Cuando los maridos se van... 2

Escribo esta segunda parte a pedido de Nestor, prueba viviente de que a los hombres les re calienta ver o leer de dos mujeres haciendo "ñiki ñiki" como diría mi hermanita jaja! (No escribí el titulo completo porque no entraba.)

Mi esposo no comprende por qué cada 2 por 3 le preguntó cuándo volverá a irse de viaje de negocios, yo le digo que me fastidia su presencia, mitad cierto y mitad en broma, y ni en sueños me atrevería a decirle que ansío sus largas ausensias para que Susana venga a hacerme compañía. Cuando anuncia su partda no puede evitar dar brincos de alegría y ansiedad, llamo a casa de Susana para confirmar que su esposo también se irá por una o dos semanas, y cuando ellos finalmente se suben al avión, nunca se sabe cuando se olvidarán la billetera o el pasaporte, nosotras nos reencontramos y gritamos como dos amigas que no se han visto en mucho tiempo. A veces no podemos aguantarnos más y nos besamos en la entrada de mi casa, que por suerte está alejada de la de mis vecinos, y recién entonces entramos y nos encerramos por tiempo indeterminado.

No me alcanzaría ni la muralla china para describir todas nuestras experiencias, siempre hay algo nuevo que explorar en la temática lésbica, es tanto o más variada que la hetero, donde ya me harté de ver pornos en las que los hombres no hacen más que "ponerla". Con Susana no inhibo mis demostraciones, calculo que el 89% del tiempo me lo paso abrazándola, mimándola y besándola, el otro 11% dormimos juntas. Debo admitir que el sexo es mucho más divertido si se puede decir con ella, con mi esposo ya no tengo ni ganas de chupársela, le digo "hazte tú la paja y déjame dormir." El pobre cree que me estreso por no sé qué cosa, si ni siquiera trabajo, él me mantiene, y no digo que Susana y yo seamos unas vagonetas, hemos estado bromeando con que si algún día nos divorciamos trabajaremos en un sex shop antes que en una oficina.

En medio de una de esas bromas me atreví a preguntarle si alguna vez fue a un sex shop, y ella en tono sarcástico me dijo "¿con crees que me he aguantado las ganas de tener la polla de mi marido cuando se va de viaje antes de conocerte, Geni?" Yo me sonrojé y me reí para disimular los nervios. Hoy en día hasta una abuela de 85 años va a un sex shop, y yo nunca he ido a ninguno. "No es para tanto, Geni, ni siquiera tienes que ir, yo te traigo mi colección." Yo abrí grandes los ojos antes de preguntar colección de qué. "Ya verás." Y con ese "ya verás" retumbando en mi mente, me dejó sola en la casa por menos de una hora y regresó con una caja de cartón rosa. Todavía no la había abierto y ya empezaba a tratar de imaginar lo que podría haber allí dentro. "¿Quieres ver qué hay aquí dentro?", me preguntó con una mano sobre la caja, mirándome con unos ojos y sonrisa perversos. Yo me reí y le dije que sí. La abrió, y lo que había allí dentro ya lo había visto en las películas porno, cuando los actores y actrices juegan con esposas, consoladores y arneses. No eran muchas cosas pero sí muy interesantes. Me quedé viendo el contenido de la caja como poseída, sin poder apartar la mirada, y Susana cogió una esposas con felpa rosada. "A mi esposo le gusta dominarme, pero yo quisiera dominarte a tí, Geni. No voy a ser bruta, solo...tú sabes...te haré de todo sin recibir nada a cambio, ¿qué dices?" Yo estaba enmudecida, no llevábamos ni 6 meses como amantes y ni en ese mismo tiempo mi esposo me había sugerido una cosa así. Susana me dio un beso, de esos solo de labios sin lengua que ella sabe hacer que me estremezcan y me olvide hasta de mí misma. Nos apartamos un poco, apenas rozándonos con la punta de las narices, y sonreímos con complicidad.

