Cuando una pastilla de jabón es un ‘sex appeal’

Uno aprende que una pastilla de jabón en ciertos lugares y en ocasiones, resulta un increíble ‘sex appeal’, sobre todo en las duchas ya sea de un gimnasio u otras instalaciones deportivas.

Cuando una pastilla de jabón es un ‘sex appeal’

Ante de comenzar, os debo dar disculpas por mi ausencia, ya que es debido por motivos laborales. Ya que me han mandado a realizar trabajos fuera de mi provincia de nuevo, estando en Córdoba, Málaga, e incluso la zona de Badajoz. Aumentando de esta forma mis experiencias, algunas buscadas y otras en cambio, apareciendo solas, experiencias de esas que solemos decir que son las más disfrutadas, ya que son encuentros casuales. Bueno, pues dicho esto, comenzare...

Estaba en uno de mis tantos viajes laborales, viaje que me trasladaron pasado Córdoba, destino que inicialmente iba a realizarse en pareja de dos, pero que finalmente y por lo que actualmente tenemos (Covid), nos han mandado solos. Habiendo otras restricciones, no siendo estas otras que la calidad sobre todo de los lugares de hospedaje, ya que al ir solo uno en vez de dos el coste se multiplica, estas restricciones entre otras más leves. Pero bueno, comenzare...

Cuando me puse en camino, antes puse en ‘callejero’ del coche la dirección de donde estaba mi hospedaje, dirigiéndome hacia este, llegando tras varias horas de viaje a este lugar. Buscando minutos después donde me habían hospedado, dándome cuenta que no era muy recomendable, no precisamente por la fachada, ya que aparentaba otra cosa. Sino por su interior, ya que no mostraban aquello que divulgaba sus anuncios, como lo de los aseos compartidos, ya que uno piensa que cada habitación tiene el suyo propio. Y en este caso, debía de ser compartido con el resto de inquilinos, algo no muy recomendable, y quizás más cuando uno se estaba duchando.

Como en mi segundo día, tras despertarme bastante temprano para ir a realizar mi trabajo, tome las cosas para irme al baño a ducharme, entre y tras fijarme que la puerta no tenía cerrojo, no me quedo otra que aguantarme. Comenzando por desnudarme, y acto seguido entrar en el interior de la ducha, no llevando ni cinco minutos esa puerta se abrió, apareciendo uno de los inquilinos del hostal. Inquilino que, tras darme los buenos días, muy sosegadamente se puso a orinar, bajándose el pantalón de pijama que tenía y sacándose su miembro.

Lógicamente el baño placido me corto muchísimo, pues no esperaba compañía alguna, escuchaba el ruido de su meada, y esperaba que este se marchara pronto. Dándole a este por comenzar a darme conversación, como si aquello pensara que duraría una eternidad, preguntándome cosas como de donde era, en que trabajaba o que labor hacía, cosas mundanas. Y tras mirarlo en un par de ocasiones, miradas que iba más por las ganas que tenía que este se marchara. Cogía esté, y me soltó...

  • “Estoy jugando en desventaja, pues me he dado cuenta que has visto la polla al menos en tres ocasiones, mientras yo a ti ninguna”.

Comentario que la verdad me cogió por sorpresa, y aunque quise explicarle que esa no era mi intención, este acabo por correr la cortina mostrándose molesto. Diciéndome...

  • “Tanto misterio para esa mierda de polla, si hasta mi nieto la tiene más grande que tú”.

Eso sí que me dejo pasmado, menudo comentario que me dejo esta mierda de tío, pero lo peor es que yo encima me quede callado, como si esperaba que el chaparrón terminara, y ya de paso este se marchara. Cosa que hizo finalmente, pero no sin antes cogerme el culo como si yo fuera una chiquilla, cuya amplia mano abordo uno de mis glúteos en toda su amplitud, finalizando en una palmada. Soltando...

  • “Pues sí, al menos tienes un buen culo, durito y apetecible”.

