y eso es lo que hizo. Apretó y me la clavó en mi culito, metiéndome todo su largo mástil hasta los huevos de un solo movimiento. No pude contener una exclamación de dolor. Además, al tiempo, alcanzó un pequeño mortero que había sobre la mesa y me lo introdujo en mi abierta vagina. Éste era pequeño, pero duro y muy gordo. Sentí mis labios y mis carnes, de ambos orificios, estirarse al máximo. El dolor parecía anunciarme que me iba a romper.
El no se retiró ni por un momento y a los pocos segundos ambos falos salían y entraban con pasmosa facilidad por mis dos abiertas puertas. Así, ante sus raudas y dobles acometidas, volví a tener un nuevo orgasmo.
Entonces salió de mi interior y, dando la vuelta a la mesa, apareció sobre mi cabeza.
Su miembro colgaba sobre mi cabeza y él lo movió para que su punta estuviera justo encima de mi boca. Yo me había quedado antes con las ganas, pero aquí la tenía otra vez.
Saqué la lengua y alcance el glande. Húmedo, algo pegajoso de líquido preseminal. Empecé a lamerlo y pronto tuve su suave y dulce cabecita totalmente en la boca mientras jugaba con ella con mi lengua. Él mientras se masturbaba, así que no tardó en llegar al orgasmo.
Y no me avisó, por lo que me sorprendió totalmente el primer disparo de su miembro, que cayo directo contra mi garganta. Pronto mi boca se fue llenando de su rica leche, que tragaba a toda la velocidad que podía. Seguí así hasta dejársela totalmente limpia…
Una magnífica forma de acabar aquella noche, pensé.
De repente abrí los ojos.
La habitación estaba en penumbra y tardé un poco en estar despierta del todo. Sin moverme, siguiendo acostada sobre la cama, miré el reloj digital de mi mesita de noche y me sorprendió ver que eran solamente las seis y diez de la madruga. ¡Nunca me había despertado tan temprano! Tan solo entonces percibí unos ruidos que venían desde mi espalda. Sin girar del todo extendí mi brazo hacía el otro lado de la cama, a donde Izzy debería estar, para encontrarme nada más que las sábanas, frías y arrugas. ¿Dónde estaba?
-Ah, ¿estás despierta?-le oí decir. Entonces me di la vuelta, sin levantarme. Estaba muy cómoda, calentita entre las mantas y no quería notar nada de frío. Él estaba de pie, vistiéndose-Perdona, Mimi, no quería despertarte. Sé que es algo frío, pero pensaba dejarte una nota.
Verle ya de pie y preparándose para irse si que me hizo reaccionar.
-Pero, ¿ya te vas?-le pregunté con un tono calculadamente lastimero-Yo había pensado que desayunaríamos juntos.
-Lo siento, pero es que tengo que pasarme por casa antes de ir a clase, y hoy entró a las ocho.
-Pero me levanto y así al menos desayunamos juntos, ¿no?
-No hace falta-dijo rodeando la cama para llegar a mí lado-No quiero que pierdas sueño por mi culpa. Además hoy tienes que estar descansada, ¿verdad?-se inclinó sobre mí.
-Bueno, no es seguro que hoy tenga la prueba, pero supongo que sí. Tendré que dar buena imagen para el director. La imagen es importante en el mundo de la actuación.
-Por eso lo digo-se fue acercando hasta que nos unimos en un beso-Bueno, cariño, tengo que irme.
Al oírlo no pude evitar sonreír.
-Izzy, es la primera vez que llamas con un apelativo así-era una tontería, pero me había emocionado.
Creo que se ruborizó cuando lo dije, pero estando tan oscuro no estoy segura.
-¿Te llamó cuando salga de clase?-me preguntó.
-Claro.
-Oye, ¿lo pasaste bien anoche, no?
-Claro-contesté, algo sorprendida por esa pregunta-¿Por qué lo preguntas?, la noche fue perfecta-dije recordando la magnífica que había sido. La cena en el restaurante había sido perfecta, luego el teatro había sido más entretenido de lo que esperaba, el tranquilo paseo por el parque cogidos de la mano mientras él me besaba el cuello y, finalmente, el canto de cisne cuando me hizo el amor.
-Es que todavía estoy un poco inseguro, la verdad-dijo, ruborizándose-Y quiero asegurarme de que estás bien conmigo.
-Pues claro que lo estoy-le dije-Así que dime, ¿nos veremos esta noche?
-Podríamos quedar, sí.
-¿Solos o con algunos amigos?
-Bueno, podríamos ir a ver una película como la semana pasada con los demás, y luego irnos por nuestro propio camino.
-Sí.
-La verdad es que hay una película que hace tiempo que quiero ver, es de Ewan McGregor y Pierce Brosnam. Es “El Escritor”.
-Me suena haberla oído mencionar-dije, aunque la verdad es que no recordaba de que iba ni nada.
-Bueno, me voy antes de que mi madre se pregunté dónde estoy.
-Claro, pero dame otro beso antes de irme.
-Desde luego, princesa.
