Cuando una madre ama intensamente... (3)

La iniciación sexual de un Hijo por su Madre de una manera didáctica y con mucho Amor.

CUANDO UNA MADRE AMA INTENSAMENTE...

TERCERA PARTE.

La cena fue muy agradable, René se encontraba a todas luces mejor de su dolencia. Asistieron sus mejores amigos, familiares y amigos nuestros que tras cenar deliciosamente partimos el pastel de rigor en medio de aplausos y abrazos. La fiesta no se prolongó mucho, ya que el día siguiente había que ir a clases y teníamos que acostarnos temprano.

Al terminar la reunión, le pregunté a Rene cómo se sentía

--Bien. Má, me siento mejor, casi ya no me duele, ¿Nos veremos en la noche? –preguntó entusiasmado

--No seas glotón, aún no te encuentras bien, espera un par de días más para que sanes y entonces veremos. --contesté

Una gesto de desilusión fingida apareció en su cara, yo le bese en la mejilla y le di las buenas noches.

Me duche y tras perfumarme como siempre, me dirigí a la habitación de Norma, David había llegado para el cumpleaños de René y venía muy fogoso. Ella me había dicho que me esperaban, así que no podía rehusarme más, ya que podían pensar que tendría una enfermedad de cuidado, y no quería preocuparles.

La noche fue deliciosa como siempre, y regrese a mi habitación cerca de las dos de la mañana y sin encender luces, me recosté en mi cama, cuando repentinamente sentí una mano que me tocaba el hombro, inmediatamente ahogué un grito de espanto cuando escuche a René decirme

--Soy yo Má, no te inquietes. –dijo acariciándome e intentando calmarme

--¿Qué haces aquí?, quedamos que

---Sí, Má, pero solo quería estar contigo, pero no te encontré --dijo en un tono triste, y tras una pausa continuó.

--Te esperé un rato pero al ver que no venías fui a buscarte y te escuche en la habitación de mi Tía... ¿Lo estabas haciendo con él, verdad?

Preguntó con emoción en sus palabras, sabía que había descubierto mi relación con sus Tíos, no podía negarlo, así que lo afronté: Encendí la luz de la lámpara de noche y le dije:

--Sí, Hijo, lo hice con él, lo vengo haciendo desde hace varios años, él es una persona maravillosa y sabes muy bien cuanto nos quiere.

--¿Él es el padre de mi hermana?

--Sí, lo es.

--¿ Y... lo amas?

--Sí, lo amo, pero no como tu crees, lo amo por ser una persona maravillosa que ha cuidado de nosotros durante estos años; porque ha compartido su casa; su corazón; su trabajo y esfuerzo, porque nos ha dado el cariño y la comprensión que necesitábamos después de que murió tu Padre y por sobre todo; porque ha sido como un Padre amoroso y dedicado con todos ustedes, y sin ninguna obligación de hacerlo, solo por que nos ama y eso habla de una calidad Humana y un corazón enorme, ¿O me equivoco?

--No. –contestó lacónico

--No lo amo, como una mujer que ama a un hombre, sino con un amor mucho más grande, con un amor agradecido, además pertenece a tu tía Norma.

René Asintió, y dijo:

--¿Pero... por qué lo haces con él?

-- Toda mujer tiene necesidades sexuales, y más aún si se encuentra todavía en capacidad de procrear. Me sentía muy sola y triste, caí en una depresión muy fuerte y no sabía como salir de ahí, y fue tu tía Norma la que siempre ha estado al pendiente de mí, como cuando éramos pequeñas, y al ver mi tristeza me lo propuso.

En un principio sentí su propuesta descabellada y fuera de toda proporción, pero conforme fue pasando el tiempo y mis necesidades de cariño y compañía se hacían más grandes, mi forma de pensar cambio y gracias a él y a tu Tía me siento de nuevo joven y con ganas de seguir luchando y disfrutando de la vida.

Yo tuve una educación sexual escasa, por no decir nula, y caí en muchos errores, adquirí miedos sin sentido, pero tu Tío David me enseño que estaba equivocada, y fue retirando todos los miedos que tenía en mí, me hizo descubrir la maravilla que es le sexo con amor, sin tabúes o cadenas que oprimen tu mente y tu corazón, por ello no quise que crecieras con esas cadenas, quiero que conocieras el sexo de una manera clara y sin prejuicios, para que con información y responsabilidad, trasmitas esos conocimientos a tu pareja y vivan plenamente su relación, como la vivo hoy con tus tíos, y no como la viví con tu padre, que también estaba encadenado por los tabúes y la desinformación sobre el sexo que llena el mundo. Cuando de pequeño te enseñan que le sexo es algo sucio, malo, de fuerzas obscuras o infernales; te lo crees, y te encadena por siempre a esa prisión sórdida y obscura de lo prohibido.

