Cuarentena sexual.

Acepto ser un esposo cornudo, disfruto ver cómo se cogen a mi esposa.

Cuarentena sexual.

Estábamos caminando por un extraño lugar. Un poblado donde había muy pocas personas, yo había bebido de más y me costaba mucho caminar, la gente nos miraba divertida, mientras yo luchaba por no caer, el viento jugueteaba con mi falda, levantándola un poco, dejando al descubierto lo que llevaba debajo, avergonzada trataba de cubrir mis piernas, pero el viento se oponía a mi resistencia. Me acariciaba como si fueran cientos de manos que trataban de arrancar la delgada tela de mi cuerpo.

De repente… ¡sentí unas ganas incontenibles de orinar! Miré a todas partes, pero no había a donde dirigirme, seguimos caminando y justo al pasar frente a un grupo de hombres que estaban sentados bebiendo cervezas… sucedió lo inevitable. ¡No pude contenerme así que baje mi ropa interior y orine ahí delante de esos hombres! Todos incluido tú… me miraban atentos, mientras la orina corría como un pequeño río, fueron los minutos más eternos de mi vida, después de subirme la ropa, apreté con fuerza tu brazo y seguimos caminando sin mirar atrás.

Lentamente fuimos alejándonos de ese extraño pueblo. Ahora caminábamos por un lugar rodeado de árboles, pero… ¡estaba completamente desnuda! Ahora el viento podía acariciar todo mi cuerpo a su antojo, caminábamos sin rumbo, en silencio… ¡en algún momento apareció un hombre desconocido! En ese momento… ¡me tenía sentada sobre sus piernas, acariciaba mi cuerpo, apretaba con las yemas de sus dedos mis pequeños pezones hasta hacerme sentir dolor…!

Tú… solo te limitabas a observar como ese hombre me cogía ahí, a escasos centímetros de donde estabas; trataba de resistirme, me aterrorizaba el tamaño de su verga, pero él… ¡tenía los ojos inyectados por la lujuria! Sus dedos entraban sin piedad en mi rajita, poco a poco fue pasando el dolor y dio paso al placer, un placer morboso; yo cabalgaba su verga mientras te miraba, mis gemidos rompían el silencio de la noche; estaba como poseída, no deseaba que ese momento de placer terminara, podía sentir la penetración a fondo… ¡Sentí su semen correr dentro de mí! ¡Fue ese el momento cuando desperté!

El sueño de Silvia había sido tan real. Ya había terminado de contarme y ella… seguía temblando y su cuerpo estaba bañado por el sudor, fui a la cocina por un vaso de agua y se lo ofrecí, no se me ocurrió decirle nada, solo le dije que tratara de dormir, apague la luz y ella se acurruco en mi pecho.

Minutos después volvió a quedarse dormida, sin embargo suspiraba repetidamente, yo cuidaba su sueño, me preguntaba si seguía teniendo otro sueño erótico, en realidad… hacía varios días que eso ocurría, lo sabía porque… siempre se movía inquieta y su cuerpo estaba mojado por el sudor, sin embargo esa fue la primera ves que logro despertar y fue ella misma quien me contó lo que había soñado.

Por la mañana. Parecía que había olvidado lo ocurrido durante la noche. No me dijo nada y yo respeté su silencio; ese día fue difícil concentrarme en mi trabajo, no dejaba de recordar e imaginar su sueño, demasiado caliente y morboso.

Después de pensarlo mucho. Llegué a la conclusión que todo se debía a la falta de sus aventuras sexuales, estábamos por cumplir un año de esa terrible situación de la pandemia, tiempo en el que ninguno de sus amantes ocasionales le llamó; yo me esmeraba en atenderla, pero no lograba calmar su apetito sexual… aunque ella no me lo dijera, yo sabía que su cuerpo necesitaba las caricias de otro hombre, entonces decidí darle una sorpresa, inicie a buscar en algún foro a alguien que estuviera dispuesto a satisfacerla, a calmar la hoguera que la acosaba por las noches, fui descartando a varios candidatos, hasta que encontré a quien sería el amante perfecto…

Sostuvimos una charla durante un par de horas. Al final acepté reunirme con él en algún lugar, previó al día que conocería a mi esposa, así lo pidió él…

Mauro… ¡un hombre que impone respeto! Su apariencia fuerte y viril hace que se le mire con superioridad, y desde un inició dejó en claro que también le gustaba que lo respetaran…

¡Eres demasiado joven para buscar a hombres para tu esposa! Sin embargo, es aplaudible que lo hagas; antes de segur adelante, quiero que en todo momento me trates con respeto, debes dirigirte hacia mi con si señor o usted… ¡es importante que lo hagas! Por eso deseaba conocerte antes para saber en que terrenos pisaré.

