Cuando la realidad supera a la ficción - Cap. 7
¿Dónde está la frontera entre la realidad y la ficción? Eso es lo que se preguntan las dos bellísimas actrices durante el ensayo.
Repasaron la última línea, gritándose con las narices pegadas y cuando sus pechos se tocaron bajo las remeras, ambas se estremecieron. Un leve gemido escapó de sus labios antes de unirse, temblorosas, pero más decididas en un beso, al que le siguió otro y otro... y otro y lentamente fueron abriendo las bocas para disfrutar la una de los labios de la otra mientras sus manos de la una volaban por la espalda de la otra y viceversa y los vientres se encontraban.
Jimena inclino la cabeza y la anfitriona la imitó. Ambas asomaron las lenguas tímidamente, para luego enredarlas juntas y pasar de una boca a la otra, mientras estrujaban el abrazo con las manos en donde finalizaba la espalda y sus muslos en lycra se restregaban suavemente.
Gimena sintió que el cuerpo le hormigueaba y cuando su lengua empujó nuevamente la de su compañera y regresó a su propia boca, saboreando la saliva de Jimena, deslizó sus manos hacia las firmes nalgas de su compañera y las acarició.
La rubia de ojos color miel interrumpió el beso, sorprendida y ruborizada y la miró, a mitad de camino entre la intriga y el terror. Temblaba como una hoja y su respiración estaba acelerada.
_¿Qué hacés, Gime?
La anfitriona se sintió un poco incómoda y las mejillas comenzaron a arderle.
_Nada.... _hizo una incómoda pausa y señaló al celular. _¿Querés que lo veamos?
Ante el gesto de asentimiento, Jimena se acercó y contemplaron juntas la escena. Se las veía hermosas, con las piernas en el lycra negro, que las realzaba y el perfil permitía apreciar la redondez y firmeza de sus nalgas. Algo más grandes las de la dueña de casa, pero sin que ninguna tuviera que envidiarle a la otra.
_Estabas como loca gritándome. Pensé que me ibas a agarrar de las mechas! _se rió Jimena y ambas sintieron un escalofrío cuando sus hombros desnudos se rozaron.
_Bueno, a decir verdad, pensé que me ibas a dar un sopapo. _se rió la rubia de ojos café.
_Jajaja. No seas mala! _la de la remera blanca le dio un chirlo juguetón en el antebrazo, que fue devuelto en el mismo tono y ambas se quedaron en completo silencio cuando contemplaron lo ocurrido momentos antes.
Ante ellas, el celular les mostraba cómo se habían acariciado con los labios, temblorosas y algo incómodas para ir cerrando los ojos y entregarse a las caricias. Aunque, cada una creyó recordar el momento exacto en el que sus lenguas se encontraron y, no sólo tuvieron escalofríos, sino que miraron a su compañera de reojo y se sintieron algo incómodas y cohibidas.
Ninguna osó apartar la mirada de la pantalla en lo que fueron casi tres minutos, según marcaba el video. Con cada movimiento de sus bocas podían escuchar el chupeteo entre sus carnosos y sensuales labios y los quedos gemidos. Inclusive, tanto una como la otra comenzaron a sentir un hormigueo que las recorría por dentro.
Finalizado, ambas hicieron un incómodo silencio, que fue roto por Gimena, quien se alejó hacia la cocina y gritó desde allí ofreciendo más café. Jimena agradeció la pausa y suspiró, aliviada. Se sentía excitada. Pero a la vez, incómoda. No quería quedar en evidencia. Aunque... a su compañera le debía pasar otro tanto, a juzgar por cómo ambas se entregaron al beso y... la mano del final.
Cuando la anfitriona regresó, ambas se sentaron nuevamente en el sofá, y sus rodillas casi se tocaron. Un escalofrío las recorrió e intercambiaron opiniones sobre lo que habían visto.
Aunque intentaran ocultarlo, sus mejillas comenzaron a arder y a teñirse de carmín a medida que repasaban el intenso momento anterior.
_Jime... ¿querés que dejemos acá, o practicamos una vez más, hasta que venga mi marido? _propuso la dueña de casa y se relamió los labios involuntariamente, provocando un nuevo escalofrío en su compañera.
_Como quieras. Si querés practicamos de nuevo. Eso sí... no sea cosa que nos termine gustando. _bromeó en un intento por descomprimir la tensión que sentía.
