Cuando los hijos necesitan ayuda: Tercera Parte

El día comienza con un drama entre hermanas y termina con una oleada de orgasmos en alta mar. Cuando todo parece indicar que terminará como el día anterior... una aparición inesperada pillará por sorpresa a padre e hija.

Cuando nos sentamos a desayunar vi que el marido de mi prima no se encontraba en la mesa. Tampoco su hijo.

  • Mi marido se ha cogido una gastroenteritis de caballo. Es de un delicado últimamente… he mandado a mi hijo a una farmacia cercana a por suero oral. Va a aprovechar a desayunar en el bar del otro día, el de las tortitas tan ricas, porque dice que no se va de aquí sin comerlas de nuevo.

  • Vaya, espero que el pobre se recupere. Elena también está indispuesta.

  • Ya me figuro ya, pobrecita, me pregunto por qué será.

Me puse rojo como un tomate a tiempo de ver como mis hijas me miraban con una sonrisita cómplice. Beatriz además giraba la cara para disimular su rojez. Debía de estar pensando en lo que había pasado en su habitación hace 10 minutos.

Desayunamos y subimos a las habitaciones para prepararnos para ir a la playa. Me encontré a Elena sentada en la cama leyendo con tranquilidad. Me contó que parecía ir mejor pero que había vuelto a vomitar. También me dijo que intentaría no tenerme sin sexo oral durante meses tal y como pasó la última vez que me hizo una garganta profunda, pero que no prometía nada. La pobre me hizo un puchero.

Durante meses, hace ya muchos años, era sentir mi semen en su boca y ponerse a vomitar. Tardó mucho tiempo en olvidarse del “mal trago” de la luna de miel. Sin duda, a la larga, la relación coste/beneficio no compensaba, por muy potente que fuese mi orgasmo.

Al salir de la habitación me encontré a mis dos hijas y a Marta esperando. Fue precisamente mi prima la que me guiño un ojo.

  • Te podrás quejar ¿eh? Con menudos tres pivones vas a caminar hacia la playa. Mi hijo ya nos está esperando en el mismo sitio que ayer

Marta llevaba un pequeño pantalón corto ajustado, típico de playa, para tapar la braguita del bikini. Sus piernas delgadas y fuertes del gimnasio eran una delicia. Su vientre plano era hipnótico, y su delantera, de mediano tamaño pero grande para su delgadez y su baja estatura… era demencial. Un ceñido bikini de color azul oscuro le provocaba un escote escandaloso. Cualquier veinteañera querría para sí su cuerpo a pesar de sus 40 años.

Pero no podía sacar demasiado “pecho”, ya que a su derecha se encontraba mi hija Raquel, cuyo cuerpo en general perdía por poco ante las otras dos. Guapa, con bonitas piernas, un vientre plano pero no definido, unas piernas no tan bonitas, un buen culo... pero una delantera escandalosa. Su bikini de color fucsia parecía que iba a reventar. Eran un poco más grandes que las de mi prima, y estaba igual de delgada aunque algo más alta.

Mi hija Raquel se dio cuenta de mi mirada y se puso muy roja. Ella iba con una falda de color negro, debido a su timidez huía de ensalzar sus curvas, pero su abultado pecho era imposible de tapar en pleno mes de agosto y justo antes de ir a la playa.

A la izquierda se encontraba mi hija Beatriz, con una sonrisa que quitaba la respiración. Su cara parecía esculpida a pesar del moño hecho con rapidez sobre su cabeza. Su cuerpo parecía tallado en jade, a pesar de su pequeña delantera, oculta bajo un bonito bikini de color negro. Su pantalón corto ceñido era tan ajustado que se podía adivinar su rajita a pesar de la braguita del bikini que también se le marcaba.

Fue precisamente Beatriz la que, mirando a Raquel, quiso chinchar inocentemente a su hermana.

  • Hermanita, espero que te aguante el bikini, porque con esas tetazas lo vas a reventar.

