Cuarentona de grandes tetas en una orgia
Cuatro parejas de amigos se reúnen después de muchos años y casi sin darse cuenta se ven envueltos en una orgía. Muchos deseos antiguos se expresan, y una tetona gordita sera mas deseada que las guapisimas y delgadisimas barbies
La verdad que ponerme a narrar el motivo, por el que cuatro parejas de cuarentones, llegamos a convertir una reunión de viejos amigos en una orgía, podría resultar aburrido, insulso, increíble o tal vez, inexplicable, así que iré directamente al grano. Me he permitido incluir unas fotos en el relato de una modelo que físicamente es muy parecida a mi mujer, con la intención de que os hagáis una idea de como fue todo Solo comentar que nos conocemos desde hace 25 años y nunca habíamos planteado nada similar, somos correctos y respetuosos, aunque estoy seguro de que alguno de nosotros/as ha tenido pensamientos libidinosos con la pareja de otro/a. Y esa noche en casa de uno de ellos, el efecto del alcohol, la alegría de estar juntos que era poco habitual en los últimos años, las parejas nuevas, los viejos deseos de las mujeres y hombres ajenos, la edad que nos hace desinhibirnos o cualquier otra cosa que se os pueda ocurrir, nos llevó a este punto, justo después de la cena, los postres y la segunda copa, montones de risas, comentarios picantes y la tensión sexual latente se respiraba en la sala, hasta que: La mujer de Fermín, era una chica preciosa, pelo moreno corto, ojos azules, y me tenía ganas, fue la más decidida, se quitó las bragas se fue hacia mí, portaba un vestido escotado, no tiene mucho pecho, pero unas bonitas curvas y una cara preciosa, se sentó encima de mí y comenzó a restregar su coño contra mi paquete, estaba húmeda, mi polla empezó a crecer, ella lo noto, la saco, se la metió dentro y comenzó a moverse despacio, yo la agarre por las caderas para acompañar sus movimientos, sabía bien cómo hacerlo. Jadeaba y gemía con dulces sonidos que alteraron al resto del personal, que, aunque sorprendido, se dejó llevar. Vi a mi mujer, que, sin ningún recato, se quitaba la ropa a toda velocidad, en pocos segundos estaba en bragas con sus domingas caídas al aire, lo que causo más conmoción en la sala, tanto en mujeres como en hombres, al ver el par de enormes tetas, alguno de ellos, se les escapo algún comentario soez: “Pedazo tetones” “Joder, son enormes” “Vaya melonazos”, “Todo eso es tuyo” ella obvio las críticas y fue directa a por a Sergio, bamboleando los voluminosos pechos y sorteando a unos y otros, como si no quisiera que nadie se le adelantara. Y se plantó delante de el, con los brazos en jarra, sus pechos de mama cuarentona le llegaban casi a la barriga y se las ofrecía como un regalo con el que mi mejor amigo, se que siempre había soñado. Mira, le decía mostrándose en todo su esplendor ¡Hostias! Mas de lo que nunca pensé ¿Quieres ponerla aqui? ¿Una cubana? Si, joder. Claro que si. Decía mientras le metía mano a las ubres, agarrándolas con esmero, tanteando sus senos, sopesándolos. Apenas podía atraparlos con una sola mano, los palpaba con deseo apretándolos, disfrutaba de cada segundo, con la mirada fija en ellos, notando la suavidad y consistencia, su car reflejaba deseo al tiempo que satisfacción. Miro al resto del grupo para que vieran como tenía as su disposición aquellas hermosas bolas de carne, todas para él, mientras ella no solo consentía , sino que le había sacado polla y la manipulaba con esmero para satisfacerlo. Él lo tomaba como un triunfo, había soñado muchas veces con las tetas de mi mujer y ahora las tenía para él. Ante tanto volumen usaba las dos para agarrar uno de los pechos y le lamerle el pezón, después el otro, después, como no, metió la cabeza entre las tetas mientras ella las apretaba contra su