Cuando las ganas aprietan (2)

Continuamos con nuestras vacaciones. En cierta medida se puede decir que me he liberado.

CUANDO LAS GANAS APRIETAN (2)

Hola de nuevo a todos. Voy a seguir con lo que pasó el verano pasado entre mi hijo y yo.

Bueno ese verano, mientras estábamos en casa ya no me "escondía" para tomar el sol en topless cuando estaba mi hijo (no si estaba el padre) y por supuesto teníamos nuestros momentos. Una situación vamos a decir que un tanto extraña se dio cuando nos fuimos a la playa. Mi padre nos dio la sorpresa de reservar un apartamento en Santa Pola, en Alicante. Pero lo mejor de todo es que él solo podría estar los primeros 10 días de Agosto, porque tenía que volver a la empresa, por temas de trabajo, pero dijo que quería que disfrutáramos el verano (si el supiera). Pues fuimos en coche hasta dicha localidad costera y llegamos al apartamento de 2 dormitorios, completamente equipado (TV, lavavajillas, lavadora, etc.) además de disponer de una amplia terraza de unos 20 o 25 m2.

Como es lógico, salvo alguna mirada cómplice, entre mi madre y yo esos días no hubo nada. Incluso hicimos un buen papel melodramático cuando lo acompañamos al autobús que lo llevaba de vuelta a casa, vía Madrid. Sin embargo, por la bajini lo que estábamos deseando era "vete ya…que nos lo queremos pasar bien". Le dijimos adiós poco menos que con el pañuelo en la mano y desde que el autobús salió nuestras caras dibujaron sendas sonrisas inmensas. Volvimos al apartamento a prepararnos para ir a la playa. Allí nos besamos con las ganas de no haberlo hecho en 10 días a pesar de estar tan cerca. Cogimos las cosas y recorrimos los escasos 50 o 60 metros que nos separan de la playa y nos pusimos a tomar el sol.

  • ¡Qué ganas tenía de que se fuera, Luisin!- le dije a mi hijo

  • ¡Anda que yo, Ana!- me llamaba Ana cuando estábamos fuera de casa, normalmente

  • ¡Vamos el agua!- dije mientras me levantaba. El calor era ya sofocante, y donde mejor se estaba era en el agua

  • ¡Vale!- dijo mi hijo imitándome

Nos alejamos un poco de la orilla, lo suficiente para no hacer pie. Allí mi hijo se sumergió y cuando pasó entre mis piernas me acarició mi entrepierna, lo que hizo que me estremeciera, como si me hubiese dado una descarga

  • ¡Luís!

  • ¿Dime?

  • ¿Qué haces?- le pregunté con una gran sonrisa

  • ¡Nada!- dijo con mirada pícara. Acto seguido se puso detrás de mí y me abrazó- ¡Cuánto te quiero, mami!

  • ¡Y yo a ti, mi amor!- le dije girando un poco la cabeza para verle los ojos

  • ¡Yo te quiero más!- dijo haciendo algo, digamos, travieso. Quitarme la parte superior del bikini

  • Dame eso, Luís- le dije a mi hijo

  • ¡Bah!...podrías quedarte así

  • No se. Me da no se qué

  • ¡Las tienes tan bonitas!- dijo en tono meloso

  • ¡Adulador!

  • ¡Es la pura verdad!- dijo mi hijo con el bikini en alto

  • Haremos una cosa…tu me lo das y ya veré si me lo quito o no, ¿vale?

  • ¿Te lo quitarás?

  • No lo se…lo intentaré

  • Bueno- dijo mi peque devolviéndome el trozo de tela

Volvimos a la arena a tomar el sol. Me lo estuve pensando durante un rato y al final me decidí. Aprovechando que no estaba Carlos me quité la parte de arriba

  • ¡Ana…lo hiciste!- dijo Luís

  • Si, ya ves. Te dije que lo intentaría y ¡lo he hecho!- dije poniéndome roja como un tomate. La verdad es que no tenía las tetas blancas como las de una monja, pero en 10 días de playa ya había algo de diferencia de color con el resto del cuerpo. Me unté bien de protector solar. Estuvimos un buen rato en el que a mi me daba la sensación que todo el mundo me miraba las tetas. Supongo que no sería así, o al menos no más que a otras practicantes del medio nudismo. Volvimos al apartamento a comer algo ligero y por la tarde nos quedamos en la piscina de los apartamentos. De motu propio me quité la parte de arriba del bikini, como otras tantas chicas y mujeres que tomaban el sol libremente. La verdad es que cada vez estaba más cómoda

