Cuando una madre ama intensamente... (2)

La iniciación sexual de un Hijo por su Madre de una manera didáctica y con mucho Amor.

CUANDO UNA MADRE AMA INTENSAMENTE...

SEGUNDA PARTE

Después de nuestro primer encuentro, René se había vuelto más amoroso no solo conmigo, sino con sus hermanos y primos, y con Norma y David. Los problemas de adolescente que comenzaban a aflorar en él, habían cesado casi por completo. Me parecía increíble que hubiera un cambio tan radical en su comportamiento.

Cuando regresé a casa, lo encontré estudiando en su escritorio, sabía que los Martes por la noche se juntaban sus amigos en casa de Beto y que René nunca faltaba, por eso me extraño verlo en casa.

--¿Qué haces aquí? –pregunte extrañada

--Estudiando Ma.

--Si, ya lo veo, pero ¿hoy Martes?

--Preferí quedarme en casa para acabar este trabajo. –fue su respuesta.

Me di por enterada, y me fui con los niños. Mientras descansaba en mi sillón preferido extrayéndome la leche para mi Bebé del día de mañana, la deliciosa sensación de succión de la bomba de vacío, me recordó la noche pasada. Mientras sentía como mi pulso se aceleraba y relamiéndome los labios, pasaron varios minutos hasta que un zumbido de la bomba me avisó que estaba lleno el recipiente. Me desconecté y me fui a la cocina a poner en el refrigerador la leche recién ordeñada. Cené con los chicos leche y pan con mermelada, después cuando los lleve a acostar, Norma se acerca y me dice discretamente:

--Te esperamos.

Era la invitación para una deliciosa noche de sexo de los tres, pero sabía que René iría esa noche de nuevo a mi habitación, así que sin pensarlo dos veces le dije:

--No, no creo poder, me siento muy cansada y quiero recuperar el sueño de la desvelada del domingo.

Norma soltó una risita y dijo:

--Si, estuvo fenomenal, no te preocupes, te disculparé con David.(Mi Cuñado)

--Gracias. – dije, y le bese despidiéndome.

Me duché de nuevo y me puse mi Babí doll que hace mucho no usaba, no sé por qué lo hice, quizá porque me traía muchos recuerdos con mi esposo, ó porque salió en ese momento del cajón del clóset, no lo sé, pero siempre había sido uno de mis favoritos. Es un camisón de tela transparente, volado en su parte inferior con ribetes de piel de conejo azul, sus bragas y el sostén son del mismo color y por supuesto transparentes. Me miraba al espejo y me veía bonita, quizá hasta sexy. Me nació de pronto el pintarme las uñas de los pies, y de las manos, lo cual hice con calma y precisión, perfumé mi cuerpo con la fragancia de Lilas que me enloquece y cepille mi pelo durante varios minutos.

Me sentía emocionada, ó ¿tal vez impaciente?,¿ilusionada? ó ¿llena de felicidad?, no lo sabía con claridad, sentía una mezcla de sentimientos que amalgamados; hacían que mi vientre hormigueara todo el tiempo y que la felicidad llenara cada rincón de mi cuerpo.

Me puse frente al espejo y mire mi cuerpo, “... no esta nada mal pera una Mujer de 35 años, más bien diría que es el cuerpo de una chica de 28... ” exageré en mi auto halago, pero lo que veía me gustaba. Giré varias veces sobre mi eje, mirando mi vientre plano, mis piernas y nalgas firmes que sobresalían entre las pequeñísimas bragas

Me tendí satisfecha sobre la cama y cerré los ojos y sin darme cuenta, y aún con la excitación que me embargaba ¡me quedé dormida!.

Unos pequeños golpes en la puerta y la sensación de un cuerpo que frente a mí me observaba, me despertaron. René me contemplaba boquiabierto, me acariciaba con sus ojos al recorrer mi cuerpo lentamente, desde mis pies hasta mi cabeza y de nuevo bajar por mis pechos. Le sonreí al reconocerlo y él lentamente se arrodilló ante mí y comenzó a besar mis pies. Ahora yo era la estupefacta, su actitud erótica y seductora era de cuento, no sabía como podía habérsele ocurrido el hacerlo conmigo, pero para ser franca me agradaba tremendamente.

Besaba dedo por dedo y subía por mi empeine hasta llegar a mi rodilla y de nuevo regresaba para cambiar de pie. Yo lo disfrutaba intensamente, hasta sentí que gemía de placer en algún momento.

Cuando dejo de hacerlo salí de mi trance y visiblemente complacida exclamé:

--¡Qué maravilloso estuvo esto! ¿Dónde lo aprendiste?

René muy orondo y feliz dijo:

--Lo leí en el libro de Casanova.

--Hoo, ya veo, un libro interesante, ¿Y que más aprendiste de él?

---Mmm... varias cosas más que te iré enseñando, ¿O no crees que yo pueda enseñarte algo?

--¡Claro que sí!, Siempre se aprende en esta vida de todo y de todos, hasta una pequeña e insignificante hormiga nos enseña maravillas, ¿por qué tú no, si eres un muchacho inteligente y sensitivo? –dije sinceramente.

Estire mis brazos hacia él, que pronto se acurruco en mi pecho.

--¿Que me enseñaras ahora? –dijo tímidamente

--Me gustó mucho tu iniciativa, quiero que me hagas gemir de placer, con tus caricias. --dije emocionada .

