Cuando mi novio me pajea, me vuelvo loca (02)

(con fotos) Durante el viaje en bus, descubrí que mi vecino es tan bueno pajeándome como mi novio. Fué toda una sorpresa. Pero después me dió una sorpresa mucho mayor. Pero igual seguiré dejando que mi novio me pajee. Porque no es cuestión de irse con cualquiera que se le cruce a una...

Cuando mi novio me pajea, me vuelvo loca (02)

por Bajos instintos 4

bajosinstintos4@yahoo.com.ar

Cuando mi novio me quiere aquietar, mete su mano en mi entrepierna. Y ahí me quedo, entregadita. Es más fuerte que yo. Y mi novio se divierte mucho con eso, me puede tener acabando, polvo tras polvo, tanto tiempo como se le dé la gana. Aunque use jeans, que aunque son de tela más gruesa, igual le sirven para pajearme. Claro que, al final la mancha de flujo en mi entrepierna es escandalosa.

Pero la paso bien. Con mi tío también la paso bien, aunque ya se ha casado, para él soy familia y ni se le ocurriría dejar de follarme y todas las demás cosas que me hace. Y a mi novio también le estoy permitiendo hacerme cosas, además de pajearme, claro.

Si sólo fuera eso no habría ningún problema. Pero el otro día viajando en el bus con un vecino del barrio, la cosa se me complicó un poco.

Como, durante la charla, nuestros cuerpos formaban un ángulo de noventa grados, imposible de modificar dado lo atestado que estaba el vehículo, el dorso de la mano de mi vecino daba de lleno en mi pubis. Así que al primer vaivén, al sentir esa manota sobre mi coñito me quedé como paralizada por la conmoción. Traté de disimular, pero algo en mi expresión le dijo que a mi no me había resultado indiferente el roce de su mano, ya que había sido una presión muy intensa, y yo me sensibilicé inmediatamente. Ya sabes lo que me gustan las pajas. Así que se interrumpió mi parte del diálogo y me quedé bien quietecita, sintiendo su mano. Seguramente para asegurarse, hizo una segunda presión sobre mi coñito. Y mi respuesta fue un suspiro. A partir de allí, el hombre supo lo que tenía que hacer. Me dio bastante vergüenza porque el vecino conocía a mi novio, y ahí estaba yo, dejándome tocar la concha, caliente como una puta, mirándolo con ojos húmedos.

El hombre giró su mano para poder agarrarme el coño decididamente. Y empezó a acariciármelo con fuerza, a lo que yo lancé un suspiro bajo y fuerte. Como el tipo seguía con su masaje, yo me agarré con ambas manos de su brazo, como si quisiera evitar que dejara de manosearme. Y empecé a jadear bajito, mientras el hombre le daba con ganas a mi entrepierna. Mi pecho se agitaba locamente y mi respiración se aceleraba cada vez más. Y el hombre aceleró su paja, haciendo que al acabar me estrellara contra su pecho, de pura calentura.

El vecino guió mi mano hasta su polla que estaba a mil, debajo del pantalón. Y continuó acariciándome la concha. Mi mano se prendió con pasión a esa polla, y comencé a apretarla espasmódicamente, al compás de la nueva paja que me estaba haciendo. El hombre sabía lo que se cargaba y lo que se traía conmigo, pues estaba decidido a seguir pajeándome hasta que pidiera agua. Pero, cuando me tuvo al borde de un nuevo orgasmo, me sacó del bus de un brazo y me metió en un hotel que estaba frente a la parada. Eso sí que no me lo esperaba, yo sólo estaba dispuesta a disfrutar de unas buenas pajas. Pero ni por asomo había pensado en ir más alla. Pero tal era la decisión del hombre que me llevó prácticamente en vilo, usando mi brazo. Así que no tuve más remedio de dejarlo llevarme a una de las piezas del hotel. Además, no sólo lo entendía, sino que me transmitió su calentura.

Esto no era lo que pensaba que se merecía mi novio, pero cuando el hombre peló la tranca, comprendí que me importaban tres pepinos las cosas que se merecía o no mi novio. Y dejé que el hombre me cogiera bien cogida, con tres polvos al hilo. Me tuvo gimiendo durante más de dos horas. Lo siento por mi novio, pero nunca lo pasé tan bien.

"Y bueno", me dije, "esto es también una forma de paja". "Una forma muy completa" agregué para mis adentros.

Naturalmente, que no me opuse a tener nuevas citas con el vecino, que se llamaba Alberto.

De cualquier modo seguiría haciéndome pajear por mi novio, y dejándolo que me lamiera el coño todo lo que le diera la gana.

Porque en el fondo soy una novia fiel, que no va a abandonar todo por cualquiera que se la garche bien.

Y lo mismo vale con mi tío. La familia es la familia.

Al fin de cuentas Alberto es apenas un conocido, aunque cogiéndome dos veces por semana, está entrando bastante rápidamente en el círculo de mis amistades. Porque cuando a una le entran así de seguido, no es un pecado encariñarse.

Además solemos viajar bastante seguido juntos, a la hora pico, así que nuestra amistad se está afianzando.

Si quieres pajearme o lamerme, o incluso follarme, escríbeme a bajosinstintos4@yahoo.com.ar . No te prometo nada, pero según sea tu email o tu fotos, puedes tener suerte. Estoy pensando en ampliar mis relaciones sociales.