Luego subimos y tras ducharme yo primero le dije a mi hijo que tenía que salir un momento a comprar. Aproveché para comparar unas cosas para la cena y una sorpresa. En la piscina vi a dos chicas que hacía topless, pero llevaban un tanga bastante diminuto y me dije que de perdidos al río. Salí en busca de una tienda donde poder comprar un bikini. Vi un local digamos que bastante fashion y me decidí a entrar. Le expliqué a la chica que me atendió lo que quería y me mostró unos bikinis brasileños y unos cuantos más tipo tanga. Cogí un par de cada, evidentemente los que más me gustaron y los pasé a probar. Me quedé con uno de cada tipo. La verdad es que el tanga era diametralmente opuesto a cualquier cosa que hubiese utilizado anteriormente, pero estaba "liberada".

  • Por cierto- le dije a la chica- ¿vendes también solo la parte de abajo?

  • Si, claro. ¿Quiere ver algunas?- dijo muy amable

  • Si, por favor- le respondí

Me mostró algunas. Unas eran normales y otras tangas. Me decidí por uno de estos modelos, de muy poca tela y de una tela como si fuese de plata. Con mi compra, muy contenta fui al súper a comprar las cosas de la cena. Esa noche era una cena especial. Nuestra primera cena fuera de casa, "solos". Compré unos langostinos, vino blanco y pescadito para freír. De postre una tarta, para celebrarlo y una botella de champán. Al llegar guardé los bikinis y preparé la cena. Cuando estuvo lista llamé a mi hijo

  • ¡Luís, cariño, vamos a cenar!- le dije mientras terminaba de sacar el pescado de la sartén

  • ¡Voy! Dijo desde su habitación, donde estaba mirando algo en Internet- ¡guau…vaya fiestorro!

  • Esto hay que celebrarlo, cariño- le dije sirviéndole una copa de vino blanco y dándole un beso en los morros.

  • Ya lo veo- dijo mi nene, dándome otro gran beso

  • Venga, vamos a comer que frío no está tan bueno

Nos lo comimos todo y abrimos el champán, que salimos a beberlo a la terraza.

  • ¡Qué noche tan bonita hace!

  • ¡Y con la mujer más bonita a mi lado…no puedo pedir más!

  • Eres un completo adulador

  • No…solo digo lo que veo, la verdad- me dijo con una fija mirada a los ojos

  • ¿De verdad?

  • Totalmente- afirmo mi hijo al tiempo que me daba un beso.

  • Vaya. Tu si que sabes alegrarme la existencia

  • ¿Por qué lo dices?

  • Bueno…igual te has dado cuenta que en 10 días tu padre sólo me ha echado un polvo…y además rápido y malo. No como los tuyos, cariño- le besé de nuevo.

  • Hombre, gracias. Eso es bueno para el ego de un hombre

  • No es que sea o no bueno…es verdad- mi hijo me besó de nuevo, al tiempo que sus manos se fueron a mis tetas. Me quitó los dos últimos botones de la camisa que llevaba y me sobó las tetas a conciencia. Yo me dejaba hacer. Poco tiempo antes me abría alarmado la posibilidad que alguien nos estuviese viendo, pero la verdad es que ahora ya no tenía esos prejuicios. Me seguía besando y sacó las tetas por encima del sujetador. Me estaba poniendo muy caliente- ¡Oh, Luís, como me pones, cariño!