Finalizando con un ofrecimiento, a modo de...

  • “Ya sabes si no quieres dormir solo, o te apetece algo de movida, solo tienes que venirte a mi habitación, te aseguro que yo soy la persona idónea para dártela”.

Dice y acaba desapareciendo por la puerta, cerrando esta una vez sale, dejándome de nuevo perplejo ante su propuesta. Y con la prisa de vestirme, sobre todo antes de que apareciera un nuevo inquilino, no deseando alargar mi presencia allí ni un minuto más. Me marche con la idea de buscar soluciones, no precisamente ni quejarme al dueño del hostal, y mucho menos a mi empresa, no queriendo buscarle más pulga al perro (es una expresión, que significa no buscar mas líos).

Pero bueno, estos impedimentos no eran algo que me nublase, ya que suelo buscarme la vida con facilidad, pues pensé que si encuentro otro lugar donde pueda bañarme, me quitaría el problema con ese inquilino. Y dicho y hecho, encontré un lugar donde poder ducharme, pues acabé por encontrar primero y apuntarme después, unas instalaciones deportivas cercana de la zona. Ya que mi idea era, cuando regresara de alguna de las instalaciones usarlas en vez de las del hospedaje. Así, me dirigiría directamente a las instalaciones deportivas, me ducharía tranquilo allí, y regresaría al hostal limpio, tranquilo y cómodo, quedándome solo el cenar y dormir.

Y antes de descansar, toca llamar a la parienta y preguntar por cómo han pasado el día la familia, relatándome su día de descanso, comentándome cosas triviales. Dándome por preguntarle por saber si lleva bañador, trikini o bikini, no deseando ser malo conmigo mismo, pero me siento caliente como es habitual en mí. Recuerdo que mi mujer, me reprimenda primero por mis preguntas según ellas ofensivas, pero luego termina por decirme que lleva un bikini, y que en un momento dado que apenas había gente, está a acabado por ponerse a realizar topless boca arriba, dejando de tener sus pechos blancos. Debo decir que par esos momentos, mi polla es un mástil, deseando buscar solución, pero recordando donde estoy, no quedándome otra que aguantarme. Finalizando mi conversación con mi mujer, cuya cabrona me hace saber que, para dormir, no sabe si hacerse un dedo o probar el ‘Satisfyer’ que le ha regalado una amiga suya (amiga bi que tiene). Y ahora sí que toca, descansar.

Pero cuando utilicé las instalaciones por tercera vez, percibí las miradas de algunos del lugar, miradas que di por hecho que se debía al ser yo un extraño, cosa que en los pueblos es muy común. Aunque también es verdad que se me paso por la cabeza que, alguno de estos deseara una ‘canita al aire’ y podrían aprovechar con el nuevo, ese que solo estaría en el pueblo poco tiempo (idea que seguro que, tuvo el inquilino aquel del hostal).

Aunque precisamente, mi idea era no buscar nada y os puedo asegurar que ni se pasó por la cabeza, aunque también es verdad y debo decir, viendo encima y más a mi favor que las duchas no eran compartidas, sino duchas individuales una con y otras sin cortinas. Pero también puntualizó que aquellas que tenían cortinas, no tenían muy buena pinta, no diciendo que no tenían higiene, sino que no tenían donde sujetar la toalla o prendas, ni donde soportar las cosas del neceser.

Pero bueno, acabé por meterme en una de esas que no tenía cortina, colgué la toalla y dejé el neceser en el soporte, abriendo el grifo de la ducha, y ajustar los grados del agua. Meterme debajo del agua, preparándome para enjabonarme, y como bien me conocéis algunas/os, me considero una persona muy concienzuda a la hora de ducharme, también me podéis de acusar de antiguo por seguir usando aún una pastilla de jabón, pero la cierta verdad es que me, resulta más cómodo y práctico que el mismo gel.

