Cuando los hijos necesitan ayuda

En un agradable día de playa sucede una conversación con mi prima Marta mientras su hijo, mi mujer y mis hijas chapotean en el agua. Una confesión en la tumbona hará que todo cambie para siempre.

Era un hermoso día de playa, el sol pegaba con fuerza y me encontraba en una tumbona bebiéndome tranquilamente una cerveza. A mi alrededor había tumbonas vacías, excepto la de

mi lado, en la que se encontraba mi prima Marta.

En la actualidad mi prima se acercaba a los 40 años, pero gracias a su cuidado en el gimnasio parecía la misma que con 18. Lucía un ceñido bikini de color negro que alzaba sus curvas. Su pecho seguía siendo hipnótico por su tamaño en relación a su baja estatura y su delgadez. Su culo había mejorado gracias al gimnasio, y se acercaba peligrosamente a la perfección que exhibía su hermana gemela.

Sus enormes gafas de sol tapaban la madurez que exhibía su preciosa cara, adornada por un pelo largo de color negro y unos ocultos ojos de color miel. Por ella parecía no pasar el tiempo. Era común para mí quedarme embobado mirándola.

  • Primo, con tu mujer y mi marido revoloteando no deberías mirarme con esa cara de deseo, o al menos ponte las gafas de sol. Sabíamos que iba a ser un poco duro para nosotros, pero por eso tuvimos esa noche de sexo salvaje días antes de venir de vacaciones.

  • ¿Quién te manda estar tan increíble? Mis tíos hicieron un buen trabajo, y por partida doble.

Nos echamos a reír. Ambos divisamos la orilla de la playa. Allí se encontraban Rubén, el marido de Marta, y Elena, mi mujer. Con ellos se remojaban Raúl, un chico de 18 años, hijo de mi prima y dos preciosas bellezas fruto de mi matrimonio con Elena.

Mis hijas tenían 19 y 18 años respectivamente. Beatriz era la mayor y era casi una réplica de mi mujer. Mediana estatura, delgada, pecho pequeño, una cara escultural y un culo que era demencial. Todo ello adornado por un pelo largo de color negro, los ojos verdosos de su madre y una piel blanquísima.

Raquel, la pequeña, era bastante diferente. Era guapa, pero no al nivel de su hermana. Su culo era bonito pero su consonancia con sus piernas no llegaba tampoco al nivel de Beatriz. Por contra, su pecho era espectacular, era grande y, debido a su delgadez, el contraste era tal que había tantos cuellos rotos por su cuerpo en general que por el culo y la cara de su hermana. Todo ello estaba adornado por un pelo largo de color castaño claro tirando a rubio, como mi pelo, una piel de color tostado (se ponía morena con facilidad, también como yo) y unos ojos de color marrón. Sin duda había sido bendecido con dos preciosidades.

  • ¿Sabes que Susana está enfadada contigo? ¿Cuánto tiempo llevas sin follar con mi hermana?

  • Casi dos años, pero no porque no quiera, simplemente no hemos coincidido. ¿Quién le mandaría vivir tan lejos de todos nosotros?

  • Es una pasota, para todo, además mucho envidiarme y resulta que le acabo envidiando yo a ella. No se cuida nada y sigue teniendo el mismo cuerpo que hace 20 años. Y yo para seguir follando contigo necesito machacarme en el gimnasio. Si no no podré seguir el ritmo de tu preciosa mujer.

  • No seas boba – fingí tomarme en serio su comentario – aunque no te cuidases tanto seguirías siendo una preciosidad y seguiríamos buscándonos. Además, yo me cuido tanto en el gimnasio por lo mismo.

  • Mira que eres tonto Victor. Te cuidas tanto que mis amigas quieren follarte sin compasión. Les da igual que estés casado y con hijos. Supongo que como a nosotros. Qué irónico es todo. Me hace mucha gracia cuando nos encontramos con ellas y Elena no para de mirarlas de reojo. No se fía ni un pelo. Oh, por cierto. ¿Sigue funcionando igual de bien en la cama?

  • Por suerte sí, no me puedo quejar...

Antes de continuar la miré extrañado y vi que se estaba aguantando la risa. De pronto recordé que anoche a mi mujer le afectaron de más las copas y se puso en plan loba. Hacía mucho tiempo que no follábamos tan a lo bestia.

  • ¿Gritó mucho?

  • ¿Que si gritó? Por la forma en que lo hizo se corrió tres veces, la primera mientras le comías el coño y las dos siguientes follando. Seguro que no me equivoco.

  • Fueron dos comiéndole el coño y una follando. No hubo cuarto porque fueron demasiado intensos para ella.

  • Vaya, asi que hubo mamada con final feliz.

  • Sí, y para compensarme esta mañana me ha hecho otra, porque seguía irritada. Es la única pega que tiene Elena. No es del todo multiorgásmica y necesita un par de días de recuperación.

  • ¿Por eso sigues follando conmigo?

Mi mirada fulminante fue tal que ella se echó a reir a carcajada limpia.

