Cuatro bodas y un funeral

Dicen que siempre se termina follando en las bodas. Compruebalo en este relato en el que empiezo viendo cómo lo hacen otros hasta que finalmente me terminan rompiendo el culo a mí

La primera boda :

¡Para alguien de mi edad era todo un acontecimiento digno de una gran celebración!

Mis padres habían  sido invitados a una boda y yo todavía era demasiado pequeño como para poder quedarme solo en casa!

¡En esas bodas a las que asistía acompañado de mis padres, podías beber toda la Coca- cola que quisieras! …¡Solo tenías que pedírsela al camarero y este te la traía sin más! …

¡Algunas veces estos te miraban con cara de querer matarte, y no era para menos, ya que antes de que los novios entraran en el restaurante dando comienzo al banquete, yo ya iba por mi tercera o cuarta botella de refresco! …

¡Competía también, en esos años conmigo mi hermano Julián, por ver quién era capaz de beber más refrescos en  menos tiempo!

…¡Por supuesto ese día terminé ganando yo!

Pero, tanta ingestión de bebida tenía su lado malo.

¡Medía hora después de haber empezado un banquete, que solía durar más de cinco horas, ya tenías unas ganas increíbles de ir a mear!

★★★

Durante esas breves visitas a los baños me demoraba algunas veces más de la cuenta.

En esos tiempos todavía no sabía por qué me atraían tanto esos lugares.

¡Quizás fuera por ese inconfundible aroma a jabón perfumado que solían poner! …¡O directamente porque era ya un puto maricón que se deleitaba viendo las pollas de los machos adultos que se ponían a mear a mi lado!

¡El dispensador de jabón automático, llevaba una fotocélula y al colocar la mano debajo, un escupitajo de líquido de color rosáceo caía en tu mano de adolescente!

En eso precisamente consistía básicamente el juego que me había inventado para ese día. Iba al baño me ponía a mear en uno de los urinarios, y después me acercaba al lavabo para lavarme las manos con el jabón perfumado.

Todo iba bien… hasta que apareció el señor del puro.

★★★

¡Para evitar que los empleados del restaurante me llamaran la atención por ese desperdicio de jabón de manos, me colocaba en el urinario para miccionar un ligero chorro de orina que inmediatamente cortaba.

De esta forma me mantenía todavía con ganas para continuar después de lavarme las manos

Mi control de esfínteres me permitía repetir esto con gran pericia,...de nuevo volvía al urinario a mear,… para después lavarme otra vez! …

¡Así lo repetía durante incontables veces mientras los hombres de traje y corbata,  no paraban de entrar y salir de los baños!

★★★

El fumador de Farias, entró justo cuando yo me estaba lavando las manos por tercera o cuarta vez y se dirigió al lavabo.

Me miró directamente a los ojos.

Lo hacía a través del espejo mientras los dos nos lavábamos las manos, era como si con esa mirada quisiera penetrarme allí mismo.

Llevaba una barba bastante bien recortada y una camisa de color azul celeste rematada con una corbata también de color azul marino.

Sobre el lavabo descansaba el puro humeante  que él hombre acababa de dejar cuidadosamente antes de empezar a lavarse las manos a conciencia.

Para mí era la primera vez que veía a un hombre lavarse las manos antes de mear y no después de hacerlo.

¡Quizás ahí residía el interés que yo tenía en ese momento por ver porque ese tipo actuaba de esa forma!

¡Hay que lavarse bien las manos, antes de tocarte la chorra con ellas!

Normalmente la gente lo hace siempre al revés. Pero se equivocan. Apostilló

Mientras hablaba, lanzaba la corbata hacía atrás para evitar que alguna gota de agua manchara su corbata impoluta.

Después, todavía mirándome se dirigió hasta los urinarios a la vez que se bajaba la cremallera del pantalón.

Como un tonto me coloqué a su lado sin saber muy bien lo que estaba a punto de suceder

★★★

La gorda vena que recorría la polla de forma perpendicular a la bragueta aprisionó mi mirada.

Atravesando la cremallera salían multitud de pelos negros y rizados, que se enredaban en el grueso rabo hasta terminar rozando las manos del hombre.

Toda esa polla hinchada y venosa  terminaba siendo coronada por un capullo de un cierto color morado.

El líquido amarillo salía con fuerza chocando contra la pared del urinario mientras la mano la guiaba con lentitud de un lado a otro.

El oro líquido resbalaba por la blanca superficie de porcelana hasta remolinear en el fondo del urinario.

Desde mi posición no podía dejar de hacer otra cosa que no fuera mirar ese grueso capullo y la verga en semi-erección que lo precedía.

Al terminar de evacuar vi como las últimas gotas de orina fueron  lanzadas en todas las direcciones, al verse, ese ya duro pollón agitado por la ruda mano del hombre del puro.

Al alzar la vista me encontré con su mirada sonriente. Entre sus manos sostenía algo mucho más gordo y más grande de lo que había pensado.

¡Jamás, hasta ese día había creído que una polla de un hombre podía llegar a ponerse así de grande!

El hombre del puro tardó más de la cuenta en guardarla. ¡Quería asegurarse de que se la veía totalmente dura y descapullada!

¡Estaré en el aparcamiento!,… me dijo con un susurro mientras agarraba el puro a punto de apagarse que descansaba sobre el lavabo!

¡No sé cómo tuve el valor de salir a la calle en busca de ese hombre! …¡Era como si los movimientos pendulares de ese rabo al moverse, hubieran logrado hipnotizarme para acabar controlando mi mente de la forma en la que lo estaba haciendo!

¡Tampoco sé cómo pude dar con él, en ese lugar que permanecía semi a oscuras y en el que había aparcados más de 100 coches!

Pero el caso es que me acabé acercando hasta donde él estaba, para hallarlo fumando apoyado en la puerta de un Opel Manta de color blanco.

¡Hola chaval!... ¿Cómo es que te dejan tus padres ir solo a mear al baño?

¡Ya soy mayor le reproché yo mientras me sentía herido en mi orgullo de adolescente!

¿Cuántos años tienes? Me preguntó mientras le daba una nueva calada a ese Farias, haciéndolo brillar en la semioscuridad del parking.

Le hablé de mi edad y le conté que estaba a punto de cumplir un año más en febrero, pero el hombre no parecía escucharme.

¿Quieres verme la polla otra vez? Me preguntó yendo directo al grano

No espero a mi respuesta, ya que mientras me lo preguntaba se iba bajando con lentitud la bragueta.

A la experta y pajera mano le costó sacar esa polla

Se encontraba totalmente dura dentro de esos pantalones de pinzas.

Los calzoncillos de color blanco que llevaba, también se opusieron a que ese rabo saliera por la estrecha abertura de su bragueta.

Mis ojos abiertos al máximo pretendían obtener la visión de esa polla adulta con la mayor nitidez posible, mientras tanto mi mirada nerviosa recorría el aparcamiento para asegurarme  de que solo era yo, el que presenciaba el pajote del señor del puro.

