Cuando nos conocimos 1

De como nos vimos por primera vez la que hoy es Mi linda esclava y Yo mismo hace ya más de 6 años.

Cuando nos conocimos

Capitulo 1.- Al fin, frente a frente.

Después de muchos años, más de 15, viviendo la vida del BDSM en real, tuve que cortar la relación que Me unía con la sumisa que tenía a Mi cargo en ese momento. Lo cierto es que la ruptura Me dejó muy tocado pues habían sido casi seis años de una relación intensa aunque esporádica debido a nuestros respectivos trabajos.

Cuando Me despedí definitivamente de ella, advirtiéndola que no la cogería el teléfono y que no Me pondría nuevamente en contacto con ella, en Mi interior sentí un gran vacío pues, hasta ese momento, había pensado que nadie debía enterarse de Mis inclinaciones, por lo que no intimaba con ninguna de las personas con las que Me iba encontrando a lo largo del transcurrir por este mundo.

Al cabo de unos meses, y con esa soledad a cuestas, empecé a pensar que habría sitios donde estaría de una forma amable la gente que, como Yo quería vivir esto; miré en diversas direcciones; en diversos apartados postales y, finalmente, utilicé Internet (que ya usaba en Mi trabajo) como medio de comunicación.

Dentro de Internet, acabé llegando a los canales de chat del IRC-Hispano; concretamente a un canal temático de BDSM radicado en Bilbao.

Al entrar en él la primera persona que Me saludó fue una tal maría{JS} a la que pregunté que era lo que significaba lo que llevaba entre los corchetes y Me explicó que eran las iniciales de su Señor mientras que los mismo corchetes representaban el collar que con orgullo portaba. Esta explicación Me la proporcionó con toda la deferencia del mundo, manteniendo un trato cortés y protocolario que Me indujo a creer que ahí podía encontrar lo que deseaba; que era un lugar adecuado para la charla y que Me permitiría compartir Mis muchos o pocos conocimientos e inquietudes con gente que tendría los mismos intereses que Yo y que, además, era de la misma zona en la que Yo vivía.

Esta primera impresión se confirmó cuando entré esa misma tarde de nuevo en la sala.

Además no es que solamente se preocuparan de mostrarse (aparentemente) tal cual eran sino que, además, no tenían ninguna pega en compartir lo que vivían y conocían. Por ejemplo, y a lo largo del tiempo, ahí Me enteré del caso de una sumisa con dos Amos (pues ambos lo eran) pero que ejercían sus prácticas de una forma totalmente organizada y jerarquizada (este tema me sirvió, por ejemplo, para aclarar mucho más aún Mis conceptos de cómo de libres deben ser nuestras relaciones y como, desde la sinceridad y la franqueza, cabe dentro de ellas cualquier esquema que mantenga los principios básicos del BDSM).

Durante más de 6 meses compartí ciber-espacio con ellos, especialmente con maría; en ese intermedio Yo tuve la posibilidad de relacionarme más intensamente con un par de las sumisas que entraban en la sala pero las relaciones no acabaron de estar perfectamente establecidas.

Después de una de las separaciones con una de las personas con las que Me había relacionado (que acabó en bronca, que cosa más rara, ¿verdad???), estaba Yo comentando, mitad divertido mitad molesto, las situaciones que se daban en ese medio y en la vida real con maría así como el hecho curioso por el cual ambos nos encontrábamos absolutamente libres en este momento (maría se había quedado sin Amo en circunstancias que no vienen al caso) cuando la dije:

  • Pero tu no te preocupes, preciosa, porque seguro que pronto encuentras un Amo que te llene; Yo, sin embargo, lo tengo más difícil pues la gente considerará lo que Me ha sucedido como dos fracasos seguidos y, en estos casos, el responsable es siempre el que guía y dirige, ¿no crees???
  • Pues, Señor, no sé yo como estarán las cosas porque Ud. es un Amo atractivo y con experiencia y se ve que sabe lo que lleva entre manos, cosa que no se pude decir de otros; así que…. seguro que pronto tiene sumisa a Sus pies, jajajaja.
  • Lo cierto es que estoy hablando con una chiquilla de Donosti, sí. Y ¿tú, no tienes nada en perspectiva??
  • Pues, yo había pensado en hablar con un lindo amito que es muy atractivo para ver que opinaba pero… parece ser que ya está en tratos avanzados y, en esos casos, no me meto.