Subimos a mi habitación para que Susana haciera conmigo lo que se le antojara. Pero antes me puse ropa interior linda que me vengo comprando para sorprenderla como cuando hacía lo mismo para mi esposo quien a estas alturas me importa un pepino y la medio. Susana se quitó las prendas y me esperó mientras yo iba a cambiarme al baño para darle la sorpresa. Salí con un conjunto de ropa interior rojo, con portaligas y unos tacos que hacían juego. Ella vestía uno negro de encaje, sencillo al lado del mío. Menos mal que Susana estaba sentada en la cama, sino se habría caído desmayada, estaba infartante y no lo digo por presumir. se quedó con la boca más abierta que sus ojos, mirandome de pies a cabeza, sin pestañar. Yo me le acerqué cual modelo de pasarela, manos en las caderas y meneándolas. Cuando estuve a centímetros de ella le pedí por favor que dijera algo, lo que fuera, ya me estaba incomodando su silencio. "Estás..." "¿Qué, hermosa'" la apresuré yo. "No. Bellísima." Me rodeó las caderas con sus manos, me besó el vientre acariciando la línea de mi figura, y continuó besando mi abdomen hasta llegar a mi pecho. Me senté sobre ella, tengo esa manía de que me gusta más estar arriba que abajo, rodié sus cuello con mis brazos y ella me sostuvo del culo para aproximarme más y que nuestras pieles hicieran contacto. Nos besamos suavemente, acariciándonos del mismo modo. Con mi esposo no es así, él es rudo incluso besando y yo no le he dicho nada para no ofenderlo, pero ya llegará la hora de exigirle que no me asfixie con su bocota, o tal vez no lo haga pues me he hecho adicta a los labios de Susana.

Sin previo aviso, Susana me volteó y me aprisionó entre sus piernas, estiró mis brazos hasta hacer chocar mis manos con el respaldo de la cama, sacó las esposas y me esposó. Yo no me resistí, ni siquiera tuve tiempo de reaccionar, pero Susana me prometió que no sería bruta así que confiaría ciegamente en sus palabras. Además, las esposas de felpa eran tan suaves, no me lastimaban ni me incomodaban, podría llevármelas puestas a todas partes. "Vas a ser mía, Geni." "Soy toda tuya, hazme lo que quiereas." Mis palabras salieron de mi boca sin que las pensara dos veces. "Será un placer" y Susana se rió como una niña que trama una travesura. Abrió mis piernas lo más que se lo permití, se puso sobre mí y me acarició los senos sin quitarme el sostén. Me besó como siempre y como me gusta, suave, tierna. Yo estaba a su merced, moría de ganas de tocarla pero me las aguantaría hasta que ella me liberase de las esposas y le pudiese recompenzar.

Susana me besa en el cuello y los hombros, me acaricia explorando cada rincón de mi anatomía, metiendo las manos por debajo para arañarme la espalda y el culo, se menea sobre mi bajo vientre refregándome con sus pelvis. La sentía humedeserse, su olor, no solo de su sexo, me excitaba y me ponía a mil, gemía como gata en celo, ella me decía cosas al oído, me elogiaba cualquier parte del cuerpo a la vez que, me la acariciaba y yo estaba que no daba más, mi sexo rogaba por su atención pero ella apenas lo rozaba con sus dedos, entre excitándome y torturándome. "¡No aguanto más!" le gemí al oído. Ella puso su mano sobre mis bragas rojas y se le iluminaron los ojos. "Mmmmmhhh...¡Pero, Geni, mira que mojadita estás!" Me frotaba las bragas y yo me sentía a punto de estallar, casi que lloro de placer. "Ya, Susana..." Me ignoró y metió su mano bajo mis bragas, estimulando mi clítoris ya hinchado con sus dedos. Yo gemí aliviada, era lo que más precisaba en ese momento, que Susana me masturbara con esos dedos tan delicados y ágiles. Los deslizaba hacía mi raja y volvía subirlos hacía mi clítoris, una y otra vez, clavando sus ojos en mí, no sé bien dónde, yo tenía los ojos cerrados, totalmente concentrada en la agradable y placentera sensación de sus dedos rindiendo culto a mi sexo. Ella seguía hablándome al oído, me decía "quiero que te corras en mis deditos" y yo automáticamente me corría una, dos, tres veces. ¡Dios, Susana era la diosa de la masturbación! Ni yo lo me lo hubiera hecho mejor que ella.

Por fin terminé de correrme, casi quedo seca como un desierto. Susana me quitó las bragas, me ayudó a ponerme boca abajo pues seguía esposada, me desabrochó el sostén y lo tiró junto a la cama. Se montó sobre mi espalda baja, y temblé de placer al sentir su sexo húmedo haciendo contacto. Giré la cabeza y pude apresiar que se había quitado la ropa interior. "No te voltees" me dijo volviendo a poner mi cabeza contra la almohada con su mano. "Quiero que cierres los ojos, y que gimas como gatita. Adoro oírte gemir" me dijo al oído. "Sí, Susana." Cerré los ojos y me prometí no abrirlos ni aunque se esté incendiando la casa.