  • Ana…con estas tetas tu si que me pones…no sabes como

  • ¡Ummm!, es verdad- le dije poniendo mi mano encima de su pantalón

  • Ves como estoy…eso es por ti…mi amor- ese "mi amor" casi me derrite

  • Vamos dentro, tigre

  • Espera- dijo mi hijo quitándome del todo la camisa y el sujetador- Ya podemos entrar

Fuimos directamente al dormitorio. Mi hijo también llegó sin la camiseta. Se puede decir que me tiró encima de la cama. Mi coño estaba listo…completamente mojado. Quería la pija de mi hijo dentro de mi…lo deseaba

  • Luís, por favor… ¡FÓLLAME…FÓLLAME YA, NO AGUANTO MÁS!- le supliqué a mi hijo

  • Ya voy, mami…ya voy- decía mi hijo despojándose de los pantalones cuando yo hacía lo mismo. Abrí las piernas tanto como pude, pero mi hijo me dijo que quería probar de otra forma, que quería verme la cara mientras me follaba. Se sentó al borde de la cama y me puso encima de él. Se agarró el cipote y me lo clavó de una sola vez. Grité de placer, porque ya estaba lubricada

  • ¡Ahhh…que bueno, que bueno!

  • ¡¿Si?!

  • Si mi amor…me das más placer en una noche que tu padre en 1 año- casi sin esperar que mi hijo iniciase los movimientos yo ya estaba subiendo y bajando encima de su polla

  • Estás a tope, ¿eh?

  • Si…estoy cachonda, mojada

  • Pues la tienes toda para ti- decía mi hijo mientras me subía y bajaba ayudándose con las manos en mi culo

  • ¡Clávamela toda!...la quiero

  • Aquí la tienes putita mía

  • ¡Si, si, si!- tenía mis ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, mientras mi hijo me comía las tetas. Era una sensación indescriptible. Su padre jamás había hecho algo así, solo un polvo y generalmente malo, ahora lo sabía.

  • ¿Te gusta mi zanahoria en tu conejo, puta?

  • ¡Si…me encan…ta, me en…can…ta!- ya casi no me salía la voz. Estaba gozando de nuevo

  • ¡Me voy a correr!- dijo Luis redoblando sus esfuerzos

  • ¡Córrete conmigo, mi amor…lléname de tu amor mi coño!

  • ¿Dónde lo quieres?

  • ¡En mi coño…dentro!

  • ¡Eres un auténtica zorra!

  • ¡Si!- fue lo único que pude decirle, ya que no me quedaba aire para nada más, notando como su leche viscosa inundaba las paredes de mi coño.

Dormimos como bebes toda la noche, abrazados. Al desertarnos preparé el desayuno y le propuse a mi hijo irnos a la playa. Evidentemente aceptó. Al llegar le di la sorpresa de ir solo con el tanga plateado. Mi hijo abrió los ojos como platos.

  • ¿Y eso?

  • Pues si hago topless, lo haré bien, ¿no te parece?

  • No podría estar más de acuerdo.

  • Pues nada…ya no tengo nada de vergüenza

  • Eso es genial

Estuvimos tomando el sol y por la tarde, después de una rápida comida bajamos a la piscina. Yo quería seguir sacándole partido a mi nuevo tanga y así lo hice. Y me levantaba más que nunca…quería lucirme.

  • Oye Luisín…que te parece si mañana vamos a la isla de Tabarca a pasar el día

  • Vale

  • Pues nada, vamos a comprar los billetes, por si acaso se agotan

Fuimos y reservamos un par de pasajes en el catamarán con fondo de cristal que salía a las 10 de la mañana, pero nos dijeron que podíamos ir y volver en cualquiera de los horarios. Esa noche tuvimos otra buena tanda de sexo, mi hijo era insaciable…pero yo tampoco me quedaba atrás