Comenzando, recordándolos que soy de esos que cuando comienzo a ducharme, suelo utilizar una pauta, pero antes de comenzar, suelo como es lógico y normal, me cercioro antes de que estoy solo, bueno eso en el caso que mi cabina no tenga cortina. Otra cosa muy diferente, es que cuando estoy en ello y suelen entrar otras personas, personas que algunos llevado por la curiosidad se me quedan mirando. Cotillas y curiosos de esos que no puedes hacer nada, ni le puedes decir que se marchen, sino deseas que te suelte algo, además, estos suelen ser de esos que desean perder detalle, sobre todo en cómo suelo usar mi pastilla de jabón.

Comenzando aquello como un ritual monótono, pero no como aquel día en el cual me inscribí, donde tras darme de alta, uno de los instructores muy amablemente me enseño las instalaciones deportivas, finalizando por la zona de los vestuarios y las duchas. Persona que me dejo allí, sabiendo de sobra que mi estancia en dicho deportivo, no era por otra causa que la utilización higiénica, y la utilización de dicha zona de duchas. Y claro está, ya que estaba lo más lógico es usarlas, escogiendo una de las que tenía las cortinas, no cayendo en las pegas de estas, pues entras y tras despojarte de la toalla, te das cuenta que no hay donde colgarla. Acabando por salir de esta y meterme en la otra, aquella que no tenía cortina, pero si donde colgar la toalla y colocar el neceser. Y cuando acabas, sales como nuevo con una sensación de limpieza que, daban ganas de hasta de volver a repetir.

Y precisamente a raíz de la utilización de las instalaciones de limpieza de este complejo, me hace recordar lo acontecido en esa primera semana, semana que se inició tranquila, pero al poco tuve un espectador, mirón que quizás la curiosidad le pudo y se me quedo como un fijo. Me explico, no hubo día en que nada entrar en las instalaciones, e irme directamente a los vestuarios, no aparecía este a los pocos minutos de entrar. Persona que se mantenía de pie tras de mí apoyado en un murete u otro sitio, me miraba fijamente mientras yo me enjabonaba, permaneciendo callado e inmóvil, tanto que ni lo percibía. Hombre mayor, grande y corpulento, panzón que no por ello deja de ser ágil, barbudo y sin cabellos, prácticamente un osito, y cuyas extremosidades eran largas y gruesas.

Y con el pasar de los días, dejas a este mirón, cuya actitud mía es la de ignorarlo, pues pienso que el mirar no es malo, mientras no me moleste de otra manera. Pero no por eso debo yo de controlar mi manera de ducharme, no poniendo limitando mi ritual, pues en verdad, aunque quisiera cambiar mi habito, de alguna forma acababa por realizarlo. Y que a este mirón le miro con disimulo, observando como aprovecha cuando cree que, no le veo para magrearse el paquetón de su entrepierna.

Siendo en mi cuarto día, día que tras haber pasado un agobiante y sofocado jornada laboral de agosto, tras salir de las instalaciones, tomé el coche y me dirigí hacia el pueblo, dirigiéndome directamente hacia las instalaciones deportivas. Dando la hora en la cual llegue, me fije que no había ni un coche en los aparcamientos, quizás fuera por ser la hora de almorzar y las horas de la siesta, meses de verano que no se perdonan.

Pues entre y con decisión, dirigirme directamente a la zona de vestuario, llegar a mi taquilla y desnudarme, colocándome la toalla en la cintura y colocarme las bambas, tomando el neceser e irme a la zona de las duchas. No acordándome precisamente del impedimento de estas, ya que me lleve la sorpresa ese día de que ninguna de ellas tenía cortinas, pero aún a algunas le falta donde colgar la toalla y colocar los avíos del neceser.

Acabando por entrar, quitándome la toalla de la cintura y colgarla en su sitio, tomando del interior del neceser, mi pastilla de jabón y un pequeño botecito de champú, disponiéndome a ducharme. Era un día de tantos, día que no me dio por mirar si estoy solo o no, pues no es raro que me duche, sino lo raro es como me duche. Y solo esperaba que, dada la hora, mi mirón habitual no este, deseando que estuviera en su casa almorzando o preparándose para dormir la siesta.