Le tomo de sus manos y continúo.

--Por ello, te estoy enseñando todo lo que yo sé, con amor, con responsabilidad, quizá en una forma muy poco convencional para algunos, o inadecuada para otros, pero dentro de mi corazón, sé que es la mejor manera de protegerte de esas cadenas que a tu Padre y a mí nos oprimieron. Yo, gracias a Tus Tíos he salido adelante, y sé que con lo que aprendas, tendrás una vida feliz con tu pareja y serás un hombre pleno, seguro de ti mismo y de lo que quieres en la vida, ¿Sabes por qué?, porque estarás lleno de amor.

René bajo la mirada y no dijo nada, así que yo continué

--Sabes cómo amo a los niños, quería tener cinco o seis o más niños jugando por la casa, por eso te tuve muy pronto en mi matrimonio, incluso no había acabado mis estudios de contabilidad cuando ya estaba embarazada, y cuando naciste me acompañaste a la escuela durante un año. Recuerdo que permanecías en tu cunita sin hacer ruido durante toda la clase, y eras el bebé de todas mis amigas que te cargaban con cariño, después vino tu hermana, y tenía planes del siguiente bebe cuando sucedió lo de tu padre. Intenté resignarme, a renunciar a mis sueños, pero por el amor que nos brinda tu tío, hizo que renaciera mi ilusión y decidí tener a Silvia.

Rene no decía nada, pero yo sabía por donde iba su pregunta desde un principio pero quería decirle toda la verdad, como siempre me ha gustado.

---Contigo, el hacerlo, es realmente hacer el amor, ya que siento como mi corazón se desborda de alegría y de amor cada vez que entras en mí, me siento una mujer dichosa; Protegida; amada y enamorada. Cuando lo hago con tu Tío, no siento lo mismo, es diferente, con él me siento tranquila; agradecida; segura; integrante de una misma familia, pero nunca será igual hacerlo con él que contigo.

Lo estreche en mis brazos y le bese en su frente. Él se dejó caer en la cama y yo con él, nos besamos por largo rato, después rodeo mi cintura con sus brazos y caímos en un profundo y apacible sueño de amor.

Al día siguiente, me despertó unos pequeños golpecillos en la puerta, y rápidamente estiré el brazo para avisar a René, pero él ya no se encontraba en la cama, sin esperar respuesta la puerta se abrió y vi entrar a René con una charola con mi desayuno, la puso en la mesita de noche y me dijo alegre:

--He traído el desayuno a la mujer que más amo en la vida. – y diciendo esto me besa en la frente y me entrega un vaso con jugo de naranja.

Me incorporo y me siento en la cama, René pone la charola sobre mis piernas y le digo gratamente sorprendida.

--Mmmm, esta delicioso, me siento muy alagada por tus palabras, --dije sincera.

--Es la verdad –dijo levantando los hombros– Haa…–continuó– No te fijes en el pan que esta un poco quemado, y en el jugo que tiene semillas, no tiene importancia. –dijo con en broma, y salió de la habitación.

Durante el día mientras se encontraba en casa, y coincidíamos en algún pasillo, o en la cocina entre una silla y la mesa, me gustaba rozarle “accidentalmente” su pene con mis nalgas, sabía que eso lo excitaba y por supuesto a mí también.

Esa noche se encontraba completamente repuesto de sus males, en mi habitación sobre la cama con su pene sano y erecto apuntando directamente a mi boca, yo inclinada sobre él lo tome con mis labios y lo bese amorosa.

--¿Ya estas bien mi dulce alegría?

Exclamé dirigiéndome a su pene como si tuviera vida propia y llenándolo de besos. Rene sonreía al escuchar mis palabras y movía su pene al mismo tiempo que fingía una voz de niño pequeño.

--¡Claro! Listo para que me sigas enseñando, por que yo soy un pene que quiere hacer bien las cosas.

Yo sonreía divertida mientras me imaginaba a su pene respondiendo de esa manera.

René tomo la revista y la hojeaba rápidamente hasta que se detiene en una de sus páginas y me la enseña, la chica se encontraba subida en la cama pero inclinada con las manos en la alfombra y su pareja detrás de ella abriéndole las nalgas mientras la penetraba, voltee a ver a René y le digo:

--¿Quieres que me ponga así?

--Sí... por favor.

Sin decir palabra tome la posición que me pedía, pero antes, unté un poco de Gel en su pene, después apoye las manos en la alfombra y sentí como abría mis nalgas situando la entrada a mi vagina, pero de súbito bajo de la cama y recostándose en la alfombra junto a mi cara dijo:

---Má, puedo tomar unas fotografías como si fueras la chica de la revista.

