Cuarteto en la playa
Un maravilloso día de playa. Un Domingo cualquiera al Sol...y mucho sexo.
Hace muchos años que práctico el nudismo, lo hago pues es una forma de vida, de disfrutar aún mas la playa y el sol. No por exhibicionismo, normalmente no hay sexual en el desnudo público, al menos no en el mío. Sin embargo hay excepciones, claro, a veces es imposible no excitarse y que se me ponga como un garrote, aunque se disimula un poco, se piensa en otra cosa y ya está... normalmente.
Ayer sin embargo fue distinto, como cada Domingo la nena y yo fuimos a la playa nudista, aunque a ella todavía le cuesta un poco lo de despelotarse, al cabo de un rato viendo el ambiente sin malos rollos se desnuda enseñando su preciosa y depilada rajita. Como cada domingo fuimos por la tarde, cuando los domingueros se están marchando y cando nosotros llegamos, montamos la pequeña tienda abierta, sacamos unas birras y disfrutamos del atardecer con tranquilidad entre cerveza, bocadillos y partidita de cartas. Relax absoluto.
Conforme la playa se vaciaba de gente íbamos quedando solamente nosotros y otra pareja, más o menos de nuestra edad a unos pocos metros de donde nos encontrábamos. Alguna mirada les eché, claro. La nena sonrió traviesa al observar como admiraba el hermoso cuerpo de nuestra vecina, una morena de pelo largo, bronceado integral, hermosas tetas, culo perfecto y el chocho bien depilado. En justicia diré que también admiré el cuerpo de su acompañante, un maromo fibroso y depilado con una polla que la nena observó al detalle. No es que seamos una pareja liberal al uso, pero el cuerpo humano es algo digno de admirar y nada de malo tiene el hacerlo.
La cuestión es que la nena comenzó a juguetear como cada vez que nos quedamos a solas, rozándome la polla con disimulo cada vez que cogía una carta o la lata de cerveza. Eso, unido al desnudo, la solitaria playa y la pareja de al lado que se estaba metiendo mano hacía que mis esfuerzos por no empalmarme no tuviera los frutos acostumbrados.
En eso estábamos cuando la chica se levantó de su toalla y se acercó a nosotros.
- Perdonadme - nos dijo con una sonrisa tímida - ¿Por casualidad no tendríais otra baraja, no?, es que se nos ha olvidado la nuestra y...
No, lo siento, - le contesté, y era verdad, parecían muy simpáticos los dos y por un momento me olvidé de mi polla que daba espasmódicos saltitos -.
Bueno, gracias, y perdonad.
El bombón ya se volvía cuando miré a la nena con una muda pregunta en los ojos, ella asintió encogiéndose de hombros.
- ¡Perdona! - la llamé - ella se volvió - si queréis podéis jugar con nosotros...
La chica se volvió hacia su pareja y el asintió sonriente. Cogieron sus toallas y se acercaron a nosotros.
-Gracias -dijo el sonriente estrechándome la mano - Alejandro - esperamos no molestar.
- En absoluto - dijo la nena dándole dos besos - al hacerlo su vientre rozó la polla de nuestro nuevo amigo. - Esta es mi mujer, Sandra. - Sandra a su vez me dio dos besos, olía bien, a playa sol y bronceador, olores que me vuelven loco, entre eso y que no pude evitar rozarme con ella... bueno. Necesité todo mi autocontrol para poder contenerme. Sirva en mi defensa que Alejandro la tenía también bastante morcillona.
Invitamos a nuestros amigos a unas cervezas, aún fresquitas y comenzamos a hablar entre mano y mano. El ambiente era agradable, distendido. Y nos olvidamos que todos estábamos en pelotas, como debe de ser. Alejandro y Sandra eran geniales, divertidos y simpáticos. Ella administrativa de una empresa de automoción, el, decorador de interiores (aquí no pude evitar hacer algunas bromillas sobre la heterosexualidad de los decoradores que se tomaron con muy buen humor).
Tras las cervezas ellos se sacaron un tinto de verano fresquito que era justo lo que necesitábamos... tras un par de rondas mas Alejandro fuñe a por sus cosas y se trajo un paquetito de papel de fumar. Con mano experta enrolló un canuto y nos ofreció. Ninguno de los dos fuma, al menos por costumbre, pero dadas las circunstancias aceptamos darle un par de caladas.