Finalizando mis pensamientos por tomar la pastilla, meterme bajo la ducha y comencé con mi ritual, comenzando por mis manos, frotando con ganas y hacer la suficiente espuma, como para refregarme... brazos, hombros y cuello. Volver a repetir la misma tarea con el jabón, continuando ahora por descender por mi pecho hacia el vientre y desde aquí hasta mi inglés. Enjabonándome con ganas, siguiendo hacia mis nalgas, descendí por mis muslos, pantorrillas hasta mis pies. Para volver a ascender hasta mis nalgas, restregándome bien, introduciendo mis manos entre mis glúteos, separándomelos e introducirme, la yema de uno de mis dedos en mi orificio.

Deteniéndome y continuar por el perineo hasta mis pequeños genitales, enjabonado de nuevo, dedicándome una buena refriega a mi flácido miembro. Deteniéndome de nuevo y continuar otra vez hacia mi orificio, pasando de nuevo la pastilla, apretando está por mi orificio, dando más parece que me la voy a introducir, más que otra cosa. Facilitando que mi dedo corazón entre con facilidad, e incluso me entra acompañado por el mediano, pero sin intención alguna, y actuando con normalidad.

Fue precisamente un ruido el que me alerto, dándome por girar mi cabeza y ver a una persona mirarme, ruborizado y avergonzado aparto la mirada, volviendo mi vista hacia el frente, observando en silencio esos blancos azulejos. Continuo, pero esta ocasión me enjuago, dejo que el agua retire todo el jabón que me queda en mi cuerpo, diluyéndose este por el desagüé del palto de la ducha. En ese tiempo que dejé que el agua hiciera su labor, me mantuve quieto, no hice nada, quizás la presencia de esa persona me cohibió.

En mi defensa, podría decir que no fue mi culpa que está persona apareciera, la cierta verdad es que ni me di cuenta, ni llegue a percibirlo como otras tantas, simplemente el darme cuenta fue tarde y a raíz de un ruido, y quien me dice a mí que este no fue provocado por el mismo. Pero como os he dicho, ese día, fue darme la vuelta, y llevarme el sorpresón, pues vi a ese desconocido mirándome. Hombre velludo con barba y sin cabellos, persona madura corpulenta y con mirada fría, cuya mano da tanto miedo como sus dedos largos y gruesos. Persona que coge y me suelta...

  • "A eso le llamo yo, darse una buena limpieza, y sobre todo bien a fondo".

Le miré sorprendido por su comentario, pero no tanto como cuando bajé la vista. Quedándome perplejo, al descubrir su miembro desnudo, empalmado y sobre todo ese cabezón rojizo descapullado con forma de champiñón... uuuffff!!. Pero ese fue el primer comentario jocoso de muchos, pues desde ese primer día, continuó durante escasos cinco días. Acabando los días sucesivos por soltarme una palmada en mis nalgas, eso sí... siempre que podía. Golpe que claro está le replique, pero este se excusaba con algún comentario gracioso, a modo de quitar importancia, reprimenda que encima a este le daba por demostrarme que poca importancia le daba, alimentándose esto para mostrarse más descarado y directo.

O cómo aquel día, quinto y encima viernes, día que tras haber finalizado mí jornada laboral, recogí las cosas, guardé el portátil y los aparatos de medida, y me dirigí hacia el coche. Y con la cabeza realmente en otra cosa, quizás en la conversación que la noche anterior mantuve con mi esposa, esa la cual me confiesa que ha tenido un pequeño desliz con su amiga.

Conversación que para nada me ayuda en mi convivir esos días, pues para nada me molesta, bueno miento, quizás me molesta que me lo cuente cuando estamos tan lejos, pues desearía todos los detalles de cómo paso. Y mientras sigo con estos pensamientos tan libidinoso, me dirijo sin pensarlo hacia el hostal, dándome cuenta al menos a medio kilómetro de mi error, recapacitando y tras un ‘volantaso’, acabé por dirigirme hacia las instalaciones deportivas. Fue, llegar, estacionar mi coche y entrar, tras saludar a los encargados y al personal de seguridad, piqué mi entrada y me dirigí directamente a los vestuarios, no sin antes preguntarme los encargados...

