Cuando las ganas de follar aprietan

No es oro todo lo que reluce y las apariencias pueden engañar, pero por eso no hay que rendirse y buscar hasta encontrar.

Por fin me entere de donde era Lajos y sus compañeros, eran húngaros. Pasaban por el piso varios y a excepción de unos, todos estaban muy bien, superaban a la media, eran muy guapos y fuertes. Por mi cabeza se pasaban todo tipo de fantasías, lo que hacía que estuviera todo el día mojada. Pero una cosa curiosa que me sucedía, era que ya fuera manteniendo relaciones con alguien o cuando me masturbaba con mis fantasías, siempre acababa apareciendo en mi mente Fito, el marido de mi amiga Mari, recordaba cómo me hizo el culo, deprisa y corriendo, como se notaba ese nabo, que debía ser bastante grande, seria porque no lo vi, no lo toque, solo sentí como me abría el culo de una manera inhumana, primitiva.

Sabía que lo podía tener fácil, ya que mi amiga María estaría más que dispuesta, pero la brusquedad de ella no me hacía gracia, no me excitaba. Por eso fui poniendo distancia con ella y trataba de no coincidir con ella a solas.

Una noche Edu me aviso de una cena de trabajo que tenía y quería que yo fuese con él. No me hacía nada de gracia ese tipo de cenas, pero ya le había dicho que sí. No entendía porque volvía a insistir, hasta que me dijo que era una cena que habría antes de la que ya me dijo. Esta seria con el nuevo director regional, ya que hubo cambios en todas las estructuras cuando se murió como decía el, el gran jefe.

Seria en su casa y los invitados serian contados. Se creía que esa cena era para ascender a algunos de los que fueran y por eso de su insistencia, que, según él, no quedaría bien ir sin la mujer. De muy mala gana acepte. Cuando me rebote del todo, fue cuando me entere que la cena era la noche siguiente. Para contentarme me animo para que me comprara ropa para esa cena, algo discreto ya que sería una cena informal.

Por la mañana lo primero que hice fue arreglar las cosas para tener a la chica esa noche con los niños. Luego me fui a la peluquería y al final a comprar algo que ponerme, pensaba dejar la tarjeta temblando. Tuve que visitar varias tiendas, ya que, por el tamaño de mi pecho, mucha ropa de la que me gustaba no me la podía poner. Hasta que llegue a una que si tenían vestidos que me valían, tenían una buena variedad. La dependienta, una chica de no más de 20 años, muy bonita de cara y con un cuerpo delgado, con muy poco pecho, me pasaba los vestidos y observaba como me miraba, sobre todo mi pecho. Mientras yo le decía las pegas que veía, ella que tenía un piercing debajo del labio inferior, lo movía nerviosamente con su lengua, sin necesidad de abrir la boca. Notaba su nerviosismo y me hacía gracia, me estaba divirtiendo el provocarla.

Yo me los probaba de tal manera que algunos quedaran mal puestos, diciendo que no me hacían buen tipo o que, hacia arrugas, ella muy profesionalmente me ayudada, para que quedara bien ajustado, teniendo que utilizar las manos, no quedaba otro remedio. Notaba el temblor. Pero cuando ya me probé varios vestidos, se volvió más osada y ahora jugaba con un piercing que tenía en la lengua y tocaba un poco más de la cuenta, esa era mi sensación. Le pedí que me enseñara el piercing de la lengua y ella con una mirada sugerente, saco toda su lengua, que por cierto era muy puntiaguda, pudiendo verlo, mi pregunta fue si no le hacía daño y ella me dijo que no. Pero cuando pregunté qué, porque se lo había puesto, ella me sorprendió con su respuesta, diciéndome que así daba más gusto, no añadió nada más y me excito, su cara angelical diciéndome eso. Mientras se fue por otro vestido, pensé en seducirla, pero acto seguido pensé que era muy jovencita, solo tendría 20 años, eso me retrajo y me lo quite de la cabeza.

El siguiente que traía, ella me decía que era el más bonito, que estaba diseñado para una mujer tan guapa como yo y sobre todo con ese tipazo. Me dejo sin palabras. Para quitármela de encima y evitar la tentación, solo me quedo decirla que no se preocupara por mí, que fuera a atender a la gente, ella me contesto que no pasaba nada, que no había de momento nadie más, que cuando viniese alguien ya tocarían el timbre. Era verdad cuando yo llegue tuve que tocar el timbre porque la puerta está permanentemente cerrada por seguridad.