Realmente no pude dormir mucho después de que se fuera. Solamente podía pensar en él. Acababa de irse y ya le echaba en falta. Recordaba una y otra vez los buenos momentos de aquella noche mientras recorría con mi mano el vacío que había dejado a mi lado. Y también pensé en la reunión que tenía a las nueve con mí agente. Es verdad que se trataba de un papel secundario, pero era en una película que según él prometía. Al parecer se trataba de una película de corte histórica en la que debía interpretar a una joven dama de la corte imperial en el Japón antiguo. Cuando se lo dije Sora me había dejado un libro llamado “El libro de la Almohada”, en la que precisamente una dama del servicio de una emperatriz hacía una descripción de la vida en el palacio imperial. Aunque algunas partes me habían aburrido lo había encontrado en otras muy interesante. No es que necesitará más estímulos para querer hacer la película, pero ahora es que me moría de ganas.
Me levanté más o menos poco más de media hora después, casi a las siete. Según pensaba en la película me sentía más animada. Entre ésta y mi relación nueva con Izzy la vida de verdad parecía sonreírme.
Sora estaba en la salita cuando llegue, escribiendo algo en su portátil.
-Buenos días Mimi-me dijo sin apartar los ojos de la pantalla-Hay café hecho en la cocina, pero no queda mermelada de fresa.
Yo fui a la cocina y me serví el desayuno, al volver para tomármelo sentada en la mesa, al verla tan concentrada, no pude menos que preguntar:
-¿En qué trabajas?
-Estoy escribiendo algo para el grupo.
“El Grupo”, así es como llamaba a la “Asociación de Jóvenes Universitarios Comprometidos con la Democracia”. Lo cierto es que yo nunca me había interesado en político, pero desde el instituto Sora sí lo había hecho: le gustaba leer varios periódicos para constatar las noticias, había participado en manifestaciones y desde hacía un año participaba activamente en varios movimientos cívicos, incluido el periódico independiente del alumnado.
-¿Sobre qué escribes?-le pregunté, un poco más movida por simple curiosidad y cortesía que por verdadero interés.
-¿Sabes que un informe de la ONU dice que las mujeres japonesas somos las terceras en cuanto a ingresos y educación pero las vigésimo séptimas en puestos de responsabilidad en la administración estatal y privada?
-Ah-no era la primera vez que me comentaba algo así, y sabía que la lucha por la igualdad era uno de las bases del “grupo”, pero lo cierto es que no despertaba en mí tanto interés como se suponía que debería hacerlo. Quizás por la educación tan conservadora que había recibido de mi madre-Bueno, poco a poco vamos avanzando, ¿no?-me encogí de hombros mientras buscaba como cambiar de tema.
-Lo cierto es que no, al menos por nosotros. Muchos de los avances logrados lo han sido gracias a la presión extranjero, sobre todo de Naciones Unidas. No es extraño en un país que recibió su constitución de una potencia ocupante. No hubo permiso de maternidad hasta 1991, ¿y sabes que antes las madres no transmitían la ciudadanía japonesa? Solamente los padres. Por eso es importante que tengamos nuestro propio movimiento fuerte en pro de nuestros derechos y de otras tantas cuestiones, para no depender de contar con las presiones exteriores.
-Entiendo-dije-Bueno, estar tarde me pasaré por casa de mis padres a recoger a Palmon. Iba a dejarla solo la noche del viernes pero al final se ha pasado con ellos todo el fin de semana.
-¿Se lo has dicho?
-¿El qué?
-Lo de tu nueva relación con Izzy.
-Sí.
-¿Y a tus padres?
-Todavía no, pensaba que, igual que con los suyos, invitarle un día a comer o a cenar a casa y eso,…, ¿a ti qué te parece?
-¿Para presentárselo o para decírselo también?
-Las dos cosas. No quiero contárselo antes para que luego no estén dándole vueltas a la cabeza pensando quién será y cómo será, prefiero decirles: “Papá, Mamá, tengo novio y es este”. ¿No te parece bien?
-Tú conoces a tus padres mejor que yo, sabrás como es mejor decírselo. En cualquier caso sabes que estoy contigo.
-Gracias.
-Y hoy es el gran día, el posible salto a la gran pantalla.
-Eso espero.
-Lo harás muy bien. Desde que empezaste en el teatro cuando estábamos en el instituto supe que tenías madera de actriz.
-Gracias.
-Anoche lo pasasteis bien, ¿eh? Esta mañana he tenido que recoger algunas cosas-dijo sonriendo.
-Fuimos muy impulsivos-admití.
-No hace falta imaginarlo, no del todo. Lo oí perfectamente.
-Perdona. ¿No te dejamos dormir?
-Bueno. Está vez fue mi turno de quedarme a escuchar mientras tú te divertías.
Sabía a lo que se refería. Muchas veces yo misma lo había hecho cuando eran Tai y ella los que… Y eso me recordó la conversación que teníamos pendiente. Me acerqué a ella y me incliné:
-Sora. Creo que tenemos que hablar de eso. Aclarar la situación.
-Sí. Tienes razón-su rostro estaba a unos pocos centímetros del mío. Y en ese momento, sentí nuevamente aquella tentación. Nuestros labios se acercaron.
Y entonces sonó el teléfono.