  • “Oye perdona, ¿crees que vas a necesitar nuestra ayuda?”.

E informarme después de que iban a marchar a almorzar, regresando lo más posible dentro de tres cuartos de hora, cosa que le hice saber que no deseaba nada, y darle el ‘buen provecho’. Pues eso, fue llegar y antes de dirigirme hacia mi taquilla, me cercioré que estaba solo, finalizando por dirigirme hacia mi taquilla, abrí esta y me desvestí, tomando la toalla, neceser y chanclas, dirigiéndome una de las duchas. Abrí el grifo y tras refrescarme, comencé con mi ritual a la hora de enjabonarme, no siempre es de la misma manera, pero el concepto es el mismo.

Pero comienzas enjabonándome mi entrepierna, descendiendo por muslos, rodillas hasta los pies, y vuelvo a mi miembro y nalgas. Volviendo a ascender por vientre y hasta hombros, continuando por cada brazo, cuello, cara y desciendo hasta mis nalgas. Restregando la pastilla entre mis glúteos, deslizándolo varias veces por mi orificio, dejando la pastilla y continuar con mis manos desnudas. Limpiando mi miembro, tiro de mi tronco, descapullo mi glande y tras darme un refriego que me hace estremecerme, sigo hacia el perineo. Finalizando por mi orificio anal, enjabono y llego incluso a introducir el pulgar primero, sacándolo y continuar por el dedo corazón varias veces. Y reconozco que en esos precisos momentos estoy en ‘babia’, pues es tal el placer que te embriaga que, te hace perder la noción de tiempo, por no mentar otra cosa.

Y es cuando siento como me empujan de sopetón, oprimiendo me hacía el interior de la cabina. Sintiendo como una mano se apoderaba de mi miembro al tiempo que otra me sujetaba por mi cuello, oprimiéndome hacia atrás. Pero al mismo tiempo sentir algo muy duro oprimir mis nalgas, algo que con mucha facilidad oprime y se encaja entre mis glúteos. Algo duro... muy duró, un objeto erguido que presionaba mi orificio, sintiendo esta persona me besa y muerde mi cuello. Viendo como toma una de mis muñecas y tira con fuerza hacia mi espalda, manteniéndomela detrás mientras me pide silencio, y al mismo tiempo esa otra mano suelta mi cuello, para descender por mi torso hasta acabar en mi miembro, comenzando por masturbarme.

Sintiéndome vencido y sin poderlo evitar, intento hacerle saber que no voy a luchar, ni a oponerme a nada y cuando ni llego a finalizar por decirlo, siento como su glande se me introduce... ooohhh!!. Soltando un grito, exclamación que este me silencia, cuando su mano se aparta de mi miembro, acabando por colocarse en mi boca, evitando de esta manera que pueda volver a gritar.

Y en los minutos sucesivos, debo decir que el único sonido que se escucha es el chapoteo de nuestros cuerpos unirse, cuyo verga suya es lo único que nos mantiene unido. Tras un rato embistiéndome, cuya posición mía primero con una mano apoyada a los azulejos, mientras flexiono mi cuerpo hacia delante y me coloco de puntillas... uuummm!!. Sintiendo como su pollón entra y sale con fuerza, notando como libera mi muñeca y con rapidez, coloco mi mano también delante. Escuchando el gruñir de esta persona y el jadear, no dejando de decirme...

  • “Uuuffff!!, menudo culito que tienes nene, fue el vértelo el primer día y el desearlo rellenarlo de carne... aaahhh!!”.