Se quedó mirándome, no se retiraba de allí, eso me excitaba, pero me cortaba por su juventud. Para quitarme los nervios me puse a hablar con ella, pregunté su nombre, su edad. Ella con desparpajo que dijo que se llamaba Herena. Yo entendí Elena y ella me corrigió diciéndome que Herena. Que tenía 18 años recién cumplidos. Pensé peor aún, más joven todavía.

Esta vez no tuve que decir nada del vestido, se acercó y descaradamente, mientras me ayudaba, note que me metía mano, con total desparpajo, pero eso sí, amparándose en que me estaba ayudando. Elegí ese vestido, era totalmente descarado, pero muy bonito, realzaba más mi figura y me veía despampanante. Cuando me lo quite y me quede en ropa interior, Herena no hacía más que elogiar mi cuerpo y también decía que a ella le encantaría unos pechos como los míos.

Se llevó el vestido para prepararlo para llevármelo. Mientras me dejo otro vestido que yo había visto. No pensaba comprarlo, pero quería ver cómo me quedaba. Cuando lo hice y ya me estaba vistiendo con mi ropa, llego Herena, para decirme que ya lo tenía preparado. Me cobro el vestido, me iba a ir porque tenía mucha prisa, cuando ella de manera inesperada me dijo, que era una pena que me fuera con tanta prisa, que le hubiera gustado enseñarme la de cosas que se podía hacer con el piercing, lo saco nuevamente dejando ver su lengua tan puntiaguda.

Me fui de la tienda y maldecí que una cría como esa, me hubiera puesto tan mojada. Llegue donde vivo, era casi la hora de comer y me encontré con Mari y con Fito. El como siempre me dijo frases con doble intención. Llevaba varias bolsas en las manos y me aviso un conserje que me habían traído un paquete, que era lo único que me faltaba. Le iba a decir que lo dejara allí, que ya pasaría por él, cuando Fito se ofreció a subírmelo. Mari dijo que mejor, que así una cerveza menos que se tomaba, ya que iba a tomarse una con los amigos, mientras Mari hacia la comida.

No me quedo más remedio que aceptar, no quería, pero a la vez estaba deseando que viniera. Apenas hablamos, en el ascensor cuando dejo el paquete en el suelo, mi corazón se puso a latir a toda velocidad, pensé que me haría algo allí mismo, pero no. Cuando abrí la puerta de mi casa, me disculpe por pasar delante de él y le indique donde dejar el paquete, tenía mi culo a su vista, seguro que ahora si haría algo. Pero que va, lo dejo y me dijo adiós. Solo se me ocurrió decir si quería una cerveza, en compensación por haberme ayudado. La puerta de la calle estaba abierta todavía y el mirándome con sorna, me dijo que yo ya sabía cuál era la compensación que él quería. Me quise hacer la tonta, él dijo bueno como veo que no quieres saber de qué hablo, me marcho, porque si lo supieras ya estarías apoyada ahí, indicando la encimera de la cocina.

Me hizo enfurecer, cuanta chulería y prepotencia. Pero sin darme cuenta y sin pensarlo, estaba apoya en la encimera. Se oyó como se cerraba la puerta y acto seguido, alguien de manera muy brusca me arranco las bragas, quise girarme para decir algo, para protestar, pero no me lo permitió, levanto mi falda y sin ninguna consideración, sin preámbulos, me metió su enorme nabo por mi cuca, vaya barbaridad tenía ese tío.

Usaba una violencia cuando me la metía que no era normal, pero eso me excitaba de una manera distinta, excesiva, tire sin querer varias cosas de la encimera, un auténtico estropicio. Como con su lenguaje, diciéndome que era muy modosita, pero que era una autentica puta, que mi marido seguro que era un marica, que no sabía follarme como se debe de follar a una puta. Yo en vez de enfadarme me excitaba más, oír todas esas cosas me hacían derretirme. Luego vino cuando saco su nabo, dándome con sus manos en mi culo, el primer guantazo me pilló por sorpresa, quise hacer algo, pero estaba como paralizada, me dio unos cuantos más y notaba como me bajaban líquidos de mi cuca por mis muslos.

Luego me follo el culo con la misma agresividad, notaba como me la metía hasta el fondo, era algo glorioso. Seguía diciendo barbaridades lo que hizo que tuviera un orgasmo único. Me aviso de que me iba a llenar y fue cuando me dijo que la próxima vez que quisiera follar lo llamara y que fuera pronto. Yo le dije que sí, que lo haría. Pero añadió que quería que el marica de Edu lo viera y me saco un profundo si, mientras se corría en mi culo. Cuando me quise recomponer un poco, se oyó nuevamente la puerta. Me había dejado sola, que feroz que era. Fue poco tiempo, pero me pareció una eternidad, me quedé agotada, exhausta, algo prodigioso, casi no me podía mover, lo hice cuando mi corazón volvió a su estado normal.

