Cuarenta y cinco días con Laura (Séptima Parte)

Dani sabe que ha metido la pata hasta el fondo, pero... ¿Dejará Laura correr el agua como si nada hubiese pasado?

-¡Laura, espera por favor! -grité al ver a mi hermana entrar llorando en nuestra casa.

-¿Pero qué pasa, Dani?, ¿estás bien? -preguntó Irene extrañada al escucharme.

La chica no se había dado ni cuenta de las miradas que Laura y yo habíamos intercambiado mientras ella seguía disfrutando del roce de mi bragueta contra su entrepierna.

-No pasa nada, tengo que irme -dije nervioso apartando mis manos de sus nalgas, para después agarrarla por la cintura y tratar de quitármela de encima.

-De eso nada, guapo -me susurró al oído mientras me sujetaba por los antebrazos- Tú no te vas a ninguna parte… ¿Me vas a dejar así…? ¿No me puedo ir con este calentón? En casa de mi abuelo tengo una habitación para mí… ¿Por qué no entramos, nos terminamos esa botella, y acabamos lo que hemos empezado?

La voz obscena que me susurraba desde el interior de Irene, sonaba como un eco que se encontraba a cientos de metros de mí. Mi mente estaba en otra parte y en otro momento; justo veinte segundos antes, cuando vi a Laura romperse por la mitad al ver como el borracho de su hermano le era infiel con la primera chica guapa que había tonteado un rato con él.

-¡Que me dejes, joder! -la grité sin merecérselo, a la vez que conseguía quitármela de encima de malos modos, cogía el paquete de tabaco, y me disponía a irme.

-¡Espera, Dani! ¡Vamos a hablar… No entiendo nada! -exclamó la pobre chica, mientras me agarraba del brazo sin comprender cómo yo había roto, sin venir a cuento, uno de los momentos más eróticos de toda su vida- ¿Y quién es Laura?, ¿por qué has gritado ese nombre?...

-Tu, tu no lo entenderías -tartamudeé- Me tengo que ir… Siento lo que ha pasado…

No dejé ni que me respondiera; salí corriendo a buscar a Laura para tratar de explicarle lo sucedido. ¿Pero qué coño le iba a explicar?... Me sentí culpable por ni siquiera decirle adiós a esa guapa joven a la que había dejado de piedra con mi actitud, sin ni siquiera darle alguna razón de mi huida. Pero ya hablaría con ella; ahora necesitaba ver a mi hermana.

Cerré la puerta después de entrar en casa, y dejé las llaves y el paquete de tabaco encima del mueble recibidor que había en el pasillo. Fui corriendo medio mareado, a causa de los nervios y los efectos de la bebida, en busca de Laura; limpiando los restos de saliva de mi cara, mientras pasaba la lengua por mis dientes tratando inútilmente de quitarme de la boca el sabor a vino que había en ella.

Fui primero a su habitación, pero allí no estaba; luego a la mía, y después al salón, pero ni rastro de mi hermana. Nunca me había parecido tan grande esa maldita casa, hasta que llegué a la cocina.

Allí estaba Laura, apoyada  sobre la espalda en la misma encimera en la que yo la había dejado desnuda de cintura para abajo después de consumar mi vergonzoso polvo mañanero, mientras tapaba su preciosa cara con las manos tratando de ocultar las lágrimas que salían de sus ojos.

-Laura, cariño… Perdóname -dije arrepentido al verla en ese estado por mi culpa.

-Déjame en paz -respondió con la voz rota tratando de reprimir el llanto.

-Laura, yo… No sé lo que me pasó… Bebí mucho vino mientras hablaba con… -susurré sin saber lo que decir y me acerqué a ella, para después poner mis manos en sus muñecas tratando de bajar sus brazos.

-¡Suéltame, hijo de puta! -gritó y me soltó un tremendo bofetón después de apartarme de ella- ¡No te atrevas a tocarme, pedazo de mierda! -y volvió a chillar, mientras yo me llevaba una mano a la mejilla instintivamente, y veía lo que el llanto había causado en sus enrojecidos e hinchados ojos.

"Ni se te ocurra moverte del sitio, payaso… Aunque nuestra hermana coja el rodillo de amasar la harina y lo estampe contra tu cabeza"

-Yo… Yo… -no sabía ni lo que decir; y bajé la cabeza avergonzado.