En cada una de sus brutales embestidas me colocaba de puntillas, mientras este me sobaba y magreaba, no dejando de besar y morder mi cuello, no dejando de llamarme... ‘nenaza’. Y en minutos darme la noticia de que se iba a venir, acelerando sus endiabladas penetraciones, aguantando yo el dolor con morder mi brazo, dejándome como tatuaje mi propia dentadura. Y en un par de fuertes embestidas, sentir como se venía dentro de mí, mientras me decía...

  • “Ooohhh!!, joder menudo polvazó, no te miento si te aseguro que me iba a correr sobre este culito, pero me ha podido la ganas... uuuffff!!”.

Y es el sacarla y sentir como sustituye su pollón por tres de sus dedos, mientras me dice al mismo tiempo...

  • “Ahora te entraría algo más que dos de tus dedos, ¡no crees... eeehhh!!”.

Y antes de marcharse, coge y me suelta...

  • “Si quieres repetir mañana sábado, vente sobre esta hora, ya sabes es la hora de que se marchen a almorzar, y te puedo hacer que grites tanto como quieras, vale...”.

Retrocediendo, saliendo de la cabina y marchándose, dejándome medio mareado, no dándome por seguirlo y comprobar quien coño es, ya que mis piernas flaquean, doliéndome toda la verdad, por lo que me quedo bajo esa agua refrescante un rato más. Esa tarde, cuando llegué al hostal no deseaba ni tan siquiera ir a cenar, pero pensé que debía de coger fuerza, no quedándome otra que ir.

Y creo recordar que, tras la cena, acabe siendo abordado por ese inquilino que se metió el primer día en el baño, inquilino que me hace la deshonrosa proposición de poder pasar una noche de viernes animada. Cosa que rehusé, diciéndole...

  • “Vale... vale”.

Marchándome a descansar, desvistiéndome por completo, ya que, en verano, como os conté en una ocasión, suelo dormir en calzoncillos, tanga o desnudo, cosa que hice esa noche. Pero antes de acostarme, tome leche hidratante y me unte en mi orificio, no siendo por otro motivo que por el dolor de la penetración que había recibido, no negándolos que me puse cardiaco al ponérmelo. Y bien recuerdo, como tras finalizar por acostarme, el cansancio del día trabajado y sumado a la follada dada, me dejo rendido del todo, quedándome dormido profundamente.

Pero siendo despertado a altas horas de la noche por ese inquilino, cabrón que no solo se había metido en mi dormitorio, sino también había introducido su polla dentro de mi orificio. Me estaba embistiendo, haciéndome saber que mi contestación al principio le había engañado, pero comprendiendo rápidamente que ese “Vale... vale”, no es otra manera de decirle que estaba dispuesto.

Y más aún, cuando entra en mi habitación y me encuentra desnudo y en posición, no pensándoselo dos veces, desnudándose y colocarse encima de mí, conduciendo su polla hacia mi orificio, notando como me entraba, disfrutando mientras alojaba su verga en su totalidad dentro de mí (obviamente la crema hidratante le ayudo bastante). Comenzando a embestirme, e ir acelerando por el paso de los minutos, dejándose llevar por el placer y la satisfacción de mi orificio, no deteniéndole y menos cuando levanto mis caderas, quedándome en postura de cuatro (perrito), y aprovechar este por masturbarme... ooohhh!!.

Y esa noche, no dormí solo precisamente, no quedándome otra que ducharme el sábado por la mañana antes de irme a trabajar, despidiéndome de ese inquilino en mi propio dormitorio. Y marchándome con la idea de finalizar esa semana (mañana domingo), esa zona, disponiéndome volver a Sevilla para coger un nuevo encargo. Pero no sin antes despedirme de ese desconocido en las duchas, deseando que me vuelva a follar de puntillas, y finalizar la jornada con la visita de es inquilino.

Y aquí finaliza mi semanita por dicha zona, pero pronto tendréis mas experiencias mías, ya que ese mes de agosto ha dado para mucho, tanto que dice que vengo más puta que nunca, todo es probarlo. Lo dicho, agradecer a todos aquellos que me leéis y os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).