Cuarenta y cinco días con Laura (Quinta Parte)

Laura trata de consolar a su hermano, después de que este tardase en correrse cinco segundos una hora antes.

" No llores más, anda . Pero cómo no voy a llorar, joder. No te martirices… Pero cómo no me voy martirizar, hostias. Hace diez minutos estaba a punto de perder la virginidad con la chica más espectacular del planeta. Todo iba genial; todo estaba yendo a la perfección. Acababa de utilizar la lengua como una serpiente de cascabel en el coño de Laura... No te vengas arriba, Gengis Kan . Que si, coño… Mira qué forma de correrse… Igual se estaba orinando y no ha podido aguantar la criatura, pienso yo, aunque puedo equivocarme, claro. ¡Pues claro que te equivocas! Ya has visto el orgasmo que ha tenido . Vale, lo he visto . Pues eso… Podría haber sido mi último día como monaguillo. Podía haber salido por la puerta grande, como Manolete… Y ¡Zas!... Introduzco la punta en el interior de mi hermana diez segundos, y adiós . ¿Diez segundos, seguro? Qué más da un segundo arriba que abajo … Hombre, si hubiesen sido diez segundos, igual hubieses podido meter la picha hasta la mitad, no es por faltar. ¡Pues cinco putos segundos, copón! ¿Los has contado o qué?... Naturalmente que los he contado. Soy tu némesis, tronco. Pues podrías dejar de hacer más sangre… Bastante jodido estoy ya… De eso estoy seguro… Eres el único que hoy va a estar bien jodido, porque lo que es Laurita físicamente no creo (risas mentales) . ¡Calla, demonio ! Perdona, es que no puedo evitarlo… Tío, es que has tardado menos en correrte que un soltero en lo que limpia el piso (más risas mentales). ¡Cierra el pico! Perdona, Fernando Alonso (y más risas). ¡Ya está bien…! Espera, espera, que sigo… Has durado menos que España en el Festival de Eurovisión; o que un McDonald´s en Palestina . ¡Para, te lo suplico! Has durado menos que un negro en el Ku Klus Klan; o que un salchichón en la mesa de Falete… ¡Soy un puto fracasado, joder! He perdido la virginidad más rápido que la velocidad de la luz, coño. Bueno, bueno… Déjalo estar. Ya habrá otra oportunidad. ¿Pero qué otra oportunidad? Laura seguro que se está partiendo el coño de risa en la habitación. No creo que nuestra hermana tenga el coño partido, precisamente… ¡Nooooo, joder, soy un puto mierda! Vale, vale… Ya está, ya pasó. ¿Por lo menos ha pasado rápido para ella, no? (no para de reír el hijo puta). Anda, idiota… Que están llamando a la puerta del baño, so capullo. ¿De verdad pensabas que Laurita no iba a venir, mendrugo. Reacciona como un hombre, niñato…"

-Peque, ¿estás bien? -preguntó mi hermana tras la puerta.

-Si, estoy bien, Laura. No te preocupes -respondí sin poder aguantar el llanto.

-No lo estás, Dani. Déjame pasar y lo hablamos -dijo con voz preocupada.

-Estoy bien, Laura. Vete por favor.

No quería ver a nadie, y menos a mi hermana. Sólo quería morirme allí mismo. Dejar de sufrir de una vez. Llevarme conmigo tan infame momento eyaculatorio, y borrarlo para siempre de mi mente y la de Laura.

-Ábreme, peque… No me voy a marchar de aquí hasta que hablemos. Me da igual si estas en ese baño hasta que venga papá a buscarnos. Aquí me pienso quedar sentada… Yo también estaba en la habitación, ¿recuerdas? Se lo que ha pasado… Abre la puerta, Dani. Vamos a solucionar esto ahora mismo.

No podía negarle nada a esa preciosa voz; hacía tiempo que era dueña de mi.

-Vale, Laura…

Fue lo único que pude decir mientras me sorbía la nariz y notaba un terrible nudo en la garganta.

Abrí el grifo y me lavé la cara con toda la rabia que pude. Mis manos trataban de borrar los restos de lágrimas sobre mis mejillas, y bajar la hinchazón de mis enrojecidos ojos .

Pobre idiota, pensé. En el fondo no era nada más que un niño.

Después de más de cinco minutos luchando contra el agua, tratando de retrasar nuestro encuentro lo máximo posible, logré reunir todas las fuerzas que me quedaban, y abrí ese muro que mi cerebro había formado escondiéndome tras ese trozo de madera.