Raquel abrió los ojos enormemente y se cruzó de brazos para tratar de tapar sus voluminosos dones, y cuando Beatriz le iba a quitar hierro al asunto diciendo que era una broma, mi hija pequeña estalló roja de ira.

  • ¡Mira quién fue a hablar! Puedes ponerte un pantaloncito más ajustado, a ver si se te marca más el coño, estúpida. Pero como eres perfecta a ti se te perdona todo.

  • Uy uy uy, calma – intercedió mi prima Marta – Creo que hay dos jovencitas que necesitan un buen polvo para calmarse.

  • Pues que se lo echen a ella, o que le echen veinte a ver si revienta. Yo me largo. Con suerte me harán tía – terminó con tono burlón.

Beatriz intentó decirle que era broma, pero Raquel se dio la vuelta y se adelantó bajando por las escaleras del hotel. Tímida, pero con una mala hostia impresionante. Por otra parte, la tristeza de mi hija mayor era evidente.

  • Papá, te juro que lo dije solo para adularla, no para molestarla.

  • Lo se cariño, luego hablaré con ella.

Marta también consoló a Beatriz quitándole hierro al asunto. Y aprovechó a decirle que ese pantaloncito le quedaba de escándalo, que era perfecto.

Salimos del hotel y caminamos hacia la playa. Cuando llegamos, Raúl y Raquel charlaban tranquilamente mientras estaban tumbados. Al llegar, Beatriz estiró la toalla al lado de su hermana, pero cuando procedía a tumbarse, Raquel se levantó, cogió la toalla, la extendió al otro extremo y echó a correr hacia el agua.

Beatriz, al verlo, se encogió en la toalla y comenzó a llorar. Raúl iba a preguntar pero Marta le cogió de la mano y le susurró algo al oido. Supongo que le quería decir que no se metiese en el tema.

Me acerqué a mi hija y le di un beso en la cabeza. Le susurré un “no llores, voy a hablar con ella”. Y salí corriendo hacia el agua.

Cuando llegué al agua comencé a nadar detrás de ella, hasta que se dio cuenta de que la seguía y se detuvo. Al llegar me dio un abrazo enorme.

  • Hola papá, no sabía que venías detrás de mí. - Pero al ver mi cara de pocos amigos su sonrisa se difuminó. - ¿Qué ocurre?

  • ¿A ti que te parece? Tu hermana está llorando desconsoladamente en la toalla. Me tienes muy disgustado. Ha sido una simple y sencilla broma.

  • Pero papá…

No la dejé terminar.

  • Tu hermana te adora, y sufre con sus inseguridades. Ya no sabe que hacer para que dejes de llorar de pena pensando que tienes un físico mediocre.

  • ¡Lo tengo papá!

  • ¡Eres estúpida!

Raquel abrió la boca y una lágrima recorrió su cara. Se lanzó a abrazarme.

  • Papá, por favor, no te enfades conmigo.

  • Pues arregla este desastre que has creado. Tu hermana te adora y sufre cuando te menosprecias. Me pidió que hiciese lo mismo contigo que con ella, que te demostrase que no eras inferior. Y antes de que te montes tu película, NO, no hablamos ayer de todo eso ni quedamos en masturbarte porque me lo haya pedido ella. Te quiero tanto como a ella y, aunque diferente, eres un pivón. Tienes la mejor delantera que he visto nunca y, como te dije, no es malo ser diferente.

Un silencio sepulcral solo era molestado por el ruído del viento y de las olas. Mi hija me miraba con los ojos como platos mientras ríos de lágrimas descendían de su cara. De pronto miró hacia la orilla y vio que Raúl y Marta estaban de espaldas consolando a Beatriz. Parecían ajenos a nosotros y ninguno miraba.

Mi hija Raquel se lanzó a mi cuello con sus brazos y cuando me quise dar cuenta su lengua invadía mi boca. Fueron segundos, pero a mí me pareció un viaje rápido al paraíso.

