Cuando nos conocimos 4
Aquí termina el feliz e inmensamente intenso día.
Capitulo 4.- La tarde.
Llegados al coche guardo las cosas en el maletero mientras ella espera al lado de Mi puerta; Me acerco y la abre mientras humilla levemente la cabeza. La tomo de la barbilla y la beso con un beso cálido, más cariñoso que posesivo.
Muy bien hecho, Mi linda perrita.
Gracias, mi Señor.- contesta.- es un placer servirle.
Montamos en el coche y nos vamos hacia el pueblo, unos 15 de camino, hablando con tranquilidad y recuperando la animada conversación que manteníamos antes de la comida.
Llegamos y aparco; nos bajamos cada uno por su lado y, dejando cerrado el coche, vamos a una pequeña terraza de un bar que hay ahí al lado.
mi Señor, ¿tomará el café como antes?
Sí, por supuesto, Mi niña. ¿Acaso hay otra forma en la que se pueda beber de verdad???
Suelta una pequeña carcajada y, sin decir nada más, se dirige hacia el interior del bar a pedir en la barra. La veo como habla con el camarero y se vuelve hacia Mí sin traer aún los cafés; espero, expectante, lo que Me contará cuando vuelva.
¿Le apetece un chupito, mi Señor?.- Me pregunta con su dulce voz.
Sí, no estaría mal
Con una gran sonrisa en su cara, vuelve dentro del establecimiento. Es un placer ver como se mueve de forma sensual e inquieta, manera provocada tanto por el elemento que lleva dentro como por su propia necesidad de mostrarse ante Mi sin inhibición, en la que, sin provocarte, hace que tu libido y tu ser vuelen. Sonrío hacia Mi interior reconociendo, una vez más que la vida tiende a sonreírme más que a ponerme mala cara.
Llega hasta la barra, pide algo más y trae dos cafés a la mesa; los coloca a su lado, Me sonríe y Me dice:
Señor, ¿puedo descalzarme??? Es que las botas me molestan al ir sin los pantis.
Puedes, niña Mía.- contesto mientras observo expectante lo que va a hacer ella
No se sienta; se descalza mientras Me mira con intensidad, desliza primero el talón derecho con la puntera de la izquierda, se agacha ligeramente y la quita; hace lo mismo con la bota de la izquierda. Las toma y las deja a Mi lado, mientras inclina ligeramente su cabeza; no sé cómo, pero lo ha hecho sin que, al menos aparentemente, se le deslice el bolígrafo del interior de su coño.
Me mira y Me lanza un beso silencioso. Se da la vuelta y se dirige de nuevo al interior pero andando de puntillas. En Mi interior surge una risa alegre que contengo para no llamar la atención. A menos que se haya fijado el camarero justo en el momento en el que se ha quitado las botas no se dará cuenta de nada; quizá le parezca extraño que esté descalza pero no sabrá si ha sido desde el principio o solo desde ese momento.
Vuelve a asombrarme su capacidad para ofrecer todo su ser con un simple gesto.
Llega a la barra y toma un par de platitos con dos vasitos helados y vuelve hacia la mesa, todo el rato de puntillas. Vuelve a pararse al lado de la mesa y coloca dos chupitos de hierbas encima de la misma; Me mira, sonríe y agacha la cabeza.
¿Me permite mi Señor que le sirva como Él se merece???
Por supuesto, Mi linda sumisa.
Sin cortarse un pelo ni bajar sus puntillas, toma Mi taza de café y la da 2/3 de vuelta; la prueba ligeramente y la deja delante de Mi; toma uno de los chupitos y lo prueba para comprobar su temperatura dejándolo, a continuación, delante de Mi; luego se aproxima para que su voz no pueda ser escuchada y
¿Permite, mi Señor, que esta humilde sierva se siente si el servicio ha sido el adecuado???
El servicio ha sido muy correcto, Mi niña; puedes sentarte manteniendo tus pies como los tienes ahora mismo pero, una vez sentada, mantén las piernas todo lo abiertas que el objeto que llevas en tu interior te permita; además estarás preparada para sacarlo en el momento en el que Yo te lo indique.
ella cumple Mis instrucciones. Se sienta con los muslos apretados pero las rodillas lo más separadas que puede. Yo veo el rictus de su cara y sé que, aunque no lo aparenta, realiza un esfuerzo considerable por mantener todo y además mantener la conversación y beber tanto el café como el chupito.
Entiendo que la postura es forzada pero no deseo aliviarla de la misma. Hablamos de cosas triviales, de lo buena que ha estado la comida, de lo bien que nos hemos sentido, comentamos pequeñas cosas de la comida.
