Cuando la realidad supera a la ficción - Cap. 11
La ansiedad y la confusión las mantiene en vilo.
La semana pasó lenta y perezosa y las dos actrices aguardaban con ansias la llegada de la clase. A pesar de las ganas que tenían de escribirse y citarse a tomar un café como excusa para verse, ninguna se animó a dar el primer paso y, cuando se reencontraron sintieron una descarga que recorría sus cuerpos. Se saludaron con un correcto beso en la mejilla, al igual que con el resto de sus compañeros y cada grupo representó sus partes.
Se notaba un leve progreso en cada escena. Inclusive la desagradable Gladys había mejorado su representación de empleada estatal poco hábil, aunque el comentario por lo bajo fue si estaba actuando o haciendo de sí misma. Se pudieron escuchar un par de risillas que provocaron un chistido por parte de Susana, que no pudo ocultar el inicio de una sonrisa.
A pesar de haberlo esperado con ansias, las dos hermosas rubias se sintieron cohibidas al encontrarse con público y su representación pareció sobreactuada en la parte de los gritos y el beso fue correcto, como si todavía tuvieran miedo. Susana les pidió que trabajaran mucho en los diálogos y se soltaran para el cierre del acto, ya que el tiempo se pasaría volando. Gladys hizo los típicos chistes de mal gusto y hasta se ofreció ella misma para practicar los besos. Uno de los chicos, en su afán por ganar puntos con alguna de las hermosas actrices, la amonestó y le lanzó un discurso acerca del respeto y el compañerismo, que fue interrumpido por un insulto hacia su hombría por parte de la obesa y un agradecimiento tibio por parte de las rubias.
Gimena estaba por salir del baño cuando la puerta se abrió y se encontró cara a cara con Jimena, quien se sobresaltó de igual manera y ambas rieron, torpe y nerviosamente.
_¿Estás sola? _preguntó la recién llegada.
_Sí. Ya me iba. ¿Por? _respondió la blonda de ojos color café.
Por toda respuesta, la tomó de la mano y la condujo hacia uno de los cubículos, donde puso la traba y le tomó el rostro con ambas manos para darle un beso en los labios, el cual fue respondido y ambas se fundieron en un tierno beso, sin libreto como excusa cuando, apenas unos segundos más tarde, pudieron escuchar a un grupo de chicas que conversaban sobre la obra y se mofaban de lo que habían visto.
_¿Viste cómo movían las manos cuando hablaban? Parecía que estaban jugando al teatro, como el Chavo.
_Si, qué taradas!
_Encima, ese beso de mierda que se dieron. Parecían dos testigos de Jehová con asco. _intervino otra entre las risas, que se continuaron.
_Ahora... es una pena... porque son dos diosas, para la edad que tienen. Si me tocara a mí hacer esa escena... alto chape les metería. _se rió otra y se escuchó el sonido de unas palmas. Probablemente habría aplaudido ante su ocurrencia, o las hubiera chocado con alguna de las compañeras.
_Bueno, si querés probamos ahora, Gise. _se rió otra ante la juguetona protesta de varias voces más.
_Eso estaría bueno. Hacer un casting de besos, para que la obra no la caguen estas dos taradas. _sentenció otra.
_Bueno. ¿Vamos a tomar algo y la seguimos en un bar? Acá pueden venir las rubias y nos pueden escuchar. _advirtió una, que parecía ser la voz de la mesura.
Unos minutos más tarde, cuando el baño estaba en silencio, las dos mujeres se miraron en silencio.
_Por poco nos pescan, Gime. _susurró la de ojos color miel, acariciando las caderas de su compañera.
_Si. Vamos a tener que seguir... practicando.
El calor de sus alientos humedecía los labios y la sola idea de volver a encontrarse a solas las hizo estremecer y compartieron un fugaz y apasionado beso antes de abandonar el baño y la sala.