Así, mientras Yo sentía que se alejaba de Mí la posibilidad de que ella se convirtiera en Mi sumisa (Yo no estaba preparado para tener más de una sumisa a Mi cargo y ella lo sabía) pero que la buena relación se consolidaba siguió la conversación en la cual surgió tanto el nick de la sumisa con la que Yo estaba hablando como Mi disposición a explorar el camino con ella si Yo no hubiera tenido ese compromiso previo.

Al día siguiente estaba hablando con maría, cuando Me dice por sorpresa:

  • Señor, he hablado con biho (es de mis mejores amigas) y ella cree que si Ud. deseara realmente estar conmigo yo soy mucho más apropiada para servirle que ella.
  • Perdona, pero esto que acabas de hacer… Me parece que te has metido en un aspecto que no deberías haberlo hecho; ¿no crees???
  • Quizá tenga Ud. razón, Señor.- contestó ella.- pero quedó claro ayer que solo lo estaban explorando y que aún no había nada firme. Y yo lo único que he hecho es hablar con mi amiga y ver como respiraba y lo que opinaba ella. Nada más lejos de mi intención que meterme donde no me llaman pero es que consideré que la situación no estaba consolidada.
  • Además.- añadió con firmeza.- ha sido ella la que se ha dado cuenta de por donde iban los tiros (ya sabe lo lista que es) y la que, una vez me ha sacado lo que sucedía, ha afirmado lo que Le he comentado.

Lo cierto es que en Mi convivían sentimientos compartidos como eran el alivio, la alegría por la oferta tan clara que Me estaba haciendo (no hay mayor placer que saber que una sumisa a la que aprecias considera que no estará mejor que a Tus pies) y el enfado por haberse metido donde no la llamaban (a pesar de que Yo tenía decidido ya hablar esa tarde con biho y plantearle una situación en la que viéramos las posibilidades reales de seguir adelante).

En fin, pensé para Mi, a lo hecho pecho. Y, hablando entre ambos, decidimos explorar las sendas para que nuestra relación pudiera considerarse que tenía viabilidad en el futuro.

Empezamos hablando todos los días, varias veces al día; mandándola Yo pequeñas cosas (llamadas perdidas, pequeñas acciones, etc.); haciendo pequeñas pruebas y sintiéndonos cada vez mejor el Uno con la otra.

Estando en estas decidimos quedar para conocernos el martes 18 de Noviembre para conocernos; ella llegaría de Santander a las 11 de la mañana, más menos y, si todo transcurría como pensábamos, pasaríamos todo el día juntos.

Y aquí estoy, repasando todos estos detalles mientras informo en casa de que no volveré en todo el día y preparándome para tan importante cita para Mi, pues intuyo que maría puede ser Mi complemento ideal. Me visto con camisa clara y pantalón vaquero claro (el único que he aguantado en muchos años pues es muy flexible); Me pongo zapatos negros y una chamarra de paño también negra pues, aunque hace un día tremendamente agradable, no puedo olvidar que estamos en el mes de Noviembre.

Hemos quedado en el Termibus; llego con 10 minutos de adelanto (no Me gusta ni esperar ni que Me esperen) y consigo aparcar bien; cerca de la estación.

Me voy hacia ella y rápidamente Me coloco en el lugar en el que hemos quedado para vernos; cerca de la puerta de la cafetería, en la entrada de un pequeño pasillo que hay entre la misma y la consigna. Estoy intranquilo y deseo que Mis nervios se relajen; al fin y al cabo hace más de 3 años que no experimento la sensación de que viene a Mi una sumisa de las completas; de las, que estoy seguro, colmarán Mis expectativas.

Veo llegar el autobús de ALSA y como bajan varias personas; sé de ella que es bajita y que lleva el pelo teñido de color pelirrojo oscuro. También sé que vendrá vestida con falda y botas.

Baja la gente del autobús y, rápidamente, llama Mi atención una mujer mayor, bajita, pelirroja, vestida con una falda y un jersey de color granates, botas de unos 10 cm. de tacón y chamarra negras a juego con el bolso que cuelga de su hombro.

