Cuando las sobrinas necesitan ayuda (I)

Spin off del relato "Cuando los hijos necesitan ayuda" con el cual alternaré publicaciones. Mi sobrina Alba tiene un gran problema... ¿De difícil solución?

Tras un duro día de trabajo en el hospital me dirigía a mi coche para poner rumbo a casa. Iba pensando en el último escarceo que tuve con mi hija Raquel y en los pasos que me quedaban aún por dar con ella. Antes de llegar al coche recibí una llamada de mi hermana.

  • Víctor. ¿Tienes algo que hacer esta tarde?

  • Lo cierto es que no. ¿Por qué?

  • A Alba se le ha estropeado el ordenador y no da con el fallo. Sé que a ti se te dan bien los ordenadores, asi que quizá podrías echarle una mano. Igual tú das con el problema.

  • ¿No se supone que ella está estudiando informática? Dudo mucho que pueda serle de ayuda, pero no hay problema, por echarle un ojo no se pierde nada.

  • Muchas gracias. Pedro y yo vamos a estar fuera hasta bien entrada la noche, asi le haces compañía un rato... Me dijo que sobre las 7 sería buena hora para que te pasaras.

  • Bien, a esa hora estaré allí.

Noté la tristeza en la voz de mi hermana, y no era para menos. Alba, mi sobrina, siempre fue una chica reservada, sin amigos, sin relacionarse con nadie y sin otra cosa en la vida que sus estudios. Hace apenas un mes mi hija Beatriz hizo un comentario bastante acertado sobre ella: "La prima Alba es una chica muy mona. Se nota que se cuida en casa. A estas alturas de la vida debería haberse hinchado a follar y, honestamente, dudo que haya dado siquiera un beso a un hombre."

Alba tenía un aire a mi hija Beatriz. Era una chica de 23 años, muy guapa, delgada y muy compensada. Buen culo, buenas curvas y una delantera de mediano tamaño que cuadraba perfectamente en un cuerpo de fitness cuidado. Si bien su culo y su cara perdían por poco frente a mi hija Beatriz... en cuestión de delantera tenía justo lo que le faltaba a mi hija.

Realicé unos cuantos recados y acabé mucho antes de lo que imaginaba, por lo que conduje el vehículo hacia casa de mi hermana y aparqué. Miré el reloj y vi que marcaban las 18:30 horas, por lo que decidí subir. Pensé que si empezaba antes... podría volver a casa antes de tiempo. Pensé con una sonrisa que Elena, mi mujer, me había dicho que esta noche quería guerra en la cama, y eso quería decir que ya se sentía plenamente recuperada de nuestro último polvo.

Mi hermana vivía en un chalet en las afueras, una zona tranquila, íntima y de buen acceso. Me bajé del coche y me encontré la verja abierta, asi que me dirigí directamente hacia la puerta. Una vez que toqué el timbre no hizo falta esperar mucho a que mi sobrina Alba abriera.

Cuando me abrió noté en su cara una gran sorpresa. Ahí estaba ella, con su pelo rubio suelto, sus ojos grises, una piel blanquisima y... con la boca abierto exhibiendo unos dientes muy blancos.

  • Ti... tío Víctor - tartamudeó - ¿No... no habíamos quedado a las 7?

  • Sí, pero terminé antes y pensé que sería mejor ¿no? ¿Te pillo ocupada?

Me fijé en que iba vestida con un top de color gris muy ajustado con el vientre al aire. Le quedaba perfecto, realzando su delantera y sus curvas. Llevaba unos lleggins también de color gris, a juego, y... por un momento me sorprendí al notar una mancha de humedad en su entrepierna, que quedaba perfectamente ceñida, aunque sin marcar su rajita. Recorrí la mirada por sus piernas, las cuales eran muy bonitas.

Al ver semejante monumento no pude evitar suspirar. Mis hijas eran dos calamidades sexuales, pero mi sobrina parecía cortada por el mismo patrón. Chicas muy atractivas y muy distintas entre ellas. "Abunda la buena genética" pensé de forma divertida pensando en que esa humedad, su sorpresa, su blancura y lo roja que se estaba poniendo al sentir mi mirada... era fruto de que debía estar haciendo ejercicio.