cara mientras y el pellizcaba el culo con ambas zarpas. Yo seguía con la mujer de Fermín encima, me follaba gimiendo como una posesa, los otras dos parejas se habían también intercambiado y ellas les chupaban las pollas, la novia de Sergio seguía sin quitarse la ropa, le había tocado a Joan el más simpático y redondo de todos y más bien feo, a ella no parecía gustarle mucho, pero se entregaba, masturbándolo y chupandosela. El único que follaba en ese momento, era yo. Mi mujer estaba de rodillas al otro lado de la mesa, con la polla de Sergio en medio de sus tetas, y este moviendo sus caderas intentaba atravesarlas inútilmente, mientras ella las apretaba aunque su corta y gorda polla se perdía entre ellas, sin salir por arriba. El, alucinado con lo que hacía, se volvió hacia atrás y sacudió la mano riendo, mostrándose como el ganador del primer premio, orgulloso de follar esos buenos melones: – Que pasada. Vaya tetas. Me pone a mil. Me miro a mí, con sonrisa socarrona y me indico que le encantaba, en el momento que mi mujer se metía su gordo miembro en la boca y le acariciaba los huevos, lamiéndolo de arriba abajo, tiene que estar muy cachonda para chuparla, y lo estaba, se levantó quejándose de las rodillas, se quitó las bragas, se apoyo contra la pared y dejo su blando y molloso trasero a su disposición – Vas a follarte a una gordita – Bueno, aunque yo ya estoy satisfecho – Calla, que no sabes lo que es una mujer de verdad – Joder, estas empapada, dijo al palparle la vulva y se la metió por detrás impactando con su pelvis en el gran y celulítico culo de madre cuarentona. – Follame, apriétame fuerte las tetas Mi amigo siempre había follado pibones, y tías buenas, creo que estar con mi mujer era pasar al sector gorditas con carnes por doquier. Yo continuaba follando a la mujer de Fermín, se había quitado la camisa, pero no el sujetador, se la metía sobre la mesa, ella parecía disfrutar, y yo con tranquilidad la penetraba mirando su preciosa carita que me sonreía mordiéndose los labios. Las otras dos parejas se lo montaban en el sofá, en varias posturas, a mí me apetecía hacerlo con la colombiana, era menuda, de culo pequeño y se movía rápido. Le dije a la mujer de Fermín si cambiábamos y me pregunto dónde estaba Sergio Sigue con mi mujer, se te ha adelantado Prefería hacerlo contigo. Pero ya puestos Ella se acercó a Sergio que seguía golpeando las nalgas de mi mujer, de pie junto al mueble de bebidas, ella le pedía que le agarrara las tetas con fuerza y el las apretaba rebosante entre sus manos con una lujuria retenida de años deseándolas. La mujer de Fermín estaba dispuesta a aguarle la fiesta a la mía y le susurro algo al oído a Sergio, que lo hizo separarse de mi mujer y volverse con la polla empalmada hacia la otra. Sergio era un poco más alto que yo, y el más atractivo del grupo, pero yo era más corpulento, y tenía mi encanto, los otros dos Fermín y Joan eran más bajitos y más bien gordos, el primero tenía unos ojos bonitos y el segundo solo era simpático. La mujer de Joan era una colombiana preciosa, muy delgadita, dulce y pequeña, para mi tenía un morbo especial, quizá por su tamaño; y, por último, la estrella, la novia de Sergio, la más joven del grupo, Regina, de ese tipo de chicas de piel blanca, gafas de empollona, sonrisa grande, pechos disimulados y esa mirada pretenciosa de creerse la más interesante y moderna del grupo. Ella, Regina, era la única que no se había quitado los pantalones, lucia unas preciosas tetas, de una talla 90 más o menos, bien puestas, se nota que era la única que no era mama. Tan solo se había dejado sobar por Joan y le había estado haciendo una mamada que nos sorprendió a todos por la intensidad con que lo hacía y los gemidos de nuestro amigo, que se había levantado