  • Vale, vale, ya dejo de pincharte. Mi marido se animó con los gritos, pero fue lo de siempre, se puso tan cachondo que no había acabado de metérmela y ya me había llenado el coño de semen. Generalmente dura un minuto, pero el morbo de escucharos fue demasiado para él. Ainsss… cuando se durmió estuve media hora en el baño metiéndome los dedos mientras imaginaba que esos gritos eran míos y que eras tú quien me follaba.

  • ¿Cuántas veces te corriste?

  • Diez

  • ¿En serio te pusiste tan cachonda?

Marta asintió con amargura. Acto seguido se bajó las gafas mientras me echaba una mirada maliciosa. Me susurró un “Asi que imagínate cuando acaben estas vacaciones conjuntas y te pille por banda. Te voy a destrozar.”

Me relamí los labios y nos quedamos en silencio mirando hacia la playa. Los minutos pasaban con tranquilidad, hasta que Marta rompió el silencio.

  • Nuestros hijos no tienen apenas complicidad entre ellos. Siempre pensé que el estar tanto tiempo juntos como nosotros de niños podría surgir lo mismo que entre nosotros. De hecho pensaba que mi hijo se pondría las botas como tú con nosotras dos.

  • Seguro que vosotras conmigo no os ponéis las botas.

Era delicioso ver a Marta reir a carcajadas. Cuando paró Marta me miró y me dijo algo que me dejó helado.

  • Creo que no tienen complicidad por culpa nuestra.

  • ¿Culpa nuestra?

  • ¿Qué tipo de relación tienes con tus hijas? ¿Has hecho algo con ellas?

Puse una cara de muy extrañado y empecé a divagar.

  • Lo cierto es que no. Con Beatriz tengo una complicidad brutal y nos contamos todo. Ha follado ya con un par de chicos y me cuenta todo lo bueno y lo malo. Incluso cuando Elena y yo follamos a la mañana siguiente me pregunta y le cuento con pelos y señales nuestros polvos. Me llevo mejor con ella que con su propia madre.

  • Interesante… jejeje, cuéntame qué tal tu relación con Raquel.

  • Con Raquel no tengo esa complicidad, pero es super cariñosa y constántemente estamos abrazados o con ella sentada en mis piernas. Supongo que es una complicidad diferente.

  • Y en cambio es superfría con el resto de la humanidad. ¿No te parece curioso? ¿Has tenido alguna situación embarazosa con ella?

No sabía donde quería llegar mi prima con el interrogatorio, pero decidí seguirle el juego.

  • Una vez llegó a casa mientras Elena y yo estábamos en los preliminares. Nos vestimos rápidamente y salimos con normalidad de la habitación. Me senté en el sofá y rápido vino a darme un abrazo. Se sentó en mis piernas y…

  • Y la tenías durísima.

  • Exacto. Lo sintió de pleno porque encima llevaba unas mallas superajustadas y se colocó la erección directamente en su culo.

  • ¿Oh? ¿Y qué hizo?

  • Me miró extrañada, asi que tuve que decirle lo que había pasado realmente. Su reacción fue un “lo siento papá, no pretendía cortaros el rollo, no te preocupes que en 10 minutos me voy al chino y hago tiempo para que terminéis.”

  • ¿Cómo lo dijo?

  • ¿Eh?

  • Me refiero a la manera en la que lo dijo.

  • Sonriendo cálidamente, como siempre, pero, ahora que lo pienso…

Marta abrió los ojos de par en par y sonrió.

  • No me digas que durante esos 10 minutos no se movió y estuvo con tu polla dura como una piedra entre sus piernas.

  • Así es, pero es muy tímida para esos temas. Si me hubiese pasado con Beatriz seguramente habríamos hablado del tema.

  • Tus hijas te adoran mucho más de lo que piensas.

  • ¿Eh?

  • ¿Nunca te has planteado tener algo con ellas verdad? Yo con Raúl tampoco, hasta que surgió la chispa.

Estaba empezando a flipar. Marta sonreía orgullosa mientras me miraba.

  • Fue por accidente. Hace un año le pillé llorando desconsoladamente. Tras insistirle mucho me contó que el problema era que la tenía enorme.

  • ¿Enorme?

  • Sí, enorme, y no exageraba el pobre. Por dos veces había intentado follar con su rollo y las dos veces fue imposible, la chica era virgen y eso no entraba. Tras la segunda intentona la chica directamente le dijo que no quería volver a intentarlo, que eso era monstruoso.

  • Pobrecillo, me recuerda a Esther pero contrariamente. Los extremos siempre tienen problemas.

  • Exacto. Le pedí que me lo enseñara para poder hablar con él. Terco como una mula cedió tras media hora tranquilizándole. Incluso flácida era enorme. Para poder aconsejarle le pedi que me la enseñase en erección y para ello le ayudé. Por suerte se dejó hacer.

  • ¿Le masturbaste?

  • Sí, se la puse a tope y era increíble. Enorme. Hablando me dijo que en los últimos días tenia dolores por no haber descargado y acabé la faena. Cuando se corrió aquello fue como una manguera. Pensé que se asustaría pero me dio las gracias.

