Cuando menos te lo esperas

Durante el trayecto para dejar a mis amigos en su casa, no dejé de pensar en Begoña. Era el tipo de chica con el que juré que nunca tendría una relación. Era una tentación de mujer y volvería a ocurrir lo mismo que con Eva, aunque no me importaría empotrarla y meterle mis 22 cm hasta que gritase su orgasmo.

Me tendría que ir haciendo a la idea de que esa será mi vida, trabajar y algunos fines de semana ir con los colegas a discotecas y garitos a ver si tirando el anzuelo picaba alguna y nos la podíamos follar. Era un plan triste y sin expectativas de futuro, pero yo ya me había cansado de intentar dar lo mejor de mí en una relación y que, o me abandonasen, o directamente me engañasen y me pusieran unos cuernos de escándalo.

Eso mismo me paso con Eva, mi última pareja, me puso unos cuernos de la altura del Burj Khalifa, pero es algo que de alguna manera me esperaba.

Tengo una estúpida teoría que dice que la seguridad en sí mismo de un hombre es inversamente proporcional a la belleza de una mujer, y esto se confirmó con Eva. Eva era una mujer guapísima, morena, de ojos verdes y grandes labios tentadores y con un cuerpazo que te dejaba sin respiración. Es de las típicas mujeres que cuando ves piensas con seguridad que no están a tu alcance, vamos que incluso estando a su lado no repara en ti. Pero si, se fijó en mí.

A ver, yo no es que sea horrible, soy atractivo pero no soy guapo, soy alto, casi 1.90 y como me gustan tanto los deportes tengo un cuerpo muy bonito y con arrogancia lo digo, una polla acorde con mi altura, creo que esos 22 cm me hacen sentir muy orgulloso. Mi nombre aunque muchos dicen es muy bonito, yo lo odio, me llamo Gabriel aunque todo el mundo me llama Gabi. A mis 30 años tengo un negocio de deportes de aventura y riesgo que me hace ganar mucho dinero, practico muchas disciplinas y la última locura que hice fue sacarme la licencia de piloto de helicópteros y comprarme uno de segunda mano casi regalado, porque un millonario necesitaba efectivo.

A Eva la conocí en una de las muchas actividades que hacíamos. Un grupo de tres chicas habían contratado un fin de semana con salto en paracaídas, circuito de mountain bike y barranquismo. Cuando las conocí, las tres estaban buenísimas, pero fue Eva la que captó toda mi atención y durante todo el fin de semana no nos separamos. Aunque yo me tenía que mantener imparcial y tratar a todos mis clientes por igual, tengo que reconocer que a Eva la trataba de una manera muy especial, me gustaba a rabiar.

El domingo por la tarde al despedirnos nos dimos nuestros números de teléfono. Pensé erróneamente que no nos volveríamos a ver, semejante bellezón debía tener admiradores para cada día del año. Pero me equivoqué, al viernes siguiente fue ella la que me llamó y quedamos para cenar y lo pasamos genial.

El lunes siguiente volvimos a quedar, el martes también, el miércoles nos besamos por primera vez y el viernes estábamos en mi casa follando como animales y con Eva alucinando del pollón que la estaba percutiendo. No me creía que semejante mujer estuviese conmigo. Al año se vino a vivir a mi casa y mi teoría era un hecho. El estar con Eva menoscabó la seguridad en mí mismo y tuve que aprender a vivir con los moscones y babosos que siempre revoloteaban a su alrededor y que ella se negaba a espantar.

Ocurrió un viernes por la noche. Yo la mayoría de los fines de semana tenía actividades contratadas y los pasaba fuera de mi casa, pero ese fin de semana el grupo que nos había contratado, no se presentó y nos llamó a última hora para cancelar la cita sabiendo que habían perdido todo el dinero. Iría a casa, me ducharía y llamaría a Eva por si había salido por ahí y darla una sorpresa, pero ella se adelantó, la pantalla de mi móvil se encendió y mostró la llamada entrante de Eva.

—Hola mi amor. Respondí.

—Hola cariño mío, ¿Qué haces? Me preguntó Eva.

—Estoy preparando todo para salir.

—Ten mucho cuidado mi amor, hasta que no te veo el domingo por la tarde en casa lo paso muy mal.

Rei para mis adentros por la sorpresa que se iba a llevar.

—Tranquila mi vida, me has visto trabajando sabes que soy muy seguro. ¿Vas a salir hoy?

—No mi amor. Hoy me quedo en casa, toca mantita, película y palomitas. No me apetece salir.

—Muy bien cariño, cuando llegue tengo una sorpresa para ti.

—¿Una sorpresa? ¿Cuál mi amor? Preguntó entusiasmada.

—Ya lo veras cielo, ahora tengo que dejarte. Te quiero.

—Te quiero, respondió ella. Y colgué.

A la hora más o menos entraba en mi casa, intenté entrar sigilosamente para darle una sorpresa, pero nada más abrir me extrañó que toda la casa estuviese a oscuras, solo se veía un pequeño reflejo que venía de nuestra habitación. Encendí la luz del recibidor y vi en el mueble de la entrada el bolso y las llaves de Eva, pero al lado una cartera que no era mía junto a un teléfono móvil y las llaves de un Audi. Dejé mi bolsa en el suelo y abriendo esa cartera supe que otro hombre estaba en mi casa.

Cuando pasé al salón, encima de la mesa bajera, había dos copas de vino a medio terminar y restos de una pizza. En esos momentos un gemido agónico de Eva llegó a mis oídos.

—Mi amoooor…que gustooooo…

Estaba extrañamente tranquilo, aunque la adrenalina recorría mi cuerpo manteniéndome en tensión.

Cuando estaba cerca de nuestra habitación la puerta estaba abierta de par en par. A través de los grandes espejos de las puertas del armario, se veía nítidamente todo el interior y allí estaba mi mujer totalmente desnuda abierta de piernas y recibiendo los envites de un tío mientras se abrazaba a él gimiendo y suspirando.

Agarré una silla y me senté de manera que no perdiese detalle de todas sus evoluciones. Ellos no podían verme a no ser que yo encendiese las luces del salón. Estuve más de dos horas sentado sin hacer el más mínimo ruido, como un animal acechando a su presa, viendo como mi chica, la mujer de la que estaba enamorado y compartía mi vida, se entregaba a ese hombre sin negarle nada. Mamadas, comidas de coño sexo vaginal, sexo anal, corridas en su boca en su coño y en su culo y sin preservativo. Vaya, debían de conocerse hace mucho tiempo para semejante trato de confianza.

Cuando parece que terminaron, por el momento, la noche prometía, Eva se levantó al servicio y él se fue a la cocina a por algo de beber.

—¿Quieres algo de beber cielo? Preguntó ese cabrón.

—Si, tráeme un zumo de naranja. Se oyó a mi mujer desde el interior del baño.

Al estar a oscuras ese capullo salió de nuestra habitación y ni reparó en mi presencia. Se movió con seguridad entre los muebles y eso me indicó que no era la primera vez que estaba en mi casa. Encendió la luz de la cocina y ese reflejo me iluminó de lleno. Cuando fue a salir se quedó blanco y ni supo que decir.

—Deja esas bebidas en la encimera y ven aquí.

Obedientemente hizo lo que le pedí y vino hasta donde estaba tapándose su pequeña herramienta.

—Ya sabes dónde está la puerta, ¡¡VETE!!

Se fue hacia la habitación supongo a recoger su ropa pero le paré de inmediato.

—Creo que no me has entendido. Dije en tono amenazador.

—Voy a por mi ropa, dijo acojonado.

Me levanté de la silla y saqué de su funda el cuchillo de monte que todavía llevaba en el cinturón del pantalón.

—Encima del mueble de la entrada tienes todo lo que necesitas, desaparece.

Totalmente desnudo como estaba salió corriendo y al segundo se oía la puerta de la calle cerrarse. Apagué la luz de la cocina y volví a sentarme en la silla a esperar. Al poco salía Eva del baño y se tumbó en la cama acariciándose el coño imagino que para el siguiente asalto.

—¿Mi amor donde andas? Preguntó Eva…… ¿Cariño?… Cielo no me gustan estos juegos…

Eva se levantó de la cama y se fue al salón, cuando encendió la luz me vio sentado en esa silla. El grito que metió se tuvo que escuchar en todo el edificio.

—¡¡JODER GABI!! ¡¡¿QUÉ…QUÉ HACES AQUÍ??!!

—Bueno vivo aquí, no sé si lo recuerdas. Además ESTA es mi casa, tu vives aquí de prestado.

—Mi amor, te lo puedo explicar…

—Ni se te ocurra Eva, no quiero escucharte, durante más de dos horas he visto cómo te entregabas a ese tío y te llenaba con sus corridas, además a pelo…eres una golfa, una puta y no quiero oír tus excusas vacías.

Eva se echó a llorar consciente que cualquier explicación estaba fuera de lugar. Estaba desnuda y de su coño todavía salían restos de la última corrida. Lloraba con desesperación, de forma desgarradora intentando ablandarme y llegar así de nuevo a mí ya blindado corazón.

—Ahora quiero que pases a la habitación, te vistas, y quites las sábanas y las fundas de la cama y las pongas a lavar, quiero que tu olor de puta desaparezca.

Entre lágrimas Eva hizo lo que le dije. Murmuraba, maldecía, lloraba mientras rezaba vaya usted a saber que, intentaba hablar conmigo pero la callaba inmediatamente, no quería saber nada de lo que me dijese.

—Ya está, dijo entre hipidos, ¿Qué quieres que haga ahora?

Me levanté y me fui a la que fue nuestra habitación. De la parte alta del armario saqué una gran maleta y la puse encima de la cama, abriéndola.

—Mete todas tus cosas, no te dejes nada. Lo que se quede hoy aquí va a la basura.

—Gabi mi amor, decía llorando, déjame…

—¡¡QUE TE CALLES, QUE NO QUIERO OIRTE, NO QUIERO NI TUS EXCUSAS NI TUS DISCULPAS, SOLO HAZ LO QUE TE DIGO!!

Eva empezó a sacar todas sus ropa y sus pertenencias de los armarios. Se fue al baño y dejó una gran cantidad de espacio libre al llevarse todas sus mierdas de higiene y pinturas. Miró y rebuscó en los cajones por si quedaba algo. La hice vaciar el cesto de la ropa sucia y que se llevase su ropa interior y su ropa para lavar. Cuando estuvo segura de que ya no quedaba nada cerró su maleta y se dispuso a irse.

—¿Dónde crees que vas zorra? La lavadora todavía no ha terminado y tú vas a tender las sábanas que has manchado, siéntate. Le ordené.

Ella lo hizo, su cara de tristeza, de infelicidad era evidente y me miraba implorando perdón, pero nada de eso iba a ocurrir. Hice como si buscaba algo en el teléfono y le di al play, unos gemidos y el sonido de unos choques de pelvis salieron de mi dispositivo. Eva me miró aterrada. El video era uno de los muchos que me enviaban al grupo de amigos que teníamos, pero Eva pensó que era una grabación de ella esa noche. Yo no grabé nada.

—Tengo un video de diferentes momentos de la noche de ti follando con ese malnacido. Ahora vas a borrar todas las fotos de tu Instagram y Facebook en la que salgo contigo y serás tú misma quien ponga un mensaje en ambos sitios que diga "Gabi me ha abandonado por promiscua, porque me ha pillado en la cama con otro tío. Ya no veréis más fotos de él y yo juntos"

—No pienso poner eso, pídeme que borre las fotos pero no me avergüences.

—No estoy pidiendo tu opinión. Lo vas a hacer, si no mando este video ahora mismo.

—Si lo haces, la denuncia que te meto te va a arruinar. Me amenazó Eva.

—Creo que si se lo mando a tu padre, poca denuncia me puede caer. Elige, o lo sabe todo el mundo por ti, o por mí, y te aseguro que esto último no querrás experimentarlo, nada me impide mostrar el video.

Su cara de terror fue lo suficientemente expresiva para saber qué haría lo que le había pedido sin dilación. Para cuando terminó la lavadora y ella había terminado de colgar las sábanas donde había follado con su amante, todas mis exigencias se habían cumplido aunque me faltaba algo todavía.

Le pedí su teléfono móvil un iPhone de última generación del que Eva estaba enamorada. Me fui a un cuarto que utilizaba para mis cosas y donde tenía una cizalla para cortar papel que era bastante grande. Puse su teléfono bajo el filo y haciendo fuerza lo partí por la mitad. Agarré los dos cachos y se los di.

—¿Qué…que has hecho? Preguntó sin creer lo que veía Eva.

—Este teléfono te lo regalé por San Valentín. Ahora lo he dejado como nuestra relación y mi corazón, partido por la mitad.

Terminé de decir esto, le agarré por el brazo, agarré su maleta y les puse a las dos en la calle. Cuando cerré la puerta Eva ya no estaba en mi vida, solo quedaría algún recuerdo. Algo curioso, durante todo este acontecimiento, no me excité, ni siquiera tuve un amago de erección y me mantuve en todo momento tranquilo aunque algo tenso por la situación. Tenía claro en mi cabeza lo que deseaba.

Esta fue mi última relación seria, y de esto que os estoy contando ya ha transcurrido casi el año. En ese tiempo he conocido a más mujeres y me he acostado con ellas. Algunas tan guapas o más que Eva, pero aunque hayan querido ir a más, nunca las he dejado. En estos momentos no busco nada serio con nadie, como he dicho al principio solo alguien para pasar el rato y si te he visto, no me acuerdo.

Fue una noche de sábado, me acuerdo perfectamente. Esa noche me tocaba a mi estar sobrio y hacer de conductor para la cuadrilla. Se que era necesario, ya habíamos tenido un disgusto y uno de los amigos, el que conducía, le costó nueve puntos de carné y 1.200€ de multa por dar positivo en un control de alcoholemia. Desde ese día nos turnábamos para que uno de nosotros fuese el "sobrio" y los demás se bebiesen hasta el agua de los floreros.

El no beber nada de alcohol inhibía mi valentía para acercarme a una chica e intentar algo con ella. Si, sé que suena ridículo, que eso no tenía que ser impedimento para que conquistase a alguna fémina, pero tras los saludos iniciales se producía un silencio incómodo entre nosotros y con cara de circunstancias y un hasta luego, nos íbamos cada uno por nuestro lado intentando no coincidir de nuevo. Cuando tomabas alcohol parecía que teníamos verborrea y no parábamos de hablar chorradas.

Me fui hacia la barra a pedir algo más de beber, ya llevaba dos cervezas 0,0° una coca cola zero azúcar y dos refrescos de limón. Ya no sabía que pedir, estaba apoyado esperando que alguna de las dos camareras me atendiese y miré a la derecha y la vi, primero a una chica preciosa y luego algo rojo que estaba bebiendo. Cuando me atendió la camarera, se lo pregunté acercándome a su oído:

―Perdona, ¿Que bebe esa chica que tengo a mi derecha?

―Un zumo de tomate, con un poco de sal y otro poco de pimienta, ¿Quieres uno?

―Si, hazme el favor, estoy harto de refrescos.

La chica me sirvió ese zumo, y la sal y la pimienta que había utilizado antes la chica de mi derecha me la pusieron a mí, junto con una cuchara.

―Pensé que era yo la única que tomaba zumo de tomate. Me dijo esa preciosidad acercándose a mí.

―Si te soy sincero, estaba tan harto de refrescos que cuando te visto he preguntado que bebías y te he copiado, esta noche estoy de conductor.

―¿También te ha tocado a ti? Pues ya somos dos, dijo riéndose. ¿Por dónde anda tu gente?

—Bufff, perdidos por ahí intentando ligar si es que el alcohol les deja hablar con claridad. Dije divertido. ¿Y tú gente? Pregunté a su vez.

Esa chica se juntó más a mí. Mi vista se fijó en el tremendo escote que llevaba y que dejaba bastante porción de teta a la vista y por lo erguida, redonda y tersa, se notaba que eran operadas.

—¿Ves a aquellas chicas de allí, en la mesa del fondo? Me indicó con la mirada.

Como no las iba a ver, creo que toda la discoteca se fijó en esas cuatro preciosidades que llamaban la atención de una manera elegante. Era inevitable que según pasases por su lado, no desviases la mirada para ver cómo se divertían y te retaban con la mirada a acercarte.

—¿Esas son tus amigas? Pregunté asombrado, aunque viendo la belleza que tenía al lado, no me extrañaba.

—Si, ¿A que son guapas?

—Todas sois una preciosidad, creo que todos los hombres de esta discoteca y algunas mujeres os comen con la vista.

—¿Te puedes creer que en toda la noche no se nos ha acercado ni un solo hombre para hablar con nosotras? Me comentó esa chica con disgusto.

—Bueno, el caso es que dais mucho respeto. Perdona mi vulgaridad, pero estáis tan buenas que casi es acercarse y empiezas a oír una vocecilla diciendo que vas a hacer el ridículo.

—Ay, pero mira que sois bobos, si no nos comemos a nadie. Dijo riéndose y a modo de reproche.

—Por cierto, me llamo Gabriel, aunque todos me llaman Gabi.

—Encantada, yo me llamo Begoña, Bego para la mayoría.

Nos dimos los correspondientes dos besos. Su perfume era cautivador, bueno como toda ella. Tenía una melenita rubia que no le llegaba a los hombros, cara redondita, unos ojos azules grandes y expresivos, nariz respingona y labios carnosos y sensuales. Seguimos hablando y vi como sus amigas echaban miradas hacia donde nos encontrábamos.

—¿Quieres ser la envidia de toda la discoteca? Ven, acompáñame. Dijo Begoña.

Y dándome la mano me llevó con ella hacia donde estaba ese grupo de amigas macizorras y que todo hombre desearía tener en su cama a la vez para morir feliz. Según nos íbamos acercando las risas y sus miradas expectantes y divertidas se acrecentaban mientras ya se oían los primeros comentarios:

—Chicas, chicas, Bego nos trae carne fresca, comportaros. Otra silbaba con admiración…Ufff, vaya bigardo, como todo lo tenga igual de grande… y risas, muchas risas.

Yo iba literalmente "acojonado" y cuando llegamos a su altura, todas me miraban con una gran sonrisa en sus labios. Begoña hizo las presentaciones correspondientes y dos de ellas se separaron y dieron una palmadita en el asiento para que me sentase entre ellas, pero Begoña hizo más hueco y se sentó muy pegada a mí.

Me acribillaron a preguntas, y cuando les dije a qué me dedicaba acaparé toda su atención, me preguntaron de todo y por las actividades que tenía y les dije que practicaba todas las disciplinas y que si ellas querían un día podíamos quedar y hacer alguna actividad, que viesen que no era peligroso.

Creo que no pasarían más de diez minutos y ya tenía a mis tres amigos mirando con envidia donde estaba sentado. Fue Begoña la que se levantó fue a por ellos y presentándose los llevó a donde estaban sus amigas. Al poco todos charlábamos animadamente siendo la envidia del local.

—Ves como no es tan complicado, nosotras no nos comemos a nadie. Me dijo Begoña en mi oído agarrándose a mi brazo.

Al final de la noche, solo Begoña y yo intercambiamos nuestros números de teléfono. Todos los demás iban seriamente perjudicados por el alcohol y aunque hubo algún tonteo, fue totalmente inofensivo. Nos despedimos con la promesa que nos llamaríamos y así terminó esa noche.

Durante el trayecto para dejar a mis amigos en su casa, no dejé de pensar en Begoña. Era el tipo de chica con el que juré que nunca tendría una relación. Era una tentación de mujer y volvería a ocurrir lo mismo que con Eva, aunque no me importaría empotrarla y meterle mis 22 cm hasta que gritase su orgasmo. Ese pensamiento hizo que tuviese un amago de erección.

Cuando llevaba al último de mis amigos a su casa, se sentó delante y en el trayecto estuvimos charlando.

—¿Cómo se llamaba la chica con la que estabas tú? ¿Begoña, no?

—Si, así se llamaba ¿Por?

—Porque aparte de estar buena para aburrir y ponerme cachondo con su escote y su minifalda, esa chica te estaba comiendo con la mirada. Me ha extrañado que no os fueseis juntos.

—Teníamos trabajo, dejar a los perjudicados en su casa. Algunas y algunos ibais finos. Dije riéndome.

—Desde lo de Eva, ¿No has vuelto a salir con nadie?

—Con alguna, pero nada serio, tonteo, un polvo y adiós. No me fio de las mujeres.

—¡¡VENGA YA GABI!! Exclamo mi amigo. Entonces me estás diciendo que si tienes un percance nadando, ¿Ya no vas a nadar más? Lo seguirás practicando y lo sabes.

—Ya no quiero seguir intentándolo, han sido muchos abandonos y muchos engaños y quiero vivir tranquilo.

—Ya, ¿Y qué vas a hacer con Begoña?

—Quedaré con ella, quizás follemos y ala, cada uno por su lado.

—Por cómo te miraba, creo que quiere algo más de ti y te aseguro, que cuando menos te lo esperas, salta la liebre y encuentras a tu alma gemela.

—Lo que tu digas, pero Begoña es el prototipo de mujer con el que no me enrollaría, es del tipo de Eva. Además nos acabamos de conocer, ¿Qué te hace pensar que terminaremos juntos?

En esos momentos no tenía ni idea de lo cruel y caprichoso que podía ser el destino que junto con Eris, la diosa de la discordia y el caos, iban a poner todo patas arriba y haría replantearme mi relación con las mujeres.

Me fui a mi casa, al día siguiente aunque no tenía que madrugar, si tenía que hacer algo importante. El helicóptero de mi propiedad llevaba mucho tiempo parado y los mecánicos de mantenimiento me aconsejaron hacer un vuelo de prueba. Me lo prepararon y revisaron bien y al día siguiente me iría a Valencia a tomar una paella, así soy de chulo. Intenté ponerme en contacto con alguno de mis amigos y que nos fuésemos juntos, pero la resaca de la noche anterior los tenía fuera de juego.

Me iría solo y regresaría por la tarde antes de anochecer. Me disponía a salir cuando sonó mi teléfono móvil, el número no lo tenía en la agenda por lo que casi no contesto y para mi trabajo tenía otra línea, pero acepté la llamada.