-¿Tú, qué, ehh? ¿Tú, qué? -preguntó gritando con rabia- ¿Crees que no te he estado observando mientras te hinchabas a vino y no parabas de fumar con el Tío Antonio? -mientras la escuchaba pensaba en el tiempo que llevaría mirándome desde la puerta- ¡Si, joder, si! Llevaba un rato ahí… -parecía que leía mis pensamientos- Había salido a ver por qué tardabas tanto, y te encontré en la puerta del vecino… Me jodió muchísimo ver cómo te hartabas a tabaco, aún sabiendo lo que yo lo odio… Pero no te quise interrumpir, porque estaba viendo lo bien que lo estabas pasando con el abuelo. Y pensé… Bueno, ya le echaré una reprimenda después…-hizo una pausa y tragó saliva- Pero luego apareció esa chica y se puso a tontear contigo… Y tú le seguiste el juego… Y al final…

No podía seguir hablando al recordar lo que había visto desde esa puerta, y volvió a romper a llorar mientras se llevaba otra vez sus manos a la cara.

Hubiese dado treinta años de lo que me quedaba de vida, por retroceder treinta minutos en el tiempo y poder borrar de su cerebro lo que había visto Laura, y que la estaba destrozando el alma mientras lo rememoraba una y otra vez en su cabeza. Pero no podía hacer nada, ya era tarde.

-Laura, yo había bebido mucho… Y ella dijo algo que me recordó a ti… Y vi tu rostro en su cara, y…

-¡Que te calles! -y volvió a abofetearme la cara con más fuerza si cabe- No te atrevas a decir que fue el alcohol, o que pensabas en mi cuando te enrollabas con esa puta… ¡Ni se te ocurra, pedazo de basura!.

"Cállate, colega… No lo empeores más"

-Lo siento, Laura… No sé qué decir…

-¿No sabes que decir, no?, pues yo te diré algo. Te quería más que a mi vida… Y aunque sabía que éramos hermanos, ya no me importaba; sólo quería estar para siempre a tu lado… Pero acabo de ver que eso no es lo que tú sentías por mí. A la primera ocasión que otro coñito se te ha arrimado, no te lo has pensado ni un momento… -me escupió en la cara y continuó desahogándose- Me has faltado el respeto, pedazo de cabrón… Me has roto el corazón, hijo de puta -dijo para terminar, y salió de la cocina llorando otra vez.

Nunca me había sentido tan sólo en mi vida cuando ella se fue. Sabía que todavía nos quedaría mucho tiempo en esa casa para estar juntos, y haría lo imposible por volver a recuperarla, costara lo que costara. Pero algo me decía que podía haber acabado de perder lo mejor que me había pasado en la vida cuando Irene apareció tras esa puerta.

Me llevé los dedos a la cara cuando noté algo sobre ella. Era un hilo de sangre. Laura me había partido el labio y ni siquiera me había enterado.

Volví a recordar todo lo que me había dicho mi hermana hacía unos minutos, y empezó a darme vueltas la cabeza. Mi vista empezó a nublarse, y mi estomago comenzó a contraerse a causa del mareo.

Logré llegar al fregadero y vomité hasta la última gota de vino que había en mis entrañas. Me quedé mirando los restos del líquido rojizo que no habían caído por el desagüe, mientras mi garganta empezaba a dolerme por el esfuerzo de las contracciones. Empecé a llorar como un niño, mientras golpeaba con el puño la encimera, tratando de pagar con el mármol lo que mi cuerpo se merecía por haber hecho tanto daño a mi hermana.

Esa fue mi primera penitencia…

Cuando logré recomponerme y secar mis lágrimas, abrí el grifo y dejé correr el agua hasta que desapareció la última gota de mi vergüenza. Al terminar cogí un trapo y me limpié la boca, pero es sabor rancio del vino, y de la traición, seguían ahí.

Sentí que la cabeza me iba a estallar por el dolor. Entre la borrachera, que se me había medio pasado al  ver a mi hermana en ese estado por mi culpa, y el par de bofetadas que merecidamente me había llevado, pensé que lo mejor sería tomar una ducha con el agua bien fría, a ver si con eso aclaraba un poco la mente.

Me dirigí al baño que teníamos en la planta de abajo, pensando que Laura habría subido a su habitación para no verme más en todo lo que restaba de día. Pero volví a equivocarme…

Al aproximarme al servicio vi que había luz tras la puerta; que se encontraba medio abierta. Mi hermana no había subido a ningún sitio, se encontraba allí, y no había cerrado; como siempre lo hacía. Pero sabía que esa vez no había sido por las costumbres que había en mi familia, y que tan poco me gustaban. Algo me decía que Laura quería que presenciase lo que ocurría en esa estancia de la casa. Me acerqué sin hacer ruido y abrí la puerta del todo. Y sin traspasar la línea invisible que el marco delimitaba, me quedé fascinado ante lo que mis ojos se aparecía tras la transparente mampara de ese baño.