  • Y aquello no terminó ahí ¿verdad?

Marta rió una vez más.

  • Cogimos complicidad, lo hablamos tranquilamente y le dije que cuando lo necesitase me lo dijese. Desde entonces le masturbo dos o tres veces por semana, y cuando termino me voy chorreando al baño a masturbarme como una loca.

  • ¿No ha ido a más la cosa?

  • Hace un mes le expliqué como masturbarme y lo hace genial. Nos corremos juntos siempre. Aunque un par de días antes de venir fui más allá… le hice su primera mamada.

  • ¿Y qué tal?

  • Me la puedo meter en la boca hasta la mitad solamente, y tengo que abrirla mucho. Fue todo un caballero, ya que gimiendo podía adivinar cuando se iba a correr, pero me detuvo y me avisó. Se asustó cuando vio que yo no paraba y que no iba a poder aguantar – y se rió a carcajadas – pero finalmente entendió que era lo que yo deseaba. Su corrida fue descomunal, me pude tragar la mitad, porque la otra mitad tuve que dejar que escurriera por mi boca.

  • ¿Y qué ocurrió después? - He de admitir que la historia me estaba empezando a despertar las hormonas.

  • Me masturbó y me sentí tentado a pedirle que me comiera el coño, pero prefiero ir paso a paso.

  • ¿Te lo acabarás follando?

Marta suspiró y se puso triste. Asintió, pero no sin antes explicarme el problema que implicaba.

  • Ardo en deseos de que me abra el coño en canal, pero quiero retrasarlo todo lo que pueda. ¿Sabes? Una vez que mi coño se amolde a esa polla…

De repente entendí todo. Yo también suspiré y miré hacia la playa. Marta me miró dubitativa.

  • ¿Qué crees que debería hacer primito? Podría ser el fin para nosotros, al menos hasta que mi hijo encuentre a alguien. Te aseguro que aunque tu polla tiene buen tamaño… follar será insufrible para ti y para mí.

Una tristeza me embargó, pero entendía que mi prima deseaba poseer a su hijo con todas sus fuerzas. Me sorprendí mirando a mis hijas y me pregunté si yo sería capaz de llegar tan lejos. Yo al menos no tenía el problema del sexo, ya que Elena se esmeraba mucho en complacerme.

Miré a mi prima sonriendo y la consolé.

  • Marta, debes hacerlo. Por ti y por tu hijo. Tú y yo podemos dedicarnos al sexo oral para matar el gusanillo entre nosotros. Por muy dilatado que tengas el coño se rendirá ante mi lengua. En el futuro, cuando tu hijo se deba a su chica y haya pasado un tiempo prudencial, seguro que podemos volver a follar.

Mi prima sonrió mientras una lagrima caía por su cara.

  • Gracias Victor. Te aseguro que sin tu aprobación no daría ese paso, eres demasiado importante para mí.

Nos quedamos en silencio, hasta que mi prima se levantó.

  • Elena y mi marido vienen a pedirnos el relevo, nuestros hijos tienen demasiada energía para ellos. Escúchame, antes de follar con mi hijo tendremos una última noche memorable. Quiero que follemos como nunca, que me poseas como si fuese el último día de nuestras vidas. Solo entonces me follaré a mi hijo con tranquilidad.

  • Te prometo que así lo haré.

  • Oh, y prométeme que tendremos sexo oral con asiduidad, no puedo vivir sin tu lengua.

Marta se mordió el labio mientras me miraba con un deseo inenarrable.

  • Te lo prometo primita. Anda, vayamos al agua, que estoy empezando a empalmarme y a ver como lo explicamos.

Justo en ese momento apareció Elena.

  • ¡Cariño! Ve a cansar a esas dos jovencitas, yo estoy muerta. Estoy muy mayor para estas cosas.

  • Pero qué dices Elena, con ese cuerpazo que gastas no engañas a nadie – Marta le regañó

Miré a mi mujer y pude comprobar como su ceñido bikini de color rojo le quedaba de escándalo. A pesar de haber llegado a los 40 años, su cara y su culo parecían los de una veinteañera. Su vientre plano desafió sin problemas a los dos partos que tuvo, e incluso su poco pecho parecía sentar bien al físico en su conjunto. El pelo corto realzaba su madurez y a la vez su belleza. Mi mujer tenía un físico espectacular.

Dos horas de ejercicio diario tenían la culpa, pero por una lesión se tiró meses sin entrenar y su fisico no varió ni un ápice. La genética de Elena era brutal, y parecía que mi hija Beatriz la había heredado por completo.

  • Mira quién fue a hablar – De pronto Elena se giró para ver que el marido de Marta todavía estaba lejos – tendré que cuidarme y esmerarme para evitar que mi marido vuelva a caer en tus garras. Eres un puñetero pivón capaz de embaucar a la muerte misma.

  • Qué boba eres, por lo que me cuenta Victor le tienes supersatisfecho. No deberías temer a nadie – dijo cínicamente mi prima con una sonrisa en la cara.