  • N.. no - volvió a tartamudear - Pasa por favor, el ordenador no arranca y sospecho que es tema de hardware. Igual a ti se te ocurre como discriminar entre componentes para dar con el problema.

  • Bien, pues vamos a ello.

Sonreí y me acerqué a ella. Lo primero que noté fue olor a coco, un olor delicioso. Y lo segundo... hielo, mucho hielo... los dos besos fueron rápidos y distantes, como si sintiera vergüenza. Además, cada vez la notaba más roja y cohibida.

La seguí hasta su habitación y allí estaba el ordenador. Lógicamente se encontraba apagado. Le pedí que me ayudara a desarmarlo y pude comprobar que ella se movía de forma extraña y mecánica. Como cuando uno tiene dolor por agujetas o está lesionado.

  • ¿Te encuentras bien Alba? - le pregunté extrañado.

  • S... sí... - tartamudeó de nuevo con sorpresa al ver que estaba notando su extraño comportamiento.

No dio más explicaciones y me ayudó a desmontarlo.

Tras un buen rato pude notar que ella se sentó en una silla y se quedó inmóvil mirando como yo quitaba y ponía componentes, probando una y otra vez.

  • Sospecho que la fuente de alimentación está frita. Si lo hubiera sabido podría haber traído una para probar, tengo una de 650W de gama media para probaturas. Una Corsair con certificado 80 plus bronce y unos cuantos añitos, pero que va muy bien para urgencias y para probar en casos como este.

Me giré y pude ver como mi sobrina estaba encogida en la silla, completamente roja y con un gesto muy extraño. Intentaba emitir voz pero boqueaba de mala manera. Me asusté bastante porque parecía que le pasaba algo serio, asi que me levanté rápidamente y me acerqué a ella.

  • ¿Alba, te encuentras bien? ¿Qué te ocurre?

Ella sacó una mano e intentó alejarme, pudiendo emitir una corta frase.

  • La... la espalda... se me pasa... rá - dijo con muchas dificultades

  • ¿Por qué no lo has dicho antes? - dije poniéndome a su lado y poniendo una mano en su trapecio izquierdo.

Y lo que ocurrió fue... no sabría como describirlo.

Al poner mi mano en contacto con su piel sentí que se retorcía en la silla. Comenzó a temblar mientras su cuello se hiperextendía hacia atrás y mientras comenzaba a emitir un gemido que acabó siendo casi un grito.... pude ver como abría las piernas de golpe y...

... se convertía en una fuente. Sus leggins se llenaron rápidamente de un charco de humedad y no pudieron contener el torrente que fluía desde su entrepierna. Varios chorros emanaron desde ella como si ahí no existiesen ni braguitas ni leggin.

Rápidamente se formó un charco en la silla que fluyó hasta el suelo. Sus fluídos vaginales parecían un pequeño río buscando un cauce por el que continuar su camino.

Mientras veía como mi sobrina se corría descontroladamente yo... me sentí sin saber qué hacer. Trataba de buscarle una lógica que no existía. ¿Se estaría masturbando antes de que yo llegara? Eso no explicaría que se corriese ella sola sin hacer nada. Podría haber ido al baño y acabar allí en silencio... ¿No?

Le cogí de la mano y mientras veía como se recuperaba lentamente me salió animarla.

  • Guau Alba, menudo orgasmo, tranquila, disfrútalo con calma. Podrías habérmelo dicho y esperaba unos minutos en el co...

No me dejó terminar cuando se llevó las manos a la cara y se puso a llorar.

  • Ey sobrina, que no pasa nada, es lo más natural del mundo. No me voy a escandalizar por algo así y tampoco voy a decir nada.

  • No, no lo entiendes - dijo entre sollozos - esto es un infierno.

  • ¿Infierno? ¿A qué te refieres?

Le dejé unos minutos hasta que se tranquilizó y comenzó a contarme su calvario.

A los 13 años comenzó a sentir un cosquilleo en su entrepierna. Algo continuo que no se iba y que parecía ir a más. A los 14, en clase de educación física tuvo su primer orgasmo de forma automática, solo con el roce y el movimiento, y fue un orgasmo con bastante fluído vaginal.