Mi hermana se levantó del suelo y me abrazó con la misma ternura que lo hacía mi madre años atrás, después de curarme las heridas que me había hecho al caerme mientras jugaba con el balón.

-Mi bobo hombrecito… No vuelvas a hacer algo así en la vida, ¿vale? -susurró mientras me besaba el cuello- Me da igual lo que haya pasado, ¿entiendes?, pero ni se te ocurra volver a dejarme sola nunca, peque…

-Pe, pero es que mira lo que me ha pasado… No he podido aguantar ni… Lo siento Laura, lo siento mucho… -dije y volví a arrancar a llorar.

-No tienes que sentir nada. Porque no ha pasado nada, ¿entiendes? -dijo mirándome tiernamente, para después recoger mis lágrimas con sus labios, a cada dulce beso que me daba-. Esta noche lo has hecho todo perfecto, Dani -volvió a susurrarme al oído, mientras notaba como toda la vergüenza que rato atrás me corroía por dentro, iba desapareciendo con cada palabra y cada gesto que de ella salían-. Además, no hemos hecho nada más que empezar… Lo tomaremos como un pequeño descanso, y seguiremos, ¿vale? -dijo, mientras los dos observábamos como mi pene volvía a ponerse erecto. Es increíble lo que una bonita voz, unas palabras adecuadas, y un cuerpazo de escándalo pueden hacer en un chico de dieciséis años… Y en un abuelo de ochenta también- Ven conmigo, peque.

Me cogió de la mano, e hizo que me sentase en la tapa del inodoro. Se quitó la camiseta que se había puesto para subir a buscarme (la misma que esa mañana llevaba yo puesta antes de que viniese el vegete a incordiar), enseñándome otra vez sus maravillosos pechos y se arrodilló ante mí.

-Déjame a mí, ¿vale, peque? -dijo mientras se echaba el pelo a un lado y empezaba a besar con mimo mi enrojecido glande.

Volvió a traspasarme con sus azules ojos, mientras yo me agarraba con fuerza a la cisterna, y comenzó a lamer lentamente cada centímetro de mi sexo. Mis testículos fueron los primeros en disfrutar de su humedad. Los chupó con detenimiento, sin prisas, empapándolos bien de saliva, al igual que hizo con el resto de mi carne, hasta terminar chupeteando mi hinchada punta, de la que ya había empezado a brotar líquido preseminal.   Y sólo llevaba un minuto con la faena… Volví a temerme lo peor. El guepardo volvía a las andadas.

-Relájate, mi pequeño hombrecito -susurró melosa al escuchar mi primer gemido, y recogió las gotitas con los labios para tragarlas después.

"¡Pero como cojones quiere que nos tranquilicemos!"

-Vale Laura -dije mientras la miraba como un gilipollas, tratando de controlar la respiración.

Cuando vio que estaba más calmado, empezó a soplar con dulzura sobre todo mi rabo. El contraste de su aliento con mi piel humedecida por su saliva, hacían que todo el vello de mi cuerpo se erizase por el placer.

Volvió a chupetear mi glande durante un minuto (más o menos), para luego meterse mi dura polla en la boca y empezar a mover la cabeza lentamente de arriba a abajo.

Me la mamaba con tal calma y tranquilidad, que podía notar cada poro de piel que sus labios tocaban. Su lengua se revolvía en mi interior del mismo modo;  saboreando cada centímetro de mi pene a cada pasada.

No sé el tiempo que estaría así, imagino que no mucho, pero mi hermana supo parar en el momento adecuado.

Sacó mi polla de su boca, y se sentó a horcajadas sobre mis piernas; dejando mi verga encerrada entre su pubis y mi estómago. Dándome así el respiro que no yo quería; pero que necesitaba para que no volver a eyacular más rápido que un ratón.

Empezó a besarme en la frente y los párpados, para luego ir bajando por la mejilla, hasta detenerse en mis labios.

Empezamos a rozar nuestros labios con deleite, sin prisas. No como los morreos en plan cerdo que acostumbrábamos a darnos.

Mi hermana supo tomarse todo el tiempo del mundo conmigo, haciendo con ello que mi sangre dejase de hervir, y disfrutar de cada momento en su boca.

Nuestras lenguas se acariciaban la una a la otra. Saboreando la saliva que mezclaban a cada abrazo que se daban.

-¿Mejor así, peque? -susurró con una sonrisa, después de besarnos.