Se masturbaba lentamente mientras me mostraba como esa polla crecía un poco más, ante mis ojos.

¿Quieres  subirte un rato conmigo al coche y escuchamos algo de música?

¡Aquí fuera empieza a hacer bastante frio! ...

Si quieres te puedo regalar alguna cinta de las que te gusten.

¡Ayer me compré en la gasolinera la última  casete de Camela!

¿Te gusta ese grupo?

La oferta era tan tentadora, que estuve a punto de decirle que si, … pero por fortuna para mí y para ese hombre mi padre, aun en el baile,  me había echado en falta saliendo en mi busca antes de que nosotros dos iniciáramos algo de lo que pudiéramos arrepentirnos.

Juanito,... ¿Qué haces aquí?

Las voces salían desde la oscuridad del aparcamiento, mientras el hombre aprovechaba para girarse apresuradamente y guardar  dentro del pantalón lo que hasta ahora tenía fuera y totalmente duro para mí.

★★★

¿De qué hablabas con ese hombre? Me preguntó mi padre mientras me conducía con cierto recelo  hacia el interior del restaurante.

De nada,... ¡Solo me había preguntado mi nombre y si había venido a la boda por parte del novio o de la novia!

Mi mano en el interior del pantalón intentaba recolocarse la polla que se me había puesto dura por primera vez al notar el contacto de otro rabo distinto al mío sobre mi temblorosa mano.

La polla de ese macho estaba caliente, pese al frio que hacía en ese desolado aparcamiento.

Los movimientos de mi mano sobre esa polla habían sido temblorosos al principio.

Cuando las yemas de mis dedos rozaron el capullo este se estremeció ligeramente, pero el hombre del puro me animó a seguir.

¡Agárrala y ya verás lo dura que la tengo!

El hombre del Farias, me enganchó de la muñeca haciendo que rodeara esa barra de carne con mi mano, guiado por su movimiento empecé a pajearlo con cierto temor, pero a medida que iba ganando confianza la iba apretando con más fuerza.

¡Esta durísima, casi no puedo doblarla! Le susurré mientras se la apretaba con fuerza.

¡Pues, hueso no tiene!... ¿De verdad que no quieres montarte conmigo en mi coche para seguir jugando un poco mas con ella?

¡Seguro que al hombre del puro le fastidió mucho más que a mí la interrupción!

¡Fue toda una pena no volver a verlo aparecer más por los baños del restaurante aquel día!

★ ★ ★

¡Tienes que tener cuidado Juanito! …

¡Tú eres pequeño todavía y hay cosas que no entiendes todavía! …

¡Andar solo por estos sitios, puede ser peligroso, volvió a insistirme papa… algunas personas aunque parezcan amables, no son trigo limpio!

¡No quiero que vuelvas a salir del salón! …¿entendido?

¡Si papa! …¡Solo había salido a jugar con estas chapas!

Mi mano le mostró unas cuantas chapas que había recogido durante la boda.

Papa me revolvía el pelo con la mano, mientras me conducía hacía el interior del restaurante.

¡He salido a buscarte porque tu madre ya estaba preocupada...hacía un rato que no te veía corriendo de un lado a otro dentro del salón!

★★★

El funeral:

En ese momento no podía pensar. Mi cuerpo todavía se encontraba en estado de Shock.

¡Mi padre, el que siempre había sido mi protector y mi guía, acababa de fallecer en un accidente!

¡El tractor le había caído encima mientras lo manipulaba para cambiarle una rueda pinchada!

Mi madre parecía una zombi desde que le comunicaron la noticia, pero con algo de lucidez decidió que no nos haría pasar por el trago de tener que estar en el velatorio rodeados de todo ese dolor.

Mi hermano y yo nos quedamos en casa mientras el drama familiar que se nos presentaba no había hecho más que empezar.

Sentado en el salón mi hermano Julián veía cualquier cosa de la tele, mientras yo aburrido de pasar tantas horas en casa sin poder salir a la calle me acabé encerrando en mi habitación.

En esos efervescentes momentos de mi adolescencia lo único que evitaba que pensara en lo que acababa de sucedernos, eran las continuas pajas que me hacía.

¡A ellas me dediqué con devoción durante todo ese largo día!

La capacidad de recuperación hacía que mi polla estuviera lista para un nuevo asalto a los pocos minutos de haber eyaculado.

¡Sabía que mi hermano no entraría en mi habitación, al igual que yo casi nunca  entraba en la suya!

…¡Por eso podía permitirme el lujo de estar completamente en pelotas tocándome la polla!

Cuando empezaba a notar como esta se iba endureciendo de nuevo, mi mano volvía a la carga.

Los escasos pelillos que empezaban a crecer en mi pubis, se pegaban unos con otros. La lefa de la anterior corrida se había secado por completo y estiraba de esos pelos al igual que estiraba de mi polla para endurecerla rápidamente.

El juvenil capullo permanecía oculto a la mano agresora. Pero un leve estirazón hacia atrás hacía que se descubriera.

Mi polla de adolescente no era ni mucho menos bonita. Tenía un capullo cabezón, se estrechaba en el centro y se retorcía con una curvatura increíble hasta llegar a la base donde la esperaban las pequeñas pelotas carentes por completo de vello.

Aquella polla no tenía nada que ver con una polla adulta pero a mí me gustaba mirarla e imaginarme que pronto se desarrollaría hasta alcanzar el tamaño y el grosor de las pollas que sostenían los hombres que meaban junto a mí durante las bodas.

De pronto vino a mi cabeza la polla del hombre del puro. Mientras masajeaba mi polla lentamente empecé a fantasear con la idea de lo que habría llegado a suceder, si mi padre no hubiera aparecido para evitar que me metiera con ese macho en el coche.

Me imaginé tocándole durante más tiempo esa durísima polla, acercando de nuevo mi mano temblorosa primero, pero segura después para hacerle un buen pajote.

Al igual que suspiraba yo en esos momento el hombre gemiría también mientras mi mano se agitaba hacia arriba y hacia abajo con un frenesí imparable .

¡Pensaba en cómo toda esa leche de macho saldría por ese violáceo capullo manchando mis manos! …

¡La espesa lefa estaría igual de caliente que la mía! …¡Igual de  espesa, haciendo que se quedara en mi mano durante unos segundos, antes de empezar a resbalar lentamente sobre ella!

Mi calentura no pudo evitar que pensara en el sabor que tendría la leche.

Mi mano se dirigía hasta mi boca con decisión. El líquido viscoso empezaba a resbalar colándose entre los dedos.

¡Mientras me corría me había imaginado metiéndome ese pollón en la boca, lamiéndolo al notarlo descargar sobre mi lengua! …

¡Ese hombre se habría corrido dentro de mi garganta, obligándome a tragar leche animado por sus suspiros de placer!

★★★

¡Debía prepararme y entrenarme por si alguna vez esa fantasía se convertía en realidad!