René no espero más y despacio comenzó a desvestirme, cada pedazo de piel que descubría, lo llenaba de besos reverentes y atrevidos, en una confrontación de caricias que me hacían estremecer. Poco a poco quedaba como llegué al mundo; desnuda ante René que no cesaba de besar hasta el más recóndito pedazo de piel de mi cuerpo. Sentía que flotaba entre nubes de sensaciones que arrobaban mi espíritu. Sentía como mi vulva era besada, una y mil veces por labios tibios y decididos a proporcionarme el mayor placer, cosa que hacían a la perfección.

Abrí mis piernas completamente, exponiendo mi vulva limpia y sin bello, el cual no permitía que creciera por mis afeites seguidos. La lengua de René hurgaba entre sus labios abriendo cavidades y llenándolas de su aliento tibio y juvenil. Besaba mi clítoris con dedicación haciendo que creciera henchido de sangre y vibrara al ritmo de mi corazón. Me incorpore despacio haciendo girar su cuerpo y poniendo el mío sobre el de él en la posición del 69, donde su pene se hundía en mi boca, mientras que su lengua lamía mi vulva con deseo. Me sentía arrobada y transportada al paraíso, sus caricias y su lengua tibia arrancaban gemidos de mi garganta reseca por mis jadeos desenfrenados. De repente Mi útero comienza a contraerse al alcanzarlo la ola del placer que el orgasmo a provocado en todo mi cuerpo.

--Haaiii... sí... sí... más... más... dame por favor... ---exclamaba sin control al sentirlo explotar en mi cerebro. René acrecentaba sus movimientos mientras yo gemía intentando acallar mi voz con su pene. Sentí como rodamos hacia un lado sobre la cama mientras él cambiaba de posición besando mi boca con pasión.

Yo recibí sus labios ardientes con un frenesí que no conocía, sentía mi cuerpo invadido por otro ser que controlaba mis movimientos y que me inundaba de placer. Mientras me fundía en un beso delirante, abrí mis piernas y sentí como se acomodaba entre ellas, su pene abotagado y caliente golpeaba levemente mi vulva chorreante y dilatada. Metí mi mano entre nuestros cuerpos y tome su pene guiándolo hacia mi vagina. Al entrar despacio su Glande, moví fuertemente mi cadera introduciendo su pene completamente en mí, de un solo movimiento. Sentí su cuerpo estremece al percibir el calor del mío y tomándolo de sus nalgas lo presione fuertemente contra mi cuerpo, yo tenía levantada mi pierna izquierda para facilitar su penetración, mientras él inconscientemente impedía que la bajara ya que tenía sus brazo bajo ella.

En ese instante, como si de dos almas unidas en un solo cuerpo se tratase, explotamos al unísono obteniendo nuestros orgasmos que nos volvieron locos de lujuria y placer. Sentía como mi útero se contraía y mi cerviz recibía los torrentes de esperma que llenaron mi vagina completamente. Mi cuerpo temblaba y rodee con mis piernas, su cuerpo trémulo que se convulsionaba de placer, mientras mi mente se nublaba y todo desaparecía a mí alrededor, solo existíamos él y yo.

Sabía que eyacularía inmediatamente al penetrarme, su deseo era intenso y no lo podía contener, así que busque el llegar al mío antes de que me penetrara, para alcanzar al unísono el orgasmo.

Mis jadeos se volvieron menos intensos, mientras el pináculo del placer desaparecía lentamente dejando resabios de su grandeza al rededor. Me sentía enormemente feliz, dichosa; completa; saciada; amada; protegida, la intensidad de mis sentimientos no eran comparables con nada que haya vivido; era algo nuevo, diferente, maravilloso.

Rene sollozaba quedamente en mi pecho mientras su pene aún erecto temblaba dentro de mí. Yo lo estreche fuertemente entre mis brazos y le musite a su oído:

---Te amo, René, te amo con toda mi alma, tú y tus hermanos son el bien más preciado en mi vida.

Él beso mis pechos delicadamente en respuesta a mis palabras, mientras lo hacía, yo continué:

--Hoy has sentido por primera vez, el cuerpo de una mujer; su dulzura; su pasión, su fuerza, su deseo, no olvides su calor y la dicha que te da el ser que te ama, y cuando tu Ames, hazlo con intensidad, con delicadeza, con respeto y sobre todo con todo tu corazón.

Termine mis palabras en un sollozo de felicidad y dicha, mientras estrechaba contra mi cuerpo el suyo, aún trémulo por el esfuerzo

Seguíamos unidos por su pene firme y palpitante que se rehusaba a salir de mí y yo a dejarlo salir. Comencé a mover mis caderas con un ritmo lento y le dije quedamente:

---Mueve tu cadera hacia delante y atrás, mételo y sácalo despacio al principio y aumenta el ritmo.

René aprendió rápidamente y unos segundos después sentía como un ariete abría mis carnes con fuerza arrancándome más gemidos de placer.

--Sí, muy bien.. sí.. así.. Así amor.. Sí... dame más ...más..lléname de ti. – musitaba

Mi cuerpo aún adormilado por el placer adquirido volvió a tomar fuerza para que de nuevo brotara un segundo orgasmo que me volvió loca. A tal grado me enloqueció que tuve que ponerme una mano en mi boca para evitar gritar fuertemente al sentir como se estrellaba en mi cuerpo rompiéndome en pedazos. René metió sus manos debajo de mis caderas levantándome y clavando su delicioso pene hasta impactar sus testículos en mi vulva, su fuerza al impactarme hacia que mi cuerpo se cimbrara haciendo saltar mis pechos con fuerza. Yo sudaba copiosamente mientras mi corazón amenazaba con salirse por mi boca, mientras que todo el aire disponible en la habitación me parecía poco para poder respirar. Sentía que por mis nalgas escurrían ríos de esperma que salían cada vez que su pene retrocedía para tomar carrera e introducirse de nuevo con fuerza. Mi cabeza me daba vueltas mientras sentía como subía de nuevo el orgasmo pasando desde mi vulva, por mi útero, vientre, y por mi pecho hasta impactarse con mi cabeza.