Se para, mira a su alrededor y, finalmente, fija su mirada en el punto en el que hemos quedado; Me ve y su cara se alegra. Con paso firme y un taconeo digno de la mejor de las causas se dirige hacia Mí con una amplia sonrisa en la boca. Parece que sus pasos la llevaran hacia su destino final.

No Me muevo de Mi sitio y espero a que llegue a Mi lado; veo que su seguridad se resiente ligeramente al no fijar Yo Mi mirada en ella, pero pronto se percata de que Yo la observo permanentemente aunque sea con el rabillo del ojo.

Su sonrisa se amplía aún más cuando se acerca Mí; Me mira y dice:

  • ¿el Sr. Txiria, verdad?.- pregunta pícaramente; en ese momento recuerdo que en Mi Messenger siempre tengo colocada Mi foto y no puedo dejar de imitar la amplitud de la sonrisa de la que ya considero como Mi sumisa
  • Sí, soy Yo y tú… ¿eres maría, no???
  • Sí Sr. soy yo misma.- responde rauda.

Sin más preámbulos la doy dos besos (uno en cada mejilla) de bienvenida con Mis manos en sus hombros y la sonrío con ternura.

  • Bien vamos a una cafetería de aquí al lado a ver si todo está de forma correcta.
  • Muy bien, Señor; donde Ud. diga.

La tomo por la cintura y Me dirijo hacia la salida del Termibus. Justo pegando a esta hay una cafetería con varias mesas que es mucho más tranquila que la de la propia estación y en la que podremos aclarar los últimos detalles que faltan por terminar para que todo vaya como debe ir.

Entramos en la cafetería y ella, casi imperceptiblemente, retrasa su posición para que Yo entre por delante de ella. Hay 6 personas en ella, el camarero, dos parejas y una chica sola. Escojo una mesa en una esquina aislada y Me dirijo a ella; maría Me sigue sin decir palabra.

Me siento, ella va a hacer lo mismo pero Mi mirada la detiene; rápidamente se da cuenta de lo que sucede y dice en voz baja y dulce:

  • ¿Qué desea mi Señor?
  • Un café, solo, gracias niña; tu pídete lo que desees.

Sin contestarme va hacia la barra y pide los cafés. Observo como el camarero quiere traerlos a la mesa pero ella se niegue a que lo haga y los trae ella con sus manos.

  • ¿Cómo desea Su café, Señor? - Me dice mientras toma el azucarillo en sus manos. Me sonrío levemente antes de contestarla.
  • Lo quiero solo y sin azúcar; negro como si fuera para un hombre.- respondo.- ya sabes como si fuera para un hombre de verdad, jejeje.

Me rio levemente con la respuesta pues siempre suele sorprender; sin embargo, maría Me mira, sonríe y Me contesta:

  • No hace falta que tome así el café para parecer un hombre, ¿lo sabe, verdad???
  • Bueno, es que es así como Me gusta.- respondo encogiéndome de hombros.

El ambiente se ha distendido mucho y la situación es tranquila y confiada; todo va mucho mejor que lo que se podía esperar. Casi en silencio nos miramos a los ojos y nos evaluamos. No abate la mirada pero sí que rompe ella el silencio:

  • ¿Le gusta lo que ve, Señor???
  • Sí, Me gusta mucho y ¿a ti, perrita? - sé que el apelativo no la gusta demasiado pero es tremendamente cariñoso en su forma.- ¿Qué te parezco? ¿Quieres seguir adelante y empezar a llamarme de verdad, "mi Señor"?
  • Sí, estoy totalmente decidida a servirle pero antes deseo hacerle una pregunta importante para mí.
  • Dime, niña
  • ¿Cuánto duran las sesiones con Ud.??? ¿Hay descansos en medio de ellas???

Me quedo un poco asombrado, no Me esperaba una pregunta de este tipo. Sobre todo la segunda parte Me deja con la boca ligeramente abierta.