Debía acostumbrarme al sabor de la lefa, por si alguna vez me veía en la necesidad de tener que tragarme una corrida que no fuera la mía.

¡Yo soltaba cada vez menos leche! En parte por las constantes sacudidas que le daba a mi polla. Apenas tenían tiempo mis pobres pelotas para atender la constante demanda de semen.

¡Los pedidos de lefa  eran  tan constantes que mis huevos empezaron a declararse casi en huelga!

Un par de expulsiones seguidas de una salida de un semen casi trasparente, era lo único que lograba extraer ya de mis pelotas, pero un hombre adulto seguro que se podría correr con mucha más fuerza.

¡Seguro que terminaría soltando mucha más leche de la que yo soltaba!

Mi lengua salió en busca del semen.

¡ Mi propio semen me esperaba en el hueco que le había preparado la mano para evitar que este se derramara de nuevo, sobre mi pubis!

La lengua arrastró con ella una gran cantidad de leche que entró en mi boca.

¡Sobre mi lengua se movía ese líquido viscoso mientras mis papilas gustativas  me alertaban de que algo andaba mal! …¡Eso que tenía en la boca no era leche! …¡no sabía a leche!

Un nuevo lengüetazo volvió a limpiar la mano de lefa. Todo el semen estaba ya dentro de mi boca.

¡Así que sin pensarlo más me engullí por primera vez ese líquido amargo y viscoso!

No pude evitar el pensar, en si alguna vez, llegaría  a  tragarme de la misma forma otra leche que no fuera la mía!

★★★

La segunda boda:

La segunda boda llegó solo unos meses después del funeral de mi padre.

A ella acudí bastante bien entrenado ya. Sabía que durante ese banquete al que nos dirigíamos ya no solo bebería Coca-Cola.

¡También tendría que tragar algo de semen!

Al empezar a compartir habitación con mi hermano Julián,  en la casa de la abuela las cosas se habían desarrollado con muchísima rapidez…

Había terminado convirtiéndome en el pajeador oficial de mi hermano mayor.

También se la mamaba, y hasta había llegado a follarme una noche, para probar como era eso de dar por el culo, pero de mutuo acuerdo los dos habíamos decidido centrarnos en lo que más nos gustaba.

Paja y mamada

… solo paja,

O… solo mamada

Las sesiones de adiestramiento, como mi hermano solía llamarlas, se llevaban a cabo durante horas en la casa de la abuela, hasta terminar logrando que las mandíbulas y mis muñecas me dolieran a rabiar

★★★

Mi madre no quería ir a la boda de mi prima. ¡Pero mi abuela y sobre todo nosotros la convencimos para que no cometiera un disparate de ese calibre!

¡Era su madrina y no le podía hacer ese feo! ... ¡Ni a mi prima, ni al resto de la familia! …

¡Era la primera vez que salíamos de casa para hacer algo que no fuera ir al cementerio a llevarle flores a mi padre y mi hermano y yo estábamos eufóricos!

Mi madre todavía se sentía culpable mientras estaba sentada en la iglesia escuchando los votos de los novios antes de verlos unidos para siempre por el santo sacramento del matrimonio.

Por eso no nos sorprendió que nos enviara solos al banquete, en representación de nuestra mermada familia.

Yo permanecía sentado junto a mi hermano Julián deseando que el sermón finalizara cuanto antes para poder irnos al restaurante para beber toda la Coca-cola que quisiéramos.

Su sonrisa cómplice me delató, que él estaba pensando en lo mismo.

Desde que empecé a compartir con él todas esas “técnicas de convivencia pajera” me encontraba mucho más unido a mi hermano mayor.

La única contrapartida a esta unión casi física al cuerpo de mi hermano era que tenía que satisfacerlo en todas las necesidades sexuales que tuviera,… pero eso para mí ya no era ningún problema.

¡Más bien lo deseaba! …

Recuerdo como las primeras veces me tragué su lefa con asco, pero de un tiempo a esta parte cada vez me gustaba más y más.

Mi hermano se deleitaba viendo como mi mano se agitaba sobre su endurecido rabo hasta sacarle toda la lefa.

De vez en cuando me dejaba darle pequeñas lamidas que me permitían probar el sabor de su semen. Sus pelotas estaban a punto de estallar y parte del líquido aparecía en la punta del capullo presagiando su corrida inminente.

Sin pedírmelo me la metía en la boca hasta engullírmela hasta la garganta.

En el lento camino de retroceso empezaba a notar como su polla se tensaba empezando a descargar leche dentro de mi boca.

Mis labios aprisionaban esa polla evitando que saliera un centímetro más.

Al vivir con la abuela teníamos un menú diario basado en guisos y caldos. Parte de ese sabor estaba también en esa leche que mi hermano me dejaba tragar con gusto.

Su semen era el complemento perfecto para una dieta en la que escaseaban los dulces y las chucherías.

¡De hecho cuando por unas razones o por otras no podía pajear a mi hermano o hacerle una mamada furtiva en la cámara, me terminaba poniendo más tenso de lo habitual, hasta el punto de tener que recibir algún sopapo por parte de mi madre o de mi abuela!

No sé qué te pasa hoy Juanito pero estás insoportable me reprochaban ellas mientras me agarraban del pelo o me soltaban con el palo del cepillo en las costillas.

★★★

Durante el banquete

Entre el pescado y la carne siempre se producía un ligero descanso, que se aprovechaba para ir al aseo (los hombres) o para levantarte y comentar algún chismorreo con alguien que tuvieras cerca y que no pudiera esperar a que empezara el baile (las mujeres)

Mi hermano y yo aprovechamos para ir al baño a expulsar el exceso de coca-cola ingerido, pero al llegar al mismo comprobamos que estaba a tope.

La solución fue abandonar el salón y dirigirnos a los baños que había en la planta baja del restaurante.

Se llegaba hasta ellos a través de unas escaleras franqueadas a ambos lados por máquinas de Pinbal, dispensadoras de juguetes y artículos de regalo.

Cada vez que pasábamos por allí metíamos nuestros dedos en los mecanismos con la ilusión de encontrarnos alguna moneda olvidada con la que poder jugar nosotros alguna partidita.

Esa vez tampoco tuvimos suerte y por eso entramos en el baño a la vez.

★★★

Aquí ya no había señores trajeados procedentes de la boda como sucedía en el salón de arriba. Camioneros y viajeros casuales que transitaban por la carretera nacional que atravesaba el pueblo paraban a comer algo y evacuar la vejiga en ese restaurante de carretera en el que también se servían bodas.

En general todos actuaban con una rapidez nerviosa e inquietante.

Meaban se sacudían ligeramente la polla y se iban

Al igual que nosotros procuraban no mirar mucho a los urinarios de al lado y volvían a salir con o sin lavado de manos (según lo guarrete que fueras)

Mi hermano y yo hicimos lo mismo pero antes de volver al salón nos entretuvimos al lado de un tipo con pinta de camionero que estaba jugando al Pinbal.

