Cuando Mamá No Esta En Casa
Traducción oficial de mi relato de Literotica (When Mom Is Out). Aprender es más fácil cuando mamá no supervisa la clase particular.
Eran las 7:30 am y un joven de 18 años daba vueltas y vueltas en su habitación. Estaba listo para irse a la escuela, mas no podía encontrar sus auriculares. Del otro lado de la puerta, una voz femenina se escuchó, ‘’Apresúrate cariño, o llegaras tarde’’. El chico seguía revolviendo las sabanas y miró bajo su cama, pero no había señal de sus audífonos, ‘’¡Ma, no encuentro mis auriculares!’’ – exclamó el joven algo frustrado. Su madre abrió la puerta y le contestó, ‘’Los dejaste en la mesa cuando desayunabas, Kevin. ¡Ahora date prisa!’’. Kevin se puso de pie, y tomo su bolso y salió de la habitación, bajó las escaleras y tomó los auriculares que en efecto, estaban en la mesa; justo donde estuvo sentado desayunando.
A continuación se dirigió a la puerta donde su madre lo esperaba como de costumbre para despedirse de él y desearle buen día. Le dio un beso en la mejilla y el chico avanzó a toda prisa por la calzada rumbo a la acera, caminó a buen paso en dirección a la parada de bus, pues la calle de su casa era demasiado estrecha para el bus escolar. Kevin era un joven de complexión delgada, cabello castaño claro corto, ojos marrones, cara infantil, apenas su estatura alcanzaba los 1,70mts y su cara había sufrido pocos cambios en la pubertad; no obstante tenía un ligero vello facial en sus mejillas y barbilla, su trasero redondo y juvenil era motivo de burlas por parte de muchos abusones, sin embargo algunas chicas lo consideraban atractivo por ello, pero pocas veces tenía suerte con alguna.
Por el trayecto vió algunos vecinos regando las flores de los respectivos jardines o sacando alguna mascota a pasear, el chico se colocó los auriculares y los conecto al móvil y busco en la biblioteca una canción. Pronto hallo la que buscaba – Metallica – Master of puppets – y continuó su marcha.
Antes de terminar la canción, había doblado la esquina de la calle y enseguida se encaminó a la parada, que en ese instante estaba vacía. Miró su teléfono para chequear la hora – 7:52 am – y respiró aliviado, el bus llegaría en unos minutos. Se sentó a esperar la llegada del bus y siguió escuchando música tranquilamente, pasó por alto algunas buscando otra que le levantase el ánimo y la encontró. En tanto la escuchaba, el bus escolar llego a la parada y abrió la puerta, Kevin se levantó de la banca y subió. Encontró su lugar nada más al subir, pues un chico de su misma edad se lo había reservado, recorrió el pasillo y se desplomó en el asiento libre.
‘’Buenos días hombre, ¿qué tal todo?’’ – preguntó su compañero al mismo tiempo que se daban la mano.
‘’Todo bien, ¿y tú Héctor?’’ – respondió Kevin quitándose un auricular del oído para hablar con su amigo.
‘’Igual, podría decir. Perdí unas 3 partidas de Fortnite anoche, pero pudo ser peor.’’
‘’Nada mal viejo, me hubieses escrito y te habría apoyado’’ – dijo Kevin con un ligero sarcasmo.
‘’¡Te escribí por 2 horas hombre! Y no apareciste,’’ – se quejó Héctor.
‘’Lo siento, es que estaba estudiando para el examen de matemática. No olvidaste que hay examen este jueves, ¿o sí?’’ – contestó Kevin un poco más serio.
‘’Mierda… lo olvide. Tendré que empezar a estudiar desde hoy, ¡maldición!’’ – dijo Héctor visiblemente fastidiado.
Kevin cambio el tema de conversación, para no seguir desmoralizando a su amigo, y hablaron de música, juegos, chicas. Así pasaron unos 30 minutos en los cuales el bus recogió a un par de estudiantes y puso rumbo a la escuela. En unos pocos minutos ya el bus se detenía en la entrada y la puerta de salida se abrió nuevamente; uno a uno los jóvenes de la parte delantera bajaron, y ya cuando la mitad había salido, Kevin y Héctor ya estaban abajo también. Caminaron a la entrada donde los esperaba John, su otro compañero y se pusieron a charlar mientras esperaban la primera cátedra.
La campana de las 9 de la mañana resonó en los pasillos, y el bullicio en el pasillo principal dio paso al silencio, ya que la mayoría de los alumnos ya estaban en sus aulas. Los tres amigos se dirigieron a su salón de clase para ver Literatura, cuando entraron la mayor parte de sus compañeros aun sacaban sus libros para empezar a tomar apuntes. Kevin y sus amigos se sentaron al fondo del lugar, para tener mayor libertad; pues las clases de Literatura por lo general eran un ticket seguro al aburrimiento y ese día no sería la excepción.
Fue 1 hora de géneros literarios que aburrió a muerte a toda la clase. Gran parte de la clase se hallaba sumida en un profundo sopor, incluso Francisco, un chico a tres asientos del suyo, apoyó la cabeza en su mesa y se quedó profundamente dormido con la boca abierta. Al menos eso distrajo un poco a Kevin y a sus colegas, quienes se reían disimuladamente al mismo tiempo que le arrojaban pequeños papelitos tratando de atinarle a la boca, aunque sin mucho éxito, pero si consiguieron despertarlo sobresaltado después de varios intentos fallidos.
Cuando termino la clase, fue un alivio para todos salir de aquel calvario, aunque el profesor Rodríguez evidentemente sabía que nadie le había prestado atención – casi nunca lo hacían – y por ello les mando a redactar un ensayo sobre los géneros literarios que habían visto ese día. Kevin fue al baño para refrescar su rostro un poco después de semejante fastidio en Literatura, y alcanzo a sus compañeros en la cafetería.
Saludo a un par de personas en el camino y guardo su bolso en su casillero. En eso un toque en su hombro mientras guardaba sus cosas lo sorprendió.
‘’Ok, el dinero del almuerzo, o tu cara en el retrete,’’ – dijo Marcus, el abusón de la escuela.
‘’Oye, dame un respiro. No tengo mucho dinero, de verdad,’’ – respondió Kevin algo suplicante.
‘’No me hagas repetirlo de nuevo, marica culón,’’ – contesto algo enfadado Marcus, esperando el dinero.
‘’Déjame algo para el bus, no podré irme en el de la escuela.’’
Algo pensativo, Marcus arqueó una de sus cejas antes de responder.
‘’Bien. Tienes suerte hoy, estoy de buen humor. Ahora dame todo el dinero y te dejare algo para el bus.’’
Kevin le entrego su dinero – unos 35 dólares – y Marcus contó el dinero. Le regresó 5 dólares y se marchó junto con sus otros amigos, que estaban observando unos metros más allá y se reían de él. Maldiciendo su mala suerte, Kevin cerró el casillero y se fue a la cafetería.
Sus amigos le preguntaron por qué se había retrasado y este les contó lo sucedido con Marcus. Lo animaron un poco y compartieron su comida con él. Cuando terminaron si se movieron algo más de prisa, pues la siguiente clase era Matemática, los tres apuraron la comida y dejaron sus bandejas en la mesa para salir de prisa de la cafetería. En 2 minutos ya habían entrado al aula y allí estaba el profesor Pierce. Nadie hablaba y todos se apresuraban a buscar sus notas de clases previas.
Las siguientes dos horas fueron totalmente diferentes a la clase de Literatura. Ninguno se distraía mientras el profesor Pierce explicaba a todos lo relacionado a las raíces matemáticas y sus operaciones relativas. También Héctor apuntaba todo lo que podía, pues ese era el contenido del examen y para su horror se percató que al abrir su cuaderno no tenía ningún apunte de ello. John, que era el mejor de los tres en la materia no se le veía tan preocupado pero Kevin tampoco le llevaba mucha ventaja a Héctor, pues a pesar de tener cada clase en sus apuntes, aun no conseguía dominar ni la raíz más simple. La clase finalizó con un recordatorio de parte del temible profesor de que el examen sería el jueves, aunque el mundo se fuese a terminar. Todos salieron muy serios y solo se oían conversaciones acerca de la clase.
Kevin tenía motivos para estar preocupado, pues las matemáticas nunca habían sido su fuerte y era un tema de discusión con su madre debido a su baja calificación al final de cada curso escolar desde el séptimo grado. Habló un poco más con sus amigos antes de separarse – ellos irían a Gimnasia en tanto él pasaría al Laboratorio de Biología – y se dieron ánimos mutuamente de que ese examen iría bien.