Sandra le dio una profunda calada al porro y me lo pasó. Pude notar la humedad de su saliva todavía en el filtro, eso, el alcohol y lo a gusto que estábamos hizo el resto y noté impotente como mi polla se elevaba. Por un momento pensé en disculparme e ir a darme un baño. Pero una mirada a mis nuevos amigos y a la nena me bastó para saber que no pasaba nada.
- ¡Vaya, mira quien a salido a saludar! - Dijo juguetona la nena, y, como quien no quiere la cosa me la agarró y me dio algunos suaves pases, que, sin llegar a ser una paja, fueron muy agradables.
Sandra y Alejandro nos miraban mientras le daban otra calada al ya muy menguado canuto, la polla de Alejandro comenzó a subir casi de inmediato y Sandra hizo lo propio... se la agarró y comenzó a acariciársela suavemente.
- Hoy todos nos quieren saludar - le dijo a la nena guiñándole el ojo - después nos tendrán una semana a pan y agua!
Alejandro y yo protestamos inmediatamente, mientras ellas reían la ocurrencia. Y continuaban haciendo comentarios poco amables sobre la frecuencia de nuestras relaciones sexuales. Alejandro y yo nos miramos, pollas en ristre mientras nuestras respectivas nos hacían una paja y se reían a nuestra costa. Nos encogimos de hombros. - Mejor disfrutarlo - pensé.
Me volví hacia mi nena y la besé, ella correspondía a mi beso, húmedo, largo... le masajee las tetas y la acaricié ya sin vergüenza ninguna. Los dos nos volvimos al oír un gemido.
Sandra, totalmente abierta de piernas dejaba hacer la experta mano de Alejandro en su coño. Le podíamos ver todo. Su chocho estaba completamente depilado y ahora húmedo con las caricias de su novio. Era sin duda un espectáculo digno de verse. Sandra me miró a los ojos con una mirada de guarra que me puso si cabe aún mas cachondo de lo que ya estaba, y la nena que no se quería quedar atrás abrió sus piernas se pasó un dedo por la rajita ya brillante de fluidos y se lo llevó a la boca mientras observaba el show. Alejandro tenía sin duda una buena polla, y unas manos habilidosas a juzgar por los gemidos de Sandra y la nena estaba a mil, cachonda como una perra. Me agarró la polla y poniéndose a cuatro patas comenzó a chupármela. Parecía un concurso de quien sería capaz de ir más lejos... e íbamos ganando. La nena les mostraba su esplendoroso culo a nuestros amigos que tenía una visión perfecta de su coño mientras me la chupaba, yo por mi parte no me perdía detalle del cuerpo de Sandra y coño perfecto siendo masturbado por Alejandro.
Estábamos en la gloria....
Nos corrimos casi al mismo tiempo, yo sobre las tetas de la nena, y nuestros amigos en cada uno en las manos del otro.
La única que no se había corrido era mi amorcito querido, que, con las tetas cubiertas de mi leche se tocaba el coño aún húmedo. Durante todo el tiempo no habíamos vuelto a decir nada, temerosos de romper la magia del momento. Los tres, sudorosos y satisfechos mirábamos a mi querida nena haciéndose una brutal paja para nosotros, cuando abrió los ojos entre gemidos y dijo - Necesito polla - Esa era mi niña, guarra como ella sola cuando se pone caliente, y nunca la había visto tan caliente... Miré a Sandra y Alejandro, ellos se miraron entre ellos... y ante mi propio asombro Alejandro se puso un condón que llevaba en la mochila, se acercó a mi nena, le apartó las manos de su coño y la puso a cuatro patas. Sandra se acercó a mí para que ambos los tuviéramos de frente. Y sin decir nada el muy cabrón comenzó a fallársela.
La nena gemía como una perra en celo. La del perrito es su postura favorita y Alejandro le estaba dando a base de bien. Menos mal que la playa estaba vacía, porque menudo espectáculo estábamos dando!
Como folla la muy guarra - me dijo al oído Sandra - la puta se está follando a mi marido.
No, es el cabrón de tu marido el que se está follando a la zorra de mi mujer.
Nos miramos y nos echamos a reír. La tenía tan cerca que podía sentir su calor sobre mi piel, y mi amiguito volvió a salir a saludar. Sandra me la cogió juguetona con brillo perverso en los ojos. En eso que mi nena, tan ruidosa como siempre se corría entre gritos con los últimos bombeos de la polla de Alejandro en su interior. Derrengada se dejó caer a la arena, sudorosa, y, ahora si. Muy satisfecha.
Nos miramos los cuatro, se hacía de noche y empezaba a refrescar....