De pronto agarré el precioso y duro culo de Elena y me pegué a su cuerpo. Ella me miró con sus ojos verdosos sonriente.

  • Asi que mi marido está muy satisfecho conmigo. Y yo con él.

De pronto me susurró al oido: “¿Recuerdas que en la luna de miel me volviste loca y te hice una garganta profunda hasta que te corriste directamente en mi garganta? Estoy dispuesta a repetirlo esta noche como agradecimiento y como disculpa por lo de ayer. Sé cuánto te gusta correrte en mi coño, pero sigo irritada.”

Elena se mordió el labio y se tumbó en la tumbona. Luego se echó a reir mientras me gritaba graciosamente.

  • Corre, ve al agua a bajar eso mi amor.

Eché a caminar junto con Marta en dirección al agua mientras le sacaba la lengua a mi mujer.

  • ¿Se me nota mucho?

  • Tu mujer es una cabrona, te tumbaba ahora mismo aquí y te cabalgaba hasta morir, pero además de ella hay otras dos jovencitas que tampoco pierden detalle desde la distancia.

  • No me tientes...

De pronto pude observar como mis dos hijas me miraban atentamente, y parecía que lo hacían en dirección a mi notorio bulto.

  • Estoy cachondísima, voy a ver si en el agua puedo hacer algo con mi hijo, seguro que si nos masturbamos juntos no se notará. Necesito correrme urgentemente o te acabaré violando en el agua y nos costará el divorcio.

Vi que Marta entraba corriendo en el agua, nadaba hasta su hijo y le daba un fuerte abrazo. Yo nadaba tranquilamente hasta mi hija Raquel, que era la más cercana. Mi hija me recibió efusivamente y me abrazó enroscándose a mí.

No se si aposta o por accidente pegó todo su cuerpo al mío y colocó mi dura polla justo sobre su rajita. Al sentirlo se puso roja y se separó al instante.

  • Pa… papá, lo siento, había olvidado que venías así. Ojo lo que mamá te hace sufrir, aunque a juzgar por lo de anoche no deberías haberte quedado con ganas. Mamá gritaba como una loca. Debió enterarse toda la planta del hotel.

  • Bueno, ha vuelto a provocarme antes de venir al agua, no es que me haya dejado con ganas cielo.

  • Me alegra saberlo, pero por lo que veo habrá guerra esta noche ¿verdad?

Me sorprendí al ver que por primera vez Raquel trataba el sexo con naturalidad, y esa sorpresa le incomodó.

  • Lo siento papá, perdóname, no debería haberte dicho eso. No debería ser de mi incumbencia.

  • No cielo, me he sorprendido porque me parece genial escucharte decir esas cosas.

  • ¿De verdad? ¿No te parece raro?

  • En absoluto. A ver, lo que ocurre es que me encanta acabar dentro de tu madre, en su…

  • Vagina, coño, chocho… por favor papá, no soy una cría, usa el término que más te guste – dijo con cierto enfado. Raquel había heredado una sola cosa de mi mujer, y era su carácter.

  • Tienes razón cielo, me encanta acabar dentro de su coño, pero no pudo ser, tu madre se irrita con facilidad cuando tiene varios orgasmos seguidos y le deja KO algunos días.

  • ¿De verdad? ¿Entonces tú… no te corriste?

  • Sí, me hizo acabar con su boca y me corrí muy agusto, pero no es lo mismo.

  • Asi que estás ligeramente insatisfecho. Bueno, supongo que mamá lo arreglará esta noche ¿no? Yo en su lugar usaría mi boca hasta dejarte satisfecho. Estooo, quería decir, que en su lugar…

Raquel se puso roja y extremadamente nerviosa mientras comenzaba a tartamudear. Acaricié su cara y le sonreí.

  • Ya sé lo que querías decir hija, no te preocupes que no lo malinterpreto.

Mi hija asintió y sonrió.

Acto seguido nos abrazamos y volví a colocar mi polla por encima de su coñito. Dio un respingo al ver que esta vez era yo el que la abrazaba y le hacía sentir mi dureza. Para mi sorpresa sentí como apretaba su cadera contra mí empujando mi polla contra su coño. Pude sentir a través de su bikini los labios mayores cediendo ante el tronco de mi miembro.

Rápidamente se separó rojísima. Me dio un beso en la mejilla y me susurró un “gracias por haber confiado en mí papá. Me salgo a la toalla que empiezo a tener frío. Viene Bea hacia aquí.”

Mientras Raquel nadaba hacia la orilla y Beatriz se acercaba hacia a mí pude ver a Marta y a su hijo en una postura extraña. Su hijo tenía la boca abierta y solo se movía para flotar. En cambio Marta también luchaba por flotar con sus dos manos debajo del agua. Estaba claro que lo estaba masturbando.

Marta me miró, sonrió y me guiñó un ojo mientras se mordía el labio. No pude responder el gesto porque dos brazos me rodearon por la espalda para hacerme una aguadilla.