--Haaaa... si..... así...... amorrrrrr...métemelo todo hasta el fondo... no dejes nada... lo quiero todo... todo.... para mí...haaagggg.

Exclamé enloquecida de placer, mientras la funda de una almohada ahogaba mis palabras. Mi cuerpo rígido se mantuvo inerte mientras el orgasmo invadía cada centímetro de mi cuerpo haciéndolo temblar. Me derrumbé exhausta, sudando copiosamente mientras René bombeaba litros de esperma que inundaban mi cuerpo.

Permanecimos jadeantes durante varios minutos, nuestros cuerpos sudorosos mezclaban sus jugos en una sinfonía de placer. Nuestras bocas de nuevo se unieron para transmitir el amor que nos profesábamos, con la unión de nuestras lenguas que sin palabras expresaban torrentes de frases de amor. Nuestros corazones comenzaron a normalizar sus latidos, y nuestras mentes a retomar el control de nuestros cuerpos. René salió de mí con su pene flácido, mientras yo incorporándome lo tome con mis labios limpiándolo de los jugos del amor, lógicamente a esa edad, en unos segundos volvió a tomar tono y su Glande color bermellón apuntaba directo a mi cara. Yo lo limpie con mi lengua concienzudamente, con amor, hasta dejarlo limpio de cualquier rastro de pasión. René de nuevo volvió a colorear su piel de un Rosado intenso, Noté de nuevo su excitación y el deseo arder en sus ojos, así que esta ves, me puse a cuatro manos y le dije quedamente:

--Móntame.

Él tardó unos segundos en comprender, pero cuando estuvo seguro de mis palabras se puso detrás de mí y hundió su pene entre mis nalgas hasta que sentí los finos vellos de sus testículos. Mi vulva derramaba pródigamente la mezcla del amor, mis muslos y nalgas brillantes por ella, inundaban con su aroma la habitación, excitando más nuestros sentidos

--Sí.. así.. Es delicioso.. Lléname de amor, métela hasta el fondo de mi cuerpo Bebé, dale a Mamí lo que pide ¿sí?, haaa.. Así... amorcito . –decía enloquecida por el placer, René abría mis nalgas y a cada arremetida impactaba su cuerpo con fuerza mientras yo golpeaba contra la cabecera de la cama. La humedad de mis nalgas humedecía también su vientre y el impacto de nuestros cuerpos producía un sonido peculiar.

--Dale más a Má.... toda... toda... así... –decía fuera de mí al sentir el placer que llenaba mi cuerpo. En un momento el placer que sentía no podía ser más, sabía que mi cuerpo no podría soportar más placer y que aloquecería para siempre, pero no podía hacer nada. La ola arrasó con mis fuerzas y voluntad y me arrastro envolviéndome en torbellinos de placer increíble. Un nuevo orgasmo casi me deja sin sentido mientras mi cuerpo se convulsionaba.

--¿Así Má? ¿Así? –preguntaba René mientras hundía su pene en mis entrañas, hasta que un sollozo acompañado por el vibrar de su pene en mi vagina, me hizo comprender que me estaba llenado de esperma nuevamente. Yo cerré mis esfínteres con fuerza, abrazando su pene con mis músculos vaginales, arrancándole más estremecimientos de placer, hasta que agotado, se derrumba sobre mí y los dos caemos de bruces sobre la cama jadeantes y sudorosos, pero ahítos de placer.

El día nos sorprendió en esa posición, cuando escuche unos pequeños golpes en la puerta y una voz que decía:

--Mami ¿Estas despierta?

!Mi corazón casi se detiene de terror!, rápidamente salto de la cama y despierto a René que aún semidormido se levanta y se oculta en el armario, mientras yo envolviéndome en la sabana abro la puerta. Reconociendo a Alma en el rellano.

--¿Sí, qué pasa Corazón?

--Buenos días Mami, no encuentro a René quedo de llevarnos al club temprano a nuestras clases de natación y no está. ¿Que haremos? –dijo visiblemente consternada

Me disponía a contestar cuando siento que de mi vulva sale una buena cantidad de esperma que comienza a bajar rápidamente por mis muslos.

--Ha.. De ... fue a la farmacia, anoche le pedí que fuera temprano antes de que se marcharan, no tardará, espérenlo en la cocina ¿De acuerdo? –dije confundida.

--Sí Mami. –contestó obediente

Alma se encamino a la habitación de Angélica, y cerré la puerta. Abrí la del armario y dije:

--Sal de ahí René, Alma té esta buscando, vete a tu habitación y vístete, baja por la escalera de atrás y recoge a tus hermanas y llévalas al club. Aquí te espero.

Dije besándolo en la boca, Rene me sonríe, saliendo rápidamente de la habitación, yo me dejo caer en la cama soltando un suspiro de alivio mientras mi corazón desbocado amenazaba con salirse de mi pecho.

Por la tarde no Salí de casa, mi cuñado saldría de viaje a los estados Unidos y no regresaría hasta dentro de tres días, y Norma tenía una reunión con sus amigas, así que yo me quede ayudando a los niños a terminar sus tareas y a cuidar a los bebés.