—Hola, ¿Gabi?

—Soy yo, ¿Quién eres?

—Soy Begoña, ayer por la noche nos conocimos, no sé si me recuerdas.

—¡¡BEGOÑA!! Exclamé sorprendido. Como no me voy a acordar, es difícil olvidarte dije asombrado por la llamada.

—Veras es que ayer…bueno…no se si estas casado, tienes pareja o que, el caso es que me apetece verte.

—No, no, estoy soltero y sin compromiso. ¿Y tú? ¿Tienes pareja?

—Noooo, dijo riéndose, soy libre como un pajarillo. Todavía no ha llegado la persona adecuada.

—Entonces, ¿Quieres que nos veamos? Le pregunté.

—Me gustaría mucho, podemos tomar el aperitivo y luego ya veremos. Propuso Begoña.

—¿Te apetecería tomar una paella en Valencia? Le solté de sopetón.

—¿A Valencia? ¿Ahora? No sé si me apetece un viaje de cuatro horas en coche ahora. Dijo intentando no molestarme.

—Déjame sorprenderte, dime donde vives y voy a buscarte, va a ser emocionante. Comenté con misterio.

Cuando llegué a la dirección que me había dado, me estaba esperando de pie en la acera. Ahora a la luz de la mañana Begoña se mostraba en todo su esplendor. Vestía con una camiseta amarilla entallada y ajustada marcando su pecho generoso, unos vaqueros ajustadísimos que dibujaban cada curva de sus caderas, su culo y sus largas piernas, unas zapatillas deportivas y una cazadora negra.

Cuando me bajé a saludarla y a abrirle la puerta del coche, me fijé que era alta, más de 1.70 y que sus ojos eran de un azul intenso con toques verdes, desde luego la niña era una preciosidad la mirases por donde la mirases. Las facciones de su cara eran suaves y armoniosas y junto con esos ojazos agregaban un toque de exotismo. Su saludo me dejó más sorprendido aun, cuando estuve cerca de ella pasó un brazo por mi cuello y me atrajo hacia ella dándome dos sonoros besos.

—Me tienes nerviosa e intrigada, ¿Qué vamos a hacer?

—Ahora lo veras Bego, seguro que te va a gustar.

Cuando nos encontramos frente al mostrenco que tenía por helicóptero, Begoña abrió mucho los ojos mirando todo fascinada:

—¿Me vas a llevar a Valencia en helicóptero? Preguntó perpleja.

—Sube, antes de que te des cuenta estamos sentados en una terraza del paseo marítimo tomando el aperitivo.

Cuando Begoña vio que era yo quien iba a pilotar abrió los ojos como una niña el día de reyes y me miró asombrada:

—¿Eres piloto de helicóptero? Dime, ¿Qué no sabes hacer? Preguntaba asombrada Begoña.

Si, no os voy a engañar, me gustaba "fardar" delante de las chicas y hacerme el interesante, gesto totalmente pueril, pero, ¿A qué hombre no le gusta sentirse admirado y más aún por una mujer como Bego?

El viaje a Valencia fue cómodo y entretenido, Begoña no dejó de preguntar en todo momento para que servían tantos marcadores y pantallas. Miraba todo asombrada, el paisaje y sobre todo a mí, estaba encantada con esa experiencia y se veía que estaba disfrutando.

Tardamos poco menos de una hora en llegar al aeródromo. El día anterior les comenté que me dejaran un coche de alquiler y como le dije a Begoña antes de la una del mediodía estábamos sentados al sol de una terraza de la playa de la Malvarrosa. Antes de irnos a comer estuvimos paseando un poco para terminar en una de las mejores arrocerías de Valencia donde servían una paella para chuparse los dedos.

Ya tomando café quise saber un poco más de ella, quien era, a que se dedicaba, lo normal cuando se conoce a alguien. Noté que se puso algo nerviosa y lo achaqué a la situación, acabábamos de conocernos y empezaba a preguntar algo que debería salir con el tiempo.

―Bueno, tengo 24 años, estudié artes escénicas y por suerte y con algo de ayuda de mis padres he logrado independizarme. El piso donde vivo es de mi propiedad y ahora mismo trabajo en una productora de cine, hago de todo un poco, pero sobre todo me dedico a preparar los escenarios donde van a rodar los actores, incluso a captar exteriores donde poder rodar también.

―Oyes pues es un trabajo muy interesante, incluso te hará conocer sitios increíbles. Dije interesado.

―Bueno, no está mal, pagan muy bien, pero el horario es caótico. En ocasiones entro a trabajar a las ocho de la mañana y he salido de madrugada, agotada, pero había que cumplir plazos y los productores son los que al final mandan.

―Quizás sea por eso por lo que no tienes una pareja ni estés comprometida. Al igual que yo los horarios que tenemos son incompatibles con una relación. Dije empatizando con ella.

―Mi…mi última pareja no aguantó mi trabajo, dijo con tristeza, me abandonó sin despedirse.

―A la mía la pillé en la cama con otro. No sé porque lo hice, pero durante más de dos horas estuve viendo como otro se follaba a mi mujer una y otra vez.

―Joder Gabi, como… ¿Cómo lo aguantaste?

―Ni idea Bego. Me limité a aceptar su decisión. Cuando terminó la eché de mi vida y hasta ahora.

—¿Hace cuánto ocurrió de eso?

—Un año aproximadamente.

Seguimos charlando, la sobremesa fue larga, más de la cuenta y se nos echó la tarde encima sin darme cuenta. Cuando reparé en ello, pagué la cuenta y cuando salí sabía que no podría volar hasta mi ciudad se nos hacía de noche y no era aconsejable volar. Nos fuimos hasta el aeródromo y no me autorizaron el plan de vuelo hasta mi ciudad. Aunque mi helicóptero tenía todo lo necesario para volar de noche, me aconsejaron que lo dejase hasta el día siguiente. Durante todo esto, vi a Begoña muy tranquila, sin importarle que nos hubiésemos quedado allí atrapados por mi culpa y no ser más consciente de la hora, pero es que estaba muy a gusto con esa mujer y el tiempo se me pasó volando, nunca mejor dicho.

—Espero que esta noche no tuvieses un compromiso. Dije pesaroso.

—Si, tenía uno, pero lo tengo a mi lado, así que no te preocupes. Dijo Begoña con una gran sonrisa.

Lo siguiente fue más complicado. Estábamos a menos de una semana de Fallas y todos los hoteles tenían colgado el cartel de "completo" tuve que llamar a mi lugarteniente que llevaba la logística de mi empresa y tenía contactos hasta en la CIA. Le expliqué el problema y me dijo que me llamaría en unos minutos.

Al final me consiguió una habitación en un hotel frente a la playa de la Malvarrosa, a buen precio según él por ser quien era, comentó riendo. Me dio la dirección y por quien debía de preguntar y al poco rato entrábamos en el hotel. Aunque me lo imaginaba, quise asegurarme y era habitación con cama de matrimonio. Miré a Begoña con cara de circunstancias, pero ella sonreía complacida con lo que veía.

—Tranquila, dije intentando sonar natural, yo puedo dormir en el suelo, estoy acostumbrado a ello.

—Claro, y yo puedo dormir haciendo la postura del loto, pero es muy incómodo, ¿No? Gabi, somos adultos, responsables, solteros y sin compromiso. No seas bobo, vamos a dormir juntos, punto.

¿Acaso me iba a negar a eso? Ni loco y menos con semejante mujer. Nos refrescamos un poco y nos fuimos a saborear la noche de Valencia en fiestas. Cenamos, bebimos, bailamos, nos besamos y llegó el momento de dormir juntos y sé que Begoña fue más natural que yo que estaba nerviosito perdido intuyendo lo que podría ocurrir.

—Me voy a duchar. Dijo seductoramente Begoña.

Su tono de voz, su mirada sensual y su coquetería al irse hacia la ducha, era una clara invitación a que la siguiera. En el garito en el que estuvimos, empezamos a bailar normal, hasta que terminamos abrazados y besándonos como desesperados. Sabía que no había problema en ducharme con ella que los dos lo deseábamos pero mis inseguridades me dejaron sentado en la cama.

Cuando salió Bego de la ducha me miraba disgustada. En su brazo llevaba toda su ropa y las zapatillas y solo una toalla cubría su cuerpo. Cuando llegó a la altura de la cama, dejo toda su ropa en una silla y acercándose dejó caer su toalla mostrándome su cuerpo totalmente desnudo. Se que exagero y las comparaciones son odiosas, pero Eva al lado de Begoña era un orco. La miré febril, su cuerpo, su cara, su todo era perfecto. En su cuerpo no se adivinaba ni un solo pelito iba completamente depilada y su piel tenía un ligero bronceado uniforme y sin marcas de bañador.

—¿No te vas a duchar? Dijo metiéndose en la cama

—Ehhh…si claro, perdona, me has impactado, eres preciosa.

—Ven aquí, me pidió Begoña, no tardes. Y acariciando mi cara me besó con suavidad.

Según me desnudé mi polla saltó como un resorte, dura, con mi glande amoratado y mirando al techo. La visión del cuerpo de Begoña desnuda me pilló desprevenido. Ella se comportaba como si fuese la cosa más natural del mundo, pero yo era más pudoroso. Tardé poco en ducharme, y cuando llegué a la cama solo iba con los bóxer puestos y marcando un pollón descomunal aunque ya se había relajado algo. Bego me miraba y su lengua humedecía sus labios de forma sensual y excitante.

—Eso no te va a hacer falta. Dijo señalando mi ropa interior.

Cuando me quité mi ropa interior y Begoña vio mi polla vi su gesto complacido, pero no exclamó nada como con otras chicas que según me veían desnudo empezaban a prorrumpir en frases, casi gritando, refiriéndose a la longitud y grosor de mi verga. Begoña fue más elegante y solo apartó las sábanas para que me metiese en la cama. Nos acostamos y ella se arrimó a mí, quedamos uno frente al otro mirándonos a los ojos, solo nuestras rodillas se tocaban en ese momento.

—¿Te confieso algo? Dijo Bego, rompiendo el silencio.

—Claro, seguro que me gustará oírlo.

—Desde ayer por la noche cuando nos conocimos, imaginaba estar así contigo.

—Por supuesto, te desarmé, no todo el mundo se pide un zumo de tomate, eso da carisma. Dije haciéndome el interesante.

—Jajajajajaja, no seas bobo, te hablo en serio… ¿Y tú? ¿Qué pensaste? ¿Qué sentiste cuando me viste?

—Aunque suene cursi, que eras lo más bonito que había visto en mi vida.

Bego se arrimó más a mí y ya me dejó sentir su cuerpo pegado al mío, acarició mi cara y nos besamos con dulzura mientras mis manos recorrían su cuerpo, su espalda y su culo. Se separó de mí y sus ojos brillaban como gemas.

—¿Solo eso? ¿No pensaste algo más "fuerte"? Dijo bajando su mano hasta acariciarme los huevos.

—Ufff…Begoña, según ibas vestida…me…me hubiese gustado arrancarte la ropa y empotrarte contra la barra.

—Ummmm…me hubiese gustado que lo hubieses hecho.

Begoña quito las sábanas y dejó nuestros cuerpos desnudos sobre la cama. Se incorporó y fue bajando, besando con cariño mi pecho, mi abdomen, mi pubis, agarró mi polla y la besó con mimo mientras la pajeaba despacio.

—Abre las piernas cariño. Me pidió Bego.

La obedecí y ella se tumbó en el hueco que quedaba. Su cara la tenía pegada a mis testículos y su lengua acarició mi escroto.

—Me encanta, ¿desde cuándo te depilas?

Begoña me estaba haciendo sentir placeres que nunca me habían provocado, me resultaba difícil pensar, hablar mientras sus labios, su lengua jugaban sobre mis ingles, mi perineo y mi ano. Yo mismo recogí mis piernas, agarrando con mis manos las corvas de mis rodillas para que accediese mejor a esas zonas. Sin ni siquiera haberse empleado a fondo con mi polla, tenía tal excitación que sabía iba a durar poquísimo cuando iniciase la felación.

—Ha…hace ya tiempo q…que lo…lo llevo a…haciendo. Gemí con la voz quebrada.

Sentía tanto placer, que tenía mis ojos cerrados y mi cabeza echada hacia atrás sintiendo un gustazo increíble que me tenía casi al borde del orgasmo.

—Mírame mi amor, pidió Bego, quiero que lo veas.

Jadeando como un perro, mire a esa belleza que se puso de rodillas dejando levantado su culo y hundiendo sus riñones. Desde esa perspectiva veía toda la espalda, los hoyuelos de venus y el principio de sus nalgas, una visión de lo más excitante. Nos miramos a los ojos y ella sin apartarlos empezó una mamada lenta, jugando con su lengua sobre mi glande, volviéndome loco, así no iba a aguantar mucho. Sacó mi polla de su boca y me miró con lujuria.

—¿Preparado?

¿Preparado? ¿Para qué? Su boca volvió a apoderarse de mi polla y poco a poco vi como mis 22 cm desaparecían dentro de su boquita sintiendo un placer que nunca había experimentado. Su lengua lamía mi escroto y su garganta apretaba mi glande de forma deliciosa.

—Diooos…jodeeer…Exclamé a punto de correrme.

Begoña sacó mi verga de su garganta y tomo aire. Sus babas bañaban mi balano y un hilo de esas babas unía su boca con mi polla, los ojitos de Bego estaban llorosos pero su cara era de felicidad. Respiro un par de veces y mi verga volvía a desaparecer completamente dentro de su garganta. Mi aguante se vino abajo, sentía el cosquilleo previo al orgasmo y ya era inevitable.

—Dioooos Begoña…diooooos…me corroooooo.

Bego sacó lo suficiente mi polla de su garganta para que mi corrida llenase su boca. Mi leche desbordó sus labios y la dejó caer por el tronco de mi balano hasta bañar mis huevos. Me chupó hasta el cerebro intentando sacar hasta la última gota de mis huevos y cuando lo hubo conseguido, lamió y chupó el resto que se había escapado de su boca hasta dejarme limpio.

—Me encanta tu sabor, dijo Bego relamiéndose, eres un dulce. Comentó gateando sobre mí y tumbándose sobre mi cuerpo.

Nos besamos con lujuria, yo seguía muy excitado y mi polla había menguado poco. Mi respiración se tranquilizó y con cariño me quité de encima a Bego que enseguida intuyó lo que deseaba. Ahora le tocaba a ella y estaba deseando ver su coñito con sus piernas bien abiertas mostrándose ante mí.

Al igual que ella me recreé bajando por su pecho y haciendo un alto para apoderarme de esas dos tremendas tetas. Acaricié, excité, lamí y chupé hasta que sus pezones estaban duros como puntas de diamante y sus areolas erizadas. Bego gemía quedamente y mi boca no tardó en apoderarse de ese coño que soltaba jugos como si no costase. Era un coño precioso, con sus labios mayores gorditos y unos menores que sobresalían ligeramente. Tenía un clítoris generoso que mis labios se dedicaron a besar absorber y excitar, mis dedos la follaron y así conseguir que se corriera en mi boca y me diese a beber sus dulces juguitos, ambrosía para mi paladar.

Me quedé besando sus ingles, sus labios mayores, lamiendo los restos de su corrida mientras ella suspiraba excitada.

—Ven mi amor. Dijo tirando de mí.

Me subí encima de ella y con sus manitas agarró mi trozo y lo puso en la entrada de su vagina, mi polla entró dentro de ella con una facilidad increíble, del tirón y hasta que mis pelotas rebotaron en su anito.

—Asiiiiiiii mi amor, hasta los huevos…ummmmm…que ricoooooooh.

Empecé a moverme lentamente dentro de ella con folladas profundas, notando como la punta de mi polla hacía tope en su útero. Noté los primeros espasmos de la vagina de Bego que suspiraba y se abrazaba a mi intentando fundirse conmigo. Gemía en mi oído hasta que una fuerte contracción de los músculos de su vagina me anunciaba su inminente orgasmo, noté como su respiración se paró de repente para estallar en un fuerte orgasmo que hizo soltar el aire de sus pulmones en un agónico gemido.

—Ahhhhhhhhhhhhh…Gabiiiiii.

Seguía moviéndome dentro de ella, aumentando su placer y notando como sin haber terminado su orgasmo, estallaba en otro y al poco en otro más. Yo aguantaba a duras penas, quería más de ella, así que para alargar más ese encuentro me salí de su interior y bajé a comerle el coño otra vez, pero ella me detuvo.

—Para… para Gabi, no hagas eso estoy muy sensible.

Me tumbé a su lado y ella fue la que se incorporó y volvió a comerme la polla con ansia, ensalivándola bien. Me miró con voluptuosidad y poniéndose en cuatro se ofreció de nuevo a mí.

Volví a meterle la polla del tirón barrenando su coño, pero ante mí su esfínter boqueaba como un pez invitándome a profanarlo, saqué la polla de su coño y la puse a la entrada de su culito pero ella me paró.

—No mi amor, por ahí no, no está limpio y puede resultar asqueroso.

Para evitar tentaciones, volvió a tumbarme y poniéndose a horcajadas sobre mí me cabalgó, moviendo sus caderas como nunca lo había visto en ninguna mujer. Eso, el tener mis manos en su perfecto culo y mi boca comiéndose sus tetas hizo que mi orgasmo se rompiera dentro de mí y empezase a correrme como un salvaje dentro de Begoña que al notar mi corrida estalló en otro orgasmo más.

— Extraordinario Gabi, Dios, me has hecho explotar como hacía tiempo no lo hacía. Decía Begoña tumbada sobre mi pecho.

Yo me limité a abrazar y besar a Begoña para hacerle llegar lo bien que me encontraba con ella en esos momentos mientras recuperaba mi respiración. No hacia ni 24 horas que nos conocíamos y habíamos echado el polvo del siglo y encima sin ninguna protección.

—Somos un poco irresponsables, casi ni nos conocemos, hemos echado un polvo de antología y sin protección. Dije a Begoña.

—Tienes razón, pero con el calentón que llevábamos ni nos hemos parado a pensar en ello. Dijo preocupada. Por mi parte estoy tranquila, la semana pasada me hice unos análisis y estaba limpia.

—Bueno, yo hace muchos meses que no follo y entre medias también he tenido una analítica y también estaba limpio. Comenté a Bego.

—Ves, no hay por qué temer nada. Dijo Begoña acurrucándose contra mí.

Estábamos tan a gusto que nos quedamos dormidos, abrazados. Poco antes del amanecer Bego me despertó de nuevo con una mamada de las suyas y volvimos a follar de una manera que Begoña terminó agotada de los orgasmos que había tenido y yo con los huevos secos. Esa chica se notaba que disfrutaba follando y en ese entusiasmo arrastraba a quien estuviese con ella.

Volvimos aquedarnos dormidos y antes de las diez de la mañana nos despertamos, nos duchamos juntos y con el agua cayendo por nuestros cuerpos la empotré contra la pared de la ducha y la hice aullar como una loba mientras nuestros orgasmos nos dejaban relajados a la par que fatigados.

Poco antes de la hora de comer nos parábamos frente al edificio donde vivía Begoña. Los dos nos quedamos callados y Begoña no hizo ademán de bajarse del coche. Parecía que no deseaba, no deseábamos separarnos. Me besó con cariño, nuestras lenguas se buscaron y el beso se alargó hasta que faltó aire en nuestros pulmones.

—¿Tienes algo que hacer desde ahora hasta la noche? Preguntó Bego.

—Nada importante, ¿Por?

—Se hacer unos espagueti a la carbonara para chuparse los dedos. Quédate conmigo, no te vayas. Me pidió Begoña.

—Me gusta la idea. Dije abrazándola contra mí. Me encantará probar esos espagueti.

Subimos a su casa, Bego tenía un piso precioso y con mucha luz. Vivía en un 8º con lo que las vistas merecían la pena. Enseguida se fue a cambiar y salió con unas mallas muy ajustadas y una musculosa ceñida a su cuerpo marcando pezoncitos, iba a resultar difícil mantener la cordura con semejante mujer vestida así.

Efectivamente la comida fue deliciosa y sus espagueti merecían la pena ser degustados. Hablamos mucho de todo, de nosotros y aunque no lo exteriorizase por dentro estaba muerto de miedo. Begoña era preciosa, una mujer increíble la mirases por donde la mirases, me daba cuenta de cómo la miraban los hombres…era el tipo de mujer con la que nunca mantendría una relación.

Poco después de tomar el café, Begoña se excusó conmigo y me dejó viendo una película. El sopor de después de comer me pudo un poco y me medio adormilé, pero un peso encima de mi me despertó. Begoña estaba a horcajadas sobre mi mientras se quitaba una gran camiseta y se quedaba desnuda.

—Siento si he tardado un poco, dijo con mimo, ahora te lo voy a compensar.

Se levantó y dándome la mano me llevó a su dormitorio, entro en su cama a gatas, felinamente moviendo su perfecto culo, provocándome.

—¿Te vas a quedar mirando o te vas a desnudar? Me retó, moviendo aún más su culo.

No había que pensarse mucho la respuesta, en esos momentos solo una cabeza pensaba por mí y no era la que tenía encima de los hombros precisamente. Bego me miraba entre divertida y lujuriosa, con una cara de puta que me estaba volviendo loco. Me lancé como un sediento a una fuente a ese coño y ese culo que me provocaban. Hundí mi cara en ese paraíso y mi lengua, boca y labios se comieron todo ese manjar que sabía a mujer excitada. Mi polla estaba ya a punto de reventar y con Bego a punto de correrse metí mi polla en su coño hasta que mis huevos hicieron tope.

—Ahhhhhh…cabrón, que ricoooooo…no pareeees.

Y no paré hasta que Begoña alcanzó un orgasmo brutal, que hizo que me corriese abundantemente en su interior. Bego no me dejó descansar mucho, me recuperó enseguida con una de sus mamadas profundas me tumbó y bien abierta de piernas frente a mí y mordiéndose su labio me lo dijo:

—¿No querías follarme el culito? Mira como tu polla entra por mi anito.