Mientras Kevin limpiaba su mesa de disección al terminar la clase, tenía que irse rápido sino quería regresar a pie, al recordar que Marcus le había quitado casi todo su dinero. Sus amigos hacía rato se habían ido en el bus escolar y ya eran casi las 5 de la tarde cuando salió de la escuela, rumbo a la parada. Caminó rápidamente mientras volvía a ponerse sus auriculares y escuchaba algo más movido, no tardó mucho tiempo en llegar a la parada y tomar asiento. Estaban tres personas sentadas que al igual que él, esperaban el transporte a los suburbios.
Esperó por un buen rato escuchando música distraídamente, y un par de personas más llegaron a la parada. Luego un mensaje de su mamá preguntando por él, solo dijo que estaba en la parada esperando ya que se había retrasado un poco en el laboratorio. Siguió en lo suyo hasta a las 6 menos 15 el bus llegó y los pasajeros subieron, Kevin hizo lo propio y se sentó relajadamente en la última fila; a pesar de los inconvenientes del día ya iba de regreso a casa – y en una pieza, para variar – Tras el largo recorrido el bus lo dejo en la misma parada en la que esperaba todas las mañanas el bus de la escuela, pagó y caminó de regreso a casa.
Al llegar su madre lo esperaba con dos sándwiches de queso y le preguntó cómo le había ido en la escuela. Omitió el incidente con Marcus – por obvias razones – y resumió las clases del día. Su madre al oír de la clase de Matemática mostró especial interés, e insistió en saber si había comprendido la clase.
‘’Claro que sí, mama. Faltaba más… ‘’ – respondió Kevin a la pregunta de su madre.
‘’Siempre dices lo mismo cariño, y luego llegas con un reprobado’’ – contesto su madre.
‘’Es el profesor, a casi todos les pasa lo mismo. Te lo he dicho muchas veces’’ – protesto el muchacho.
‘’A casi todos, pero eso significa que si hay compañeros tuyos que aprueban’’ – apunto su madre acertadamente.
‘’Es que son unos cerebritos, no hacen más nada que estudiar día y noche’’ – dijo Kevin, algo a la defensiva cuando salía a relucir el tema de Matemáticas.
‘’Pero tu amigo John no es un cerebrito que digamos, y aprobó el último examen’’ – comento su madre, cansada de las pobres excusas de su hijo. ‘’Eres inteligente Kevin, solo necesitas aplicarte’’ – le animo su madre, como casi siempre lo hacía cuando hablaban del asunto.
‘’John solo tuvo suerte, ni siquiera sabía lo que hacía en el examen’’ – dijo Kevin y acto seguido se levantó de la mesa – pues ya había terminado su cena – y fue a lavar su plato.
Mariah no quiso seguir exasperando a su hijo, pues intuía que no tenía ánimos para discutir. Pero le recordó que debía estudiar para el examen, y a regañadientes Kevin tomo el cuaderno para revisar los apuntes. Subió a su habitación y revisó su teléfono, ningún Whatsapp no leído y volvió a conectar los auriculares al móvil mientras hojeaba su cuaderno, tratando de comprender lo que veía. Pero si algo es cierto, es que si no tienes ganas de estudiar, ni mirando el cuaderno fijamente por horas conseguirás grabar una sola palabra y era exactamente lo que le sucedía al chico. Finalmente se sintió somnoliento y arrojando el cuaderno al piso, se quitó los zapatos y la ropa, tomo su short y se acostó.
Martes y miércoles transcurrieron sin mayores incidentes – al menos para Kevin – Solo un chico de octavo año se había quedado ‘’casualmente atorado en un inodoro’’ aunque todos en la escuela sabían que Marcus y su grupo estaban relacionados con el infortunio. El miércoles en la noche, Kevin apagó su teléfono y a la desesperada intento estudiar para el examen, pero escasamente lograba memorizar el contenido. Se rindió tras tres horas leyendo y repasando las clases y se durmió con una sensación de terror en su estómago.
El reloj de Kevin retumbó en su cabeza y se levantó de golpe. Se metió al cuarto de baño, se cepilló los dientes y tomó un baño rápido. Apenas podía contener los nervios y a duras penas tragaba los trozos de pancakes que estaba comiendo. Su madre le preguntó cómo se sentía y solo atino a dar una rápida cabezada y terminar su desayuno, pero no lo consiguió. Así que mirando su teléfono para comprobar la hora, salió a las 7:35 de su casa después de despedirse de su madre como era habitual.
El joven caminaba por la acera casi por inercia de sus movimientos, se sentía desconectado y no tenía ni la menor idea de lo que haría cuando el momento del examen llegase. Esperó sentado en la parada el bus escolar, pero no sentía ganas de subir una vez estuviese allí, pero se convenció de que si reprobaría el examen, al menos haría el intento. El bus llego a las ocho menos cinco y Kevin con parsimonia subió, de inmediato su amigo Héctor le agito la mano y fue a sentarse con él. Su amigo lucía una expresión parca y se saludaron, evitando hablar del examen.
El bus se detuvo frente a la entrada de la escuela y todos con un murmullo y mucho ruido bajaron del transporte. Llegaron al vestíbulo principal en busca de su amigo John, pero con la enorme cantidad de personas no podían moverse con facilidad, pero tras varios minutos su amigo los encontró a ellos. Llevaba un libro de Matemática bajo el brazo y tenía una expresión de mucha confianza, lo que no ayudó a Héctor y Kevin.
John les aportó algo de conocimiento mientras esperaban el sonido de la campana para entrar a su más que probable sentencia. Algunos de sus compañeros se empezaron a acercar a la puerta del aula para no perder un segundo cuando apareciese el profesor Pierce, mientras hacían repasos de última hora. Solo estuvieron unos 5 minutos en esa tarea cuando la figura del profesor Pierce apareció entre la multitud y en ese instante la campana sonó. Como una estampida los pasillos quedaron vacíos de inmediato y el profesor, con un seco ‘’Buenos días, alumnos’’ se acercó a la puerta.
Muchas miradas de pánico y nerviosismo se dejaron ver entre los alumnos – incluidos Kevin y Héctor – que entraron al aula y comenzaron a buscar un asiento. Algún que otro luchaba por un puesto pegado a la pared – intentar la heroica y hacer trampa con el profesor Pierce era una proeza que pocos habían logrado, aun así muchos lo trataban de hacer – Otros solamente se resignaban a sentarse en cualquier lugar, pues no tenían esperanzas. Kevin, John y Héctor se colocaron al fondo, a la vez que guardaban sus teléfonos para evitar la tentación, pues no querían correr el riesgo de ser pillados por Pierce.
Kevin respiraba profundamente, buscando calmarse un poco. El profesor Pierce con un ademán de su mano izquierda enmudeció a la clase y saco un fajo de hojas de evaluación. Comenzó a pasar de asiento en asiento entregando una hoja con el examen, y al terminar repitió las habituales reglas de sus exámenes y las consecuencias de ser atrapados en ‘’actitudes sospechosas’’. Kevin ojeó el examen y al instante, lo poco que había logrado aprender se fue de su memoria, con mucho pánico trato de recuperar la concentración y empezó a resolver el primer ejercicio, pero de los nervios olvido como se hacía una división.
Media hora más tarde, el chico resignado por saberse reprobado – una vez más – se levantó y se dirigió al escritorio del profesor Pierce, que como un halcón observaba a todo el salón. Entrego su examen y salió del aula a toda prisa sin mirar atrás. Al instante Kevin se sintió mareado y un leve espasmo le indicó que debía correr a toda velocidad al baño, casi no llego a tiempo. Vomitó en el primer retrete que vio, y luego empezó a sentirse mucho mejor, era algo que le ocurría a menudo después de salir de un examen de Matemática.
Luego de lavarse la boca y echarse algo de agua en el rostro, abandonó el baño y se encaminó a la cafetería, donde probablemente le estarían esperando sus amigos. En efecto, cuando entró al lugar los vio sentados en una mesa junto a los ventanales, John estaba con buen ánimo, más Héctor tenía una expresión abatida en su cara redonda, que lo hacía ver muy divertido.
‘’¿Cómo les fue?’’ – preguntó Kevin al sentarse en el asiento vacío frente a sus compañeros.
‘’Fatal, que esperabas, igual que tú’’ – respondió automáticamente Héctor sin cambiar su mirada pesimista.
‘’Si en verdad se hubiesen puesto en ello, tal vez no habrían salido tan mal. Yo pienso que aprobé con lo justo, espero’’ – contestó John al tiempo que jugueteaba con sus dedos.
‘’Claro, para ti es fácil decirlo. A ti no te dan ataques de pánico cuando ves al retorcido de Pierce’’ – le reprochó Kevin a su amigo.
‘’No arrojen la toalla tan rápido. Aún queda un buen trecho de curso y podrán recuperarse, los puedo ayudar si quieren’’ – dijo John.
‘’Olvídalo hombre, Kevin y yo no estamos hechos para las Matemáticas’’ – dijo Héctor.
‘’Esta bien, pero luego no digan que no les ofrecí mi ayuda’’ – advirtió John.