La casa era un centro bullicioso de actividades diferentes, ya que el tener en casa a 7 hijos implicaba que mínimo el mismo número de amigos deambularan por ella, así que en casa por lo regular siempre había amigos de Esteban, de David, Alma, Angélica y René, solo faltaban los dos más pequeños pero pronto también ellos los traerían, así que la intimidad era algo desconocido en casa, de ahí lo problemático de encontrar unos momentos para mí o para nuestros encuentros.

Esa tarde la aproveché para poner varias cargas de ropa en la lavadora, porque aunque parezca increíble se acumulaba la ropa sucia como si tuviéramos un equipo de Fut Bol, ya que 7 niños más tres adultos acumulaban una buena cantidad de ropa sucia a la semana. Me encontraba llenando la lavadora cuando siento unos brazos firmes que rodean mi cintura y un beso cálido en mi cuello.

--¿Te puedo ayudar en algo Mamí? –dijo René cariñoso.

--Mmmm… --exclamé pensativa y tras un momento le dije:

    • Sí, me puedes ayudar arreglando tu cuarto, y también limpiando la cochera de la grasa de tu motocicleta, y lavando tu uniforme, y limpiar tu

No dejo que terminara de hablar cuando girándome rápidamente me beso tiernamente en la boca. Tras recibir su amoroso beso, lo separe de mí despacio y le dije:

--Debes tener cuidado cuando quieras besarme de esa manera René, no me gustaría que nos vieran tus hermanos o tus Tíos.

--Descuida Má, me fije bien que nadie estuviera cerca. –dijo con una sonrisa cautivadora

--¿Que me enseñaras hoy? --preguntó ansioso

--Mmmm… te enseñaré como cuidarte de las infecciones venéreas.

--¿Y qué más?

--¿Qué más?, Pues ---fingí pensarlo un momento y le sugerí -- ¿Por qué no me enseñas más de tu libro, o quizá de alguna revista?, no sé

Él aún no sospechaba que había descubierto por accidente en su habitación sus revistas, así que con esta sugerencia, le daba una buena oportunidad de que las sacara y así demostrarme que las poseía en un acto de honestidad hacia mí.

--Bien, te daré una sorpresa. –dijo entusiasmado.

Me beso de nuevo y regresó a su habitación. Yo volví a mis ocupaciones, y ya por la noche después de darme una ducha, me metí desnuda entre las sabanas y esperé.

Media hora más tarde, cuando todos se encontraban ya dormidos, René entró sigiloso y tras cerrar la puerta se metió a la cama y me beso la espalda. Acariciaba mi cuerpo con delicadeza, mientras su lengua me recorría desde mi cuello hasta mis nalgas dejando un rastro de fría humedad. Bajó hasta mis tobillos para de nuevo subir con igual ahínco, me sentía cómoda, muy cómoda, segura y por supuesto amada. De repente, con un movimiento rápido, separo las sábanas con un fuerte estirón y quede desnuda sobre la cama. Despacio me giró y abrió mis piernas completamente y despacio hundió su cara entre ellas, besó mi clítoris delicadamente y con su lengua recorrió toda mi vulva varias veces, que de inmediato respondió a sus caricias, produciendo abundantes jugos.

Sorpresivamente y con sonoros besos, comenzó a recorrerla frenéticamente por todas direcciones, su acción me sorprendió pero después me causó hilaridad su ocurrencia y riendo le pregunté:

--¿Qué haces?

--¿Qué más?, Pues ---fingí pensarlo un momento y le sugerí -- ¿Por qué no me enseñas más de tu libro, o quizá de alguna revista?, no sé

Él aún no sospechaba que había descubierto por accidente en su habitación sus revistas, así que con esta sugerencia, le daba una buena oportunidad de que las sacara y así demostrarme que las poseía en un acto de honestidad hacia mí.

--Bien, te daré una sorpresa. –dijo entusiasmado.

Me beso de nuevo y regresó a su habitación. Yo volví a mis ocupaciones, y ya por la noche después de darme una ducha, me metí desnuda entre las sabanas y esperé.

Media hora más tarde, cuando todos se encontraban ya dormidos, René entró sigiloso y tras cerrar la puerta se metió a la cama y me beso la espalda. Acariciaba mi cuerpo con delicadeza, mientras su lengua me recorría desde mi cuello hasta mis nalgas dejando un rastro de fría humedad. Bajó hasta mis tobillos para de nuevo subir con igual ahínco, me sentía cómoda, muy cómoda, segura y por supuesto amada. De repente, con un movimiento rápido, separo las sábanas con un fuerte estirón y quede desnuda sobre la cama. Despacio me giró y abrió mis piernas completamente y despacio hundió su cara entre ellas, besó mi clítoris delicadamente y con su lengua recorrió toda mi vulva varias veces, que de inmediato respondió a sus caricias, produciendo abundantes jugos.

Sorpresivamente y con sonoros besos, comenzó a recorrerla frenéticamente por todas direcciones, su acción me sorprendió pero después me causó hilaridad su ocurrencia y riendo le pregunté:

--¿Qué haces?

René dejó un momento de besarla y dijo con visible alegría y con gran elocuencia:

--Beso, el hermoso lugar en donde estuve nueve meses gestándome, antes de salir por entre estos deliciosos y hermosos labios. Hoy se cumplen 17 años de ese espectacular suceso, hace 17 años salí de ahí, y hoy, vuelvo a entrar.

Y diciendo esto se incorpora y se abalanza sobre mí, metiendo poderosamente su pene, desapareciendo en mi interior completamente. Su última frase, me excitó tremendamente y abriendo mis brazos lo recibí a besos. Diestramente bombeaba entre mis piernas, sacando casi completamente su caliente pene para hundirlo después con fuerza hasta que sus testículos se impactaban en mis nalgas y en lo profundo de mí, se detenía y hacia que su pene vibrara al ritmo que él le impusiera, mientras su pelvis presionaba fuertemente la mía.