El agua caía como una cascada sobre el desnudo y precioso cuerpo de mi hermana. Cada gota resbalaba sobre su piel lentamente, tratando de quedarse con ella para siempre. Hasta el líquido que nos da la vida disfrutaba de cada poro de esa diosa morena de pelo largo y salvaje.

Subió lentamente la cabeza mientras cerraba los ojos, a la vez que el agua hacía desaparecer hasta la última lágrima que se habían derramado antes sobre ese angelical rostro; limpiando las señales del dolor que traían consigo.

Cogió el bote de gel que había en un estante, y vertió buena parte de su contenido por todo su cuerpo, dejándolo en su sitio al terminar.

Llevó las manos hacia sus perfectos pechos, que se mostraban imponentes entre la humedad , para acariciarlos con ternura; frotando con sus dedos todo su contorno, y haciendo hincapié en las circulares aureolas a las que coronaban sus duros pezones.

Después de un par de minutos (que a mí me parecieron horas), bajó lentamente las manos hacia su tonificado abdomen; que agradeció la delicadeza con la que su dueña lo mimaba, mientras sus dedos esparcían la espuma por todo su fina superficie.

Luego le tocó el turno a sus hombros y espalda, que fueron masajeados con ternura, intentando hacer desaparecer la tensión acumulada de ellos.

Hasta que llegó a sus prietos glúteos, para frotarlos después con la misma intensidad que sus senos habían recibido momentos antes.

Metió su dedo corazón lentamente entre la línea de sus nalgas, dando luz a toda la oscuridad que entre ellos se escondía.

Volvió a coger el bote, pero esta vez el verde líquido que salió de él lo acogió en su mano derecha. Tras un momento que se me hizo eterno, la llevó hasta el interior de sus muslos, para terminar subiendo después, y morir en su depilado y turgente sexo; que agradeció tan placentera visita por parte de Laura.

De su boca salieron varios quejidos de placer cuando un par de dedos se introdujeron lentamente en el interior de su vagina; limpiando sus húmedas paredes con sus yemas. Se masturbaba con tal delicadeza que los gemidos aparecían suspirando entre sus labios… Y así continuó durante unos minutos, disfrutando de las sensaciones que su sexo la regalaba.

Pero después pasó algo en su cabeza que sólo ella sabía, e iba a conseguir dejar un recuerdo en mi mente que nunca he podido olvidar.

Laura paró de golpe lo que estaba haciendo, y bajó su mirada hacia su entrepierna, para quedarse fija en ella.

Una de sus manos empezó a moverse frenética entre sus muslos, mientras la otra amasaba sus tetas y pellizcaba con saña sus endurecidos pezones. Sus dedos follaban con tal rabia su palpitante coño, que a cada violenta intrusión, parecía querer destrozarse la vagina con ellos.

Los dulces gemidos que en un principio acompañaron al placer que su masturbación le estaba dando, pasaron a convertirse en gritos de desahogo que todo su ser reclamaba por el dolor que su alma sentía.

Creo que mi hermana jamás había llegado a maltratar con esa desesperación su hinchada vagina… Pero quería sentir más dolor… Necesitaba sentir más dolor.

Apoyó en los resbaladizos azulejos la mano  con la que se había desquitado con sus enrojecidos pechos, dejando en ellos las marcas de arañazos que sus largas uñas sellaron a su paso, y abrió sus piernas todo lo que pudo.

Juntó las yemas de sus cinco dedos, y trato de introducirse la mano entera en su interior una y otra vez, mientras los chillidos acompañaban a cada embestida de su brazo; hasta que los nudillos pusieron el límite a su salvajismo.

Pero tenía que terminar lo que había empezado… Y separando su pulgar, introdujo a sus cuatro hermanos de golpe en su abierto coño, para seguir follándolo con tanta violencia que vi como un hilo sanguinolento se escurría sobre el interior de sus muslos. Pero no paró… Y se siguió destrozándose por dentro más y más, mientras apretaba los dientes machacando su mandíbula, aguantando como una guerrera el suplicio que se estaba infligiendo a sí misma.