‘’Descuida… No creo que pase de esta noche cuando mi madre se entere que reprobé otra vez’’ – contestó Kevin con mucha certeza.
‘’Oigan, ya de verdad no quiero seguir hablando de esto, vayamos a por el almuerzo’’ – zanjó Héctor, harto del tema.
‘’Tienes razón, me muero de hambre’’ – dijo Kevin en apoyo a su amigo. John suspiró y los tres se pusieron de pie para buscar sus bandejas y pedir la comida.
Después de unos minutos, estaban de regreso en la mesa. John estaba algo mosqueado entonces por como sus compañeros habían ignorado olímpicamente su consejo, pero poco podía hacer. Kevin recuperó el entusiasmo y las fuerzas mientras devoraba su comida y charlaba animadamente con Héctor sobre qué hacer el sábado, quedando de acuerdo en ir al parque y practicar skateboarding, John dejo su malhumor al escuchar la palabra skateboarding, pues era muy bueno y se apuntó para ir con ellos.
Terminaron de almorzar y se fueron de regreso a clases. El resto del día fue más tranquilo y sin tanta presión y ya a las 4 de la tarde estaban a bordo del bus escolar de regreso a sus casas. El primero en bajarse de los tres fue John, Héctor y Kevin continuaron conversando relajadamente hasta que fue el turno de Héctor de bajarse. Se despidieron y ya con el bus medio vacío Kevin se relajó y escuchó algo de EDM mientras esperaba llegar a su parada.
El chico se bajó del bus cuando arribó a su parada, y caminó de regreso a su casa. Al llegar a la puerta saco su llave y entró; dejó su bolso en un sofá y se dirigió al refrigerador para tomar agua. Su madre estaba ocupada cortando unas rebanadas de pan y dejándolas a un lado, se acercó a su hijo y le dio un beso y un abrazo. Le pregunto cómo había estado la escuela y Kevin solo se limitó a responder un seco ‘’Bien’’. Mariah, un poco más específica indagó sobre como estuvo el examen de Matemática y Kevin no respondió de inmediato, pero su silencio era una respuesta completa para su mamá.
‘’Kevin, dime la verdad. ¿Cómo te fue en el examen?’’ – preguntó su madre muy seria.
‘’Si… eh… Reprobé. Lo lamento, pero es que cuando estaba…’’ – empezó a decir Kevin apresuradamente pero su madre lo interrumpió.
‘’Y, ¿ahora que fue esta vez, una nave espacial aterrizo fuera de la escuela? ¿O tal vez no le pusiste el interés que debías?’’ – cuestionó Mariah muy decepcionada.
‘’Lo siento ma, pero es que cuando mire la hoja, me entró el pánico y lo olvidé todo. De verdad’’ – confeso humildemente el joven.
Su madre lo miró directamente a los ojos y por la expresión que pasó por su cara, Kevin supo que en serio le había creído, más sin embargo…
‘’Te creo hijo, pero es que ya esto es demasiado. Pero encontré la solución’’ – dijo su mamá
‘’¿Y cuál es?’’ – pregunto Kevin
‘’Hable hoy con una compañera de trabajo de la universidad, Martha – empezó a decir Mariah, que trabajaba como empleada en la Coordinación del Instituto Universitario de la ciudad – Ella me dijo que tiene una sobrina estudiando en el Instituto, que es muy buena en Matemáticas. Me dijo que en caso de que necesitases un par de lecciones, ella podría hablar con su sobrina y te daría una tutoría – dijo su madre.
Al pobre Kevin se le cayó el alma a los pies. No le gustaban los profesores – mucho menos los cerebritos – pero las circunstancias no estaban a su favor. Aun así mostro su descontento.
‘’Mamá, de verdad no es necesario. Puedo estudiar por mi cuenta, solo necesito enfocarme más’’ – dijo a la desesperada Kevin pero su mamá sacudió la cabeza.
‘’Lo siento Kevin, pero ya te he dado demasiadas oportunidades y no has mejorado tus notas en matemáticas desde que entraste a séptimo grado’’ – justificó su madre.
‘’Dame otra oportunidad, solo una. Sé que puedo mejorar’’ – rogó el chico.
‘’Ya tome esta decisión, llamaré a Martha después de cenar. Y empezarás a practicar desde este sábado, me entendiste?’’ – sentencio su mamá, inflexible.
‘’Pero mamá… Este sábado precisamente iba a salir con los chicos a practicar con el skate’’ – dijo Kevin, frustrado.
‘’Pues será mejor que hables con John y Héctor y les digas que no vas a ir, primero son tus estudios. Y no sigas insistiendo, no cambiaré de opinión Kevin’’ – contestó Mariah dejando en claro que no iba a ceder –‘’Y ve a lavar tus manos, ya te serviré la cena.’’
Enfadado, Kevin de mala gana obedeció a su madre y subió a su habitación. Se cambió la ropa y se puso un short y camiseta, para luego ir al baño y lavar sus manos para bajar a cenar. Llego a la mesa y se sentó, contemplando con cierta rabia los sándwiches que su madre le había preparado, pero se quedó en silencio y mordió uno de los sándwiches. Comió lo más rápido que pudo, pues no quería quedarse mucho tiempo junto a su madre, terminó su último sándwich y se levantó para lavar su plato.
Finalizo su tarea y guardo el plato y su vaso, dijo un rápido ‘’Buenas noches’’ y subió a su dormitorio. De reojo alcanzó a ver cuando abandonaba la cocina que su madre tomaba su teléfono para llamar a Martha, como había dicho. Cerró con cierta brusquedad la puerta. Sacó su teléfono del pantalón que había dejado en el suelo y envió un Whatsapp a Juan y Héctor, poniéndolos al tanto de su situación sin dar muchos detalles, apagó su teléfono al terminar de escribir y se durmió.
La alarma sonó a las siete menos diez y con dificultad estiró su mano a la mesita de noche junto a su cama para apagarla. Normalmente despertar un viernes para Kevin era algo positivo, pues significaba el último día de clases en la semana y relajarse sábado y domingo. Pero tras las recientes noticias, no tenía muchos ánimos de que el día terminase y apenas estaba comenzando.
Agarro su toalla y se metió al baño. Se ducho y decidió relajarse un poco con su amigo en lo que comúnmente Kevin denominaba ‘’el baño feliz’’. Tras varios minutos masturbándose con velocidad soltó un par de chorros de semen que fueron a caer en el suelo de la ducha. Fue un alivio pues sintió que había liberado algo de tensión, ya que no lo hacía tan seguido como antaño, limpió el piso de la ducha y finalizó su baño.
Regreso a su habitación, y se vistió de manera casual, al estilo del viernes. Guardó su teléfono en el bolsillo delantero derecho y bajó a desayunar, su madre le esperaba como de costumbre con todo listo, le dijo buenos días y se sentó a comer. Mariah intentó sacarle algo de conversación a su hijo pero fue inútil, al darse cuenta que aún seguía enojado. El joven terminó su desayuno y se levantó para lavar y guardar su plato en la alacena.
Apenas se despidió de su madre, y conectó sus auriculares al teléfono como era habitual al salir hacia la parada a esperar el bus escolar. Eran las 7:30, lo que le sorprendió pues creyó ir algo más retrasado, llego tras una caminata de cinco minutos y se sentó a esperar. A las ocho menos cinco el bus se estacionó frente a él y lo abordó, como era costumbre buscó a Héctor con la mirada y lo encontró sentado a mitad del bus. Se saludaron y los siguientes minutos Kevin puso a su amigo al tanto de lo acontecido la noche anterior con su madre. Héctor se mantuvo en silencio, cuando termino solo se limitó a decir lo que Kevin había intuido.
‘’Mala suerte, que se le puede hacer. No parece que tu mamá vaya a cambiar de parecer’’ – dijo Héctor.
‘’Si lo sé, pero me fastidia. Maldito Pierce’’ – respondió Kevin, descargando la culpa de sus problemas en el profesor de Matemática, como si él fuese el que presentase los exámenes en lugar de él.
‘’Oye, a lo mejor y hasta resulta bien. Es una universitaria, quizás y hasta te la puedas follar’’ – replicó Héctor guiñándole un ojo.
‘’Hombre, lo más probable es que sea una gordita con la cara llena de acné… Las universitarias perras jamás abren un libro’’ – comentó Kevin.
‘’Hombre, nunca se sabe. Además, recuerdas aquella chica que estudiaba con mi hermano Luis, Jade. Esa chica estaba como una actriz porno y tenía buenas notas’’ – le recordó Héctor a su amigo.
‘’Creo que también olvidas que Jade era lesbiana, no hay caso. El punto es que quedarme un sábado con una chica que probablemente resulte ser una sabelotodo insufrible y obesa no va a ser divertido’’ – dijo Kevin, desahuciado.
‘’Lo olvidaba, pero no negaras que estaba buenísima’’ – dijo embelesado Héctor, que seguía hablando de Jade.