Su chandal creó una buena mancha de humedad visible para todos. Su clase creyó que se había meado y las burlas fueron continuas durante años, máxime cuando tuvo otros episodios expontáneos similares.

Aquello fue en aumento y las compresas no podían detener esos orgasmos. A los 17 años contaba entre cinco y seis orgasmos diarios. A los 18 se recluyó en casa y comenzó a hacer mucho ejercicio mientras estudiaba a distancia... alcanzando una cifra de 5 orgasmos si no hacía nada y de unos 10 si hacía ejercicio.

  • ¿Cuánto te dura hasta que empiezas a sentir placer? - pregunté tomándome en serio su problema

  • Unos quince minutos... empieza suave, pero después de una hora cualquier roce me da un calambrazo de placer. Solo lo sabe mi ginecóloga y dice que soy hipersensible, que mi vagina tiene muchas más terminaciones nerviosas de lo habitual. Y también mi clítoris. No se la de orgasmos que habré tenido a lo largo de mi vida - dijo de forma muy triste - y ninguno ha sido provocado a propósito.

  • ¿No te masturbas? - pregunté.

  • ¿Para qué? perdona que hable tan franca tío... pero para que me voy a tocar si me voy a correr sola. Iba a hacer ejercicio para ver si podía correrme antes de que llegaras... pero lo hiciste antes de tiempo cuando ya estaba muy sensible. No... no he podido soportarlo... Lo siento...

Me levanté y la abracé.

  • Gracias por contármelo y no tienes que sentirlo. Si hubiera sabido tu problema podrías haberle dado rienda suelta e incluso podríamos haber evitado todo esto. Pero te ayudaré a limpiarlo.

  • Gracias - me sonrió - siempre es agradable que alguien te escuche.

  • ¿Tu ginecóloga te ha dado alguna solución?

  • Dos opciones, la ablación de clítoris que mitigaría en cierta parte el problema... o que aprenda a controlarlo, pero no se cómo... si hasta cuando me mete el espéculo me corro a chorros delante de ella... Menos mal que es muy buena conmigo y me atiende sola a sabiendas de mi problema - de pronto comenzó a reír - las últimas veces hasta directamente me introduce el espéculo y me dice "tranquila, déjalo salir" y... pongo todo perdido corriéndome a chorros. No termina de hacer una mínima presión con el espéculo y noto como todo sale en tromba.

Me quedé pensativo ante todo lo que me estaba contando mi sobrina. Miraba su rostro triste mientras ella me miraba a mí.

  • Siento haberte contado todo esto tío, por favor, no se lo digas a nadie...

  • Por eso descuida cielo, jamás nadie sabrá nada de esto, al menos por mí. Estaba pensando en formas de ayudarte.

  • ¿Ayudarme? - frunció el ceño - Es imponsible Tío Víctor, esto no tiene solución.

  • ¿Alguna vez te has corrido dos o más veces seguidas? - pregunté con curiosidad

  • ¿Cómo? - y mi sobrina se quedó pensativa - No, nunca me he masturbado y los orgasmos no son consecutivos.

  • Es algo que merecería la pena explotar. Podrías masturbarte y correrte varias veces seguidas hasta quedarte saciada - inquirí con seriedad llevándome un dedo a la barbilla - y luego ver cuanto tiempo tardas en volver a sentir placer con el simple movimiento.

Mi sobrina abrió los ojos como sopesando esa posibilidad. Alba se quedó un rato pensativa para al final menear la cabeza de forma negativa.

  • Entiendo lo que quieres decir pero nunca me he masturbado y no sé hacerlo, su... supongo que tendré que aprender y probar.

  • ¿Quieres que yo te ayude? Si lo dejo en tus manos me temo que lo dejarás pasar y seguirás igual - Alba agachó la cabeza y miró al suelo avergonzada, había descubierto que no quería probar cosas distintas - Sé lo que es tener una sensibilidad un poco especial, y todo es buscarle su forma de ser. Tú has confiado en mí así que yo también lo haré, después de eso espero que me dejes ayudarte.

Alba asintió y escuchó mi explicación. Mi glande era tan sensible que la única manera de satisfacerme y sacarme un potente orgasmo era con sexo vaginal puro y duro. O eso, o sexo oral con garganta profunda. Todo lo demás eran orgasmos disfrutables e intensos, pero que perdían en comparación.

