Cuarentena, coronavirus y mi lascivo vecino

[Escrito en Español de España] Vive como María hará lo que sea necesario por su novio durante esta pandemia. Este relato lo escribí para una amiga para ser leído desde su punto de vista, perfecto para chicas ;)

Llevamos dos meses de confinamiento, y ya estas desesperada… te da pánico tener que salir de casa y contagiarte del virus por, lo que sería lo peor, contagiárselo a tu asmático novio. Una neumonía en su estado con la sanidad desbordada podría ser fatal.

Pero la comida se acaba y tienes que salir sin remedio… hasta hoy.

Oyes la puerta, te asomas a la mirilla y efectivamente… ahí va Manuel, tu único vecino de rellano. Con unos 70 años, siendo el primero que debería quedarse en casa, lo oyes salir CADA DIA, a comprar cualquier tontería para darse un paseíto. Te pone más enferma su pasotismo y egoísmo que viste la segunda semana de cuarentena, cuando abriste la puerta y le dijiste que debía quedarse en casa lo máximo posible por el bien de todos, a lo que respondió “he pasado una guerra, no voy a marchitarme en casa por un virus, y menos porque me lo diga una niñata”.

Pero hoy las circunstancias te han empujado a pensar un plan B, y por eso abres la puerta cuando Manuel ya está en la puerta de su casa a 3 metros de ti:

  • Buenos días señor Manuel
  • Buenos días Maria. ¿Que quieres?
  • Pues verás… necesito comprar algunas cosas pero no puedo salir, mi novio es una persona de riesgo y cada vez que voy al super siento que le estoy poniendo una pistola en la cabeza, y hace semanas que no hay entregas a domicilio en ningún sitio
  • Y yo que quieres que haga?
  • Pues había pensado que si me hicieras la compra… me la podrías dejar en la puerta y no tendría contacto con nadie, el riesgo sería mínimo.
  • Y porque iba a hacerte de chacha?
  • No es hacer de chacha Manuel… es por ayudar a un vecino, podría salvar una vida solo comprando un poco más! tu sales igualmente
  • Lo siento pero no bonita, y menos después de echarme la bronca la otra vez. No voy a hacerte la compra gratis
  • Hace dos meses que me echaron, mi novio no tiene ni paro, apenas puedo pagar las facturas… no puedo pagarte. Te lo pido por favor
  • En ese momento pese a estar lejos pudiste ver como la mirada del viejo se centraba fuertemente en una parte de tu cuerpo… y no eran precisamente los ojos
  • Si que puedes pagarme
  • Ah si?
  • Sabes que hace años que estoy viudo… muchísimo tiempo sin tocar a una mujer. Y esas tetas… me animarían a ir a comprar – dijo sonriente sin dejar de mirarlas fijamente
  • Pero que te has creído viejo verde!

Cerraste la puerta indignada y asqueada por la proposición del carcamal. Pero el problema no se había ido y esa noche ni pudiste dormir dándole vueltas, y al final decidiste hacer de tripas corazón y volviste a pillarlo en el rellano cuando salía a por su próximo paseo:

  • Buenos días señor Manuel
  • que… ¿así que te lo has pensado mejor?
  • aquí te dejo la lista de lo que necesito y el dinero, y cuando vuelvas con ello te dejaré que me toques un poco por el favor. Pero tendrás que estar bien calladito. ¿Estamos de acuerdo?
  • Volveré enseguida guapa

Ya se acercaba cuando le cerraste la puerta dejando la lista y dinero en el descansillo. Estabas temblando de nervios con lo que acababas de hacer… y ni siquiera había empezado todo.

Manuel volvió al cabo de poco. Mientras compraba comprobaste que tu novio, como siempre, se había encerrado en su cuarto y empezado una de sus sesiones maratonianas de juego online con los amiguetes a los que dedicaba la mayoría de su tiempo. Había pocas probabilidades de que le diera por salir pero para asegurarte aprovechaste la cerradura de su puerta (piso de alquiler) para encerrarle dentro con sumo cuidado. No se dio cuenta.

Abres la puerta preparada con guantes y mascarilla… unos leggins y una blusa sin sujetador. Le indicas a Manuel que deje las bolsas en el recibir y se siente, en una silla que has puesto junto a la puerta de entrada, lejos de la habitación de tu novio. El viejo ni siquiera va con guantes, así que le haces darse una generosa ración de gel desinfectante que siempre tienes a mano.

  • Bien. ¿Solo un poco eh? Y con cuidado
  • Claro guapa. Enséñame que tienes

Llegó el momento… ya no hay marcha atrás. Empiezas a desabrocharte botones y vas dejando al descubierto tus fabulosas tetazas. La cara del viejo mientras lo hacías era un poema, menuda mezcla entre ilusión y cara de salido. Piensas en cuanto haría que ese viejo ha visto algo como tu cuerpo, si es que ha visto algo a la altura, mientras te quitas todos los botones y con la camisa puesta te sientas encima de él. Siendo tan escuchimizado contigo encima tendrás más controlado lo que hace y te sientes más dominante de la situación.