Después de eso continuaron hablando de otras cosas a medida que se acercaban a la escuela, como por ejemplo la práctica en el Laboratorio de Química, en donde encarecidamente Kevin le pidió a su amigo que si iban a trabajar juntos, que no rompiese otro vaso precipitado manchándolo de algún feo compuesto químico (la última vez que habían trabajado juntos, Héctor, que era algo torpe; rompió un vaso precipitado y derramo ácido en su pierna izquierda. Había corrido con suerte, para resumir ese nefasto episodio).
Una vez el bus se estacionó frente a la entrada de la escuela, se bajaron lo más rápido que pudieron y entraron. Había un jaleo impresionante y gritos de euforia en el pasillo. Aparentemente por el alboroto que se había armado, solo podía significar una cosa: pelea. Los dos chicos se abrieron paso entre la multitud enardecida, de varias direcciones se podían escuchar gritos como ‘’¡Golpéalo!’’ o ‘’¡Vamos pulga!’’. La verdad no sabían que ocurría hasta que se toparon con John casi al frente de la acción.
‘’¿¡Rayos, donde estaban!? ¿Recuerdan al chico que quedó atorado en el inodoro el miércoles? ¡¡Pues miren!!’’ – dijo John exaltado.
Héctor y Kevin miraron al frente y en efecto, vieron al pequeño de octavo grado, haciéndole una llave a… Marcus! La muchedumbre estaba frenética viendo como Chris (así se llamaba el chico) le hacia una increíble llave de judo al bravucón de la escuela.
‘’¡Mierda! ¿Y cómo empezó?’’ – preguntó Kevin muy contento.
‘’Bueno, resulta que el chico estaba guardando sus cosas en el casillero, y Marcus se le acercó para quitarle el dinero del almuerzo. Pero el pequeño se negó y el muy bruto de Marcus trato de golpearlo, pero este se le encimó y lo lanzó al suelo… Y pues ahí esta… Sufriendo como un condenado’’ – explicó alegremente John.
Y era verdad, pues a pesar de en teoría ser más fuerte, Marcus no podía librarse de la efectiva sumisión del chico, que le vociferaba ‘’¿¡Quieres más, perra!?
Inclusive, algunos ya habían hecho un buen dinero apostando de manera sorprendente en contra del bravucón y eran los que más apoyaban al chico. Pero la diversión se terminó cuando el director llego a rescatar a Marcus y se los llevó a los dos a su oficina. Casi de inmediato se disolvió la muchedumbre pero todos seguían comentando la pelea, y varios la subían a YouTube o Instagram.
Los tres amigos se fueron a su salón y todavía seguían las burlas y mímicas de como Marcus intentaba en vano zafarse, pero al entrar la profesora de Física, todos se calmaron a medida que la clase se desarrollaba. La clase terminó dos horas después, a las 11 y todos muy alegres salieron del aula para continuar humillando a Marcus. Pero lo mejor fue como casi a la hora del almuerzo, Chris entraba en la cafetería y una explosión de júbilo lo dejo sin aliento, al tiempo que varios en medio de vítores y silbidos lo llevaban en hombros para que ordenase su comida y dejarlo en una mesa.
En tanto, Kevin volvía a contar lo sucedido con su madre para actualizar a John, que apenas sabía que no iría con ellos al día siguiente al parque. Al igual que Héctor, John dijo que podría ser afortunado si se follaba a una universitaria, sin importa el aspecto; y que lo más importante era aprender para evitar reprobar con Pierce. El chico se resignó, pues creyó poder hallar una solución de emergencia con sus amigos; mas no insistió con el asunto y se prepararon para ir al Laboratorio de Química.
La práctica fue tranquila, sin ningún incidente. Héctor y Kevin limpiaron y guardaron sus utensilios (Juan trabajó con Camile, una chica muy guapa) y salieron a esperar que el conductor del bus los viniese a buscar. El transporte llego unos pocos minutos después mientras Kevin y Héctor seguían felicitando a John por su movida en el laboratorio. Pero ya adentro no pudieron seguir con aquello ya que la chica, con un tímido movimiento de su mano y una sonrisa nerviosa; llamó a John y entre silbidos el muchacho fue a sentarse con ella.
Poco a poco el bus se fue vaciando a lo largo del recorrido y pronto Kevin diviso la parada de su calle. Se bajó y camino hasta su casa con tranquilidad, abrió la puerta y saludo a su madre para a continuación subir las escaleras rumbo a su cuarto. Ya adentro cerro con llave y arrojo el bolso a un lado, se cambió de ropa y se puso a escuchar música sin pensar en nada más.
Mariah desde la cocina llamo a su hijo a comer, pero no obtuvo respuesta. Aún debe seguir molesto, pensó la mujer; y tomo el plato y subió las escaleras. Toco suavemente la puerta y espero unos segundos; hasta que Kevin abrió y la dejo entrar.
‘’Hola hijo, ¿aun sigues molesto?’’ – preguntó amablemente.
‘’Ya me da igual, ma’’ – respondió Kevin.
‘’Bueno, es que te llame para cenar y no bajaste’’ – dijo Mariah.
‘’Ah… Es que tenía los auriculares puestos. Lo siento’’ – se disculpó Kevin.
Kevin se acostó de nuevo en la cama, examinando su teléfono mientras su madre se sentó en un costado y dejo el plato en la mesita de noche, antes de volver a hablar.
‘’Kevin… Si sabes que hago esto por tu bien, ¿verdad?’’
‘’Si, ya se’’ – contesto el muchacho con voz monótona.
‘’Lydia te caerá bien, créeme. Es una buena chica y muy inteligente, hable con ella antes de que llegaras, vendrá a las 10’’ – dijo Mariah.
‘’¿¡A las 10!?’’ – Se escandalizo Kevin, dejando su teléfono a un lado – ‘’No me va a dejar dormir nada’’
‘’Bueno, yo se lo pedí. Para que se conozcan antes de estudiar, practicaran en la tarde’’ – aclaró su madre.
‘’Bien… Pues parece que mi opinión no vale, pero que se puede hacer’’ – dijo Kevin con un leve suspiro de resignación.
‘’Y te vas a comportar’’ – dijo con un tono más severo Mariah.
‘’Si, ma. No tengo 10 años…’’ – respondió secamente el chico.
‘’Pues a veces no pareciera. Tienes que ser más sociable hijo, tiendes a aislarte un poco’’ – dijo su madre con preocupación.
‘’Yo no me aisló, si vas a empezar…’’ – comenzó Kevin.
‘’De acuerdo, te creo. Es solo que solo te la pasas con Héctor y John, tienes que hacer más amigos’’ – dijo Mariah.
‘’Lo hare, ¿bien?’’ – aceptó de mala gana.
Su madre le dio un beso en la frente y levantándose, salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Kevin engulló su cena y llevo el plato abajo, lo lavo y regreso a su cuarto. Hablo brevemente con sus amigos y estos le pidieron que le contase como terminaba la tutoría – y sobre todo que tal se veía su tutora – Se durmió enseguida y no alcanzo a apagar la lámpara.
Un rayo de sol se filtraba entre las cortinas de su ventana, e iluminó su rostro. Despertó con cierta desgana y miro su teléfono, eran las diez menos veinte. Se desperezo y fue al baño, se lavó la cara y decidió tomar una ducha rápidamente. De vuelta en su habitación, se puso una camisa blanca y short negro y bajo las escaleras. En la cocina estaba su madre con un plato de huevos y tocino.
‘’Buenos días, Lydia acaba de decirme que está en camino’’ – dijo su madre.
‘’Ok, ya terminare de comer pronto’’ – respondió Kevin.
El chico se dispuso a desayunar, pero cuando iba por la mitad; el timbre sonó.
‘’Es Lydia. Termina rápido cariño’’ – lo urgió su madre, que se levantaba para ir a recibir a la tutora.
Kevin oyó la puerta abrirse, y un intercambio de voces en la entrada, luego el sonido de la puerta al cerrarse. Su madre venia delante y detrás de ella, una chica de unos 20 años, su nueva tutora. Y el chico, que estaba masticando su comida se quedó congelado.
Y vaya que había razones para ello. Lydia era alta, cabello cortó rubio y liso, parecido a su corte de pelo; sus ojos eran color miel y usaba lentes de montura negra a la moda, su rostro era muy hermoso y su mirada era de completa seguridad pero con algo de picardía en su sonrisa, los labios eran finos y estaban pintados de rojo. Pero cuando Kevin pasó su mirada de la cara de Lydia al resto de su cuerpo, apenas lo podía creer: tetas grandes, cuerpo escultural y bien ejercitado más un trasero muy sexy y perfecto. Vestía una camisa negra y pantalón azul. En conjunto, toda ella era perfecta.
Kevin pensó en que se estaba imaginando todo, pero de pronto se encontró levantándose torpemente de la mesa y estrechando la blanca y hermosa mano de la chica.