Sorprendentemente… besaba tan bien como su hermana. Creo que mi cara de estupefacción era muy visible. Limpiándose las lágrimas y los mocos, Raquel sonrió y me preguntó.

  • ¿Te recuerda a alguien?

  • A tu hermana – seguía atónito.

  • Hace tiempo me explicó como debía besar a un chico para volverlo loco. Pero nunca había podido ponerlo en práctica con ninguno.

  • ¿Nin… ninguno?

  • No papá, sigo siendo virgen y eres el primer chico al que beso. Lo del beso es otra cosa que tengo que agradecerle a mi hermana. Asi que por favor, sé cuidadoso conmigo cuando me masturbes, aunque ya sé que no hace falta que te lo diga porque sé de sobra como me vas a tratar.

Dio un largo suspiro y me agarró la mano.

  • Acompáñame porfi, voy a arreglar esto.

Nadamos hacia la orilla, y al salir Raquel se detuvo. Gritó el nombre de su hermana y todos se giraron. La señaló con el dedo y le hizo un gesto de venir. Mi prima Marta le dio una palmadita en la espalda y le animó a ir.

La escultural cara de Beatriz estaba llena de lágrimas y de mucosidad. Roja como un tomate se acercó con miedo. Pero antes de que pudiera decir nada Raquel se lanzó y le dio un abrazo.

  • Perdóname hermana, soy gilipollas. Sé de sobra que es fruto de mis inseguridades…

¡¡¡PLAS!!!

Beatriz se separó abruptamente y con cara de muy enfadada le soltó un guantazo.

  • ¿Te ha costado tanto darte cuenta?

Raquel se sujetaba estupefacta su cara mientras sonreía amargamente. Miró con sus ojos tristes al suelo y solo atisbó a balbucear un “Me lo merezco”.

Beatriz, al escucharlo, se lanzó a los brazos de su hermana y se abrazaron. Entre sollozos le dio todo un recital.

  • Eres boba, podrías tener al hombre que quisieras, y si no quieres pues dame tu delantera que yo le sacaré partido. Le pedí a papá que hiciera lo mismo contigo que conmigo porque sé que lo vuelves loco, y es normal. Súmale el amor de un padre y tendrás al amante ideal. Sé de lo que hablo.

Raquel rodó los ojos en blanco y gesticuló negando. Luego me miró a mí y me dijo:

  • Tendré que hacer caso a mi hermana mayor Papá, pero ya sabes que soy muy tímida, tendrá que ser en nuestra casa cuando estemos solos.

  • Será cuando tú quieras cielo – sonreí – solo quiero demostrarte que tu hermana tiene razón.

  • Ya me lo demostráis los dos. Lo siento de verdad. - Y haciendo un enorme puchero – ¿Me perdonáis?

  • Pues claro que te perdonan – interrumpió una sonriente Marta – y me uno a lo que ha dicho Beatriz. Estoy muy contenta con mis pechos, pero si no los quieres no me importaría tener un poco más. Por lo demás eres otro puto pivón rompecuellos, y por suerte diferente a tu hermana. Bueno, este jovencito y yo nos vamos a nadar.

Mi prima me guiñó un ojo y echó a correr con un desconcertado Raúl. Mis hijas miraban como los dos entraban corriendo al agua y fue Raquel la que rompió el silencio.

  • Supongo que estas historias raras nos vienen en la genética. ¿No?

  • Debe ser – afirmó Beatriz – En fin. ¿Qué culpa tenemos de tener un padre tan buenorro, cariñoso y que nos vuelve locas?

Raquel elevó las cejas y cabeceó afirmando. Me eché a reir.

  • Yo sí que sé quien tiene la culpa. Vuestra madre por haber parido a dos bellezones como vosotras. Uno no es de piedra.

  • Me pregunto si tendrías tiempo para nosotras si mamá pudiera follarte todos los días – protestó Beatriz en tono de burla.