Sabía que ese culo no era virgen, pero cuando se fue después del café, se lo preparó muy bien. Mi polla entro en ella mientras gemía, mirándome con su cara desencajada por el placer. Cuando su culo hizo tope en mí, movió delicadamente sus caderas, se echó encima de mí y me besó gimiendo. Cuando se separó sus ojos brillaban de deseo:

—¡¡FOLLAME!! Me exigió.

Agarré sus nalgas con mis manos y empecé a percutir su culo con saña mientras mis manos la azotaban. A cada azote notaba como su esfínter se cerraba sobre mi verga y ella gemía más alto hasta que un espasmo por parte de ella me anunció su inminente orgasmo.

—Mi amor me corroooo…Gabiiiiii…Gabiiiiiiiii…no pareeees.

No paré, no hasta que yo inundé sus intestinos con mi corrida. Durante toda la tarde y hasta casi anochecer estuvimos follando como posesos, como si ese día fuese nuestro y al día siguiente la humanidad desapareciese. Definitivamente esa mujer me había cautivado. Su manera de ser, su belleza y joder, por como follaba, era una joven impresionante.

Esa noche cuando nos despedimos, pude ver la tristeza en los ojos de Begoña. Nos besamos y ella se abrazó a mí.

—¿Como tienes la semana que viene?

—Bueno, entre semana estaré bastante libre, pero el viernes por la tarde me voy hasta el domingo, tengo trabajo. ¿Y tú?

—Yo esta semana no se ni cuando terminaré, si puedo llamarte lo hago. Por cierto…he pasado un fin de semana increíble y no quiero que pienses que cuando conozco a un chico me voy con él a la cama enseguida.

Yo solo me limité a sonreír, besé su frente y me fui de su piso con una sensación agridulce. Si no me llamaba, la recordaría, como no, pero no la echaría de menos, aunque en una cosa si tenía razón, había sido un fin de semana fantástico.

BEGOÑA.

Cuando Gabi se fue de mi casa, apoyé mi espalda en la puerta mientras escondía mi cara entre mis manos recordando todo lo que había pasado. Miré la hora y me fui a cenar algo ligero, mañana madrugaba y por delante tenía una semana muy dura.

Mientras cenaba, fui desglosando todo lo pasado desde el sábado noche que conocí a Gabi en esa discoteca hasta que se fue hacia un rato.

En mis 24 años nunca me había pasado eso. De acuerdo, lo había oído. Amigas que habían conocido a chicos y en esa misma noche habían acabado follando con ellos de forma animal. Las creí a medias hasta esa noche en que conocí a Gabi. Por primera vez en mi vida deseé llevármelo a la cama al poco de conocerle, era tan…tan tierno, amable, cariñoso, guapo, detallista…varonil, que colapsó mis sentidos.

Cuando nos intercambiamos nuestros números de teléfono, tenía claro que le llamaría según me levantase. Pero todo lo que ocurrió, el quedar, su invitación a comer en Valencia, ¡¡el viaje en helicóptero!! Y luego cuando no nos quedó más remedio que quedarnos en un hotel, fue…fue el destino que quiso que así ocurriese.

Fue una temeridad el que Gabi y yo follásemos a pelo, sin protección y dejando que se corriese en mi interior sin problema, no por un posible embarazo, si no por una ETS. Y sé que es una estupidez, pero confiaba tanto en él sin apenas conocerle, que ni me planteé el que utilizase preservativos.

Esa noche descansé muy bien, Gabi se encargó de dejarme agotada y muy relajada. Mi despertador sonó a la 06.30 y a las 08.00 estaba entrando por la puerta de la productora de cine donde trabajaba, NISISTROM PRODUCCIONES. Cuando llegué a mi camerino, mi ayudante ya tenía mi baño preparado y todo listo. A la hora más o menos entraba en el set de grabación con todo a punto, yo misma había diseñado el escenario y los atrezos.

Fede me esperaba desnudo y con una muy respetable erección a los pies de la cama. Cuando llegué a su altura me ayudó a quitarme el albornoz quedándome desnuda yo también. Agarré su polla y la masajeé con delicadeza al igual que sus huevos. Fede me dio un tórrido beso mientras sus dedos jugaban con mi rajita excitándome.

Como os habréis imaginado, me dedicaba al cine para adultos, era actriz porno. Me captaron en el primer año de carrera al igual que a Federico, Fede, de hecho cuando nos entrevistaron y nos hicieron una prueba, fue con él con el primero que follé en esos estudios, aunque luego un actor profesional me "probó" dando el visto bueno y en esos momentos empezó mi carrera como actriz porno.

Por eso con Fede tengo una química muy especial y nos entendemos de maravilla en la cama y aunque al principio hubo algo de tonteo entre los dos, acordamos que sería muy conveniente el dejarnos de rollos, solo trabajo. Él ahora tiene una novia que viene a sus rodajes y que entiende de alguna manera que lo que hace es solo trabajo y la admiro por ello, no tiene que ser fácil ver como tu pareja se folla a otra mujer y sobre todo porque todas las semanas junto con Fede se tiene que hacer analíticas para descartar ETS's, los dueños no se meten en nuestra vida privada, pero nos ruegan que tomemos las precauciones necesarias y si follamos con alguien ajeno al trabajo y si no tomamos esas medidas oportunas deberíamos ponerlo en conocimiento de los responsables, cosa que yo no hice, para ponernos en cuarentena.

Lo que hice este fin de semana implicaría parar esa grabación, ponerme en cuarentena, perder miles y miles de euros y yo perder una jugosa cantidad de dinero, y estaba tan segura de Gabi que ni me lo planteé y sí, soy una irresponsable.

Los comienzos no fueron fáciles, pero me hice un hueco en este mundillo. Gano bastante dinero y gracias a esto pude terminar mi carrera. La productora para la que trabajo es bastante especial, no comercializa los videos, solo trabaja por encargo para gente con unos gustos un tanto especiales que paga verdaderas fortunas por unos videos hechos a su medida y lo mejor es que esos clientes firman un contrato de exclusividad, por el que se comprometen a que ese video no salga a la luz, bajo cuantiosas indemnizaciones si lo hacen.

Por eso si alguien pone mi nombre en un buscador porno, no le salía, ni le saldrá, ninguna entrada. Yo no era una actriz conocida ni estaba en el top de las más vistas y eso me venía bien para mi intimidad, pero a mis espaldas llevaba ya más de cien películas.

—Bien chicos, nos dijo el director dirigiéndose a nosotros, no hace falta que os diga que vamos un poco retrasados con esta película y el cliente nos está presionando. Empezamos dentro de diez minutos y hoy no salimos de aquí hasta que quede terminada.

Trabajar con ese director era frustrante. Era el colmo de la perfección y si algo no le gustaba se escuchaba a voz en grito el famoso —¡¡CORTEN!!— sin contar como estábamos los actores, en muchas ocasiones al borde del orgasmo y con ese grito todo se venía abajo y a empezar de nuevo con lo que había que fingir y muchas veces no se conformaba con eso, lo quería real y no entendía que un orgasmo casi simultáneo entre dos personas era muy, muy complicado, pero como decía éramos profesionales y eso lo debíamos de controlar.

Al poco la tranca de Fede bombeaba dentro de mi coño, el cámara grababa la escena y empezaba un día duro. Debido al fin de semana que pasé con Gabi tenía el coño algo escocido, pero me tuve que aguantar y a base de geles lubricantes intentar terminar esa película. Gabi…no deje de pensar en él ni un solo momento y me prometí a mí misma que la siguiente vez que estuviésemos juntos, le contaría la verdad y a lo que me dedicaba, no quería que ocurriese como mi última relación que le oculté en todo momento a que me dedicaba hasta que se enteró por segundas personas y me abandonó sin ni siquiera dejar explicarme.

Esa noche terminamos cerca de las dos de la madrugada. Ese puñetero director dio por buenas todas las tomas y solo quedaba montar la película y hacérsela llegar al cliente. Cuando por fin pude quedarme a solas miré mi móvil, esperaba encontrarme alguna llamada perdida de Gabi o mi wasap inundado de mensajes suyos, pero no había nada, ni un simple "Hola" eso me desanimó, más que nada porque no me lo podía quitar de mi cabeza y a él, ¿Le ocurriría lo mismo? ¿No me podría sacar de sus pensamientos? La semana acababa de empezar solo había que ser paciente.

GABRIEL.

Ese lunes cuando me desperté mi primer pensamiento fue para Begoña, lo mismo que cuando me acosté me dormí pensando en ella. Había sido un fin de semana como nunca antes había tenido y me costaba quitarme de la cabeza a esa mujer, pero mi teoría me mantenía firme en mi decisión de no llamarla y ver hasta donde llegaba eso, si es que llegaba a algún lado.

Durante toda la semana intenté mantenerme ocupado y no pensar tanto en ella, preparé muy bien la salida del fin de semana, tres hombres de mediana edad, con pintas de duros, me pidieron escalada, puénting y rafting. Iba a ser un fin de semana movidito y muy divertido. Aunque eran aventureros, no quisieron pasar la noche en tiendas de campaña, querían una habitación con ducha. Mi lugarteniente preparó todo e hizo las reservas en un hotel en el que ya nos conocían.

Durante toda la semana Begoña no quiso irse de mi cabeza. Estuve con el móvil en la mano y con un mensaje a punto de enviarlo, pero quise mantenerme firme. De hecho empecé a pensar en la idea de que sería conveniente que hablásemos de esto y que no se pensase que llegaríamos a más. A lo sumo si lo deseaba llegaríamos a folloamigos. En serio, que absurdos podemos llegar a ser los hombres. Sin querer reconocerlo, siempre lo negaría, me había enamorado de Bego hasta la última fibra de mi ser. Y aunque mi cabeza lo negaba, mi corazón ganó la batalla.

Aun así no la mandé ningún mensaje aunque me moría por volver a verla. Ese fin de semana estuvo bien, pero esos locos no tenían mucha idea de escalada y aunque iban bien pertrechados, ese domingo para dos de ellos terminó pronto al caerse, y aunque iban asegurados, el golpe contra las rocas fue inevitable. Uno de ellos se rompió una pierna y el otro tubo infinidad de erosiones producidas al golpearse y rozarse contra la roca. No me quedó más remedio que llamar a mi seguro y que ellos me lo solucionasen como habían hecho en otras ocasiones.

Una ambulancia, el traslado a Madrid a un hospital y la llamada a sus familiares más cercanos, para que los acompañasen en el hospital y me fui a dejar todo el equipo con una idea clara, estar con Begoña si es que estaba en su casa.

Yendo de camino a mi casa la llamé pensando con toda seguridad que no estaba en su casa. No dio ni el primer tono de llamada y su voz sonó alegre.

—¡¡GABI, HOLAAAA!!

—Hola Begoña, ¿Qué tal estas? ¿Qué haces?

—Estoy bien, y ahora, después de escuchar tu voz mucho mejor. ¿Y hacer? Estoy en casa vagueando y pensando que voy a comer. ¿Y tú que haces?

—Pues mira, he terminado antes de tiempo y voy camino de casa. He pensado en ducharme, pasar a buscarte e irnos a comer por ahí.

—No cielo, dijo melosa. Ven a mi casa, de camino compra un pollo asado y comemos aquí. ¿Te apetece? Dijo con un tono de voz muy sensual.

—Me gusta tú idea, dije empezando a excitarme, en menos de una hora estoy allí.

Cuando llamé a su puerta Begoña me recibió febril. Se abalanzó sobre mí y se colgó de mi cuello besándome con lascivia, comiéndome la boca, metiendo su lengua hasta mi campanilla. Dejé las bolsas en el suelo y agarré su perfecto culo, dejándola a mi altura para poder besarla a gusto mientras la abrazaba contra mí.

—Que ganas tenia de verte mi amor, decía Bego entre jadeos, pensé que no te volvería a ver.

—¿Por qué pensaste eso? Pregunté extrañado.

—No sé, paranoias mías. No me llamaste, ni me dejaste ningún mensaje en toda la semana y como fue todo tan…tan rápido…pues…pues…

—¿Te confieso algo? Durante toda la semana no he podido dejar de pensar en ti a todas horas, y he tenido que hacer verdaderos esfuerzos por no inundar tu teléfono de mensajes y llamadas perdidas, para que no vieses mi desesperación por estar contigo.

Los ojos de Begoña brillaban de emoción. Acarició mi cara y besó mis labios delicadamente. Agarró mi mano y tiró de mi hacia su habitación. No pude evitar fijarme en ese pantaloncito que se había metido por la raja de su culo como si fuese un culot, dejando esas magníficas nalgas a mi vista.

Cuando llegamos hasta su cama ella se quitó las dos únicas prendas que llevaba puestas, quedando completamente desnuda. Sin dejar de mirarme a los ojos, me desnudó a mí también. Cuando lo hubo hecho, me besó nuevamente y tumbándose en la cama con sus piernas bien abiertas mostrándome su coñito lleno de babitas me invito a tumbarme sobre ella. Mi polla dura como el granito quedó a la entrada de su vagina.

—Hazme el amor, no me folles.

Me dejé caer sobre ella y la amé, la amé como no lo había hecho con nadie. Estaba en sus manos, en esos momentos me di cuenta de que le pertenecía, ella era mi dueña y me haría sufrir como nunca lo habría hecho ninguna mujer y como siempre, daría el 110% en esta relación que empezaba de una forma rápida y brutal sin ni siquiera pensar en ello.

Ni comimos. Nos pasamos casi toda la tarde follando como animales en celo. Volví a disfrutar del placer de ver desaparecer mi polla en su boca, en su culo y en su coño. Mis huevos no paraban de generar semen para llenar todos y cada uno de sus orificios hasta que al final de un orgasmo larguísimo por parte de ella, terminó desfallecida a mi lado y abrazándome me lo dijo en mi oído.

—Te amo mi amor, no me dejes nunca.

—Yo también te amo y no pienso dejarte nunca. Antes me dejarás tu a mí.

—Bueno, para tu información yo siempre he sido la dejada. Solo espero que recuerdes tus palabras si llega el momento. Dijo Bego con tristeza.

Me separé ligeramente de ella y la miré extrañado. Ella debió de ver mi cara de confusión al haber dicho ese comentario y haciendo una mueca graciosa con los labios, se los cerró con una cremallera imaginaria.

—Pero…pero ¿Qué hacemos hablando de estas cosas? Estamos empezando y tenemos toda la vida por delante. Estoy loco por ti mi amor y no pienso dejarte en ningún momento.

—Quizás lo haya dicho porque me aterra perderte, pero tienes razón, ¿Qué hacemos hablando de estas cosas? Anda vamos a ducharnos y vamos a cenar, estoy muerta de hambre.

Cenamos como dos enamorados, estábamos encoñados y tener a mi lado a semejante mujer me hacía temblar de miedo y volar como un superhéroe.

—¿Mañana a qué hora entras a trabajar? Me preguntó Begoña.

—Bueno, los lunes suelo ir por el local tarde, sobre las once de la mañana.

—Yo mañana entro a las diez de la mañana, ¿Te quedas conmigo? Me pidió Begoña.

—Por supuesto que sí. Dije besándola.

Recogimos todo lo de la cena y nos sentamos a ver o intentar ver alguna película, pero fue puro trámite. Nuestras manos no estaban quietas y volaban por nuestros cuerpos y nuestros sexos. Apagamos la televisión y nos fuimos nuevamente a la cama a follar. Esa noche dormimos muy abrazados y agotados, y el despertar fue tan intenso como cuando nos dormimos. Así daba gusto empezar el día.

Durante los siguientes meses nuestra relación creció y se afianzó mucho más. Begoña era tan diferente a Eva. Con ella me sentía seguro, no había moscones, a los babosos que se acercaban a ella ignorando si estaba conmigo o no, los cortaba de manera radical e hiriente. Begoña me hacía ver en todo momento que yo y solo yo era su hombre, su universo y que nada ni nadie iba a quebrantarlo.

En esos meses, Begoña conoció a mis amigos, bueno conocerlos ya los conocía de cuando estuvimos en la discoteca. También conoció donde trabajaba y la gente que me rodeaba, incluso llegó a conocer a mi madre en un lapsus mío, pero no le importó, al contrario estuvieron charlando y al final cuando mi madre se despidió me lo dijo en confidencia.

—Qué mujer hijo, es guapísima, un encanto y muy simpática…A ver si te hace sentar la cabeza de una vez que quiero algún nieto. Dijo riéndose mientras se iba.

A su vez yo también conocí a amigos suyos y compañeros de trabajo. Algo que me llamó poderosamente la atención es que mantenía más amistad con gente de su trabajo que con sus amistades de la facultad, por ejemplo. Toda su familia vivía fuera de Madrid, en Segovia y aunque esa ciudad está muy cerca de Madrid, me confesó que debido al trabajo hacía tiempo que no los veía.

Algunas veces que salíamos con amigos suyos, había una pareja, Fede y Laura, que siempre se apuntaban a alguna salida. Fede era compañero de trabajo de Begoña, según me contaron entraron el mismo día a trabajar y desde entonces trabajan frente a frente.

Aunque soy hombre y hetero, reconozco que Fede era muy atractivo y eso me preocupaba ya que los dos me dijeron que muchas veces trabajaban en tándem. Su novia Laura era modelo, una preciosa mujer morena de ojos verdes, mirada traviesa y con un cuerpo increíble.

Entre Fede y Begoña enseguida noté su complicidad, su cercanía, como se miraban y me temí lo peor de nuevo. Creo que mi cara lo dijo todo porque los dos, Fede y Begoña, se apresuraron a tranquilizarme.

—Mira Gabi, empezó hablando Fede, no te voy a negar que cuando empezamos a trabajar, hubo mucho tonteo entre nosotros, quizás demasiado. Pero vimos que eso nos pondría en peligro y si queríamos trabajar juntos sin malos rollos, lo más sano y lo más aconsejables es que fuésemos solo amigos a pesar de la química que existía entre nosotros.

—Y lo mismo que lo hablamos con Laura también lo hablamos contigo, continuó Begoña. Fede y yo mantenemos una relación laboral muy estrecha y especial y eso hace que quizás se vea como si tuviésemos algo más y te aseguro que no. No te niego que si trabajásemos los tres juntos, si te pondrías celoso, porque le preferiría a él antes que a ti. Sin decirle nada sabe lo que quiero que haga en todo momento.

En ese instante Begoña agarró la mano de Fede y le miró con veneración, con profunda admiración, hecho que no pasó desapercibido para mí e hizo que me sintiese muy incómodo.

—Pero eso cariño, no debe de preocuparte, créeme. Terminó diciendo Begoña

Sonreí por compromiso pero esos comentarios y esa muestra de cariño por parte de Begoña para mi fueron hirientes y no me gustaron nada. Dicen que el movimiento se demuestra andando y aunque en su trabajo no podría controlarles, fuera de él ya me fijaría mucho más en cómo se comportaban. Algo que me llamó la atención, es que Laura, aunque asintiese, no se encontraba a gusto con la situación. De hecho ese recordatorio de Fede y Begoña, la entristeció, solo había que verle la cara.

Todas mis alarmas saltaron como locas ante esta situación y toda la confianza depositada con Bego se fue como el polvo en el viento. Me volví a sentir inseguro ante esa situación y ante ella y sé que Begoña se dio cuenta enseguida por mi estado en esos momentos. Entrelazó los dedos de su mano con la mía y me sonrió con preocupación. Intenté poner mi mejor cara y Bego se encargó de hacerme sentir que solo yo era el centro de su vida, pero esas palabras de ella refiriéndose a Fede y ese gesto, no dejaban de reproducirse en mi cabeza.

Cuando terminó la velada y me dirigía a dejarla en su casa, el silencio reinaba entre los dos, en el ambiente se palpaba la tensión del momento, ella sabía que estaba molesto.

—Cariño, ¿Quieres que hablemos de ello? Preguntó Bego con angustia.

—Mira Begoña, cuando yo estoy con una persona, solo estoy con ella no hay nadie más. No existen amigas de toda la vida, ni amigas especiales, ni compañeras de trabajo con las que mantener una relación muy estrecha y especial, ni nadie que pueda hacerte sentir intranquila, incómoda o hacer que ponga en riesgo nuestra relación.

—Gabi, yo solo quería ser sincera contigo, contarte el porqué de esa relación tan especial.

—Pues Begoña lo habéis hecho muy mal, hasta me he fijado en Laura y su cara de disgusto, sé que ella no comparte vuestra opinión al igual que yo. Realmente si no hay nada entre vosotros, si es solo y exclusivamente una relación laboral, deberíais de callaros y ser más cautos y prudentes, pero ahora que sé todo y sabiendo que hubo algo entre vosotros que cortasteis por el trabajo, puedo asegurar que donde hubo fuego quedan las brasas y que nada os impide ya sea en el trabajo o saliendo de él, iros a un lugar discreto y follar…como amigos, en una relación laboral muy estrecha y especial, claro. Terminé diciendo con ironía.

—Gabi, me… ¿Me estás diciendo que no confías en mí? Preguntó asustada.

—Desde mi última relación con Eva no confío en ninguna mujer. Esta tarde has hecho saltar en pedazos la confianza que he depositado en ti con el comentario de Fede y el tuyo y ese gesto de agarrarle la mano y mirarle como una deidad. Nunca he creído, ni creo, ni creeré en la amistad entre un hombre y una mujer.

—Eres un incrédulo, un estúpido y un celoso compulsivo. No se puede ir por la vida con esa manera de pensar. Ya te he dicho que entre Fede y yo solo hay una relación de trabajo.

—Quizás, pero no he sido yo la persona que ha sembrado la duda. Dime Begoña, de todas tus parejas anteriores, ¿Cuántas te han puesto los cuernos?

—Ninguna.

—¿Segura?

—Segura al 99% siempre hay que dejar un mínimo margen por si acaso. Dijo con suficiencia.

—Entonces, estúpida, no tienes ni puta idea de lo que te estoy hablando.

Vi odio en sus ojos, los músculos de su mandíbula se movían apretando sus dientes para no explotar. Nunca había visto a Begoña enfadada o furiosa y creo que esta noche no iba a terminar bien.

—Sabes lo que te digo. Que para que no confíes en mí y tengas esa manera de pensar tan arcaica, es mejor que terminemos lo nuestro aquí y ahora. Dijo con rabia.