Susana me masajeó la espalda, no era un masaje relax, más bien uno muy erótico, que me recorría de arriba a abajo por la línea de mi espalda, haciéndoome sentir un ardiente cosquilleo, suspirar y sonreír dichosa. Oía la respiración de Susana, y podía sentir sus ojos en mí, que me excitaba más que sus manos masajeándome. Descendieron hasta mi culo, y me lo acarició y me lo apretujó, dándole besitos y chupones. yo gemía y me reía pues me hacían cosquillas sus dientes mordiéndome las nalgas. Paré de reír y empecé a gemir al sentir sus dedos masajeando mis glúteos, separando mis nalgas, pasando a masajearme los labios vaginales, rozando mi raja con sus dedos. Mis jugos fluyeron como si los hubiera recargado, empapando sus dedos, y la respiración de Susana era cada vez más agitada. "Oh, sí...Eso es, Geni, gime, preciosa...Mmmmhhh como te mojas, lindura. Me gustas así, toda mojidita, suavecita...Mmmmhhh..." decía ella sin dejar de masajear mi sexo con entusiasmo y yo la alentaba a que continuara con mis gemidos, se entusiasmaba y gemía ella también. Ya me estaba por venir un orgasmo cuando de repente no sentí más sus dedos en mi sexo. "Enseguida vuelvo, Geni. No te muevas de donde estás" me dio un beso en la mejilla y lo úlimo que oí fueron sus pasos bajando las escaleras.

Me quedé allí en la habitación, sin poder moverme, las esposas eran cómodas pero me dificultaban cualquier movimiento. Tenía unas ganas tremendas de masturbarme, estaba tan excitada que estuve a punto de gritar su nombre para que regresara. Me tranquilicé cuando volví a oír sus pasos subiendo la escalera. "Ya volví" y el oír su voz me calmó al ciento por ciento. Traté de voltearme pero ella me ordenó que no lo hiciera y yo le obedecí. Por varios segundos solo escuché mi respiración, la suya, y un sonido estraño. Vi que cojía un almohadón y me lo ponía bajo la pelvia "para que estés cómoda. En ese momento no supe bien qué esperarme de ella. "Cierra los ojos" automáticamente los cerré y al instante sentí la punta de algo frotando mi raja. Me estremecí de placer, y cuando comenzó a penetrar dentro de mí supe de qué se trataba. Susana me metió un consolador muy largo a su modo, con la suavidad y delicadeza que la distinguen a la hora de darnos placer. Me folló tiernamente, y yo enseguida comencé a gemir de nuevo. Mi esposo jamás me había ni habrá de follarme de ese modo, ya lo he dicho, él es bruto, pero Susana no pierde su ternura ni con un disfraz de diablita. Fue acelerando el ritmo de la penetración, y yo comencé a jadear y la oía que gemía y que decía cosas que mis agudos jadeos no me permitieron oír con claridad. Sacudí mis caderas para sentirlo más profundo, penetrando más en mí, mis musculos vaginales apriosionándolo y soltándolo, los glúteos de Susana golpeando mi culo, las dos gimiendo incoherencias, locas de placer. me corrí con un grito orgásmico que le hubiera explotado los tímpanos a cualquiera.

Susana retiró el juguete de dentro de mí, me dio unos golpecitos en cada nalga y me besó en la nuca. Luego me ayudó a darme la vuelta, entonces pude ver un consolador beige sujeto a un arnés de correas oscuras en las caderas de Susana. Me sorendió y me excitó ver ese juguete sexual en medio de sus piernas, vale aclarar que mi esposo no tiene la polla tan grande, aunque cualquiera es un poroto al lado de ese súper consolador, y eso que era el primero que veía y el primero con el que me follaban. Susana se puso encima mío abrazándome, besándome, con el juguete refregándose entre nuestros cuerpos. Yo lo cogí con una mano y traté de acomodarlo entre mis piernas. Susana captó la inderecta, lo cogió ella también con su mano y entre las dos lo introdujimos en mi vagina, arrancándome un gemido largo y sonoro. "Fóllame" le rogué y ella me folló como antes, con ternura. "¿Así?" "Sí...así..." Me gustaba tanto que me follara de ese modo, que no hubo necesidad de que lo hiciera más rápido, así estaba bien, además sabía que no debían quedarle tantas energías. Me abrazó sin para de follarme, de a poco me llegó otro orgasmo y me corrí en ese consolador que siguió dentro mío aún cuando Susana reposó su cabeza en mi pecho.

Pasados unos minutos, me lo retiró y me liberó de las esposas. Nos acostamos de costado mirando a la otra, abrazdas, mimándonos, y nos quedamos dormidas. Fue otra semana memorable.


Sadomaso light. ¿Qué tal? Otra creación de mi mente imaginativamente perversa, jeje.

Notarán que en casi todos mis relatos aparece un consolador con arnés. ¡Qué puedo decir! Son mas atractivos que la pija de un actor de playboy, y vienen en colores, jaja! Lo de las esposas de felpa rosada se me ocurrió por unas que vi en un sex shop y que si hubiera tenido tarjeta de crédito me las compraba.

Romina: En tumblr se encuentras mas fotos y gifs eróticos que en una web porno! ;-)

Hasta el próx. relato!

  • Brasa