  • Es verdad papá, ¿por qué folláis tan poco? No lo entiendo – dijo una desconcertada Raquel – si fuese yo creo que no podría resistirme a… - y de pronto se puso roja como un tomate a la vez que balbuceaba – quiero decir, que si yo…

  • Déjalo hermanita – interrumpió a carcajadas Beatriz – cualquiera de las dos follaría con papá todos los días. Cualquier mujer me atrevería a decir. Puedes decirlo sin timidez alguna.

  • Te lo expliqué en el agua ayer, pero debiste creer que me quedaba contigo. Tu madre tiene un problema. Cuando se corre tres o cuatro veces, dependiendo de la intensidad, su vagina se irrita y se queda inservible para esos menesteres durantre tres o cuatro días. - expliqué bajando un poco el tono.

Raquel no daba crédito.

  • ¿En serio? Ahora entiendo que la tía Marta y tú sigáis follando juntos. Su marido debe de ser un caso. Cuando les oigo follar duran un minuto. Luego he escuchado a la tía gemir en soledad.

  • Eso no tardará en cambiar – dijo sonriente Beatriz.

  • ¿Lo dices por el primo Raúl? Me dio la sensación ayer…

  • Te dio buena sensación – dijo a carcajadas Beatriz – él se ocupaŕá de la tía y nosotras nos ocuparemos de papá cuando mamá no pueda. Pero ella no debe enterarse bajo ningún concepto. En el futuro, cuando encontremos al hombre ideal pues supongo que eso cambiará.

  • Y aún así no podré renunciar a papá – dijo sin pensar Raquel mientras se cruzaba de brazos y levantaba sus enormes pechos por encima de ellos - ¿Creeis que está bien lo que le hacemos a Mamá?

  • Yo no soportaría que un chico solo me follase cada tres o cuatro días hermanita. Es una manera perfecta de mantener unida nuestra familia. ¿Tú serías capaz?

  • Yo aún no lo se, puede que tenga el mismo problema que mamá, nunca…

  • ¿Nunca te has corrido? - Beatriz alucinaba.

Raquel se puso nerviosa y triste a la vez. No sabía que responder.

  • Papá, deberíais ir ella y tú a la boya, tienes que arreglar eso. No voy a preguntar la explicación a eso hermanita, seguro que tienes tus razones, pero si has heredado el problema de mamá deberías averiguarlo cuanto antes. Yo anoche me corr… ehm, tuve cinco orgasmos, y quería más.

  • ¿Hasta entonces no lo sabías?

  • Nop, y papá esta mañana me ha ayudado a corroborarlo. Corred, aprovechad que hoy no está mamá aquí.

Raquel se negó.

  • No, lo siento, además, estoy sin depilar – dijo avergonzada – y quiero que sea de otro modo, con más intimidad y sin prisa alguna. Deberíais aprovechar vosotros.

Raquel se abrazó a mí, aplastando sus pechos contra mí y colocando su entrepierna sobre la mía. Me susurró al oido: “Gracias por todo papá, sé que lo harás especial cuando llegue el momento, ahora deja que Beatriz baje esa dureza jijiji”.

Me puse rojo y miré a Beatriz, quien me miraba la entrepierna.

  • Bien hermanita, si insistes, papá y yo vamos a dar una vuelta por las boyas. - Se llevó un dedo juguetón a la boca – yo también estoy cachonda perdida.

  • No quiero saberlo – protestó Raquel haciendo aspavientos – iros de una puta vez y disfrutad. ¡Pervertidos!

Echamos a correr mientras Beatriz le gritaba a carcajada limpia un “¡Mira quién fue a hablar!” Raquel le correspondió sacando la lengua y enseñándole el dedo.

Mi hija mayor fue dándome las gracias por el camino. Ella creía que por fin se había derribado el muro que había entre ambas.

  • Papá, espero que Raquel no tenga el mismo “problema” de mamá, tienes que ayudar a que lo averigüe, me temo que aún es pronto para cantar victoria porque su timidez y sus inseguridades seguirán ahí hasta que tú se las saques del todo. No me importa si ciertas cosas las haces con ella primero.