Al subir pude ver a mi hija Beatriz riéndose a carcajadas.

  • Papá, deberíamos irnos de aquí, creo que la tía Marta está masturbando al primo.

  • ¿Qué? ¿Tú crees? - fingí sorpresa, aunque estaba sorprendido de la perspicacia de mi hija y se que lo viera con tanta naturalidad.

  • Sólo mírale la cara, lo está gozando, no creo que tarde en correrse. Nademos hacia las boyas, que a ti también te va a venir bien, menudo empalme traías por culpa de mamá.

  • ¿No te escandaliza lo de tu tía?

  • Es que una vez los pillé in fraganti, ya me sorprendí en su día. El primo parece un caballo de lo grande que la tiene, pobre de la mujer a la que le entre eso, la va a destrozar. No me gustaría estar en su pellejo.

Me eché a reir.

  • ¿No te gustan grandes?

  • Los extremos dan muchos problemas papá. Tú mismo me contaste la historia de tu amiga Esther y de lo difícil que era follar con ella. Además, cuando una polla de ese tamaño entre en un coño será para jurarle fidelidad. ¿Qué otra polla podría satisfacerlo una vez dilatado a ese extremo?

  • En eso tienes razón – De pronto me embargó una tristeza al recordar que Marta ya había vaticinado eso y me había hecho saber que una vez que se follase a su hijo todo cambiaría.

  • Papá, me temo que una vez que la tía se lo folle ya no podrás volver a follar con ella.

  • ¿Qué? Pero…

  • Papá, se supone que tenemos plena confianza, y tuve que enterarme viendo y escuchando como follábais hace dos semanas. No sois muy listos y no os disteis cuenta de que estaba estudiando en silencio en mi habitación. Al principio me enfadé, pero al ver como la tía era multiorgásmica y como tú te corrías más de una vez… lo entendí. Me dolió porque no me lo contaste, aunque entiendo que pensaras en que podría sentirme traicionada por mamá.

Suspiré y abracé a mi hija.

  • Te pido perdón hija, tienes toda la razón del mundo. Ya conoces la historia previa con mi prima y solo esa monstruosidad me separará de ella.

  • ¿Aún no han follado?

  • No, me ha dicho ella que no.

  • Nademos hacia las boyas y dejémoslos solos. Veo que él ya se ha corrido porque ahora es la tía la que lo está gozando.

Pude ver como Marta tenía cara de estar jadeando y su hijo tenía las manos metidas en el agua. Estaba claro que la masturbación estaba siendo al contrario. Miré hacia la orilla y solo vi a Raquel mirando atentamente en esa dirección. Elena y el marido de Marta estaban dormidos en las tumbonas.

Cuando llegamos a una boya la bordeamos y nos situamos a un lado.

  • Papá, no quiero que vuelvas a ocultarme nada por favor.

  • ¿Estás cachonda hija?

  • ¿Qué? - La sorpresa era mayúscula en la cara de Beatriz.

  • Si quieres confianza total tendrá que ser para los dos cielo.

Beatriz se mantuvo pensativa y acabó suspirando.

  • Tienes razón papá, y sí, estoy chorreando, no estoy cachonda, estoy demasiado cachonda.

  • Pues estamos buenos los dos.

  • ¿Sigues empalmado papá?

  • Sí. ¿Qué es lo que te ha puesto cachonda?

  • Verte así y ver como la tia y el primo se masturbaban mutuamente. Y lo peor es que estoy en un punto en el que necesito masturbarme, asi que tendrás que salir tú primero papá.

  • No puedo cielo, me ocurre lo mismo.

  • ¿No puedes esperar a que mamá repita lo de anoche? - se echó a reir a carcajadas – no me has contado cómo fue.

Le hice un resumen rápido. Mi hija sabía desde hace mucho tiempo que mi glande era demasiado sensible y que solo el sexo vaginal era capaz de provocarme orgasmos lo suficientemente intensos como para dejarme satisfecho.

  • Lo siento mucho papá, siempre me has contado lo mucho que te satisface correrte dentro de mamá.

  • Tu madre se esmeró mucho con las mamadas cariño, no puedo culparla.

Beatriz me dio un abrazo mientras me susurraba un “gracias”. Nuestros cuerpos quedaron muy juntos y de nuevo se repitió el hecho de que mi polla contactase con el coño, esta vez de Beatriz.

Ambos jadeamos a la vez.

  • Mierda papá, lo siento, lo he hecho inconsciente. Necesito que te vayas, necesito masturbarme ya.

  • No puedo hija, estoy en la misma situación

  • Mierda, pues si nos masturbamos uno detrás de otro será sospechoso ver como uno se va y luego vuelve. Papá y si…. Nos masturbamos juntos?

  • ¿Crees que estará bien hacerlo?

  • ¿Crees que estaría bien no hacerlo papá? Ahora mismo estamos tan cachondos que solo el hecho de ser padre e hija nos impide estar follando ya mismo. ¿Masturbanos? Es una nimiedad.

La mano de mi hija palpó mi bañador y sacó mi dura polla fuera de él.

