Cuando tu cumpleaños no sale como esperabas...
Cuando pensabas haber hecho todas las posturas sexuales pero descubres el cien pies sexual.
Aquel viernes 11 de Junio no era un día como otra cualquiera, era el cumpleaños de mi hermano Jerome y quería que celebrase los dieciocho a lo grande. Mis padres estaban de viaje de negocios por lo que yo era el principal encargado y responsable de que todo aquello saliese a pedir de boca. Jerome es un chico bastante reservado, no le gusta mucho salir con sus amigos, prefiere mantener todo tipo de contacto a través del ordenador y cuando digo toda clase de contacto, me refiero a TODA, incluyendo la carnal.
Cuando yo tenía su edad, lo que más deseaba era echar un polvo y ese es un pensamiento el cual sigo manteniendo a día de hoy, hubiera pagado lo que fuese porque alguien me diese ese empujoncito; así que decidí convertirme en la persona que se lo diese a mi hermano.
Aprovechando alguno de sus viajes al súper mercado a por Redbull busqué en la agenda de su móvil el número de alguno de sus amigos, pero tras varios intentos no tuve resultado alguno, así que tuve que cambiar un poco-bastante el plan.
Esa noche en el salón de mi casa éramos: mi hermano Jerome, mi novia Claudia y yo. La fiesta no era nada del otro mundo pero para una persona que no sale nunca de casa, tres personas estaban francamente bien. Claudia y yo tuvimos el tiempo justo y necesario para comprarle un regalo, unos pasteles y unas velas que recordasen los años que cumplía.
A Jerome no pareció agradarle mucho la idea de celebrar el día de su cumpleaños. Se limitó a apagar la play station, cenar con nosotros y al momento de terminar hizo el amago de marcharse sin remordimiento alguno.
-¿Adónde vas? No piensas abrir tu regalo dijo Claudia.
Jerome frunció el ceño dejando ver la sorpresa que le producía la idea de que le hubiésemos comprado algo. Cuando menos se lo esperaba Claudia y yo le atamos de pies y manos a la silla, presa del pánico empezó a quejarse y a pedir que le soltásemos.
-Tranquilo, es parte de tu regalo Jerome le dije con intención de tranquilizarle. Claudia y yo siempre hemos tenido la fantasía de hacerlo con un virgen, pero como cuando ella y yo nos conocimos ya lo habíamos hecho con otras personas no fue posible por eso hemos pensado en ti.
-Qué coño estás diciendo Christian exclamó Jerome desde la silla.
-Lo que has escuchado respondí.
-¿Me estás queriendo decir que tu regalo de cumpleaños es que pierda la virginidad con tu novia? recalcó Jerome con duda.
-Sí y no. Vas a perderla con ella pero también conmigo añadí con tono airoso.
-Somos hermanos Chrsitan, estás enfermo…
-Lo has dicho tú, somos hermanos, por lo que como hermano mayor me corresponde enseñarte todo lo que pueda. Por eso quiero que cumplas la mayoría de edad sabiendo qué te gusta más, si un coño, una polla…o ambas.
Jerome comenzó a tambalearse con intención de soltarse.
-Cálmate, no te vamos a hacer daño…de momento le decía Claudia al oído en forma de susurro para tranquilizarle.
Jerome no tenía ninguna intención de colaborar. Empezó a vociferar insultos cada uno más alto que el anterior con la intención de que alguien lo escuchase y viniese en su ayuda. Claudia se quitó la camiseta y tras postrarse ante él y comerle la boca metiéndole la lengua hasta la campanilla, introdujo la tela en su cavidad impidiendo que pudiese seguir articulando palabra alguna.
Claudia y yo comenzamos a besarnos cada vez de manera más brusca y apasionada, era como si los gritos sordos de Jerome nos invitasen a fundirnos el uno con el otro. Después de varios minutos, Claudia me empujó sobre la silla que había ocupado durante la cena y tras bajarme los pantalones y los calzoncillos empecé a masturbarme a la par que disfrutaba del estriptis que Claudia le dedicaba a mi hermano.