Hasta ahí dije la verdad, pero luego mentí como un bellaco y me inventé que eso me trajo problemas con mis primeros rollos y que me corría siempre muy pronto. Necesitaba ponerme a su nivel para tratar de ayudarla.

  • Ya sé que no es comparable a lo tuyo Alba - inquirí con decisión - pero lo que te quiero decir es que cada persona tiene su peculiaridad y hay que buscarle la manera de tratar con ello. ¿Te imaginas que una buena masturbación te dejase unas horas de libertad?

Alba abrió los ojos como viendo algo de luz.

  • E imagina que a base de masturbación e incluso con sexo pudieras ir entrenando tu vagina y adaptándote al placer.

  • Tio... hablar de vaginas me chirría. ¿Podemos llamarlo coño? ¿O chocho?

Nos echamos a reír. Por primera vez sentí a mi sobrina relajada y abierta a hablar.

  • Está bien. Propongo entrenar tu coñito - ella abrió la boca y asintió

  • Coñito... me gusta. ¿Cómo podría entrenarlo?

  • Pongo a tu disposición mi experiencia. Yo podría masturbarte y enseñarte a hacerlo. Podríamos ver cuántas veces eres capaz de correrte.

Sentí como mi sobrina temblaba.

  • ¿No estarás pensando en aprovecharte de tu querida sobrina no? - y se echó a reír

  • Solo lo justo y necesario - le saqué la lengua - para nada, solo quiero ayudarte y que salgas de ese bucle. Creo que es la primera vez que te escucho reír y hablar con tranquilidad.

Ella sonrió con tristeza.

  • ¿Cómo lo hacemos? Estoy recién depilada, solo dime qué tengo que hacer.

Me levanté y me puse detrás de ella abrazándola.

  • Solo dejarte llevar - susurré a su oído - tú tienes el mando, tú decides cuando parar.

  • Gracias por intentar ayudarme - dijo mientras abría las piernas y suspiraba.

Mi mano derecha se deslizó hacia su entrepierna y dos de mis dedos hicieron contacto con su rajita a través de su leggin empapado. Un gemido gutural salió de la boca de Alba y un temblor recorrió su cuerpo.

  • Solo te voy a pedir que te abandones al placer. Si tienes que gemir gime, si tienes que gritar grita, por una vez no pienses en el placer como algo malo o como una tortura, piensa en que lo vas a disfrutar.

Mis dos dedos volvieron a hacer contacto en su rajita y....

  • Ahhhggg - un gemido ahogado acompañado de su cuerpo arqueado dio anuncio a su primer orgasmo. Un chorro de flujo vaginal atravesó de nuevo sus leggins e impactó contra mi mano, que seguía en contacto con su coñito. Temblores y más flujo vaginal a chorros continuaron durante un largo minuto.

  • Bien, este ha sido el primer, vamos a por el segundo Alba - le susurré con tranquilidad.

  • Va... vale... - dijo con cierto temor.

Mis dedos comenzaron a frotar su coñito a través de los leggins arrancándole gemidos dantescos. Esta vez aguantó seis frotadas intensas antes de correrse escandalosamente.

  • AAAHHHHGGGGGG - gimió en forma de grito antes de convertir su chochito en un río de nuevo.

Tras recuperarse comencé a meter mi mano por debajo de sus leggins. Ella tembló mientras gemía suavemente. Mi mano sintió la suavidad de su coñito recién depilado y... una humedad descomunal fruto de sus orgasmos. El leggin supuraba y solo con empujarlo chorreaba hacia la silla.

  • Alba, eres muy suave

  • Gracias, me gusta depilarme... AAHHHHHHHHHGGGGGGGGGGGGGGGGGGG

Tan solo apoyar la palma de mi mano directamente en su coñito le provocó el tercer orgasmo. Se corrió con una intensidad aún mayor inundándome la mano, la cual solo había hecho contacto con sus labios mayores y con su clitoris de forma superficial.

  • Me... me estás matando tío... ufffff...

  • Quítate los leggins y la braguita, ahora es cuando voy a empezar a masturbarte.