Fuimos al muelle y abordamos el catamarán. Nos fuimos a la parte de arriba para que nos diese el aire. En una media hora llegamos a Tabarca y bajamos a ver el fondo marino en el fondo de cristal del catamarán. Llegamos a la zona desde están las edificaciones y decidimos recorrer la pequeña isla, de menos de 2 km. Cuando pasamos al lado de una pequeña cala, eso si, de piedras, donde no había nadie, le dije a mi hijo que nos podíamos quedar allí. Le pareció bien, y eso que no le gustan mucho las piedras, pero el agua era cristalina. Cuando me quité el pantalón corto y la camiseta mi hijo me lanzó un piropo. Llevaba puesto el bikini tipo tanga que había comprado y él todavía no lo había visto. La parte de arriba voló en menos de diez segundos. Al rato nos fuimos a dar un baño al mar. El agua estaba perfecta para refrescarse. Volvimos a tumbarnos al sol y al cabo de una media hora o así, aparecieron en la cala un grupo de 3 chicas con un chico que se pusieron bastante cerca de nosotros. La verdad es que la cala no daba para mucho más. Tendrían como unos 25 años, más o menos. Se fueron quitando la ropa, camiseta y pantalones, la parte de arriba del bikini…y siguieron, se lo quitaron todo. Lo mismo que el chico. En ese momento le dije a Luís que los podíamos imitar, que en esa playa se hacía nudismo. En principio me dijo que no, pero lo piqué un poco y aceptó (luego me dijo que las chicas estaban realmente bien, sobre todo Marta, que parecía la más tímida de todos, bastante delgada, pero con un muy buen par de razones). Al cabo de un rato una de las chicas se acercó un poco más y empezó a hablarme.

  • Hola, ¿que tal?

  • Bien…descansando un poco

  • Me llamo Julia

  • Hola, soy Ana- se acercó y me dio dos besos

  • Nada, como somos pocos en esta cala, pues hemos decidido presentarnos. Ellas son Vanesa y Marta- dijo señalando a las chicas- y él es Arturo- Todos nos saludamos.

  • Yo, como te he dicho soy Ana y él es Luís- no quise decir que era mi hijo

  • ¿Sois familia?- quiso saber Julia, quizá un tanto descarada

  • No…somos pareja- le dije de inmediato…y no se por qué, sobre todo viendo la cara que puso Luís. Seguimos hablando sobre diversos temas, que ellos eran de Barcelona, nosotros de Madrid (ahí no quise decir la verdad, etc.)

  • Perdona…a lo mejor piensas mal de mi, pero pensé que erais madre e hijo

  • Mucha gente lo piensa…por la diferencia de edad, pero no es así, ¿verdad cariño?- dije mientras le daba un beso en la boca a mi hijo.

  • ¿Qué estáis, en Santa Pola?

  • Si… ¿y vosotros?

  • También. Tenemos cogido un apartamento para los cuatro.

  • Es genial- dije un tanto como para decir ¿y a mi, que me importa? Pero la chica era amable y no quería ser grosera

  • Si. Por cierto ¿Dónde vais a comer?

  • En el pueblo

  • Y nosotros. Hemos reservado para comer un caldero de Tabarca. Si queréis podemos llamar y que sea para 6

  • Bueno…por mi bien. Tu que piensas, cariño

  • Muy bien. Dicen que es muy bueno

Estuvimos allí un buen rato, haciendo tiempo hasta la hora de comer. Por lo que observé Arturo y Vanesa eran pareja, por los mimos y caricias que se daban. Una de las veces que nos fuimos al agua Luís y yo nos besamos. Un beso apasionado, tanto que su solado se puso en posición de firmes. En ese momento llegó Julia, que se quedó mirando para la polla de Luís, que estaba rojo como un tomate. Ella sonrió y dijo que qué suerte la mía. Mi hijo aumentó su tono de rojez. La verdad es que Julia no era cortada para nada y parecía que no se callaba nada.

  • Perdonad que os lo pregunte…es curiosidad, me podéis decir vuestra edad

  • Pues yo tengo 49 años y Luís, 20

  • La verdad es que sois muy valientes. Poca gente se atrevería a hacer lo que hacéis vosotros

  • Bah, no creo que sea para tanto- le quise quitar importancia

  • Hombre, no se, quizá al revés sea más frecuente, quiero decir, hombre mayor y mujer más joven. Siempre se dice que si es por el dinero y eso…pero, supongo que también será por amor, ¿no?

  • En este caso te aseguro que no es por dinero. Hombre no es que me muera de hambre, pero conmigo desde luego no se retira, ¡ja,ja,ja!

  • Si, claro, ¡ja,ja,ja!- rió conmigo Julia

Fuimos a la zona poblada de la isla a comer, que es verdad, era una comida muy buena y apetecible. Tomamos unos cuantos chupitos y volvimos a la cala hasta la hora de volver a coger el barco. Al llegar al apartamento Luís me folló como un loco, con un ímpetu, digamos que fuera de lo común.

Pero todavía quedaban días de verano