Me quede sin ganas de comer, me costó recoger y limpiar todo el desaguisado que se formó en la cocina. Una vez quedo toda la cocina impecable, me senté y me relajé. Me quede dormida en el sofá. Una vez que me sonó la alarma me fui a recoger a los niños. Hoy no pararíamos a jugar en los columpios, iríamos directamente a casa. Cuando llegue estaba esperando la chica que se quedaba siempre con los niños, como venían protestando por no poder quedarse a jugar en los columpios, ella se ofreció a bajarlos un rato, no hizo falta que me dijera más, así me daría un relajante baño.

Encendí unas velas, las coloque en el baño y apague la luz. Una vez dentro del baño, mis pensamientos se fueron a lo sucedido en el día. Tanto con la joven de la tienda, como con Fito, al final me masturbé varias veces, perdí la cuenta de los orgasmos que tuve. Estaba prácticamente en trance, cuando oigo la voz de Edu preguntando si había alguien, le contesto y viene. Me hace halagos por mi peinado, yo sé que lo hace para que esta noche este simpática, que no tenga cara de estar disgustada o incomoda.

Edu había llegado antes de lo normal, para arreglarse y porque tendríamos que salir no muy tarde, ya que el chalet en cuestión estaba a las afueras de la ciudad, en una zona residencial. Salí de la bañera y Edu se dio una ducha rápida, dejándome nuevamente el baño para mi sola. Ya estaban los niños en casa. Él me hablaba contándome como era el nuevo director regional, lo conocía de antes, pero no mucho, según me conto era bastante reservado, pero que tenía buena conversación. También me dijo que era muy estricto trabajando, salí del baño y mientras él hablaba de todo, yo cogí el vestido y me volví a encerrar en el baño.

Ya estaba maquillada, solo faltaba vestirme. En ropa interior me veía muy bien, la llevaba toda negra, medias, braguitas y sujetador. Pero una vez que me vi puesta con el vestido y con tanta luz, llegué a pensar que me había pasado. Pero me gustaba verme así. Antes no me hubiera gustado, pero ahora me veía explosiva, atractiva, deseable y porque no decirlo me veía muy puta. Veríamos que decía Edu al ver el modelito que me compre. También llevaba una pequeña chaqueta, una torera para ser más exacta. Pero la había dejado en el armario, quería salir así. Cuando salí del baño Edu seguía hablando estaba de espaldas, se dio la vuelta, se quedó con cara de pánico.

*¿Te gusta?

*Ana, por favor dime que es una broma.

*¿Qué es una broma?

*Que vas a ir con ese vestido a la cena.

*Si, este es el vestido que me he comprado. ¿Es que no me queda bien?

*Mujer te queda bien, pero no para ir a una cena como esta.

*Pues si quieres que vaya, es así, no pienso cambiarme. Porque me veo muy bien y porque seguro que las demás mujeres, aunque digas que es una cena informal, irán muy arregladas.

*Ana, pero es que así con ese escote, de esa manera, tu pinta es rara.

*¿Rara? Que quieres decir.

*Coño Ana, que tienes pinta de putón verbenero.

*Te has pasado y mucho. Si te hubieras esperado un poco. Porque esto va con esto otro -me puse la chaqueta y se quedó con la boca abierta-

*Perdóname.

*No te perdono, que lo sepas. Tu querías que fuese así, ahora te arrepientes, lo mismo hasta te avergüenzas.

*Te equivocas, es que estoy muy nervioso, perdóname por favor.

*Iré contigo a cenar, pero recuerda este momento, porque me las pagaras, ¿Cuándo? No lo sé, pero no lo olvides.

Edu se quedó muy confundido. En el coche no hablamos para nada, bueno el sí hablaba y trataba de hacerse el gracioso, como si no hubiera pasado nada. Cuando llegamos al chalet aparcamos junto a la entrada y pasamos. La sorpresa de Edu fue mayúscula cuando comprobó que éramos los últimos en llegar y eso que llegamos dentro de la hora.

Conocía ya a todos, menos a una pareja de unos 30 años él y ella unos 22, o era que tenía cara y cuerpo de niña. Edu casi tirando de mi brazo me llevo hasta una pareja de unos 50 años ambos, tenían tanto el como ella, muy buena estampa. Deduje rápidamente que eran su jefe y la mujer. Me presento, Don Eugenio mi esposa Ana. Saludo con un beso en la mano y luego nos presentó a su mujer, Carmen. Él me dijo que le quitase el don, Eugenio y Carmen. No reconocía al hombre que me había pintado Edu, ya que se veía un hombre simpático y afable. Luego con más tranquilidad me presento a la pareja joven, que supe en ese momento que llevaban un mes casados, eran Sandra y Jose. Era el ayudante personal de él.