La petición me desconcertó, no sabía que contestar, la posición en que me encontraba no me dejaba razonar con soltura y entablar un dialogo, así que le dije que sí y desapareció de mi vista. Unos segundos después la habitación se lleno con la luz del flash de la cámara digital que era operada a distancia, mientras abría mis nalgas y me penetraba. A raíz de esta ”sesión fotográfica”, mi respeto por las chicas que salen en la revistas, se acrecentó.

Desde ese día la cámara fotográfica fue inseparable en nuestros encuentros diarios, René quería formar su propia revista con nuestros encuentros, y yo ciertamente colaboraba porque me pareció divertido el hacerlo. Motivado, René tomo un curso de fotografía y cada vez sus impresiones se parecían más a la de una verdadera revista, las tomaba en la sala; en el auto; en el Centro comercial; en la escuela; en el juego de fut bol; en fin, en todas partes.

Esa noche, pasamos más de dos horas en diferentes poses y posiciones sin tener realmente un encuentro sexual, esto me defraudo y me canso sobre manera, pero veía como lo disfrutaba René y eso me bastó para proseguir media hora más

--René –dije monótonamente

--¿Sí?

--Estoy cansada.

--Ya terminamos, un segundo más.—dijo con prisa tomando fotografías y adecuando la luz del flash.

--Esta bien –dije sentada sobre él con las piernas abiertas y con su pene en mi vagina, de frente a la cámara. Después de varias tomas le dije seriamente.

--¡Ya dame esa cámara!.

Rene me la entregó sin protestar y la deje sobre la mesa de noche y girándome sobre él, quedamos frente a frente, yo montada como si fuera una hábil amazona, comencé a moverme despacio sintiendo su pene moverse también lentamente. Rene tomo mis pechos con sus manos y suavemente los comenzó a acariciar, mientras yo tomaba su cabeza y atrayéndolo hacia mí, puse sus labios en uno de ellos y le conminé a mamar, él lo hacía con deleite, lo sentía saborear cada trago, mientras yo movía mi cadera con más rapidez. Me gustaba como cambiaba de pecho constantemente mamando de los dos y extrayendo su albo liquido que caía a gotas cuando él se separaba del pezón. El sentir su boca y su pene en mí, acrecentaba mi excitación y mis movimientos pasaron de rítmicos, a frenéticos, frotando mi clítoris contra su pene duro y caliente, mi cuerpo sudaba por cada poro y un calor delicioso lo invadió completamente.

--Haaaa... sí.. haaaaa... mmmm....

Yo gemía quedamente, mientras sentía como el orgasmo subía por mi vientre, cuando las palabras de René me desconcentraron.

--¿Te gusta que te la meta hasta el fondo?. –dijo excitado.

Hasta ese momento la que hablaba con ese lenguaje era yo, y al oírlo sentía que se rompía una barrera natural de respeto entre Madre e hijo, y me sentí algo incomoda, pero en ese instante no éramos Madre e hijo sino amantes que disfrutaban de sus cuerpos con frenesí, por ello deseche esa idea de incomodidad y le dije:

--¡Sí..sí...sí.. me fascina sentir como me coges! –dije excitándome aún más.

--¡Quieres que te la meta más?

--SSSÍSÍ... SÍ... –dije sintiendo como sus palabras aceleraban mi orgasmo.

--Me gusta abrirte las piernas y metértela.—dijo con la cara congestionada por el placer, mientras con sus manos tomaba mis nalgas con fuerza.

No pude contenerme más y solté un grito ahogado cuando el orgasmo hizo temblar todo mi vientre. René me amasaba las nalgas y bombeaba rítmicamente golpeando mi pelvis, cada vez que hundía su pene en mis entrañas con tanta fuerza que hacia que mi cuerpo saltase bruscamente. Yo estaba en trance, hundida en el placer del orgasmo que abotagaba mi cerebro, raptándome del mundo real.

No se cuanto tiempo paso mientras René arremetía con fuerza en mí, pero si me di cuenta cuando dejo de hacerlo, se separo de mí y me tendió boca arriba sobre la cama, mientras ponía sus rodillas a los lados de mi cabeza y acercaba su pene ahíto y rojo a mi boca. Yo la abrí deseosa y lo hundió despacio hasta que sentí sus rizados cabellos de su pubis en mi nariz, para luego sacarlo de nuevo brillante y caliente. Varias veces lo hizo, hasta que sacándolo completamente, lo puso a centímetros de mi boca abierta y descargó su furia en ella llenándola de tibio esperma. Yo recibía los finos pero poderosos chorros de simiente que caían en mi lengua y resbalaban por mi garganta, impregnado mi boca con su sutil sabor, hasta que dejo de manar ese delicioso licor, vaciando su ovoides envases, Rene movía la piel de su pene de adelante hacia atrás, extrayendo hasta la ultima gota, que lentamente deposito en mis labios. Yo cerré mis ojos y saboree extasiada ese esquisto semen que llenaba mi boca, lo esparcía por toda ella con mi lengua, para después con pequeños tragos hacerla desaparecer. Rene se encontraba recostado junto a mí, viendo las expresiones de mi cara al saborear su esperma. Cuando abrí los ojos, dijo emocionado:

--¡Eres increíble Má!! Y por eso te amo más!