Con lo bajito que es y el poco torso que tiene, la cabeza le queda justo a la altura de las tetas. No aparta la vista, no las coge, por unos momentos se queda embobado con el espectáculo que tiene delante.

  • Que ganas tenia de vértelas vecina
  • Shh! Cállate, hazlo y vete de aquí

Y finalmente… te coge las tetas con las dos manos y las empieza a sobar.

Las apreta, las mueve arriba y abajo y lentamente, las junta y las roza… el viejo está comprobando todo lo que dan de sí. No te lo puedes creer, estás dejando que un viejo juegue con tus tetas! Y te está dando bastante asco la cara de salido que pone mientras lo hace así que cierras los ojos por un momento y te intentas evadir.

Te imaginas que ese masajista con cuerpazo tremendo del gimnasio es el que está disfrutando de tu cuerpo. Al cerrar los ojos sientes aún más el tacto de esas manos sobando tus tetas sin parar, notas como esos dedos se animan y van a jugar con tus pezones, que al poco se ponen realmente durísimos.

Al menos pasan diez minutos así, que a ti te parece uno, cuando de repente notas algo muy frío recorriendo tu pezón izquierdo. Abres los ojos y ahí está: el viejo se ha venido arriba y su lengua está dando vueltas por el pezón.

  • Te dije que solo tocar! Con las manos! - le dices muy firme pero sin levantar un ápice la voz
  • No he podido aguantarme… además lo estás disfrutando. Seguro que el rarito ese de tu novio no te toca ni por obligación.

El condenado se había marcado un triple pero te das cuenta que tiene razón: desde lo del virus por seguridad no te has acercado a metro y medio de tu novio, dormís separados, e incluso antes de todo esto vuestra relación no era muy fogosa… y al él le da igual, parece que con los jueguecitos y los colegas es feliz. También te das cuenta de otra cosa: estás cachonda.

El viejo había vuelto a lamer después de soltar su frase y ni si quiera te había salido una respuesta, ni tampoco lo has intentado parar. De algún modo aunque te sigue dando asco ver la boca de ese viejo mamando tus tetas, estás disfrutando sus lametones y chupetones y lo dejas hacer. Esto es de locos!

  • Sabía que estoy iba a gustarte – dice con una sonrisa pícara
  • Cállate y come viejo verde – le dices mientras coges su cabeza y la llevas a tu teta

El viejo cada vez se viene más arriba y te pellizca los pezones, te los estira fuerte con la mano, te los muerde… te las está maltratando pero a más duro más cachonda te pones, mordiéndote los labios para no gemir. Gritarías pero no puedes hacer ni un ruido… y tienes que hacer un esfuerzo especial cuando notas unos dedos buscando la entrada de tus leggins.

Lo miras fijamente, y él a ti sin apartar la vista, ni su boca que está mamando tu teta, chupando el pezón entero y dejándolo ir una y otra vez. Ninguno dice ni una palabra pero casi se podría decir que se da esta conversación con la mirada:

  • Ni se te ocurra meter la mano cabrón asqueroso
  • Voy a meterla
  • No sigas

(sus dedos ya casi alcanzan tus labios)

  • No vas a pararme
  • Que te jodan

Y notas como uno de sus dedos pasa torpemente por tu clítoris buscando la entrada, y cuando la encuentra te lo mete entero. Estas ya tan empapada en ese momento que te entra del tirón. Con poca delicadeza, lo saca y te mete dos. Esta siendo muy bruto pero te estás muriendo de gusto.

No pasa mucho tiempo cuando su boca y sus dedos te tienen a punto de explotar… y te parece oír un ruido al otro lado del pasillo en la puerta del cuarto de tu novio. Saltas como un resorte de encima del viejo, y le susurras VETE, VETE! mientras te abrochas la blusa a toda prisa mirando nerviosa hacia la puerta. Manuel te ve tan alterada que se levanta sin más y se larga. Menudos pajotes se va a hacer recordando el festín que se acaba de dar.

Tu te acercas lentamente a la puerta de tu novio… y lo oyes soltar tonterías con sus colegas como siempre. Falsa alarma!

Así que pones a lavar todo lo que llevabas y vas directa a la ducha a desinfectarte bien… no puedes dejar de darle vueltas a todo lo que ha pasado, y mientras te enjabonas te sorprendes a ti misma masturbándote recordando como se aprovechaba de tu cuerpo el viejo. Puto asqueroso… pero quieres más