En un momento que nos quedamos solos, regañe a Edu, le dije que mirara a las demás, todas iban de lo más provocativas. Pensé que ya llegaría mi momento. Ese momento llego cuando después de tomar una copa, nos fuimos a la mesa. Estaba todo muy bien preparado y para que no hubiera complicaciones, también estaban puestos los nombres de cada comensal, para que supiéramos nuestros sitios.

En total éramos 16 personas. Estábamos un poco apretados en la mesa, éramos demasiados para el tamaño de la mesa. Fui dejando que se sentaran, era mi momento y lo quería aprovechar bien. A mi derecha me toco Víctor, el peor enemigo de mi marido. Se llevaban a matar. Tenía 40 años y estaba como un quesito. Fuerte, muy deportista, gracioso, muy simpático, su defecto si se puede llamar así, era su altura, pero algo tenía que tener. Mi marido y el fueron muy amigos, pero mi marido pensó que le puenteo en un asunto y nunca se lo perdono. Yo sabía que mi marido se equivocó en su día, pero no hubo manera de arreglar las cosas.

Antes de sentarme me quite la chaqueta, no me equivoque, todos los ojos se clavaron en mí, yo actué con total naturalidad y me senté. A Sandra que estaba frente a mí, se le quedaron clavados sus ojos en mis tetas. Cuando se dio cuenta y me vio mirarla, se azoro como a una niña pequeña que la pilla in fraganti haciendo algo que no debe.

Mientras cenábamos conversábamos todos con todos. Cuando llegamos a los cafés, Eugenio tomo la palabra, lo que hizo que nos giráramos para prestarle atención. Sandra me ponía nerviosa, no dejaba de mirarme cada vez que podía. Y yo cuando me daba cuenta, no quitaba mi mirada, siendo retadora.

Mientras hablaba el jefe, sentí que una mano con la complicidad que daba el mantel, me tocaba el muslo, no podía ser otro que Víctor, que estaba pegado a mí y que se aprovechaba de que, al mirar al lado izquierdo, hacia la cabecera de la mesa que era donde estaba Eugenio hablando, nadie prestaba atención a lo demás. No quería montar un espectáculo, pero, aunque siempre me atrajo Víctor, no quería nada con él, por la situación con mi marido. Muy decidida cogí su mano y la aparte. Pero era persistente, por segunda vez lo intente, pero esta vez hizo más fuerza que yo y no hubo manera.

Quise cruzar mis piernas para impedir el avance de su mano, pero cuando lo intenté, el de forma rápida metió su mano, llegando hasta mi tanga. Siguió manoseando, juro que no quise ponerme cachonda, pero el muy truhan, lo consiguió, lo estaba haciendo muy bien. No era nada torpe. Me notaba mojada e imagine que él también lo noto.

Yo seguía mirando a Eugenio, con una sonrisa y tratando de no expresar nada más, de que no se notase nada. Me estaba constando y mucho. Sandra seguía mirando de vez en cuando y nos sonreíamos, pero ahora mi sonrisa era distinta, no sé si se daría cuenta, pero yo no quería que ella se diese cuenta. Abrí ligeramente mis piernas y Víctor lo aprovecho bien aprovechado, que dedos mágicos tenia. No pude aguantarme me mordí los labios y Sandra que estaba mirándome, hizo lo mismo se mordió los suyos, o era imaginación por mi calentura o esa muchacha me estaba roneando.

Eugenio acabo de hablar y todos volvieron a sentarse bien. Víctor quito rápido su mano de mí y vi cómo se chupaba descaradamente un dedo. Me hubiera metido debajo de la mesa y se la hubiese chupado, eso era lo que me estaba apeteciendo. Pusieron las copas, yo pedí la mía y mientras aproveche para ir al baño, pregunte a la anfitriona y antes de que me pudiera contestar, lo hizo Sandra, que debía de conocer bien la casa, diciéndome que ella iba también.

Cuando llegamos al baño, ella ni pregunto, paso detrás mía, eso me dejo un poco cortada, a ella le debió parecer de lo más normal, porque cerró la puerta cuando entramos y me hablaba con normalidad. Mientras yo me senté en el inodoro, ella se acicalaba mirándose al espejo y a mí. Preguntándome si yo entendía. No sabía a qué se refería y entonces le dije que si entendía ¿Qué? Ella soltó una pequeña risa. Se dio la vuelta y con mirada intrigante, me soltó, o simplemente eres curiosa. Me tenía desconcertada.