—Perfecto, ante el primer obstáculo lo mejor es mandarlo todo a la mierda. Bonita manera de pensar y si es lo que quieres yo no pienso detenerte. Dije con tranquilidad

—¡¡Y UNA MIERDA GABI, DESDE QUE HEMOS EMPEZADO A HABLAR LO LLEVAS BUSCANDO!! Grito Begoña fuera de sí.

—No te equivoques Begoña, yo no he sido quien ha sembrado la duda, dije enfadado. Si eres capaz de anteponerme ante un compañero de trabajo, es que para ti no valgo nada, soy un segundón y eso no te lo consiento. Como te dije en su momento serias TÚ quien me abandonaría.

—¡¡VETE A LA MIERDA!! Grito enfurecida bajando del coche y dando un portazo.

Esperé a que entrase en su portál y me fui a mi casa. No sentía que hubiese dicho algo malo, solo la quise hacer ver que no era normal lo que habían dicho, y algo dentro de mí me decía que esos dos andaban liados, solo había que ver como se miraban, como Begoña le miraba, esa mirada de pasión, de amor, de orgullo hacia él, nunca la había visto cuando me miraba a mí y eso me puso en guardia.

Tampoco me gustó que al primer tropiezo, ante el primer reto de inseguridad en nuestra relación Begoña lo mandase todo a la mierda. Eso decía mucho de ella y su forma de pensar ante una relación y un problema. Definitivamente me gustó descubrir tan pronto esa otra faceta suya, se me haría difícil a partir de ahora el día a día sin ella, pero en peores plazas había toreado y había salido por la puerta grande.

BEGOÑA

ESTUPIDA, ESTUPIDA, ESTUPIDA, me dije a mi misma. Lo había vuelto a hacer había dejado pasar el tiempo, me había enamorado de un hombre maravilloso, gentil, sensible, único, extraordinario y acababa de perderlo por mi estupidez, por no decirle el mismo día que lo conocí que era una actriz porno y haberle dado la oportunidad de decidir, pero a estas alturas de la relación, si se lo digo, se sentiría engañado, traicionado, insultado, humillado y hundido. Era una cínica, tenía tanto miedo a decírselo, me avergonzaba tanto de mí por haberme hecho la digna, sabiendo que era la mayor de las putas que busqué la primera excusa para terminar con lo nuestro y no tener que darle explicaciones.

Ya subiendo en el ascensor fui consciente de lo que había hecho y me eché a llorar sin consuelo. Sabía que Gabi no me llamaría, él tenía razón, con los comentarios de Fede y mío lo habíamos insultado y menospreciado y yo apoyé a Fede cuando me tenía que haber volcado con Gabi.

Pero como decir al hombre que amas, que vives por y para él, que con ese compañero de trabajo follaba más que con él mismo, que me pasaba semanas enteras sintiendo como su verga me penetraba, me abría para él y muchas, muchísimas veces se corría dentro de mí. Mi coño, mi culo y mi boca ya conocían su esencia y su sabor y me avergüenza decirlo pero Fede me volvía loca y también lo amaba, lo amaba con locura, pero sé que él no sentía lo mismo por mí, me lo dejó muy claro el día que desnudé mis sentimientos hacia él.

Por eso el día que le dije que me había enamorado de un hombre increíble y que lo habíamos pasado genial en Valencia se alegró por mí. Sufrí esa semana en la que no me llamó, pero ese domingo, cuando sin esperarlo, recibí su llamada, casi me echo a llorar y ya por la noche cuando nos confesamos que nos amábamos fue…fue ya él no va más.

Nunca encontré el momento idóneo para decírselo. Veía como semana a semana el tiempo se acumulaba y cada vez era más complicado todo y yo no me atrevía a comentarle ni a insinuarle nada, pero ¿Cómo se lo iba a decir?

—Cariño he de comentarte algo que sin ser importante es conveniente que sepas. Verás, me dedico al cine de adultos, soy actriz porno y todos los días cuando me marcho a trabajar voy a que me follen uno, dos, tres y hasta cuatro hombres, pero no temas nada, solo es trabajo. Por cierto, Fede es casi siempre mi pareja en los rodajes y me folla más que tú, pero solo en el trabajo, nunca fuera de él, para eso te tengo a ti.

Todo esto con una gran sonrisa en mi cara y sin darle importancia…Decidme, ¿Hay alguna otra manera de decirlo sin destrozarle? Es de locos, lo único que se me pasaba por la cabeza es abandonar mi carrera de actriz porno, pero la cantidad de dinero que ganaba con cada película me mantenía atada, aparte y aunque me cueste decirlo, me sentía muy puta, me encantaba follar con mis compañeros y los pollones que se gastaban.

Pero no nos desviemos del verdadero asunto que me estaba atormentando. Podía estar enamorada de Fede, pero realmente quien me importaba por su manera de ser, por lo que me daba y por qué negarlo, porque solo follaba conmigo, era Gabi (Encima soy muy celosa) y ahora todo se había ido a la mierda por mi culpa y aunque sé que tenía que ser totalmente sincera con él, lo primero era recuperarle y luego, bueno, luego ya veríamos como salir de este embrollo.

Me pasé todo el fin de semana llorando con el móvil en la mano esperando una llamada que nunca llegó. Pero lo peor fue el domingo por la tarde cuando me di cuenta de que Gabi quería sacarme de su vida, me había bloqueado en todas las redes sociales, eso me desesperó aún más y prácticamente me terminó de hundir.

Ese lunes cuando llegué a trabajar y aunque mi ayudante hizo lo imposible para que no se notasen mis ojeras y mi cara demacrada, fue imposible rodar porque según vi a Fede le hice culpable de todas mis desgracias. Delante de todo el mundo discutí con él, con el director, con el cámara y hasta con mi ayudante, la pobre me seguía por todo el set, con una caja de pañuelos de papel y con el albornoz para que me cubriese, iba totalmente desnuda.

El director se hartó de mi actitud y me mandó a mi casa a que me tranquilizase y eso es lo que no me convenía, quedarme sola me aterraba. En esos momentos no era consciente del ambiente enrarecido que yo misma había creado entre Fede y yo. Cuando me estaba vistiendo, llamaron a la puerta de mi camerino y cuando abrí me encontré con Laura, creo que la persona que menos me apetecía ver en esos momentos. Dejé la puerta abierta sin decir nada, que hiciese lo que quisiese.

—Se que no te apetece verme, empezó diciendo Laura, pero lo que le hicisteis a Gabi el viernes pasado no podía terminar de otra manera. Por lo menos él tuvo el valor de enfrentarse a ti y dejarte claro que no aceptaba esa relación tan "especial" en el trabajo. No le eches toda la culpa a Fede, tú estás recogiendo los frutos de tu cobardía y has dejado escapar al amor de tu vida.

—Tú no tienes ni idea de cuál es el amor de mi vida. Le dije con desprecio.

—Te aseguro que Fede no lo es aunque creas que sí. No tienes ni idea de lo que es estar con él en el día a día.

—Y eso me lo dice la novia sufriente, sin dignidad, la que viene a sus rodajes y ve como siempre su amorcito me folla una y otra vez, día tras día, semana tras semana haciéndome el amor, corriéndose en mi interior, besándome como no te besa a ti. Si hasta cuando terminamos de rodar nos vamos juntos a la ducha delante de tus narices para seguir follando, no me digas que no sé lo que es estar con él, lo conozco mejor que tu misma.

—Vas por mal camino Begoña. Logró decir Laura a punto de llorar.

Salió del camerino y cerró la puerta tras de sí. Hoy había hecho el completo y no había dejado títere con cabeza, persona que se ponía delante la echaba la culpa de todos mis males y la echaba de mi lado de malas maneras. No fueron unos días normales, tuve dos ataques de ansiedad que terminaron en urgencias, parecía que mi corazón se quería parar, mi ánimo iba del subidón hasta caer casi rozando la depresión y la llamada que más ansiaba recibir no llegaba…ni llegaría.

Es curioso, durante casi los quince días que estuve sola, total y absolutamente sola, Fede, el que se supone era mi partener en los rodajes, mi amor incondicional, ni se molestó en llamarme para ver cómo me encontraba para aclarar lo ocurrido y seguir con nuestra vida, con la que llevábamos antes del incidente con Gabi.

A los quince días me llamaron del trabajo para ver cómo me encontraba, bueno, para ver si estaba bien y para apremiarme a que regresase, no podía alargar por más tiempo mi estado de ánimo, había unos compromisos y unos plazos que debíamos de cumplir y si decidía seguir con mi mal humor y mi mal estado de ánimo podría ser perjudicial para mi carrera dentro de esa productora.

Tuve que sobreponerme y volver. Tuve que poner buena cara y entregarme de nuevo a Fede aunque me costó al principio. Al cabo de los días la misma sintonía fluía entre nosotros y nos devorábamos en el set de grabación con la alegría del director que maravillado veía como su película salía adelante sin problema y con la desesperación de Laura que veía como su chico ponía más pasión conmigo que con ella.

Lo nuestro era trabajo y así lo creía yo, aunque disfrutaba viendo como esa mujer sin dignidad se retorcía viendo lo que hacíamos. Creo que lo hacía para alejar de mi mente a Gabi, no podía dejar de pensar en él. Durante el rodaje muchas veces tenía que cerrar los ojos e imaginarme que quien me estaba partiendo en dos con su balano era él y entonces mi pasión se desataba para disgusto de Laura.

No podía seguir así. Una vez terminado el día cuando estaba en mi casa sola no podía dejar de pensar en Gabi, era una obsesión que no sabía controlar y lo peor es que no sabía cómo arreglarlo todo sin que saliese huyendo, espantado por el monstruo en que me había convertido.

La respuesta vino sola, bueno la respuesta total a mis males no, pero por algo se empezaba. Una antigua compañera de trabajo, que también fue actriz porno, vino a hacernos una visita. Ella al igual que yo, se enamoró de un hombre ajeno a nuestra profesión, pero ella fue más inteligente y más valiente y se lo confesó a la semana de haberlo conocido. Aunque pensó que saldría huyendo y aunque le costó aceptarlo, él la apoyó y ella en agradecimiento a los dos meses abandonó el cine para adultos e hizo su vida junto a él. Ahora están casados y esperan su primer hijo. ¿Y por qué yo no puedo tener eso? bueno, es evidente y no lo voy a volver a repetir. Estando en mi camerino me derrumbé ante ella y no podía dejar de llorar mientras se lo contaba.

—De verdad Begoña ¿No aprendiste nada de lo que te enseñé cuando entraste a trabajar aquí? Lo primero que te dije que no te enamorases de ningún actor, déjate follar por ellos, haz bien tu trabajo y a otra cosa. Y de lo de Gabi, tú sola eres la culpable de lo que está ocurriendo.

—Ya lo sé, y el caso es que todo pasa por llamarle o ir a verle y hablar con él, pero me aterra que volvamos a estar juntos, lo amo, pero sé que lo voy a perder.

—¿Lo amas? Bego, aclárate a quien amas, ¿A Fede o a Gabi? Te lo voy a poner más fácil, ¿Con quién te ves a corto plazo compartiendo toda tu vida?

—Con Fede trabajando y con Gabi esperándome a la salida para irnos a nuestra casa. Dije después de pensarlo unos minutos.

—No vas por buen camino Begoña, no. Pero te voy a ayudar, aunque sé que seguramente voy a joder a Gabi. Tienes un tanto por ciento altísimo de que lo pierdas para siempre, aunque si estamos mi marido y yo y se lo confiesas, te podremos ayudar e intentaremos que Gabi lo entienda contándole nuestra experiencia.

—¿Y cómo lo vamos a hacer? ¿Qué tienes pensado? Pregunte esperanzada.

—Mi marido y yo tenemos un apartamento muy chulo en Vera (Almería), dentro de veinte días viene un puente muy guapo y nos podíamos ir los cuatro allí. En esos días debes de poner toda la carne en el asador, recuperarle y contarle toda la verdad. Nosotros estaremos a tu lado.

Sabía que seguramente en esos días Gabi trabajaría. Así que fui con tiempo para proponerle el plan que intentaría recuperar nuestra relación y confesarle toda la verdad. Mientras iba camino de su trabajo, me enfadaba conmigo misma por no haber tenido el valor de hacerlo yo sola, pero realmente me hacía falta apoyo. Solo rezaba para que no fuese demasiado tarde sin saber que ese sería el principio del fin, nunca se puede mantener una mentira sin cometer un fallo.

GABRIEL.

Ya hacía casi un mes desde que Begoña y yo discutimos y ella rompió la relación. Aunque en un principio acepté su decisión, en frio me sentí humillado por ella, fue como si me dijese «Mira, Fede es mejor que tú, acéptalo»

El domingo después de ese incidente del viernes, y viendo nuestras redes sociales, la rabia me pudo y la bloqueé en todas ellas incluido wasap. Si todo terminaba tendría que ser de todas las maneras.

Durante la siguiente semana me intenté distraer con mi trabajo. Intentaba no estar en mi casa donde miles de recuerdos se agolpaban en mi cabeza. El amor, el amor era una puñetera trampa que el cerebro te ponía para probarte, para saber quién podía más, pero no le iba a dar esa oportunidad de menospreciarme y me centre en el ejercicio, en agotarme, en llevarme al límite y casi dejar sin oxígeno a mi cerebro para que supiese que si me cabreaba seria yo quien dijese la última palabra. Sabía que ella no llamaría, era muy orgullosa, pero yo no había hecho nada malo, solo me limité a quererla y hacerla sentir única, nunca me arrastraría para pedir su perdón.

Con el paso de las semanas me fui serenando, haciéndome a la idea y prometiéndome que no volvería a caer en este tipo de situaciones. Se que suena estúpido, el hombre es el único animal que tropieza dos, tres, quince y cincuenta veces en la misma piedra, pero todo te enseña en esta vida y en la siguiente relación, si es que llegaba, sería más sabio, o eso creía.

Aproveché cada oportunidad que se me ofreció para irme a la cama con alguna mujer. Sobre todo fueron clientas que no desperdiciaron la ocasión para ponerme cardiaco con sus insinuaciones. Todas y cada una fueron únicas y se sintieron impresionadas por la polla que poseía, algunas con miedo, otras relamiéndose, pero al final disfrutando como animales desbocados.

Entre todas ellas destaco a una joven de veinte años que se pasó todo el día quejándose de dolor en una pierna. Cuando fui a interesarme por ella me dijo con una cara de zorra increíble que le dolía la parte interna del muslo, cerca de la ingle. Se abrió de piernas y agarró mi mano poniéndola prácticamente sobre su malla encima de su coñito, que devoraba esa tela y marcaba prácticamente su anatomía. Con su mano y agarrando la mía la movió de arriba abajo por su rajita que notaba húmeda.

—Ves, me decía, ya siento más alivio. Comentaba excitada.

Esa misma noche la reventé el coño a pollazos. No se cortó en proponerme irnos a mi casa cuando llegamos de hacer las actividades. Aun teniendo algo de sobrepeso, esa niña era puro vicio. Tenía un cuerpo macizo, carnes muy prietas y unas tetas que me hacían suspirar. Su coñito lampiño era una delicia, pero lo que más me atrajo de ella eran sus ganas de aprender, de innovar.

Esa noche se quedó a dormir en mi casa y gastamos cinco preservativos. No se cansaba, estaba encantada con mi polla y siempre quería más. Estuvo dos semanas conmigo. Me dejó desvirgarle el culo y me prometió que a no ser que encontrase una polla más grande que la mía, su culo seria siempre mío pero llegado el momento y sintiéndose plena y satisfecha me lo dijo.

—Gabi, no quiero que me malinterpretes, pero no quiero pillarme contigo, soy muy joven y quiero vivir y conocer a más gente, no sé si me entiendes.

—Tranquila, se lo que me quieres decir, no hace falta que te excuses. Pero te tomo la palabra, cuando quiera tu culo, te llamo, y te quiero en mi casa para disfrutar de él.

—¿Solo de mi culo? Preguntó con malicia.

—Sabes que no. Dije atrayéndola hacia mí y devorando su boca con lujuria.

Echamos el último polvo de despedida, pero esta vez quiso que fuera diferente y casi a punto de correrme me hizo salirme de ella, me quitó el preservativo y me hizo una mamada hasta que mis huevos se vaciaron en su boquita.

—Si hay una próxima vez, que la habrá, quiero que tu leche llene mi útero. Este rabo hay que probarlo sin forro. Dijo relamiéndose golosa.

Nos despedimos con cariño y cada cual volvió a su rutina, pero de mi cabeza no se iba Begoña. No llegaba al mes de haberlo dejado y para mi parecía que ya había pasado una eternidad. Lo veía como algo muy lejano. De acuerdo, había follado con otras mujeres, pero la manera de hacerlo que tenía Bego me volvía loco y sobre todo sus mamadas, ver como su boquita se comía toda mi polla mientras me miraba como una niña buena era algo difícil de olvidar.

Ocurrió una tarde. Estaba en el local, preparando todo el material para la próxima salida el fin de semana cuando entró la chica que me ayudaba con la compra y revisión del utillaje que utilizábamos. Se puso frente a mí y acarició mi brazo.

—Gabi, afuera esta Begoña, dice que necesita hablar contigo.

Eso no me lo esperaba. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me puse, sin saber por qué, muy nervioso.

—Tranquilízate, dijo mi compañera viéndome pálido, le digo que estas liado con algo y ahora sales.

Con toda la gente que trabajaba sabía que Begoña había roto conmigo, aunque nunca les dije el motivo. Se que era una tontería, a quien se lo contara me daría siempre la razón, pero eso me avergonzaba, que la persona que amas te diga, aunque sea en sentido figurado, que trabajando los tres prefería al otro sin dudar, dolía, y mucho.

Cuando salí y la vi, de nuevo me quedé impactado. Estaba guapísima y me miró con cariño, iba vestida con una camiseta ceñida a su cuerpo y con un escote muy sugerente. Unos pantalones vaqueros superajustados definían cada curva y cada recoveco de su anatomía, y unas sandalias de tacón realzaban esas piernas y ese magnífico culo que poseía. Aunque impactado por ella, me acerqué muy serio.

—La persona que menos esperaba ver por aquí. Dije para que solo lo escuchase ella.

Intentó darme un beso, pero lo rechacé amablemente, no sé a qué venía, quizás fuese un poco borde pero desde luego que no iba a saltar de alegría al verla.

—Vaya, veo que no me vas a poner las cosas fáciles. Me dijo Begoña con seriedad. Podemos hablar en un sitio más discreto, todo el mundo nos está mirando.

La llevé a mi oficina, cerré la puerta y bajé las persianas para darnos más intimidad y que no se sintiese observada. La invité a sentarse y yo me senté al otro lado de la mesa, saqué dos botellitas de agua del pequeño refrigerador que tenía y le ofrecí una a ella.

—Y bien, ¿A qué has venido?

—He venido porque no soporto estar sin ti, te echo muchísimo de menos y quiero arreglar en lo posible la tontería que hice hace un mes.

—¿Y has tardado un mes? ¿Todo un mes en darte cuenta de que no llevabas razón para ponerte así y mandarme a la mierda?

—Gabi, no quiero discutir eso de nuevo. Se la estupidez que dije y no hay día en que no me arrepienta de ello. Ahora solo quiero arreglar esto y que volvamos a estar juntos.

Begoña había dado el primer paso, pero sinceramente a mi mente vino el tal Fede y se me revolvieron las tripas.

—No se Begoña…Te voy a ser sincero, según mirabas a tú compañero de trabajo, vi algo más que relación laboral, tú nunca me has mirado de esa manera.

—Joder Gabi, déjame demostrarte que no es así. Mira, una amiga que tiene un apartamento en Vera me ha invitado a pasar el próximo puente con ella y su marido. Me ha dicho que te invita a ti también. Por favor vente conmigo, será bueno para nosotros.

—Bufff, ¿El próximo puente? Imposible, tengo los cuatro días pillados con un montón de actividades, no cuentes conmigo, lo siento. Dije tajante.

Vi la cara de tristeza de Begoña. Imagino que en esos días tenía depositadas muchas de las esperanzas de que aclarásemos todo y volviésemos a estar de nuevo juntos. Iba a reiterarle mi negativa cuando se abrió la puerta y apareció mi lugarteniente.

—Gabi, sabes de sobra que las tres personas que trabajamos contigo somos capaces de realizar ese trabajo, no sería la primera vez. Vete con Begoña y solucionar vuestros problemas.

—¿Pero es que no puedo tener un poco de intimidad en mi oficina? Dije enfadado.

—No, dijo mi utillera riéndose. Nos hemos gastado nuestro presupuesto en pañuelos de papel, te pasaste una semana llorando.

—¡¡Eso no es verdad!! Dije algo enfadado. Puedo reconocer que anduve algo distraído esos días, pero ni una lágrima.

Begoña me miró ilusionada y con ternura, mientras mis dos compañeros me guiñaban un ojo y cerraban la puerta tras de sí.

—Cariño, ya has oído a tus compañeros, dijo levantándose, viniendo hasta mí y sentándose en mi regazo. No desaprovechemos esta oportunidad. Juntó sus labios con los míos y me dio un tierno beso.

La separé de mi con amabilidad y me puse de pie alejándome de ella. Por nada del mundo quería que pensase que ya tenía todo ganado. Estaba muy buena y quizás estaba acostumbrada a salirse con la suya a la primera, pero conmigo había pinchado en hueso, seguía desconfiando aunque el que hubiese venido y se mostrase tan "amable" era un punto a su favor.

—No adelantemos acontecimientos, mis empleados pueden decir una cosa, pero el que tiene la última palabra soy yo y con mi trabajo no juego.

—Bien, no se… ¿Quieres que vayamos a tomar algo? Dijo Bego decepcionada.

—No, lo siento todavía tengo mucho que hacer.

—Bien pues entonces me…me voy. Emm… ¿Te puedo pedir que me desbloquees del wasap?

—Me lo puedes pedir pero no lo voy a hacer. Si quieres algo de mi puedes llamarme por teléfono. Terminé de decirle.