Yo uní mis labios a los de él en un beso lleno de vida que unió nuestros cuerpos y espíritus por toda la noche.

Cada nuevo encuentro, me llenaba de emoción, quizá tanto a mí como a él, y su atrevimiento me gustaba, su iniciativa y su lujuria, hacían excitarme y estremecerme como nunca.

Al día siguiente, me arreglé rápidamente porque tenía una cita muy importante en la oficina. Baje a toda prisa y me encontré a Norma preparando el desayuno. Su mirada cómplice y burlona indicaba que algo traía entre manos e inocentemente le pregunté:

--Hola, buenos días,¿Por qué esa mirada?.

--¿Cómo estuvo la fiesta de anoche? –dijo modulando la voz y levantando ambas cejas.

Repentinamente caí en la cuenta que me había descubierto. De la manera más natural posible le dije:

-¿Cuál fiesta?

--Ho, vamos, no creas que me engañas, ¿Lo hiciste con René?

Me sentí completamente desarmada, tome un vaso de jugo y lo apuré, después lentamente baje el vaso vacío y limpiándome los labios con una toallita, le respondí:

--Sí, estuve con él.

Su cara satisfecha por confirmar lo que pensaba, fue evidente.

--Después te contaré todo, tengo prisa. –dije tomando mi bolso y salí rápidamente hacia mi auto.

Durante el tiempo que estuve en la oficina, me olvidé de todo, pero al regresar a casa, pensaba en la manera en cómo le diría a Norma, que me acostaba con mi hijo. Ella ya sabía mi forma de pensar sobre la educación sexual que pretendía enseñar a mis hijos, y de mi fantasía sexual que traía desde joven, e inclusive en una ocasión deje entrever que yo misma podía enseñarles cómo hacerlo. Ella no se escandalizó al escucharme, pero se mantuvo en silencio sin hacer comentario alguno.

Cuando regresé a casa, ésta se encontraba sola, Norma había salido con los niños al centro comercial, pase la tarde revisando mi correspondencia electrónica, y terminado unos documentos de la oficina. Después me fui a mi habitación y encendí la radio a varios volúmenes diferentes y me fui a la habitación de Norma para saber qué tanto se escuchaba. Ciertamente no era mucho, pero lo suficiente para levantar sospechas. Más tarde me di una ducha y me puse a ver televisión mientras extraía leche de mis pechos con la bomba de succión. Una hora después llegó Norma con los niños, y me dedique a perseguirlos por toda la casa para que se bañarán y de igual manera a los bebés, y ya limpios me puse a alimentarlos frente al televisor de mi habitación. Norma llegó más tarde y se sentó junto a mí y dijo:

--¿Y bien?

--Ya llevo varios días haciéndolo de una manera didáctica y todo va muy bien

Dije yendo directamente al grano.

--¿Didáctica? --enfatizó arqueando las cejas

--Sí --conteste

--¿ Y cómo lo ha tomado él?.

--En un principio como es natural, lo desconcertó, pero inmediatamente su deseo fue más fuerte que al algún prejuicio que pudiera tener y lo tomo incluso con entusiasmo, ahora me busca a cualquier hora con el deseo en sus ojos, que al mirarme me hacen vibrar. –dije estremeciéndome.

--¿Lo gozas?

--Sí mucho, no puedo substraerme al placer por el hecho de enseñarle y de ser su Madre, gozo con él y le enseño a sentir que está haciendo gozar a su pareja, es como si volviera a mi juventud y lo hiciera con mi novio, en donde los dos aprendiéramos juntos a descubrir nuestros cuerpos y a encontrar el placer mutuamente –dije emocionada por la comparación-- es como si la vida me diera una nueva oportunidad de descubrir el amor adolescente, el amor juvenil, y que me dejara arrastrar por su energía y pasión descubriendo un cielo de diferente color.

Norma me miraba comprensivamente, ella sabía que nunca tuve oportunidad de aprender sexo con algún chico, hasta que me casé, comprendí lo que era esa palabra, y no fue gratificante. Con el tiempo aprendí más y sobre todo a aceptar lo que no comprendía, y poco a poco extraje algo de placer de todo ello.