Nos paramos, especialmente, en la impresión que he sentido al ver salir la sangre de su coño. ella se ríe de la impresión que la situación Me ha causado pero, al reírse y casi sin darse cuenta, afloja ligeramente los muslos. Esto hace que el bolígrafo se deslice suavemente y que parte de él salga hacia el exterior.
Me doy cuenta de que su rictus cambia y de que algo ha pasado. Sin embargo, lo que veo más claramente es que intenta mantener la calma y cumplir con Mis instrucciones. En estas circunstancias pregunto:
¿Pasa algo, Mi niña?
Me mira especulativamente pero debe ver en Mi mirada que quiero una respuesta ya; y una respuesta sincera. Así que contesta bajando los ojos:
Sí, mi Amo. Con el buen momento y las risas que estamos pasando el elemento que ha tenido a bien introducir en mi cuerpo se está deslizando fuera y apenas puedo sujetarlo, mi Señor.
¿Permite Ud. que utilice mi mano para volverlo a colocar en su sitio???.- prosigue después de estudiar el gesto de Mi cara.
Puedes hacerlo pero, cuando acabemos el café y volvamos a subir al monte serás castigada por este descuido.
Sí, mi Amo; lo entiendo perfectamente.- contesta inclinando la cabeza y humillando la mirada en un mudo gesto de acatamiento de Mi voluntad
En caso de que nuestra relación hubiera sido una relación convencional el asunto hubiera dejado una situación tensa, dura y difícil en la que no sería factible pensar en que la conversación siguiera como iba hasta el momento.
Sin embargo, según se coloca el elemento en posición, la conversación sigue igual de animada y distendida que antes; incluso con las mismas o mayores risas (provocadas por lo que pasa con los descuidos de las sumisas) solo que, en este momento, maría aprieta más los muslos para evitar que el "puñetero bolígrafo" (en sus propias palabras) salga del alojamiento en el que debe estar introducido.
Pasa como media hora y digo a Mi perla recién cogida:
Bien, creo que ha llegado el momento de que volvamos a nuestras ocupaciones, ¿no crees???- la digo con una gran sonrisa en Mi boca.- Así que paga y vuelve aquí.
Sin una palabra de más, toma Mi cartera de encima de la mesa y, repitiendo el mismo tipo de ballet que ha realizado al acudir a solicitar las consumiciones, vuelve a la barra y arregla las cuentas; regresa hacia la mesa y se queda de pie mirándome y esperando. Me levanto y toma sus botas del suelo sin bajar de sus puntillas.
Vamos hacia el coche en silencio; tomo las llaves y se las ofrezco; las toma, se adelanta y abre la puerta del lado del conductor mientras permanece con las botas en la otra mano. Me entrega las llaves cuando sujeto Yo la puerta y espera a que Me siente para cerrarla. Sin más dilación se dirige al asiento del copiloto con una sonrisa y se monta en el coche.
Arranco y Me dirijo al mismo lugar en el que hemos estado antes.
¿Qué tal tus piernas, Mi niña???- pregunto mientras subimos.
Cansadas, mi Señor.- Me contesta
Sí, evidentemente, el andar de puntillas y con los muslos apretados no es lo mejor para que estén descansadas.
Estalla en una risa espontánea y fresca antes de contestarme:
¿Pero a mi Señor Le ha gustado???? Porque eso es lo realmente importante.
Sí, sí que Me ha gustado. Me ha parecido un precioso ejercicio de sumisión y un completo esfuerzo de control.- contesto mientras una sonrisa ilumina Mi cara.
Llegamos al punto donde habíamos estado ya a la mañana pero, en vez de subir al lugar en el que hemos estado antes, Me dirijo detrás de un peñasco grande que está al borde de la carretera; el peñasco oculta la carretera pero si hacemos cualquier ruido sería muy fácil oírnos y localizarnos. ella viene tras de Mí, descalza y sin decir palabra.
Una vez detrás del peñasco, la tomo del pelo de la nuca y la hago inclinarse. Mi gesto se ha puesto duro y serio, como he comentado antes no Me gusta tener que aplicar castigos.
No digo una palabra mientras la obligo a que se coloque con las manos en las rodillas, la cabeza mirando al suelo y las piernas separadas.
Sin más preliminares, tomo el bolígrafo del escondite en el que estaba guardado. Sale lleno de jugos, prácticamente chorreando pues Mi perrita está excitada a pesar de que va a ser castigada y a ella tampoco la gusta serlo.
Sin ningún tipo de compasión, tomo el mojado bolígrafo y lo introduzco, sin mayor preparación, por el agujero del culo de la niña desobediente, bien hasta el fondo; ella gime de dolor pero se muerde los labios y no protesta.