¡De acuerdo… como usted diga!

Excelente, ¡estamos iniciando bien!

Mauro me hizo muchas preguntas tanto de Silvia como mías. Deseaba saber todo de ambos, hasta el más mínimo detalle, por momentos me hizo sentir incomodo con algunas preguntas, pero respondí a todo con la verdad.

Lo que me haz contado es importante. Ahora sé que pasaremos buenos momentos al lado de tu esposa. ¡Eres un cornudo poco común! Solo te hace falta ir más a fondo para disfrutar tu gusto de ver a tu esposa siendo cogida, ese es el verdadero placer… mirarla mientras es penetrada, escuchar sus gemidos de placer; mirar el justo momento cuando tiene otra verga en su boca, esos momentos no tienen precio.

Yo te ayudaré a dar ese paso. Solo… ¡se un buen chico y sobre todo, sé respetuoso conmigo! Si obedeces todo lo que yo te diga, seremos buenos amigos, ahora… ¡quiero que el próximo viernes prepares a Silvia para mí! Ella no debe saber que iré… tienes que ser discreto, el viernes al medio día, le dirás que se bañe y le pedirás ponerse las ropas que tu elijas… recuerda que me la entregaras así que ese día me daré cuenta de tus gustos al vestirla para mí.

Ahora bien… ¡tienes tiempo suficiente para arrepentirte y no hacerlo! Pero si llamas… ¡entonces no habrá vuelta atrás! Silvia será mi juguete sexual y tú… solo serás el cornudo dispuesto a disfrutar de una doble vida llena de placer.

Los siguientes días fueron toda una lucha interior por decidirme, me aterraba la idea de que Mauro terminara adueñándose de mi esposa, pero… su actitud, su forma de sentirse superior me hacía pensar que a Silvia le gustaría mucho esa nueva aventura, ya que ella muchas veces me ha pedido que la trate como si fuera mi esclava, cosa que no comparto.

Entonces… ¿Por qué no darle ese gusto de hacerlo realidad con Mauro? El viernes por la mañana le pedí salir a comprar algunas cosas, solo lo hice para buscar en su guardarropa lo que se pondría, apenas salió de casa busque y en realidad todas sus ropas la hacen verse sexy… pero al recordar las palabras de Mauro, decidí vestirla de forma por demás sugestiva, tomé un bodi en color blanco y lo dejé sobre la cama, volví a la sala y esperé su regreso.

Respiré profundamente para comportarme con un poco de superioridad, no fue fácil hacerlo, pero dio resultado.

Silvia… ¡quiero que te bañes…después cuando salgas…ponte la ropa que dejé sobre la cama!

Me miró interrogante. Pero de inmediato cambió su actitud, se aproximó y me dio un beso en la mejilla, fue a la recamara y la escuche entrar al baño, mis nervios aumentaron considerablemente, los minutos me parecían eternos, por fin la puerta de la recamara se abrió y ella entro con una actitud que yo no esperaba.

Llevaba la cabeza agachada. Actitud tímida y sumisa, sin levantar la mirada dijo lo siguiente con palabras entrecortadas.

¿Así querías verme? ¿Te gusta como me veo?

Trague saliva al recorrer su cuerpo semidesnudo, la prenda no cubría prácticamente nada de su desnudez, podía ver sus pezones erectos y las aureolas color canela, sus vellos púbicos aprisionados por la delgada tela. Su cabello recogido, labios pintados con rojo carmesí, las uñas de sus manos pintadas en color verde agua, las zapatillas negras de tacón alto le hacían verse más sexy…

¡Quiero que pases el resto del día vestida así! ¿Alguna pregunta?

¡No!

Tímidamente se aproximó y me dio un beso apasionado en la boca, sentí deseos de hacerle el amor en ese momento, pero debía respetar las reglas del juego, dio la vuelta y fue la cocina a seguir con sus labores, las horas pasaban lentamente, yo estaba muy excitado y tenía una buena erección, solo de imaginar lo que sucedería esa noche en mi propia casa.

El timbre del teléfono me hizo sobresaltarme nervioso. Rápidamente respondí al ver que era Mauro.

¡Buenas tardes señor Mauro!

¿Estás preparado? ¿Quieres dar ese paso?