  • Eso que acabas de decir me hace pensar que quieres que esas cosas las haga primero contigo.

  • Por supuesto – y me sacó la lengua – además, me lo merezco por haberos puesto a los dos en bandeja de plata. Como yo he empezado todo tendrás que atenderme a mí primero. Además, soy la hermana mayor. Pero de verdad no me importa ceder lo que sea para que mi hermana pequeña se crea por fin que además de inteligente es un pivón.

Sin darnos cuenta llegamos a la boya y la bordeamos. Beatriz se agarró a mi cuello y me besó. Durante largos minutos nos rozábamos el uno al otro mientras nuestras lenguas no paraban de jugar. Podría haber estado besándola todo el día.

La suavidad de su lengua, de su boca, con la saliva justa, casi sin chocar los dientes, sus labios… era impresionante.

  • Ufff papá, como me tienes, qué bien que hoy no tengamos prisa por volver a la orilla. Me gustaría que llegásemos saciados.

Una mano se deslizó hasta la braguita de su bikini, arrancándola un gemido al sentir como un dedo se deslizaba por toda la longitud de su rajita,

  • Eres muy travieso – dijo mordiéndose el labio.

Solo había algo mejor que su cara perfecta, y era su cara de cachonda, con una lascividad potente. Esa cara con ganas de comerme, de dejarme seco.

Mi dedito juguetón siguió comportándose traviesamente a través de la braguita del bikini, arrancando pequeños suspiros a Beatriz mientras no parábamos de besarnos. Ella deslizó su mano y me agarró mi dura polla a través del bañador para empezar a sobarla.

Los minutos pasaban mientras nuestra calentura aumentaba. Nos besábamos muy cachondos mientras suspirábamos y respirábamos agitadamente. Nos teníamos que apoyar en la boya para no hundirnos, y a veces, la propia boya se movía por el oleaje provocando que nos desestabilizáramos.

Beatriz comenzó a temblar y a suspirar cada vez más fuerte.

  • Pa… papá ufff, me voy a correr, no puedo más, ahhhhhhh jodeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrr

Al final de su frase presioné mi dedo sobre la entrada de su coñito introduciendo mi primera falanje junto a la braguita de su bikini, que justamente hizo de tope y evitó que penetrase más allá de donde pudo.

Su orgasmo fue potente ya que puso los ojos en blanco, se agarró fuertemente a mi cuello y empezó a gemir pausadamente.

  • Joder, qué corrida papá, me has rematado el orgasmo a traición. Justo te iba a pedir que terminases conmigo, pero te adelantaste.

Se mordió el labio inferior y se lanzó a mi boca. Palpó mi polla durísima y a continuación enroscó sus piernas en mi cintura. Se ayudó de su mano para colocar mi polla en vertical para después apoyar su rajita sobre ella.

Comenzó a subir y a bajar, restregando su coño contra mi polla. Cualquiera que hubiese visto los movimientos desde lejos pensaría que estaríamos haciéndolo despacito.

  • uffff papá, mi chochito está demasiado caliente, joderrr, la tienes durisima.

  • Hija, me estás poniendo a mil, ufff, me vas a provocar una corrida brutal.

Entre jadeos y mientras subia y bajaba, intensificando el roce entre nuestros sexos, Beatriz sonrió.

  • El año que viene cuando volvamos de vacaciones te follaré aquí papá, te follaré con todas las ganas que tengo ahora y las que tendré entonces, te follaré hasta dejarte seco, dios, joder, no me aguanto!! me corroooooooooooo!!!

Mi hija se aferró de nuevo a mí con los ojos en blanco mientras hiperextendía el cuello hacia atrás. Sus gemidos eran casi chillidos y se acompasaban con sus temblores mientras iba recuperando poco a poco la compostura. El orgasmo había sido mucho más largo que cualquier otro que le hubiese provocado antes.