Julián me había terminado haciendo una indicación con la mirada mientras meábamos en los urinarios, para que me metiera con él en uno de los cubículos.

Encerrado con mi hermano mayor en ese retrete me había visto obligado a mamarle el rabo mientras el permanecía con el culo pegado a la puerta.

Cuando llegamos a la altura de ese hombre y mi hermano se paró a mirar como este jugaba una partida, todavía el amargo sabor del semen permanecía en el interior de mi boca.

El tipo llevaba unos vaqueros bastante ajustados que hacían que en el bolsillo de atrás se le remarcaba todo el paquete de tabaco. La parte delantera de su pantalón embestía de vez en cuando con fuerza a esa máquina de bolas mientras sus brazos la zarandeaban de un lado a otro.

Nos divertía ver cómo iba perdiendo una bola tras otra.

Con cada zarandeo la máquina se bloqueaba emitiendo un pitido y mostrando el mensaje "Tilt" en la pantalla

Julián se puso a su lado mientras admiraba como el hombre manejaba la máquina con sus potentes brazos, haciendo que los millones de puntos se fueran acumulando en el marcador.

Yo al no tener otra cosa mejor que hacer y aprovechando que tenía la puerta de los aseos al lado,  me dedicaba a controlar el tiempo de permanencia de los tíos que entraban y salían del baño.

Aparentemente todo transcurría con normalidad, pero de vez en cuando alguno de esos tipos se hacía el remolón dentro de los aseos.

Cuando salía mis ojos acusadores lo miraban esperando encontrar en sus miradas una respuesta a la excesiva tardanza.

En ello estaba, cuando un tipo de unos cuarenta y tantos se acerco al camionero del Pinbal para decirle.

¡Tío llevo buscándote casi media hora!

¡Pues no sé dónde querías que estuviera,… habíamos quedado aquí mismico por la emisora!

★★★

Julián casi se sorprendió tanto como yo al ver como ese hombre se dejaba la partida totalmente a medias para irse con el otro hacia el aparcamiento.

¿Se marcha dejando todavía una partida sin jugar? Le pregunté a mi hermano mientras veía como los dos hombres se alejaban escaleras arriba.

Cuando estás cachondo perdido, es muy difícil que te preocupes por esas cosas me dijo mi hermano mientras intentaba inútilmente continuar la partida de Pinbal al mismo nivel en el que lo había dejado el camionero.

¿Qué quieres decir?

Pues qué quieres que te diga, se han ido a follar ¿o es que no te has dado cuenta?

¿Con quién?

Entre ellos Juanito, ¡que no te enteras!

¿Es que no te has dado cuenta de que eran dos maricones?

Estaba más que seguro que esos dos tiarrones se lo iban a pasar bastante bien follando como animales en el interior del camión de alguno de ellos,...o la vista de todo el mundo entre los coches estacionados en el aparcamiento.

Por la forma en la que el camionero del Pinbal embestía a esa máquina de bolas me imaginé a ese hombre algo regordete, sufriendo ligeramente al ser enculado.

Pero reconozco que no pude ver de ese hecho más de lo que mi imaginación juvenil fue capaz de construir.

★★★

Háblame de lo que han hecho esta tarde los camioneros de la boda mientras te la chupo.  Le pedí a Julián esa noche en la habitación, después de que nos metiéramos en la cama.

Me acababa de acostar en la cama con él y ninguno de los dos teníamos sueño.

¿No querrás que te folle otra vez? me preguntó Julián algo incrédulo mientras se la empezaba a chupar

No le contesté, porque no pude hacerlo con la boca bien llena de polla.

Sus lefazos en mi boca por poco me atragantan y tuve que tragar leche a conciencia, para no manchar las sábanas de la cama con su abundante  y espesa corrida.

El también se había puesto muy cachondo rememorándome la escena, en la que el tío del Pinbal le desgarraba el pantalón al otro, nada más subirse al Scania.

El pasivo propietario del camión no llevaba calzoncillos debajo capaces de evitar que el gordo y rudo pulgar del otro se le incrustara en el ojete.

Vienes bien preparado cacho puta. ¿Dónde has dejado los calzoncillos?

¡No sé, cada vez que salgo de ruta los acabo perdiendooooo! Gritó el gordito al notar como el duro rabo empezaba a atravesarlo

Un fuerte quejido salió a través de la rendija que habían abierto para que la cabina se ventilara durante el polvo.

¡Como gimas así zorrón vas a terminar alertando a todo el restaurante!

El hombre tenía una polla tan grande y era tan cañero follando  que no era extraño que el otro camionero hubiera estado buscándolo por todo el bar. ¡No quería abandonar la provincia sin notar cómo le habían dejado el culo bien abierto!

El calor que hacía en ese lugar hizo que los dos cuerpos se empaparan hasta acabar chorreando de sudor.

El líquido emanado por las glándulas sudoríparas de esos dos cuerpos hacía de lubricante durante el acto de la penetración.

El cuerpo del activo resbalaba por la espalda sudorosa del otro notando como su duro rabo se incrustaba bien adentro.

¡Sigue José Luis, no pares! …¡rómpeme el culo!

★★★

¿Le habrá dolido tanto como me dolió a mi cuando me la metistes? Le pregunté yo mientras me sacaba la polla de mi hermano de la boca para empezar a relamer el capullo como si fuera un polo.

¿Qué si le ha dolido? …¡el tipejo ha estado gritando como un loco mientras el otro se lo follaba!

¿O es que no los has oído?

Cada vez que el hombre de la máquina de Pinbal,  se la sacaba para que cesara en los gritos, el otro mariconazo echaba el culo hacía atrás incrustándose en ese duro pollón de nuevo.

¡No tengo que volver a bajarme del camión hasta dentro de dos horas!

¡No te preocupes por mi culo y reviéntamelo con tu pollaza cabrón!

¡No es tu culo lo que me preocupa zorra! …¡Son los dos espectadores que tenemos ahí debajo, escuchando como te estoy follando!

La cortina de la cabina se corrió hacia un lado viendo como aparecía el cuerpo sudoroso del gordito a través de ella.

Algo mas dentro y protegido por la privacidad que le ofrecía la altura el camionero, del pinbal seguía follándose al sumiso conductor del Scania.

Nos había visto acercarnos hasta el camión a través de los grandes espejos retrovisores y no le extraño que hubiéramos dado tan pronto con ellos en ese amplio parking en el que había más de cien vehículos.

Los gemidos de su colega habían terminado delatándolos.

Déjalos que miren, algo aprenderán de cómo se folla. Le dijo el sumiso al otro mientras  apoyaba las manos sobre el salpicadero.

Sus potentes brazos llenos de vellos se apretujaban contra el instrumental de la cabina.

Casi de forma inútil intentaba evitar el salir despedido a través del cristal por culpa de las embestidas que estaba recibiendo en esos momentos.