  • Tiene un muy buen tamaño papá, esto es ideal, aquello no – dijo señalando hacia Marta y su hijo Raúl.

Mientras una mano de mi hija palpaba con suavidad mi miembro, pude ver como Marta y su hijo nadaban hacia la orilla. De pronto Marta se giró y se quedó mirándome. Debió entender algo porque enarcó sus cejas y se puso una mano en su boca.

Finalmente me tiró un beso, me sonrió y me guiñó el ojo mientras se daba la vuelta para alcanzar a su hijo.

  • Parece que la tía y el primo ya han terminado. Han sido rápidos. Y por los gestos de la tía parece que entiende la situación en la que nos encontramos.

Mi hija sabía que mi prima era de fiar. Llegados a este punto debo aclarar que no era su tia en realidad, pero al vivir muy cerca y tener una relación tan cercana, mi prima siempre se había comportado como si fuese la tía de mis hijas.

  • Nosotros tampoco deberíamos tardar. ¿Cielo, no deberíamos pensar en tu madre?

  • Papá. ¿De verdad vas a pensar en mamá conmigo y no lo haces con una prima tuya?

  • Touché. ¿Pero qué hay de ti?

  • Quiero que me hagas una promesa antes y entonces te contestaré.

  • Muy bien hija, dime qué es lo que quieres que te prometa.

  • Que siempre trates de satisfacer a mamá y sigas haciendo lo que haces con ella. No me molestó lo de la tía porque me encanta como tratas a mamá. Eres un hombre cariñoso y atento con tu mujer e hijas. Y siempre que os oigo en la cama es imposible no oirle chillar de placer. A pesar de ser mi padre es imposible ver que eres un hombre guapo, atractivo, apuesto, atento, inteligente y cariñoso. Si de verdad fueses una mala persona ya hace tiempo que te habrías pasado por la piedra a muchas otras mujeres.

Me sentía emocionado por el análisis de mi hija. Suspiré mientras miraba a lo lejos como Marta salía del agua. Parecía estar viéndola en bikini, en la piscina, el primer día que tuvimos un primer contacto sexual por accidente.

  • Lo de Marta es inevitable. De no ser primos es posible que ella hubiese sido la mujer de mi vida. Pero tu madre era mi mejor amiga, una persona muy especial para mí, y me acabé enamorando de ella. Ella es y será la mujer de mi vida, por lo que es muy fácil para mí prometerte eso. De hecho, ni siquiera hacer falta.

  • ¿Si salieses del agua y te esperasen la tía y mamá desnudas esperando a ser folladas? ¿A quién elegirías?

  • No sin dolor me follaría a tu madre. Pero sería inevitable para mí compensar a tu tía en cuanto pudiese.

  • Es más que suficiente papá.

Me hija me abrazó y me agarró de la mano.

  • Ven, escondámonos detrás de la boya. ¿Querías saber qué hay de mí no?

Asentí mientras los dos nos situábamos detrás de la enorme boya flotante. Antes de desaparecer a la vista pude ver a mi hija Raquel mirándonos atentamente. Por contra, Marta y su hijo parecían haberse quedado semidormidos en sus tumbonas .

  • Quiero esto…

Mi hija volvió a agarrarme mi dura polla y comenzó a masturbarme con suavidad. Comencé a jadear mientras Beatriz se pegaba a mí e introducía su lengua en mi boca.

El beso fue maravilloso, jamás me habían besado con tanta sensualidad y con tanta suavidad. Cuando terminó me quedé absorto mirándola.

  • Vuelve a besarme cielo, por favor.

Y lo hizo, pero esta vez añadió pasión, y no pude aguantarme. Entre el beso y la masturbación con su suave mano me corrí, y lo hice brutalmente mientras no dejaba de besarme con ella.

Beatriz sintió las palpitaciones y se detuvo, aferró su mano a mi miembro para sentir como me corría.

  • Guau papá, me siento halagada por haberte hecho tardar tan poco. Escuchando tus polvos con mamá y el que echaste con Marta sé de buena tinta que no eres un eyaculador precoz precisamente. Menuda corrida, como lo he sentido.

Mi hija se mordió el labio y después volvió a besarme.

  • Cielo, es increíble como besas. Jamás me habían besado asi.

Beatriz se disponía a contestar cuando tembló y jadeó.

  • Pa… ¡Ahhh!

Sus ojos se abrieron como platos al sentir como mi mano se había posado por encima de su coñito. Un dedo travieso presionó a través de la tela del bikini y recorrió su rajita con suavidad. Un segundo jadeo salió de su boca en cuanto mi dedo razó su clitoris.

Mi mano ladeó el bikini y pude sentir la perfecta depilación total de mi hija. Un dedo rebelde comenzó a colarse en la resbaladiza vagina de Beatriz.

  • Ufff, papá, necesito correrme con urgencia, nunca he estado tan cachonda. ¡¡Ahhhhh!! ¡¡Ahhhhhh!!

Por suerte el oleaje tapó los gemidos que arranqué de su boca tras la incursión de un segundo dedo a través de su coñito.