  • Papá, sujétame porfi, si cada vez que me provocas un orgasmo es mejor que el anterior… me acabaré ahogando, ufff. Ayer me provocaste la mejor corrida de mi vida, y es un anuncio en comparación a las que me has provocado ahora.

  • No sabes cuanto me alegro cielo. Y espero que cada orgasmo que te provoque sea mejor que el anterior.

Mi hija se abrazó a mí y me susurró un “gracias papá, esto es como un sueño hecho realidad para mí.”

A continuación se separó, me sonrió maliciosamente y sacó mi miembro fuera del bañador. Comenzó a masturbarme despacito pero con intensidad. No pude evitar comenzar a gemir.

  • Ahora te toca a ti papá. Relájate y disfruta.

Pero a pesar del placer no conseguía correrme, estaba a las puertas de un orgasmo terrorífico que no llegaba. Mi hija comenzó a impacientarse.

  • Papá. ¿Te estoy haciendo algo mal?

Pero justo cuando iba a contestarle una voz respondió desde un lateral de la boya.

  • No es culpa tuya, todo lo contrario, deberías sentirte orgullosa. Le has puesto tan cachondo que ahora necesita un nivel superior de placer para acabar con él.

Beatriz y yo nos asustamos, dimos un respingo y nos giramos para ver a una sonriente Marta. Desde cuándo estaba ahí y cuánto había visto u oído era un misterio. Mi prima se acercó aún más y continuó hablando.

  • Pocas veces he sido capaz de ponerlo en este estado. Y al principio era algo desesperante, porque por más que hiciese acababa agotada, con el coño destrozado de tanto correrme y él sin poder correrse. Me costó años dar con ciertas cosas que conseguían acabar con él.

Mi prima me echó una sonrisa maliciosa mientras estiraba sus brazos sobre mi cuello, desplazando a Beatriz.

  • Jovencita, yo me encargaré de él.

El disgusto y la tristeza de Beatriz eran notorios. De repente había aparecido otra persona para rematar lo que ella había empezado. Le daba rabia porque sabía que Marta me iba a follar directamente, y mi hija entendía que eso era un paso comedido que debíamos dar de forma especial.

Se disponía a marcharse nadando cuando la sujeté de un brazo. No me parecía justo para ella ni me sentía cómodo con esa situación. Mi prima se rió.

  • Jovencita, de verdad me crees tan cruel? No he dicho que te vayas. Yo voy a hacer que tu padre se corra dentro de mí, pero ese orgasmo es al 99% tuyo y tienes que presenciarlo. Te pido como favor de tía, aunque realmente no lo sea, que me permitas follar hoy con tu padre. No me aguanto las ganas de follarme a mi hijo, y eso va a ser demoledor para mi chochito, y creo que este es un buen día, un buen sitio y una buena ocasión para la follada de despedida.

Mi hija entendió claramente todo lo que ello suponía también para mí. Me miró sorprendida y debió ver tristeza en mis ojos. Se acercó a mí y me acarició la cara.

  • Lo siento mucho papá, sé lo que la tía significa para ti.

  • Es ley de vida cariño, y solo será un hasta luego entre ella y yo. ¿Verdad?

  • Por supuesto. Mi hijo tendrá que buscarse una jovencita con la que criar una familia. Pero mientras tanto esa polla descomunal es demasiada tentación para mí. Y me haré cargo de ella hasta entonces. Igual que Victor se hará cargo de ti, y sospecho que también de tu hermana, hasta que cada una de vosotras forme una familia.

  • Bien, me quedaré hasta que consigas que mi padre se corra, y luego me marcharé para que os despidáis en condiciones – mi hija me lanzó una sonrisa mientras se mordía el labio inferior.

  • Sé que eres buena nadadora y que aguantas mucho la respiración. Voy a tardar muy poco en terminar con tu padre – mientras se acercaba a mí y hundía una mano entre ella y yo – y quiero que lo veas en primer plano. Escucharle gemir y correrse seguro que ya lo has hecho, pero quiero que veas como su polla se vacía en mi coñito. Te sorprenderá.