‘’Encantada de conocerte Kevin, me llamo Lydia y seré tu nueva tutora’’ – dijo Lydia, con una cautivadora sonrisa.
‘’Igual… eh. Un placer’’ – apenas pudo balbucear Kevin, que pensaba –‘’¡Pero qué suerte! ¡Cuando le cuente a los chicos!’’
Apenas apartaba la vista de la tutora, en especial de su generosa delantera; mientras su madre le explicaba a ella sus reiteradas fallas en Matemáticas. Aunque la discreción era algo que a Kevin le habían enseñado hasta el cansancio, en ese momento estaba con ojos desorbitados contemplando a la sexy tutora que su madre había traído como si nunca hubiese visto a una mujer atractiva. Pero no como ella, era alguien infinitamente mejor de las que había visto en su vida.
Lydia, por otra parte, estaba consciente de que el chico la miraba embobado; pero fingía no darse cuenta de ello. También ella lo había observado cuando se levantó para darle la mano, le había echado una rápida ojeada y el cuerpo del chico estaba muy bien; en especial sus nalgas… La chica puso una de sus manos en su entrepierna, pues algo le había incomodado en su pantalón o eso pensó Kevin al mirarla con curiosidad. Cuando su madre termino de explicarle a Lydia todo lo referente a su hijo en Matemáticas – no se percató de nada – Lydia la tranquilizó y tomándole la mano le expreso.
‘’Descuide, señora Flynn. Conmigo Kevin será el mejor de su clase; se lo garantizo’’ – dijo sonriendo.
‘’Gracias de nuevo por ayudarme, tu tía Martha me dijo que eres muy buena’’ – dijo Mariah agradecida.
‘’Solo me aplico, y hago lo que me gusta. No se preocupe’’ – contestó Lydia.
‘’Bueno, es todo tuyo – dijo Mariah en referencia a su hijo – ‘’Limpiare los cuartos y bajare en un rato si no te molesta’’
‘’No hay problema, así puedo conocer a mi nuevo estudiante un poco más’’ – replicó alegremente la joven.
Mariah se paró y con paso tranquilo subió las escaleras, dejando solos a Kevin y Lydia. La chica se levantó de su silla para sentarse en una al lado del chico, que seguía hipnotizado por esa bella mujer. Lydia colocó encima de la mesa un pequeño bolso – donde tenía sus libros – y mirando al joven le pregunto.
‘’Así que Kevin, ¿cuántos años tienes?’’
‘’18’’
‘’Vaya, yo tengo 20. Ya casi terminas tu escuela, y dime, ¿que no entiendes de matemáticas? – preguntó Lydia.
‘’Eh… Se podría decir que todo’’ – dijo algo avergonzado el chico.
‘’Tranquilo si, te ayudare con ello, pero aun no vamos a empezar’’ – respondió con picardía Lydia.
‘’¿Ah no?’’ – dijo desconcertado Kevin.
‘’No… Estudiaremos después del almuerzo. Por ahora solo vamos a conocernos, ya sabes; así podemos romper el hielo, ¿no crees?’’ – dijo Lydia, mirando de soslayo a Kevin a través de sus lentes.
‘’Ok… Cool…’’ – dijo algo nervioso Kevin.
‘’No seas tímido Kevin, no muerdo… Aunque ganas no me faltan…’’ – dijo Lydia con mucho descaro, al tiempo que contoneaba su dedo índice y corazón sobre la mesa, en dirección a su mano.
Hablaron durante unos veinte minutos, o más bien; Lydia llevo el tono de la conversación, en tanto el chico solo se sentía atraído más y más por esa chica. Le preguntó muchas cosas, su nivel de experiencia con chicas en su escuela (poco y nulo), amigos (muy pocos), y sus gustos. Al chaval le intimidaba la forma en la que Lydia lo miraba, sentía que sus ojos lo desnudaban pero no pensaba mucho en ello. Conforme la hora del almuerzo se fue acercando, la charla se fue haciendo más relajada y Lydia si le dijo algunas cosas, como su afición a las matemáticas o el disfrutar como los chicos la miraban.
Kevin se convenció que su tutora era ninfomaníaca, pero casi todo lo que deseaba decir se lo reservaba en su mente. Su madre regresó de limpiar los cuartos y se dispuso a preparar una limonada, a la vez que preguntaba cómo se lo habían pasado. Lydia, con su tono habitual de cortesía respondió que Kevin era un chico listo y sociable, para agrado de Mariah. Luego calentó el almuerzo, que consistió en arroz, carne y champiñones.
Después de gustar la comida – Lydia no reparo en elogios para su anfitriona – llego el momento de comenzar a estudiar. Mariah se retiró a tomar una merecida siesta y Kevin y Lydia se quedaron a solas una vez más. La chica sacó sus libros y comenzó a explicarle raíces cuadradas. El joven desde un principio pensó que ese bombón no debía saber lo más mínimo de matemáticas, pero se sorprendió al notar como le explicaba cada detalle a tener en cuenta. Kevin se dijo a si mismo que tal vez después de todo; si era una chica muy lista… además de sexy. El chico apenas prestaba atención a la lección y en varias ocasiones se quedó mirando embobado las tetas de su tutora, ‘’Es demasiado sexy, no puedo concentrarme’’ – pensaba. Lydia cada cierto tiempo interrumpía su explicación al notar que Kevin no paraba de mirar sus senos, pero no llego a calmarlo en absoluto; pues en varias oportunidades ‘’inconscientemente’’ se tocaba un seno como si nada.
Pasaron casi dos horas, más Kevin aprendió poco o nada de su tutora; solo una cosa: que le gustaba demasiado. Su madre bajo algo somnolienta a la cocina y los encontró enfocados en los problemas matemáticos, el chico hizo un esfuerzo monumental para prestar atención. Lydia le comento a Mariah lo bien que lo estaba haciendo Kevin. El reloj de la cocina dio las 4:30 pm y la joven indicó el final de la lección. Las mujeres se retiraron para hablar en la sala, y Kevin puso atención por si acaso Lydia pudiese decir algo sobre su ‘’problema de concentración.’’
‘’…realizo un gran avance hoy. Es un chico muy listo’’ – decía Lydia.
‘’De verdad te lo agradezco Lydia, Kevin siempre ha tenido muchos inconvenientes para las matemáticas’’ – respondió su madre muy complacida. Kevin se dijo que Lydia, además de ninfómana; era toda una cínica, pues sabía que no habían estudiado en lo absoluto.
‘’La entiendo, pero créame, pronto será el primero de su clase, se lo garantizo’’ – afirmó muy segura la tutora.
‘’Sería estupendo, sobre todo por el profesor que tiene ahora. Es muy estricto’’ – comentó Mariah.
‘’Mamá… no es necesario mencionar al… profesor’’ – dijo Kevin acercándose a ella y conteniéndose de llamarlo de una manera poco… educada.
‘’Hoy hiciste una gran mejora, Kevin. Justo se lo decía a tu madre’’ – dijo Lydia mirando fijamente al joven.
‘’Bueno Lydia, y cuándo puedes volver para seguir con la tutoría?’’ – preguntó Mariah abrazando con su brazo izquierdo a Kevin.
‘’Cuanto más se practica, es mejor. Usted sabe cómo funciona eso’’ – respondió Lydia con una enigmática sonrisa sin quitar los ojos del chico.
‘’¿Qué tal mañana?’’ – sugirió Mariah – ‘’A no ser claro, que tengas otros planes.’’
‘’Por mí no hay problema, que te parece Kevin? – dijo Lydia.
‘’No, ninguno’’ – respondió el aludido.
‘’Perfecto, ¿a qué hora puedes venir mañana entonces?’’ – quiso saber Mariah.
‘’Probablemente no a la misma hora que hoy, que tal a la 1?’’ – dijo Lydia.
‘’Suena bien, te acompaño a la puerta’’ – dijo Mariah.
‘’Hasta mañana Kevin’’ – se despidió Lydia con un beso en la mejilla que dejo al pobre chico algo aturdido.
Kevin vio cómo se marchaba, y se relamió con la visión de ese magnífico culo y esas largas piernas. Sin perder un segundo se fue a su habitación y buscó su teléfono para contarle con lujo de detalles a sus amigos como había sido su clase particular con Lydia – aunque clase no era el termino correcto para lo que habían hecho – abrió su grupo de chat con Héctor y John y comenzó a vaciar su mente, ‘’No me lo van a creer, pero esa tutora esta de infarto, aparte de inteligente,’’ escribió.
Las respuestas de sus amigos no se hicieron esperar, pidiendo más detalles. Conforme iba resumiendo lo ocurrido – omitió algunas partes por vergüenza – sus amigos le dijeron que le había tocado la lotería; aún más cuando les dijo que volverían a practicar al otro día. Héctor fue directo al grano y le propuso no dejar pasar su oportunidad y hacerlo con una zorra universitaria. John fue algo más medido – los estudios también importan, dijo – pero coincidió con Héctor en no dejar pasar la oportunidad si se presentaba.