Mi hermano y yo mirábamos el rostro sudoroso  y la cara de vicio que ponía cada vez que notaba como la polla del otro se introducía hasta casi salírsele por el galillo.

¡Creo que son hermanos! …¡Se dan un cierto aire en las caras!

Julián y yo vimos como aparecía la cabeza del tipo del Pinbal por encima de la del otro. Era evidente que estaba colocado a su espalda y que estaba haciendo con él lo que imaginábamos.

Sus lenguas se cruzaron y empezaron a besarse mostrándonos como en el folleteo entre hombres no solo era cuestión de meter y sacar, había mucho más componentes que lo hacían tremendamente placentero.

¡Yo creo que estos dos mirones saben algo ya de lo que va el temita!

¡Sí! … y… ¡Me parece que el pequeñín va a terminar con el culo bien caliente esta noche!

¡Como su hermano mayor tenga un rabo como el tuyo no lo dudo! Casi le gritó el hombre para que lo oyéramos bien los dos desde abajo.

Naturalmente esa noche, me negué a que mi ojete fuera de nuevo profanado por el duro rabo de mi hermano Julián.

No quería terminar siendo un maricón, como esos dos hombres que habíamos visto follando  aquella tarde en el interior de la cabina del camión.

★★★

La tercera boda.

¡No entiendo como con lo macho que era tu padre hayas terminado saliéndole tu tan maricón!

Me susurró Diego al oído, mientras me enculaba en la parte trasera del restaurante.

Dentro del mismo mi madre, mi hermano y mi abuela nos esperaban en esa suerte de comida familiar que habíamos transformado en boda.

Mi hermano mayor había dejado preñada a la novia y habíamos ido a formalizar con ese mini-banquete de bodas  la consumación de un acto de contrición, llamado matrimonio.

En la mesa también estaba la embarazada esposa de mi hermano Julián y los padres de esta.

El último comensal del banquete era el cura que los casó esa tarde, y al que los padres de la novia se habían empeñado en invitar

No hubo más comensales en la boda porque no podíamos pagar los que habrían de venir por nuestra parte y porque los suegros de mi hermano se negaron desde un primer momento a pregonar por todo el pueblo que su hija se había casado de penalti.

Deberíamos volver ya al salón le susurré a Diego pidiéndole que acelerara la enculada para que finalizara, cuanto antes.

¡Creo que me ha corrido algo por los pies!

Mi espalda era iluminada por las luces que salían de las cocinas haciendo que nuestras sombras se proyectaran hacía la oscuridad de la noche.

¡Solo son ratas, estamos tan cerca de las cocinas que es normal que se muevan por aquí, atraídas por el intenso olor a comida! Me dijo Diego cuando notó mi escalofrió al percibir como algo vivo se movía por entre mis pantalones bajados hasta los tobillos.

¡Y no te preocupes que ahora mismo te tengo el culete bien protegido para que ninguna se te meta por ahí detrás!

Su rabo entraba y salía haciendo que mis manos se apoyaran en las rodillas para aguantar bien las potentes sacudidas, sin caerme al suelo.

Un profundo olor a chuletas a la brasa nos llegaba de vez en cuando alertándonos de que todavía quedaba bastante para que finalizaran los dos o tres banquetes de bodas que se estaban sirviendo dentro.

Nadie saldría de las cocinas para interrumpirnos durante la follada, porque estaban demasiado ocupados como para perder el tiempo preocupándose de quien follaba a Qué.

En la parte trasera un hombre enculaba al sumiso adolescente que lo había seguido hasta allí.

Diego había venido con nosotros al salón. Era lo menos que podía hacer mama para agradecerle todo lo que había hecho por la familia.

En su papel de celestino había logrado convencer al padre de la novia para casar a los dos jóvenes y evitar que el escándalo en el pueblo fuera a más.

También se había empeñado en comprar unos puros,… pero se los había olvidado en la casa.

Al cura casi le da un síncope cuando vio el descaro con el que Diego me pedía que lo acompañara al pueblo para recogerlos.

★★★

La tarde anterior a la ceremonia había sido casi obligado a confesar para poder comulgar totalmente libre de pecado, el día de la boda de mi hermano.

El cura me había dejado para el final sabiendo que conmigo no tendría más que una conversación rutinaria.

Pero cuando empecé a soltar un pecado tras otro el hombre empezó a inquietarse y a cruzar las manos de forma nerviosa.

¡Me toco un poco mis partes, pero supongo que es normal! Le empecé a soltar cuando hizo la primera  pregunta comprometida.

Había pasado con cierto éxito la referente a los robos y no tanto  la que cuestionaba mi capacidad de decir mentiras.

¡Sabes que está mal tocarse! Me insistió con una sonrisa a través de la rejilla

Eso es un pecado mortal. El infierno está lleno de gente que se toca y hace esas cosas.

Por unos segundos mi cabeza se fue hacía un infierno lleno de hombres con las pollas duras entre las manos. Si en ese lugar te dejaban poder masturbarte no podía ser un sitio tan malo.

Irremediablemente me imaginé siendo rodeado por todos esos hombres desnudos, que con el rabo entre las manos me pedían que les ayudara a masturbarlos.

¡No puede ser tan malo un sitio como ese!

Le terminé diciendo al cura con cierto descaro a través de la celosía que nos separaba.

¿Cómo dices esas cosas, blasfemo?

Ayudado por el secreto de confesión empecé a relatarle lo mucho que me gustaba tocar mi polla y que algunas veces también tocaba la de otros.

Eso que me cuentas, está mal. ¡Muy mal!

Todas esas personas no deberían dejarte hacerles eso.

¡Pero es que me dicen que les da mucho gusto!

¡No hijo mío, no les da!

Si no les diera tanto gusto no terminarían soltando la leche que sueltan.

¡Estoy convencido de que a ellos les gusta tanto o más que a mí!

¡Cómo no cambies de actitud, chico vas a arder en el infierno! …¿quieres eso?

¿Quieres dejar de ver a tu familia para siempre mientras tú eres conducido al castigo eterno?

Encontró normal que el primer nombre que le diera, fuera el de mi hermano y me contó que ese terrible pecado sería perdonado si no lo volvía a cometer  más.

Empecé a darle otros nombres y lugares mientras el cura se agitaba nervioso en el confesionario.

Estas perdido y necesitas ayuda. ¡Debo hablar de ello con tu madre!

Como una fiera le recordé que el mismo me había animado a contarle todo asegurándome que el secreto de confesión era algo inviolable.

El hombre respiró durante unos segundos mientras sus dedos se colocaban en sus labios para meditar.

Me obligó antes de salir de allí a que le prometiera que no volvería a buscar ese acto pecaminoso.

Le prometí que no lo haría más, por respeto a mi madre

¿Y si me buscan a mí para hacerlo? Le terminé preguntando antes de levantarme.

¡Debes negarte también!