-Mejor Laura, mucho mejor -respondí agradecido.

-Vale, mi valiente hombrecito. Tú sigue dejándote llevar…

Puso los pies en el suelo, y agarró mi pene con su mano para empezar a rozarlo con su sexo, lubricándolo con los flujos que de su interior salían; para después colocarlo en la entrada de su vagina, mientras sus azules ojos no paraban de mirarme en todo momento.

-Voy a empezar, peque. Tu solo disfruta, ¿vale?

Fue dejando caer su cuerpo lentamente, mientras mi polla entraba en su interior notando cada parte de sus húmedas paredes, hasta quedar totalmente incrustada en el fondo de mi hermana.

Soltó un suspiro, y me abrazó por el cuello, mientras se lanzaba a comerme la boca. Después empezó a mover sus caderas hacia adelante y hacia atrás, aplastando mis muslos con sus glúteos.

Cada movimiento de su pelvis, hacía que mi dura carne disfrutase como nunca lo había hecho; notando a cada movimiento la estrechez de su coño.

-Asi, peque, así… Ummm, que bueno… -gemía mientras empezaba a aumentar el ritmo de cada arremetida- Quieres un poco de tetita, peque -dijo mientras se agarraba un pecho y me lo ponía en la boca.

-Si, Laura. Quiero comérmelas otra vez -imploré con ojos lascivos, mientras mis jadeos y mi respiración no paraba de agitarse por el placer tan intenso que mi hermana me estaba dando con su buen hacer.

Empecé a chupar sus pezones como si de un bebé se tratase, los succionaba con deleite, tratando de sacar otra vez alguna gota de leche como antes lo había hecho, mientras ella sujetaba sus senos con las manos, tratando de que yo moviese mi cuerpo lo menos posible, y disfrutase al máximo de todo su cuerpo sin ningún esfuerzo.

-Ummm, que rico joder… Como me gusta tu polla, peque -gemía sin parar, a la vez que trataba de incrustarse mi rabo más y más adentro- ¡La quiero sola para mi, Dani…!, ¡la quiero siempre que te la pida!, ¡quiero que me folles a todas horas, cabrón! -gritaba mientras yo notaba mis muslos empapados de sus líquidos- ¡Así, peque!,  ¡así, peque!, ¡así, mi niño!...

Mientras yo mamaba sus preciosas tetitas, ensalivando cada parte de su piel, y ella ya se movía compulsivamente, buscando su merecido orgasmo, una corriente atravesó todo mi cuerpo y empecé a notar que ya no podía aguantar más.

-Uff, me voy a correr, Laura, no puedo más -avisé entre jadeos.

Ella paró al instante y se salió rápidamente de mi; liberando de su interior un chorro de flujos al retirar el tapón que había hecho mi rabo oprimiendo  su encharcada vagina.

Se arrodilló como al principio, y empezó a masturbarme con fuerza, mientras sacaba su lengua y me miraba como una perra en celo.

-Dame mi lechita, peque… La quiero toda para mí… Dámela en la boquita, Dani… -suplicaba poniendo ojitos, mientras yo miraba su cara de vicio sin poder aguantar más.

-¡Ya viene, Laura!, ¡ya, biene…! ¡Me corro, me corro…! ¡Tómala, tómala...! ¡Me cooorroooo! -grité, mientras descargaba como un animal, todo el esperma que tenía acumulado por la rabia.

El primer disparo callo en el ojo de mi hermana, que instintivamente lo cerro, al no esperárselo.  Pero para los siguientes estuvo rápida, y  se metió mi polla hasta el fondo de su garganta, para quedarse ahí, y tragar el resto de mi espeso semen, mientras yo la agarraba del pelo y trataba de empujar su cabeza hacia mí todo lo que podía.

Tal fue la corrida, que varios golpes de tos salieron de su interior, y soltaron por la nariz lo que su boca no pudo engullir.

Al ver esto, quité mis manos de su cabeza rápidamente, pero ella no se movió ni un centímetro, hasta que mi pene dejó de expulsar fluidos.

Cuando terminé, sacó mi carne de su garganta, y recogió con la mano  lo que esta no había podido retener, para después lamer sus dedos con gula, y acabar por tragar toda mi leche.

Me dejé caer contra la cisterna, pero ella quería más, y volvió a mamármela con ansia; hasta que la sensibilidad de mi rabo no pudo más, y el placer que había sentido hasta entonces, empezó a convertirse en dolor.