Yo con los ojos cerrados, disfrutaba de sus caricias y su ritmo acelerado, mientras moviendo mis caderas buscaba sentirlo más dentro de mí. Rene levantó mis piernas poniéndolas al frente y después se puso en cuclillas sobre la cama sin sacar su pene de mí y en esa posición me penetró más profundamente mientras sentía los golpes poderosos de su pelvis sobre la mía. La cama se movía rítmicamente a cada embestida que me daba, en una danza continua y frenética. De la nariz de Rene comenzó a gotear sudor que caía sobre mi rostro y se confundía con el mío, mientras buscaba acelerar mis movimientos, sentí como su pene vibraba con fuerza incontenible, vaciando en mi interior su torrente de prístina leche que inundó mis entrañas. Él se detuvo mientras su cara congestionada, se llenaba de expresiones de placer. Eso cortó mi ritmo y deje de moverme también, me sentía frustrada, el incipiente orgasmo que subía por mi vientre, desapareció completamente sin dejar rastro. René gemía despacio mientras su pene aún se movía, y tras unos segundos se desplomó sobre mí. Yo le abrace con ternura y le bese toda su cara mientras me decía:

--… Te amo, te amo… incansablemente.

Después se giró y se derrumbó junto a mí, le veía su pene rojo y brillante aún con restos de esperma, palpitar al ritmo de su corazón agitado. Me acerque a su oído y le dije:

--Eso, mi Hombre, no se hace, recuerda que primero tienes que satisfacer a tu pareja antes que a ti mismo.

--Sí… perdóname Má… pero no pude controlarlo. –dijo aún visiblemente agitado

Me incorporé y poniendo una toallita sobre mi vulva, me senté con las piernas cruzadas sobre la cama ,y le dije:

--Tienes que saber como controlar tu eyaculación, para que puedas disfrutar de más tiempo de placer – dije mirando su pene erecto y brillante

---Ahora porque eres joven, tu pene sigue erecto y puedes disfrutar de varios coitos en una noche, pero conforme crezcas y pase el tiempo tu capacidad sexual disminuirá y tu erección desaparecerá después de cada coito, por ello debes controlarte. Una forma de hacerlo es el pensar en cualquier cosa menos en lo que haces, cuando sientas que tu orgasmo llegará en cualquier momento; piensa en tus exámenes por ejemplo, ó en el entrenamiento del Sábado. Sé que parece insensible o fuera de lugar, pero funciona. Otra forma es, no concentrarte demasiado en tus sensaciones, y una tercera es tomar firmemente tu pene y evitar que eyacules, impidiendo que la esperma salga, después con tu otra mano harás movimientos hacia atrás, regresando el esperma a la base del pene. Eso funcionará una vez, pero es algo molesto.

René me miraba con atención mientras yo hacía los movimientos sobre su pene, enseñándole como. Después tome un condón y lo saque de su envoltura y le dije:

--Tómalo, siente su textura, esta lubricado con aceites a base de agua, para resbalar perfectamente.

Rene lo tomó y lo observaba atentamente, y tras sentirlo en sus dedos varias veces, lo deposito en mi mano.

--Ahora te enseñaré como, ponértelo.

Lo puse sobre su Glande y lo desenrollé despacio hasta dejarlo en la base de sus testículos, después me gire y poniéndome en el Borde de la cama a cuatro manos le dije;

--Ahora, penétrame despacio y siénteme.

Rene me tomó por las caderas y me penetro despacio, hundía y sacaba su pene con lentitud, como valorando cada sensación, cada movimiento. Después de unos segundos, me separé y sentándome en la cama frente a él, le pregunté:

--¿Y bien, Qué sentiste?

---Mmm… no me gustó. –dijo secamente

--¿Por qué?

--Por que no se siente igual que sin él, las sensaciones son menos fuertes, Mmmm... el calor no es el mismo, no, no me gusta. –dijo moviendo la cabeza de un lado a otro.

--Sí, lo sé, tampoco para mí es tan agradable como sin él, pero es un método eficaz, para prevenir infecciones venéreas, incluso el SIDA, y claro como anticonceptivo. Siempre es importante que tengas uno a mano, en tu cartera, por si… lo necesitaras. –dije un poco turbada ya que no me hacía a la idea que anduviera por ahí haciendo el amor.

Rene asintió comprendiendo, mi explicación.

Yo le bese delicadamente en su mejilla y me recosté de nuevo en la cama. René retomando su vitalidad, se dirige a una silla junto a la entrada y toma una revista que me enseña diciendo:

--Aquí hay varias cosas interesantes que quisiera hacer. –dijo bajando los ojos.

Yo tome la revista y comencé a hojearla, una sucesión de las más variadas posiciones sexuales llenaba sus páginas, alguna decididamente alocadas ó fantasiosas, así que divertida exclamé:

--¿Donde conseguiste esto?. –dije simulando asombro.

--Me las presta “El Gordo”. –dijo refiriéndose a un compañero de la preparatoria.

--¿Y él de donde las compra?. –volví a insistir—.

--No sé, creo que son de su hermano mayor.

--¿Y te ha prestado muchas?.

--No, es la primera, ¡pero está padrisima! ¿Verdad?

Yo francamente había visto algunas que Norma tenía, pero no con tanta abundancia de imágenes como ésta.

--¿Quieres que las practiquemos? –le pregunté

--Sí.

--¿Todas?

Asintió lentamente sin separarme su sensual mirada.