Terminaron el café y se colocaron de regreso en sus posiciones a escasos centímetros. Esta vez no necesitaron acordarlo. Irían desde la última línea previa.
Colocaron el video y se gritaron, temblorosas, con las narices juntas antes de volver a arrebatarse mutuamente con un beso en los labios. Primero una, luego la otra y luego fue como si estuvieran compitiendo para ver quién besaba más veces los otros labios. El sensual chasquido de los besos rompía el silencio del living y las dos hermosas mujeres se estrujaron en un abrazo que volvió a comprimir sus pechos y a unir sus vientres.
La suavidad y calidez de sus labios las fue derritiendo y cerraron los ojos al tiempo que inclinaban sus cabezas para comenzar a abrirse las bocas mutuamente. Gimena atrapó el labio superior de su amiga y succionó levemente, para recibir la misma caricia, y así fueron alternándose en un juego de sensualidad mientras las manos recorrían sus espaldas y descansaban en donde sus espaldas terminaban.
Tanto una como la otra se apoyaba contra su compañera y sentía un revoloteo en el estómago con cada nuevo contacto entre sus dientes hasta que sus lenguas se encontraron. Esta vez no se tantearon con las puntas, sino que unieron sus labios y se enredaron juntas, volviendo a mezclar saliva y pasando de una boca a la otra.
Gimena tambaleó levemente al estremecerse y su compañera casi perdió el equilibrio, pero lograron mantenerse en pie. Las suaves y cuidadas manos de la anfitriona se posaron sobre las firmes nalgas de la mujer de ojos color miel y las acariciaron. Jimena se estremeció, y jadeó quedamente contra la boca de su compañera, pero le devolvió la caricia y comenzaron un leve vaivén con sus cuerpos, mientras incrementaban la intensidad de las caricias entre sus labios y lenguas, intercambiando quedos gemidos, con los ojos fuertemente cerrados, entregadas al momento.
Las manos de una apretaron las nalgas de la otra y sus vientres se frotaron aún más. La respuesta no se hizo esperar y ambas cambiaron la inclinación de sus cabezas, sin dejar de lamerse lengua a lengua y besarse labio a labio. Se habían inclinado de tal manera que sus entrepiernas comenzaron a frotarse mientas se magreaban el culo mutuamente. La humedad comenzó a teñir sus prendas íntimas cuando el sonido de la puerta del garage las sobresaltó.
Con los ojos abiertos desmesuradamente, Gimena se apartó y susurró...
_¡Mi marido! Jime... ni una palabra.
La actriz asintió y regresó, temblorosa y excitada al sofá, para peinarse y tomar el guión para aparentar naturalidad. La dueña de casa detuvo el video y desapareció en el baño.
Jimena se estaba relamiendo los labios, saboreando la saliva de ambas cuando el marido de la anfitriona se hizo presente y saludó con cordialidad sin quitarle los ojos de encima. Ella se sintió cohibida y fue en ese momento que apareció su esposa.
_Hola, amor. Ella es...
_Si. Ya nos presentamos. ¿Cómo les fue? _preguntó él, intrigado, sin dejar de mirar a la invitada con una sonrisa.
_Bien. Falta mucho, pero fue un ensayo... interesante. _afirmó la mujer de blanca remera.
_Revelador.. diría yo. _replicó Gimena y ambas rieron con complicidad ante la mirada extrañada del recién llegado.
_Cuenten. ¿De qué trata la obra?
_No, mi vida. Esperá al estreno. _amonestó la anfitriona y Jimena aprovechó para ponerse en pie y comenzar a despedirse.
Cuando llegaron a la puerta de calle, se saludaron con un beso en la mejilla y quedaron en hablar más tarde.
_Linda tu amiga. ¿Está casada?
_Sí. Es linda y está muy bien con el marido. ¿Por qué lo preguntás? ¡Mirá que me pongo celosa! _lo reprendió juguetonamente.
_Tengo un amigo que está desesperado y pensé que podía presentarlos. _intentó torpemente.
_Ni se te ocurra. Y no creas que me chupo el dedo. _le clavó la mirada a modo de advertencia.
_Vos sos mi diosa. Y no te cambio por nada. _respondió mientras la tomaba por la cintura y le daba un beso de tornillo.