Hablaron por horas, hasta que su madre lo llamo para cenar. El chico regreso a la cocina y su madre le tenía preparado un omelet. Mientras comían, su madre noto lo contento que estaba su hijo y tomando un sorbo de jugo, le preguntó.
‘’¿Y qué tal Lydia?’’
‘’Es muy buena… inteligente’’ – respondió Kevin.
‘’Me alegro que te haya caído bien. Aprovecha su conocimiento hijo, así podrás mejorar tus notas en matemáticas’’ – dijo su madre.
‘’Claro que si mamá, lo hare’’ – dijo Kevin, aunque intentaría aprovechar otra cosa, no el conocimiento exactamente.
‘’Bien hijo. A pesar de todo, siempre estaré orgullosa de ti’’ – se sinceró su madre.
‘’Esta bien ma, ya no empieces’’ – dijo Kevin con una ligera sonrisa y sonrojándose. Su madre sonrió también y terminaron de comer.
Kevin lavo los platos y vasos, los guardo y le dio las buenas noches a su mamá y se metió en su cuarto. Ya a solas, se desnudó y se dedicó una buena paja recordando a Lydia. Y luego otra y otra, hasta quedarse dormido.
Se despertó como a las 10:30, aun sentía los testículos algo sensibles después de las pajas de la noche anterior, pero se puso algo de ropa y salió al baño para tomar una ducha fría. De nuevo volvió a tener otro ‘’baño feliz’’ pero dedicado a su nueva musa, se terminó de limpiar y salió del baño. Se puso una camisa roja y un pantalón azul, y bajo por su desayuno-almuerzo.
‘’Caray, ya pensaba que te habías quedado dormido’’ – dijo su madre en cuando lo vio entrar a la cocina.
‘’Casi… Estoy hambriento’’ – dijo el muchacho.
‘’Allí está tu comida’’ – señalo su madre a un plato cubierto en la mesa.
Kevin disfrutó el desayuno y luego de terminar salió un rato al jardín. Improvisó algunas torpes y tontas frases para impresionar a Lydia cuando llegase, aunque ninguna le convenció – ‘’Se tú mismo’’ – se dijo. Sin embargo, ser el mismo el día anterior pudo haberlo hecho quedar como un tonto, pero a Lydia no pareció importarle mucho, pensó. Entro a la una menos diez y aguardó con nerviosismo la llegada de su tutora.
Pasaron unos 20 minutos cuando oyó el timbre. Salió disparado como una exhalación en dirección a la puerta y la abrió. Ahí estaba Lydia, vestida con una camisa blanca escotada con mangas negras, los tres botones de su escote estaban abrochados, y un pantalón negro ajustado; también llevaba en su costado su bolso azul con su libros. Al verlo le saludo con un beso en la mejilla – provocando un ligero sonrojo en el muchacho – y pasaron a la sala.
Su madre bajo a saludar a la tutora y le indico que se iba a dar un baño. Lydia no se preocupó y se quedó junto Kevin. El chico estaba algo cohibido pero no quiso quedarse a la expectativa.
‘’Eh… Y si empezamos la clase… podríamos ir a mi habitación… para mayor comodidad’’ – titubeó un poco Kevin. Pero el intento no sería en vano.
‘’Buena idea… la comodidad es muy importante. Te sigo’’ – dijo muy satisfecha Lydia.
El chico la guió escaleras arriba a su habitación, una vez dentro se sentaron en su cama y Lydia sacó sus libros.
‘’Hoy estudiaremos algo de ecuaciones, y luego repasaremos lo visto ayer’’ – informó la chica al tiempo que se ponía cómoda encima de la cama.
Kevin solo asintió y se dedicó a contemplar fijamente las tetas de Lydia nuevamente. La chica de reojo descubrió en donde tenía la mirada mientras explicaba y lentamente, se desabrochó uno por uno los botones; mostrando un poco más sus senos al chico, que tragó saliva nervioso.
Unos minutos más tarde, la mamá de Kevin abrió la puerta y los vio estudiando.
‘’Disculpen la interrupción, pero voy a tener que salir a hacer unas compras, espero que no te importe Lydia’’ – dijo Mariah.
‘’No hay problema señora Flynn, estamos muy enfocados aquí’’ – dijo Lydia alegremente.
‘’Si mamá’’ – dijo Kevin.
‘’Te lo agradezco Lydia. Tal vez me tome un par de horas, no estoy segura.’’ – dijo Mariah.
‘’Tómese su tiempo. Me encargare de todo aquí’’ – respondió Lydia confiadamente y mirando de reojo a Kevin.
‘’Cuídense, te quiero Kevin’’ – se despidió Mariah, cerrando la puerta.
‘’Igual ma’’ – alcanzo a decir su hijo.
Tan pronto como se escuchó el débil sonido de la puerta principal cerrarse, Lydia se lanzó sobre el joven y con ambas manos sujeto sus muñecas firmemente. Quedaron separados a escasos centímetros y sus narices se rozaban, Kevin sentía la calmada respiración de Lydia en su rostro y no opuso resistencia. La muchacha con una mirada perversa le sonrió y le dijo.
‘’No te hagas el tonto, he notado como fijas tus ojos en mi todo este tiempo, ayer igual.’’
Kevin permaneció en silencio, no sabía que podía decir; así que Lydia continuó – ‘’Estas completamente desconcentrado de nuestro curso, ¿verdad?’’
El jovencito continuó sin palabras y Lydia se acercó un poco más, sus labios se rozaron, y con voz apenas audible Lydia comentó – ‘’O tal vez te estás perdiendo de algo más interesante’’
‘’Lo siento, yo…’’ – empezó a decir Kevin cuando Lydia lo calló con un beso. La chica le soltó una mano y la puso en la espalda del joven, atrayéndolo hacia ella apasionadamente. Poco a poco Lydia intensificó su acción, logrando que Kevin abriese aún más su boca y la chica introdujo su lengua. El chico apenas podía pensar, pero esa chica le estaba violando la boca con un beso, salvaje y agresivo. No podía oponer resistencia, no sabía cómo detenerla pero no la iba a detener en esos momentos, en algunos instantes se separaban y Lydia aprovechaba para escupir la lengua de Kevin y reanudar el beso con mayor agresividad, si es que era posible. Pasaron largo rato en ello y cuando se alejaron finalmente, Kevin sentía que le faltaba el aliento.
Lydia se puso de pie y el chico la contempló tumbado desde su cama, estaba adicto a esa chica.
‘’Oh Kevin, mira esto. Ve como nuestro pequeño juego me puso’’ – dijo Lydia mientras se acariciaba su entrepierna.
El jovencito noto una ligera y extraña protuberancia en la entrepierna de la chica. Se inquietó preguntándose que sería aquello – y pronto tendría la respuesta.
‘’Tus besos me han puesto dura. No puedo seguir enseñándote solo con un simple beso, debes tomar responsabilidad por esto’’ – dijo sensualmente Lydia.
‘’¿Dura?’’ – preguntó desconcertado Kevin.
Por respuesta, Lydia bajó la cremallera de su pantalón, se lo quitó lentamente y también sus bragas rosadas. Una verga emergió de las profundidades de las bragas de Lydia, a la vez que decía ‘’Sorpresa’’.
Kevin se levantó de la cama sobresaltado y atinó a decir, ‘’¿Pero qué diablos es eso?’’ – claramente asustado.
‘’¿Esto?’’ dijo Lydia sujetando su polla con su mano izquierda – ‘’Es una llave, buscaba su cerradura y creo que ya la encontré.’’
‘’!OH POR DIOS! Tienes una p…’’ – exclamó aterrado el muchacho tapándose la boca con ambas manos.
‘’¿Alguna vez te han follado por el culo?’’ – interrumpió Lydia con voz suave.
‘’¿Qué? ¡NO! ¡Por supuesto que no! Yo…’’ – respondió escandalizado el pobre Kevin.
‘’Siempre hay una primera vez para todo. ¿Qué tal si tienes la tuya ahora?’’ – volvió a interrumpir Lydia excitada con el terror del chico.
‘’Pero los chicos no hacen eso, yo no…’’ – intentó responder Kevin pero Lydia nuevamente lo interrumpió.
‘’¡SILENCIO! Déjamelo todo a mí. Te enseñare.’’
‘’No, eso no es lo que yo…’’ – empezó a decir Kevin pero una vez más Lydia lo enmudeció con un gesto de su mano.
La chica se terminó de quitar el pantalón y las bragas, quedando su polla completamente libre. Luego se comenzó a quitar la camisa, dejando sus tetas al aire. Kevin contemplo la curvilínea figura de Lydia, sus pezones estaban duros y erectos; el joven no pudo evitar que su polla empezase a despertar bajo su pantalón, para su asombro. No sabía que le estaba ocurriendo pero no podía escapar.