Begoña no dijo nada más, solo me sonrió y se fue de mi oficina mostrando una tristeza infinita. Se despidió de mi gente y mi utillera que era un pedazo de pan la abrazó, Begoña se iba llorando. Por la ventana vi cómo se montaba en su coche y se iba. En los días sucesivos vi como mis compañeros me miraban casi acusándome de insensible, pero no se entrometieron para nada, solo mi lugarteniente me recordó que su propuesta seguía en pie para que me fuese con Begoña.

Tampoco Begoña me llamó para ver si me había decidido, o que es lo que iba a hacer respecto a su propuesta y llegué a pensar que al haberme mostrado tan frio y cortante con ella lo habría descartado y ya no me molestaría más, pero ¿Era eso lo que realmente quería? ¿Sacarla de mi vida definitivamente por un simple comentario? Y la respuesta era no, un NO enorme. Pero también tenía claro que no quería cometer otra estupidez.

Faltaban tres días para el puente y aunque deseaba ir con ella, algo me impedía llamarla y decirle que sí, que iba a Vera y lo pasaríamos en grande. No sé, seria intuición que debido a los fracasos y los engaños anteriores había hecho que se desarrollase en mi un sexto sentido que me advertía de un posible peligro y no sé por qué este viaje me daba mala espina. Una llamada de mi móvil me sobresaltó y en la pantalla aparecía el nombre de Begoña.

—Hola Gabi, soy Bego.

—Si, ya sé que eres Begoña, todavía te tengo en la agenda del teléfono.

—Te…te llamaba por lo del puente, no sé si te has acordado. Dijo con voz temblorosa.

—Claro que me he acordado, no he dejado de pensar en ello, dije molesto.

—¿Y…y que has decidido? Dijo prácticamente en un susurro.

—De acuerdo Bego, si es tan importante para ti iremos a Vera.

—Joder…gracias a dios. Oí que susurraba. Eso es estupendo, me dijo alegre. Gabi necesito verte esta noche, aunque solo sea un rato. No puedo esperar. Me rogó Bego.

—Begoña, es un poco tarde iba a cenar.

—Cariño, no puedo aguantar hasta el jueves, ven a buscarme y te invito a cenar, pero ven por favor o me voy a tu casa, pero quiero estar contigo. Dijo ya con angustia.

Noté el apremio de su voz, sus ganas de verme y dejé a un lado mi postura de hombre ofendido. Sinceramente me apetecía mucho estar con ella y abrazarla nuevamente.

—Bien como quieras, dije afable, en veinte minutos estoy allí.

Me duché rápidamente y un poco antes de lo que le había dicho estaba en el pórtal de su casa. Ella todavía no había bajado y justo cuando la iba a llamar apareció por el pórtal, como siempre bellísima, radiante. Me bajé para abrirle la puerta pero ella llegó a mi altura y se abrazó a mí con fuerza. Ante eso no me quedó otra que abrazarla también con fuerza intentando fundir nuestros cuerpos. Begoña me fue besando por toda la cara hasta que nuestros labios se juntaron y nuestras lenguas invadieron nuestras bocas en una lucha feroz.

Mi cuerpo reaccionó ante tanta efusividad, al notar el cálido cuerpecito de Begoña tan pegado al mío, sintiendo sus tetas clavadas en mi pecho.

—No aguantaba hasta el jueves sin verte, no podía, joder Gabi, ahora mismo estoy tan contenta que te comería a besos.

—Bueno cariño, yo también estoy muy contento de estar contigo. Le dije con afecto.

Nos fuimos a cenar y no puedo negarlo, lo pasé genial con Begoña. Fue muy divertida y ocurrente, no me habló en ningún momento del episodio tan desagradable que habíamos vivido y reconozco que me volvió a enamorar como un primerizo. Si, hablamos mucho del viaje, en que coche iríamos, a qué hora saldríamos, donde pararíamos a comer. Begoña estaba muy ilusionada con que hiciésemos ese viaje y me lo demostraba a cada instante, y yo me contagié de su ilusión.

Pasada medianoche llegamos a su calle y aparqué en segunda fila para despedirnos y concretar en como quedaríamos el jueves, ella no hizo intención de bajarse, se giró un poco en su asiento quedando frente a mí.

—¿Quieres subir? Preguntó con cautela.

—Bego, me gustaría, créeme, pero mañana madrugo, tengo mucho que hacer y tanto tú como yo sabemos que si subo salgo de tú casa de madrugada.

—¿Entiendes que estoy dispuesta a echarme encima de ti ahora mismo y hacer que te excites hasta la locura? Dijo con un tono sensual.

—Lo sé y lo entiendo, pero nos conviene dejarlo aquí, es lo mejor y lo sabes.

—Tienes razón, es mejor que hagamos nuestro trabajo y no vayamos con sueño. Tenemos muchos días por delante. Dijo sin querer forzar la situación.

Begoña me besó como si no me volviese a ver más, y con un sentido «Te quiero» se bajó del coche. Miró hacia todos los lados y de espaldas como estaba se subió la falda enseñándome su perfecto culo solo cubierto por el hilo del tanga. Lo movió provocadoramente y mirándome me enseñó la lengua y se fue riendo…capulla, me dejó con un buen calentón, pero ya me desquitaría.

Prácticamente sin darme cuenta estaba el miércoles por la tarde haciendo la pequeña maleta que me llevaría para esos días. Begoña y yo no habíamos vuelto a hablar pero la llamaría un poco más tarde para concretar a qué hora iría a su casa a recogerla, aunque ella se me adelantó.

—Hola Gabi ¿Qué haces?

—Pues terminando de hacer la maleta y bueno haciendo tiempo para cenar algo e irme a dormir.

—Te propongo algo, me dijo. ¿Por qué no terminas de hacer la maleta y te vienes a dormir a mi casa? Así no tienes que madrugar tanto.

Aunque me hice el remolón, me apetecía ir y follar con Bego. Sabía que no se iba a estar quieta y esa noche o dormíamos poco o follábamos para relajarnos y dormir más a gusto, pero su idea me pareció la mejor. A los veinte minutos llamaba a su puerta y ella me abrió, iba prácticamente desnuda con algo que llamó "slingkini" que eran trocitos de tela tapando su vulva y sus pezones.

—Me lo he puesto para ti mi amor, ¿Te gusta?

¿Qué si me gustaba? Me puso el rabo más duro que el palo mayor de un velero. Era lo más erótico y provocativo que había visto en bikinis. Begoña se abrazó a mi cuello y me comió la boca con gula, bajé mis manos a su culo desnudo y acaricié y amasé ese par de nalgas que me volvían loco.

—Tengo que decirte algo. Mi amiga y su marido son naturistas y van a una playa nudista que hay en Vera. Quiero que te mentalices que vas a ir en pelotas, todos vamos a ir en pelotas.

Terminó de decir eso y me llevó al sofá de su salón. Se sentó al borde y se echó hacia atrás abriendo sus piernas. Esa prenda, por llamarla de alguna manera, solo tapaba la parte superior de la vulva, luego un cordoncito fino se metía por los labios de su coñito. Allí mismo me desnudé, la visión era excitante y morbosa y con la mirada Begoña me estaba pidiendo que la follase. Pero primero me arrodillé ante esa diosa y sin apartar ese cordoncito me comí ese coñito jugoso, saboreándolo, llenándome la boca de los juguitos que me regalaba mientras las caderas de Begoña no paraban quietas preludio de su orgasmo.

—Gabiiiiii…Gabiiiiii…me corrooooo…me corroooooooooh…mmmfffff…siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Regó mi boca con su esencia, pura delicia para mis sentidos. Mi polla estaba a reventar y sin dejarla descansar y arrodillado como estaba, aparté ligeramente ese cordoncito y se la clavé hasta que solo mis huevos quedaron pegados a su anito.

—Ahhhhhh…mi amoooor me mataaaas…ummmmm.

Llevé mis manos a sus tetas y acaricié, sobé y retorcí sus pezones hasta que se corrió entre espasmos mientras mi polla seguía abriéndola sin compasión, notando como en cada embestida hacía tope en su útero mientras Bego gemía herida como una loba y volvía a correrse de nuevo.

—Por el culo mi amor…fóllame el culoooo. Aullaba excitada.

Begoña agarró sus piernas, las abrió aún más y las llevó a los costados de su cuerpo dejando expuesto y abierto su anito. Saqué mi polla brillante de sus corridas y la apunté en su anito. Hice algo de presión y mi verga entró sin problema en ese culito hasta el final…cerré mis ojos y disfruté del placer que me provocaba.

—Asiiii mi amooor, rómpeme con tu pollaaaaa, revientameeeeeee.

Era un lujo follarse a esa niña que daba y pedía placer en todo momento. Me miraba enamorada mientras mi verga bombeaba con furia en su culo, mi orgasmo se avecinaba, notaba mis huevos llenos y ese cosquilleo en mi rabo que me anunciaba que me iba a correr en breve.

—Cariñooo…me voy a correr no aguanto más. Le dije al borde del orgasmo.

—Si mi amor…siiiiiii…córrete, dámelo todo…llénameeeeee.

—Jodeeer Begoñaaaaaaaa…jodeeeeeeer…

Exploté salvajemente en su interior, regándole sus intestinos con mi semen y notando como ella explotaba conmigo exprimiéndome la polla con su anito. Cuando terminamos de corrernos, Begoña se incorporó y nos besamos como desesperados, abrazados, sudorosos, sintiendo nuestros cuerpos.

—Mi amor, no te puedes hacer una idea de lo que te he añorado, echado de menos y llorado al no tenerte a mi lado, pensé que esto no lo volvería a sentir. Me confesó Begoña.

—Olvídate de todo lo que pasó, le dije con cariño. Olvidemos ese mal rato que pasamos.

—Te aseguro que día a día, hora a hora, minuto a minuto, te voy a demostrar lo que significas para mí, lo que me importas y lo que deseo tenerte a mi lado. Te amo Gabi.

Begoña se levantó y me llevó a la ducha. Pude disfrutar de nuevo de su boquita tragándose toda mi extensión sin problema, mirándome a los ojos con carita de niña buena. Con mi verga clavada en su tráquea, me corrí como un animal. Era increíble como esa mujer dominaba las mamadas y como realizarlas y aunque su pasado no me incumbía, me gustaría saber dónde aprendió la técnica.

Cuando terminamos de ducharnos cenamos algo y nos fuimos a la cama donde volvimos a follar hasta que llené su útero con mi corrida y nos quedamos satisfechos. No quisimos abusar mucho más ya que al día siguiente teníamos un viaje largo y teníamos que ir descansados. Aun así, por la mañana nos volvimos a liar. Era difícil decir que no ante un coñito babeante que pedía ser follado una y otra vez y entre unas cosas y otras salimos cerca del mediodía.

Ya por la tarde después de algo más de seis horas de viaje llegamos a Vera, al apartamento de esos amigos suyos. Según nos vieron llegar bajaron a recibirnos y me quedé boquiabierto cuando vi a la amiga de Begoña…joder que tetazas, que cuerpo, que cara, que labios, que…que todo. Begoña y ella se abrazaron lo mismo que el chico y Bego que imagino seria el marido de esa exuberante mujer, mientras veía toda esa escena sin poder quitar mis ojos de esas tetas.

—Bueno chicos, os presento a Gabriel, Gabi como le gusta que le llamen. Gabi, ellos son dos buenos amigos, Bárbara y Sergio. Nos presentó Bego.

Después de los consiguientes besos, y de notar en mi pecho las exuberantes tetas de Bárbara, saludé a su marido que le encontré un enorme parecido al Kent de Barbie. El tipo también era alto y se notaba que hacía mucho ejercicio, creo que nos caímos bien enseguida.

—Bueno chicos, dijo Bárbara, subimos arriba a que dejéis las cosas, os refrescáis y cambiáis si queréis y vamos a tomar algo. Luego cenaremos por ahí.

Cuando subimos, ese matrimonio nos enseñó el apartamento, era grande y con una gran terraza. Nos dijeron cuál era nuestra habitación. Por suerte estaba en la otra punta de donde dormían ellos, eso nos vendría bien para nuestras noches de sexo desenfrenado. Nos refrescamos y nos cambiamos de ropa. Begoña se desnudó completamente y se puso un vestido muy corto y liviano pero sin ropa interior.

—¿Vas a ir así cielo? Pregunté excitado.

—Si mi amor, quiero que cuando me mires sepas que voy desnudita bajo este vestido y que si lo deseas me puedes follar como a una perra en cualquier momento.

—Jo…joder Begoña, si vamos a ir con tus amigos…pocas oportunidades voy a tener.

—Pues entonces te calentaré para que esta noche me rompas con tu pollón. Dijo Begoña pasándose lascivamente la lengua por sus labios.

Recordaba lo que me dijo Bego, que Bárbara y Sergio eran naturistas e iríamos a la playa nudista. Pensar en que mi chica iba desnuda bajo el vestido y que al día siguiente vería desnuda a Bárbara hizo que mi polla se llenase de sangre y marcase un bulto impropio en mi bragueta.

Cuando salimos vi que ellos dos también se habían cambiado y esa mujer se había puesto un vestido ceñido a su cuerpo y con un escote de vértigo. No se apreciaban señales de ropa interior tampoco en ella y eso me enervó aún más.

Salí de ese apartamento con una erección dolorosa y con la mirada de Bárbara clavada en mi paquete mientras hacía que se miraba algo en el vestido. Una mirada suya y un guiño de ojo junto con una gran sonrisa me dio a entender que ese puente no lo iba a pasar nada mal.

Aunque estaba un poco cansado por el viaje esa tarde-noche, lo pasé genial junto a ese matrimonio y al lado de Begoña que no dejaba de provocarme.

En uno de los momentos de la noche Begoña se excusó para ir al baño y se fueron las dos chicas, Sergio y yo continuamos hablando de nuestras cosas y al poco de nuevo se sentaba a mi lado Begoña con una sonrisita muy pícara.

—¿Me has echado de menos mi amor? Dijo pasándome sus dedos por los labios.

Enseguida olí su aroma y metí sus dedos en mi boca chupándolos glotonamente. Su sabor de nuevo inundó mi paladar y lo saboreé como el mayor de los manjares. Los ojos de Begoña brillaban de deseo y mi polla estaba de nuevo a reventar.

—Espera mi amor, tienes algo en este otro lado. Me dijo prácticamente en un susurro.

Volvió a hacer la misma operación con la otra mano pero esta vez el olor era más fuerte, más profundo. Metió sus dedos en mi boca y pude saborear otra esencia, otro coño. Abrí mucho mis ojos y miré a Bárbara que no apartaba la vista de mí y me miraba lascivamente, mientras mordía su labio inferior.

—Qué bonito es el amor, dijo Sergio riéndose. Tu chica es que te mira embobada y está pendiente de ti en todo momento. Da gusto veros.

Begoña sacó sus dedos de mi boca y Bárbara me volvió a guiñar un ojo. Miré asombrado a Bego que sonreía con picardía y carita de no haber roto un plato en su vida…¡¡¡Vaya par de cabronas!!! Pensé para mí, como les gustaba jugar.

La cena fue también muy divertida. Reconozco que en ningún momento me sentí incómodo o tenso. Begoña me demostraba lo que me dijo, minuto a minuto hora a hora me demostraba su cariño y lo que le importaba. Esos cuatro días iban a ser muy intensos y de seguro nos uniría mucho más. Estando charlando en la sobremesa, fue Bárbara la que empezó a ponerme sobre aviso.

—Oye Gabi, mañana iremos a la playa y no sé si Bego te comentó que somos naturistas y esa playa es de nudismo. Dijo en un tono pícaro.

—Emmm…bueno…s…sí, sí me lo comentó y llevo desde que me lo dijo haciéndome a la idea. Comenté notando como mi sangre acudía de nuevo a mi polla y a mis mejillas.

—¡¡Ay que mono!! Exclamó Bárbara, se está poniendo colorado.

Begoña me abrazó y besó mi mejilla con cariño, mientras Bárbara cogía mi mano con fuerza para darme ánimos.

—Créeme, al principio, quizás la primera hora te la pases más duro que el acero, dijo Sergio, pero te aseguro que una vez te acostumbres a ver lo natural que es te encontraras muy a gusto. Tú solo fíjate con la envidia que nos van a mirar los hombres al ver que estamos con estas dos bellezas.

Entre risas y chanzas sobre lo guapos que íbamos a estar desnudos, terminamos la velada y nos fuimos al apartamento. Yo estaba cansado del viaje, y por qué no decirlo, estaba deseando follarme a Begoña, desde el "jueguecito" de los dedos en mi boca tenía los huevos a reventar de leche.

Cuando salí del baño, Begoña ya me esperaba ansiosa en la cama abierta de piernas y echándome los brazos para que me tumbase encima de ella. Ni preliminares ni gaitas, con su manita agarró mi polla y la enfiló a su coñito.

—Asiiiiiiii mi amor, abremeeee…reviéntame con tu polloooon…

Entró como un cuchillo caliente en la mantequilla, suave y hasta la empuñadura. Me quedé quieto un momento en su interior con mi rabo bien clavado en su coño, notando los espasmos de su vagina, mientras se abrazaba a mí con brazos y piernas. Inicié un lento bombeo y supe, supimos los dos que no aguantaríamos nada, estábamos demasiado excitados.

—Mi…mi amor me corrooo…me corroooooooooo. Gimió rota por el orgasmo

No tardamos ni un minuto, al poco de empezar a correrse Begoña mi polla empezaba a lanzar litros de semen dentro del útero de esa maravillosa mujer.

—Begoñaaaaaaaa…Diooooooos. Bramé abrazado a ella.

Nos empezamos a comer la boca con desesperación, jugando con nuestras lenguas y sintiendo nuestros cuerpos más unidos que nunca. Notaba mi semen escurrirse entre mi polla y su coñito para bajar por su anito y depositarse en la sábana. Bonito lamparón íbamos a dejar, pero en esos momentos nos daba exactamente igual. Esa noche no dio para mucho más, estábamos cansados y nos quedamos dormidos satisfechos y agotados.

Al día siguiente Begoña me despertó con una de sus fabulosas mamadas. Todavía era temprano y no se oían ruidos en el apartamento. La cogí y le hice poner su coñito en mi cara para darme un festín visual y comerme ese coño jugosito. Tuvimos un orgasmo suave pero que nos dejó a los dos relajados y adormilados de nuevo.

Sobre las nueve de la mañana tocaron a nuestra puerta, era Bárbara:

—Chicos, a levantarse, el baño está libre. Venga que hace un día fantástico y nos vamos a la playa.

Begoña y yo nos desperezamos y nos miramos con cariño, acaricié su cara y la besé con ternura abrazándola contra mí, sintiendo su piel suave y su desnudez.

—Una pregunta, ¿De quién fue la idea de los dedos con sabor a coño? Pregunté.

—Jajajajajaja, mía cariño, fue idea mía y Bárbara que se apunta a un bombardeo le encantó la idea.

—Sois unas cabronas, me pusisteis a mil con eso.

Begoña me abrazó riéndose, nos levantamos y nos metimos en el aseo. Al poco estábamos los cuatro desayunando en animada charla, para terminar y empezar a preparar las sombrillas y una neverita con algunas bebidas.

Cuando nos vestíamos para salir, vi que Begoña solo se ponía un vestido de playa liviano y cortito sin nada debajo y metía un tanga en su bolsa de playa.

—¿Va…vas a ir así a la playa? Pregunté con timidez.

—Claro amor, ¿para qué me voy a poner un bikini si voy a una playa nudista?

Cuando salimos de la habitación casi me caigo de culo. Bárbara solo llevaba puesto un pantaloncito que se metía por su culo y por su coñito y ese par de soberbias tetas solo iban cubiertas por un triangulito que ni llegaba a tapar las areola, solo el pezón. Que cara no llevaría que tanto Sergio como Bárbara se echaron a reír.

—De verdad Gabi, ¿Has visto a alguna mujer desnuda? Por qué vaya caras que pones. Además si hoy te vas a hartar de vérmelas, Dijo Bárbara agarrándose sus tetas.

—Vale, vale, dije intentando disimular, pero mi erección era ya más que visible en mi bañador.

A la hora o así, estábamos ya en la playa. Nada más llegar todos menos yo se quedaron desnudos, intentaba disimular clavando los palos de las sombrillas en la arena para no mirar al frente. Pero la mente es más poderosa y sabía que tenía, que debía de mirar. Mi vista se fijó en Bárbara, impresionante mujer, exhibiendo su cuerpo desnudo sin vergüenza. Solo llevaba una ligera sombra de vello en su pubis, el resto tenía ausencia total de pelo.

Fue inevitable el fijarme en la "artillería" de Sergio y hacer comparaciones y no era por presumir, pero aun estando bien servido yo tenía un "cañón" de más calibre.

Y por último mi chica. Mostrando su cuerpazo escultural, sin un solo pelito y con un bronceado uniforme por todo su cuerpo mirándome divertida, mientras intentaba clavar el segundo palo de la sombrilla. A ver, Bárbara tenía un polvo impresionante, pero Bego es que no solo tenía uno, tenía uno detrás de otro.

—Cariño, ¿Por qué no te quitas el traje de baño? Me sugirió Bego.

Le miré asustado, mi erección era ya ingobernable y marcaba una tienda de campaña en mis bermudas difícil de disimular. Bárbara me miraba con disimulo y creo que se apiadó de mí en vez de tomarme el pelo.

—Bego, lleva a tu chico al agua, el pobre lo tiene que estar pasando mal.

Cuando Begoña se dio cuenta como estaba me miró con infinito cariño, agarró mi mano y me pegó a su cuerpo llevándome hacia la orilla. Nos metimos en el agua, aunque algo fría agradecí esa temperatura. Fue Begoña la que me quitó el traje de baño y se lo ató a modo de capa, llevándome a nadar para que me tranquilizase, pero llegamos a un punto, alejados de todos y de la orilla en que casi no hacía pie.

—Cariño, no hago pie y estoy cansada. Me vas a tener que ayudar.

Begoña se abrazó a mí, y rodeó sus piernas en mi cintura. Mi polla se irguió de nuevo rozando el culo y el coñito de Bego.

—Te voy a ayudar a que te relajes mi amor. Veras como todo va air bien, tú déjame a mí. Dijo Begoña melosa.