Yo la miraba y estaba deseando quedarme sola, ella se acercó y sin pensárselo, sin yo esperarlo me dio un suave beso en los labios. Se retiró unos milímetros y me dijo con voz muy sensual, que desde que me vio entrar me deseo, pero que cuando me quite la chaqueta fue su perdición. Volviéndome a besar, pero esta vez con más rabia y yo respondí a su beso. Sandra sin ningún pudor metió su mano entre mis piernas, encontrado el camino despejado para su mano y llego a mi cuca, masajeando mi clítoris con delicadeza y precisión. Se notaba que era una mujer, que manera de tocar tan maravillosa. Cuando estábamos en lo mejor, trataron de abrir la puerta, ella enseguida dijo que ya salía. Quien fuera nos cortó el rollo bien cortado.

Nos levantamos y le dije que fuera saliendo, que yo me retocaría un poco y saldría. Así lo hizo, pero yo no estuve espabilada para cerrar nuevamente el seguro de la puerta. Me di cuenta cuando oigo abrirse la puerta y veo que es Víctor, en ese momento quiero salir rápida pero el cierra la puerta, quedándose apoyado en ella y veo que pone una mano detrás de él y se oye el ruido del seguro de la puerta.

Le digo que me deje salir, que no sea imbécil, que seguro que Edu está pendiente de todo y ya me estará buscando. Que no es bueno que se lie una bronca en casa del jefe. Pero Víctor me dice que no me preocupe, que, si miro por la ventana del aseo, podre comprobar como Edu está en el jardín hablando con el jefe, que se lo ha llevado a parte para hablar con él. Yo le digo que es un mentiroso, porque pensaba que mentía, no lo decía por decir.

Víctor muy serio me da su palabra de que si está mintiendo se ira. Con cuidado me dirijo a la ventana, que era pequeña y la abro con cuidado. Era cierto podía ver a mi marido y a Eugenio, que fumaba un puro, les podía oír perfectamente, igual que ellos a mi si decía algo. Víctor no desaprovecho la ocasión y la posición en la que yo estaba, se acercó y metió sus manos por debajo de mi vestido. Yo quería quitarlo, pero él me tenis aprisionada contra la pared, me había quitado prácticamente mi tanga, lo tenía casi por las rodillas. Él me decía al oído, que ganas tenia de estar así conmigo, que era lo único que siempre había envidiado de Edu, la mujer que tenía.

Todo eso hacía que mis defensas mi rechazo, fuera disminuyendo por segundos. Ya sabía lo que iba a ocurrir, oí como bajaba su cremallera, moví mis piernas para que mi tanga callera del todo al suelo y poder tener mejor movimiento. Solo me dijo, que así me gusta zorrita. Quiso cerrar la ventana, pero yo no le deje, me ponía más cachonda aun, ver a mi marido tan cerca.

Cuando Víctor se dio cuenta, me dijo que menuda golfa que era y eso que él siempre pensó que era casi una monja. Note como me metía la polla por mi cuca, era de un tamaño normal, pero lo que más me defraudo fue que no me había dado dos meneos y se corrió. Me quede helada. Empezó a tratar de disculparse, que si ra la primera vez que le pasaba y mil idioteces más. Se fue avergonzado y yo me quede más caliente que el palo de un churrero, como se suele decir.

Una vez me reintegre con los demás, estaba que fumaba en pipa, más cabreada que un mono. No me había apetecido ir a esa cena, lo hice de mala gana. Lo único que había conseguido ese día era estar ardiendo de calentura. Como sería mi cara que mi marido se acercó a preguntarme que me pasaba, no me corte y le dije que estaba muy necesitada de un buen nabo que me saciara. No sabía que decir, le pille descuidado.

No era muy tarde para ir a tomar una copa a algún sitio y probar si había suerte. La gente se fue despidiendo. Eugenio cuando se despidió de mí, tal vez un poco efusivo, me dijo que esperaba que nos volviéramos a ver. Sonreí muy correctamente y nada más. Mi marido se acercó a despedirse y cuando íbamos hacia nuestro coche, atónito me dijo que nos habían invitado a tomar una copa a su casa Sandra y Jose, me dijo que era una cosa muy extraña, ya que su trato era más bien distante. Yo le dije que no me extrañaba, que lo que querían era follarnos. Me miro más extrañada y le conté lo sucedido en el baño, pero solo la parte de Sandra.