de allí al ver que ella no iba a más, y redirigiendo su limitada polla recta, bien dura hacia mi mujer. Mi mujer, uff, estaba molesta por que le habían quitado a Sergio y ahora tenía al gordito de Fermín, con la verga flácida de haberse corrido con la colombina, sobándole, con torpeza, sus enormes pechos y con sus ridículos comentarios en voz alta sobre la magnitud de los melones de mi mujer, lo grandes que eran, que nunca había visto algo así, que nunca lo hubiera imaginado, que yo me lo habría pasado muy bien, luego le agarro uno de los gigantescos senos con dos manos y le lamio el pezón, mordisqueándolo, causando risa en todos. También llego Joan, por detrás, erecto y muy cachondo le restregó la polla dura entre las nalgas, y le sostuvo el otro pecho. – Tranquilo hay para los dos, dijo mi mujer, nunca había tenido dos tíos sobándola y se sentía importante. – Tú te acabas de correr dentro de mi mujer, cabrón, déjame a mí. Dijo Joan a Fermín. – Joder deja que se las toque un rato – Mira como la tengo, deja que me descargue – Vale, pero en el sofá añadió ella ante la mirada enfadada de Fermín La puso a cuatro patas sobre el sofá y la comenzó a montar, las tetas le pendían preciosas, parecían todavía más grandes, Fermín se sentó en la otra parte del sofá, frente a la cabeza de mi mujer, de esa forma podía tocarle las tetas que le colgaban como campanas. Ella consentía que la sobaran y la follaran a la vez, le hubiera gustado poder chuparla a Fermín, pero la tenía flácida y era pequeña, con todavía gotas de semen en la puntita. Fermín no podía dejar de hacer el tonto, divirtiéndose con las tetas de mi mujer, bromeando con Joan que le percutía el culo como podía y chocándose la mano con su amigo: Vaya tetas, joder. La situación era deliciosa, el intenso olor a sexo y la tensión sexual era brutal, aunque si había que poner nota, creo que la mujer de Fermín era la mejor, y Sergio el más afortunado, ahora le daba a ella por el culo, ella empezó quejándose, pero luego parecía disfrutar. El cabronazo, sabia follar bien y ella lo facilitaba. Eso sí, yo podría decir que la colombiana se había corrido por qué me dijo que parara, y la deje en un sillón mareada, me había durado poco. Así que busque a la blanducha que volvía del aseo, sin su pantalón y luciendo unas braguitas brasileñas muy monas. era ancha de caderas, tenía un buen pandero, firme, igual que sus pechos que fue lo primero que metí en mi boca, la senté en la silla y le baje las bragas y le comí el coño, ella empezó a gemir y dijo: follame, puse un cojín en el suelo, la tumbe y se la metí hasta el fondo, mientras la miraba a los ojos, penetrándola con tranquilidad, disfrutando de su cuerpo blanco lechoso, no era mi tipo pero el morbo de hacerlo con la novia de mi mejor amigo, me hacía tener la polla tensa y potente, y más cuando ella dejo de estar callada a emitir ligeros gemidos de placer, que fueron creciendo y motivándome a incrementar mi velocidad de movimientos, hasta no poder dejar de soltar toda mi leche dentro de ella, que me sonreía satisfecha. ientras mi mujer acababa de recibir una buena descarga de leche en todo el coño del gordo de Joan, que aun buscaba los abundantes pechos para acariciarlos. Y Sergio tenía que acabar con el mejor de sus sueños, dejando a la atractiva mujer de Fermín con el culo al rojo y metiéndola en medio de las grandes tetas de mi esposa que de rodillas lo satisfacía agradecida, moviendo sus pechos, esperando recibir toda su espesa virilidad. Córrete en mis tetas, vamos suéltalo. Vamos En unos segundos todos vimos un buen río de semen deslizarse entre los voluminosos senos, ella lo restregó en ellos dejándolos húmedos y brillantes. Y ahí acabó todo, todos disfrutamos y no se todavía si seguimos siendo amigos.