Si… hice lo que me ordeno. Silvia lleva todo el día vestida con las ropas que le encontrara puestas y no sabe nada. Yo… ¡se la entregaré tal y cómo lo acordamos!

Le di la dirección de la casa y dijo que llegaría en una hora aproximadamente. Me preguntaba que pensaba mi esposa, quizá presentía algo… no lo sé, ella solo se comportaba con naturalidad, no le molestaba mostrar la desnudez de su cuerpo, ahora el tiempo comenzó a pasar rápidamente, mis nervios aumentaron considerablemente, sentí un nudo en la garganta cuando el timbre de la entrada se escucho, Silvia fue a verme y me pidió abrir mientras ella se cambiaba de ropas.

¡No es necesario que te cambies! ¡Quien ha llamado a la puerta es un amigo que espero! ¡Quiero que le causes buena impresión!

Sin protestar o cuestionarme. Se quedó de pié en medio de la sala, abrí la puerta y ahí estaba Mauro, vestido impecablemente, un traje negro con zapatos negros perfectamente lustrados.

¡Buenas tardes…pase usted!

Silvia apretaba sus pequeñas manos mientras me miraba interrogante, quizás preguntándose quien era ese hombre y porque lo trataba con tanto respeto.

¡Supongo que ella es Silvia!

Si… discúlpeme la torpeza… ¡Silvia…te presento a don Mauro! Él… viene a conocerte.

Me sentía estúpido en ese momento. Volví a respirar profundamente antes de hacer la entrega de mi esposa a ese hombre.

Don Mauro… ¡le hago entrega de mi esposa! Ella le obedecerá en todo cuanto le pida, yo…le pido que… calme el calor de su cuerpo, que apague la hoguera que la esta consumiendo.

Silvia… de este momento en adelante… ¡deberás obedecer a don Mauro en todo cuanto te pida hacer…! Tendrás que aceptar ser de su propiedad…

Silvia extendió su pequeña mano y se la entregó en silencio a don Mauro, estaba como fuera de toda realidad, por fin sus palabras salieron de su garganta, trató de cubrir su desnudes y se apresuró a dar una explicación, pero don Mauro no le permitió continuar.

¡Mucho gusto señor Mauro! ¡Yo…le pido mil disculpas por estar vestida de…!

No tienes porque disculparte… me gusta como estas vestida, ahora… antes de seguir conociéndonos, quiero que aceptes las primeras reglas del juego, en todo momento deberás dirigirte hacía mi persona con respeto, Don o señor… tendrás que vestirte tal y como yo te lo pida… ¡si me gusta tu actitud…te haré pasar los momentos más placenteros de tu vida!

Sentado en el sillón miraba cómo ese hombre seducía a Silvia, no tenía permitido hablar, solo debía observar, charlaron de algunas cosas personales, había pasado quizá una hora tiempo en el que bebieron unas 3 copas cada quien… supe que el momento había llegado cuando él se puso de pié y soltó el cinturón, sin dejar de observarla comenzó a desnudarse, cuando se despojó del bóxer… su verga quedó expuesta, era larga y aún estaba flácida… a partir de ese momento, ¡sucedieron las cosas más morbosas que hubiera presenciado!

Arrodíllate.

Silvia obedeció. Se arrodillo quedando su cabeza frente a esa verga flácida, tímidamente abrió la boca y dejó que el trozo de carne entrara en ella… lentamente comenzó a chupar, haciéndolo de una forma magistral, Mauro esbozo una sonrisa y comenzó a decirle cosas morbosas.

¡Lo haces delicioso! Esa boca fue creada para dar placer… de ahora en adelante, serás mía, te enseñaré cosas que nunca haz imaginado, voy a convertirte en un objeto de placer, aprenderás a ser una buena esposa, una buena amante y una buena puta.

Silvia cerro los ojos tímidamente cuando le llamó puta. Pero pareció gustarle, pues puso más empeño en darle placer con la boca, la verga había cobrado vida, ya no le cabía toda, quizá un poco más de la mitad, no sé cuanto tiempo tardó mamando el trozo de carne, yo estaba muy excitado, apretaba con fuerza mi verga encima del pantalón.

Lentamente la despojó del bodi. Con suavidad la recostó sobre del sofá y la hizo abrir las piernas, ahora él comenzó a mamar su rajita, cerro los ojos y mordía sus labios, Mauro estaba haciéndola temblar de pies a cabeza… sus gemidos se escuchaban por toda la casa, cuando por fin decidió soltarla, ella se quedó recostada en el sofá, parecía no tener fuerzas…

Mauro se puso de pié y se aproximó a donde yo los observaba.