--Está bien, intentémoslas. –dije no tan convencida de poder hacer todo ese manual circense, pero eso sí: muy dispuesta.

Rene se recostó sobre la cama y yo me monté en él, su pene erecto y muy caliente se introdujo sin dificultad ya que su misma esperma ayudaba a mi lubricación. Yo movía mis caderas a un ritmo lento, buscando frotar mi clítoris en su pubis, mientras René muy concentrado en la revista parecía que seguía los pasos al pie de la letra. Tan concentrado lo veía, que esperaba que en cualquier momento empezara a decir “:… paso A, paso B, paso C.”.

Después de unos segundos, dejó a revista a un lado y se aferró a mis caderas, yo seguía concentrada en mis movimientos, cuando me dice quedamente:

--Ahora de igual manera, pero al revés. –dijo haciendo giros con la mano.

Tardé un poco en comprender lo que me quería decir, pero cuando lo hice, me separe de él y girándome, me senté de nuevo, pero ahora teniendo sus pies frente a mí. Me pido que me recostara hacia delante mientras abría mis nalgas con sus manos y veía con emoción como su pene desaparecía en mi vagina para tras unos segundos, salir brillante, impregnado de mis jugos. Hice esos movimientos varias veces, así la penetración la sentía más profunda al sentarme literalmente en él y sentir sus testículos unidos a mi vulva, como si fueran parte de ella.

Cuando ya me estaba acostumbrando a ellos, me da nuevas instrucciones:

--Ahora, recuéstate en la cama de lado… por favor.

Obedecí diligentemente y me recosté sobre mi lado derecho, Rene se puso tras de mí y separando mis nalgas hundió su pene entre ellas, su primera estocada me sorprendió: su Glande luchaba por entra en mi ano con desesperación, así que tomándolo con mi mano izquierda lo guié hasta mi vagina, que al sentirla, se hundió inmediatamente en ella. Comenzó a bombear despacio, abriendo insistentemente mis nalgas una y otra vez, intentando penetrarme más profundamente, después, con su mano izquierda, levantó mi pierna izquierda hacia lo alto hundiéndose profundamente en mí. Yo cooperaba con él acariciando con mi mano izquierda, sus testículos que se encontraban húmedos y unidos a mi vulva, y después con mis dedos, hacía pequeños rizos con sus vellos sedosos que brotaban de su pubis, acariciándolos delicadamente e impregnándolos con los jugos que salían de mi vulva en abundancia.

Sus impactos en mis nalgas, hacía que mi cuerpo se moviera al ritmo de ellos y mis pechos brincaran constantemente y se bambolearan de un lado a otro, el movimiento de mis pechos, me excitaba, así que comencé a acariciarlos, estirando levemente mis pezones ya erguidos.

En un momento, Rene se detiene, y como núbil ingeniero que consulta los planos de la construcción, hojea la revista buscando detenidamente la siguiente posición. Yo disfruto del momento y dejo que haga lo que quiera, mientras, con mis dedos froto mi clítoris que se ha dilatado sobresaliendo debajo del pliegue de mis labios vaginales. Rene de nuevo me pide que cambie de posición, y me enseña en la revista la que debo adquirir y lo que él intenta hacer. Me pongo a cuatro manos, como lo veo en la revista, y abro con las manos, mis nalgas lo más que puedo, estirando mi vulva. René se pone ligeramente en cuclillas y me penetra. Siento únicamente su pene que roza mis nalgas, sin sentir sus muslos, ni su vientre, esa sensación me agrada, y meto entre mis piernas mi mano izquierda buscando mi clítoris. De nuevo se dibuja el orgasmo débilmente en mi cuerpo, buscando salir impetuoso; yo le abro todas las salidas para que estalle en un torrente de sensaciones increíbles y deliciosas que me hacen delirar. Rene sigue bombeando mecánicamente, consultando su manual varias veces, yo ya no le veo, cerré mis ojos, y solo me concentro en mis sensaciones. Se detiene intempestivamente y me dice:

--¿Podrás ponerte así? -- poniendo la revista frente a mí, su voz suena más a suplica que a una pregunta. Me concentro en ver lo que me pide y de mi garganta sale una sincera carcajada que desconcierta a Rene.

--Ja, ja, ja, ¿Eso quieres que haga?

Pregunto divertida, al ver a una chica recostada sobre su espalda, prácticamente solo sus hombros tocan el suelo sosteniendo su cuerpo apoyado en un pequeño taburete y con las piernas abiertas con sus manos, deja sus nalgas al aire mientras un fornido hombre de pie, la penetra. La cara de Rene es de suplica, mientras yo lo veo aún divertida, pero me doy cuenta que en realidad lo quiere hacer, y mi vanidad me impide decirle que dudo que pueda ponerme en esa posición, así que soltando el aire de mis pulmones resignada, me recuesto sobre la alfombra. Sorprendentemente no fue tan difícil tomar esa posición, ya que el tiempo que dedico al ejercicio diario, me han dado una flexibilidad que ignoraba y eso me llena de satisfacción. Rene me toma por las nalgas y hunde su pene, pero la posición tanto para él como para mí es incomoda, no sé como la chica de la revista tiene esa sonrisa de placer de lado a lado.

Rene desiste y de nuevo hojea su revista, mientras retomo mi Posición bípeda y me dirijo al baño, y después de vaciar mi vejiga, tomo el Gel lubricante y regreso a la habitación. Rene me recibe radiante y me enseña de nuevo la revista, y veo a la chica ahora en una posición mucho más cómoda que la anterior y con las piernas en los hombros de él, mientras la penetra profundamente. Me recuesto sobre la alfombra, mientras mi hijo se mete entre mis piernas, las pone sobre sus hombros y se inclina sobre mí. Su penetración se ha vuelto difícil, ya que la lubricación de mi vagina ha cesado por las interrupciones y la falta de una excitación constante, por ello me hice del Gel lubricante, previendo esto. Él insiste en penetrarme ocasionándome un ligero dolor al intentarlo.