  • ¿Qué? Em... ¿Empezar? - me dijo temerosa y excitada

Se levantó y se retiró con cuidado sus leggins empapados y su chorreante braguita. Pude ver un precioso culo y un precioso coñito completamente empapado y brillante.

  • ¿Qué te parece? - preguntó con curiosidad

  • Tienes un culo increíble y un coño precioso. Cualquier hombre con dos dedos de frente desearía follarte con saña.

Ella sonrió y pícaramente siguió el juego.

  • ¿Incluso tú? - me preguntó mirándome a los ojos

  • Incluso yo, no soy de piedra.

  • Tío - sus ojos brillaban - si eres capaz de ayudarme haré lo que quieras. Te entregaré mi virginidad, dejaré que tu polla sea la primera en abrir mi coño, haré lo que quieras...

Noté sinceridad en sus palabras... y me pusieron a mil. Pensar en mi polla taladrando esa preciosidad de coño y tomando ese cuerpo... Incluso me sentí avaricioso... ya que mis hijas Beatriz y Raquel iban a follar conmigo tarde o temprano. Y ahora a ellas se les podría sumar Alba.

  • Es pronto para hablar de eso, ahora solo quiero ayudarte.

Comencé a frotar su clítoris en círculos con dos de mis dedos arrancándole grandes gemidos.

  • ahhhhh, oooohhhh, ahhhhh... AAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!

Y un gemido largo en forma de grito anunció su orgasmo medio minuto después. Mi mano sirvió de pantalla para los chorros que salían disparados de su coñito.

  • Jo... joder Tío... es la cuarta vez que me corro y...

  • Y todavía quieres más ¿verdad? - sonreí mientras veía como se volvía tímida y su cara se tornaba rojo cereza. - No te preocupes, pasemos a mayores...

Un respingo y un gemido bajo salieron de la boca de Alba cuando un dedo comenzó a abrirse paso en su chorreante chochito. Cuando el dedo entró por completo sentí la estrechez de su vagina. Estaba claro que ahí no entraba nada con asiduidad.

Noté como las paredes de su coñito trataban de adaptarse a mi dedo.

  • Ufff siento que me abres y siento... que me voy a correr....

  • Déjate llevar - susurré

  • Ufff, espera, no, espe... AHHHHHHHHHHHHHGGGGGGGGGGGG!!!

Su gemido era agónico si se corría de forma repentina, como había sido tras haber sacado el dedo y haberlo introducido de golpe de nuevo en su coñito. Éste se convirtió en un terremoto mientras rios de flujo vaginal bajaban por mi mano.

Su bonito y notorio pecho subia y bajaba continuamente debido a su rápida respiración. Me miró y pude ver a una aténtica belleza embargada por la lujuria. Sus ojos brillantes daban la sensación de un depredador queriendo saltar sobre su presa.

  • Van cinco y cada vez estoy más cachonda... ¿Y si no funciona?

  • Funcionará. Haré que te corras veinte veces hasta que tu coñito diga basta. Y si es necesario que sean treinta iré a por treinta.

  • Tío. ¿puedo pedirte un favor?

  • Claro, lo que quieras.

  • Si no funciona y me veo obligada a pasar por el quirófano... ¿Me follarías antes? ¿Me darías una noche normal de sexo para saber como es? Me gustaría sentirlo aunque me corriese cincuenta veces, pero sería feliz con sentirte dentro y sentir como tu semen inunda mi coñito - y poniéndose nerviosa - tomo la píldora asi que no habría que temer.

  • Te lo prometo si tú me prometes a cambio que si todo esto funciona... no solo follaremos una vez... lo haremos varias veces.

  • Te prometo que podrás follarme siempre que desees. Seré tuya no importa lo que ocurra. Mi chochito siempre te pertenecerá y seré tu putita si lo deseas. Y se me ocurre como sellar esta promesa...

Alba se incorporó y me besó. Su lengua invadió mi boca y comenzó a jugar con la mía.

  • Trato hecho entonces. ¿Vamos a por la sexta corrida? - sonreí mientras ella se acomodaba y asentía.

Pero la continuación de la historia la escribiré si me lo pedís en los comentarios o si me escribís por correo electrónico a relatoslionking@gmail.com