Cuando un amigo te lo pone a huevo

Uun amigo tiene que salir de viaje precipitadamente, y me encarga que cuide de su novia en su ausencia. "No hagas nada que yo no hiciera" fueron sus palabras antes de marcharse. y eso hice...

CUANDO UN AMIGO TE LO PONE A HUEVO

Me llamo Carlos y actualmente tengo 35 años, mido uno con setenta, hago deporte esporádicamente, lo suficiente para no oxidarme, tengo un punto canalla que me da un valor añadido con las mujeres. Tengo una empresa en la que trabajo solo, con la ayuda eventual de un par de colaboradores. básicamente realizó trabajos para clientes que quieren evitarse engorrosas negociaciones y papeleos, a cambio de un generoso porcentaje, es decir que para nada tengo apuros económicos y de tarde en tarde me doy un capricho de esos que parten el riñón. En cuestión de mujeres no tengo pareja estable, y mis preferencias son las casadas o comprometidas.

Mi amigo Luis y yo hemos crecido juntos desde la preadolescencia, buenos amigos, hemos compartido aventuras y desventuras, se podría decir que casi a la par hemos saboreado los placeres de la vida, alcohol, tabaco con o sin aditivos y primeros escarceos amorosos con más o menos éxito con las chicas. Cuando llego la época universitaria nos distanciamos, pero nos encontrábamos dos o tres veces al año y nos poníamos al día, estudios, juergas, ligues… nos lo contábamos casi todo. A los veintidós años me presento a su novia, Susana, tenía veintiún años, morena de pelo rizado, una sonrisa cautivadora, un cuerpo estilizado… una monada, hacían y siguen haciendo una buena pareja. Susana y yo empatizamos bien, de tarde en tarde salíamos en grupo con varios amigos más y en otras ocasiones dos parejas, a las cuales yo rara vez repetía acompañante, por lo que tanto Luis como Susana me tachaban de pica flor, a lo que respondía que no encontraba a ninguna que fuera como Susana, los tres reíamos la gracia y acabábamos abrazándonos en grupo.

Así pasaron cinco o seis años, ellos formaron una pareja estable y vivían juntos, cuando surgía la ocasión nos juntábamos en grupo numeroso, o cuatro con mi pareja de turno o los tres, en estas ocasiones éramos un trío de amigos.

Un viernes sobre las dos del mediodía estaba ordenando la oficina recibí la llamada de Luis, llevábamos casi dos meses sin vernos, nos pusimos al día y al preguntar por Susana me comentó que llevaba diez días en Cuba por motivos de trabajo, es relaciones públicas de una cadena hotelera, precisamente regresaba ese día, estaba volando en ese momento, y Luis tenía que viajar urgentemente a Guinea esa misma tarde, realmente el motivo de la llamada era para que yo le llevara al aeropuerto y esperara a Susana. Por mi parte no había ningún problema, de hecho, ese fin de semana no tenía ningún plan previsto, así que acordamos que le recogería en su oficina a las cinco y media, su vuelo salía un par de horas más tarde y Susana llegaba sobre las ocho y media.

En el trayecto y espera en el aeropuerto hablamos un poco de todo, Susana no tenía conocimiento de su viaje urgente, aunque le había mandado varios mensajes, ella esperaba que fuera él el que la recibiera, me dio los detalles sobre su precipitado viaje para que se lo comunicara a Susana, ya que pasarían horas hasta que pudieran hablar. Cuando llego el momento del embarque nos dimos un abrazo.

  • Que tengas un buen viaje.

  • Gracias, y por favor cuida bien de Susana.

  • No te preocupes, la dejas en buenas manos.

  • Lo sé… y no hagas nada que yo no haría. – dijo con una sonrisa maliciosa.

  • Mira que te tomo la palabra. – dije captando su doble intención y sonriendo como el.

  • Tu aprovecha y procura que no me eche de menos, cuando regrese de lo recompensare.

  • Anda capullo, vete tranquilo que ya me encargo yo de suplirte en todo.