--¿Y que piensas hacer?

--Le enseñaré todo lo que sé y más aún, porque me documento en libros y revistas científicas, no quiero que conozca a una chica como la que fui yo: ignorante y cándida en el sexo, y viva mis mismas experiencias a su lado, por ello lo seguiré haciendo convencida de que lo que hago esta bien hecho, por su felicidad y la de nuestra familia.

Dije firmemente convencida de lo que había expresado

Norma me miro con esos intensos ojos azules por un momento y me dijo:

--Te admiro; realmente te admiro, siempre fuiste una chica de ideas firmes, pero obediente y sumisa, sin claudicar en tus ideales y gustos, eso siempre te lo reconocí, desagraciadamente yo no tuve esa fuerza que tienes. --dijo bajando la mirada

--No, esa no, pero tienes otras tan valiosas que..

--Déjame terminar. –me interrumpió levantando una mano en señal de que parara de hablar, callé y ella continuo:

--Me gustaría poder hacer lo que tú has hecho con mis hijos pero no puedo, me falta el valor, siento que si lo hiciera, mis hijos me mirarían como una Madre pecadora y degenerada, porque nunca tuve el valor de que vieran el cuerpo Humano desnudo con naturalidad y admiración, como tu lo hiciste con tus hijos. – dijo bajando la cabeza de nuevo y tras unos momentos de silencio, continuo:

--Tú sabes que la educación de mis hijos en ese sentido ha sido rígida muy diferente a la que tú ahora les inculcas, incluso te bañas desnuda con los niños y le besas su pene a Rodrigo cuando le terminas de bañar como signo de Amor y cariño que le profesas. Yo sé que son mis prejuicios, pero los traigo muy arraigados y sé también que será imposible cambiarlos.

--No lo creo Norma, aún se pude hacer mucho, incluso con Angélica, que ya ha cumplido 18 años. –dije comprensiva

--¿Tu lo crees? –pregunto esperanzada.

--¡Claro! --contesté

--Coincido contigo en todo lo que dices y haces por tus hijos y quisiera hacerlo también por los míos. –dijo Norma esperanzada.

--Por nuestros hijos, lo haremos, te lo prometo. –dije feliz abrazándole fuertemente.

Después de unos momentos en que las lagrimas fueron las protagonistas y en donde demostrábamos nuestro amor filial, le dije:

--Quiero que esta noche estés con nosotros haciendo el amor.

--¿Con René?

--Sí, tienes que dejar aun lado tus prejuicios para poder liberarte de ellos, como yo lo he hecho, y esta es una muy buena oportunidad, ¿De acuerdo?.

--¿Pero.. Qué pensará él de mí...?

--¿Qué puede pensar de su Tía, si ya se cogió a su Madre? --le contesté divertida

Las dos comenzamos a reír por un momento y decidida me contestó:

--Sí, ahí estaré.. –dijo iluminado su cara con una hermosa sonrisa y limpiando sus lagrimas de alegría y emoción. Sabía que todo sería más fácil ese día, ya que David salía en uno de sus continuos viajes de negocios y que estaría de vuelta el día siguiente.

Había encontrado el fundamento de mis fantasías sexuales con mis hijos y el del haber estado con diferentes amantes menores que yo: el poder transmitir una sexualidad libre de prejuicios y tabúes, alegre, y feliz.

Esa noche, Rene se encontraba besándome la nuca con dulzura, me tenía abrazada por la cintura y su lengua recorría mi cuello diestramente, mientras algo de luz entraba por la ventana abierta, el viento hacía que las cortinas se movieran levemente anunciando su entrada, cuando la cama se bamboleó un poco y un segundo después, René se agitaba violentamente asustado diciendo:

--¿Quién es? ¿Quién es? –repitió con sorpresa.

Mi corazón palpitó con fuerza mientras buscaba el apagador de la lámpara para encender la luz, pero no fue necesario que lo hiciera, porque escuche la voz de Norma diciendo:

--Soy yo, Norma, no te asustes René.

--Pe..pe..pe..ro.. yo.. no.. –tartamudeaba sin poder decir una palabra completa.

Me alegró saber que Norma aceptó compartir mi emoción y mi amor por René, así que trate de calmarlo diciéndole:

--Cálmate René, todo está bien, tu tía quiere compartir con nosotros estos momentos de amor, ¿Te parece bien?

--¡He.. Sí.. Sí claro! --dijo vacilante.

Norma se puso tras él apretando su cuerpo desnudo y comenzó a besar su cuello, René ya no lo hacía conmigo, yo imaginaba el desconcierto tan grande que tenía en ese momento al tener a su Madre y a su Tía de amantes en la misma cama.