  • Pues las sesiones son muy variables pueden durar desde media hora a varias horas, 4 ó 5. Pero lo que no entiendo es a que te refieres con el hecho de que haya o no descansos en medio de ellas.
  • Es fácil, Señor. Si hay una sesión larga si todo se va haciendo seguido o si hay algún descanso.

Río para Mi mismo; meneo la cabeza y la contesto:

  • Todo va seguido; siempre va seguido pero, al mismo tiempo, es sencillo y fluye. En una sesión siempre hay momentos para la broma y la conversación tranquila, no te preocupes. Pero descansos… descansos programados no, no los hay.

Me mira, sonríe al fijarse en lo que reflejan Mis ojos y asiente con la cabeza.

  • De acuerdo, entonces Ud. me dirá lo que desea que haga.
  • ¿Estás dispuesta a dar el paso, entonces?
  • Sí, Señor.- Me contesta.- Estoy dispuesta a llamarlo, "mi Amo".
  • Bien, vete al WC, quítate las bragas y entrégame tu intimidad.- la replico seco y firme.

Me mira, sonríe y afirma nuevamente con la cabeza. Sin más palabras, se levanta de la mesa y se va hacia el servicio, decidida y valiente. Me gusta el hecho de que no haya intentado coger el bolso de encima de la mesa, implica que las traerá en la mano que es lo que debe de ser.

Pasan casi 5 largos minutos antes de que ella vuelva del baño. Lleva su puño izquierdo cerrado pero, si te fijas bien, puedes ver unos pequeños retazos de encaje negro que asoman con cuidado.

Llega a la mesa y, sin sentarse, agacha la cabeza ligeramente y extiende su mano hacia Mí.

  • Lo mismo que le entrego mi intimidad, me entrego toda yo.- Me dice con voz queda.

Extiendo Mi mano, tomo la suya en la Mía, la abro y Me hago con las bragas. Mirándola a los ojos, la extiendo ligeramente de tal forma que, si alguien estuviera atento a nosotros, se diera cuenta de lo que Me ha entregado. Las bragas quedan extendidas sobre la mesa entre ella y Yo; las miro, las vuelvo a recoger y la miro a los ojos intensamente.

  • Bonitas bragas.- digo con un poco de sorna.- lo mismo que acepto tus bragas y tu intimidad, te acepto a Mi servicio.

Según acabo de decir esto, extiendo Mi mano izquierda con la mano hacia arriba; ella, que sigue de pie, la besa y sonríe; Yo acaricio levemente su mejilla con suavidad.

  • Puedes sentarte.- la digo con una sonrisa.- bueno, mejor vete a por otros dos cafés y paga todo.

Sé que ella no sabe si el camarero ha estado atento a lo que estábamos haciendo nosotros pues estaba dándole la espalda; sin embargo, solo se endereza, sin decir ni palabra, y se dispone a irse cuando ve que la estoy alargando Mi cartera para que haga el pago.

Va hasta la barra, trae los dos cafés; los pone a su lado; da un poco más de media vuelta con la cucharilla al Mío, lo coloca enfrente de Mí, sonríe, toma las dos tazas de los cafés anteriores y va de nuevo a la barra.

Paga las consumiciones y vuelve hasta la mesa; Me sonríe y pregunta:

  • ¿Puedo sentarme, mi Señor?
  • Sí, Mi niña; siéntate que hablamos de lo que vamos a hacer hoy.- la contesto.

Se sienta y rápidamente la pregunto:

  • ¿Has cogido el billete de vuelta a Santander?
  • No, mi Amo.- Me contesta.- Bueno, sí pero no lo he cerrado pues no sabía a qué hora iba a volver.
  • Muy bien y muy prudente, txikitxu.- la digo.- ¿Hasta qué hora tienes autobús de vuelta???
  • Lo tengo hasta las 22,30h de la noche, uno a la hora.
  • Bien, ¿a dónde prefieres que vayamos??? ¿a un lugar que conozco al aire libre o a un hotel???
  • Donde Ud. desee; la verdad es que hace un día esplendido para ir a pasarlo al aire libre.
  • Pues perfecto.- dada Mi situación en aquel momento, aunque no Me importaba gastar prefería no hacerlo.- venga lleva las tazas del café a la barra y vámonos a Mi coche.
  • Sí, mi Amo.- responde con una sonrisa