  • Jajajaja… de eso se trata.

Y haciendo un gesto con la mano pasó el control y se alejó sin volverse con paso decidido. Tenía casi una hora y media hasta que llegara Susana, pasee por la terminal y me tome un par de consumiciones, no pude evitar la tentación de comprar un pequeño peluche como regalo de bienvenida y por supuesto le di muchas vueltas a las ultimas palabras de Luis, debo reconocer que estaba un poco nervioso, hasta que decidí esperar a ver como evolucionaban los acontecimientos. Para no variar el vuelo de cuba llegó con un poco de retraso, sobre las nueve y media Susana aparecía por la puerta buscando con la mirada a Luis, venía elegante, con un traje de chaqueta y falda de color claro, su media melena rizada de color negro azabache, un pañuelo anudado al cuello y zapatos de tacón bajo arrastraba la maleta de tamaño grande. Me di tiempo para contemplarla, es una chica atractiva, sin ser espectacular, me sorprendió al localizarme mirándola, y gritando mi nombre se abrazó a mí, la rodeé con mis manos por la cintura y giré sobre mí mismo alzándola dando un par de vueltas, al soltarnos me dio un beso rápido en los labios y apartándose siguió buscando a Luis.

  • ¿Y Luis?

  • Luis no está, ahora te…

  • ¿Le ha pasado algo? – dijo con preocupación

  • No, tranquila… Luis está bien, ahora te cuento.

Y cogiendo su maleta caminamos hacia el parking ella agarrada a mi brazo. Le di todos los detalles de motivo de la ausencia de su chico, mientras ella ponía cara de fastidio. Le dije que tenía mensajes en el teléfono y que mi amigo me había nombrado su sustituto oficial en su ausencia. Ya en el coche hablamos de cosas más mundanas mientras ella revisaba los mensajes del teléfono, acordamos cenar un bocadillo de calamares que encargué por teléfono en una cafetería cercana a su domicilio, los recogeríamos y cenaríamos en su casa. Durante el trayecto me contó anécdotas de su estancia en Cuba, se desanudo el pañuelo del cuello, el trayecto fue ameno y divertido, cerca de las once de la noche después de una breve parada para recoger los bocadillos entrábamos en su casa.

Me instó a que prepara la mesa para cenar en la cocina y que abriera una botella de vino, mientras ella se daba una ducha rápida, me prometio estar conmigo en diez minutos. Lo preparé todo con calma, me costo encontrar el sacacorchos y justo cuando conseguí abrir la botella Susana apareció por la puerta de la cocina. Llevaba una camisa blanca que la estaba más que grande y me resultaba familiar, esa camisa indudablemente era mía, le llegaba hasta un poco por encima de las rodillas, su piel tostada destacaba más con la blancura de la camisa, y su media melena rizada recogida en una coleta, nos sentamos en unas banquetas altas y charlamos mientras dábamos buena cuenta de los bocadillos.

  • Esa camisa la conozco

  • Si, es tuya. la metí por error en nuestra maleta el fin de semana que estuvimos en Soria.

  • Y yo volviéndome loco buscándola.

  • Algunas veces la uso para dormir, espero que no te importe.

  • Para nada, y si te resulta cómoda te la regalo

  • Gracias.

  • A cambio cuéntame. Te lo habrás pasado en grande en Cuba, con lo ligones que son los cubanos.

  • Si, en grande… te recuerdo que estaba trabajando

  • Algún momento habrás tenido de ocio…

  • Si, pero lo usaba para dormir y tomar el sol en el balcón de mi habitación

  • Un chica guapa diez días en Cuba… alguien te habrá tirado la caña.

  • Todos los días lo intentaban, pero nunca mezclo trabajo y placer, y alguno había que merecía más que la pena…

  • En tus ratos libres no estabas trabajando…

  • Yo estoy trabajando desde que salgo de aquí hasta que regreso. Ningún rollo ni con compañeros ni mucho menos con clientes.

  • Así que llevas diez días de ayuno… jajajaja

  • Ya ves, yo que venía dispuesta a recuperar el tiempo perdido… y va Luis y se va.