-Uff, para, Laura… Para, cariño… No puedo más -la suplique mientras ella no paraba de lamer mi castigada polla.

Yo me retorcía por el dolor, clavando mis uñas en aquella taza, tratando de aguantar las sacudidas que mi glande padecía, pero ella no paró hasta que su boca y sus labios quedaron saciados de tanto chupar. Dejando mi rabo totalmente limpio de líquidos y brillante por la humedad.

-Puff, peque, casi me atraganto. Como te has corrido, mi vida -decía mientras recobraba la respiración, y limpiaba sus lágrimas de los ojos por el esfuerzo- Te dije que el semen tenía que estar rico, ¿te acuerdas? -como para olvidarlo…- Pues es el primero que he probado, y está delicioso, peque. Tu leche está riquísima, Dani -dijo con voz de zorra, mientras se relamía otra vez los dedos.

No pude aguantar verla así de sumisa, y la agarré de las caderas para sentarla sobre mí. La volví a coger del pelo; y mientras mi boca devoraba la suya mezclando nuestras babas, la metí tres dedos en su empapado coño y empecé a masturbarla con ellos.

Ella subió sus pies a mis rodillas y abrió sus piernas todo lo que pudo, dejando que mis falanges follasen su chocho con toda la fuerza que mi brazo fue capaz de imprimir.

Me había regalado el mejor orgasmo de mi vida, y yo tenía que recompensarla por eso.

-¡Métemelos, peque! ¡Más fuerte, más fuerte! -gritaba mientras las babas salían por la comisura de su boca.

Mis mano machacaba su hinchada vagina una y otra vez, mientras yo agarraba con fuerza uno de sus pechos, y seguía introduciéndome más y más rápido en el fondo de sus entrañas.

-¡Me corro, peque! ¡Me cooorrooo, jodeeer!

Cuando escuché su alarido, saqué mis dedos de su empapada vagina y empecé a frotar su clítoris con rapidez, hasta que el cuerpo de mi hermana se convulsionó temblado y empezó a mearse del tremendo orgasmo que estaba teniendo.

Era increíble ver a Laura corriéndose. Sus fluidos y su orín salieron disparados más de un metro, poniendo perdido todo el suelo del servicio.

Pero yo no pensaba parar.

Volví a meter los tres dedos en su palpitante coño, y seguí masturbándola con fuerza hasta que nada más salió de su interior.

-¡Para, peque, para…! ¡Ya está bien…! ¡Para, por favor! -ahora era ella la que suplicaba, mientras agarraba con sus manos mi brazo y trataba de poner fin a su placentera tortura .

Cuando pensé que ya había sido suficiente, la dejé en paz. Y calló rendida sobre mi pecho, mientras escuchaba la risa nerviosa y veía las lágrimas que no paraban de brotar de sus ojos por lo que su peque la había hecho.

Giró su cabeza hacia mí para volver a besarnos con ternura.

Era guapa, muy guapa. Pero ahora estaba realmente preciosa. Su orgasmo había relajado su rostro de tal manera, que ni en mis mejores sueños, podría haber imaginado tanta belleza reunida en una sola mujer.

-Te quiero, Laura. No sé cómo he podido estar tan ciego hasta ahora. Pero te quiero muchísimo, mi vida -afirmé con ternura lo que una semana antes habría sido impensable que saliese de mi interior.

-No te has dado cuenta porque me veías como a tu hermana, bobo. Pero yo a ti no, peque. A mí eso me da igual. No me importa si está bien o mal. Sólo sé que te necesito a mi lado para siempre -susurró mientras me abrazaba.

-Creo que me he enamorado de mi hermana, Laura. ¿Eso es posible? -Pregunté mientras le sonreía.

-Yo llevo enamorada de ti desde que naciste, peque. A si es que sí… Es muy posible -dijo y volvimos a abrazarnos.

Después de fregar el suelo a conciencia mientras tonteábamos y nos decíamos chorradas al oído, bajamos a mi habitación besándonos durante todo el camino, hasta que llegamos y nos tumbamos en la cama.

-¿Quieres que lo hagamos otra vez, Laura? -susurré más caliente que un reactor nuclear.

-Mejor dormimos, peque -me extraño-. Mañana nos espera un día muy, muy largo… Sobre todo a ti, hombretón -dijo con sonrisa picarona, para después agarrarme los huevos con tanta fuerza que solté un grito que tuvo que despertar hasta al Tío Antonio (aunque seguro que estaba comiendo techo por los gritos que habría escuchado de Laura).