‘’Ahora mira aquí – dijo Lydia – ‘’Te daré un pequeño show. Estas son las tetas que te distraían de tu estudio’’ Kevin miró absorto y no podía decir nada, solo miraba la exquisita tutora con polla que tenía frente a él.
‘’Por tu personalidad introvertida, puedo asegurar que nunca has estado con una chica. Bueno, tal vez hoy sea tu día de suerte después de todo’’ – dijo Lydia muy complacida de sí misma mientras seguía tocándose con sensualidad.
Kevin intentó salir de la habitación pero la chica lo sujetó del pantalón y lo retuvo. La joven forcejeó unos segundos con el chico y consiguió desabotonar su pantalón, que bajó de un tirón junto con su slip; dejando a Kevin solo con la camisa. Lydia se relamió perversamente al ver las suaves y respingonas nalgas de su alumno, se quitó los lentes y empujó boca abajo a Kevin; que cayó con violencia en su cama.
El joven no podía creer lo que pasaba, una loca con polla estaba ahí de pie en su habitación; con ganas de follarselo. Intento mantener la calma y desde su posición trató de razonar con Lydia.
"Oye, no me van las pollas. Detén esto y volvamos de nuevo a la tutoría" - dijo Kevin a la desesperada.
"Pero si estamos en la tutoría. Te daré una tutoría en sexo anal, te va a gustar" respondió Lydia con una sonrisa, no muy agradable.
En eso, la chica notó que el muchacho tenía la verga erecta, pues se notaba por la manera en la que estaba recostado, que hacía mucha presión contra la cama para ocultarla.
"Mira, si hasta la tienes dura’’ - dijo la chica con expresión triunfante – ‘’No intentes disimularlo. Estas excitado y lo sabes, y yo sé que lo sabes. Solo te hago un favor en ayudarte a descubrir la masculinidad... o como sea que lo veas" - Los temores de Kevin fueron en aumento pero solo se limitaba a permanecer inmóvil con su trasero expuesto.
Lydia masajeo suavemente de arriba a abajo su polla, lubricándola con el líquido pre-seminal que se escurría por su glande, luego se montó en la cama apoyando sus rodillas en las piernas de Kevin para evitar otro intento de huida. Extendió sus manos y acarició con firmeza el culo del jovencito.
"Mmm... Tu trasero de chica se ve increíble... lindo e irresistible" - comentó Lydia.
Kevin trató una vez mas de escapar pero fue inútil - Lydia era más grande y fuerte que el - y solo pensaba en si moriría en caso de Lydia hundiese su verga en su culo.
"Por favor, no hagas esto. Yo... yo... yo... soy heterosexual... yo no..." - suplicó Kevin a su perversa tutora.
"Después de hoy quedarás adicto a las pollas. Te voy a corromper Kevin" - musitó Lydia mientras se escupía en una mano y continuaba lubricando su verga - "Tu estrecho culo necesita una tutoría de mi polla. Te mostrare como se abre un culo"
La chica se encimó un poco más sobre Kevin, que ya estaba resignado. Iba a perder la virginidad... no precisamente como lo hubiese imaginado, Lydia se puso justo detrás de su trasero y sintió el roce del glande de su tutora contra sus nalgas.
"Te prometo que intentare ser amable... pero no cuentes con ello" - repuso Lydia en tanto que con su mano izquierda separaba el glúteo izquierdo del joven, y con la derecha; guiaba su polla al orificio anhelado.
Kevin sintió la punta haciendo presión para entrar, y trató resistir ese cuerpo ajeno. Lydia advirtió la intención al sentir cierta oposición a la penetración y soltando su verga le asestó una firme nalgada al chico, dejándole marcada su mano.
"No te resistas Kevin, o te dolerá más. Sabes, desde el primer momento que te vi espere la oportunidad para tomarte y hacerte mío" - confesó Lydia. En ese instante la cabeza de su verga logró abrirse paso - "¡Arrgh!" - fue el sonido que salió de la boca de Kevin al sentir como lenta e impecablemente la polla de Lydia entraba en su culo, ensanchando todo a su paso.
"Ahora mi polla se va a dar un paseo dentro de ti. Te bombeare el culo hasta que lo sientas dolorido" - prometió Lydia y comenzó a penetrarlo despacio.
La joven hizo que Kevin se pusiera en cuatro y reanudó la follada con más facilidad. Kevin cerró los ojos y apretó los dientes con fuerza, pero no aguanto mucho. "¡AAAHHH!" gritó mientras Lydia hundía su polla hasta la mitad, la sacaba casi toda y repetía la acción. Mantuvo ese ritmo tranquilo y constante hasta que dijo "Voy más profundo" y cambió su posición. Saco su polla un instante para apoyar su peso en las nalgas de Kevin y reanudó las embestidas.
La velocidad no vario en lo absoluto, pero ahora Kevin sentía la verga de Lydia perdiéndose en sus entrañas y apenas la sacaba.
"¡¡¡AUXILIO!!!" - aulló Kevin mientras la verga de Lydia entraba y salía, una, dos, tres, cuatro veces; tantas estocadas que resultaba imposible llevar la cuenta.
"¡Silencio!" - ordenó Lydia y con su mano derecha tapo la boca de Kevin, enmudeciéndolo.
Lydia comenzó una rítmica penetración profunda, taladrando su recto y causando pequeñas contracciones en el esfínter de Kevin; solo se oía el sordo e intenso choque entre los testículos de la tutora contra su entrada posterior – ‘’Diablos, estas muy… estrecho’’ – dijo Lydia. El dolor era angustioso para Kevin pero no podía gritar debido a la fuerte mano que cubría su boca.
"Mucho mejor" - jadeó Lydia con dificultad. La joven cambio el ángulo de penetración y apoyando sus jugosas tetas cerca de los omoplatos del chico, hundió su verga de forma que la penetración fuese más placentera.
"Mnnhgh" - logro gruñir Kevin sin poder detenerla y unas gotas de líquido pre-seminal salieron de su verga dura y cayeron en la cama.
Kevin trataba de zafarse pero Lydia lo obligo a acostarse una vez más, y le sujeto ambas muñecas con sus manos y reemprendió la follada, a un ritmo más lento pero tan profundo que el jovencito sentía sus entrañas llenas de verga así como un pavo de Navidad. Kevin se limitó a recibir toda la polla de su tutora en el culo, incapaz de oponerse a la intrusión. Lydia jadeaba placenteramente en los oídos del chico mientras movía sus caderas cubiertas de sudor encima del indefenso Kevin; el chico no podía moverse y sentía su trasero partirse en dos con cada embestida – ‘’¿Qué tal te gusta hasta ahora nuestra tutoría?’’ – preguntó Lydia, quitando su mano de la boca de Kevin, que dejó de bufar y apretar los dientes – ‘’¡Duele!’’ – fue la rápida respuesta del muchacho. La chica continuó la invasión anal y con algo de ironía en su voz y sonriendo le comentó – ‘’Se supone que duele…’’ – dijo lacónicamente la chica mientras continuaba la follada, se afincó un poco sobre las muñecas de Kevin y desde una posición más elevada se dejaba caer y continuó las acometidas.
El pobre Kevin sentía arder sus entrañas y ese objeto ajeno a su cuerpo penetrar y salir sin cesar. La angustia se podía ver en su rostro, pero Lydia no estaba para detenerse – ‘’Saca… sácala por favor’’ – rogó Kevin muy agitado. Lydia de pronto se paró y saco su polla del culito del chico – ‘’Bien… ya la saque… y ahora…’’ – comenzó a decir la muchacha y en eso volvió a introducirla sin ninguna contemplación y reanudo sus embestidas. ‘’¡Toda dentro de ti!’’ – suspiró al tiempo que dejo de sujetar las muñecas del muchacho y poso las manos en el colchón, moviéndose a mayor velocidad; el constante roce y los embates hacían mella en él – ‘’AARRRGGH!’’ – bramó el chico mientras el constante sonido de la pelvis de Lydia contra sus nalgas llenaba la habitación. Un hilillo de saliva se escapa por la comisura de la boca de Lydia, que se relamía constantemente fruto del intenso placer que sentía al desvirgar a Kevin, que no podía resistir, creía que su culo al terminar todo jamás se recuperaría de la enculada de la que era víctima.
‘’Estoy bien adentro de ti… se siente muy rico… y estrecho… por ahora’’ – dijo Lydia sin detenerse un instante. La chica lucía incansable y Kevin apenas tenía energías para intentar gritar por ayuda. Se sentía algo mareado, por tanta polla y el dolor en el culo era intenso pero se estaba acostumbrando, Lydia volvió a montarse encima de Kevin y clavando profundamente su verga, comenzó a mover sus caderas en círculos, provocando oleadas de gemidos en su joven amante – ‘’Puedo sentirlo, voy a dejarte bien abierto…’’ – gemía excitada la chica sin pausar el movimiento circular.