Cuando mis dos dedos se habían introducido por completo me detuve y volví a besar a Beatriz. A continuación doblé mis dedos e hice un gancho. Solo entonces me di cuenta de que la vagina de mi hija era bastante estrecha.

Mis dedos comenzaron a bailar, moviendo uno y después el otro. Es algo que a Elena dejé de hacerle hace mucho tiempo porque en cinco minutos se corría tres veces y su vagina quedaba completamente irritada.

Beatriz comenzó a gemir y a gritar, ahogando todo en mi hombro mientras su cuerpo no paraba de temblar.

  • ¡¡Ahhhh!! ¡¡Uhmmmppfffff!! ¡¡Uhmmmmpfff!! ¡¡Ohhh!! ¡¡Uhmmmmmpppffff!!

  • Disfruta cielo

Un minuto más tarde mi hija abandonó mi hombro, completamente roja y llena de babas.

  • ¡¡¡Ahhh!! ¡¡Papá!! ¡¡Me voy a correr!! ¡¡Jodeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrrr!! ¡¡Me corroooooooooo!!! ¡¡Ufffffffffffffffff!!!

Su cuerpo comenzó a convulsionar mientras sentía como su vagina vibraba y temblaba sobre mis dedos. Mi hija estaba teniendo un orgasmo descomunal.

Entrecerró sus ojos mientras me miraba y gemía, disfrutando de su corrida. Sus brazos trataban de aferrarse a mi cuello para no hundirse. Mis dedos abandonaron su cueva con suavidad para después colocar con delicadeza la braguita del bikini.

Cuando volvió en sí me abrazó y me besó de nuevo.

  • Gracias papá. He soñado con esto desde que me toqué por primera vez. Tuve mi primera corrida, empapando mis bragas mientras te escuchaba follar con mamá. Y no sabes las innumerables veces que me he masturbado pensando que eras tú quién lo hacía. Las cuatro veces que he follado he imaginado que eras tú quien me poséia…

De pronto se puso a llorar.

  • Cariño, me halaga mucho todo lo que dices, no llores por favor.

  • No puedo evitarlo papá, he tenido la mejor corrida de mi vida y has sido tú quien me la ha provocado. Sé que soy feliz con poco, pero soy muy feliz.

Volvió a besarme de nuevo y pegó su cuerpo al mío. Volvía a tener una erección terrible y mi hija lo notó en su coño. Se apretó fuertemente a mí y se mordió el labio del mismo modo que su madre.

  • Quiero follarte papá, pero antes quiero vivir otras cosas contigo, no quiero que sea repentino. Guarda munición para mamá para esta noche. Querré que me expliques como te hace las mamadas… - y susurrándome al oído - … para poder hacértelas de la misma manera.

Sujeté a mi hija suavemente del brazo y fui yo quien se acercó a su oído.

  • Pues sabrás por qué tu madre y tu tía se vuelven locas con mi lengua…

  • Papá, antes de volver quiero pedirte algo.

  • Claro hija, dime.

  • Tengo la sensación de que Raquel tiene los mismos sentimientos hacia a ti. No le interesa ningún chico y sospecho que es porque te desea tanto como te deseo yo. Pero es muy tímida y se siente inferior a mí absurdamente. Tiene un cuerpazo pero no se lo cree, y creo que no lo hará hasta que se atreva a intentar algo contigo. Te suplico papá que te dejes llevar y que la ayudes llegado el momento. Una simple masturbación puede ser suficiente para que no se crea inferior a nadie.

Hablamos largo y tendido sobre lo controvertido de la petición, pero estaba de acuerdo con ella en que mi hija Raquel era un pivón. Diferente a Elena y a Beatriz, pero tenía un cuerpo espectacular y una delantera de escándalo.

Finalmente accedí. Mientras volvíamos nadando hablamos sobre el cuidado que tendríamos en nuestros escarceos de ahora en adelante.

  • No te preocupes papá, haré todo lo posible por suplir la ausencia de la tía. Solo espero no haber heredado el problema de mamá y poder ser multiorgásmica.

  • Eso lo averiguaremos pronto cielo. Yo también me esmeraré para que estés satisfecha.

  • Raquel se ha metido en el agua y está nadando hacia aquí.

Vimos como se acercaba a nosotros e ignoraba por completo a su hermana. Al llegar a mi altura me abrazó con fuerza y nos hundimos. Cuando volvimos a la superficie vi que Beatriz sonreía mientras se daba la vuelta y nadaba hacia la orilla.

Raquel se cercioró de que su hermana estaba lo suficientemente lejos antes de lanzarme una mirada asesina.

  • Papá. ¿Me explicas por qué os habéis escondido detrás de la boya y habéis tardado un rato en volver?

Mi cara era un poema, pero no sabía que contestarle.

  • Papá, solo espero la verdad.

  • ¿Puedo confiar en ti cielo?

  • Sabes que sí – espetó enfadada Raquel.

  • Bien, pues tu hermana y yo nos hemos masturbado mutuamente, lo necesitábamos y nos hemos ayudado.