Ahora tenía dudas y no sabía qué hacer, preguntándome que me apetecía a mí. Fui muy clarita le dije que en ese momento prefería carne a pescado, que otro día no me importaría. Se disculpó con ellos y por la sonrisa de Sandra entendí que habían quedado para otro día, cosa que luego me confirmo Edu. Cuando arranco el coche Edu, me dijo que donde quería ir, simplemente le conteste que a algún sitio donde supiera que había posibilidades de algo. Condujo sin decirme a dónde íbamos, yo estaba expectante, cuando se salió de la carretera y se metió por un área de servicio, cuando pasamos una curva pude ver un sitio con muchas luces, no sabía si era una discoteca, una sala de fiestas o que.

Aparcamos y nos bajamos, mientras cerraba el coche yo me desabroche la chaqueta, que se vieran bien mis atributos. Llegando casi a la puerta, ya había más luz, se me veía mejor y oía muchos comentarios según pasábamos, unos lo hacían con disimulo y otros con total descaro, imagino también que por el efecto de lo que hubieran tomado. No sabía si sentirme halagada, muy puta o las dos cosas. Pero al contrario de lo que me sucedía antes ahora me calentaba oír esas cosas.

Dentro pude ver que había pocos sitios donde sentarse y los que había estaban ya ocupados. Había dos plantas más y sucedía lo mismo. En cada planta había también una barra donde pedir la bebida. Mirando nos quedamos en la última, Edu prefería en la de abajo del todo, pero yo ya había visto un grupito de jóvenes que tenían muy buena pinta, sería fácil con alguno de ellos y más tal como me miraban. Me quité la chaqueta y se la di a Edu, junto con mi bolso.

Nos acercamos a pedir a la barra, cerca de los chicos. Que si estaban sentados en taburetes casi todos. Luego me di cuenta de que estaban con unas chicas, pero algunos estaban desparejados. Me coloque de tal manera que quede cara a ellos y Edu de espaldas. Miradas furtivas y poco más. Vi que, al rato, se despedían y unos se fueron con las chicas, quedándose tres solos, pero casi inmediatamente regreso un cuarto. El más guaperas no dejaba de mirarme, su descaro me estaba gustando. Empezó a hacer tonterías para que yo lo viera, me aguantaba la risa, hasta que ya no lo pude evitar, cuando me vio sonreír, el hizo lo mismo.

Edu me pregunto de que me reía y le conteste que por una gracia que me estaba haciendo uno de los chicos y añadí, al que me pienso follar. Note como le brillaron los ojos a Edu, seguro que se estaba poniendo cachondo de oírme decir eso. Con mucho cuidado doble una pierna, tocándome el tobillo, que los tacones me mataban. El chico me vio y muy galantemente se acercó con su banqueta ofreciéndomela, después de resistirme un poco, acepte. Se presentó primero a mi marido diciendo que se llamaba Eric, Edu trato de darle la mano, que le costó un poco tal como tenía la chaqueta y el bolso. Yo dije que era Ana, el me dio solo la mano, yo esperaba un par de besos. Cuando vi que se iba a retirar, lancé una mirada violenta a mi marido, lo entendió rápido y le dijo que le invitaba a una copa por el detalle que había tenido, nos dijo que él estaba tomando una ya, pero que muchas gracias. Edu insistió y él dijo que estaba con tres amigos más, que sería feo dejarlos solos y Edu le dijo que vinieran. Él se volvió a su sitio y poquito después, allí estamos todos charlando.

Eric (22) Lorenzo (22) Ricky (24) Ismael (23), los cuatro estaban bien eran altos, se cuidaban. El que mejor estaba era Eric, que se había quedado pegado a mí. Tenía barba de dos días, le hacía cara de golfo redomado. Pero la charla estaba siendo de lo más anodina, posibilidades de música lenta para bailar, ninguna. No era un sitio que pusieran música suave o lenta. Veía que me quedaría nuevamente con un palmo de narices y me tendría que conformar con mi marido, empezaba a pensar que teníamos que haber aceptado la invitación de Jose y Sandra. Todo esto lo pensaba hasta que note, como tímidamente la mano de Eric, me tocaba la espalda, bajando hasta mi cintura, moviendo sus dedos también.

La cosa ya cambiaba, ahora era cuestión de facilitarle las cosas para que viera que tenía camino libre. Pero sentada sería difícil. Me levante diciendo que necesitaba estirar un poco las piernas. Eric quito de golpe su mano. Esperaba que no hubiese interpretado que lo hice para que no me tocara. La cosa se quedó fría, parada.