--!Espera amor, espera!. –le digo mientras busco el Gel que se encuentra junto a mi,

unto su pene perfectamente y hundo uno de mis dedos en mi vagina impregnándola también.

--Ahora sí, le faltaba lubricación -- exclamo aliviada.

René hunde su pene de una sola estocada como un Maestro experto, y como máquina, bombea rítmicamente sobre mí, mis nalgas las mantengo separadas por mis manos, sintiendo como sus testículos se impactan en ellas. Pongo los dedos de mi mano derecha en forma de V alrededor de su pene mientras lo hunde, sintiendo como el lubricante es cada vez menos necesario ya que el natural que produce mi cuerpo ha comenzado a brotar. De nuevo siento como el orgasmo asoma su cabeza e intenta salir, así que muevo rápidamente mi cadera buscando llenarme de más sensaciones deliciosas cada vez que ese pene caliente se hunde en mi cuerpo. Rene intenta detenerse, pero yo ya no estoy dispuesta a dejar escapar el orgasmo de nuevo, y tomándolo por sus nalgas fuertemente lo atraigo hacia mí.

René me mira interrogante, siento su mirada y al abrir mis ojos le digo:

-- Corazón: ya déjame disfrutar del orgasmo –digo suplicante

Su cara se enrojece de vergüenza, y con brío, arremete contra mí con rapidez, sus caderas impactan con violencia las mías, hundiendo cada vez más su delicioso pene y tras unos instantes indescriptibles, siento como brota como ola impetuosa el orgasmo que tanto he buscado, hasta que estalla en mi cabeza haciéndome gemir de placer.

--Haaaa… Ssssssí.. Amorcito.. Asssssí… Dame… Dame…. Lléname de ti… --gimo, ahogando mi voz con mis manos, mientras René bombea dentro de mí inconteniblemente. Mi cuerpo se ha puesto rígido, mientras mi útero y mi vagina palpitan con fuerza al contraerse. Mi clítoris irradia sensibilidad a su alrededor entumeciendo mis piernas, después, la sensación de plenitud inunda mi cuerpo y mente. Me abandono a la paz que siento y cierro mis ojos, Rene me besa delicadamente en mi cuello y lame mis pezones, yo le tomo por el cabello obligándolo suavemente a seguir succionando hasta que siento que la leche comienza a manar abundantemente.

Después de que René sacia su apetito, besa mi oreja izquierda y susurrando me dice:

--¿Mamí?

--Mmmm… -respondo desde el fondo del delicioso lugar del placer en donde me encuentro.

--Por favor, una más ¿Sí?...

Abriendo mis ojos, tomo con mis dos manos su cabeza y nos fundimos en un beso profundo y apasionado que me deja sin aliento, y le respondo:

--Las que tú quieras mi amor –exclamo saciada y agradecida.

René me gira apoyando mi vientre en la cama y mis rodillas sobre el suelo, abre mis nalgas, deposita un beso en mi ano y lo unta con Gel. Comprendo sus intenciones y levantando mis caderas, abro mis nalgas con las dos manos y exclamo:

--¿Lo quieres hacer por ahí?

--Sí, si.

--Con cuidado corazón, hazlo despacio y con mucho, mucho, mucho amor ¿Sí?.

René besa mi espalda mientras presiona su Glande contra mi ano que se abre despacio, dejándolo entrar completamente. Al sentir sus testículos golpear mi vulva, cierro fuertemente mi esfínter y muevo mi cadera con cadencia.

--Haaaa…. Mmmm… --comienza a gemir quedamente

--¿Te gusta? --pregunto satisfecha

--Sí… mucho…muchhho..haaa… está tan estrecho.. haaa.

Sigo moviendo mi cadera en círculos, presionando y soltando mi esfínter intermitentemente.

--Esta caliente… muy caliente… haaa…. – dice mientras continua gimiendo

--¿Sí?, ¿te gusta corazón? –pregunto con placer.

--Sí, sí, sí, mucho --jadeaba

La practica me había hecho disfrutar maravillosamente de la penetración anal, la gozaba tanto como la vaginal, y notaba que a René también le agradaba grandemente, así que busque que lo disfrutáramos al máximo. Movía mi cadera de arriba a bajo y de atrás hacia delante, sujetando firmemente su pene entre mis nalgas que le impedían moverse. En mi recto comenzó un delicioso cosquilleo que invadió mi vientre y me hizo salivar abundantemente. Él mantenía su manos sobre mis nalgas abriéndolas y observando como al salir de mí, dejaba mi ano dilatado y abierto como una pequeña boca, esperando de nuevo su poderosa estaca con urgencia.

Por mi mente comenzaron a cruzar palabras que no imagine decir jamás, pero que ahora quería gritar a los cuatro vientos, y hacían que mi excitación subiera rápidamente:

--¿Te gusta el culo de Mami? --le pregunté melosa

--Sí, Sí…. --respondía agitado

--¿Mucho?

--Mucho..mucho..mucho..

--¿Qué sientes al cogerte a Mamí? -- pregunté muy excitada

--Ha… no sé… es delicioso, es increíble…es…es..maravilloso.