Jerome zarandeaba la cabeza de un lado a otro evitando presenciar aquel acto pero lo único que conseguía era que esta se le acercase cada vez más hasta sentarse sobre él de nuevo. Tras tenerse a escasos centímetros el uno del otro, Claudia agarró la cabeza de Jerome y la fue pasando una y otra vez por entre sus tetas hasta que ambas pieles quedaron lo suficientemente rojas del roce.
-Parece que aquí hay algo que no funciona dijo Claudia mirando la entrepierna de Jerome. Así que tras algún que otro mordisco en la oreja y chupetón en el cuello Claudia fue bajando poco a poco hasta encontrarse de frente con la bragueta de Jerome. Comenzó a desabrochar los botones del pantalón al mismo tiempo que brotaban lágrimas de los ojos de este. Las pupilas de Claudia se dilataron en señal de sorpresa, parece que ya había encontrado lo que llevaba rato buscando. En cuanto tuvo la polla de mi hermano entre sus manos, sin pensarlo dos veces se la metió en la boca.
Tengo que reconocer que mi hermano tenía una buena polla, hasta a Claudia le costaba tragársela entera, pero se les veía disfrutar a los dos. Las lágrimas de mi hermano parecieron cambiar de significado, ya no eran de asco y repudio sino de placer. Jerome dejó de emitir aquellos gritos de auxilio, ahora parecía que gritaba para que no parase. Por mi parte, yo estaba ya casi a punto de correrme, pero sabía que la ocasión merecía la pena por lo que reduje la intensidad de mi eyaculación y seguí disfrutando de aquella escena pero a un ritmo más lento.
Claudia se bajó las bragas y me las tiró dedicándome un guiño. Las cogí al vuelo e inmediatamente me las llevé a la nariz, no hay nada en este mundo que me excite más que el olor a coño. Jerome no paraba de mirar los labios inferiores de mi chica y eso a Claudia le encantaba, levantó una de sus piernas y colocándola sobre el hombro de Jerome y situando su coño a escasos centímetros de él, empezó a masturbarse.
Jerome estiraba la lengua con la intención de que al menos fuese la punta la que contase a su organismo a qué sabía aquel paraíso. Claudia era lo suficientemente lista y cabrona como para acercárselo y apartarlo en el momento oportuno, de cuando en cuando sacaba sus dedos de la vagina y se los metía en la boca a Jerome para contentarle pero nada calmaba el fuego que ardía en su interior, él no se conformaba con los dedos como intermediarios, él quería fundirse con aquella cavidad que cada vez estaba más húmeda y salpicaba líquido pre-seminal sobre su cara.
Cansada ya de hacerle sufrir, Claudia cogió un pañuelo que había en el salón y se lo puso en los ojos a Jerome.
A los pocos segundos este comenzó a jadear cada vez más y más, pero esa respuesta era obvia por la mamada que estaba recibiendo.
-No pares por favor decía Jerome…
Por lo que aquella felación siguió su curso. Lo que más le excitaba era cuando le succionaban los testículos o le chupaban el capullo al mismo tiempo que arañaban los muslos, me hacía sentir orgulloso, estaba igual de enfermo que su hermano mayor.
La venda se deprendió de los ojos de Jerome cayendo así al suelo. Fue entonces cuando nuestras miradas se cruzaron y el tiempo se detuvo. Jerome apartó la cabeza hacia un lado, evitaba mirarme allí de rodillas frente a él y sobre todo reconocer que posiblemente la mejor mamada y la única que le habían hecho en su vida se la había hecho alguien de su familia y por si fuese peor un hombre.
En ese instante Claudia me empujó desplazándome a un lado y cayendo directamente sobre Jerome consiguió que entrase toda su polla en su coño robándole así la virginidad. Jerome exclamó un grito de placer al que le fueron siguiendo otros al mismo tiempo que Claudia iba moviendo su pelvis.
No podía dejar que aquellos dos disfrutasen sin mí, por lo que tras levantarme del suelo, agarré mi sexo con la mano y se lo acerqué a Jerome a la boca; este enseguida pasó de mí y siguió centrado en follarse a Claudia. Le cogí de la nuca y echándole la cabeza hacia atrás le dije con tono serio mirándole a los ojos.
