Cuando la realidad supera a la ficción - Cap. 10

Ni en sus imaginaciones más febriles se hubieran imaginado lo que vivirían.

El teléfono las había interrumpido. Era el marido de Gimena, para preguntar si necesitaban algo de la calle y si Jimena se quedaría a cenar, ya que habían cambiado de planes y él había decidido volver a casa.

A la hermosa mujer de ojos color café le costó mucho no demostrar su agitación durante la llamada, para la cual se había encerrado en el dormitorio.

Al regresar, le dedicó una encendida mirada a su compañera, que se la devolvió y ambas intercambiaron seductoras sonrisas.

_Parece que otra vez tenemos que cortar en lo mejor, Jime. _afirmó, con un mohín apenado.

_No importa. Siempre nos quedará Paris. _respondió la invitada, a modo de broma.

_O la próxima clase de teatro. _ambas rieron con la ocurrencia para dar paso a un incómodo silencio.

_¿Querés tomar algo? ¿Te quedás a cenar? _propuso desde su hermosa sonrisa y sus ojos color café.

_Te acepto un café. A cenar no me da. Me sentiría mal, en la mesa con tu marido, después de habernos besado como lo hicimos. _admitió la bella mujer de facciones aniñadas.

_¿Besado? ¡Hacete cargo, nena...! ¡Nos comimos la boca! ¡Y no tiene nada de malo, que no matamos a nadie! Digamos que fue... experimentación para el personaje. _la ocurrencia sobreactuada de la dueña de casa las hizo reír nuevamente.

_Bueno... me parece que yo todavía tendría que seguir investigando. _se mordió el labio juguetonamente mientras sus ojos color miel la derretían.

_Tenemos un rato hasta que llegue mi marido. Podemos comernos la boca tranquilas.... Perdón... experimentar.

Las dos rieron como adolescentes haciendo una travesura, mientras sentían un hormigueo que las recorría por dentro y sellaba dicha complicidad.

El sofá las había contemplado mientras se entregaban al más delicioso y ardiente beso que ambas hubieran experimentado. Los pezones asomaban a través de las prendas y los rostros de ambas estaban teñidos de carmín. Las respiraciones aceleradas y el ritmo cardíaco no daban lugar para ocultar nada. Ni tampoco les importaba.

Jimena atrapó el labio inferior de la anfitriona y lo mordió con suavidad, robándole un quejido, cuando escucharon el sonido de la puerta del garage y tuvieron que separarse, al igual que el día anterior. Pero esta vez, sin tener que preocuparse por el video.

Cuando el marido entró en el living quedó absorto ante la visión de las dos impactantemente bellas mujeres conversando animadamente mientras tomaban un café con galletitas. Saludó galantemente y trató de incorporarse a la conversación, pero la invitada se excusó hábilmente y, apenas terminado el café, se despidió con elegancia, dejando la puerta abierta para una cena en parejas.

Esa misma noche, antes de ir a dormir, él volvió a la carga con su esposa.

_Es muy linda tu amiga. ¿Nunca pensaste en hacer un trío?

El rictus de disgusto y la mirada lacerante que recibió como respuesta lo hicieron desistir. No obstante, Gimena se relamió al recordar los "ensayos" con la rubia de ojos color miel y sintió que un hormigueo la recorría de pies a cabeza.