¡Voy a hablar con esos hombres para que no vuelvan a buscarte más! Me dijo entre susurros…

Ahora deberás rezar cien padres nuestros cada noche hasta el día del viernes santo.

Intenté contabilizar los polvos y mamadas que me habían echado durante ese tiempo y aun así el castigo me pareció excesivo.

★★★

¡Tienes el culo todo tenso!... ¿es que no te está dando gusto?

Mucho Diegooo,… pero es que creo que esto  que hacemos no está bien.

El cura me dijo ayer…

¿Qué cura?

Me preguntaba Diego mientras me empezó a embestir con más fuerza.

El que está con nosotros cenando en el banquete.

¡Eso digo yo! …¡Que mierda tiene que ver ese puto cura con todo esto!

★★★

Al salir de la iglesia el párroco se había acercado hasta Diego para reprocharle el hecho de que no hubiera asistido al confesionario la tarde anterior.

El otro día le pedí a la familia que viniera a confesar y no apareciste por aquí.

¡Ya lo sé padre! …Pero es que yo no me considero de la familia. Su madre es mi prima y en cierto modo me ocupo de que estos críos no vayan por mal camino.

¡Si, si, todos en la casa te aprecian mucho! …Pero creo que deberías venir a confesar.

Siempre hay ciertos pecados que nos turban y no nos permiten razonar con claridad.

Si es por eso no se preocupe por mí, yo no robo ni miento, ni hago cosas malas.

Algunas veces creemos que no hacemos mal y sin embargo si lo estamos haciendo. La infidelidad a tu esposa, por ejemplo es un serio pecado.

¡No se preocupe usted por mi mujer y por donde voy metiendo la polla! …¡Eso es un tema que creo que no le concierne, ni a la iglesia ni a usted!

¿O acaso debería yo preguntarle cuantas veces ha pecado con esa joven que va a barrer en la sacristía cada tarde?

El golpe bajo le sentó al cura como un tiro haciendo que se pusiera rojo de ira. ¡Aquel secreto a voces que corría por el pueblo acabó salvando a Diego de seguir recibiendo el sermón del cura!

★★★

Mi culo no tuvo tanta suerte.

Cuando Diego se enteró de que el motivo por el que me había negado a irme con él en la moto a la casa del guarda aquella mañana, había sido el sermón del cura se cabreo aún más.

Te voy a enseñar yo a no ir contando por ahí lo que hacemos los dos en la casa y en el monte

Puto maricón,... ¿Qué esperabas que te dijera el cura al contárselo todo?

Su dura polla me estaba reventando el culo, pero aun así la mía estaba más dura que nunca y a punto de reventar.

Para por favor, para que me meo,…

¡Me meo! Le empecé a decir al notar como mi polla empezaba a escupir líquido.

La manaza de Diego rozo el capullo y empezó a presionarlo. El líquido no paraba de salir a chorro y su mano fue hasta mi boca.

No te estás meando cacho puta, te estás corriendo sin tener que tocarte, es debido al muchísimo gusto que te está dando.

¡Pedazo de puta!

¿Cómo puedes ser tú tan maricón, con lo macho que era tu padre? me volvió a preguntar mientras notaba como empezaba a correrse dentro de mí.

★★★

Compramos los puros en el restaurante.

A Diego le costaron un huevo, pero no podíamos regresar dentro sin ellos.  Era el padrino de la boda y como mínimo se esperaba de él ese detalle.

Cuando entramos en el salón y mi culo algo abierto se sentó por fin en la  silla acolchada vi los ojos del cura clavados en mí.

¡Había vuelto a pecar dejando que otro hombre me follara,...el mismo que me había sodomizado durante meses lo repetía de nuevo y solo apenas unas horas después de haber prometido al clérigo que no volvería a suceder!

¡No se imagina usted el gusto que me da cuando me meten la polla, hasta los huevos! Le intenté decir con la mirada mientras veía como se retiraba el sudor con el pañuelo hacía un lado.

Diego recorría la mesa repartiendo los puros, entre los hombres y obsequiando con una bolsa de caramelos a las únicas cuatro señoras que había en ella.

¡Este hombre es un regalo del cielo! Apostilló mi madre mientras yo la miraba.

¡Realmente sus huevos y su tremenda polla me llenaban por completo!

Arderíamos para siempre en el infierno por lo que hacíamos.

Seríamos condenados a follar eternamente hasta caer rendidos.

En ese momento llegarían los demonios del cadalso para continuar torturando mi culo por donde Diego lo hubiera dejado.

¡Esa iba a ser la condena que habría de recibir por ser un sodomita!

Y si la penitencia en vida era el tener que rezar cien padres nuestros cada vez que eso pasara estaba dispuesto a asumirla.

★★★

La cuarta boda.

¡Cuando empieza el baile es casi imposible conseguir sacar a las mujeres de la pista para llevártelas a casa!

Me dijo el hombre que meaba a mi lado con una sonrisa.

Lo volví a mirar pero esta vez a los ojos, evitando mirar hacía la polla que había terminado llamando mi atención de una forma inaudita.

La carne que sujetaba ese hombre entre las manos mientras evacuaba se podría haber vendido en cualquier carnicería del pueblo a la canal.

Habría dado de comer a media provincia si se lo hubiera propuesto, pero no es menos cierto que hubiera sido toda una aberración el recortar parte de ese instrumento y no poder gozarlo entero.

¿Su mujer tampoco se quiere ir a casa?

Me volvió a preguntar mientras miraba como se la agitaba.

La polla estaba ya dura y mis ojos vieron como ese rabo acabó, lanzando las últimas gotas de orina lejos del prepucio que lo coronaba.

¡No, yo he venido solo!

¡Soy aunque resulte extraño decirlo, el hijo de la novia!

¡Hombre, así que tú eres el hijastro nuevo, del Antonio!

¡Pues ha tenido suerte el cabrón porque ya llegas a esa casa criadito y todo!

★★★

Después de la muerte de mi abuela mi madre había decidido formalizar por fin su relación, organizando una boda a la que asistieron sus familiares más allegados y los amigos del novio.

El hombre que me alargó la mano para apretármela con fuerza cuando todavía no se la había lavado después de orinar afirmó ser el socio de Antonio.

Los dos tenían un taller de reparación de vehículos, y por lo que había dicho mi padrastro no les iba del todo mal.

Mucho después sabría que mi padrastro de socio de ese hombre no tenía nada.

¡Era solo su empleado, y no se llevaba muy bien que digamos!

Mientras veíamos a las mujeres bailar los pasodobles al ritmo que les marcaba la orquesta, el tipo me iba contando las numerosas broncas que tenía en el taller con mi nuevo padre.

Todo ese grado de sinceridad era ayudado en parte por el cubata de chivas que se estaba bebiendo a la salud del novio.

¡Esta invitación a una copa en la barra y este banquete de mierda es lo único que le he conseguido sacar a ese sinvergüenza,  después de estar trabajando con él casi cinco años!

¡Y encima tengo que pagárselo metiendo un buen regalo en el sobre!