-Abre la boca.
Empezó a llorar de nuevo, así que tras limpiarle aquellas lágrimas con mi capullo lo fui introduciendo poco a poco entre sus labios. En un momento dado, Jerome consiguió romper uno de las vendas que ataba su muñeca quedando así su mano libre, pero tras mirarnos los tres esperando una respuesta por parte de él, Jerome agarró mi polla y siguió chupándola al mismo tiempo que ahora la movía.
En señal de buena fe terminamos desatando a Jerome, pero no quedó ahí la cosa.
Claudia nos condujo a los dos de la mano hasta la cama y tirándose primero ella sobre el colchón, luego Jerome y finalmente yo, empezamos a follar.
Durante unos minutos me quedé observando cómo mi hermano clavaba su polla sobre el coño de Claudia al más viejo estilo de la postura del misionero. Claudia arañaba la espalda y los glúteos de Jerome a consecuencia del orgasmo que estaba por venir. Gateando lentamente por los pies de la cama fui avanzando hasta encontrarme nuevamente con ellos dos. Dediqué un rato a colocar mis testículos sobre la cara de Claudia al mismo tiempo que le comía la boca a mi hermano.
Jerome dejaba entrar mi lengua por su boca mientras agarraba mi polla. Aquella noche lo que más me preocupaba era su culo, por lo que decidí no perder más el tiempo. Me situé tras él abrazándole, dejándole tiempo para que notase mi polla erecta sobre su culo y mi cuerpo sobre su espalda. Le empecé a dar besos en la nuca y fui trazando así un camino de besos con mis labios hasta su culo. Mucha gente no sabe lo que es un beso negro o incluso quien lo sabe se niega a practicarlo por el asco que les da, sin embargo, yo digo que no saben lo que se pierde. Una vez que tuve mi boca frente a su recto empecé a mover mi lengua lentamente por sus alrededores; de arriba abajo, de izquierda a derecha y así hasta que agarrándole fuertemente de sus muslos le fui metiendo y sacando la lengua a mi antojo.
Cada vez jadeaba más, su ano se abría y se cerraba de una manera que estaba pidiendo a gritos algo que lo tapase por completo, lo bueno era que yo tenía remedio para ello, lo malo era que se llamaba polla y me media 22 cm. Agarré el preservativo y tras colocármelo comencé a restregar mi sexo por el culo de Jerome.
-Te va a doler un poco dije colocando cada una de mis manos en sus caderas.
Situé la cabeza de mi miembro sobre su ano y acto seguido fui introduciéndolo muy lentamente al mismo tiempo que el culo de Jerome ejercía presión a consecuencia del dolor. Mi polla entró completa, así que una vez metida del todo empecé a moverme, Jerome empezó a empujar su culo contra mí con la intención de que le diese más fuerte, parece ser que le estaba gustando.
Era como un cien pies humano pero en este cao de sexo, el cien pies humano sexual lo bautizamos después de aquella noche. Claudia había cambiado de postura, Jerome la había obligado a ponerse a cuatro patas, y allí estábamos los tres; yo metiendo la polla por el culo de mi hermano al mismo tiempo que él se la estaba metiendo también por el culo a Claudia. Aquello continuó hasta que Jerome se corrió quedando desfallecido y abrazado sobre una de las esquinas de la cama a consecuencia de lo que acababa de suceder. Ni él mismo era capaz de saber si se había corrido por el placer producido por el pasar de su polla entre las paredes de un coño o el de una polla pasando por su recto.
Claudia y yo seguimos follando con la motivación de que habíamos conseguido ser ladrones por una noche. A partir de eso día, cada 11 de junio nos reunimos los tres para recordar aquel día, y no precisamente con palabras. Jerome fue cogiendo experiencia con el tiempo e incluso alguna de esas experiencias tenía nombre y apellidos las cuales estuvimos encantados de incluir en nuestra cama. Ya no era un trío, eran intercambios de parejas, bukakes, orgías…lo que el cumpleañero decidiese.