Poco a poco Rene se fue relajando mientras Norma besaba su espalda con dulzura, así que decidí actuar: me levanté y encendí una pequeña lámpara de mesa que se encontraba en una repisa, que bañaba de una cálida luz la habitación y cerré con llave la puerta. Regresé a la cama y encontré a Norma muy concentrada besando la entrepierna de René, me uní a ella y entre las dos nos disputábamos su caliente pene.

La cara de asombro de René no tenía comparación; parecía que los ojos se le saldrían de sus cuencas al vernos besar su pene con ahínco. Sé que la fantasía sexual más grande de los hombres es verse en una cama con dos mujeres. Existen muchos hombres que nunca logran cumplirla, pero otros empezando su vida sexual ya lo lograron, como René, que es un gran afortunado.

Norma lo besaba con lujuria, lo veía en su cara, el Glande desaparecía en su boca, para reaparecer unos segundos después brillante y rojo, después como buena hermana, lo tomaba de su base y me lo ponía en mis labios, yo lo besaba y con mi lengua lo recorría rápidamente para después hundirlo profundamente en mi garganta. Yo lo chupaba con deleite, con la punta de mi lengua abría el pequeño orificio, intentando hurgar en su interior y de nuevo succionaba con fuerza rodeando su glande con mis labios. Lo pasábamos de una boca a otra como si de un delicioso cono de nieve se tratara hasta sentir como la tensión subía en él. Las dos diestras en el arte del amor, dejamos de lamerlo y pasamos a su vientre lamiéndolo con efusión, subíamos hasta sus pezones y al mismo tiempo succionábamos ocasionando que se retorciera de placer. Recorrimos sus brazos y piernas con nuestras lenguas, arrancándole estremecimientos y haciendo que su piel fresca y suave se erizara con miles de minúsculas montañas. Sus ojos recorrían nuestros cuerpos con insistencia, en espacial el de Norma ya que le era desconocido, sus grandes senos se movían cadenciosamente invitando a René a acariciarlos y succionarlos con deleite. Sus testículos eran besados constantemente por ella, ya que siempre han sido la fascinación de Norma en todos sus amantes. René la miraba absorto viendo como con sus labios los tomaba delicadamente y los introducía en su boca, jugando con ellos con su lengua. Mientras tanto yo tenía firmemente apresado con mis labios su Glande, mientras lo mordisqueaba delicadamente. Mis manos recorrían su cuerpo como mariposas posándose aquí y allá en su firme y aterciopelada piel. Me excitaba el acariciar su vientre y sentir sus núbiles y sedosos bellos que brotaba aún temerosos. Norma me mira mientras tiene dentro de su boca los dos ovoides recipientes de esperma de René y con sus ojos me dice que quiere montarse en él. Yo dejo de besar su pene y me separo de él, Norma se incorpora y se monta sobre René y con mis manos tomo firmemente su pene y comienzo a pasarlo por los labios húmedos y dilatados de su vulva, Norma mueve su cadera excitada mientras besa apasionadamente a René en la boca. Veo salir los abundantes jugos de la vulva de Norma, que en finos hilillos caen sobre los testículos tensos y contraídos por la excitación, inmediatamente introduzco el Glande en su vagina viendo con placer como desaparecía en ella, Norma se encontraba recostada sobre el pecho de René pero al sentir que la penetraba se incorpora sentándose firmemente en su cadera, haciendo desaparecer por completo el abotagado pene. Los testículos se unieron a su vulva tan estrechamente que parecían que formaban parte de ella. Norma pasando una de sus manos hacia atrás los acariciaba delicadamente, mientras René gemía quedo. Norma comenzó a mover su cadera en pequeños círculos, acrecentando las sensaciones de René que la asió fuertemente por sus carnosas nalgas. Norma acariciaba sus pechos mientras mantenía sus ojos cerrados concentrándose en el placer, de imprevisto comienza a acelerar el ritmo y a gemir fuertemente mientras se le dibujaba la inconfundible expresión del placer supremo en su cara. René sorprendido, permanece inmóvil mientras Norma se toma sus pezones con la punta de los dedos y los hala fuertemente. Yo veo excitada esa conjunción de cuerpos y de sensaciones que buscan frenéticamente el dar y recibir placer. Cuando mi excitación es grande, mis sentidos se agudizan y los sabores y olores de los cuerpos me vuelven loca, así que decido no permanecer más como espectadora y me posiciono entre las nalgas de Norma teniendo frente a mí el pene de René que sale y entra de la vagina de Norma bañando en sus jugos. Hundo mi cara entre ellas recogiéndolos con mi lengua, tocando los labios distendidos de su vulva y el glande carnoso, que en cada movimiento de salida, extrae los deliciosos jugos de Norma. Mi lengua recorre lujuriosa los testículos bañados de deliciosos jugos, subiendo por su pene hasta los carnosos labios de la vulva, el preriné y el ano de Norma, para de nuevo bajar hacia los bañados testículos. De mi vulva salen mis jugos escurriendo por mis muslos, ahogándose entre las sábanas, mis dedos frotan frenéticamente mi clítoris buscando el orgasmo que se anuncia inminente, mientras mi cara se encuentra entre las nalgas de Norma lamiendo con lujuria. De repente Norma se detiene y comprime su nalgas aprisionando mi cara cuando el orgasmo se posiciona de ella incontenible, siento como su vagina se contrae rítmicamente y mientras que su cuerpo rígido se convulsiona. René acelera sus movimientos y segundos después expulsa su prístino néctar impactando el cerviz de Norma. Los dos cuerpos se detienen rígidos y agitados, mientras sus jugos se mezclan en el culmén del placer. Yo limpio a lengüetazos el producto de sus orgasmos, como perrita sumisa provocando con ello que el mío me atrape como bestia salvaje, arrebatándome de este mundo para llevarme al paraíso.