Empezaron a contar chistes y fueron subiendo el tono, siendo cada vez más picantes. Otra vez que Eric cogió valor y me tocaba con timidez. Esta vez quise dejarle las cosas claras, con disimulo lleve mi mano hacia detrás y le acaricie la mano que me acariciaba. No te como eso le envalentono. No tuve que hacer nada más. Ya me tocaba todo el culo, no había nada mejor que darle el impulso que le di, eso acelero todo.

Por fin tenía su mano por debajo de mi vestido, notaba su mano tocándome sin nada de por medio. Pero no se decidía a más. Sospechaba que tendría que darle otro empujoncito. Me acerqué a su oído y le dije, que, sin miedo, que a mi marido le gustaba mirar y darme todos los caprichos que yo quería. Supuse que era la primera vez que se veía en esa situación.

Pero se fue animando y más cuando vio que mi marido actuaba con total naturalidad. Abrí un poco las piernas y él ya me tocaba tranquilamente, yo ya no hablaba solo sentía. Era como si no hubiera nadie. No prestaba atención. Necesitaba sentirme más liberada, más tranquila, poder hacer lo que quisiera.

Otra vez pegue mi boca al oído de Eric, para decirle que nos fuéramos a otro sitio o al coche. Me quito la mano y me dijo que esperase. Nos dejó solos y se fue al otro extremo de la barra y se puso a hablar con el camarero. No sabía que pasaba, pero al rato vino y me enseñó una llave, pude ver el letrerito que llevaba ponía almacén. El camarero era colega de ellos y por eso estaban en esa barra. Me pregunto qué ahora como lo hacíamos. Yo le dije que sin problemas. Corté la conversación que había en esos momentos y le dije a Edu, que iba un ratito al almacén con Eric que quería contarme algo y me reí. Yo creía que Edu diría algo, pero la sorpresa fue que Ismael dijo en plan gracioso, pero muy en serio, que no había derecho, que él también quería contarme muchas cosas, yo me reí, porque me hizo gracia y le dije que por mí no había problema, que me gustaba mucho escuchar.

Nos fuimos los tres para el almacén, apenas cruzamos la puerta, ya me estaban metiendo mano sin ningún pudor. Que dos fieras tenia para mi solita. No perdíamos el tiempo, era ya muy tarde y había que aprovechar lo más posible, sin darme apenas cuenta me encontré en ropa interior, veía con la cara de deseo que me miraban y eso me ponía más cachonda. Me hicieron agachar sin mucho esfuerzo por mi parte y tenían sus nabos al aire.

Eran de tamaño normal, pero me servirían para mis propósitos. Chupaba alternando los dos nabos. Mientras ellos me tocaban cada uno una teta. Mis pezones estaban duros como nunca. Se oye rechinar la puerta y les oigo decir que mujer más buena tienes colega, como la chupa. Sabía que Edu no tardaría en venir, no se lo perdería por nada del mundo. Me levante y me apoye sobre unas cajas, abriendo bien mis piernas, Eric se agacho y me quito el tanga, para luego comerme mi cuquita que estaba muy necesitada.

Justo cuando note su lengua mire hacia la puerta y vi a Edu, Lorenzo y Ricky con sus nabos en las manos tocándose, cosa que me encantaba, ver como se pajeaban mirándome. Pero cuando mire mejor, me lleve toda una sorpresa, el tamaño del nabo de Lorenzo, era monstruoso. Me quede hipnotizada, que exageración, nada igual había visto, pero lo más llamativo aparte del tamaño y grosor, era las venas. Seguía notando como me comía Eric mi cuca e Ismael una teta, Edu animo a los otros dos que se acercaran, Ricky me comió la otra teta y a Lorenzo le dije que se acercara, agarrándole ese enorme nabo, que no lo abarcaba para nada mi mano, pero se sentía potente, grandioso. Ahora ya no pensaba en Eric mí en nadie, solo pensaba que me preparan bien la cuca y el culo, porque quería tener ese nabo dentro.

Eric se levantó y vi cómo se colocaba un condón, me quería follar de pie, pero le dije que no, que se tumbara en el suelo, coloco como una alfombra que había y se tumbó, me senté encima de él metiendo el nabo hasta el fondo, estaba tan mojada que apenas se notó. Luego dije que otro se pusiese por detrás, lo hizo Ricky ya que Lorenzo no se atrevió e Ismael dijo que él estaba a punto de correrse. Me estaban follando como autenticos sementales, me hicieron correr muy rápido, pero seguían con la misma fuerza, con el mismo empuje, se notaba su preparación física, su juventud. Mientras y como podía le comía la polla a Ismael, que no tardo en correrse en mi boca, se la chupe hasta no dejar ni una gota, ni el más mínimo rastro de su corrida, el solo dijo que jamás se la habían chupado así, que ra toda una maestra. Eso me puso más cachonda aún.