De nuevo volvió a posarse tras Kevin, y con duras arremetidas follaba duramente el culo del chico –‘’¡AHN… AHGHH!’’ – gritaba Kevin sin parar, pero Lydia mantenía la velocidad y por breves momentos Kevin creía que su glande terminaría en su estómago – ‘’Tu mami no está, grita todo lo que desees…’’
Kevin estaba al borde de sus fuerzas, era demasiado para el… pero incluso de forma esporádica su esfínter se contraía, traicionándolo y apretando la verga de la chica, no sabía porque le ocurría eso, pero la sensación de ser penetrado le estaba empezando a gustar… no entendía, su mente estaba en blanco, el sordo choque de las embestidas de Lydia no aminoraba y sin embargo ahí seguía, chorreando liquido pre-seminal y gimiendo al ser follado. Pero su compañera si podía intuirlo, al notar el cambio en sus gemidos, más de goce que de sufrimiento.
‘’Pero si estas disfrutando… ni ofreces resistencia… eres una perra’’ – dijo satisfecha Lydia con el resultado.
Poniéndose en cuclillas sobre Kevin, Lydia saco su verga momentáneamente y separó sus nalgas, admirando el ano rosado (casi rojo a estas alturas) de Kevin, que se contraía involuntariamente pidiendo más verga y ella se la iba a dar. La chica hundió una vez más su polla dentro del culo de Kevin y otro gemido de gozo se escapó de su boca, Lydia subía y bajaba hundiendo su mástil de carne hasta el fondo y lo sacaba hasta la mitad, para volverse a perder en las profundidades de ese culo hasta entonces virgen – ‘’Eres un pervertido… te encanta una polla en el culo… tanto que ni hablas…’’ – expreso Lydia con voz ahogada pero sin dejar de follar a Kevin.
Kevin ya se terminó de rendir. No dejo de gemir y relajo aún más su cuerpo, no entendía la razón… pero no quería que se detuviese, le gustaba como la polla de Lydia iba y venía… sentía su culo arder, el dolor aún seguía allí, la sensación de que lo que estaba haciendo con ella no estaba para nada bien; pero no quería que aquello parase. Lydia no solo se limitaba a follarle el culo, le decía cosas sucias y mordía sus orejas y cuello, y no paraba de decirle que era su puta y que a partir de ese día le rogaría por más. La joven continuaba en la misma posición y Kevin ponía los ojos en blanco, tanto placer anal lo estaba llevando al clímax, su polla goteaba constantemente y solo atinaba a morderse levemente un dedo mientras sentía esa verga en su culo subir y bajar infatigablemente.
Pronto Lydia comenzó a intensificar la penetración, su orgasmo se encontraba próximo – ‘’¡Prepárate putita, ya me vengo!’’ – exclamó la chica aumentando el ritmo de sus arremetidas y sus tetas bamboleándose por lo frenético de sus embates y con un par de vehementes estocadas, hundió su polla hasta la base dentro del ano de Kevin – ‘’¡Toma toda mi leche…! ¡¡Me corro!!’’ – chilló Lydia al tiempo que su polla se convulsionaba dentro de él, y un torrente de semen fluyo hasta lo más profundo, uno, dos, tres, hasta seis trallazos de semen caliente sintió Kevin inundando su ser, llenándolo por completo y dejándolo extasiado. Lydia se recostó encima del muchacho, sus tetas aplastándose contra su espalda, ambos gemían agotados y sudaban considerablemente. Kevin aun gemía sutilmente mientras toda la polla de su tutora aún se encontraba hundida en su culo, y era tanto el semen depositado dentro de Kevin que se empezó a filtrar un poco e iba a parar a sus testículos y luego en la cama.
Lydia suspiró, complacida con el resultado de su ‘’tutoría’’ con Kevin, y se mantenía dentro del chico. ‘’Ah… sí… Así es como follo a todos… duro y profundo… así te follare de ahora en adelante Kevin…’’ – murmuró Lydia sonriente a un Kevin totalmente desconectado de la realidad.
‘’Mientras tu culo se mantenga así de apretado… continuaré dándote lecciones especiales…’’ – prometió la chica.
Lydia se incorporó lentamente y con un ‘plop’, saco su verga del culo de Kevin. El semen depositado comenzó a salir y a caer sobre la cama, la verga de Lydia también estaba cubierta de su leche, Kevin permaneció inmóvil mientras Lydia observaba el ano enrojecido y ensanchado de Kevin. ‘’Con mi leche llenando tu interior, eres oficialmente mío, puta’’ – dijo Lydia. La muchacha limpio el semen de su polla con un short suyo y salió de la habitación. Kevin seguía tratando de recuperar las fuerzas pero apenas podía moverse, sin la polla de Lydia; solo sentía un terrible y enorme vacío en su interior y su ano abierto de par en par, su esfínter palpitaba pero ya más relajado después de la intensa culeada recibida.
Lydia regreso a los pocos minutos, se había dado un baño y comenzó a ponerse su ropa y a guardar sus libros en el bolso azul. Kevin aún seguía debilitado boca abajo en su cama, tal como Lydia lo había dejado antes de ir al baño, la tutora se terminó de vestir y le dijo.
‘’Tendremos más diversión desde ahora. No olvides limpiar este desastre antes de que tu mamá regrese’’
La tutora recogió sus lentes del suelo y se los puso, siguió sonriendo de camino a la puerta y la abrió. Mirándolo por última vez, se ajustó un poco sus lentes y se despidió de Kevin – ‘’Hasta pronto, Kevin’’ – dijo Lydia, y salió de la habitación dejando al pobre chico solo.
Kevin tardo una media hora en recuperarse. Por supuesto, lo siguiente fue intentar levantarse, cosa que le costó a horrores pero una vez que pudo dar un paso, empezó a tratar de arreglar su habitación; su madre no tardaría en llegar. Cambió la sabana de su cama y acomodó sus cosas, luego se metió al baño para darse una buena ducha.
Limpió su ano (lo mejor que pudo, pues lo tenía muy sensible) y salió de la ducha, caminaba con mucha dificultad y percibía que no podría sentarse así que se acostó. Su cabeza era un torbellino de imágenes confusas (la polla de Lydia, su cuerpo, sus tetas) combinado con las nuevas sensaciones descubiertas por su entrada posterior. Llevaba un buen rato en ese estado cuando su madre llegó y abrió la puerta de su habitación.
‘’¿Todo bien Kevin? Lydia me informó que la práctica de hoy fue excelente’’ – dijo su madre.
‘’Si… aunque estoy algo… cansado, ma’’ – pudo responder Kevin.
‘’Me alegro hijo, preparare unas galletas’’ – dijo Mariah con dulzura y cerró la puerta.
No obstante, Kevin ya empezaba a sentir en su interior que algo había cambiado, y Lydia tenía razón: lo había corrompido, pues no se podía sacar de su mente su magnífica verga y en como lo había desvirgado. Sin dudas ahora pasaría el resto de su vida adicto a una polla dura en su culo, pero solo anhelaba la de ella, su tutora.
En eso sintió su teléfono vibrar, eran sus amigos preguntando como había ido todo. No tenía ganas de charlar y apagó el celular. Con mucha incomodidad se levantó y bajó las escaleras, de la cocina emanaba un dulce olor a galletas horneadas y con cuidado se sentó en una silla del comedor.
‘’¿Ocurre algo hijo?’’ – preguntó su madre al verlo sentarse con precaución.
‘’Nada… oye mamá… ¿Podrías preguntar a Lydia cuando va a ser la próxima practica? Es que no me lo dijo al irse…’’ – preguntó Kevin.
‘’Claro hijo’’ – respondió su madre y busco su teléfono.
Mariah escribió a la tutora, mientras Kevin jugueteaba con sus dedos sobre la mesa.
‘’Dice que cuando quieras practicar, que le escribas. Aquí tienes su número’’ – dijo Mariah extendiéndole el teléfono a su hijo.
Kevin miró el mensaje, y le envió su número a la chica. Haciendo un esfuerzo, se movió lo más rápido que pudo de regreso a su cuarto y encendió su teléfono. Unos minutos después, llegó un Whatsapp desconocido y lo abrió.
‘’¿Te gustó nuestra practica de hoy?’’
‘’Creo… que si…’’ – respondió Kevin
‘’Cuando digas estaré lista para nuestra nueva lección’’ – respondió Lydia
Kevin se relamió, definitivamente empezaría a disfrutar de las matemáticas con su tutora…
El chico estaba rendido en su cama, fantaseando con Lydia y su verga cuando su teléfono vibro a su lado. Era un Whatsapp de Héctor – ‘’Kevin, ¿hiciste el ensayo de Literatura?’’
‘’Demonios…’’ – dijo en voz baja y enfadada Kevin, encendiendo la lámpara.