-- Por favor llena a Mami de tu leche, que bien sabes que la vuelve loca, y métele hasta el fondo del culo tu delicioso palo, ¿Sí?. –exclamaba excitada y obscenamente

--Sí..s텅sí… --jadeaba René y como animal salvaje arremetía con fuerza impactando sus testículos en mis nalgas. Con mi mano izquierda frotaba rápidamente mi clítoris buscando un nuevo orgasmo. Mientras René me tomaba por las caderas y bombeaba desenfrenadamente golpeando fuertemente hundiéndose en mis entrañas.

Mi vientre se abultaba a cada arremetida moviéndose hacia afuera para hacer espacio a su caliente ariete que me partía en dos. Después de unos minutos de gran placer, sentí como su pene vibraba expulsando esperma en mis entrañas y sus manos aferraban mis nalgas hundiendo sus uñas en ellas, mientras yo cerraba y abría mi esfínter con fuerza para extraer hasta la última gota de su delicioso licor mientras seguía frotando con efusión mi clítoris, hasta que como ola gigantesca, el orgasmo cayó sobre mí, ahogándome en placer.

--Haaaaagg…… si. amorcito..sí…. así… llena a Mami con tu leche.. sí.. hagggg.

Gemía al sentir su esperma inundándome. René estaba paralizado por el placer mientras asía fuertemente mis caderas.

--Lléname… Lléname… amorcito… lléname el culo... Dale toda tu leche a Mamí.-- decía buscando aire desesperadamente, vuelta loca de placer. René se desplomo sobre mí, jadeando fuertemente, mientras yo seguía apresando su pene entre mis nalgas. Su cuerpo sudoroso y trémulo descansaba sobre el mío, obligándome a que también me dejara caer sobre la cama, exhausta. El palpitar de su pene en mi ano era delicioso, la sensación que experimentaba me hacía tiritar de placer. Poco a poco nuestras respiraciones se fueron normalizando mientras yo aún llena de placer sentía como su corazón se iba normalizando en su desbocada carrera. Una mano peregrina comenzó a recorrer mis costados haciéndome estremecer, mientras sus labios recorrían mi cuello con miles de minúsculos besos, Yo giré mi cabeza y nuestros labios se encontraron en un incómodo beso. Poco a poco me gire para quedar frente a frente y dar rienda suelta a nuestras lenguas que recorrían nuestras bocas sin tregua.

No se a que hora el sueño nos venció pero al amanecer, él seguía entre mis piernas y dulcemente lo desperté a besos mientras le decía:

--Despierta amorcito, feliz cumpleaños.

René abrió los ojos aún adormilado, mientras lo cubría con más besos. Me sentía feliz, enormemente feliz, no sabía porqué exactamente, pero desde que murió mi esposo no me había sentido así, con tanta intensidad, me sentía plena, dichosa, amada.

Rene me abre las piernas con sus manos e intenta penetrarme, yo me dejo llevar por el deseo, pero antes de que penetre en mi, me sobresalto al escuchar el despertador de el cuarto de los niños.

--¡Vete a tu habitación en este momento! ¡Tus hermanos irán a tu habitación en unos minutos más.! –dije presurosa y angustiada.

René sin responder se levantó rápidamente y tras cubrirse con mí bata, salió de la habitación. Diez minutos más tarde, mi hija Alma, Angélica, los chicos y Norma se presentaron en mi habitación para que juntos fuésemos a la habitación de René. Al llegar, él fingía dormir, así que cuando entramos todos en la habitación, nos pusimos alrededor de su cama y al mismo tiempo gritamos: ¡feliz cumpleaños!.

René fingió despertarse sorprendido, y levantándose, abrazó a cada uno de nosotros mientras agradecía la muestra de cariño. Cuando llegó a mí, me dijo quedamente al oído:

--Gracias Má, tu regalo será para mí, el más delicioso del Mundo. --y diciendo esto, me beso en la mejilla.

Más tarde, después de los regalos, bajamos a tomar un exquisito desayuno, preparado especialmente para la ocasión. Una hora más tarde todos tomamos nuestras actividades normales.

Yo fui a la oficina en donde para ese día había citado a varias personas interesadas en propiedades que se encontraban al sur de la ciudad, para hacer un recorrido por ellas.

Después de un día agotador, regresé a casa a media tarde rendida por la excursión, me duché y me dedique a poner a punto la cena de cumpleaños que teníamos preparada.

Rene regresaba de comer con sus amigos, cuando nos cruzamos en el pasillo.

--¡Hola cumpleañero! ¿Cómo se la ha pasado hasta ahora?. –pregunte alegre.

--Bien, Má, bien.

Dijo con una expresión de preocupación en su cara que no pudo ocultarme, y tras pensarlo un momento, quedamente me dijo:

--¿Puedes venir un momento a mí habitación?

--Claro. – dije transmitiéndome su preocupación

Al entrar, cerró la puerta con llave tras de sí, y me dijo:

--Má, me siento mal de mi pene, me duele. –dijo afligido

--Recuéstate en la cama y déjame verlo.

René así lo hizo, sacando un pene rojo y algo inflamado, yo contuve las ganas de reír al ver su pene escoriado por tanta acción.

--Cariño -- le dije: --Esta irritado por tanta acción que tuvo anoche, amorcito no te preocupes, sanará pronto, te traeré un ungüento especial. Espera. -- y saliendo de su habitación, fui al de los bebés.

Cuando regresé, le unté sobre su pene buena cantidad de crema de bebé para las rozaduras y al terminar bese su glande delicadamente. Cuando me incorporé, vi como su pene respondía a mis arrumacos. Rene soltó un sonoro grito de dolor y yo Salí de su habitación, avergonzada, pero divertida.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE, DE CUATRO

veronicabellamx@hotmail.com