Me daba igual ahora mismo mi marido, solo pensaba en gozar. Notaba por la forma de moverse que estaban ya locos por correrse y les animaba a que lo hieran, porque además yo estaba también que me corría, lo hicimos escalonadamente, corriéndonos prácticamente a la vez.

Ya estábamos todos de pie, me fije que donde estaba Edu, en el suelo había una corrida o varias no lo sé, pero se había corrido también. El único que no se corrió fue Lorenzo, que seguía todo empalmado. Hice una seña a Edu y les dijo de ir a la barra a tomar algo mientras yo me vestía. Se fueron todos para ahí, pero agarre a Lorenzo y le bese. Mientras le tocaba, se le veía más tímido que a los demás, pero me dijo que no era timidez, que era porque siempre se quedaba a medias.

Hoy eso no te pasara, se lo dije mirándolo a los ojos. Me di la vuelta y me incliné un poco, invitándole a que me la metiera. Él me dijo que no tenía condón, que todos se le rompían o le apretaba tanto que le hacían daño y le cortaban la erección. Le mire sin quitarme le dije que sería nuestro secreto, que no se lo contara a nadie y mucho menos a mi marido.

Se acercó con decisión, pero cuando lo tuve detrás, le noté indeciso, le dije que tranquilo, que poco a poco. Estaba convencida de que no tendríamos problemas y menos después de haber follado ya. Note algo difícil de explicar, algo caliente entrando dentro de mí, notaba como se trataba de abrir paso, como me rozaba por dentro. Le dije que parara un momento, él quiso sacarla, le dije que no, que era para ir acostumbrándome, le anime a continuar, lo hacía lentamente, había entendido lo que le dije. Paraba y me acariciaba la espalda, me tocaba mi clítoris, solo era cuestión de enseñarle.

Ya no hacía falta que le indicase nada, lo hacía muy bien, note como su cuerpo estaba ya pegado a mi culo. Ya la tenía toda dentro, que maravilla, que bien se sentía. Metía mi mano por debajo para tocarme yo también, pero otra cosa que me ponía cachonda era notar como sus cojones, que eran dos bolsas grandes, que están en proporción a su nabo, me golpeaban por debajo de mi cuca, lo que sentía era indescriptible. Él se animó en su movimiento, se notaba o daba la impresión de que poco había follado. Le indique el ritmo y el muy obediente obedeció. Poco a poco mi cuca se había adaptado perfectamente a ese tamaño. Estaba ya que me corría, le avise, diciéndole que fuera más rápido y más fuerte, pero notaba como se contenía, era como si estuviera con un poco de miedo, pero me hizo correrme como pocas veces y cuando note su gran corrida, porque fue monumental, estuve a punto de correrme otra vez y no exagero, le pedí, le suplique que no parara y me corrí otra vez. Luego la fue sacando despacio y la sensación fue indescriptible.

Me puse de pie del todo, me chorreaba de todo por mis muslos. Me fije en que sus ojos estaban vidriosos, le pregunte el motivo y con mucha vergüenza me contó que había sido su primera vez. No me lo podía creer, se lo dije y el me contesto, que había estado con mujeres, pero que solo le hicieron pajas. Yo para tranquilizarle y de corazón, le dije que más tontas eran ellas que se lo habían perdido.

Le bese con ternura en la boca, pero también con mucha pasión. Dije que había que ir saliendo y le pregunte si sabía guardar secretos, él me dijo que sí. Le propuse dos cosas, la primera que dijese que había sido como siempre una paja y nada más. La segunda cosa era que me diera su número de teléfono y le llamaría muy pronto para quedar, para poder follar con más tranquilidad.

El como contestación, me dijo mírame a mis ojos y se le veía un brillo especial, cuando se los mire me dijo que me lo juraba, me lo prometía, lo que yo quisiese. Me dio su número y salimos los dos. Sus amigos se medio cachondearon de él, que si la manita, que si los cinco dedos y tonterías de ese tipo. Pero Lorenzo aguanto el tipo y con cara de resignación, haciéndose el tonto, se encogió de hombros. Hasta a mí me convenció.

Eric cuando nos despedíamos quiso intercambiar números de teléfono, pero Edu ahí fue tajante, diciéndole que ahí se había acabado todo. La cara de Eric fue de desilusión. Pero estaba de acuerdo con Edu, además tampoco había sido nada del otro mundo. Lo de Lorenzo quedaría para él y para mí. Pero no creía que tardara mucho en llamarle.