Con una facilidad pasmosa apuntó mi polla en su coñito y se dejó caer suavemente. La sensación del frio del agua con el fuego de la vagina de Bego fue brutal. Ella me miró con cariño y empezó a moverse ligeramente.

—Tu déjame hacer a mi todo, tan solo agárrame bien para que no me suelte. Dijo Bego, con la voz crispada.

Agarré su perfecto culo, y empezamos a bailar dentro del agua, como cuando bailabas pegadito, con la chica que te gustaba. Era una danza hipnótica, Begoña me miraba y me aislé de todo y de todos, tan solo la sentía a ella que se abrazó a mí con fuerza gimiendo como una gatita. No sé cuánto tiempo estuvimos así. Mi orgasmo pugnaba por estallar y con un gemidito muy sensual y los músculos de su vagina aferrándose a mi polla, casi arrancándomela, Begoña empezó a correrse arrastrándome a mí con ella. Era una sensación extraña y muy, muy placentera, el aumento de la temperatura por el orgasmo y el frescor del agua.

Nos quedamos así un rato y cuando fui consciente de nuevo en donde me encontraba me asusté y miré a todos los lados avergonzado por si nos habían visto. Y nada, nadie se percató, y si lo hizo, se dedicó a observar con cautela para no romper el momento de los amantes.

—¿Te ha gustado mi amor?

—Uffff Bego, ha sido inmenso, me ha encantado la experiencia.

—Pues cariño me alegro que te haya gustado. Noto como tu cosota va menguando dentro de mí, así que si me sacas el dedo del culete, podremos volver a la orilla.

Sin haberme dado cuenta, en el fragor de la follada que me dio Begoña metí un dedo en su culo y hay lo seguía teniendo. Cuando lo saqué mi polla ya estaba solo morcillona, nos fuimos nadando hacia la orilla y cuando salimos pude ver algunas miradas de deseo de mujeres y como varios hombres follaban con la mirada a Begoña. Al ir hacia las sombrillas, vi como Bárbara se levantaba sus gafas de sol y abría la boca en forma de "O"

—¡¡¡Jo…der chiquitín!!! Exclamó Bárbara, no me extraña que tengas tan contenta a Begoña.

Todos reímos la ocurrencia de esa mujer que sacaba pecho para que sus tetas lucieran bien. Pasamos una mañana muy divertida entre risas, baños y juegos. Bárbara solo hacía que mirarme y cuchichear con Begoña que se partía de risa. A saber que estarían tramando. Y reconozco que una vez pasada esa vergüenza inicial, y además estando con estas preciosidades, me relajé bastante y aunque alguna vez por las posturas de las chicas me excitaba, conseguía controlarlo.

Ya por la tarde y después de comer, estando relajados debajo de las sombrillas con un combinado en la mano nos pusimos a hablar de todo un poco y fue Bárbara la que hizo la pregunta:

—Y contadme, ¿Cómo os conocisteis?

Begoña y yo nos miramos y con un gesto de su cabeza me dijo que empezase yo.

—Bueno, fue la noche de un sábado. Estaba aburrido, me tocaba conducir, con lo que no podía beber y mis amigos estaban ya con ese puntito que da el alcohol. Me acerqué a la barra a por mi cuarto o quinto refresco y me fije que una chica que estaba al otro extremo tenía una bebida roja. Llamé a la camarera y le pregunté qué es lo que bebía y me dijo, "Zumo de tomate, ¿Quieres uno?" Yo le dije que sí, Begoña sintió curiosidad, se acercó a mí y nos pusimos a charlar.

—¿Solo charlar? Preguntó Bárbara.

—Mujer, me hubiese gustado empotrarla contra la barra y follarla, pero creo que no era el sitio ni el momento.

Los tres estallaron en una sonora carcajada por la burrada que había dicho, aunque tampoco mentí, con lo buena que estaba Begoña me hubiese gustado.

—Pero si, solo charlamos. Ella me presentó a sus amigas, ella se presentó a mis amigos y nos juntamos todos. Pasamos un buen rato pero tanto sus amigas como mis amigos iban algo perjudicados y los tuvimos que llevar a casa. Bego también hacía de coche escoba y las tenía que dejar en su casa. Solo ella y yo nos cambiamos el número de móvil, aunque pensé que nunca la volvería a ver, Begoña me gustaba mucho. Había mucha química entre nosotros.

Bárbara puso cara de decepción. Pensó que nuestra historia había sido más intensa, pero realmente fue normal.

—Entonces fue un flechazo lo que sentisteis ¿No? Preguntó ella.

—Bueno, sí, fue un flechazo, a mi Gabi me gustó nada más verle y empezar a charlar con él, continuó Begoña. Pero lo mejor fue al día siguiente. Cuando me levanté mi primer pensamiento fue para él y le llamé. Me dejó un poco parada cuando me dijo que me invitaba a comer una paella en Valencia. Era casi mediodía y no me apetecía tragarme cuatro horas de coche, pero lo mejor estaba por llegar, me llevó en su helicóptero y él ¡¡¡Era el piloto!!!

—¡¡¡CHULOOO!!! Exclamó divertida Bárbara. ¿Tienes un helicóptero?

—Si, es un chollo que me salió y como hacía poco me había sacado la licencia de piloto de helicóptero, no lo quise desaprovechar. Dije orgulloso de ello.

—¿Algún día nos invitarás a dar una vuelta, verdad? Preguntó Sergio.

—Por supuesto, contad con ello, es lo menos que puedo hacer después de estos días que vamos a pasar en vuestro apartamento.

—Bueno, el tema es que me dejó impresionada y me lo pasé en grande con él en Valencia. El tiempo se nos echó encima y no pudimos regresar a Madrid, ya era de noche y nos aconsejaron no volar. Así que gracias a los contactos de Gabi, conseguimos una habitación en plenas fallas en un hotel alucinante. Nos fuimos a cenar, y a tomar algo y bueno, esa noche para los dos fue muy especial. Terminó diciendo Bego.

—Entonces a las 24 horas de conoceros ya lo estabais dando todo en la cama, ¿No? Dijo Bárbara.

—Se puede decir que sí, pero es que Begoña es muy persuasiva y aunque muy precipitado no supe decirle que no, la deseaba.

—Si, esta niña desnuda es un bombón difícil de rechazar, estoy de acuerdo contigo. Sentenció Bárbara.

Begoña estaba tumbada a mi lado boca abajo. Se incorporó y se sentó a mi lado haciendo que pasase mi brazo por sus hombros para que ella pudiese abrazarse a mi apoyando su cara entre mi hombro y mi cuello. Nos callamos por unos momentos y entonces se me ocurrió preguntar.

—Y vosotros, dije dirigiéndome a Bárbara. ¿Cuál es vuestra historia?

Sin ser muy evidente, la expresión de Bárbara cambió y vi que la sonrisa de la cara de Javier desapareció. Begoña me susurró un «Déjalo cariño» pero que se escuchó perfectamente. Observé que Bárbara miró a Sergio y este asintió con la cabeza.

—Perdonad si he hecho una pregunta inapropiada, no era mi intención. Dije excusándome.

—No Gabi tranquilo, es que nuestra historia es algo más complicada y difícil de digerir. Verás, antes de casarme con Sergio yo me dedicaba al cine de adultos, era una actriz porno.

Se me debió de quedar cara de gilipollas, Barbara ¡¡¡¿Actriz porno?!!! Sergio seguía con la mirada baja, por un momento me puse en su piel y sentí un escalofrío desagradable por mi cuerpo.

—No pongas esa cara Gabi, además ¿No te dejó intrigado el que yo tuviese estas tetazas? Creo que ninguna mujer en su sano juicio, a no ser que sea una snob o quiera destacar por algo se pone este volumen de pecho, pero a mí no me quedó más remedio. Los productores eran los que pagaban y quisieron una actriz con unas tetas descomunales. Aunque pude negarme, en juego había contratos de películas que me dejarían mucho, mucho dinero.

Bárbara bajó su vista y volvió a mirar a Sergio. Lo atrajo hacia ella y lo besó con cariño.

—A Sergio lo conocí en la cola para pagar del supermercado. Estaba detrás de mí y yo había entrado a comprar un kilo de arroz, pero como siempre me liaba y me llené los brazos de productos en equilibrio inestable. Se me cayó algo y él solícito se agachó a recogerlo y dejarlo en mis brazos, pero al momento se me cayó otra cosa y el volvió a agacharse a recogerlo y entonces me lo dijo:

•«Veras por ti me estaría agachando hasta cansarme, pero creo que es más practico que dejes tu compra en mi carro hasta que la puedas dejar en la cinta»

Él puso sus bolsas extendidas para que yo dejase mis productos y no se confundiesen con los suyos y ahí empezó todo, cuando menos te lo esperas, salta la liebre. Me gustó como me miraba, me gustó que no hiciese el chiste fácil cuando le dije como me llamaba y me gustó su forma de hablarme, era todo un caballero. Cuando pasé mi compra él me dio una bolsa suya y me ayudó a meter todo, cuando me iba a ir me volvió a sorprender.

•«En el interior de la bolsa te he apuntado mi número de móvil por si deseas devolvérmela. Así tendrás una excusa para volver a vernos»

—¿Le habías dicho ya a que te dedicabas? Pregunté.

—Noooo, ¿Tú te crees que voy presentándome a la gente y diciendo a lo que me dedico?

—No, claro, imagino que no, ha sido una pregunta fuera de lugar.

—Gabi, yo tenía muy claro que en mis relaciones personales no podía salirme de cierto entorno porque era complicado que alguien consintiese enamorarse de mi sabiendo cual era mi trabajo. El caso es que al día siguiente quedé con él y empecé a encontrarme muy a gusto. A los dos días volvimos a quedar y me invitó a cenar y a tomar una copa. Bailamos y terminamos besándonos. Y llegando el fin de semana me invitó a su casa a cenar y no salimos de allí hasta el domingo por la tarde. Cuando me fui a mi casa lloraba desolada, me estaba enamorado de este ángel, de este ser de luz y sabía que lo iba a perder.

Bárbara susurró algo a Sergio y se besaron. Yo levanté la cara de Begoña y vi que tenía los ojos húmedos, la besé con amor y ella se abrazó con fuerza a mí.

—La noche del lunes no pegue ojo. Estuve pensando mucho, dándole vueltas a la cabeza, pero mi realidad me golpeó con dureza cuando me vi en el estudio de grabación follando con un compañero de reparto. Entonces tomé la decisión de esa misma tarde contarle todo a Sergio. No podía ni quería dañarle aunque sabía que lo iba a hacer, y por supuesto, lo iba a perder. Todavía no me puedo quitar de la cabeza su mirada perdida, de incredulidad cuando se lo dije. Era como un niño al que le habían dejado abandonado en mitad de la nada y no sabía que dirección tomar.

•«Me…me tengo que ir» me dijo levantándose del sofá donde estábamos sentados. Estaba como ido, noqueado debido al golpe moral tan brutal que había recibido. No le dije nada ni intenté detenerle, cuando salió por la puerta lloré de rabia, sabía que le había perdido.

—Bueno, no lo perdiste, comenté alegre. La prueba la tenemos aquí. Dije señalando a Sergio.

—Ya, pero en ese momento yo le di por perdido, continuo Bárbara. ¿Sabes? Hay que estar hecho de una pasta muy especial y tenerlos cuadrados para aguantar lo que tuvo que soportar Sergio. A la semana de haber salido por la puerta de mi casa volvió a llamar. Cuando abrí me sorprendí muchísimo y me alegré mucho más, no lo esperaba.

•«¿Qué tipo de hombre seria si al primer obstáculo que se presenta en una relación, dejo tirada a la mujer que amo? Si no lo intento, si no lo intentamos, nos estaremos lamentando el resto de nuestros días» Me dijo.

¿Mi amor, estas seguro? Pregunté ilusionada.

•«Nunca he estado tan seguro de algo» Dijo abrazándose a mí.

No quiero ni pensar lo que tuvo que imaginar día a día, los nervios que tuvo que pasar, el auto humillarse, el daño psicológico que sufrió, la degradación moral y en su auto estima, al saber que cuando me iba a trabajar, otro u otros hombres me iban a follar. Me intento poner en su piel y no lo he conseguido, se me revuelve todo el cuerpo.

—Yo no creo que hubiese sido capaz, dije convencido. Como bien dices, tienes que estar hecho de una pasta especial y yo ya viví en directo como se follaban a una novia que tuve. Por nada del mundo volvería pasar por lo mismo y menos día a día sabiendo a lo que va.

—El hecho es que Sergio si lo aguantó. Todos los días nos veíamos aunque algunas veces debido a las largas horas de grabación no llegaba a casa temprano y solo hablábamos por teléfono. Nunca me puso una mala cara ni me preguntó ¿Qué tal tu día? Me apoyó en todo momento y eso me demostró el tipo hombre que tenía a mi lado. Hablé con los dueños y les dije que cuando terminase mi contrato, faltaban dos meses, lo dejaba. Un hombre así se merecía todo mi respeto, mi cariño, mi amor y mi atención. Cuando terminé el rodaje de esa última película, quedé con él y le conté todo lo que había decidido. Al año nos casábamos y hasta ahora. Y esa Gabi, es nuestra historia.

—Algo que me pregunto, ¿Begoña y tú de que os conocéis? Pregunté sin maldad.

Noté como Bego se estremecía y casi dejó de respirar, pero no le di importancia. Bárbara me miraba fijamente con una semi sonrisa en su boca y contestó con toda tranquilidad.

—Cuando me quedé sin trabajo, en uno de los sitios que busqué fue en la productora donde trabaja Begoña. Me contrataron como ayudante de sonido y allí nos conocimos. Congeniamos enseguida aunque duré poco. Sergio me consiguió un trabajo mejor pagado en una agencia de publicidad, aunque Bego y yo siempre seremos amigas, ¿A que si mi niña?

Cuando levanté la cara de Begoña gruesos lagrimones caían de sus ojos. Hipaba con desconsuelo y me alarmé.

—¿Cariño que ocurre? ¿Qué te pasa?

—Nada mi amor, dijo dándome un beso, voy a dar una vuelta.

Quise acompañarla pero no me dejó, Bárbara se fue tras ella y Sergio y yo nos quedamos solos. Eso creo un momento incómodo, Sergio no es que fuese de muchas palabras.

—No te preocupes por Bego, es muy sensible y esta historia la pone muy triste aunque acabase bien. Ella vivió esos meses cerca de nosotros en el día a día y sabe por lo que pasamos. Comentó Sergio.

En esos momentos me tenía que haber dado cuenta que algo no cuadraba con el comentario de Sergio y que algo muy grave ocurría, pero estaba tan impresionado por lo contado por su mujer que no caí en la cuenta.

Begoña y Bárbara llegaron al poco rato. Mi chica traía mejor cara y se disculpó conmigo por haberme intranquilizado. El resto de la tarde lo pasamos mucho mejor hasta olvidar ese momento tan crítico que habíamos tenido.

Ya por la noche estando en la cama, Bego y yo charlábamos de nuestras cosas. Estábamos muy cansados, parece mentira que un simple día de playa te llegue a agotar, pero estábamos relajados después de la ducha y Begoña ya casi dormida jugaba con mi polla que estaba como el acero, dura y surcada de venas. Llegó el momento que creo que se durmió y se dio la vuelta dándome la espalda. Mi polla se metió entre sus nalgas y mi mano bajó hasta su coñito acariciándoselo con ternura. Tuvo que ser en sueños, pero se clavó en mi corazón como un hierro candente, aunque lo susurró, lo escuché perfectamente.

—Ummm…Fede mi amor, fóllame.

De repente todo el sopor, todo el ensoñamiento desapareció de mí y me sentí más lúcido que nunca. Era como si me hubiesen echado un barreño de agua helada. Me quedé tan sorprendido que mecánicamente seguía acariciando el coñito de esa mujer que empezaba a no conocer.

Puede ser que fuese un sueño, pero es que estaba soñando con ese "compañero tan especial" y no era de recibo que ella me quisiese demostrar que lo era todo para mi si seguía pensando, incluso soñando con él. Mi mente pensaba a una velocidad increíble y entonces caí en algo que no había pensado antes y fue demoledor.

Me acordé del comentario de Sergio y ese último « Ella vivió esos meses cerca de nosotros en el día a día y sabe por lo que pasamos» A ver, si Bárbara conoció a Begoña cuando se quedó sin trabajo, ¿Cómo es que vivió ella esa situación? No hubo que pensar mucho para terminar llegando a una conclusión devastadora. Bárbara y Begoña eran compañeras de trabajo y las dos trabajaban en una productora de películas para adultos…joder…¿Begoña era actriz porno? No me lo quería creer, aunque ya me creía hasta las mentiras.

Con suavidad, moviéndome muy, muy despacio, me di la vuelta quedando de espaldas a ella. Tenía claro que Begoña me había engañado, pero, ¿Hasta dónde? ¿Me gustaría llegar hasta el final y saber toda la verdad? No, creo que no. Y lo que también tenía claro es que no deseaba estar a su lado mucho más de lo imprescindible. Llegué a pensar en irme de ese apartamento en ese mismo momento, pero seguro que la despertaría y tendríamos otra bronca, con el agravante que estábamos en el apartamento de sus amigos y de seguro se pondrían los tres en mi contra.

No sé cuánto tiempo pasaría, para mi fueron horas. Noté como Begoña se movía y se levantaba saliendo de la habitación. Pensé que iba al baño pero tardaba en venir de nuevo así que me decidí a investigar, me puse una camiseta y salí a ver dónde estaba. En el baño no, en el salón tampoco, vi la puerta de la cocina cerrada y luz que salía bajo la puerta. Dentro se escuchaban voces, arrimé el oído a la puerta e identifiqué la voz de Bárbara y Begoña pero no se entendía lo que decían.

Sin saber muy bien lo que hacer, quise tomar algo de aire, me ahogaba con la desesperación que ocupaba mi ánimo en esos momentos. Sali a la terraza y aspire fuerte y entonces escuché la voz de Bárbara mucho más clara. Esa terraza terminaba casi pegando a la ventana de la cocina que estaba abierta de par en par y se escuchaba la conversación que tenían ellas dos nítidamente.

—Tienes que ser sincera con él Bego, no puedes seguir así.

—¿Pero tú le has oído cuando le has contado lo tuyo con Sergio? Lo voy a perder, lo voy a perder sin remisión cuando se entere de lo puta que es su novia. Y luego con lo de esta noche, si hubiese sido él habría salido corriendo de mi lado…cuando me está acariciando nombrar a otro tío y pedir que me folle, además Fede, por su culpa Gabi y yo tuvimos nuestra primera bronca y nuestra primera separación.

—Bueno Bego, tampoco te lo tomes así, Fede es un tío con el que follas de lunes a viernes prácticamente, lo peor es que estas muy enamorada de él y eso juega malas pasadas.

En esos momentos el mundo se abrió bajo mis pies, me sentí engañado y humillado, estuve a punto de gritar, de que se enterasen que lo había escuchado todo. Apreté los puños de pura rabia, había jugado conmigo, ¿Pero para qué? Si ya estaba enamorada del gilipollas de Fede, ¿Qué pintaba yo en ese juego que se traía entre manos?

—¿Con quién grabas la semana que viene? Preguntó Bárbara.

—Encima eso, la semana que viene. Dijo Begoña echándose a llorar. La semana que viene grabo con Tom y con Fede, no sé cómo lo voy a hacer.

—Joder, ¡¡¿Con Tom, el negro?!! Exclamó Barbara.

—El mismo, así que imagínate como me van a dejar el coño y el culo. No voy a poder ver a Gabi en toda la semana por lo irritada que voy a estar, tengo que terminar con esto, no puedo seguir así.

—¿Cuantas películas tienes firmadas con el productor?

—Dos, casi ocho meses, si no son más. No sé cómo lo voy a hacer, además en la segunda película me voy dos meses al caribe. El cliente quiere escenas de sexo en la playa y en el agua…joder va a ser imposible que no se entere.

—No hace falta que me entere zorra. El lunes me aseguraré de que sepas lo hija de puta que puedes llegar a ser. Pensé para mí.

No me quedo más remedio que irme a ese cuarto y esa cama. Me quedé en la misma posición, miré mi móvil y mandé un mensaje a mi lugarteniente esperando que lo leyese lo antes posible.

«Cuando leas este mensaje llámame de inmediato. Necesito salir de aquí»

Al rato noté como entraba Begoña en la habitación y se tumbaba junto a mi besando mi hombro y acariciando mi brazo. Me asqueó su contacto y sentirla cerca de mí, tenía el cuerpo revuelto y una sensación extraña en la boca del estómago. No pegué ojo hasta que cerca de las 6.30 de la mañana entró una llamada en mi móvil.

Se armó un pequeño revuelo. Conté una mentira, dos ciclistas de mountain bike se despeñaron en una ruta y estaban en estado crítico. La Guardia Civil preguntaba por mí y me tenía que presentar ante ellos. Begoña quiso estar conmigo y venirse a Madrid pero le quité esa idea de la cabeza.

—Es una tontería que te vengas conmigo. Mejor quédate aquí, yo no voy a poder estar contigo, te dejaré en tu casa y seguro que no me ves en días. Por lo menos con Bárbara y Sergio te divertirás más y ellos te llevarán a Madrid. No os importa, ¿Verdad?

—No claro que no. Dijo Sergio.

Antes de salir por la puerta me lo preguntó. Begoña lo achacó a la tensión que tenía por ese "accidente" pero mi empatía con ella y mi afecto en esos momentos era cero. Estaba tan enfadado, tan furioso que tenía ganas de escupirle en la cara lo puta y golfa que era.

—Gabi, ¿Todo va bien entre nosotros? ¿Verdad?

Hice de tripas corazón, sin tener nada en el estómago tenía ganas de vomitar, pero mi prioridad era desaparecer de allí inmediatamente, no quería permanecer ni un minuto más a su lado.

—Claro cielo, todo va como la seda. Mentí sin avergonzarme.

Le di un beso en la frente y salí de allí a la carrera. Quizás me llegue alguna multa por exceso de velocidad, pero quería llegar a mi casa cuanto antes, ducharme y quitarme su olor.