Quiero que este bolígrafo esté dentro de tu sucio culo hasta que Yo acabe de azotar 20 veces tus nalgas con Mi cinturón. ¿Me has entendido, perra desobediente????
Sí, mi Amo. Su sumisa mantendrá la postura y el bolígrafo seguirá en su sitio.
Ambos sabemos que para que eso sea factible debe tensar los músculos de los glúteos con lo que los cinturonazos la harán mayor daño.
Además los contarás y agradecerás que tu Amo te sabe corregir.
mi Amo, así se hará.
Sin más palabras deslizo Mi cinturón fuera de las trabillas del pantalón y lo empuño como si fuera un látigo de una tralla ancha dado que mide como 3 centímetros de ancho.
El cinturón vuela de adelante a atrás y cae con violencia sobre las nalgas de maría cubriendo ambas de lado a lado y dejando un surco rojo en ellas.
Uno, gracias mi Señor por corregir y llevar a esta sumisa al buen camino.
Dos, gracias mi Señor por corregir y llevar a esta sumisa al buen camino.
Trece, gracias mi Señor por corregir y llevar a esta sumisa al buen camino.- dice mientras exhala el primer gemido de dolor.
No Me apiado pues el castigo debe ser ejemplar en Mi opinión; así que los demás continúan hasta que llegamos al veinte que suena así:
Veinte, ayyy, gracias mi Señor por corregir y llevar a esta sumisa al buen camino, uuuuuuuf.
Puedes apoyarte en la peña pero no apoyes el culo porque lo tienes muy rojo.- la digo al tiempo que extraigo el bolígrafo manchado de su interior.
Gracias, mi Amo.
Recupera su postura de pies y se dirige a la peña en la que busca un lugar en el que poder apoyar la espalda pero que la permita tener el culo al aire.
Yo voy al coche tomo unas toallitas húmedas y limpio el bolígrafo de la mierda y los flujos de Mi niña. Lo dejo encima de capot aireándose (luego se Me olvidará y lo tendré que dar por perdido) y tomo el ungüento que la he dado antes, los kleenex y las toallitas húmedas.
Voy donde ella que respira profundamente apoyada en la peña con los ojos cerrados. Me oye llegar, los abre y Me sonríe.
Gracias, muchas gracias, mi Amo.- es la expresión que sale de su boca preciosa según Me acerco.- a cada instante, compruebo que es cierto lo que dice; que será cariñoso pero inflexible.
La sonrío a Mi vez y la digo:
Anda, no seas zalamera; date la vuelta y apóyate sacando el culo que te voy a dar de este ungüento maravilloso una vez te haya refrescado el culete con las toallitas.
No, espere, mi Señor.- Me frena.- en el bolso llevo el Thrombocid que es mucho mejor para este tipo de situaciones.
Sigues siendo una caja de sorpresas. Bien, ¿donde lo tienes???
Está en el asiento trasero del coche, mi Amo.
Bien, pues espera aquí mientras lo traigo.
Mientras Me dirijo al coche pienso en poner a prueba su entrega una vez más. Si es Mía todo lo suyo es Mío a su vez. Así que decido revolver descaradamente el bolso y mirar lo que lleva dentro.
Pensado y ejecutado, Tomo el bolso y, sin ocultarme para nada, Me vuelvo hacia ella. La miro, sonrío y lo coloco encima del capot. Empiezo a sacar las cosas una a una, la barra de labios, el frasco de colonia, el cepillo del pelo (que, por cierto, pruebo en Mi mano y pienso que es una pena no haber sabido que estaba para usarlo al aplicar el castigo), su cartera la cual abro y observo su DNI (como casi todo el mundo la foto no la hace justicia) y su Carnet de conducir, el tabaco y el mechero, y, por último (a pesar de verse perfectamente desde el principio) el Thrombocid.
maría ha tenido un pequeño sobresalto cuando ha visto que revolvía en su bolso con tanto descaro pero ha asumido la situación y se relaja. Ha debido pensar lo mismo que Yo; si ella es Mía todo lo suyo lo es.
Venga, cielo, colócate con las manos apoyadas en la roca y el culo bien en pompa que voy a darte la crema. Además te la daré bien extendida e, inmediatamente, te vestirás que ya está anocheciendo y no es cosa de que te enfríes y te resfríes.
mi Señor, ¿de verdad piensa Ud. que es fácil que me enfríe????.- inquiere picarona.
No puedo evitar el exhalar una profunda carcajada.
Se pone en la posición que la he indicado y empiezo a aplicar la crema con cuidado en su culo. Esto Me permite observar la profundidad del castigo.
Mientras la acaricio el culete, noto que se estremece y que, incluso, empieza a emitir pequeños suspiros de placer. Escucho bien para estar seguro de que no Me he equivocado y profundizo con Mis caricias.