De repente sentí mi glande colocado directamente en la entrada de la vagina de mi prima. Hizo un leve movimiento y su rajita cedió mientras la punta comenzaba a abrirse paso. Se detuvo mientras un gemido mutuo era arrancado de nuestras gargantas.

Beatriz miraba con espectación.

  • ¿Ya… ya se la has metido papá?

Pero fue Marta quien contestó.

  • No jovencita, solo la puntita, un movimiento de mis caderas y te aseguro que esa barra de carne se detendrá solo cuando sus huevos choquen contra mi culo. Coge aire y métete debajo del agua, quiero que veas como me follo a tu padre y como se corre dentro de mí. Habrá un par de cosas que te llamarán la atención.

Mi hija tembló y me miró dubitativa. Asentí y le sonreí. Lo siguiente que vi fue a Beatriz cogiendo aire y sumergiéndose.

De pronto sentí como mi prima se había enterrado hasta el fondo mi polla de un solo golpe. Entre el placer que sentí gracias al suave y lubricado coño de mi prima, y el saber que mi hija estaba viendo la penetración… casi me corro en el acto.

  • Uffff, tengo que hacer que me llenes pronto o tu hija tendrá que subir a coger aire y se perderá la corrida de su padre.

Otro movimiento de cadera repentino hizo que se sacase mi polla casi por completo. Mi prima me tenía cogida la medida después de tantos años de sexo ininterrumpido, y sabía como dejar tan solo mi glande en su interior para, con otro caderazo, volver a enterrarse mi polla hasta los huevos, como así hizo.

  • Joder primita, ufffff, estoy a punto, voy a reventar.

  • Uffff – suspiró mi prima mientras me miraba con ganas de comerme – que jodido placer me estás dando. Lléname de una puta vez primito, no me aguanto las ganas de sentir la leche que con tanto esmero ha preparado tu hija.

Mi hija, debajo del agua, pudo ver como mi polla entraba y salía casi por completo del coño de mi prima por tres veces. Y fue a la tercera cuando exploté, no pude más. Se me nubló la vista y senti que mis huevos comenzaban a vaciarse cuando mi prima retrocedió y dejó tan solo la mitad de mi polla introducida en su coño.

De este modo mi polla se volvió pulsátil y se podía ver como vibraba en cada chorro que introducía, casi con dolor por la intensidad, en el chochito de mi prima.

  • Joder primo, vaya manera de correrte, me estás inundando el coño de leche. Mejor – y se sacó la polla por completo dejándola libre en el agua mientras ella sonreía.

Los dos últimos chorros de semen salieron directamente al agua. Mi hija pudo ver como del coño de mi prima salía el semen que se apreciaba perfectamente para finalmente ver a mi polla expulsar los restos de un orgasmo monumental.

Un sonido de respiración sonó cuando la cabeza de mi hija salió del agua.

  • Guau! Menuda forma de correrte papá.

  • Y mejor ha sido sentirlo. La sensación del semen caliente dentro es ufffffffff. El mérito ha sido tuyo jovencita.

  • Gracias tia – acto seguido mi hija se acercó y metió su lengua en mi boca. El beso fue suave, tierno, despacio… sencillamente sublime. Cuando su lengua salió de mi boca me sentí huérfano. - Y gracias a ti también papá. Ahora os dejo solos, disfrutad de la despedida.

Y desapareció por un lateral de la boya mientras nadaba.

  • Bueno bueno primito, creo que te voy a dejar en buenas manos, pero ahora eres mío. Y no te voy a soltar hasta que ya no se te levante o hasta que mi chochito esté al rojo vivo.

  • Shhh, cállate. No hables tanto – un gemido y un gesto de sorpresa aparecieron en la cara de mi prima mientras dos dedos invadían su ardiente vagina – y déjame devolverte primero lo que has hecho.

Pero esta y otras historias las contaré en otro momento si me lo solicitáis en los comentarios o por email: relatoslionking@gmail.com