llevarme al paraíso.

René al darse cuenta de que estoy obteniendo el mío, extiende su mano derecha y atrapa uno de mis pechos y tomado el pezón lo hala delicadamente haciéndome gemir de placer. Mientras experimento mi orgasmo las manos de Norma y René acarician mi cuerpo dulcemente, acrecentando mi placer. Mientras mi corazón desbocado recupera su ritmo, Norma se encuentra recostada sobre el pecho de René que respira con dificultad por el esfuerzo realizado, los tres no giramos jadeantes y nos abrazamos fundiéndonos en un solo cuerpo con tres cabezas y un solo placer.

Sin darnos cuenta caímos en un sueño delicioso y reparador mientras las horas pasan rápidamente.

Cerca del alba, me despierta el pene de René abriéndose paso por entre mis nalgas insistentemente, me encuentro sobre mi costado izquierdo y le respondo levantando mi cadera y abriendo una de mis nalgas para que entre en mí sin problemas, mi vulva aún se encuentra bañada por mis jugos, así que la penetración se da fácilmente. René comienza a bombear rápidamente metiendo su duro pene profundamente en mí, yo me inclino hacia delante facilitando el ángulo de penetración mientras mantengo abiertas mis nalgas con mi mano, sintiendo como sus frescos testículos se introducen entre ellas. Sus manos se apoyan en mis hombros atrayéndome hacia él, para apalancarse con su cadera hundiéndose más profundamente. Comienzo a respirar un poco más agitadamente, cuando siento como su pene se agita rítmicamente descargando su esperma en mi vagina sedienta de ella. René agitado y gimiendo quedamente comienza a besar mi cuello y a acariciar mis pechos mientras sigue metiendo y sacando su pene cada vez más lentamente hasta que se detiene. Hasta ese momento Norma había permanecido ajena al placer, pero deshaciéndose de las sábanas que nos cubrían, se pone frente a mí y levantando mi pierna derecha sobre la de René deja al descubierto mi vulva llena de la carne trémula y dura de René, y tomado su pene, lo saca de mi vagina e inclinadose, lo devora. Aún logra extraer gotas grandes y cremosas de esperma del tungente pene las cuales saborea con evidente placer. Juntos, los tres vemos salir los primeros rayos del sol que entran sin nuestro permiso por la ventana, anunciando el fin de nuestra primera noche de placer, en un deliciosos ménaje de tois.

A esa primera noche donde los tres nos unimos, le siguieron otras más, lo hacíamos con cuidado, tratando de hacer el menos ruido posible, pero no era fácil ya que la pasión y el placer, hacían que nos olvidáramos de eso y de muchas cosas más. Sabíamos que tendríamos que cambiar la hora de nuestros encuentros, en especial cuando mi Cuñado estuviera en casa y cuando lloviera.

¿Por qué cuando lloviera? se preguntarán con extrañeza, bien les diré porque: Una noche en que caía una torrencial tormenta, nos encontrábamos los tres haciendo el amor deliciosamente, mientras escuchábamos caer las gotas sobre nuestras cabezas y los subsecuentes pequeños arroyos, que se unían a potros más grandes hasta que caían por los bajantes del techo. Inesperadamente la tormenta se aderezó con decenas de rayos que caían haciendo retumbar las puertas y los ventanales con fuerza. Pero nosotros no le dábamos importancia, quizá en mi caso ni los escuchaba, me mantenía tan dentro de mi placer que el mundo exterior, fuera de esa habitación, no existía en ese momento.