  • Jajajaja otra semana más por lo menos.

  • Eso parece… - dijo haciendo un puchero. – menos mal que estás tú para hacerme mimitos

  • Eso me dijo Luis, que cuidara de ti y…

  • ¿Y…?

  • Que no hiciera nada que no hiciera él…

  • ¡Eso te dijo! – poniendo cara de falsa sorpresa

  • Tal cual.

Habíamos terminado de cenar y cogiendo las copas de vino nos dirigimos al salón, sentándonos en el sofá, uno al lado del otro, brindamos y depositamos las copas en la mesa.

  • ¿Y qué crees que haría ahora Luis?

  • ¿Sinceramente?

  • ¡Claro!

  • Creo que estaríais follando… - dije mirándole fijamente.

  • Si, eso estaríamos haciendo… -dijo aguantándome la mirada.

  • Pero él no está… - la cogí las manos

  • Ya, pero ha dejado al sustituto perfecto

  • Es mi amigo y tu su chica.

  • No hagas nada que yo no hiciera…

Me aproxime lentamente a ella, con la clara intención de besarla, dándole la oportunidad de evitarlo, al contrario vino a mi encuentro y nuestros labios se rozaron, levemente, como queriendo perpetuar ese primer contacto, ganando confianza poco a poco el roce se convirtió en un beso húmedo, con incursiones de las lenguas en la boca de uno u otro, hasta llegar a mordernos los labios, soltando mis manos me empujó con decisión hacia atrás haciendo que me tumbara, y ella se hecho encima de mí, en ese momento se desato la pasión, me desabrochó la camisa a tirones mientras yo la abrazaba y bajaba mis manos por su espalda por encima de la camisa, Susana metió sus manos entre el escaso hueco que había entre nuestros cuerpos soltando mi cinturón, y yo manoseaba su culo, recogiendo la camisa, hasta palpar sus duras cachas, ella intentaba bajarme los pantalones, a lo que colaboré alzando un poco mis caderas, acarició mi erecta polla y moviéndose con agilidad la apunto a la entrada de su sexo, no llevaba bragas y moviendo sus caderas se ensarto sin ninguna dificultad en mi miembro, se quedo quieta con todo mi pene dentro de ella y exhaló un suspiro alto, dejo de besarme y mordiéndose el labio inferior con los ojos cerrados contuvo la respiración hasta que estallo en un intenso orgasmo que la convulsionó desde los pies a la cabeza, los labios de su sexo palpitaba presionando mi pene, me gire para colocarme encima de ella, y con sus piernas rodeando mi cintura empecé a moverme con premura, iniciando una follada alocada, ella gemía sin control y yo resoplaba como un toro, y sin poder controlarme y dando fuertes embestidas me corrí en lo mas profundo de ella, y ella me mordió con fuerza en el hombro, alzando la cadera para venir al encuentro de mi pelvis que hundía en ella en cada descarga, todo había sido muy rápido, apenas dos o tres minutos y estábamos los dos saboreando la intensidad de nuestros orgasmos. Quedé tumbado encima de ella respirando agitadamente con mi pene aun dentro de ella, nos besábamos suavemente por la cara, me giré levemente para aliviar mi peso sobre ella y con ese movimiento nuestros sexos se desacoplaron, inmediatamente ella se agarró la parte baja de la camisa y se tapo el sexo con ella.

  • No quiero manchar el sofá

  • lo siento, no he podido…

  • Shhh… calla, ha estado bien, ninguno de los dos hemos aguantado mucho.

  • Jajajaja… parece que nos teníamos ganas.

  • Yo muchas, no te lo voy a negar

  • Debería limpiarme que esto va a gotear.

  • De eso me encargo yo. – dijo deslizándose para abajo.