¡No seas tímido! Puedes desnudarte y masturbarte si lo deseas… ¡también tienes derecho a disfrutar!

Se sirvió una copa y la bebió de un solo trago, volvió al lado de Silvia y continuó con el juego sexual.

Se sentó a su lado y le dijo algo al oído… algo que no logre escuchar, ella se puso de pie y se acomodó en las piernas de Mauro, subió los pies sobre del sofá, y lentamente se fue penetrando ella misma, pude ver como esa verga se abría paso en su estrecha rajita, un rictus… ¡mezcla de dolor y placer se dibujo en el rostro de mi esposa cuando la tenía toda dentro!

Subía y bajaba… ¡despacio! Y conforme pasaban los minutos… la verga comenzó a impregnarse de un líquido viscoso y blanco… Silvia se movía lentamente, y por momentos se dejaba caer con fuerza ensartándose a tope.

Estaba como poseída. No la había visto comportarse de esa forma, su cuerpo estaba bañado en sudor como esa noche cuando soñaba ese sueño erótico. Nuevamente Mauro aproximó su boca al oído de ella para decirle algo, mordió con fuerza sus labios y comenzó a decir cosas que a Mauro le satisfacía escuchar.

¡Si… quiero ser su amante de planta! ¡Seré suya cuantas veces lo desee! Haré todo cuanto me ordene… seré una puta de verdad, seré… su esclava sexual, nadie… ¡nadie ni siquiera mi esposo podrá cogerme sin su consentimiento!

Un inmenso placer se apoderó de mí. Tímidamente me desnudé y tomé mi verga con mi mano, comencé a acariciarla lentamente mientras seguía disfrutando de ese espectáculo de ver a mi esposa penetrada por la verga de Mauro y escuchándola rendirse completamente a los pies de ese semental…esa noche vi a una Silvia diferente. Fueron varias las ocasiones que se arrodillo y mamo esa verga impregnada con sus propios jugos vaginales, la escuche decir las cosas más morbosas dichas por ella, la vi estremecer cuando Mauro eyaculo dentro de ella.

Mauro la tomó en sus brazos y se dirigió a la recamara llevándola acurrucada en su fuerte pecho. Su cuerpo atlético no parecía estar cansado, era el primer hombre de mediana edad con quien la dejaba coger, los seguí de cerca, vi cómo la dejaba suavemente sobre la cama, boca abajo… pensé que la penetraría por el ano, pero no fue así.

Esa noche solo estaba decidido a cogerla por la rajita. Apretaba con fuerza sus nalgas, lo mismo sucedía con sus pequeñas tetas, las cuales por cierto, me parecieron más hinchadas que de costumbre, parecían estar a punto de reventar, lo mismo sucedía con sus pezones, estaban erguidos y parecían dolerle cuando Mauro los succionaba con la boca.

No pude más… me apresuré a masturbarme mientras él aumentaba el ritmo del bombeo, al igual que Silvia, estaba bañado en sudor, lo miré ponerse tenso y soltando un gemido terminó eyaculando dentro de la rajita de mi esposa.

Lentamente se apartó… mientras ella se quedaba quieta, temblando, su cuerpo era presa de espasmo0s de placer, la miré esbozar una sonrisa… Mauro me hizo señas de dejarla ahí sola, fuimos a la sala, él se vistió mientras yo hacía lo mismo.

¿Qué te ha parecido?

Yo…tengo que agradecerle… ¡de verdad lo disfrute mucho!

¡Eso solo fue un adelanto de lo que sucederá en el futuro! Pon atención, la próxima semana llámame el viernes por la mañana, ese día te daré instrucciones.

Mauro sólo se despidió de mí… cuando se marcho, fui a ver a Silvia… tomó mi mano y la apretó con fuerza, solo me dio las gracias y se quedó profundamente dormida.

La contemple por varios minutos. Me sentí orgulloso por tenerla como esposa, recorrí su cuerpo desnudo, ahora ya no es el cuerpo de esa joven insatisfecha… ¡su cuerpo se está transformando…! ¡Ahora es un cuerpo que despierta deseo!

La semana siguiente… dio inició un verdadero cambio en nuestras vidas, cuando esté escribiendo la continuación…Silvia estará en casa de Mauro, aprendiendo a ser una verdadera mujer sumisa, entregada a su amo. ¡Al final… la cuarentena sexual ha terminado!