Hasta que su cuerpo defendiéndose de la única forma que podía, se rindió ante su dueña tensando todos los músculos de su ser, y expulsando de su vientre chorros y chorros de flujos y orina; que acompañaron como si de una explosión se tratase, al orgasmo más tremendo, terrible, y doloroso que jamás había tenido.

Cayó de rodillas rendida por el esfuerzo, mientras su cuerpo no paraba de temblar, desahogando todo el sufrimiento que al que había sido sometido.

Cuando recobró la respiración, sacó sus encharcados dedos de su matriz, de la que aún salían gotitas de sangre a causa de algún desgarro que su locura había provocado en el interior de su vagina.  Logró incorporarse de nuevo apoyando sus manos en la pared a cada palmo que su cuerpo subía, mientras de su boca salía un largo y quejumbroso suspiro, diciéndola que por fin había acabado todo.

Volvió a frotar su morena miel con delicadeza, quitándose los restos de jabón que quedaban en ella. Retiró su negra melena hacia atrás con las manos, y poniéndose firme otra vez, dejó que el agua volviese a envolver su magnífica figura.

Si había algo que mi hermana tenía que pagar, ese baño y yo habíamos sido testigos de que lo había hecho con creces.

Empecé a llorar a causa de lo que le había visto hacerse así misma a esa perfecta mujer que había tras el cristal. Ni siquiera el observar como su desnudez recobraba la tranquilidad bajo el agua, podía ofrecerme algún consuelo. Pero aún faltaba algo más…

Un nudo en la garganta me quitó el aire al fijarme en como su cabeza se movía en mi dirección, y posaba su triste mirada en mi miserable vista. Tensó los labios (esta vez sin fingir como cuando jugaba conmigo), y sus ojos volvieron a deshacerse en lágrimas cuando me vio, mientras yo bajaba la cabeza y apretaba los puños hasta clavarme las uñas en la carne.

Si hubiese tenido una pistola en ese momento me hubiese volado los sesos de un balazo, para poder pagar de alguna forma si pudiese el daño que la había hecho a Laura; pero no tuve tanta suerte…

Cerré la puerta y me fui de allí; como el cobarde que era, y que siempre había sido.

Esa fue mi segunda penitencia…

Me tomé dos aspirinas y me fui al sofá a intentar dormir un rato. Sé que no lo merecía, pero mi cerebro lo necesitaba urgentemente. Ya remojaría mi cabeza después.

Mientras empezaba a quedarme dormido arropado por el silencio incómodo de esa tarde, entro mi hermana en el salón y se sentó en el sillón que había frente a mí; subiendo sus pies en él, y separando sus rodillas para que pudiese ver bien el interior de sus muslos y las braguitas blancas que se había puesto después de la ducha.

Ni siquiera me miró… Supongo que sabía que yo no quitaba la vista de su entrepierna, fascinado por lo que esa mañana ella puso a mi entera disposición, y posiblemente jamás volvería ni a oler.

En esa situación estuvimos más de media hora; mientras el incómodo silencio que reinaba, y el morbo que me daba ver a mi hermana así, hacían que mi pene volviese a crecer sin control bajo mis pantalones… Y ella se estaba dando cuenta.

Cogió su móvil mientras seguía viendo la tele como si no pasara nada, y marcó un número de teléfono.

-Hola guapo, ¿Qué haces? -hizo una pausa mientras un dedo empezaban a juguetear con su pelo aun mojado- Es que estaba aquí sola, y he pensado en llamar a mi niño.

"¿Su niño?... ¿Pero con quien cojones está hablando?"

-No sabes lo que te echo de menos… Puff, que ganas tengo de volver a casa y verte de nuevo -susurró como si no la viese nadie mientras le hablaba al teléfono.

" Pero bueno… ¿Es que no ve que estamos delante? Déjalo, merezco todo lo que me pase".

-Que bobo eres… -dijo mientras sonreía- No seas tonto, anda… Yo sólo te quiero a ti, cari -silencio- Ya sabes que no puedo salir de casa; no me voy a liar con nadie de este pueblo…

"¿Pero con quien cojones está hablando esta tía" Seguro que es algún moñas del gimnasio… Olvídalo, y cállate de una vez . ¡No me sale de los huevos!"

-Además, después de lo que me hiciste en tu coche la última vez, no pienso en otra cosa que no sea en volver a repetirlo -dijo mientras cerraba los ojos, y se mordía los nudillos con los dientes.

"¡Pero di algo, pedazo de marmota… Que estamos delante!... No voy a decir nada, cierra el pico de una vez".