Cogió mi pene semi erecto y con los dedos recogió los restos de semen que asomaban por la punta, chupándoselos antes de meterse mi polla en la boca, limpiándola y exprimiendo lo que pudiera quedar aun dentro. cuando mi pene quedo limpio del todo y empezaba a recuperar su vigor, Susana interrumpió la mamado, y levantándose se dirigió hacia el baño diciendo…

  • Ahora me voy a limpiar yo…

  • Espera que te ayudo. – dije levantándome y yendo tras ella, dejando atrás mis pantalones y calzoncillos, y por el camino terminé de quitarme la camisa.

Cuando entré en el baño, Susana se iba a sentar en el bidet para lavarse, pero se lo impedí, la apoyé contra la pared y me arrodillé ante ella y pasando una de sus piernas por mi hombro, procedí a lamerle el sexo, limpiando con mi lengua todo el interior de su pringosa cueva, tragándome la esencia que yo mismo había vertido en su interior, ella tiraba de mis cabellos y gemía sin disimulo.

  • ¡Joder Carlos!, ahmmm… nunca me había hecho estoooo… Carlos, como me pone…. aghhhhh…

Yo con mi boca ocupada ponía especial énfasis en recorrer todos sus pliegues interiores deleitándome en el sabor de sus flujos, apretando mi cabeza contra su sexo, se convulsionó en un nuevo orgasmo, cuando la fallo la única pierna que tenia de apoyo, tuve que interrumpir mi labor para sujetarla con cierta dificultad para que no se cayera, e incorporándome, la cogí en brazos y ella se abrazó a mi cuello, besándonos dulcemente en la boca, con ella en brazos me introduje en el plato de ducha y abrí el grifo. ambos dimos un respingo al recibir el chorro de agua fría que nos cayo encima, aunque enseguida se templo la temperatura, nos besamos debajo del agua al tiempo que nos acariciábamos, me recree especialmente en sus pechos, de un tamaño perfecto, que cada una de mis manos abarcaban en su totalidad, y coronados por dos pequeños pezones, duros como garbanzos.

Nuestra excitación iba en aumento, y mi pene era mimado por las suaves manos de mi amiga, que haciendo un esfuerzo y empujándome consiguió que nos separáramos.

  • Vamos a secarnos

  • a secarnos ahora?

  • Si, y vamos a la cama… allí estaremos mejor.

Con cierto fastidio accedí a sus deseos y nos secamos con la misma toalla rápidamente. abrazados y besándonos recorrimos la corta distancia hasta el dormitorio, dejándonos caer en la amplia cama, rodando por ella. hasta que quedamos haciendo un sesenta y nueve con ella encima de mí, ella se afanaba en abrazar con su labios mi falo, y yo recorría con mi lengua todos los pliegues de su abierto y cada vez mas caliente sexo, sus manos amasaban mis huevos. Durante unos minutos en la habitación se escucho una sinfonía de chupetones gemidos, quejas y succiones, ella interrumpió brevemente la mamada para cantar a pleno pulmón un nuevo orgasmo, cuando se recuperó volvía con más énfasis a introducirse todo lo que podía de mi sexo en su boca hasta conseguir, que entrara en una violenta erupción, escupiendo mi lava con fuerza en el interior de su boca, que ella trago con cierta dificultad. siguió lamiendo mas suavemente mi decaído miembro, dejándolo de nuevo limpio. cuando recuperamos el sentido nos tumbamos haciendo la cucharilla, yo por detrás de ella abrazados y acariciando sus tersas tetas, hasta que caímos en un sueño profundo y reparador.

A media mañana nos despertó el sonido de su teléfono móvil… ambos estábamos desorientados, hasta que nuestra mirada se cruzó, nos sonreímos y dimos un beso en los labios, el teléfono dejo de sonar, poco a poco nos animamos acariciándonos, su mano se movía lentamente a lo largo de mi sexo, que empezaba a recuperar su vigor, yo pellizcaba sus pequeños pezones. El teléfono volvió a sonar, y Susana dando un salto y riéndose corrió a cogerlo, miro la pantalla y mirándome con los ojos brillantes dijo.

  • Es Luis. – acepto la llamada

  • Buenos días mi amor.

Continuara…

O no…