¡Tu padre es un aprovechado ya lo verás, esta con tu madre por su dinero!... ¡Pero, si ni siquiera se han casado para que no les quiten la paga de viudedad!

★★★

¡Es alucinante como se nos suelta la lengua en las bodas!

Yo en parte escuchaba la brasa que me estaba pegando ese tío porque no tenía nada mejor que hacer y porque creo que se lo debía por haberlo estado mirando de esa forma, al nabo mientras meaba en el urinario contiguo al mío.

En casa no me esperaba nada, que no fueran todas las estancias vacías.

Mi abuela faltaba ya en ella un par de meses y estaba acostumbrándome a la nueva soledad que me mantenía casi todo el día, encerrado dentro de esas cuatro paredes.

¿Usted no baila? Me volvió a preguntar el tremendo macho que tenía sentado a mi lado

¡Esa fue la señal que me enviaba para decirme que ya había terminado de relatarme sus penas con mi padrastro!

¡No, yo no! …¡Soy muy patoso! …Además no me llame de usted.

¡Yo soy bastante más joven!

¡Entonces podemos tratarnos de tú!

¡Ahora que ya me has visto la polla, yo creo que hay confianza! Casi me susurro al oído mientras se me acercaba para que solo nosotros dos lo oyéramos.

¡Yo es que en estos sitios me aburro mucho y no paro de hablar, y el alcohol me suelta la lengua! Continuó diciendo mientras se apartaba hacia atrás y mostrándome con cierto descaro como se recolocaba la polla y los huevos.

¡Pero mira mi mujer!… ¡Esa del vestido beige! …Lleva toda la tarde bailando con una amiga.

¡Estoy seguro de que si me acerco a ella y le digo que nos vayamos a la casa para follar me corta el cuello ahí mismo!

Me giré de pronto para mirarlo directamente a los ojos, y me respondió con una sonrisa algo infantil

¡Me pongo también muy cachondo en las bodas y cuando bebo todavía más!

Seguro estoy de que cuando lleguemos a casa y le diga que vayamos al catre empezará a decirme que le duelen los pies,… o la cabeza,…o los riñones.

¡A esta tía cada día le duele algo y el caso es que últimamente me la meneo más que un mono!

¡Al final es lo que nos queda a los tíos, matarnos a pajas, para poder ir tirando para adelante! Le apostillé

¡Ya, pero seguro que a los “Gays” eso no os pasa! …¡Seguro que folláis cada vez que os apetece!

¿Os gusta que os llamen así verdad?

¿Cómo…Gays? Le dije con cierto desprecio no sabiendo muy bien si se lo decía así por haberme dado cuenta de que me hubiera calado o por intentar tratarme con esa delicadeza.

¡Yo no soy Gay! …¡Soy maricón! …¡y no follo con la frecuencia que me gustaría te lo aseguro!

¡Una pena! Te he mirado cuando salías del baño y tienes un buen culo. ¡Seguro que da mucho gusto el follárselo!

Mira si quieres echar un polvo conmigo no hace falta que me cortejes tanto. Nos salimos fuera buscamos algún sitio apartado y echamos uno rapidito antes de que tu mujer se dé cuenta de que has salido

Si yo buscara algo rápido me hubiera ido al bar de putas que hay a quinientos metros de aquí hace media hora. Me reprochó.

No me conformo con algo rapidito y frio.

A mí me gusta follar,  y si eso se puede hacer durante el máximo tiempo posible mejor

El problema es que a mi casa no podemos ir porque mi mujer lo notaría.

No acostumbro a meter a los tíos en la mía para el primer polvo le dije yo notando como al final todo iba a terminar en un calentón más, que tendría que apaciguar al llegar a mi casa.

Entonces sólo nos queda un único lugar en el que intentarlo.

¿Alguna vez te la han clavado en un taller de coches?

★★★

La luna de miel

Intentó enseñarme el lugar, y empezó a recorrerlo de un lado a otro hablándome de máquinas, gatos hidráulicos y fosos, caucheras y rodillos de frenada, ...

Yo lo iba siguiendo a cierta distancia, mirando como ese hombre ataviado con corbata y pantalones de pinzas desentonaba por completo en un lugar como ese.

¡Más que el jefe de esto pareces un comercial intentando vendérmelo!

Le dije mientras me acercaba a el por detrás y le echaba la mano al culo para empezar a sobárselo.

Con la misma rapidez con la que había convencido a su esposa para que se volviera a casa con algún familiar, lo terminé desnudando ante mi dejando por completo su rudo y fornido cuerpo a la vista

¡El mecánico se había cansado de verla bailar y se iba al bar a ver el partido!, pero esa tarde lo único que iba a ver correr eran sus pelotas moviéndose hacía delante y hacía atrás mientras me la clavaban.

¡Qué cuerpazo tienes cabronazo! Le solté

Mi lengua empezó a recorrer los pectorales llenos de vello retrasándose más tiempo de lo normal en esos gordos pezones que los coronaban.

Mi mano apoyada sobre su duro abdomen se fue deslizando hasta alcanzar el enorme bulto aprisionado bajo el calzoncillo.

La blanca tela intentaba apresar un durísimo pollón.

¿y esto de aquí cómo has dicho que se llamaba?

¿Gato hidráulico?

Yo lo llamo simplemente pollón pero tú puedes bautizarlo con el nombre que quieras

¡Seguro que puedes levantarme en peso con esto si te lo propones!

La picha salió inundando el ambiente con su peculiar aroma. El olor a tabaco y alcohol del resto de su cuerpo se fue apagando con el profundo olor a polla que esa parte del cuerpo emanaba.

Mis rodillas se hincaron en el suelo del taller notando como mis pantalones se restregaban en el sucio suelo.

Su tremenda polla se erguía imponente ante mis ojos, mientras mis manos tiraban del calzoncillo hasta las rodillas.

Mi lengua empezó a recorrer el camino que partía de sus pelotas hasta alcanzar el gordo capullo.

¿Te has quedado con hambre después del banquete, eh chavalín?

Me preguntó entre suspiros al notar cómo me engullía su durísimo y largo rabo.

Agité la cabeza afirmativamente para poder mamar sin tener que hablar.

Pues chúpame bien el nabo,  que de postre te voy a dar  una buena cantidad de leche  condensada

Mientras se la comía, me iba desatando el nudo de la corbata para abrirme la camisa .

¡Yo también quería quedarme en pelotas en el interior del local, cuanto antes!

Los dos desnudos comenzamos a recorrer cada una de las zonas del taller empezando a follar o mamar en cada lado que se nos antojaba.

¡Cada vez que nuestros cuerpos desnudos tropezaban con algún pilar, o cualquier otro obstáculo que nos obligara a parar,  era necesario meterme de nuevo esa polla en la boca para seguir mamándosela con ganas!

Sobre el frio capo de un coche, o apoyado sobre un banco de herramientas, donde reposaban restos de un hollín metálico, recibía dos o tres embestidas de su polla antes de que la sacara para pedirme que fuéramos hasta su despacho.