La crema ya está bien extendida por lo que Me limpio la mano con una toallita húmeda y un kleenex. Luego, por si acaso quedasen restos de crema o de colonia, cambio de mano y continúo las caricias sobre el culo.
En una de estas, Mi dedo meñique penetra sorpresivamente el culo de Mi sumisa, la cual gime de placer. Mi dedo entra y sale, entra y sale, después de un momento es Mi dedo corazón el que empieza a jugar en los labios vaginales de Mi perrita; el que empieza a penetrarla, a hacerla disfrutar como, es evidente, hacía tiempo no lograba.
Sin perder comba, Mis dedos empiezan a penetrar en sus dos agujeros y los gemidos de ella, agarrada como está a la roca, se hacen mucho más profundos más inquietos.
mi Señor.- sale a duras penas de su boca.- me está volviendo loca de placer; como siga así no voy a poder evitar el correrme.
Pues suplícalo, humíllate y pide permiso para disfrutar; pide permiso reconociendo que ya no te perteneces que solo eres Mía.
mi Señor, por favor, Le pido que permita a esta niña Suya correrse.
¿A ti te parece que eso es suficientemente humillante???.- la contesto.- Ah, y no se te ocurra correrte antes de que te de permiso porque si no ya he visto el cepillo del pelo que llevas en el bolso y la siguiente azotaina será mucho más dura.- se muerde los labios al oír Mi contestación, pero reflexiona y vuelve a la carga.
mi Señor, mi Dueño, mi Amo, por favor le ruego humildemente que permita a esta perrita insaciable ofrecerle el disfrute de su placer para que Ud. vea que no soy más que aquello que Ud. desee en Sus manos.
La miro, ha hablado con voz quebrada y un poco difícil de entender por la emoción; acaricio su pelo y la tomo sorpresivamente por la nuca. Hago que su mirada se encuentre con la Mía, ella debajo, Yo arriba.
Con Mi mirada fuertemente clavada en sus ojos, ojos que entienden que no deben cerrarse sino permanecer humillados ante Mi la digo con voz suave pero perfectamente audible:
Córrete, pequeña Mía; córrete como si nunca antes hubieras alcanzado un orgasmo. Ofréceme tu placer de forma ruidosa llenando el silencio del campo con tus gemidos. Demuestra aquí y ahora que eres una buena perrita, sometida a Mis deseos.
No tengo que decir más. De su boca salen exhalados, primero más bajos y posteriormente mucho más fuertes, los gemidos que delatan su placer mientras Mi mano derecha se empapa de arriba debajo de sus jugos y Mis dedos notan perfectamente como su coño se contrae sobre ellos apretándolos fuertemente.
Se estremece y acaba su largo y profundo orgasmo. Mi polla ha crecido de forma considerable a pesar de que su mirada no ha aguantado a la Mía en todo el desarrollo y ha tenido que bajar la cabeza al tiempo que se mordía los labios.
Sin embargo, sus gemidos han inundado el silencio de la noche. La sensación de control que tengo en este momento es igual a la máxima que he sentido nunca y Mi placer en inmenso.
No se acaba de desmadejar aunque soy consciente de que si en ese momento la dejara de sujetar caería al suelo como una pelotita o como una marioneta a la que han cortado sus hilos.
Se recupera en seguida pero sigue temblorosa. su mirada baja hacia el lugar de Mi bragueta y quiere arrodillarse para darme placer con su boca pero Yo se lo impido. La permito estar de rodillas un momento pero Mi polla no penetra en su cara sino que recorre la misma; cuando se acerca a sus labios ella la besa de forma ligera pero no por ello menos expresiva de lo que siente.
Tomo su mano derecha y hago que se cierre lentamente sobre Mi polla para acariciarla. La guío sobre ella pero sin buscar nada más que una caricia no una masturbación profunda.
mi Señor, ¿no está Ud. excitado???
No, Mi niña guapa, ya no lo estoy.- la contesto.- He estado tremendamente excitado y Mi placer ha sido inmenso pero no deseo volverme a correr en el día de hoy. Por ellos solo acaríciala y bésala ligeramente; ríndela pleitesía pero no busques darme otro placer que el que ya he sentido.
La noche va cayendo a nuestro alrededor mientras ella actúa como la he dicho; poco a poco, milímetro a milímetro, Mi polla va decreciendo hasta que la hago detenerse y levantarse del suelo.
Nos miramos y asentimos ambos con la cabeza. Sabemos cada uno que el otro es la persona que estábamos deseando encontrar pero que, en este momento, Yo debo llevarla al autobús para que vuelva a su casa y que quedaremos pronto, muy pronto.
Tan pronto como que quedamos para el martes siguiente.