No te enfades, cari… Ya sabes que no me gusta que me agarres del pelo mientras te la estoy mamando… Ya sé hacerlo bastante bien yo solita… Deberías saberlo -susurró mientras su mano empezaba a adentrarse por debajo de su camiseta.

"¡Y encima nos cuenta como se la chupó a ese hijo de puta, manda pelotas! Eso sí, Laurita para eso es única, hay que reconocerlo… Calla por favor … Vale, vale, ya me callo… "

-Jooo, pero es que me ahogo y no puedo respirar… -hizo un mohín con sus labios  y continuó- Además, me salen muchas babas por la boquita, y luego me haces limpiártelas con la lengua… -hizo otra pausa mientras se reía-. Vaaale… La próxima vez te dejaré que me la metas hasta la garganta, feo… Pero luego me tienes que hacer lo mismo tu a mí en el chochito…

"¡Reacciona, so gilipollas… Tienes menos sangre que un guarro en matanza!... Calla, te lo ruego. Bastante tengo con oírla a ella como para encima aguantarte a ti … ¡Pues te jodes, que ya te lo avisé!... Vámonos a casa, que Laura nos espera, deja a esta guarra… ¿O no te lo dije?... Sí, lo hiciste".

-Pero me lo tienes que chupar como la última vez, ¿vale?... Ya sabes cómo me pongo cuando utilizas tu lengua tan bien ahí abajo -decía melosa mientras empezaba a jugar con su pezón bajo su fina camiseta, a la vez que escuchaba atentamente lo que decía alguien tras la línea.

Aguzar el oído para ver con quien estaba hablando sirvió de poco; por más que lo intentaba no conseguía escuchar nada. Mi hermana tenía tan pegado el teléfono a la oreja que me fue imposible. Aunque pensé que mejor que fuese así. Me habría muerto allí mismo si llego a sentir la voz de otro chico diciendo guarradas a mi Laura.

Tuve que intervenir sutilmente. Sabía que merecía todo lo que estaba escuchando, pero mi amor propio salió en mi defensa.

-Creo que podías irte a tu habitación, Laura… -cerró el puño y sacó lentamente el dedo corazón, mientras seguía a lo suyo.

-No es nadie, cari… El capullo de mi hermano, que ha pasado por delante. Seguro que viene de cascársela en la ducha, como hace todas las mañanas… -le dijo al móvil, sin darle importancia a mi interrupción.

"¡Hija de la gran puta! Deberíamos habernos follado a Irene delante de su cara… No digas eso, merezco lo que me haga".

-Ummm… Y qué forma de follarme después, cabrón… Pensaba que me querías reventar el coñito con tu pedazo de polla… -siguió torturándome mientras dejaba sus tetitas, acariciaba su muslo, y llevaba la mano a la parte baja de su braguita, para retirar ese trocito de algodón y dejar su húmedo sexo al aire. Me quería suicidar...- Que forma de metérmela, hijo de puta… No sé cómo no escucharon los gritos mis padres desde casa… No me habían empotrado así en la vida, joder… -susurro como si yo no quisiese que la escuchase, mientras metía un dedo en su vagina y lo dejaba allí dentro.

"¡No me jodas! Y encima esto… Al final viene ese hijo de puta después de saltarse los controles de la Guardia Civil  y se la zumba delante de nosotros, gilipollas… No digas tonterías, sólo está hablando con su novio … ¿Con su novio? ¿O con cuál de ellos, lerdo?"

-Laura, no sigas por favor -la pedí mientras una lágrima descendía por mi cara. Pero ella ni siquiera me miró.

-¡No, por el culito no!... La vez que lo intentaste no me pudiste meter ni la puntita de tu rabo, pero me hiciste mucho daño… Acuérdate de cómo lloraba, mientras tu seguías apretando con fuerza… Eres muy malo, cari… -volvió a escuchar con atención, mientras empezaba a mover su dedo dentro de ella- Entonces vale, te dejo si te portas bien… Pero me lo tienes que chupar un poquito antes y meterme un dedito muy despacio para ir dilatando mi agujerito poco a poco, ehh… Si no me enfado y no dejo nunca más que intentes metérmela por ahí, ¿vale? -dijo con la misma voz de niña que me ponía a mí, y que ahora estaba disfrutando ese cachitas de mierda desde el otro lado.