En él nos esperaba un supuesto sofá que sería mucho más cómodo para hacer lo que estábamos intentando hacer

Quiero follarte en todos lados, así mañana cuando venga con tu padre aquí a trabajar podré recordar cómo te la he estado clavando en cada rincón del taller.

Parecíamos dos adolescentes disfrutando de una recién descubierta libertad sexual.

Mi culo disfrutaba tanto de ese rabo que era casi imposible negarme a aceptar sus caprichos.

★ ★ ★

El mecánico acabó por cumplir finalmente con lo esperado y me terminó soltando tres polvos dentro de ese taller.

Cuando llegue por la noche a mi casa estaba tan cansado que no tenía fuerzas ni para darme un baño antes de meterme en la cama.

Las sábanas amanecieron casi negras y manchadas de grasa

Pero lo peor era mi culo. Me dolía algo el ojete y al rozarlo con la punta de mis dedos noté el escozor propio de una follada a lo bestia y mal dirigida.

¡Al ser follado por una pollaza con un cierto grado de alcoholemia en la sangre no te duele tanto, pero con la resaca  mañanera siempre vienen las madres-mías!

¿Cómo puedo ser tan puta?

Me preguntaba haciendo por fin mías las palabras de Diego mientras me duchaba.

En el lavabo me esperaba el tubo de pomada que intentaría reparar las incursiones del mecánico en mi dolorido ojete.

Mis ojos se posaron en el espejo intentando buscar una respuesta.

★ ★ ★

¿Cuándo había terminado convirtiéndome en un maricón de ese calibre?

¿Fue el señor del puro, el que desató en mí ese deseo?

¿Mi hermano tal vez?

O Diego que sólo termino poniendo la puntilla,…  o más bien la puntaza.

Para mí suponía todo un reto  el tener que meterme ese rabazo hasta notar como sus gordos huevos topaban con mi abierto ojete, y no terminar delatándome ante mi madre o abuela,  cuando llegaba a casa con el culo todavía abierto y escupiendo el esperma que algún semental manchego, había dejado dentro de él.

¿Y los que vinieron después?. Cualquiera de ellos podría haberme dejado preñado también.

¿Tampoco tenían parte de culpa?

★ ★ ★

Una vez seco y limpio de grasa, mis dedos empezaron a restregar la pomada por mi ojete, notando como un cierto alivio me empezaba a llegar desde esa dolorida parte trasera.

De pronto el sonido del timbre de la puerta me hizo estremecer de nuevo.

Al otro lado de la mirilla vi al mecánico con el mono azul puesto y con todo ese vello saliendo por la entreabierta cremallera que se cerraba sólo hasta la mitad de su pecho.

Estaba plantado delante de mi puerta, ¿pero por qué?

No recordaba haber quedado con él cuándo me llevó con su coche hasta la puerta de  mi casa la noche anterior.

Mi completa desnudez evitó que consultara en mi reloj la hora a la que se producía esa visita intempestiva.

Al girar la llave noté como empujaban con fuerza la puerta.

Se coló dentro antes de que pudiera preguntarle la hora.

Eran las ocho y pico de la mañana, me dijo  él mientras miraba mi cuerpo desnudo extrañado.

¡Me estaba dando una ducha antes de salir porque anoche terminé con todo el cuerpo manchado de polvo y grasa! Intenté excusarme ante él

Si, es que ayer tarde resultaste ser mucho mas puta de lo que parecías.

Te traigo esto porque te lo dejaste anoche olvidado en el taller.

La corbata de color fucsia que llevaba puesta durante el banquete fue depositada, sobre la mesa de la cocina.

¡Menos mal que se me ha ocurrido echar un vistazo rápido antes de que llegara mi socio!

Si hubieran sido unas bragas las hubiera enmarcado pero a ver cómo le explico yo a esa alimaña que tienes por padre que había una corbata de un hombre en mi taller

¿Y dónde estaba?

En la silla de mi despacho. ¡Atada en uno de los apoyabrazos!

¡Algo todavía mucho más difícil de explicar!

¡Es que estábamos muy borrachos como para pensar con claridad! Le reproché mientras preparaba, una cafetera para dos cafés

¿Y tu cómo estás? Me preguntó mientras se levantaba para empezar a acariciarme el culo desnudo.

¡Bien, ya te he dicho,… con algo de resaca y con el culo dolorido, pero las dos cosas se me pasaran!

Me estas poniendo cachondo,… al final vas a conseguir que te termine follando un par de veces más.

¿Y  tu socio? …¿no debes ir a vigilarlo para que te trabaje?

¿Ese?... ¡mientras no me vea por el taller estará encantado!

Seguro que esta echándose una cabezada,  tirado en algún asiento aprovechándose de esta  salida que he tenido que hacer para comprar repuestos.

Más de una vez lo he pillado durmiendo al gandulazo, en el sofá de mi despacho.  Ahora cuando se acueste ahí lo hará con intenso olor de la leche que soltaste entrando en  sus fosas nasales.

Su polla se empezó a restregar por mi culo mientras sus rudos dedos se colaban dentro de la velluda abertura.

Me he levantado con el ojete tan rojo, abierto e hinchado que parecía que todavía tenía tu enorme pollón ahí clavado.

¡Esta fuera!... ¿no lo ves?, me preguntó mientras restregaba el grueso capullo entre  mis cachetes.

Su dedo anular se introdujo en mi ojete con cierta facilidad,  hasta notar como se lo tragaba por completo, con el anillo de boda incluido.

Un leve gemido salió de mi boca y se vio  obligado a preguntarme.

Te has puesto algo para tenerlo así de abierto

Si, lo tengo así, porque anoche me estuvo follando por ahí un tío con una tranca como la de un caballo

¡Todavía tardará unos días en cerrarse del todo!

¿Y para que quieres que se cierre?

¿No te gustaría que te dejara abierta una buena raja?

¡Así te serviría de hucha!

¡Cacho maricón, me pones súper cachondo!

Su rabo se coló hasta la mitad mientras mis manos se agarraban con fuerza a la encimera.

Había decidido dejar a medias la introducción intentando que mi culete se amoldara al trabuco que lo abría pero no contaba con que en ese momento mi culo se haría hacia atrás con fuerza para tragarse el rabo hasta los huevos.

Putos maricas siempre os empezáis quejando pero cuando notáis mi polla a medio meter no paráis hasta tragárosla hasta el fondo.

Con las manos temblorosas y medio cuerpo apoyado en la encimera,  aparté la cafetera del fuego mientras notaba las embestidas del mecánico profanando de nuevo mi culo.

¡Que pollaza tienes cacho cabrón,  no pares hasta que se me salga por la boca!

¡Por la boca no lo sé, pero por el ombligo te la saco seguro!

¡Por mis huevos te digo que no pienso parar hasta que te deje abierto el culo en canal!