-Porfa, porfa… Sólo uno más, hermanita -empecé a jadear como un perro.

-¡He dicho que no, peque! ¡Vete al baño y te la cascas tu sólo si quieres! -dijo seria.

-Vale Laura, perdona. No pensaba que te pondrías así… Lo siento -dije mientras me volvía con el alma por los suelos.

-Pero mira que eres inocente, hermanito -dijo, y empezó a reírse, mientras yo me ponía rojo como un tomate, y miraba hacia otro lado- Que es una broma, peque… No te pongas así… Pero que bobo que eres a veces, tontorrón… Como va a dejar tu hermanita que su tate se masturbe cuando tiene mi coñito a su disposición cuando quiera -susurro con voz lasciva mientras volvía a machacar con su mano mis testículos, y claro, yo gritaba otra vez como un cochino.

-¿A, a que te refieres con lo de que mañana nos espera un día muy largo? -pregunté temeroso, mientras me masajeaba los huevos tratando de recobrar la respiración.

-A nada, peque. Mañana lo sabrás -dijo mirándome como Anibal Lecter-. Pero bueno, como hoy te has portado como un campeón, voy a dejar que me chupes el chochito hasta que me duerma -y puso otra vez los pucheritos que tanto me gustaban-. ¿No querrás que tu hermanita duerma mal porque tú no has querido lamer su cosita antes de dormir, no? -preguntó con esa voz de niña asustada que tanto me ponía, mientras empezaba a fingir que lloraba, a la vez que abría sus piernas y me dejaba su enrojecida vagina a mi disposición.

-Claro que no, Laurita. Tu peque va a asegurarse de que duermas muy, pero que muy bien…

Y me lance a devorar esa maravilla de la naturaleza con toda la calma que pude; de la misma forma que ella había hecho con mi polla un par de horas antes.

Lamí su sexo con lentitud. Dejando que mi lengua se empapase de tan magnífico manjar. Volví a mamar su coñito como lo había hecho por la mañana. Saboreando cada centímetro de su carne, mientras escuchaba los gemidos ahogados de esa fiera que ahora estaba empezando a domar (o eso pensé en ese momento).

Y seguí chupando y tragando lo que de allí salía, hasta que vi que mi hermana se había quedado dormida como un bebe.

Volví a dar unas cuantas pasadas con mi lengua por su hinchadito sexo, y terminé besando el interior de sus prietos muslos como despedida.

La di un cariñoso beso en la mejilla, y eché una sábana sobre nuestros cuerpos desnudos cuando acabé, para volver a abrazarla después, arrimando mi polla contra su culo, cosa que Laura agradeció en sueños moviendo sus nalgas contra mí, aprisionándola contra sus glúteos. También ella tenía derecho a dormir arropadita, ¿no?...

Mientras saboreaba sus juguitos en mi boca escuchando su profunda respiración, volví a pensar en lo que me dijo.

"¿Qué habrá querido decir con lo de que me esperaba un día largo? No sé, pero a misa no creo que nos vaya a llevar … ¡Deja el puto cachondeo de una vez! Vale, lo dejo. Igual piensa hacer una tortilla de patatas con nuestros huevos. ¡calla la boca de una vez! O igual quiere que veamos juntos toda la programación de Telecinco. ¡Vete al diablo!... Pero cambiando de tema, ¿has visto como he estado esta noche no? Quieto, Nacho Vidal… No te vengas arriba, picha floja; que yo sólo he visto moverse a Laura, mientras tu apretabas el culo para tratar de no  correrte en dos minutos, semental. ¡Que te follen! No, si ya lo han hecho … Bueno, lo importante es que ya he cogido confianza, y he logrado domar a esa fiera. ¿Qué has logrado domar a quién? Pobre desgraciado. No sé porque cojones tuve que terminar en tu cuerpo y no en el de el Iñaqui Urdangarín. Por lo menos ese robaba callado como una puta sin presumir… Hasta que le cogieron, claro. ¡Déjate de mierdas, capullo! Lo importante es que esos pechitos, ese culito, ese coñito, y ese pedazo de cuerpo, ¡van a ser siempre para miiiiiiiii!. Shh, para los dos. Claro, claro… Para los dos.

Continuara…


Gracias como siempre por seguir esta serie, y por los comentarios que me habéis hecho de capítulos anteriores. Este me ha quedado un poco "tal que así", pero había que dar una alegría al peque, ¿no?

Espero que os haya gustado y un abrazo a todos.