Raquel me miraba alucinada. Tardó unos instantes en reaccionar y dirigió una mirada hacia la orilla mientras veía el escultural cuerpo de Beatriz caminando con delicadeza hacia la tumbona.

  • Mi hermana es increíble. No me extraña que hasta tú hayas caído ante ella. Es capaz de conseguir lo que se proponga.

Raquel bajó la mirada con tristeza. Sentí pena por ella.

  • ¿Por qué te pones triste? No eres peor que ella cielo.

  • ¿Cómo puedo compararme con esa cara y ese culo que tiene? Es un clon de mamá. ¿Por qué no he podido yo ser como ellas?

  • ¿Y qué hay de malo en ser diferente? Tienes un cuerpazo hija, y tanto tu madre como tu hermana envidian sanamente tu delantera.

  • No quiero que me mientas para hacerme sentir mejor papá.

Me puse muy serio con ella, ya que estaba visiblemente enfadada.

  • No te estoy mintiendo, es la pura verdad. Eres guapisima, tienes buen culo, tus caderas son algo más anchas pero realzan tu vientre plano y tu delantera es sencillamente espectacular.

  • ¿Cómo sé que me estás diciendo la verdad?

  • Solo dime como puedo demostrártelo,

Raquel se quedó pensativa y me miró fijamente a los ojos.

  • Quiero que un día me hagas lo mismo que le has hecho a ella y me expliques que te hizo para hacértelo yo a ti. ¿Se corrío?

  • ¿Cómo?

  • Que si tuvo un orgasmo papá. ¿Se corrió? ¿Disfrutó?

  • Me ha dicho que tuvo la mejor corrida de su vida.

  • Bien, pues para demostrarme que es cierto tendrás que conseguir lo mismo en mí. Y es fácil. Nunca he tenido un orgasmo, a pesar de que me he masturbado muchas veces escuchándote follar con mamá, pero no logro llegar al final. Hazme sentir lo que es tener un orgasmo y te juro por Dios que jamás volveré a sentirme inferior a ellas.

  • Trato hecho hija, pero me enfadaré mucho si después vuelvo a verte infravalorarte.

Me abrazó con fuerza.

  • Gracias papá, por confiar en mí. De verdad te juro que me sentiré la mujer más dichosa del mundo si de verdad cumples. Y me disculparé con Beatriz, ya que lleva años diciéndome lo mismo que tú. Sé que lo hace por mi bien, pero siempre he tenido dudas de si lo decía de verdad o lo hacía por compasión.

  • Te aseguro que lo dice de verdad, y yo conseguiré que la creas. Ahora bien hija – y le susurré al oído – conseguiré que te corras más de una vez, asi que no tendrás excusa alguna nunca más.

Sentí como mi hija temblaba mientras asentía.

  • Volvamos a la orilla, se hace tarde cielo.

Raquel se echó a reir y empezó a jugar conmigo mientras volvíamos a la orilla. Por primera vez noté cierta felicidad en su cara.

En la tumbona Beatriz nos miraba con una sonrisa de satisfacción. Marta y Elena ya estaban haciéndonos gestos con la muñeca para indicarnos que se hacía tarde. El resto estaba comenzando a recoger todo.

Sonreí pensando en que mi mujer había accedido por primera vez a realizarme una garganta profunda desde nuestra luna de miel. Algo muy desagradable para ella pero muy placentero para mí. Estaba demasiado excitado por lo de mis hijas y me sentía en la coyuntura de emplearme más que nunca con Elena.

Era raro, pero cuánto más deseaba a mis hijas más deseaba a mi mujer. Solamente lamentaba no poder follármela esta noche.

Volvimos al hotel, y mientras lo hacía pensaba en si llegaría a follarme a mis hijas, en si ellas me desearían tanto como para llegar hasta ese punto. También me preguntaba si Marta tardaría mucho en follarse a su hijo. Pero antes había pendiente una despedida con ella como Dios manda.

Tras la cena cada uno fue a sus habitaciones. Raquel se despidió de mi mujer y de mi con un abrazo para cada uno. Noté a mi hija más contenta y me guiñó un ojo al irse.

Beatriz por contra me sacó la lengua y me susurró un “disfruta” mientras ella se mordía el labio y ponía su mano en su coñito por encima de su pantalón. Estaba claro que se iba a masturbar en cuanto entrase en su habitación.

Elena y yo entramos en nuestra habitación. Y tras hacerlo me abrazó.

  • ¿Estás preparado para inundar mi garganta?

  • No tienes por qué hacerlo, es muy desagradable para ti.

  • Sí, lo es, pero es mi forma de darte las gracias por aguantar tantos años conmigo follando solamente cada tres o cuatro días. No te culparía si quisieras follarte a otras, pero quiero evitarlo a toda costa. Eres mío y me haré valer.

...

Y vaya si lo hizo, como lo ha hecho durante tantos años, pero esta y el resto de historias las contaré en otro momento si me lo solicitáis en los comentarios o por email: relatoslionking@gmail.com