Me encontraba besando a Daniel en la boca y acariciando su pecho, mientras él tenía a Norma montada sobre su pene cabalgando rítmicamente. Nuestros cuerpos desnudos se unían trasmitiendo nuestro calor y deseo a trabes de la piel sudorosa, mientras gemíamos de placer

La habitación se encontraba en la oscuridad y solo cuando la luz azulosa e intensa de un rayo que caía, la iluminaba a través de las cortinas, cuando siento en mi espalda una ligera presión, al principio no le doy importancia pero segundos después es más intensa hasta que desconcertada me giro y veo la cara de Silvia aterrorizada por los estruendos de los rayos al caer. Mi sorpresa fue mayúscula, el verla ahí parada llorosa junto a la cama me heló el corazón.

Decenas de preguntas giraron por mi cabeza en un instante: ¿cómo entro? ¿Cuánto tiempo lleva ahí? ¿Ha visto a Norma y a René? ¿Se ha dado cuenta de lo que hacemos? Etc.

Inmediatamente la tome entre mis brazos y la subí a la cama arropándola, mirando hacia el lado opuesto de donde se encontraba René y Norma, ellos aún no la habían visto y seguían con su movimientos y gemidos que aumentaban de intensidad. Quise avisarle a Norma pero no me escuchaba y rene se encontraba muy cerca ya de su orgasmo, así que con mi cuerpo cubrí a Silvia tratando de taparle las orejas y que no escuchara los gemidos de Norma.

--Más.. Más... Corazón, dame más... --gritaba Norma quedamente

Silvia parecía muy ajena a lo que sucedía en la cama, a sus tres años, el temor a los rayos era grande y en ese momento solo quería que la abrazara. La cama se movía en todas direcciones y los gemidos de René al obtener su orgasmo me hicieron temer que asustarían también a Silvia, pero ella se encontraba con sus ojos cerrados y respirando pausadamente. Cuando todo terminó, la habitación quedo en silencio, solo perturbado por la lluvia que decrecía en intensidad, Silvia dormía y yo caía también en un sueño tibio y reparador cuando siento a Rene que se acurrucaba a mi espalda intentando meter su pene entre mis nalgas. Yo me sobresalto e intento decirle que se detenga y explicarle lo que sucede cuando escucho a Silvia que dice:

--¿Má.. Má?¿Qué pasa...?

--Nada mi amor, nada duérmete ya.. --digo alarmada y frustrada por no poder decirle lo que pasaba a René, que había ya dado con la entrada de mi vagina y estaba penetrando en ese momento.

No me quedaba otra que dejarle que continuara, mientras abrazaba fuertemente a Silvia que dormía de nuevo entre mis brazos. René abría mis nalgas constantemente con fuerza tratando de meter más profundamente su pene, ese movimiento me empujaba hacia delante ocasionado que Silvia y yo nos moviéramos en un continuo vaivén por las arremetidas de René, y tuve que contrarrestar ese movimiento poniéndome rígida y soportando sus arremetidas hasta que minutos después comienza a gemir sobre mi oreja derecha quedamente, anunciándome su orgasmo. De nuevo la cama se detiene y el silencio inunda la habitación, pero ahora la lluvia a cesado y solo nuestras respiraciones hienden el silencio de la noche. Cuando amanecía desperté a René y le dije a señas que se retirara a su habitación, él desconcertado iba a pronunciar palabra cuando pongo uno de mis dedos sobre mi boca pidiéndole que callara, en ese momento vio a Silvia y su expresión cambio, se puso libido y poniéndose su bata salió apresuradamente de la habitación. Dos horas después me levanté para llevar a los chicos a la escuela pero antes me duché dejando a Silvia y a Norma dormidas. Estaba por terminar cuando entra Norma al baño y asustada me dice:

--¿Por qué está ahí Silvia? ¿A que hora llegó?

--No se enteró de nada, cálmate, --dije tranquilizándola-- se asustó con los rayos de la tormenta y de seguro la puerta se encontraba sin pasador y entró, cuando me di cuenta estaba llorando junto a mí, así que la abrace y la acosté conmigo.

--¿Pero porqué no me dijiste que se encontraba ahí? --preguntó desconcertada

--Lo intenté, pero estaban muy concentrados y no me escucharon además Silvia se despertó cuando los llamaba, así que desistí --dije levantando los hombros.

--¿Tú crees que se dio cuenta de...?

--No lo creo, estaba aterrorizada, solo quería estar conmigo.

Más tarde Silvia se levantó como si nada hubiera sucedido y bajo a desayunar.

Así que desde esa vez, la puerta siempre está con pasador, e intentamos hacerlo cuando sea seguro en casa, o de plano en otro lugar, y ¡claro, cuando no llueva!

FIN DE LA TERCERA PARTE, DE CUATRO

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