"Menuda zorra que es nuestra hermanita… No la han follado el culo gracias a que lo tiene más cerrado que la defensa del Atlético de Madrid… Pero vamos, que ese hijo de puta va a tardar poco en ponérselo como los túneles de la M-30… No me martirices más, te lo ruego … ¡Que te follen! Habértelo pensado antes de enrollarte con Irene…"

-Para Laura, por favor -insistí mientras me frotaba los ojos tratando de contener el llanto (Pero que si quieres arroz, Catalina…).

-No, eso sí que no, cari… Que luego no me la sacas de la boca hasta que me la trago… Y sabes el asco que me da el semen… Cuando llego a casa me tengo que lavar los dientes dos veces antes de acostarme, del sabor que me deja tu lechita en la lengua…

"Y decía que nunca la había probado, la hija de puta, ¿te acuerdas, peque? ¿Te acuerdas o no, coño?... Sí que me acuerdo, sí… Te digo yo que este pendón se ha tragado más corridas que Isabel Pantoja en Las Ventas viendo a Paquirri, que en paz descanse el buen hombre…".

-Te dejo sola, Laura -dije serio mientras ella paraba de masturbarse y llevaba el dedo con el que lo había hecho hasta su boca, para después juguetear un rato con el dentro. Pero ahora sí que me miraba fijamente; mientras yo leía en sus ojos un "¡Te jodes, por mierda!".

-Oye cari, te cuelgo un momento, ¿vale?, que acaba de sentarse el payaso de mi hermano en el sofá… Me voy al servicio y te hago una video llamada desde allí… Vaaale, me intentaré meter los cuatro deditos… Pero sólo por qué me hiciste chillar como una perra cuando me corría sin parar mientras tú no parabas de follarme… -otra puta pausa eterna-. Que siii, tontito… Al día siguiente fui a la farmacia a por la pastilla… Sabes lo que me pone que termines dentro de mí, pero soy una niña prácticamente, y no me quiero quedar embarazada tan pronto… Pero eso sí, la próxima vez la pagas tu, que es muy cara… Mi hermano puede ser gilipollas, pero no me gusta quitarle los ahorros que tiene guardados para comprarse el último videojuego que sale -dijo a la vez que se reía a carcajadas-. Si ya sé que eso sólo lo hacen los perdedores como él, pero me da mucha pena el pobre… -terminó diciendo mientras me sacaba la lengua burlándose de mis lágrimas, y salía corriendo al baño de arriba para seguir con su particular sesión de "sexo on-line".

Ni haberla visto follando con otro tío me hubiese hecho tanto daño como aquellas palabras que salían por su boca, mientras hablaba con alguno de tantos a los que se habría tirado. Que engañado me tenía…

Pero supongo que eso no era excusa; en el fondo me lo merecía. Puede que hubiese jugado conmigo todos esos días, pero por lo menos me fue fiel desde que estábamos en el pueblo, no como yo.

Traté de olvidar lo ocurrido y encendí la televisión. Cambié y cambié de canal hasta que di con uno en el que estaban poniendo un documental sobre leones; justo en el puto momento en el que un felino solitario da una paliza al macho dominante de otra manada; y este viendo que no tiene nada que hacer, se va para siempre dejando al nuevo rey follarse a todo su antiguo harén, mientras él es desterrado de su paraíso para siempre.

Y viendo aquella representación animal del futuro que me esperaba por capullo, me quedé dormido sobre ese sofá que me había acompañado en mi desgracia; siendo ambos testigos de la forma tan cruel con la que Laura se estaba vengando de mi.

Esa fue mi tercera penitencia…

Pero el día no había terminado todavía, aún me reservaba otra sorpresa más.

Mientras mi cuerpo se revolvía intranquilo a causa de las pesadillas en las que un grupo de culturistas se follaban a mi hermana por todos lados; a la vez que el Tío Antonio destrozaba a la Tía Paca en una esquina; y yo llorando bajo una mesa después de haberme corrido sobre el muslo de Irene sin ni siquiera llegar a metérsela, unos golpecitos en mi frente me hicieron despertar de tan horrible letargo.

-¡Despierta, peque! Mira a quien he invitado a cenar esta noche con nosotros -gritó la preciosa voz de mi hermana, mientras yo me daba la vuelta rápidamente al oír lo de "peque" salir otra vez entre sus labios.

-¡Hola, Dani! -exclamó Irene agarrada a la mano de Laura.

"¿En serio?... No me jodas, hombre…".

Continuara…


Gracias por vuestros comentarios de los capítulos anteriores, y espero que os haya gustado este. Un abrazo a todos.