Cuando llegué a mi casa y me encontré a salvo agarré un cojín me lo puse en la cara y grité. Grité hasta quedarme afónico mientras lloraba lleno de rabia, por sentirme utilizado, engañado, manipulado, de haber sido burlado por dos indeseables que de seguro se estarían riendo de mi cuando se encontraban en su "trabajo" estaba absolutamente decepcionado, pero lo bueno de la decepción es que no mata…enseña.

Me di cuenta que sin haber visto nada, esto me estaba afectando mucho más, bastante más que lo que me pasó con Eva, la ex que pillé follando en mi casa con otro. ¿Será que de Begoña me había enamorado más profundamente? No lo sé, el caso es que solo pensar que follaba con Fede me revolvía las tripas. Es curioso que pensase solo en Fede sin pensar que era una prostituta, que la follaban más hombres, de acuerdo que en un entorno más controlado, pero llamemos a las cosas por su nombre. Podemos decir que Begoña era actriz porno, pero, ¿Que la diferenciaba de una prostituta, de una puta? Exactamente nada, Begoña follaba con hombres por dinero.

Miré mi móvil, tenía ya muchos mensajes de Begoña y tres llamadas perdidas. Se que estaría muy preocupada, pero ella no sabía lo que yo había averiguado de ella y eso no se me quitaba de la cabeza. Tenía claro, clarísimo que Begoña me había engañado y se había acabado para mí.

Pensé mucho en cómo nos habíamos conocido, lo rápido que habían ocurrido las cosas entre nosotros y como conectamos, como nos enamoramos en un corto espacio de tiempo de una manera tan impactante que era difícil de asumir, pero que me llenaba de tal modo que me negaba a pensar en ello. Solo dejé que ocurriese, que fluyese entre los dos, si todo iba bien, ¿Por qué buscar tres pies al gato?

También entendía ahora en su forma de follar, en cómo me volvía loco en la cama. Ella era un formula 1 del sexo mientras yo era un simple utilitario de calle. Y también ahora entendí muchas de sus ausencias debido a los rodajes y a, seguramente, estar muy irritada en sus "partes bajas" y no querer verme sin poner en evidencia lo que estaba ocurriendo. Pero también reconozco lo bien que me engañó durante los casi ocho meses que hacía que nos conocíamos y eso creo que era lo que más me enfurecía por lo ciego que estuve en todo momento.

Mi teléfono móvil no dejaba de sonar, todo eran llamadas y mensajes de Begoña pero no la iba a responder, no creo que pudiese hablar con ella sin explotar y llamarla de todo. Quería avergonzarla, que sintiese que lo que me había hecho era lo más deleznable y humillante que un ser humano puede hacer a otro. Sabía que iban a ser dos días difíciles, pero el lunes esperaba desquitarme.

El lunes a las 6.30 de la mañana estaba frente al portál de Begoña. Tenía localizado su coche, y yo había alquilado otro coche para que cuando bajase no reconociese el mío. Mi pensamiento era seguirla hasta donde trabajaba, curiosamente nunca me dijo el nombre de su empresa, con lo que no la podía localizar. Mi teléfono estaba inundado de sus llamadas y mensajes y cuando salía del portál de su casa vi que manejaba su móvil para inmediatamente sonar el mío. Como todo el fin de semana no acepté esa llamada, aunque desde lejos pude apreciar su cara de desesperación.

Seguirla fue sencillo, más de lo que esperaba, pero con lo que no contaba es que cuando llegamos había un control de entrada. Era una especie de nave acondicionada, imagino con un parking interior al descubierto dentro del recinto y una entrada directa al interior del edificio. No había ningún logotipo que indicase el nombre de la productora. Vi como el coche de Begoña se paraba y enseñaba algo al guarda de seguridad de la entrada y al poco se levantaba la barrera y ella aparcaba su coche en una plaza. Lo tenía jodido, no sé cómo iba a entrar.

Vi como llegaban más coches y gente a pie. Vi llegar al capullo de Fede y aparcar su deportivo pero lo que más me llamó la atención fue ver llegar a la media hora a Laura, la novia de Fede y el guarda le levantó la barrera sin problema. Estuve un buen rato más viendo como había gente que entraba sin problema. Ya llevaba dos horas allí y empezaba a cansarme así que tomé la decisión de acercarme y preguntar al despiste por cualquier calle.

La suerte quiso acompañarme. Al acercarme dos chicas y un chico se adelantaron y al llegar a la cabina donde estaba el guarda este salió a preguntar:

—Buenos días. Saludó el guarda.

—Hola, venimos a la prueba. Dijo una de las jóvenes.

—Bien, pasad, y cuando entréis por esa puerta os atenderán.

El guarda me miró y yo dije lo mismo:

—Yo también voy a la prueba, y ya sé dónde me debo de dirigir.

El guarda me sonrió y pasé sin problema. Estaba dentro. Me quede fuera del edificio antes de entrar, me fijé en una placa que había en la entrada "NISISTROM PRODUCCIONES" no sabía muy bien que es lo que hacer ni decir cuando entrase.

—Hola, vengo a buscar a Begoña. Pensé para mí.

Y de seguro que me llevarían ante ella, eso es lo que me gustaría pero todo sería mucho más difícil. Iba a ser complicado y pondrían mil trabas, aunque yo me iba a encargar de dejarle una nota para que supiese que sabía dónde trabajaba y a que se dedicaba.

Cuando entré, me llevé la primera sorpresa. Esperaba encontrarme algo más "picante" bocetos o fotos de las actrices en poses sugerentes y ligeras de ropa, pero todo era muy atemporal, un logotipo grande de la productora y debajo tras un gran mostrador una chica muy mona atendiendo que me era muy familiar y que según me vio se puso pálida.

—Ga…Gabi, ¿Tú aquí? ¿Te…te están esperando? ¿Tienes cita?

Esa chica fue una de las amigas que fue a esa discoteca la noche que conocí a Begoña.

—No, por supuesto que ni me están esperando, ni tengo cita, pero me gustaría ver a Begoña.

—Ve…verás es que en estos momentos, como decirte, esta…esta reunida. Dijo como si hubiese sido la mejor de las ideas. Y es…es…im…imposible que abandone esa reunión. Termino diciendo temblando asustada.

—Ya, reunida. ¿Tú crees que soy idiota o qué? Llámala ahora mismo, quiero verla.

—¿Qué estás haciendo aquí Gabi? Sonó una voz conocida a mi espalda.

—¿Laura? Pregunté confundido…¿Tra…trabajas aquí?

—No, ni mucho menos, aquí trabaja Fede, pero creo que eso ya lo sabes.

—¿Dónde está, Laura? ¿Dónde está Begoña?

—En…en estos momentos rodando.

—¿Y quién se la está follando? ¿Fede?

—No te hagas esto Gabi. Déjalos, es su trabajo.

—¡¡¡Y UNA MIERDA ES SU TRABAJO!!! Exclamé furioso. ESOS HIJOS DE PUTA ME HAN ENGAÑADO, SE HAN REIDO DE MI Y NO SE MUY BIEN QUE HACES AQUÍ, PERO TAMBIÉN SE RIEN A CARCAJADAS DE TI.

—No llames a seguridad, yo me encargo de esto, le dijo Laura a la chica de recepción, no te preocupes de nada más, me hago responsable.

—Ven, acompáñame. Dijo dirigiéndose a mí.

Entramos por una puerta lateral y subimos unas escaleras llegando al primer piso. Había una especie de puerta blindada con una clave de seguridad que Laura marcó sin problemas dejándonos acceso a un habitáculo insonorizado que se abrió segundos después accediendo a un plató enorme, lleno de sets de grabación y decorados. Solo unos cuantos estaban en funcionamiento, dentro se veía de todo, hetero, lésbico, gay, tríos…Se oía un ligero murmullo de voces y gemidos, muchos gemidos. Iba tranquilo, pero al igual que me ocurrió con Eva la adrenalina regaba mi cuerpo manteniéndome en tensión hasta que llegamos al set donde vi algo que creo que nunca pueda olvidar.

Fede tenía sujeta a Begoña por las corvas de sus rodillas totalmente abierta de piernas mientras él con violentos golpes de cadera le clavaba su polla hasta el útero y ella gemía presa del placer abrazándose y besando con desesperación a Fede. Una cámara enfocó desde abajo viendo como la verga de ese desgraciado estaba clavada hasta los huevos. De pronto apareció un negro, debía de ser el tal Tom con una polla descomunal por lo grande y gorda que era. Begoña al sentirlo apoyó su espalda en el pecho de Tom, echó sus brazos hacia atrás y abrazó su cuello, las manos del negro se aferraron a las tetas de Begoña, ella buscó su boca para besarlo…por el monitor vi como esa monstruosidad se metía en el culo de Begoña y los dos empezaban a follarla con saña, arrancándole auténticos gritos de placer.

La escena era desquiciante para mí. Lo de Eva fue un juego de niños en comparación con esto. Veía como la polla de Fede bombeaba sin problema en ese coño que tantas veces me había comido y había follado. La excitación de Begoña debía de ser inmensa, de ese coñito lampiño, salían babitas blancas, lubricante natural, que caía al suelo cada vez que ese malnacido sacaba su polla para volver a meterla con ferocidad arrancando un grito sensual de Begoña a la vez que sonaba un pedo vaginal…una y otra vez…una y otra vez.

No sé cuánto tiempo estuve viendo eso, creo que para mí fueron horas, pero no llegaría más a allá de doce, quince minutos a lo sumo. Noté la mano de Laura agarrando la mía juntándose a mí y apoyando su cabeza en mi hombro mientras lloraba en silencio. La polla de su novio barrenaba el coño de Begoña que lo abrazaba y besaba como si en ello le fuese la vida.

—¿Desde hace cuánto tiempo aguantas esto Laura? Pregunté crispado.

—Ya…ya ni lo sé, decía Laura llorando, solo vengo y miro. No consigo saber que me empuja a ello ni se por qué sigo con él.

—¿Y tú dignidad, donde la tienes? No te puedes hacer esto.

Laura se abrazó a mí y empezó a llorar desesperada dando la espalda a esa escena. Yo la abracé contra mí y en ese momento los tres estallaban el un brutal orgasmo que las cámaras recogieron con todo lujo de detalles. Se enfocó en primer plano las dos pollas pulsando y descargando la simiente en el culo y el coño de Begoña, que temblaba y se abrazaba a Fede presa de su gran orgasmo. La cámara seguía grabando y tanto Fede como Tom sacaron sus pollas del interior del cuerpo de Begoña para inmediatamente empezar a salir espesos goterones de semen de su culo y de su coño que caían al suelo. Con un "TOMA BUENA" el director dio por terminado por ese momento esa grabación.

Tom se retiró y Fede soltó las piernas de Begoña y la depositó en el suelo. Vi esa mirada de Begoña, de pasión, de deseo, de orgullo…de amor. Dijo algo al oído de Begoña y poniéndose su albornoz se retiró. A los pocos minutos Begoña hizo lo mismo. Laura seguía abrazada a mí, me encontré besando su cabeza, intentando calmarla e intentando calmarme yo ante la escena que acababa de presenciar. Intentaba digerir lo visto, pero se me hacía "bola" y no conseguía tragarlo, al contrario, mi mente lo rumiaba una y otra vez y eso no hacía más que aumentar mi indignación y mi cabreo.

—Laura, ¿A dónde han ido ahora? ¿Dónde están?

—Seguramente estén los dos juntos en el camerino de Fede. Pero déjalos, no les molestes. Dijo Laura sollozando con miedo.

—¿Juntos en el camerino de Fede? ¿Haciendo qué? ¿Ensayando el guion? Dije con ironía. Esto se acaba aquí Laura, llévame a ese camerino. Dije tajante.

Laura me obedeció, se conocía ese estudio como la palma de su mano, al momento nos encontrábamos delante de una puerta negra y de dentro salían gemidos de una garganta que yo conocía. No llamé, entré abriendo la puerta con violencia. La escena que me encontré fue a Begoña cabalgando sobre la polla de Fede mientras este se aferraba a su culo y le comía las tetas.

—¡¡¡JODER LAURA TE HE DICHO MIL VECES QUE NO NOS MOLESTES CUANDO ESTAMOS BEGO Y YO JUNTOS, PARECE SER QUE SOLO ERES TÚ QUIEN NO LO ENTIENDE!!! Bramó Fede.

Begoña se giró sonriente, con cara de golfa pensando en encontrarse con Laura, pero cuando me vio allí de pie dio un grito y saltando se hizo un ovillo a un lado del sofá donde estaban follando y se echó a llorar. Cuando Fede nos vio allí a Laura y a mi puso cara de disgusto.

—Joder, no me fastidies, el aventurero y la tonta, murmuró Fede, aquí ya dejan entrar a cualquiera.

Miré a los dos con dureza, apreté mis puños lleno de rabia y noté la mano de Laura agarrando mi brazo para retenerme y no cometer ninguna barbaridad. Begoña no se atrevía ni a mirarme, intentaba tapar su desnudez y su vergüenza pero el estúpido de Fede creía tener bajo control la situación, su ego se lo aseguraba, pero mi mala baba, no. Se levantó como si lo que estuviese ocurriendo fuese lo más natural del mundo y se acercó con su mano por delante en plan amistoso.

—Que pasa gran Gabi, ¿has venido a ver cómo trabajamos? Dijo con sarcasmo.

—Sois unos hijos de puta, los dos, no os merecéis vivir como personas, sois unos cerdos. Dije con tranquilidad apartando la mano de Fede de un manotazo. Ahora entiendo vuestra relación de trabajo "estrecha y especial" cerdo de mierda.

—Ehhhh, vamos gran Gabi, esto solo es un trabajo, tienes que mirarlo así, no hacemos nada malo y si quieres mirar, pues mira por lo menos haces compañía a esta, dijo de forma despectiva mirando a Laura, y a lo mejor tú aprendes algo. Terminó diciendo con una risita.

Siempre he sido un tipo muy tranquilo. He presumido de saber controlar mi ira en algunos momentos delicados y no hacer uso de mi estatura y mi corpulencia, pero este muerto de hambre se estaba ganando un hostión , era como una rifa y él llevaba todas las papeletas.

—Además gran Gabi, da gracias, por lo menos no se lleva el trabajo a casa. Dijo rompiendo a reír.

Ese último comentario ya fue la gota que colmó el vaso. Solté mi puño en la cara de ese imbécil, que cayó al suelo sangrando por la nariz abundantemente. Solo se le oía maldecir con voz nasal mientras se tapaba la cara. Me acerqué a Begoña que escondió la cara entre sus manos, para protegerse.

—Y tú, puta, zorra de mierda, nunca te perdonaré esto, me has humillado, despreciado y utilizado… golfa. Gracias por invitarme al apartamento de tus amigos, así me enteré de quien eras de verdad. Olvídate de mí, ni me llames, ni me busques, para mi has muerto hija de puta, yo para ti no existo.

Cuando me iba a ir vi a ese desgraciado, desnudo en el suelo mostrando sin vergüenza sus escasos atributos. Le di una patada en los huevos que me dolió hasta a mí y le dejé retorciéndose de dolor.

—Ahora cuando intentes follar, te vas a acordar de mí, gilipollas.

Me fui de allí pero me di la vuelta y vi a Laura llorando. Alargué la mano la abracé contra mí y se lo dije de corazón.

—No deberías de quedarte aquí, corta con esto, ¿Te vienes?

Antes de irnos Laura se acercó a Begoña que lloraba en silencio hecha un ovillo abrazando sus piernas y apoyando su frente en las rodillas

—Te dije que ibas por mal camino y me ignoraste. Ahora sufre las consecuencias, zorra. Lo mires por donde lo mires, tú has perdido muchísimo más que yo. Todo tuyo. Dijo Laura haciendo un movimiento de cabeza dirigido a Fede.

Laura agarró mi mano y salimos de allí como alma que lleva el diablo. Nos montamos en nuestros coches y fuimos a casa de Laura a dejar el suyo. Yo fui a devolver el coche de alquiler y nos montamos en mi coche. Pasamos todo el día juntos, consolándonos mutuamente, llorando en otros momentos al asumir el engaño.

Por la noche Laura me dijo que no quería estar sola. Nos fuimos a mi casa y nos acostamos vestidos en la cama. Me pidió que la abrazase y así nos quedamos dormidos. Al día siguiente volvimos a pasar todo el día juntos. Al terminar el día una llamada entró en mi móvil, era mi lugarteniente para interesarse por mí.

—No sabemos de ti desde el miércoles pasado, me decía. Me extrañó que no llamases para interesarte por cómo había ido todo, pero te adelanto que fue de maravilla, sin problema.

—Gracias por llamar, mañana iré por el local y os veo, así me poneis al día.

—Gabi, ¿Ocurre algo? Te noto una voz muy extraña.

—Mañana te cuento. Me despedí.

Al día siguiente todos mis compañeros se enteraron de lo ocurrido sin creerse aun lo que escuchaban pero les di algunas instrucciones.

—No puedo impedir la entrada de gente aquí, pero si la veis, tened en cuenta que no deseo verla ni hablar con ella, si viene, no estoy, si llama no estoy. Ella ha muerto para mí. Espero que lo entendáis.

Por una razón de lógica evidente, la bloqueé en todos los lados habidos y por haber. Su teléfono entró en mi lista negra, estaba muy dolido y furioso contra esa mujer. Sabía que se me avecinaban días difíciles, aunque me duela reconocerlo, olvidar a esa mujer iba a ser difícil. El mismo día del incidente, Begoña me dejó decenas de llamadas perdidas y tres mensajes en el contestador que ignoré y ni escuché.

Durante casi dos meses, hizo lo imposible para poder verme y hablar conmigo pero todos sus esfuerzos fueron infructuosos. Fede demostró lo "enamorado" que estaba de Laura. La primera llamada que recibió fue a los quince días y no dejé que la aceptase, él nunca le dejó un mensaje. La segunda y última fue al mes y medio y fue ella misma quien no la aceptó. Ese lapso de tiempo tan largo entre llamadas le hizo abrir los ojos aún más y darse cuenta de quien estuvo enamorada y que solo era un juego para él, nunca la tomó en serio.

Laura fue de gran ayuda. Bueno, nos brindamos ayuda mutuamente. Sin ser pactado, sin casi ni proponérnoslo, nos buscábamos, quedábamos según hablábamos aunque solo fuese para tomar un café. Incluso me la llevé algunos fines de semana de ruta, aduciendo que era una ayudante.

Se que no es de recibo, que era una equivocación, pero el roce hace el cariño. Esa chica empezó a quererse a sí misma, a recobrar su auto estima, a recuperar la personalidad que el desgraciado de Fede le robó, en definitiva, a curar y redimir su espíritu. Aun así era muy dependiente y semana a semana mes a mes, empezó a demostrarme su cariño. Ocurrió lo inevitable, pasábamos mucho tiempo juntos incluso pasábamos noches juntos en la misma cama y alguna vez nos habíamos visto ya desnudos pero sin que ocurriese nada entre nosotros.

Ocurrió un fin de semana en el que no tenía ninguna actividad. Le propuse ir a buscarla al salir de su trabajo e ir a pasar un fin de semana por ahí, pero ella me dijo que prefería que nos quedásemos en mi casa viendo alguna película.

Ese fin de semana no salimos de la cama y follamos como animales. Aunque Laura me había visto ya desnudo, no había visto mi "artillería" en su máximo esplendor y se asustó un poco, aunque ya metidos en faena pedía más y más. Sin comerlo ni beberlo empezamos a ser pareja y emprendimos una relación muy fuerte en la que no se si había amor pero se instaló entre nosotros un cariño inmenso y no podíamos estar separados.

Casi al año del incidente con Fede y Begoña, Laura y yo empezamos a vivir juntos, sabíamos que salíamos de una relación muy toxica y destructiva en la que Laura lo pasó peor que yo, pero aprendió a confiar en mí y no quiso dejar pasar la oportunidad de intentar rehacer su vida y vivir feliz. Solo el tiempo diría si habíamos acertado en nuestra decisión.

BEGOÑA.

Creo que no hay nada que pueda mostrar la desolación que habita en mi en estos momentos. Mi corazón está destrozado, mi ánimo hundido y mi auto estima hecha pedazos. Por mi miedo, por mi falta de decisión y por no saber ser sincera conmigo misma y con los demás, he perdido a uno de los mejores hombres que he conocido.

Que nadie se llame a engaño ni eche balones fuera, en esta historia la única culpable fui yo, y todo lo que me dijo Gabi en el camerino de Fede me lo tenía bien merecido y creo que se quedó corto, le herí en su orgullo, le insulté y me burlé de él no diciéndole la verdad.

Me sentí capaz de todo cuando por fin Gabi me dijo que se venía de puente conmigo a Vera. Pensaba que era cuestión de planteárselo correctamente para que lo entendiese. Se que me amaba. Cuando ese miércoles le llamé y le dije que se viniese a mi casa adormir para salir al día siguiente de viaje, supe que era mío, solo mío y de nadie más y le iba a demostrar que yo era la mujer que estaría siempre a su lado, admirándole, queriéndole.

Todo fue de maravilla la tarde-noche del jueves y el viernes en la playa. Disfruté de Gabi, y Bárbara abonó el terreno para que me sincerase con mi chico, seria complicado pero se podía hacer aunque sus comentarios no fuesen todo lo optimistas que necesitaba para lanzarme.

Pero lo estropeé todo, como vulgarmente se dice "la cagué" Explican que tu subconsciente dice cosas que tu cerebro no quiere expresar y se niega a repetir. Estaba en la cama con Gabi, los dos muy relajados, acariciándonos. Me estaba quedando dormida y me di la vuelta quedando sobre mi costado derecho. Gabi seguía acariciándome, mimando mi coñito, era delicioso y entonces me oí a mí misma medio en sueños diciendo «Ummm…Fede mi amor, follame»

De inmediato abrí mis ojos y me desperté de golpe. Esperé una reacción violenta de Gabi, pero no hizo nada, siguió acariciándome, hasta que hizo algo que nunca hacía, se dio la vuelta y me dio la espalda, siempre se quedaba pegado a mi haciendo la cucharita. No estaba segura si lo había oído o no, creo que más bien no, pero estaba intranquila y ya no me pude dormir.

Mi cabeza no dejo de pensar en la estupidez que había cometido y mi preocupación aumentó. No sé cuánto tiempo pasó hasta que oí ruidos en el salón. Me levanté con sigilo y abriendo la puerta del dormitorio vi que era Bárbara. Me puse una camiseta y saliendo de la habitación me fui a la cocina y me encerré allí con ella a llorar como una plañidera, contándole todas mis angustias, y como la había fastidiado. Estuvimos mucho rato hablando, contándole todo y no encontrando una solución. Ese comentario mío fue demoledor para mí.

Cuando volví a la cama vi a Gabi en la misma postura, dormía plácidamente y eso de alguna manera me tranquilizó. Pero esa llamada de madrugada avisándole de un grave problema y que se tenía que volver a Madrid de inmediato me alarmó. Me quise volver con él, no dejarlo solo, pero dijo algo lógico, me dejaría en casa y él se iría a solucionar lo que fuese. Algo me preocupaba y es que no me miraba a los ojos, rehuía mi mirada. Me dejó allí con Bárbara y Sergio, me dijo que era lo mejor y se fue.

Antes de irse le pregunté si todo iba bien entre nosotros, sin mirarme me dijo que iba como la seda, le quise dar un pico en los labios pero él se adelantó y besó mi frente, en ese momento supe que todo iba muy mal y me lo confirmó su silencio en mis llamadas y mis mensajes que no respondía, no quería saber nada de mí. Lo pasé fatal, estaba asustada, el lunes iría a hablar con él y aclarar todo de una vez, no podía seguir así.

El lunes, me levanté mentalizada para lo que me esperaba ese día con Fede y Tom. Me iban a dar caña de la buena y no voy a mentir, cuando llegué a la productora ya iba empapada. Cuando empezamos la grabación además Fede debía de ser que ese fin de semana largo no había follado con Laura porque me pilló con muchas ganas.

Me folló como nunca antes lo había sentido y me volví loca. Antes de que Tom se uniera alcancé con él tres orgasmos brutales y el cabrón aguantaba como un machote. Solo de sentir lo que sentía y saber que Laura estaba mirando me volví más puta aun y le abrazaba y besaba haciendo ver como mi lengua se metía dentro de su boca y me devoraba. Cuando Tom metió su verga en mi culo eso fue el delirio, ni se la de veces que me corrí hasta que esos dos sementales me dejaron llenita de leche…y sin saberlo Gabi estaba viendo lo puta que era y como dos hombres se corrían en mi interior

Cuando terminamos la escena y Fede me dejó en el suelo me lo dijo al oído:

—Vente a mi camerino, necesito seguir follándote.

Según llegué a su camerino él ya estaba con su polla preparada para follar, yo solo me limité a quitarme el albornoz y cabalgar a ese hombre que me volvía loca. Note que se abría la puerta y Fede regañaba a Laura por haber entrado sin llamar. Me volví hacia la puerta con la mayor cara de puta que tenía para joder a Laura…pero me encontré con Gabi, sus ojos húmedos y su mirada derrotada y acusadora. Salté como si la polla de Fede me abrasase por dentro y me agazapé en un rincón del sofá asustada.

Todo pasó como a cámara lenta, la estupidez de Fede intentando justificar lo injustificable. El puñetazo de Gaby y como venía a mi furioso. Creí que me iba a matar, oí sus insultos, ganados por mí a pulso y ese último «Para mi has muerto» Escuché a Fede gritar de dolor, vi cómo se agarraba sus huevos y mucha sangre y por último a Laura diciéndome que iba por mal camino, humillándome.

Pero lo que realmente me destrozó es ver como Gabi y Laura se abrazaban y salían agarrados de la mano de esa habitación dejándome sumida en la mayor de mis amarguras. A partir de ese día todo, absolutamente todo empezó a ir muy, muy mal.

Fede no pudo terminar la grabación de la película y tuvo que ser sustituido. Estuvo tres meses de baja debido a la patada que le dio Gabi en los huevos. Pero yo fui tan gilipollas que todos los días iba a verle y a estar con él. Necesitaba no estar sola, que alguien me escuchase y me consolase. Fede debería ser esa persona pero no estuvo mucho por la labor, curiosamente siempre le dolía la cabeza cuando iba a verle.

Intenté por todos los medios ponerme en contacto con Gabi y explicarle todo y rogarle que me perdonase, que lo amaba de verdad, pero como era de esperar no quería ni verme, me tenía bloqueada en todos los sitios y había puesto a su gente contra mí.

Cuando Fede se incorporó de nuevo a la productora, parece ser que las cosas mejoraron, pero solo fue un espejismo. No sé por qué me deje liar, bueno si lo sé, estaba loco por él y Fede se vino a mi casa a vivir. Estaba ilusionada, pero solo me hicieron falta tres semanas para darme cuenta de lo que me decía Laura. Era follar con la misma persona más de doce horas al día y siempre de la misma manera. Era petulante e inaguantable, un engreído pagado de sí mismo que según salíamos del estudio no se apartaba del móvil, charlando con sus admiradoras e ignorándome en todo momento.

Me menospreció en muchas ocasiones y me di cuenta de lo que en su día me dijo su ex, Laura, que no tenía ni idea de lo que es estar con él en el día a día fuera de los estudios. Cuando me quise dar cuenta ese amor platónico que tenía por Fede se convirtió en un profundo odio. No soportaba tener a esa persona cerca de mí y por supuesto ni quería que me tocase.

Fue un problema a la hora de grabar y al tener dos películas firmadas tenía que cumplir el contrato y me asignaron a otro partener. Me costó conectar con él, era muy violento y le gustaba pegarme, en algunas ocasiones el director le tuvo que llamar la atención. Cuando regresamos del caribe, de rodar exteriores en playas paradisiacas, mandé a la mierda a Fede y me deshice de él. La relación con la productora no era buena, llegamos a un acuerdo económico y dejé el mundo del cine para adultos.

Quise recuperar a Gabi, ahora era libre y quería que lo supiese…fui una estúpida si pensaba que todo sería color de rosa y Gabi me recibiría con los brazos abiertos. Cuando me enteré que estaba viviendo con Laura, la vida se acabó para mí. Peor no lo podía haber hecho. Estaba tan hundida, tan decepcionada conmigo misma que puse mi casa en venta y me marché a vivir a Segovia a mi ciudad y muy cerca de mis padres.

EPILOGO.

GABRIEL.

Me gustaría contaros que mi vida con Laura está llena de felicidad y que ya tenemos descendencia, pero nada de eso ha pasado. Laura y yo terminamos como unos amigos increíbles. Nuestra ruptura no fue traumática al darnos cuenta que nos teníamos un cariño enorme pero ni estábamos enamorados, ni nuestras expectativas de futuro eran las mismas. A los dos años, un poco antes y con Laura recuperada del daño que le había provocado Fede, separamos nuestros caminos y tomamos rumbos diferentes.

Los dos sabíamos que siempre nos mantendría unida una amistad muy fuerte y que una simple llamada de teléfono nos haría volar al lado del otro si ocurría algo, pero estaba seguro que eso no llegaría a pasar. A Begoña la fui olvidando paulatinamente hasta quedarse como el recuerdo de una experiencia traumática y agradable a partes iguales. Lo de agradable es que antes de descubrir lo puta que era, esa mujer era la chica de mis sueños.

Me dediqué a mi negocio, empecé a utilizar más mi helicóptero y a hacer excusiones aéreas por Madrid y alrededores. La verdad es que no vivía mal, pero a raíz de que Laura desapareciese de mi vida empecé una serie de relaciones que nunca llegaron a buen puerto. Mujeres dominantes, mujeres celosas, mujeres inseguras, mujeres infieles. Hasta me lié con una rica millonaria que según probó mi polla, me cubrió de regalos, regalos carísimos, pero solo fui la novedad.

En mitad de la calle le reproché su trato vejatorio e impertinente. Me trataba como a un lacayo, como a un hombre florero.

—Gabi, tu solo me sirves para sujetarme el chaquetón, abrir la puerta de mi limusina y follarme con tu polla. El resto carece de importancia para mí. Me respondió con desprecio.

En mi brazo llevaba un abrigo de Louis Vuitton hecho a medida que costaba cerca de diez mil euros. Estábamos en la acera esperando a su limusina, bajo mis pies un gran charco de agua sucia. Agarré su abrigo, y con el mismo desprecio que me miró ella, la miré yo dejando caer su abrigo en ese charco.

—Que te follen imbécil. Dije con desdén, y me fui del lado de esa mujer tan déspota.

Ya no era un joven alocado e impetuoso, me aproximaba a los 40 años, bueno, todavía me quedaban unos tres años, pero mi cuerpo pedía otro ritmo, pedía más tranquilidad.

Se acercaba el puente de la constitución y teníamos muchas actividades contratadas. Todos nos involucramos, pero a mí me dejaron las más fáciles. Senderismo y ruta de mountain bike, para que no me "hiciese daño" según mis ayudantes.

BEGOÑA.

Mi vida no fue fácil desde que me vine a vivir a Segovia. Nadie conocía mi pasado de actriz porno, en eso estaba tranquila, mi nombre no salía en las búsquedas de internet por ningún lado. No os voy a engañar, entre el dinero que gané como actriz porno y la venta de mi casa tenía una suma que se acercaba a las siete cifras. Invertí ese dinero y con lo que me rentaba podía ir tirando.

Tuve un año sabático. Cuando pasó trabajé en unas cuantas cosas, entre ellas sirviendo copas en una discoteca. Si el cine de adultos es malo, la noche, siendo mujer y en una discoteca es casi igual o peor. Aunque en su momento me comporté como una puta, como una zorra ávida de sexo, esa no era la vida que quería ni de lejos. Me preparé bien y logré plaza en una universidad privada como profesora de Artes Escénicas con un sueldo más que aceptable, de algo tenía que valer la carrera que hice. Volvía a vivir en Madrid y temía en todo momento encontrarme a Gabi, el mundo cuando quiere suele ser un pañuelo y temía su reacción, me aterraba encontrármelo frente a frente.

Tuve tres relaciones serias, una en Segovia y dos en Madrid. Ninguna me llenaba, ninguna era suficiente para mí, en todas ellas buscaba la dulzura, la manera de amar y la entrega de alguien que ya era un imposible para mí, Gabi. Iba a cumplir 31 años y quería estabilidad en mi vida, sabía quién era la persona que buscaba y no iba a ser fácil, ya habían pasado ¿Cuántos? ¿Siete años? Se el daño que le hice, pero también creo que había purgado mi falta, me había redimido, en todos estos años nunca dejé de pensar en él y nunca dejé de amarle.

Iba a la aventura. No sabía si Gabi y Laura seguirían juntos, si tenía otra pareja o incluso hijos, cosa que no me extrañaría por su manera de ser. Pero tenía que saberlo, verle y hablar con él si es que podía. Seguía teniendo su número de teléfono, pero creo que después de los años me continuaba aterrando el llamarle y que, o ignorase mi llamada o me colgase el teléfono, así que no se me ocurrió mejor idea que liar a una compañera de trabajo y ponerme en contacto con su empresa y contratar un par de actividades. La suerte estaba echada.


Cuando llegué al local un montón de gente se encontraba preparando todo el material y cargándolo en coches y todoterrenos. Mi lugarteniente me informó de cuales eran mis clientas, dos mujeres jóvenes de entre 30 a 35 años, una de ellas rubia con una cola de caballo y una gorra calada hasta casi taparla la cara y gafas de sol. Se notaba que se cuidaba mucho, sus mallas dejaban adivinar un cuerpazo muy tentador. La otra, morena, algo más gordita pero con una cara guapísima y un cuerpo que se notaba macizo. Me dirigí hacia ellas y me presenté.

—Hola soy Gabi y hoy voy a ser vuestro monitor en las actividades que habéis elegido.

—Hola Gabi, yo soy Raquel. Dijo la morena dándome dos besos.

—Yo…yo soy Be…Belén, dijo la rubia casi sin oírla. Y alargó su mano a modo de saludo.

Que siesa, pensé para mí. Mientras Raquel hablaba por los codos su amiga o era tímida o le ocurría algo. Luego lo típico, ¿De dónde sois? ¿A que os dedicáis? ¿Cómo nos habéis conocido? Raquel hablaba por las dos, Belén es que no abría ni la boca, solo se limitaba a mirar por la ventanilla mientras nos dirigíamos al lugar desde donde partía la ruta de senderismo.

Todo fue bien, estuvimos casi dos horas por lugares muy bonitos de la sierra. Se hicieron muchas fotos, pero en todas ellas la tal Belén no se desprendía de sus gafas de sol ni de su gorra.

—Creo que si te quitas la gorra y las gafas estarás mejor y se verá la cara en tus fotos.

—Déjala, dijo Raquel, ella es así, no vas a conseguir que se lo quite.

Cuando terminamos descansamos un poco, estiramos y montándonos en las bicicletas, iniciamos un recorrido de unos cuarenta kilómetros, muy suave. Yo iba el primero, Belén la segunda y Raquel la tercera. En un tramo con algo de cuesta y piedras sueltas Belén se cayó de la bicicleta haciéndose daño. Cuando oí el grito de dolor dejé mi bicicleta y me acerqué corriendo a ver lo que le había pasado. Belén estaba en el suelo y se agarraba la rodilla derecha, de entre sus dedos salía algo de sangre.

—¿Pero cómo te has caído boba? Reía Raquel acercándose.

—¡¡Aggggg!! Una piedra suelta y la rueda de delante… no me ha dado tiempo a sacar el pie del pedal…¡¡¡Dioooos como duele!!! Gritaba Belén.

¿Esa voz? Esa voz me resultaba tremendamente familiar pero no la ponía cara. Vi como Belén se quitaba el casco las gafas y la gorra y me quedé sin palabras.

—¿Be…Be…Begoña? Tartamudeé mirándola.

—Ahhhh…si Gabi soy yo, siento si te he mentido con el nombre…Diooos Gaby esto duele mucho.

La malla estaba rota y se veía una herida abierta. Rasgue un poco más la malla y vi que se había hecho una pequeña brecha en el lateral de la rodilla. En mi bicicleta tenía un pequeño trasportín donde guardaba algunas cosas entre ellas un pequeño botiquín.

Aunque muy sorprendido y temblando como un niño, saqué el botiquín del trasportín e intenté hacerle la primera cura. Tuve que romper la pernera de la pierna derecha y dejar su rodilla al aire para intentar detener la hemorragia, desinfectar y ponerle un apósito y una venda comprimiendo la herida.

—Podemos llamar y que vengan a recogernos. Dije mirándola sin creérmelo todavía.

—No, creo que puedo llegar, no llames a nadie…De verdad Gabi, siento todo esto.

Raquel no había abierto la boca, cosa rara en ella, solo se limitó a mirar y a ayudar a ponerse en pie a Begoña.

—Nos vamos por donde hemos venido, les comuniqué a las chicas. Es más llano y con cuestas abajo, es mejor para Begoña. Vamos en el mismo orden, Begoña va en medio, Raquel tú la vigilas, si ves algo raro da un grito.

Se que lo tuvo que pasar mal, pero aguantó estoicamente los veinte kilómetros hasta que llegamos al pueblo. Ya en el coche, camino de vuelta, Begoña no dejaba de mirarme a través del espejo retrovisor al igual que yo a ella. A mi cabeza acudían muchas preguntas y sobre todo las imágenes que vi de ella aquel día y todo lo que pasó después. Creo que eso nunca se borraría de mi mente.

Cuando llegamos al local, metimos el coche en el garaje y me dispuse a ayudar a Begoña a bajar y a llevarla al hospital a que la curasen. Raquel me sorprendió cuando montaba a Begoña en su coche.

—Bueno chicos, a mí me vais a perdonar pero tengo marido y dos hijos que me esperan. Yo solo me he limitado a acompañar a esta loca. Gabi, un placer conocerte en persona, Begoña solo hace que hablar de ti, pero creo que ahora os debo de dejar solos, aunque sea con el "marrón" dijo Raquel mirándome a mí. Cielo luego te llamó para ver que tal estas.

La llevé al hospital de referencia para cuando teníamos algún incidente. Era un centro privado que nos proporcionaba nuestro seguro. Le dieron cinco puntos y le hicieron una resonancia para descartar lesiones internas. Solo fue un fuerte golpe y la herida. Con las mismas nos montamos en el coche y puse rumbo a su casa.

—Gabi, yo ya no vivo donde tú recuerdas. Hace años vendí ese piso. Ahora vivo en otro lado, muy cerca del campus de la universidad.

No lo sabía, creí que vivía en el mismo sitio y hablaba del campus de la universidad como si su vida estuviese allí.

—Bueno, tú me indicas. Emmm, ¿Y por qué vives cerca del campus de la universidad? ¿Qué hay allí? Pensando que seguía dedicándose a lo mismo.

—Pues mi trabajo. Soy profesora de Artes Escénicas.

Podía haber hecho un chiste fácil y humillante, humillante para ella, pero me pareció admirable que pasase de actriz porno a profesora de universidad y por qué no confesarlo, me entró mucha curiosidad.

Llegamos a su casa, la ayudé a subir y la dejé sentada en el sofá con la pierna en alto. Su casa no era ese piso en la octava planta de un edificio nuevo. Este era un segundo, más antiguo pero muy bien decorado y acogedor.

—Bueno…dije algo tenso, creo que me debo de ir.

—No te vayas, anda, ve a la cocina y tráeme unca coca cola zero y tu sírvete lo que quieras. Si hemos llegado hasta aquí, quiero que hablemos. Me pidió Begoña.

No es que me hiciese mucha gracia pero no quise ser descortés. Me encontraba incomodo y cuando la miraba, venían flases a mi cabeza, imágenes que hacía tiempo había olvidado. Estuvimos hablando un par de horas. Hablamos de muchas cosas, aunque intentábamos evitar lo que realmente teníamos que hablar. Supe que en su vida no había nadie al igual que ella supo que en la mía tampoco había nadie, no pude evitar fijarme en la sonrisa de satisfacción que puso. Vi a Begoña más madura y sobre todo más segura de sí misma. Al despedirme le hice una pregunta:

—¿Fui yo el culpable de este cambio?

—Bueno, digamos que fuiste la cerilla que encendió la mecha para que todo explotase. Dijo Begoña con una sonrisa.

Mi cabeza era un hervidero lleno de imágenes, recuerdos e ideas. No logré sacarme a Begoña de mi cabeza y al día siguiente por la tarde me fui a verla otra vez. La llevaba unas mallas nuevas. Era una simple excusa para volver a verla, necesitaba saber más, más de ella, más de todo. Ya por solo como me recibió mereció la pena el volver a verla. El ambiente era más relajado y nos tiramos hablando toda la tarde hasta que me dijo que me quedase a cenar. Pedimos comida china y en la cena me atreví a preguntar.

—¿Qué…que ocurrió con Fede?

—¿Con Fede? Fede fue la mayor decepción de mi vida. Ya me lo advirtió Laura en su momento, pero no quise escucharla. Vivimos juntos unos meses, pero lo malo de estar con él las 24 horas, es que me llevaba el trabajo a casa y su manera de ser fuera del estudio era asquerosa. Además a raíz de aquella patada…como decirlo, su "soldadito" no respondía igual. Dijo Begoña con una sonrisa maliciosa.

Nos quedamos callados unos minutos mientras nos mirábamos y removíamos la comida de nuestros platos.

—¿Y tú y Laura…que pasó?

—Bueno, Laura y yo sin ser premeditado empezamos a salir juntos, hasta que nos dimos cuenta que nos atraíamos. Pero lo malo de las uniones por experiencias traumáticas es que no suelen llegar a buen fin. Fede, dejó echa un guiñapo a Laura. Yo la ayudé a quererse de nuevo y ella me ayudó a salir del hoyo donde me había metido, pero a los dos años nos dimos cuenta los dos que teníamos poco en común y no había amor, aunque si mucho cariño. Fue una ruptura amistosa y sin malas caras.

—¿Os seguís viendo?

—No, hace mucho que no se de ella.

Me fui de su casa muy tarde, me gustaba lo que hablábamos y como lo decíamos pero en mi cabeza seguían esas imágenes, duras, llenas de promiscuidad, era un antilogismo. Sin yo controlarlo mi cuerpo reaccionaba ante Begoña. Seguía igual de guapa y con ese cuerpazo que recordaba. Su pelo había crecido y de esa melenita ahora su pelo llegaba hasta su cintura, estaba preciosa.

A esa visita siguieron muchas más. Días y tardes enteras, paseando y charlando, las semanas dejaron paso a los meses y poco a poco, casi sin darme cuenta mi corazón respondió a sus estímulos y eso me asustaba. Nadie afirmó que fuese fácil, los dos lo sabíamos. Tuvimos nuestros altibajos y algún amago de separación que rápidamente era sofocado por ambas partes. Era más que evidente que los dos teníamos que pasar página de aquel episodio doloroso. Se puede perdonar, pero no olvidar, Begoña me pidió perdón de mil maneras y me demostró su amor, su cariño y su respeto, me estaba enamorando irremediablemente de ella otra vez y eso me asustaba y así se lo hice saber. Solo recuerdo sus ojos humedecidos y una mirada de amor increíble mientras me lo decía.

—Gabi, daría mi vida porque no hubieses visto ni vivido aquello pero tendremos que sobreponernos al pasado y luchar contra esos pensamientos si queremos estar juntos. Solo puedo ofrecerte lo que ves, ya no hay secretos, y aunque sea cursi y bobo, voy a emular a Julia Roberts en Notting Hill…Tan solo soy una chica…delante de un chico… pidiendo que la quieran.

Yo no quise emular a Hugh Grant y rechazar a Begoña, ya no quedaban excusas para evitar lo que era inevitable y deseábamos los dos. Esa noche volvimos a hacer el amor, volvía disfrutar de una mujer increíble en la cama y volvimos a agotarnos a base de orgasmos. Cuando terminamos de follar, por primera vez en mí vi esa mirada de cariño, de amor, de deseo y de orgullo que nunca veía en nuestros comienzos. Cuando menos te lo esperas la vida te obsequia con lo mejor de una persona.

FIN

Protected by Safe Creative.